viernes, 12 de enero de 2018

FLORENCIO GÓMEZ NÚÑEZ: MURIÓ HIJO DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ

(Reportaje. El Periódico, Diario de Aragua, 3 de enero de 1996).


Con el año 1995 a punto de fenecer, muere el favorito de los hijos del General tachirense Juan Vicente Gómez. Fundador de la torería nacional e ideólogo de la Aviación Venezolana, don Florencio Gómez Núñez, fue también el último que grabó para siempre en la memoria las postreras palabras del hombre de “La Mulera”, registro histórico que ha corrido de boca en boca por todo el país.

De brazos cruzados, la mirada bajo la transparencia de los cristales, y al lado del retrato a cuerpo entero de su padre, el General Juan Vicente Gómez, quedó Florencio Antonio Gómez Núñez, hijo del Benemérito y de doña Dolores Amelia Núñez de Cáceres, quien acaba de morir a los 87 años dejando una estela de entrevistas e imágenes que surten, en la historia menuda y local, la escala de anécdotas y detalles de la Maracay que le tocó vivir al lado de su padre.

TOROS y AVIONES

Por esa afición a los toros, Florencio y su hermano Juan Vicente fundaron las ganaderías “La Providencia” y “Guayabita”. Según reporta “El Vito”, esta última ganadería, “ayudó a toreros como Eleazar Sananes “Rubito” y Julio Mendoza “El Negro”, pareja angular del toreo venezolano”.

El mismo “El Vito” escribe que la ganadería de “Guayabita” fue una empresa ciclópea, “pues los hermanos Gómez Núñez, en el año 1932, desembarcaron en el Puerto de Turiamo, doscientas ochenta cabezas, seleccionadas entre Juan Belmonte y Antonio Cañero y que habían sido adquiridas en Córdoba de las dehesas de los señores Pallarés Delsors”.

Tanta era la afición que encargó al arquitecto Carlos Raúl Villanueva para que construyera la Maestranza de Maracay. VilIanueva recorrió los más importantes cosos de España y el 20 de enero de 1933, fue inaugurada con bombos y platillos, con asistencia del General Juan Vicente Gómez, quien se mostró en La Mezquita a todo el pueblo que asistió. El palco fue diseñado para que el General Juan Vicente Gómez disfrutara de las corridas de toros.

Llamado benefactor taurino, Florencio Gómez Núñez auspició la fiesta brava durante el Gobierno del General Juan Vicente Gómez e instruyó para que se le diera un carácter propio en la ciudad donde el hombre de “La Mulera” tenía su asiento.

De Florencio Gómez se dice, razones hay, de haber sido igualmente el animador para la fundación de la Aviación Militar y Civil venezolana. De allí los distintos homenajes que la Fuerza Aérea le ofreció, rematando con la erección de una estatua de su padre, el General Juan Vicente Gómez, en los patios del Museo Aeronáutico de Maracay.

La estatua ha sido erigida para revitalizar la presencia del General Gómez en esta Venezuela, maltratada por los errores hasta ahora no superados por Gobierno alguno, lo que hace que muchas personas evoquen el nombre del General Gómez con la nostalgia del regreso. A propósito de estos acontecimientos, aquellos que promueven la figura del General Gómez, el mismo Florencio Antonio dijo en una ocasión, en una entrevista para este diario, el miércoles 29 de enero de 1992:

“No quería morirme sin reivindicar el nombre de mi papá. Ruego a Dios todos los días para que me permita estar vivo el día en que el nombre de Juan Vicente Gómez se reconozca en la historia de Venezuela como el de un venezolano que se dedicó por entero a la reconstrucción de su país...”.

SOBRE ARAGUA  Y LOS TOROS

Muchas páginas se han escrito sobre la presencia de Florencio Gómez Núñez. Entre esas páginas, “El Vito” rescata y continúa hablando con los datos que el mismo Florencio Gómez le entregara en medio de tantas conversaciones. Escribe el cronista taurino:

“Trajeron vacas, sementales, pie de cría, mulas y bueyes, vaqueros, hierros, monturas, sogas, todo lo que existía en la famosa ganadería andaluza, vacada que sigue cosechando triunfos en las más importantes plazas de España bajo la divisa de Benítez Cubero, Lora Sangrán y de los Hermanos Pallarés”.

EL ÚLTIMO VÁSTAGO

De los hijos del General Gómez sólo quedaba Florencio. Su hermana,  la señora Cristina Gómez de Martínez, quien mora en esta ciudad, es la hija que los sobrevive. Como último de los vástagos del General Gómez, supimos de su voz grabada, durante los postreros momentos del hombre de “La Mulera”, quien agradeció a Dios haberle permitido morir el 17 de diciembre, fecha que señala también la muerte de Simón Bolívar. “¿Qué día es hoy?”, le preguntó a Florencio el moribundo. “17 de diciembre papá”, respondió Florencio. Y él postrado, sereno y claro expresó: “Que bueno. Si el Señor quiere que muera hoy, ¿qué le vamos a hacer?”.

En la entrevista el recién fallecido hijo del gobernante andino, señaló:

“Esa plaza (La Maestranza) la hicimos mi hermano y yo. Ahora es propiedad Municipal cuyo importe jamás nos ha sido resarcido; que la mantengan está bien, pero que la posean sin pagarla, está mal. Son muchas las obras que allí se hicieron de las cuales algunas perduran. Muchas han sido fieramente maltratadas, como el Hotel Jardín, obra única en su tipo en este y otros países”.

Palabras que se ajustan a la opinión muy de hoy sobre el desastre en que ha sido convertida la ciudad de Maracay. Coincidimos plenamente con esta voz ya apagada, en que la capital de Aragua, construida por el General Gómez, haya sido llevada a una marginal comarca pagando con sus obras. Eso que el General Gómez construyó es patrimonio nacional.

Con la muerte de Florencio Antonio Gómez Núñez Cáceres, desaparece la voz directa del gran jefe andino que tanto beneficio, progreso y desarrollo realizó por la ciudad de Maracay.

(Reportaje. El Periódico, Diario de Aragua, 3 de enero de 1996).



MURIÓ EL ÚLTIMO DE LOS HIJOS DEL GENERAL GÓMEZ


(Diario “El Globo”. Caracas, 2 de enero de 1996).

Don Florencio Gómez Núñez fue un gran animador de la Fiesta Brava (construyó la Maestranza de Maracay) y de la Aviación, cuyas iniciativas en este campo contribuyeron en el desarrollo de lo que es hoy la Fuerza Aérea Venezolana (FAV).

Con una copa de champán en la mano, y con la otra asido a su querida esposa Elena Arráiz, el 31 de diciembre de 1995, cuando faltaban cinco minutos para las doce campanadas del Año Nuevo 1996, falleció Florencio Antonio Gómez Núñez de Cáceres, a los 87 años, uno de los últimos hijos del General Juan Vicente Gómez.

Muy cercano al entorno íntimo del Presidente y presente en los instantes de su muerte en Maracay, Florencio Gómez fue gran animador de la fiesta brava en Venezuela e impulsor de la aviación en nuestro país, de tal modo que sus gestiones fueron un puntal definitivo en la formación y desarrollo de lo que es hoy la Fuerza Aérea Venezolana (FAV).

Se encontraba en su casa, reunido con los más íntimos de su familia, cuando ocurrió el inesperado y fulminante deceso. Allí estaban con él su esposa Elena y su hija Rosa Elena, así como los nietos Juan Florencio, Rafael y Miguel Dupouy Gómez.

Gracias a Florencio Gómez Núñez y su hermano Juan Vicente, fue posible traer a Venezuela la primera ganadería de casta, que todavía mantiene su nombre original de “Guayabita”.

La afición de los Gómez Núñez por el arte y templanza del toreo, también hizo posible la construcción de la Maestranza de Maracay, inaugurada el 20 de enero de 1933 con su curioso palco, conocido como la Mezquita, y que fue diseñado y construido especialmente para que el Benemérito presenciara las corridas, a las primeras de las cuales asistió, regocijado por la atractiva estructura del coso aragüeño.

Don Florencio Gómez Núñez, fue uno de los hijos del General Juan Vicente Gómez con doña Dolores Amelia Núñez de Cáceres, a quien el Benemérito quiso y trató como a una esposa.

Don Florencio, se empeñó siempre en afirmar que “Gómez fue el hombre que cambió a este país, trajo la paz y reivindicó la soberanía nacional, hipotecada con una deuda externaMi padre pagó hasta el último centavo de la deuda cuya morosidad fue la causa de que nuestro país fuera invadido y tomado por la Armada de varios países”, solía recordar don Florencio, bien en reunión de amigos o en declaraciones para la prensa que no eludía y daba con seguridad y espontaneidad.

A la muerte de su padre, Florencio Gómez estaba a su lado cuando se produjo su fallecimiento. La diabetes y una severa prostatitis con signos cancerosos, acababa con la enorme fortaleza física del General que se creía invencible. Y lo fue, para los revolucionarios de montoneras, para los caudillos que seguían soñando con Miraflores, y para los revolucionarios de nuevo cuño inspirados por el marxismo-leninismo.

“¿Qué día es hoy?, le preguntó a Florencio, inconmovible ante el lecho de su padre moribundo.

“Diecisiete de diciembre, padre”, le contestó Florencio.

Gómez, sereno ante el aviso ineludible de la muerte, respondió:

“Que bueno. Si el señor quiere que muera hoy, ¿qué vamos a hacer?”.

El escritor José Rafael Pocaterra al regresar a Venezuela después de morir Gómez, visitó su tumba y espetó con voz de juglar la siguiente frase que han recogido varios autores:

“Aquí yace en su tumba el General Juan Vicente Gómez, hombre admirable. ¡No pudimos vencerlo y menos convencerlo!.

El propio Florencio Gómez la recordó, sin objeciones, en una entrevista periodista que le hicieron hace poco tiempo.

De los hijos del General Juan Vicente Gómez, le sobrevive la señora Cristina Gómez de Martínez.


(Diario “El Globo”. Caracas, 2 de enero de 1996).

viernes, 5 de enero de 2018

DON FLORENCIO GÓMEZ FUNDÓ EQUIPOS DEPORTIVOS Y CONTRIBUYÓ AL DESARROLLO DE LA AVIACIÓN

(Diario “El Siglo”. Jueves, 4 de enero de 1996).

Sepultado en Caracas un Caballero del Aire.

Este maracayero fallecido a los 87 años, hijo del General Juan Vicente Gómez, fundó en Maracay los primeros equipos de béisbol, basquetbol y polo ecuestre; fue gran impulsor de la tauromaquia y auspiciador de la aviación venezolana y el hipismo.

(Por: Oldman Botello). 

Cuando sólo faltaban 5 minutos para marcharse diciembre y con el mes, el año 1995, un paro cardíaco acabó en Caracas con la vida de don Florencio Gómez Núñez de Cáceres, hijo del General Juan Vicente Gómez en su unión con doña Dolores Amelia Núñez de Cáceres, caraqueña.

Don Florencio había nacido en Maracay, en la casa de La Azotea, avenida Bolívar cruce con calle Mariño, el 7 de noviembre de 1908, a las tres de la tarde, tercer vástago de la unión ya citada y fue él quien reemplazó a Alí Gómez en el acendrado cariño del padre, tal como una vez lo dijo, por la afinidad de gustos y por el entendimiento entre ambos, además de que siempre andaban juntos, desde niño hasta ya adulto.

Florencio Gómez Núñez fue una figura interesante del periodo en que le tocó desenvolverse al lado de su padre en Maracay. Caballeroso, gentil, se ganaba el aprecio de quienes lo conocían. Una Maracay que comenzaba en la calle Sucre y terminaba en la Ayacucho, de estampa bucólica, tanto que ir al hotel La Barraca era como trasladarse a un lugar foráneo, a disfrutar del aire campesino.

Florencio y su hermano Juan Vicente (fallecido en 1966) estuvieron vinculados al deporte desde muy pequeños; en 1918 constituyeron el primer equipo de beisbol de la ciudad de Maracay, el “Spalding” y fue contratado posteriormente para entrenarlos un beisbolista puertorriqueño, Santiago Torres “Peniman”, que se quedó en Maracay y formó parte del “Borinquean Star” como cátcher; con muchachos de la sencilla Maracay de entonces, se constituían los equipos y jugaban en una sabanita donde hoy está emplazado el edificio Calicanto, frente a la plaza de toros.

Luego, en 1928 serían adelantados en la introducción del basquetbol en Maracay, con el “Piratas”, con otro tico como entrenador, el agrónomo Onofre Carballeira y jugaban en el club Bolívar (frente a la actual Gobernación de Aragua) y en el matadero (avenida Carabobo con Constitución y Ayacucho).

Pero a estos dos deportes que introdujeron en Maracay, se debe agregar el polo ecuestre, que practicaban con caballos criollos e importados, a lo cual los instó un trabajador de las petroleras y gran aficionado, míster Stabler, inglés. Practicaban en las instalaciones de la Escuela de Aviación Militar y eran compañeros en esa afición José Rosario Gómez, Juan Vicente Gómez Núñez, Efraín Gómez, Ramón y Vicente Martínez Ruí, Ramón Ignacio Méndez Llamozas y Ulpiano Varela. Hasta una copa ganaron en competencias. Otro deporte en el cual descolló don Florencio Gómez fue en los toros coleados. Buen caballista y jinete en las mangas de Maracay, Turmero, Villa de Cura y San Juan de los Morros, alternando con los hermanos Martínez Ruí y con el doctor Julio de Armas Mirabal, destacado médico.

Mención aparte merece su dedicación por la fiesta brava; no se quedó en mero espectador, porque eran frecuentes las capeas en las haciendas, especialmente en “La Providencia”, en San Jacinto y en “Guayabita”, Esa afición lo llevó junto a su hermano Juan Vicente a la construcción de la plaza de toros de Maracay a la cual un cronista taurino capitalino bautizó como Maestranza; la Maestranza de Maracay, recordando a la vieja plaza sevillana, semillero de toreros. Fueron muchas las contrataciones de diestros realizadas durante los años de 1933 a 1935. Esos mismos matadores de toros que después fueron sus grandes amigos: Sananes, Los Bienvenida, Juan Belmonte, Pepe Amorós, Carnicerito de México y de Málaga, Julio Mendoza; el rejoneador Cañero y tantas otras figuras de la torería. Un poco más acá, a Dominguín, Diamante Negro y la dinastía Girón. Fue un gran aficionado y Maracay le debe su plaza de toros, que ordenó construir al arquitecto Carlos Raúl Villanueva.

Otra de sus querencias fue la aviación. Asistió desde muy niño al génesis de la aviación militar venezolana y le correspondió formar parte de la directiva de la primera línea aérea comercial venezolana, la Línea Aérea Aeropostal Venezolana (LAV), hoy desactivada. Aprendió a volar con Roberto Guerin, quien le tomó cariño, en los fragilísimos aviones Caudrón G-3 y G-4 que conformaron la primera plantilla aérea venezolana; una vez le preguntamos si su padre lo supo y nos manifestó que “se hacía el loco”. En una ocasión se montó con él el propio director de la Escuela de Aviación, coronel David López Henríquez, porque si llegaba a ocurrir una tragedia, él no sabía cómo llevarle la novedad al General Gómez, por eso prefirió correr personalmente el riesgo viajando con su compadre Florencio.

Don FIorencio fue una especie de vocero oficial, interlocutor válido entre la naciente Fuerza Aérea Venezolana (FAV) y el General Gómez, designado por éste mismo: una especie de comandante de la FAV de civil y sin cartera. Dejó escrito su personal visión de la evolución de la FAV en 1970 al publicar, con motivo de las Bodas de Oro de aquella, su libro “Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana”; posteriormente dictaría al autor de estas notas sus memorias que salieron publicadas bajo el título de “Mis 27 años al lado del General Gómez”, editada el año pasado por la Editorial Planeta hispano-venezolana y que fue un éxito de librería. Por allí desfilan sus recuerdos junto al General Gómez, sus amigos, sus relaciones interpersonales, la administración gomecista; la evolución del Maracay desde que tuvo uso de razón.

A la muerte de su padre, don Florencio Gómez debió abandonar precipitadamente el país, por el querer de una persona a quien ellos en la familia tenían como uno más de la casa, el General Eleazar López Contreras. Fue el 23 de diciembre de 1935, debiendo marchar a Europa y luego a los Estados Unidos, permaneciendo exiliado hasta 1941 cuando se le permitió el regreso. Inclusive debió casarse en horas de la madrugada en Maracay, poco antes de partir, con su novia, doña Elena Arráiz Lossada, con quien el pasado 23 de diciembre de 1995 celebró en su casa, con una misa, 60 años de feliz matrimonio. Su primera hija, Rosa Elena Gómez Arráiz nació durante su estada en Europa.

En los años posteriores y después que le fueran devueltos los bienes que le incautó la victoriosa junta de gobierno que asumió el 18 de octubre de 1945 (se los devolvió otra junta militar, la de 1948, presidida por Delgado Chalbaud), se dedicó a la cría en sus tierras de Aragua, al sur de Maracay y a los bienes raíces. Frecuentemente venía a Maracay, adonde era llamado para recibir homenajes y reconocimientos por instituciones oficiales y privadas. La Fuerza Aérea Venezolana le había otorgado sus máximas condecoraciones y consagró un premio con su nombre al mejor alumno de la Escuela de Aviación Militar cada año.

Desde hacía dos años se encontraba padeciendo su salud y su lamentable deceso: ocurrió el 31 de diciembre de 1995 a las 11:55 de la noche. Fue sepultado el martes pasado en el Cementerio General del Sur, al lado de su hijo Florencio Vicente Gómez Arráiz. Don Florencio Gómez Núñez fue un ejemplo de caballerosidad, bonhomía y de amor por la tierra aragüeña.

Que en paz descanse.

(Publicado en el Diario “El Siglo”, el jueves 4 de enero de 1996).

martes, 2 de enero de 2018

DON FLORENCIO GÓMEZ NÚÑEZ IN MEMORIAM


(Diario 2001, el domingo 7 de enero de 1996).


A la edad de 87 años, y a pocos minutos del inicio del nuevo año 1996, falleció en la ciudad de Caracas don Florencio Gómez Núñez.

La Fuerza Aérea Venezolana al registrar tan sensible e irreparable pérdida, no puede pasar por alto lo que para la organización representó don Florencio Gómez Núñez. Por ello está de duelo. El sentimiento de solidaridad, la siempre viva expresión de confraternidad que existe en el seno espiritual de los aviadores militares vibra en la fibra más profunda de su afecto, en el instante de aceptar el adiós eterno de este aviador de corazón, quien en su momento histórico, puso voluntad y cariño para llevar adelante el sueño incipiente de la gran hazaña de la aeronáutica venezolana.

Don Florencio Gómez Núñez fue para Venezuela, y en especial para la Fuerza Aérea Venezolana, un ministro del Aire sin cartera, ya que gracias a su iniciativa y espíritu emprendedor fue, sin duda alguna, el que contribuyó decididamente al progreso y desarrollo de la aviación hasta el año 1935, a la vez que fue uno de los grandes impulsores para que Venezuela contara con una empresa aérea propia.

Para mediados de 1920, la aviación militar atravesó por uno de sus momentos más críticos. Se sucedieron varios accidentes los cuales mermaron sensiblemente el parque aéreo militar, lo que aprovecharon las lenguas agoreras que apostaban al fracaso de la aeronáutica en el país; a tal punto que con su campaña de descrédito llegaron a tambalear la existencia de la Escuela de Aviación Militar.

Sin embargo, la diversidad no hizo mella en la voluntad de don Florencio, quien conjuntamente con los pilotos y mecánicos de la Escuela, se dieron a la tarea de rescatar lo que quedaba de la Aviación Militar, y es así, que de los despojos de varios aparatos lograron armar un Caudron G-3, el cual se denominó "La Chiva", y que se ofreció pilotear el Tte. Miguel Rodríguez, en vuelo que se realizó a mediados de 1924, ante la mirada atenta del General Juan Vicente Gómez, cuando en compañía de don Florencio transitaba por el hoy Paseo Las Delicias, en Maracay.

El General Gómez, al presenciar aquel vuelo, se entusiasmó mucho y de inmediato ordena la reactivación de la Escuela de Aviación y gira las instrucciones para la adquisición de nuevo material volante en Francia. La Escuela ya vitalizada, comienza a funcionar normalmente en 1925.

En cuanto al surgimiento de la primera empresa aérea comercial del país, nuevamente don Florencio Gómez Núñez viene a cumplir un papel protagónico. En efecto, para el año 1933, la Compaigne Generale Aeropostale, de bandera francesa, confrontaba serios problemas económicos, y solicita al Gobierno Nacional un subsidio de Bs. 30.000 mensuales, a lo que el General Gómez se niega a conceder. Don Florencio, quien era un convencido de la necesidad de que Venezuela tenía que tener su línea aérea comercial propia, propone la adquisición de la compañía francesa, a lo que se oponen los propietarios de la misma. Entonces don Florencio hace una propuesta como un particular. La negociación se llevó a cabo por 1millón 200 mil francos franceses, pero en el contrato se establece una cláusula, la cual le permitía el traspaso a su libre albedrío. Y es así, como a las pocas horas de realizada la transacción, la Compaigne Generale Aeropostale pasa a manos de la nación, y a partir del año 1935, comienza sus operaciones la Línea Aeropostal Venezolana.

La Fuerza Aérea Venezolana, como justo reconocimiento al invaluable aporte desplegado por don Florencio Gómez Núñez durante el proceso de creación y consolidación de la FAV, y con el ánimo de perpetuar en el tiempo la memoria de uno de sus forjadores, el 27 de abril de 1993, creó el Premio "Don Florencio Gómez Núñez", el cual, es otorgado anualmente a aquellas personalidades nacionales o extranjeras que hayan realizado trabajos en el campo científico y tecnológico y que contribuyan al desarrollo y proyección de la institución aérea.

El triste adiós que hoy damos a don Florencio Gómez Núñez, nos llega a lo más profundo de nuestro ser. Hoy, las alas militares de Venezuela, rinden sentido homenaje a uno de sus aviadores más queridos. El hombre que hoy entregó su último aliento en brazos del Creador, vivirá eternamente en nuestros corazones. Llegue hasta su distinguida viuda, Doña Elena Arráiz de Gómez Núñez y demás familiares, un mensaje de solidaridad de los hombres y mujeres del uniforme azul pizarra.

Descanse en paz, don Florencio.

PENSAMIENTO DE "EL LIBERTADOR"

"Voy a servir bien a mi patria: Voy a servirla con Libertad sin hipocresía, y de un modo digno de gratitud'.

(Publicado en el Diario 2001, el domingo 7 de enero de 1996).


Diario "El Nacional", el 2 de enero de 1996.

Diario "El Universal", el 5 de enero de 1996.

LA FAV RINDIÓ HONORES AL HIJO DE JUAN VICENTE GÓMEZ


Florencio Gómez Núñez frente al "Spirit of St. Louis", el avión de Charles Lindbergh, con quien voló en una oportunidad. A su derecha: Arturo Uslar Pietri. Maracay. Año 1928. (Archivo: Hnos Dupouy Gómez).

Diario “El Universal”, el 3 de enero de 1996.

(Por: Yolanda Valery)

“Ese hombre con tanto poder y tanta influencia en la política venezolana le inculcó a mi hermano Juan Vicente y a mí que no nos metiéramos en la política nunca. Nos educó en el trabajo, en el campo, en la agricultura y la ganadería”, decía don Florencio Gómez Núñez en una entrevista publicada por “El Universal” en 1993.

¿Qué explicación tuvo para el rechazo a la política? interroga el periodista. 

-“Que la política era lo peor que hay”, contesta con pocas palabras, como si fuera andino. Pero nació en Maracay, el 7 de noviembre de 1908. Diecisiete días después el Benemérito asumía el poder, “cuando viajó Cipriano Castro”. Así relataba los hechos uno de los últimos hijos del General Juan Vicente Gómez, quien falleció el pasado, 31 de diciembre de 1995. 

Era hijo de doña Dolores Amelia Núñez de Cáceres, a quien el General estimó y trató como a una esposa. Estuvo muy cerca de él; las numerosas fotografías en las que aparece a su lado así lo atestiguan. Estas forman parte del archivo que quedó en manos de sus familiares, junto con papeles, cartas y documentos de “Papá Gómez” como llaman al General sus nietos y bisnietos, muchos de los cuales nunca han sido publicados. Siempre muy cerca, pero no en política. 

“Fue una especie de primer ministro de la Aviación en Venezuela”, dice su nieto Juan Florencio Dupouy Gómez, quien explica que desde muy joven tenía influencia sobre el General, con lo que pudo entusiasmarlo para crear la Fuerza Aérea Venezolana. “Se encargaba de la compra de aviones y equipos, hablaba con los pilotos y traía los instructores de Francia”. 

Es por esto que cinco aviones Tucanos de la FAV sobrevolaron ayer Caracas, a la hora del sepelio de don Florencio Gómez Núñez, cuyos restos mortales fueron enterrados en el Cementerio General del Sur. Al acto asistieron el Comandante General de esta Fuerza, General de División Juan Antonio Paredes Niño, así como el General de División Antonio Briceño Linares, primer Ministro de la Defensa; el Ex Presidente Ramón J. Velásquez y el Ministro de Relaciones Interiores, Ramón Escobar Salom, entre otras personalidades. 

Además, don Florencio Gómez Núñez, estuvo relacionado con la adquisición de la primera línea Aérea que tuvo el país: Aeropostal. Según relata su nieto Dupouy Gómez, en 1933 dicha aerolínea, que era francesa, afrontaba problemas de  carácter económico y solicitó un subsidio de 30 mil bolívares mensuales al gobierno venezolano. “Ningún subsidio; que trabajen con sus recursos”, respondió el General Gómez. Pero como don Florencio Gómez Núñez era un entusiasta y estaba convencido de que el país necesitaba tener su propia línea aérea, propuso adquirirla. 

Entonces el hijo del General se ofreció para comprar la empresa, como particular, y ésta aceptó. La negociación se llevó a cabo por 1 millón 200 mil francos franceses. Pero en el contrato se había incluido una cláusula: don Florencio Gómez Núñez podía traspasarla a quien quisiera. 24 horas más tarde, Aeropostal pasaba a manos de la nación venezolana. 

A él mismo le gustaba volar. Pero nunca iba solo, siempre le acompañaba el instructor. Temía, según relatan los familiares, que si le ocurría algo se arriesgara el futuro de la recién nacida Fuerza Aérea. Por su parte, el instructor “temía” por el futuro de su persona, si llegaba a ocurrirle algo a Gómez Núñez. “Yo tengo que volar con don Florencio”, decía. “Prefiero estrellarme con él. Si pasa algo, yo no voy a darle la noticia al General”. 

También se cuenta que voló con el célebre piloto Charles Lindbergh, cuando éste realizaba un trabajo de reconocimiento de la zona para la compañía Pan-American.

A LOS TOROS

El Presidente de la República de Venezuela, General Juan Vicente Gómez en compañía de su hijo Florencio Gómez Núñez en la Maestranza de Maracay. Año 1933. (Archivo: Hnos Dupouy Gómez).

Otra pasión ganó la atención de Florencio Gómez Núñez: la Fiesta Brava. Él y su hermano Juan Vicente trajeron a Venezuela la primera ganadería de toros de casta (con 280 cabezas traídas de España) e impulsaron la construcción de la Plaza de Toros Maestranza de Maracay. Este proyecto fue encomendado al arquitecto Carlos Raúl Villanueva, quien había colocado el palco presidencial demasiado alto para el gusto del Benemérito. Hubo que bajarlo, para que el Presidente pudiera ver los toros bien de cerca, como le gustaba, y así fue levantada “la Mezquita”. Don Florencio Gómez Núñez fue empresario taurino largo tiempo y ayudó a toreros como Eleazar Sananes “Rubito” y Julio Mendoza “El Negro”. Además presidió, de forma honoraria, la Asociación de Ganaderos de Toros de Lidia. 

Sus nietos recuerdan que también se dedicó al hipismo con su hermano. Entre los dos, criaron el caballo “Burlesco”, que ganó 21 de 22 carreras, en memoria del cual se erigió la estatua que se exhibe actualmente en la entrada de La Rinconada y se juega un clásico. 

El béisbol, el básquet y el polo le interesaban igualmente, y contribuyó al nacimiento de los primeros equipos en estas disciplinas, a partir de los años 20. 

PASIÓN POR LA HISTORIA 

Juan Vicente Gómez “no era machista, ni autoritario” con los hijos. Don Florencio no supo nunca “ni de una pela, ni de un regaño”. Se sentía muy orgulloso de su padre. “Y por nosotros también”, declaran sus descendientes, quienes a través de sus cuentos y anécdotas vieron la cara más cercana, como hombre, de Juan Vicente Gómez. “Se da uno cuenta de que era una gran persona; la relación filial era muy especial”, afirma su bisnieto. “Los mismos políticos se han encargado de reivindicar su nombre", agrega. 

Don Florencio Gómez Núñez, que estuvo tan cerca del General “pudo tener mucho poder, pero nunca lo utilizó”, enfatizan sus familiares. “Fue un hombre de trabajo, que enseñó que las cosas se hacen con trabajo”, así que además de dedicarse a la aviación y a los deportes, se ocupó de labores agrícolas y ganaderas en sus tierras de Aragua. 

Durante los últimos años de su vida trabajó como “asesor histórico” de la Fuerza Aérea o de cualquier persona que estuviera interesada en los temas que dominaba: escritores, investigadores, etcétera. Y es que don Florencio Gómez Núñez, afirma su bisnieto, “sentía un gran compromiso con la historia”. 

(Publicado en el Diario “El Universal”, el 3 de enero de 1996).