viernes, 28 de junio de 2019

MONUMENTO DEL ARMISTICIO BOLÍVAR Y MORILLO, ERIGIDO POR ORDEN DEL GENERAL GÓMEZ EN 1911


Monumento del Armisticio, erigido por orden del Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez en 1911, que representa la importante fecha del 27 de noviembre de 1820, en el pueblo de Santa Ana (Edo. Trujillo), cuando se realizó la histórica entrevista entre Simón Bolívar y el Jefe realista Pablo Morillo, para ratificar con un abrazo los Tratados que acababan de firmar.

El Monumento del Armisticio, ubicado en Santa Ana, Estado Trujillo, llamado también "Monumento al abrazo de Bolívar y Morillo", realizado en bronce, fue encomendado al escultor venezolano Lorenzo González por el Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, en el año 1911.

La magnífica obra en bronce del escultor venezolano Lorenzo González, realizada en 1911, que representa el abrazo de Simón Bolívar y Pablo Morillo.

La Guerra a Muerte decretada por Bolívar y secundada por Bermúdez, Piar, Arismendi, Campo-Elías y muchos otros patriotas, con torrentes de sangre pusieron dique al derramamiento de sangre humana, porque los peninsulares sobrecogidos de horror al ver que estaban combatidos con iguales armas apelaron al Armisticio. Páez y Sucre perdonando y protegiendo a los vencidos hicieron inscribir sus nombres en los anales de la gloriosa España.

Bolívar siempre noble y generoso, posponiendo su gloria a la gloria de la patria cuando acepta el Armisticio propuesto por Morillo debiendo encontrarse con él en el pueblo de Santa Ana (Edo. Trujillo) para firmar el Tratado de Regularización de la Guerra, fue sin escolta, apenas con diez oficiales. Cuando el primer General de España se presentó seguido de su Estado Mayor y de un escuadrón de húsares. Al saber por O’Leary cual era el séquito del Libertador, dijo: "él ha demostrado ser más generoso que yo", y despidió a sus húsares.

Toda proposición de Armisticio es una solicitación de misericordia por el que se considera en vísperas de ser vencido.


Pablo Morillo que se consideraba vencedor de Napoleón en España y era calificado como el primer General de la Península, se presentó ante el Libertador de gran uniforme, con el pecho cubierto de condecoraciones y éste con un viejo levitón azul.

Morillo propuso la erección de un monumento en el pueblo para recordar a las generaciones venideras que los rencores personales y los odios nacionales deben olvidarse ante la lealtad y la sinceridad, se separaron con un abrazo para no volver a verse jamás. Ese tratado fue la consecuencia del Decreto de Guerra a Muerte.

Bolívar firmando el Armisticio con Morillo sintió en su poder el pendón de la victoria con que después de Carabobo y Ayacucho iba a engalanar el cielo de la América y a hacer colocar su nombre rodeado del de Páez y el de Sucre y de los de los defensores de la América, en el templo de la Gloria.

El 25 de noviembre de 1820, conforme a lo convenido, se firma en Trujillo el Tratado de Armisticio y el 26 de noviembre de 1820, el Tratado de Regularización de la Guerra entre España y Colombia, representadas ambas naciones por Pablo Morillo y Simón Bolívar, respectivamente. Según el propio Libertador, este Tratado "es digno del alma de Sucre", por el cual desde ahora en adelante "se hará la guerra entre España y Colombia como la hacen los pueblos civilizados".

Aunque el Armisticio se rompió antes de vencerse el plazo, sirvió para refrescar la tropa, entrenarla, vestirla y darle nuevos bríos para la lucha que continuó y desembocó en la batalla de Carabobo. Otro hecho positivo de este Tratado fue la finalización de la Guerra a Muerte, aunque en la práctica ya Bolívar la había dejado de hacer.

El 1º de Diciembre de 1820 renuncia a la Capitanía General de Venezuela el General Pablo Morillo, quien había venido con órdenes de pacificar las colonias y dejó el mando en manos del General Miguel de la Torre y regresó a España.

El Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con miras a concertar la paz definitiva. Este Tratado se firmó por seis meses y obligaba a ambos ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el momento de su firma.

El Tratado de Regularización de la Guerra significó el compromiso de ambos bandos de hacer la guerra respetando las normas más elementales del derecho de gentes, que habían sido violadas de parte y parte durante los años de la guerra. Desde 1810, la guerra fue una contienda en que no se respetaba la vida de los prisioneros, ni siquiera la de los heridos en el campo de batalla. Tal manera de hacer la guerra fue terriblemente perjudicial a nuestro país, por el carácter de contienda civil que tuvo y por la inclinación de grandes sectores del pueblo a apoyar a los realistas. La firma de este Tratado vino, pues, a significar la terminación de la guerra a muerte, proclamada por El Libertador desde 1813.

TRATADO DE REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA (FRAGMENTOS)

Art. 1º. La guerra entre Colombia y España se hará como la hacen los pueblos civilizados....

Art. 2º. Todo militar o dependiente de un ejército tomado en el campo de batalla, aún antes de decidirse ésta, se conservará y guardará como prisionero de guerra, y será tratado y respetado conforme a su grado, hasta lograr su canje.

Art. 4º. Los militares o dependientes de un ejército, que se aprehendan heridos o enfermos en los hospitales y fuera de ellos, no serán prisioneros de guerra, y tendrán libertad para restituirse a las banderas a que pertenecen luego que se hayan restablecido.

El Armisticio firmado en Trujillo quedó interrumpido antes del plazo señalado y la guerra se reanudó a partir del 28 de abril de 1821. La causa de esta interrupción fue el pronunciamiento de la ciudad de Maracaibo, en donde una asamblea popular reunida el 28 de enero, declaró la ciudad y su territorio constituidos en "República Democrática", unida a Colombia. Inmediatamente después de este pronunciamiento, las tropas patriotas entraron en Maracaibo y ocuparon la plaza. Estos hechos fueron interpretados por los realistas como una violación del Armisticio, basándose en que Maracaibo estaba dentro de los límites del territorio que les correspondía según el tratado. Sin embargo, el pronunciamiento de Maracaibo era un acontecimiento de gran importancia que venía a reforzar las posiciones políticas y militares de los independientes. Esta ciudad y su provincia habían permanecido fieles al gobierno Español y el cambio de actitud que ahora asumía no podía quedar sin el debido respaldo del gobierno patriota. En tal sentido, El Libertador mantuvo la ocupación de la ciudad e invitó al jefe español a conversaciones para llegar a un acuerdo favorable del incidente. Este arreglo no fue posible, y ambos bandos convinieron reanudar las hostilidades a partir del 28 de abril de 1821.




jueves, 27 de junio de 2019

MONUMENTO DE FRANCISCO DE MIRANDA EN VALMY (FRANCIA) 1930


Reproducción de la obra del escultor venezolano Lorenzo González y el plano de la región donde fue emplazado el monumento en Valmy (Francia), durante el Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez en 1930.

Cada día cobra mayor relieve ante el mundo la figura de Don Francisco de Miranda, el Precursor, como lo está corroborando el magnífico homenaje que en Valmy (Francia) acaba de rendírsele por la iniciativa del Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez y las colonias francesa y sirio-libanesa de Venezuela, las cuales ofrecieron al Gobierno francés la estatua del esclarecido caraqueño, debida al cincel del escultor venezolano Lorenzo González. Bello gesto éste que no podía dejar de tener repercusión en la República gala, ya que por su historia paseó con altivez y con honra su arrogante figura el Generalísimo, en los días difíciles y sangrientos de su Revolución.

Pocos personajes más dignos de la oblación ferviente y reconocida que este venezolano de individualidad compleja y rica en culturas y en sueños grandiosos. Hombre de fascinadora presencia y hablar encendido que cautivara a los hombres más eminentes de la época. Don Francisco de Miranda encarna al hombre visionario y magnánimo que no vacila en llegar hasta el sacrificio en la realización de su ideal. Durante largos años trabajó el Comité, presidido por el señor A. Cadré, encargado de la realización del actual homenaje, secundado eficazmente por la Legación de Francia en Caracas, hasta dar cima a su intento, de modo en verdad espléndido. 

(Publicado en la Revista "Élite", el 31 de mayo de 1930).

  
El gran escultor venezolano Lorenzo González (1877-1948), modeló y fundió una estatua pedestre del Generalísimo Francisco de Miranda en 1930 para conmemorar la Batalla de Valmy (Francia), también conocida como Cañoneo de Valmy, el cual se llevó a cabo el 20 de septiembre de 1792, durante las Guerras Revolucionarias Francesas, al norte de Francia. Francisco de Miranda jugó un rol de importancia en la batalla, por lo que en 1930 se le encarga esta pieza a Lorenzo González. La estatua, donada por el Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez y las colonias francesa y sirio-libanesa de Venezuela, se encuentra frente a la del General Kellerman en el Campo de Valmy.

De la estatua concebida por Lorenzo González y erigida en Valmy (Francia), se han realizado varias copias que se levantan en diversas ciudades: Filadelfia, Sao Paulo, París, San Petersburgo, La Habana y  en Venezuela (dos en Caracas y una en La Vela de Coro).

La escultura representa al Generalísimo Francisco de Miranda durante el Cañoneo de Valmy, quien combatió como Mariscal de Campo al servicio de la Revolución Francesa bajo las órdenes de Charles François Dumouriez. Miranda aparece dando un paso hacia adelante y desenfundando la espada.


lunes, 24 de junio de 2019

EL ARCO Y MONUMENTO DE CARABOBO, SOBERBIO HOMENAJE DEL PRESIDENTE GÓMEZ A LOS HÉROES DE NUESTRA INDEPENDENCIA


El Benemérito General Juan Vicente Gómez, presente en el Campo de Carabobo, el 24 de junio de 1921, inaugurando el imponente Arco como homenaje a los héroes de la independencia de Venezuela en el Centenario de la Batalla de Carabobo.

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, ordenó la construcción del hermoso Arco de Triunfo ubicado en el glorioso Campo de Carabobo en 1921 y, posteriormente, el magnífico e imponente Monumento en 1930, conocido como el “Altar de la Patria”.


EL ARCO DE CARABOBO INAUGURADO EN 1921

Para las festividades del Centenario de la Batalla de Carabobo en el año 1921, el General Juan Vicente Gómez decretó el día 23 de marzo la construcción de un "Arco de Triunfo", cuyo proyecto fue realizado por el arquitecto Alejandro Chataing y el ingeniero Ricardo Razetti, compartiendo este último la dirección de los trabajos con el ingeniero Manuel Vicente Hernández durante los tres meses que duró la construcción. El Arco de Triunfo fue inaugurado el 24 de junio de 1921.


El Arco de Carabobo durante su histórica construcción ordenada por el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, en 1921.

DECRETO DE SU  HISTÓRICA CONSTRUCCIÓN:

En el presente año habrá de celebrarse el centenario de la gloriosa Batalla de Carabobo, espléndida victoria de nuestro Libertador Simón Bolívar, que aseguró la existencia de la República, por tal motivo, el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República y Comandante en Jefe del Ejército Nacional, animado siempre del más puro patriotismo y del noble propósito de exaltar la gloria de los héroes de nuestra Independencia, ha excitado al Ejecutivo Federal a que ordene la erección de un Arco de Triunfo en el propio sitio donde se libró aquella jornada memorable.

DECRETA:

Artículo 1°. Eríjase un Monumento en el Campo de Carabobo, que perpetúe el recuerdo imperecedero del magno hecho de armas allí realizado el 24 de junio de 1821, y que sea digno de los vencedores en aquel campo inmortal.

Artículo 2°. Se adoptarán para dicho Monumento las inscripciones indicadas por el Congreso de Cúcuta, en su Decreto de 23 de julio de 1821 sobre honores a los triunfadores de la batalla de Carabobo, a saber:

Primera Inscripción. Día 24 de junio de 1821. Simón Bolívar, vencedor, aseguró la existencia de la República de Colombia; haciéndose mención después, de las personas que formaron el Estado Mayor General del Ejército patriota en aquella batalla.

Segunda Inscripción.  El nombre del General en Jefe de la Primera División del Ejército vencedor y los nombres de los regimientos y batallones de que ella se componía, con los de sus respectivos Comandantes.

Tercera Inscripción.  El nombre del General en Jefe de la Segunda División del Ejército vencedor y los nombres de los regimientos y batallones de que ella se componía, con los de sus respectivos Comandantes; estampándose además las siguientes palabras: El General Manuel Cedeño, honor de los bravos de Colombia, murió venciendo en Carabobo. Ninguno más valiente que él. Ninguno más obediente al Gobierno.

Cuarta Inscripción. El nombre del General en Jefe de la Tercera División del Ejército vencedor y los nombres de los regimientos y batallones de que ella se componía, con los nombres de los regimientos y batallones de que ella se componía, con los de sus respectivos Comandantes, adicionándose esta inscripción con las siguientes palabras: El intrépido joven General Ambrosio Plaza, animado de un heroísmo eminente, se precipitó sobre un batallón enemigo. Colombia llora su muerte.

Artículo 3°. Por el Ministerio de Obras Públicas se formará el proyecto de la obra con su respectivo presupuesto, y su ejecución se hará con cargo al Capítulo IV del Presupuesto de Gastos de dicho Departamento.

Artículo 4°. El presente Decreto será refrendado por los Ministros del Despacho Ejecutivo.

Dado, firmado, sellado con el Sello del Ejecutivo Federal y refrendado por los Ministros de Relaciones Interiores, de Relaciones Exteriores, de Hacienda, de Guerra y Marina, de Fomento, de Obras Públicas y de Instrucción Pública, en el Palacio Federal, en Caracas, a los veinte y tres días del mes de marzo de mil novecientos veintiuno. –Año 111° de la Independencia y 63° de la Federación.


DESCRIPCIÓN DEL ARCO DE CARABOBO

El Arco muestra alrededor de doscientas piezas ornamentales, conformadas por altos relieves, medallones, talantes y cariátides, que fueron modelados por el escultor Lorenzo González y el escultor Pedro María Basalo. Como obras complementarias al Monumento, se construyeron: una avenida con una longitud de 1.200 metros por 8 metros de ancho, que pasa bajo el Arco con cunetas, desagües y alcantarillados; y una plaza de 8.000 metros cuadrados de superficie, que rodea al Monumento.

Conforman el Arco dos columnas de forma piramidal, cada una de las cuales rematan en una esfera de 2,20 metros de diámetro, sobre la que se apoya una figura de 3,50 metros de altura simbolizando La Paz (columna norte) y La Victoria (columna sur).

En la parte inferior de las columnas, se hallan cuatro relieves en la cara oriental y occidental, enmarcados en el mismo mortero y coronados por un medallón. En la columna sur, los altos relieves representan a Bolívar y a Páez en escenas de la Batalla de Carabobo, y el medallón lleva la fecha de 1821.

Estas columnas van unidas a un arco de 10 metros de altura que simboliza el Ejército. En la parte superior del Arco, aparecen dos medallones en alto relieve; en la cara oriental, el busto del General José Antonio Páez. Coronando estos medallones, se ubicó un busto de 3 metros de altura en la parte central del arco que representa la República.

EL MONUMENTO DE CARABOBO INAUGURADO EN 1930


Inauguración del Monumento a la Batalla de Carabobo, aparece el Benemérito General Juan Vicente Gómez, rodeado del elemento oficial y distinguidas personalidades, el 19 de diciembre de 1930.

Se debe este Monumento, que es sin duda alguna el más grandioso de cuantos se han levantado a la gloria del Libertador Simón Bolívar, a la noble iniciativa del Benemérito General Juan Vicente Gómez, y conforme al Decreto del 1 de noviembre de 1929, se ha erigido en el propio campo donde se libró la grande y decisiva batalla de Carabobo. Como trabajo preliminar de este colosal Monumento se hizo una bifurcación de la carretera Valencia-Tocuyito-Tinaquillo en tal forma que los dos ramales circunscriben toda el área de aquél. La Carretera Valencia-Campo de Carabobo (Edo. Carabobo), fue inaugurada el 18 de diciembre de 1930 y la histórica inauguración del Monumento del Campo de Carabobo, el 19 de diciembre de 1930.  


Vista parcial del Monumento a la Batalla de Carabobo, soberbio homenaje del Benemérito General Juan Vicente Gómez a la consagración de la gloria del Libertador Simón Bolívar, inaugurado el 19 de diciembre de 1930.

Consta el Monumento de una parte central principal y de dos alegorías laterales. La parte central principal descansa sobre un pedestal de base rectangular y tiene dos alas laterales que también son de base rectangular. En la parte superior del pedestal del centro, sobre un pedestal especial, descansa la estatua ecuestre del Libertador y sobre dos pedestales laterales más bajos, a derecha e izquierda, van colocadas quince estatuas, que forman, con la figura central, una sola composición alegórica.

La rocalla de la parte central fue traída de los morrillos de “La Puerta”, a fin de que se realizase la feliz y patriótica sugestión del General Gómez, de que aquellos arcos que fueron testigos de los reveses del Héroe constituyan ahora inconmovible Monumento de su glorificación. La estatua ecuestre del Libertador es de cuatro veces el tamaño natural y representa a Bolívar en actitud de dirigir el combate. A ambos lados del corcel del Libertador las figuras del Genio y de la Gloria, aparecen en actitud de guiar los pasos del inmortal guerrero. Las estatuas ecuestres de Páez, Cedeño, Plaza y Urdaneta escoltan al Libertador y van colocadas dos a cada lado.

Adosada a la cara anterior del pedestal central está la alegoría del Altar de la Patria, que consiste en un Monumento en forma de pirámide escalonada de siete peldaños con una estrella en relieve, grabada en bronce, cada una, y que simbolizan las siete provincias que constituían la Capitanía General de Venezuela en donde se ubica un grupo escultórico alegórico a los héroes que participaron en la batalla de Carabobo.

A continuación de la parte superior de esta escalinata existe una lápida de piedra en declive, con adornos de bronce, que lleva la siguiente inscripción:

XVII DE DICIEMBRE DE MCCMXXX
“LA PATRIA AGRADECIDA CONSAGRA ESTE MONUMENTO, ALTAR DE PEREMNE VENERACIÓN, A LA MEMORIA DE BOLÍVAR Y DE LOS ÍNCLlTOS GUERREROS QUE VENCIERON EN CARABOBO POR SU INDEPENDENCIA Y POR, SU GLORIA”.

A continuación de esta lápida, en su parte superior, existe una base semicircular con dos gradas en declive y sobre ella descansa una alegoría de tres figuras de bronce, representativas de la raza española, la indígena americana, y la iberoamericana surgida de ambas. La figura alegórica de la nueva raza está colocada en el centro, estrechando en sus brazos a las otras dos figuras, y de ellas pende una guirnalda que termina en el primer escalón de la base, en un escudo de Venezuela construido con mosaico veneciano.

La parte central principal consta, además, de dos alas laterales, constituidas por dos pedestales de base rectangular y que se insertan en los extremos del pedestal central, uniéndose a él en dos planos inclinados. Sobre estos planos están representados en altos relieves de bronce, dos relojes de sol que simulan la hora del comienzo de la batalla y la hora de la victoria, el primero a la derecha y el segundo a la izquierda de la figura central de Bolívar.

Estos cuerpos laterales están cubiertos por ambas caras de altos relieves de bronce rematados en grupos esculturales destacados encima de los pedestales, avanzando hacia el frente del Monumento. Estos altos relieves y estatuas aún no han sido colocados en su sitio.

En la cara anterior de la base del pedestal principal, de ambos lados del grupo central, están dos lápidas conmemorativas de piedra. La de la derecha del Libertador lleva la siguiente inscripción:

“LA VICTORIA DE CARABOBO ALCANZADA EL 24 DE JUNIO DE 1821 POR EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR, CORONÓ LA GLORIOSA EMPRESA INICIADA EL 19 DE ABRIL DE 1810”.

La lápida a la izquierda del Libertador lleva la siguiente inscripción:

“EL EJECUTIVO FEDERAL DE VENEZUELA, Al ERIGIR ESTE MONUMENTO SE HA INSPIRADO EN LA NOBLE INICIATIVA DEL BENEMÉRITO GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ, QUIEN CONCIBIÓ LA IDEA DE ESTE HOMENAJE”.

El grandioso Monumento es obra del notable escultor español Antonio Rodríguez del Villar. Las dos alegorías separadas descansan en pedestales rectangulares, colocados a izquierda y derecha del Monumento central. Ambas alegorías llevan una estatua central de bronce, y a su lado dos leones también de bronce y en la cara anterior del pedestal, a derecha e izquierda, los escudos de Venezuela y España en mosaico veneciano. Cada alegoría está rematada por un cóndor de bronce con las alas desplegadas. La figura lateral que queda a la derecha de Bolívar representa a Venezuela y la otra a España.

A ambos lados de cada una y como símbolo de fortaleza, dos leones en actitud vigilante descansan sobre los escudos, en mosaico veneciano, de Venezuela y España. En la cumbre de ambas pirámides, dos cóndores en bronce con las alas desplegadas simbolizan la igualdad entre las dos naciones.


Vista de una de las alegorías laterales del Monumento.

Manteniendo la axialidad del conjunto, al cual rodea un gran parque, se construye en ese mismo momento la Avenida de los Héroes, bordeada por un grupo de dieciséis bustos de bronce colocados sobre las bases de granito, obras de Antonio Rodríguez del Villar, que representan, en el lado izquierdo a: José Antonio Páez, Ambrosio Plaza, José Francisco Bermúdez, Santiago Mariño, Thomas Ildeston Farriar, José Cornelio Muñoz, Miguel Antonio Vásquez y Manuel Manrique. Del lado derecho están ubicados: Manuel Cedeño, Rafael Urdaneta, Pedro Briceño Méndez, Bartolomé Salom, Antonio Rangel, Juan José Rondón, Diego Ibarra y Pedro Camejo, el "Negro Primero".

EXTRACTO DEL DISCURSO PRONUNCIADO EN EL CAMPO DE CARABOBO POR EL DOCTOR RAFAEL REQUENA, EL DÍA DE SU SOLEMNE INAUGURACIÓN.

Señores:

A fuerza de patriota y de civilizador el General Juan Vicente Gómez concibió con notable acierto el soberbio Monumento que contemplamos. Aquí mismo lo oímos, hace poco, describiendo, al ilustre escultor español Rodríguez del Villar, cómo debía ejecutarse esta grandiosa obra, que con tanta fidelidad y competencia ha llevado a cabo el artista.

La idea es feliz y la ejecución maravillosa: Los Monumentos laterales muestran que, después de la lucha habida entre Venezuela y España, simbolizadas en cóndores y leones, respectivamente, éstos han quedado custodiando los emblemas de ambas naciones, mientras aquéllos, posados en las cúspides, recogen, con las alas abiertas, para llevarlo a mayores alturas, el homenaje que los dos pueblos rinden a la gloria del Libertador, honor excelso de la raza.

Las figuras que personifican estas naciones sostienen sobre el pecho lámparas votivas donde arde perpetuamente la llama de la gratitud por los paladines que evidenciaron en la lucha grandes virtudes heredadas. Sobre un macizo de piedras milenarias, bañadas con sangre de héroes en las jornadas de “La Puerta”, y que el General Gómez hizo trasladar a este sitio, descansa el sólido pedestal de granito del Monumento central, que comienza con siete escalones, sellado cada uno con una estrella, representando las siete provincias de que se componía Venezuela.


El Benemérito General Juan Vicente Gómez, señalando las piedras traídas de “La Puerta” (Edo. Guárico) que hizo trasladar en desagravio por las tres derrotas del Ejército Libertador ocurridas en ese sitio y para perpetuar la memoria de nuestros héroes de la Independencia en el Monumento de Carabobo.

A derecha e izquierda del pedestal, sendos bajos-relieves marcan: uno, con espadas, las once de la mañana, momento en que comenzó la lucha: y otro, con ramas de laurel, las doce del día, hora en que se decidió la batalla con el triunfo de nuestra armas. En el centro, en grupo alegórico, se ostenta vigorosa la nueva raza formada por la unión espiritual de los dos pueblos. A los lados de ese grupo, en plano superior, hay cuatro estatuas ecuestres, y seguirán otras de igual talla, con una representación completa de los Jefes y las armas que se distinguieron en la lucha. 

Coronando el Monumento, como llevado por el empuje ciclópeo de bravos combatientes, sobre los hombros de la Fama, aparece, en arrogante corcel, asistido por el Genio y la Victoria, la figura culminante: Bolívar, señalando con el índice, a la veneración de todos los tiempos, el sacrosanto lugar donde quedó asegurada nuestra Independencia, y con ella la de toda la América Española.

¡Qué Monumento tan suntuoso y qué base tan gloriosa! El alma de esas piedras de “La Puerta” lloró, sufrida, los desastres de las huestes patriotas en aquel sitio; pero, en justa compensación, tuvo el alborozo de ver los primeros destellos de la paz en la espada vencedora del General Gómez. Hoy contempla confundidas derrotas y victorias en este Monumento que perpetúa la gloria inmortal de Carabobo y simboliza el triunfo definitivo de nuestra Independencia.

De todas las enseñanzas que dejó Bolívar a la posteridad ninguna más conmovedora que la de haberse erguido en las derrotas con el espíritu intacto y el corazón entero. Aquel hombre extraordinario sabía, coronar sus noches con radiantes auroras. Con los desastres de “La Puerta” sintió multiplicadas aquellas energías que hicieron decir al Conde de Cartagena que era más temible en la derrota que en el triunfo. Esa virtud de no doblegarse en la adversidad y de perseverar en la lucha es la que ha querido inmortalizar el General Gómez al colocar las piedras que contemplaron los fracasos de Bolívar como base de los bronces que proclaman hoy su gloria.

¡Salve, Monumento glorioso!, que evocas los días leyendarios de la Magna Gesta y serás constancia eterna de cómo se elevan los pueblos dirigidos por el sano patriotismo. Con el arco que te sirve de pórtico y con tu soberbia construcción ha realizado el General Juan Vicente Gómez de manera espléndida el decreto del Congreso de Cúcuta que ordenó levantar una columna ática para recordar a la posteridad la gloria de Carabobo. Debía tocar también el pago de esa deuda moral a este hijo de Venezuela, el gran glorificador de Bolívar predestinado para la continuación de su obra, para la conmemoración de las grandes efemérides de la patria y para las justicieras reparaciones de su historia.

Asistimos también en este día a la inhumación de los restos del Soldado Desconocido de la Independencia, hallados en el campo de Ayacucho y mandados a depositar en esta tierra de Carabobo por la providente justicia del General Juan Vicente Gómez. Ningún sitio más a propósito que este campo inmortal para guardar los despojos de ese héroe anónimo, que, fascinado por Bolívar, hizo con el gran guerrero la campaña sin igual en los fastos de Marte y contribuyó con su sangre al triunfo de la Libertad.



Conducción de los restos del Soldado Desconocido al Arco de Carabobo. 19 de Diciembre de 1930.

Soldado heroico, ya puedes descansar tranquilo en el seno de esta tierra, satisfecho de la suerte de tus hermanos, los hijos del noble pueblo venezolano. Educados ellos en la escuela del civismo, durante cuatro lustros de paz proficua, y con plena conciencia de sus derechos a la vida civilizada, no son ya, como antaño, fácil presa de los ambiciosos para el motín y la guerra; no empuñan el fusil fratricida del faccioso, sino las herramientas del trabajo o las armas del ejército que garantizan la vida ciudadana y mantiene el decoro nacional. ¡Soldado glorioso, descansa en paz!...

Hace diez años que en este mismo campo, con el carácter de Presidente del Congreso, me cupo la honra de llevar la palabra del Soberano Cuerpo para declarar “urbi et orbe” que el General Juan Vicente Gómez era el hombre necesario para regir nuestros destinos en el presente y en el porvenir. Los sucesos ocurridos en ese lapso han probado que no se equivocaron los Representantes del pueblo: la esperanza de un porvenir risueño se ha convertido en la brillante realidad del presente que contemplamos con legítimo orgullo.

Cuando casi todas las naciones del orbe luchan por resolver serios problemas políticos, económicos o raciales; se desangran los pueblos en las luchas armadas o se asfixian en los tentáculos del pulpo de los empréstitos, y la ola roja del bolchevismo, se agita en los mares o invade toda la tierra, dislocándolo todo, en un crudo ataque de demencia; destruyéndolo todo, con furia de ciclón, Venezuela, pregonémoslo con júbilo, presenta el edificante ejemplo de un país orientado definitivamente por los senderos del orden.

Con progreso creciente y en pleno goce de su autonomía política y social; trofeos, esos, que sintetizan las grandes conquistas alcanzadas en su vida cívica y que colocan hoy sobre la tumba de su Libertador como el más digno homenaje a su venerada memoria.

¡Gracias, General Gómez! Gracias, a nombre de todos los pueblos de Venezuela. Porque, ¿quién puede negar su gratitud al fervoroso patriota que ha tenido la gloria de preparar esta hermosa ofrenda a los manes de Bolívar?

Nadie ha podido olvidar el desastroso estado en que se hallaba el país cuando entrasteis a presidir su Gobierno: sangrante y desmoralizado por las revoluciones, en bancarrota su hacienda, bloqueado por deudas, relajados todos los resortes de la administración y rotas sus relaciones con casi todos los pueblos de la tierra. ¡Aquello era el caos! Y de él hicisteis surgir la Venezuela moderna, organizada y próspera, con asiento en la Sociedad de las Naciones, donde alcanza el honor de la consagración universal de su Héroe Máximo, el vidente precursor de la Institución más noble que haya concebido la inteligencia humana.

La figura de Bolívar, como la de todo creador, crece en la relación con la prosperidad de su obra; y Venezuela puede estar orgullosa de contribuir a ello mostrando los principales progresos que ha alcanzado: estabilizar el orden, sanear material y moralmente el país, fundar Bancos protectores de las industrias madres y del obrero, educar al pueblo, darle pan en todo género de trabajos públicos, organizar ejército y aviación, cruzar de carreteras modernas todo el territorio, erigir Monumentos dignos de la memoria de los héroes, y finalmente, pagar en su totalidad la enorme deuda que pesaba sobre sus finanzas presentándose al mundo como ejemplo único de perfecta solvencia en la vida actual de las naciones.

Nadie ha honrado mejor que vos la memoria de Bolívar, ciudadano General, porque habéis tenido por lema su elevado pensamiento: “La gloria está en ser bueno y en ser útil”. Está plenamente demostrado, con hechos que, después de los libertadores, sois el venezolano que más beneficios ha proporcionado a la Patria.

Podéis estar seguro en la estabilidad de vuestra obra, porque ella ha penetrado en el corazón del pueblo y captado su eterna gratitud. No habéis erigido estatuas para perpetuar vuestra memoria; pero la posteridad os verá sobre un pedestal muy alto: el de esas carreteras que se empinan hasta las cumbres de los Andes, disputando a los cóndores la altura, para pregonar a todos los vientos las conquistas de la Venezuela rehabilitada, conforme a los anhelos de nuestro Héroe Epónimo.

¡Padre Libertador! Ante este altar que la Patria regenerada consagra a tu memoria, hacemos tus buenos hijos la promesa de continuar fieles a tu gloria, laborando en el seno de la paz, única atmósfera propicia al bien, por la prosperidad y ventura de esta tierra que te adora. Un pueblo agradecido y un ejército de leales, guiados por la espada vencedora en “La Puerta” y “Ciudad Bolívar”, garantizan el cumplimiento de esta promesa.

19 DE DICIEMBRE DE 1930.


El 18 de diciembre de 1930 diez mil soldados de Venezuela, al mando del Comandante en Jefe del Ejército Nacional, General Juan Vicente Gómez, rindieron grandiosos honores militares en el Campo de Carabobo ante el Monumento que acabamos de describir.

De la Memoria de Guerra y Marina, presentada al Congreso Nacional, tomamos el extracto de un interesante Informe, transmitido al Comandante en Jefe del Ejército Nacional, General Juan Vicente Gómez, por el General Eleazar López Contreras, Jefe de Estado Mayor General interino, sobre la cooperación del Ejército Nacional en la conmemoración del Centenario de la muerte del Padre de la Patria:

Ciudadano General Juan Vicente Gómez
Comandante en Jefe del Ejército.
Presente.

Honor y satisfacción me proporciona la oportunidad de dirigirme ante la Suprema Autoridad Militar de la República, que usted dignamente representa, para cumplir con el deber que me incumbe, en mi carácter de Jefe del Estado Mayor General, interino, de rendir un informe circunstancial de la cooperación que cupo en honra prestar a la Institución Armada en la conmemoración del Centenario de la muerte del Libertador, de conformidad con el Decreto Ejecutivo del 29 de noviembre próximo pasado.

Para la fecha en que fui distinguido por usted con el honorífico cargo de Jefe de Estado Mayor General, con carácter de interino, se encontraban en plena ejecución las órdenes e instrucciones que usted había tenido a bien impartir a los fines de la preparación del organismo armado para cumplir en la forma más amplia, la parte que debía corresponderle en dicha conmemoración.

Probada la eficacia del Ejército creado por usted, se han podido apreciar las grandes facilidades que prestan las carreteras para la movilización de las tropas y es a ese progreso alcanzado por sus esfuerzos de estadista que se debe el que la mayor parte de las Unidades Superiores, pudieran recorrer centenares de kilómetros desde sus acantonamientos, concentrarse en el Campo Histórico y volver a su punto de partida en el limitado espacio de cuarenta y ocho horas.

Entra en el cuadro de nuestra apreciación militar y patriótica el soberbio espectáculo de su presentación a la cabeza del Gran Ejército, ante el grandioso Monumento, que por iniciativa de usted ha consagrado el Gobierno de la República a los héroes de la Inmortal Jornada y a la máxima glorificación de nuestro Padre y Libertador.


Corresponde la magnitud de este Monumento a la grandiosidad de aquel Campo, creado por el Supremo Artífice, propicio a los mayores esfuerzos, sacrificios, negaciones y heroísmos. Una serie de hermosas colinas, separadas por montículos, arroyos y vertientes, representan la vida de los más esforzados combatientes de la jornada del 24 de junio de 1821. En el centro del mayor agrupamiento se destaca la consagrada a perpetuar la memoria de Bolívar, EL GRANDE ENTRE LOS GRANDES, que por una rara coincidencia lleva el nombre simbólico de La Centella, y efectivamente, Bolívar fue rayo de potencialidad incomparable por sus ideas, sentimientos, carácter, voluntad y acción. Vivió como entre llamas y lo era. Ama, y lo que dice es como florón de fuego. Como el sol llega a creerse, por lo que deshiela y fecunda y por lo que ilumina y abrasa.

Felices los que pudimos ir bajo el mando de usted en peregrinación patriótica a ese inmenso Santuario de la Libertad, tierra regada con la sangre generosa del pueblo venezolano, donde nos sentimos purificados siguiendo las huellas gloriosas que marcaron las vencedoras huestes bolivarianas y la que dejaron los indómitos soldados del Valencey en retirada, pero muy en alto el honor de su bandera y el prestigio de nuestra madre España.

Puede usted estar satisfecho, en el justo orgullo que mantiene de ser el Primer Bolivariano de América, de que el Ejército de 10.000 hombres que ha tenido la gloria de asistir al Campo de Carabobo bajo las inmediatas órdenes de usted, fiel a la República y a sus tradiciones históricas, fortaleció su espíritu de disciplina, de lealtad y de patriotismo, después de recorrer el itinerario de marcha, que siguieron las Huestes Libertadoras y vivaquear bajo esa comba celeste que se apoya en crestas de montaña que circundan el Santuario de la Libertad, a la vez que forman la Vía Sacra, por donde remontaron, en ascensión gloriosa e inmortal, guiados por Bolívar, los soldados de la Gran Colombia”.

Dios y Federación,

(Firmado). ELEAZAR LÓPEZ CONTRERAS.
General. J. E. M. G. interino.
  
Puede disfrutar un video sobre la historia de la construcción del Arco de Carabobo (1921) y el Monumento bautizado como "Altar de la Patria" (1930), para perpetuar la memoria de los héroes de la independencia por orden del Benemérito General Juan Vicente Gómez. Cinesa. Año 2001:




Puede disfrutar un video con imágenes originales históricas de la época filmadas por don Edgar Anzola del Gral. Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, quien ordenó la construcción del Arco (1921) y el Monumento (1930) en el glorioso Campo de Carabobo:





sábado, 22 de junio de 2019

CATALEJO DE SIMÓN BOLĺVAR DONADO POR EL GENERAL GÓMEZ AL MUSEO BOLIVARIANO EN 1919

Catalejo perteneciente al Libertador Simón Bolívar, que fue obsequiado al Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, y que donó al Museo Bolivariano de Caracas, Venezuela, el 24 de julio de 1919. (Foto: Guerra Toro).

"El Culto del Libertador. Una Reliquia de los tiempos heroicos. El anteojo de larga vista de Bolívar. Nuevo valioso donativo del General Juan Vicente Gómez al Museo Bolivariano".

Con una preciosa reliquia histórica acaba de aumentarse la riqueza del Museo Bolivariano: un catalejo, anteojo de larga vista, que perteneció al Padre de la Patria, valiosa donación del General Juan Vicente Gómez, quien dio al fino presente que constituía la amistosa ofrenda que el día de su natalicio le hizo el doctor Elías Rodríguez, un destino en armonía con su entusiasta veneración por el Libertador, y que fuese además una delicada demostración del cordial aprecio con que valuaba la inestimable calidad histórica de la prenda.

Honramos esta plana con los documentos y la información gráfica relacionada con este nuevo valioso donativo del General Gómez.

Caracas, 24 de julio de 1919.
Señor doctor R. González Rincones.
etc; etc; etc.

Estimado amigo:

El señor doctor Elías Rodríguez, con finos y sinceros propósitos que sé agradecerle, me ha enviado en calidad de ofrenda amistosa en el presente día de mi natalicio, un anteojo de larga vista que perteneció al Padre de la Patria, nuestro Libertador Simón Bolívar, y que yo resuelvo remitir a usted en calidad de preciosa reliquia histórica, con destino al Museo Bolivariano.

Admirador entusiasta de la gloria excelsa de Bolívar y agradecido como el que más a su obra sacrosanta de redención y libertad, creo que ningún venezolano, por eminente que sea, pueda usar y conservar un objeto como éste que perteneció a la Quinta del Libertador, sin incurrir en una verdadera profanación patriótica.

Bien está en el Museo Bolivariano ese anteojo, recuerdo de la histórica Quinta donde el Libertador, después de Carabobo, concibió y dio desarrollo a su plan para independizar el Perú.

Cordialmente lo saluda, su amigo,

Juan Vicente Gómez

Caracas: 30 de julio de 1919.
Señor General Juan Vicente Gómez.
etc; etc; etc.
Maracay.

Respetado General y amigo:

He tenido el honor de recibir su importante carta de 24 de los corrientes, con la cual se ha servido enviarme para ser colocado en el Museo Bolivariano, un anteojo de larga vista que perteneció a la Quinta Bolívar y que le fue regalado a usted por el doctor Elías Rodríguez. Este precioso objeto está en mi poder y haré entrega de él al ciudadano Director de los Museos Nacionales a fin de que le dé cuanto antes el destino que se ha dignado señalarle.

Siempre ha dado usted las más elocuentes manifestaciones de su gran aprecio por todas las reliquias que perpetúan la memoria del Grande Hombre y que constituyen un tesoro sagrado para la patria, y constantemente ha venido dando pruebas de su generosidad al enviar al instituto mencionado cuantos objetos históricos han llegado a su poder.

El pueblo venezolano sabrá agradecerle estos actos con que usted pone de manifiesto su veneración por la memoria de nuestro Libertador, y que llevan en sí, además de su alto mérito intrínseco, un magnífico ejemplo que se impone como una patriótica enseñanza a todos aquellos que poseen documentos u objetos históricos que no pueden ser dignamente conservados sino en poder de la Nación.

Preséntole mis congratulaciones por esta plausible determinación y soy su adicto amigo,

R. González Rincones.

(Publicado en "El Nuevo Diario", el 5 de agosto de 1919).


Fotografía actual del Catalejo perteneciente al Libertador Simón Bolívar, que fue obsequiado al Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, y que donó al Museo Bolivariano de Caracas, Venezuela, el 24 de julio de 1919.