martes, 11 de diciembre de 2018

HOMENAJE DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES AL GENERAL GÓMEZ



LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
Considerando:
Que hoy se cumplen ciento cincuenta años de la fundación del Seminario de Mérida, llevada a cabo por el eminente primer Obispo de la Diócesis, Ilustrísimo señor doctor Fray Juan Ramos de Lora; Instituto que al ser primero elevado a la categoría de Academia, por Real Cédula de 18 de junio de 1806, y erigido luego en Universidad por Decreto de la Junta Patriótica de Mérida, en 21 de septiembre de 1810, acto confirmado por el Libertador en 1813, a su paso por esta ciudad, es el origen histórico de la Universidad de Los Andes;
Considerando:
Que la trascendental fecha que hoy conmemora la Universidad de Los Andes es propicia para tributar al Supremo Magistrado de la Nación, Benemérito General Juan Vicente Gómez, un homenaje de perdurable reconocimiento, como al más esforzado protector que al través de sus gloriosos anales ha tenido el Instituto, al dotarlo de todas las facultades creadas por la Ley de Instrucción Superior y Especial y de los más modernos elementos para realizar la patriótica misión de preparar la juventud científica venezolana;
Considerando:
Que la decidida protección del Benemérito General Juan Vicente Gómez a la Universidad de Los Andes, culmina de modo evidente en la celebración de esta fiesta Universitaria, que constituye un homenaje a los ideales de los antepasados;
Considerando:
Que en armonía con el avance intelectual, el Benemérito General Juan Vicente Gómez se ha interesado con cariño y patriotismo por el progreso material del Instituto, en forma verdaderamente espléndida, exponente de lo cual son los magníficos Departamentos para la Facultad de Medicina, campo para deportes, piscina y jardines que hoy se inauguran, y su reciente resolución de realizar la total reconstrucción y embellecimiento del Instituto, trabajos a los cuales se da comienzo en esta fecha de múltiple significación en la historia de la cultura nacional,
DECRETA:
Art. 1- La Universidad de Los Andes declara solemnemente en el Sesquicentenario de la fundación del Seminario de San Buenaventura, que el Benemérito General Juan Vicente Gómez es el bienhechor más grande que ella ha tenido en todos los tiempos de su existencia, y así lo proclama con todo su entusiasmo y su gratitud, señalando tan altas acciones públicas al aplauso de las generaciones presentes y futuras.
(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 29 de marzo de 1935).

lunes, 10 de diciembre de 2018

EL GENERAL GÓMEZ, BENEFACTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES


Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, quien ha sido constante benefactor de la Universidad de los Andes. Mérida, marzo de 1935.
Mérida, marzo de 1935. El día 29 de marzo de 1935 es una fecha trascendental para Mérida: en él se cumple el Sesquicentenario de la fundación del Seminario de San Buenaventura, raíz de la actual Ilustre Universidad de los Andes. Para expresarnos justamente, debemos decir que la República entera toma parte en esa conmemoración, porque de todas las actividades de un país, ningunas otras tienen mayor significado nacional que las que se relacionan con su instrucción pública y, por consiguiente, ninguna menos propias que ellas para ser encerradas dentro de los límites regionales, aunque una circunstancia geográfica las vincule a un lugar determinado. Venezuela ha gozado de los beneficios espirituales que durante siglo y medio han manado, como de una fuente inestancable, de los claustros del viejo Seminario de San Buenaventura; es natural, pues, que a Venezuela toda corresponda el deber de celebrar esa efemérides.

El doctor Roberto Picón Lares, digno Rector de la Universidad, ha tenido la feliz idea de encomendar a los actuales profesores sendas monografías acerca del desenvolvimiento cultural y los progresos materiales del establecimiento durante el lapso que va de la fundación a nuestros días, y me ha tocado en suerte la parte relativa a la influencia que ha ejercido en el desarrollo del Instituto la fecunda Administración del Benemérito General Juan Vicente Gómez.

Con una visión neta de las ventajas que el Instituto deriva de su radicación, el Benemérito General Juan Vicente Gómez comenzó a protegerlo desde los primeros momentos de su ascensión al Poder. Esas ventajas provienen de la situación geográfica de Mérida, la cual, hallándose enclavada en el centro del área de los tres Estados de población considerable, es a la vez de fácil acceso para otros que le están vecinos, merced a las modernas vías de comunicación; además su clima ideal constituye un halago para los estudiantes que vienen a su Universidad, porque ellos ven en él una garantía para su salud así como también su ventajosa vida económica representa una facilidad no menos considerada, sobre todo para el estudiante pobre.
         
La primera medida del Benemérito General Gómez a favor de la Universidad consistió en el aumento de los sueldos del profesorado y en general de los de todos los empleados, lo que trajo por consecuencia el mejoramiento del personal dedicado a la enseñanza. El periodo comprendido entre 1910 y 1915 fue particularmente fecundo en beneficios, pues en él se llevó a cabo la clasificación y encuadernación del rico archivo de la Universidad, en gruesos volúmenes de más de 500 páginas, con pastas de lujo y lomos de cuero. Dicha obra, realizada a todo costo, dio por resultado una colección de 300 tomos. La Biblioteca se enriqueció con más de mil volúmenes de obras modernas, repartidos en veinte nuevas vitrinas. En el Gran Salón de Actos Públicos se construyeron galerías de dos pisos, que dieron a dicho departamento, comodidad y belleza. Asimismo, se levantó sobre el corredor oriental del claustro correspondiente otra igual de alto y la Secretaría fue dotada de valiosos estantes y vitrinas.
         
En 1918, habiendo llegado a conocimiento del Benemérito General Gómez el estado ruinoso del segundo claustro y la necesidad de ampliar todas sus piezas para mayor comodidad de las clases, inmediatamente dictó las órdenes consiguientes, y en ese mismo año restableció la Escuela de Farmacia y creó los estudios de Agrimensura.
         
De 1922 a 1925 ordenó la pavimentación por el sistema de concreto del patio, el claustro, los salones de clases y el enmosaicado del Paraninfo, el Rectorado y la Secretaría, así como también la provisión de agua para todos los departamentos de la Universidad.
         
De 1925 a 1927 dispuso que se fabricaran los modernos departamentos para la Escuela de Medicina, el corredor del lado occidental del Gran Salón de Actos Públicos y la artística verja de hierro que da a la calle Vargas. También pertenece a dicho periodo la adquisición de costosos aparatos para el Gabinete de Física y de un magnífico Gabinete de Química, lo mismo que de otra considerable cantidad de libros para la Biblioteca.
         
Pero puede decirse que es en 1928 cuando el progresista Magistrado resuelve con entusiasmo espléndido, darle un empuje total y definitivo a la Universidad, de modo que se coloque en primera línea en el desenvolvimiento educativo de la República. Es de esa época el importantísimo Decreto de marzo, por el cual se restablecen los estudios de medicina con todas sus Escuelas y se dota al Instituto de Gabinetes y Laboratorios realmente grandiosos.

Sin temor a incurrir en vicio de hipérbole, puede asegurarse que quienquiera que conozca dichas dependencias las encontrará a la altura de las mejores del mundo al respecto. Cuando se considere la parte principalísima que la enseñanza experimental asume en los sistemas educativos modernos, se comprenderá fácilmente la ventaja inapreciable que esta mejora significa para el universitario merideño. Esos Gabinetes y Laboratorios ponen al alcance de quienes vengan a estudiar en la Universidad de los Andes medios de aprendizaje que difícilmente hallarán en otras partes; por eso el Instituto debe estar orgulloso, como en verdad lo está, de disponer de elementos de enseñanza más que suficientes para llenar a cabalidad sus nobles tareas de preparar las juventudes estudiosas del país.
         
En el año de 1928 la Universidad se ve favorecida con la dotación de un rico mueblaje moderno para las aulas, construido según los últimos adelantos que ha impuesto la pedagogía.

Importante decreto del General Gómez para la ULA en 1928.
         
El año de 1932 señala un paso más en la marcha ascendente e ininterrumpida que sigue el Ilustre Establecimiento andino, gracias al apoyo constante que le brinda el Benemérito Primer Magistrado de la República. Primero que todo, ordena él, como medida de ornato y de higiene, que se construyan los jardines de la Escuela de Medicina; por otra disposición, se adquieren valiosos muebles para el Paraninfo y el Rectorado y posteriormente se techa el Gran Salón de Actos Públicos.

Pero la medida más importante de ese año es la que crea la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, que vienen funcionando con tan buenos resultados desde entonces y que constituye un nuevo campo para que nuestra juventud adquiera conocimientos que son de primordial interés en estos tiempos en que la pujanza del desarrollo material de los pueblos tiene que apelar necesariamente al concurso de los profesionales de esa clase. También es de 1932 la creación de la Escuela de Enfermeras.
         
En 1934 el General Gómez ordena la reconstrucción de las viejas y ruinosas dependencias del antiguo Seminario y la construcción de una piscina y un campo deportivo para los universitarios, obras éstas que se inauguran en la fecha del Sesquicentenario. Por otra disposición del mismo año, dota de un nuevo mueblaje a la Secretaría, la Biblioteca y los Gabinetes.
         
Por último, la protección del Benemérito Presidente a la Universidad alcanza su grado máximo este año de 1935, con su orden de reconstruir y embellecer totalmente el edificio. Cuando a principios de enero último, una Comisión del Estado Mérida fue a Maracay a presentarle el testimonio de la gratitud regional por el generoso subsidio a los agricultores de café y cacao, tal homenaje, espontáneo y altamente significativo, despertó su viva simpatía; y en el afán de dar una prueba más del afecto que experimenta por la colectividad merideña, acertó a concretar sus sentimientos en una medida que favorece lo que ella más quiere, su vieja Universidad. Al efecto, concedió una ayuda semanal de dos mil bolívares para que, con la dotación del año próximo pasado, se lleven rápidamente a su terminación los trabajos mencionados, orden que se está cumpliendo estrictamente; y así, en la fecha de la celebración del Sesquicentenario se inaugurará una buena parte de las obras de reconstrucción realizadas hasta ahora.
         
Universidad de los Andes. Trabajos de ampliación y mejoras en 1935.

Es de justicia mencionar el interés que ha desplegado el digno Rector de la Universidad, doctor Picón Lares, en la ejecución de esas órdenes. Con la inteligencia y la actividad características de su dinámico espíritu, ha colaborado infatigablemente en esta obra de incalculables beneficios para el Instituto merideño. Actualmente, en la Universidad no se descansa: un vértigo de progreso turba la quietud tradicional de los viejos claustros; por dondequiera se amontonan en su interior, bloqueando el paso, piedras y ladrillos; el fragor de palas, barras, martillos y demás utensilios de trabajo hace coros con la vocinglería de los estudiantes; y causa alegría de ver cómo instante por instante van haciéndose tangible realidad las nuevas edificaciones y cómo los venerables muros centenarios, después de haber cumplido su misión de dar abrigo a tantas generaciones que hicieron grande el nombre de la patria, hoy ceden el puesto a otros que prolongarán en la vida futura venezolana las tradiciones de la vieja casona de San Buenaventura; en el patio principal, los bustos del Libertador, del General Páez, del Canónigo Uzcátegui y del doctor Eloy Paredes, erigidos en esta época de esplendor para la Universidad, miran con pupilas atónitas la inusitada fiebre de actividad actual, como si en su pétrea mudez pensaran que los hombres de hoy se han vuelto locos. Y mientras tanto, del centenario edificio conventual va surgiendo hermosamente la nueva Universidad.
         
Particular interés, dignos de los mayores elogios, ha tomado el Ejecutivo del Estado Mérida en la conmemoración de este Sesquicentenario, que tan hondamente llega al alma de la colectividad regional. Desde los primeros pasos de su Administración, el culto Presidente señor Paredes Urdaneta ha dedicado singulares cuidados a todo lo que se relaciona con la vida de la Universidad; su generosa juventud ha armonizado fácilmente con la otra, noble, franca y perseverante, que estudia en los viejos claustros y en la cual cifra la patria sus mejores esperanzas; y así, hermoso gesto suyo, que era todo un programa de los sentimientos de simpatía, en que venía inspirado respecto a la clase universitaria, fue costear, a nombre del Benemérito General Juan Vicente Gómez, en los primeros días de su Administración, la colocación para el grado de Doctor de cuatro estudiantes pobres.

Asimismo, paralelamente al entusiasmo que existe en los trabajos de la Universidad, él ha dado vigoroso impulso a la obra de terminación del Hospital “Los Andes” de esta ciudad, establecimiento que viene a formar, de cierto modo, una dependencia de aquel Instituto ya que en su seno reciben clases prácticas los estudiantes de medicina y las señoritas de la Escuela de Enfermeras y encuentran generosa acogida los universitarios enfermos.

Estos son, pues, a grandes rasgos los beneficios de la obra del engrandecimiento nacional del Benemérito General Juan Vicente Gómez en lo tocante a la Universidad de los Andes. Mérida conserva con veneración el nombre del doctor Francisco Antonio Uzcátegui y Dávila, el procero Prelado que fundó la primera escuela pública en el Estado; ignoro si conservara también el de la persona, digna asimismo de la mayor veneración, que regó las primeras semillas de trigo en la entraña ubérrima de sus montañas; pero estoy seguro de que tendrá imperecedera gratitud para el patriota Magistrado que se ha interesado como nadie por la suerte de su máximo plantel de educación, el Benemérito General Juan Vicente Gómez.

Una promesa de la perenne duración de esa gratitud la constituyen las siguientes bellas palabras del discurso que pronunció el doctor Roberto Picón Lares, el último 19 de diciembre, en el acto de la inauguración de un busto del Ilustre Magistrado que ofreció a la Universidad el Presidente Paredes Urdaneta:

“Nombramos el Instituto; elogiamos su progreso; celebramos sus conquistas intelectuales y el intenso desarrollo cultural que desde sus viejos claustros se viene expandiendo hacia todos los confines de la República, y la figura del Ilustre Jefe de la Rehabilitación, surge en nuestras mentes alzada sobre esos techos venerables como la sombra protectora y amiga a cuyo amparo este añoso árbol de la sabiduría patria hoy renacido, ha visto espesarse sus frondas seculares en magnífica profusión de hojas nuevas y ha reído a la luz cubierto de flores de una primavera que es la primavera más hermosa de su vida”.

V. M. Pérez Perozo.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 29 de marzo de 1935).

viernes, 7 de diciembre de 2018

OBRAS PÚBLICAS DEL PRESIDENTE JUAN VICENTE GÓMEZ AÑO 1918


El eminente Dr. Luis Vélez, Ministro de Obras Públicas del Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela.

Memoria que presenta el Ministro de Obras Públicas a las Cámaras Legislativas en su reunión constitucional de 1918.

Ciudadanos Señores.
Ciudadanos Diputados.

Tócame de nuevo el honor de presentar ante el Cuerpo Legislativo de la Nación la Memoria y la Cuenta del Ministerio de Obras Públicas que, según precepto constitucional, debe rendir anualmente este Despacho así como los demás del Ejecutivo Federal ante el Congreso de la República.

Consecuente el Ministerio de Obras Públicas con el plan que se ha propuesto llevar a la práctica en este ramo de la administración el Gobierno de la Rehabilitación Nacional, bajo la inspiración sensata y patriótica de su Jefe, el General Juan Vicente Gómez, de dedicar el esfuerzo y los recursos disponibles por el Departamento a las obras de mayor necesidad y urgencia de que carecemos, entre las cuales están, en primer término, las vías de comunicación y luego los servicios de aguas, del examen de la presente Memoria y Cuenta del Despacho veréis que más del ochenta por ciento de los fondos de que se ha dispuesto en el año respectivo han sido empleados en construcción de carreteras, acueductos y obras de mejora de puertos.


Vías de comunicación, una prioridad del Benemérito General Juan Vicente Gómez, para lograr el completo desarrollo y la unión de las distintas regiones del país.


Carretera Caracas a La Guaira.

Es en el más alto grado honroso para la Causa Rehabilitadora de Venezuela y para su eximio Jefe y Conductor, poder presentar esta vez ante el Congreso de la República, prestándole ya sus importantísimos servicios al país, obras de tan grande utilidad nacional y de tan extraordinario aliento y esfuerzo como son, entre las muchas terminadas en el año de la cuenta, los acueductos de Caracas, las carreteras de Caracas a La Guaira, de Caracas a Maracay, de Guatire, de Villa de Cura, San Juan y Ortiz, de Valencia a Puerto Cabello, la carretera, el muelle y el acueducto de Ocumare de la Costa, las obras para el saneamiento del excelente puerto de Guanta y las obras para la mejora de la gran Salina de Araya; y es también en el más alto grado satisfactorio para el Ministerio de Obras Públicas poder dar hoy al Cuerpo Legislativo de la Nación cuenta de todas esas últimas obras, no como de meros proyectos existentes sólo en los planos o en la letra de los contratos o decretos, sino como objetos realizados, como hechos enteramente cumplidos, como grandes beneficios positivos de que esta gozando el país, como opimos frutos del régimen administrativo honrado, sensato, patriota y fecundo que ha venido presidiendo los destinos de Venezuela desde la fecha en que se inició la era de nuestra Rehabilitación Nacional.


La Carretera de Los Llanos. De Caracas a la Capital de Guárico en un día.


La Carretera del Sur.

La Gran Carretera Centro Occidental, importante y magnífica obra del Benemérito General Juan Vicente Gómez para acercar los pueblos, civilizarlos y enriquecerlos en el camino hacia el progreso y desarrollo.

Gran Carretera Oriental de Venezuela. San José de Río Chico.

Los acueductos de la Capital de la República, concluidos ya de un todo y entregados al servicio de la Superintendencia de Aguas de Caracas, son una obra del mayor aliento y vastas proporciones vistos jamás en Venezuela; especialmente el grande acueducto de Macarao, de cerca de cuarenta kilómetros de largo, construido ahora en forma de conducto completamente cerrado, incontaminado e impermeable, de cemento armado fuertemente con malla de acero incrustada en el concreto, sistema que garantiza a esta obra una duración de siglos; no habiendo en todo ese acueducto sino relativamente muy cortos trayectos correspondientes a hondonadas profundas, donde en el deseo de obtener el pronto saneamiento y abundancia de las aguas de Caracas, éstas se han pasado por fuertes y amplias tuberías de acero de 25 a 30 años de duración, las cuales pueden irse reemplazando fácilmente en lo sucesivo con tiempo descansado, por canal de cemento armado perdurable, como el resto del acueducto. 


Acueducto de Macarao en Caracas (Venezuela).

Para formarse el concepto justo del inmenso beneficio hecho a la Capital de la República por este acueducto, es preciso recordar lo que era la antigua acequia de tierra, estrecha, descubierta e infecta, que antes surtía de agua a Caracas y que ha sido sustituida por el actual acueducto de cemento y acero; es preciso tener en cuenta que aquella acequia, en las condiciones dichas, venía recogiendo cuantas horruras de todo linaje son imaginables, en toda su extensión de cuarenta y seis kilómetros desde la boca-loma en el río Macarao hasta el estanque de distribución en la colina de El Calvario, adyacente a Caracas; que en esa acequia pululaban continuamente dentro de ella, infestándola de un extremo a otro, infinidad de animales de todas clases, fuera de las horruras inauditas que recibía de las poblaciones por donde pasaba y las que arrastraban y echaban a ella las aguas de lluvias procedentes de las serranías contiguas, casi todas pobladas de habitaciones, cultivos y animales; a todo lo cual debe agregarse la agravante circunstancia de que por ser la acequia de tierra y descubierta, de los ciento cincuenta litros de agua por segundo de que apenas era capaz y que se le abastecían en la boca-loma en Macarao, no llegaban a Caracas, por causa de las filtraciones y la evaporación en un trayecto tan largo, sino cincuenta litros escasos por segundo; por manera que lo que recibía el estanque de distribución de la ciudad era una solución espesa y concentrada de todas las horruras conocidas, de que dimanaban, propagarlas a toda la Capital por el servicio de aguas, las constantes epidemias de tifo, disentería y demás temibles enfermedades reinantes siempre en Caracas que habían mantenido a ésta de tiempo inmemorial en un estado estacionario, no obstante su delicioso clima y privilegiada situación topográfica y geográfica, haciéndola objeto de terror para habitarla. 

Si se compara esta asoladora influencia del antiguo, infecto y escaso acueducto por acequia de tierra descubierta que hacía el servicio a nuestra Capital, con las benéficas consecuencias del limpio y abundante acueducto nuevo de cemento y acero, cerrado e incontaminado, con que la ha dotado la buena voluntad y el tesonero empeño del Gobierno de la Rehabilitación Nacional en bien de Venezuela, si se comparan los cincuenta (50) litros de agua por segundo, escasos e infectos, que antes infestaban y despoblaban a Caracas, con los quinientos (500) litros por segundo, limpios y saludables de que de hoy más podrá disponerse para sanearla y fomentarla; si se tiene en cuenta que la buena y suficiente agua es el elemento principal de la vida y la condición más esencial para el progreso y desarrollo de las ciudades, será forzoso convenir en que los acueductos perfectos de Caracas y especialmente la grande obra del acueducto de Macarao, que esta vez tiene el Ejecutivo Federal la alta satisfacción de declarar terminado, son el mayor beneficio que se le ha hecho ni se le hará jamás a la Capital de la República; y si se tiene además también en cuenta que las mejoras sanitarias que se le hacen y el consiguiente progreso que se le imprime y buen crédito que se le da a la Capital de un país redundan siempre, y a las veces con creces, en bien del país todo, forzoso es convenir así mismo en que las obras en referencia representan uno de los más preciosos entre los incontables beneficios que la administración del General Juan Vicente Gómez le ha hecho a la Nación entera.


Construcción de importantes acueductos en el país.

Mas, si las obras vitales de los acueductos de la Capital de la República, hasta dejarlos concluidos y en corriente servicio como se hallan, han ocupado buena parte de las labores y esfuerzos de este Despacho durante el año de la cuenta, no por eso han dejado de ser las vías de comunicación el objeto principal de la atención del Ministerio de Obras Públicas, conforme al programa establecido a este respecto por la Causa de Diciembre en el memorable Decreto de 24 de junio de 1910; y más de la mitad de los fondos de que ha dispuesto este Departamento durante el referido año, han sido, como en los años próximos anteriores, destinados a este trascendental y primordialísimo objeto de la administración pública.


Puerto de La Guaira. Vista interior de los dos almacenes unidos.

Puerto de La Guaira. Vista de un bloque de concreto de 80 toneladas, construido en el mismo lugar, para protección del rompe-olas. 

Así, han podido entregarse al servicio, concluidas de un todo, las seis carreteras antes citadas, las cuales están devolviendo ya al país el valor de su costo, centuplicado o más, como sucede siempre con los fondos que se emplean en esta clase de obras. La carretera de Caracas a La Guaira ha mejorado las importantes comunicaciones entre la Capital de la República su puerto vecino a un grado tal, que difícilmente podría establecerse un paralelo, tanta es la diferencia, entre las comodidades de hoy en que a cualquiera hora y en cualquiera estación del año es posible y fácil traficarla, en minutos puede decirse, de uno a otro término, y sin las angustias y contrariedades de antes, cuando había necesidad de esperar las horas fijas del tren, fuera cual fuese la urgencia, y todavía peor cuando por motivo de los trastornos inherentes a la vía férrea era preciso esperar días tras días el restablecimiento del tráfico, o emprender una penosa jornada de un día entero a caballo por un pésimo camino de recuas. 

La carretera de Caracas a Guatire ha puesto a menos de dos horas de la Capital, en cualquier tiempo, a aquella población, centro de la región ubérrima más productora para el mercado de Caracas y para ir a la cual se necesitaba un largo día de a caballo en verano, porque en época de lluvias era con frecuencia impracticable el viaje. La carretera Caracas-Maracay-Valencia cruza la región más poblada de Venezuela y viene a ser una parte considerable hecha ya de la Gran Carretera Occidental, la principal arteria quizá en lo porvenir en la red de comunicaciones del país; y casi la mitad ya también de otra importante arteria, cual es la carretera de Caracas a Barquisimeto, buscando por allí la vía directa de la Capital de la República al centro de los Andes venezolanos.


Vista de puente de la Gran Carretera Centro Occidental de Venezuela.


Carretera de Coro a Cumarebo.

Carretera de Coro a Cumarebo. Puente "Cumarebo".

Carretera de Coro a Cumarebo. Puente "Falcón".

La carretera de Villa de Cura, San Juan y Ortiz ha abierto este año, por vez primera en la época de las lluvias, el tráfico y comercio de los Llanos, antes interrumpido siempre en esa época desde Cagua, a las puertas de Caracas, en adelante, y es ella al mismo tiempo una parte muy considerable, la parte más difícil, la parte de serranía hecha también ya de la Gran Carretera Oriental de Venezuela, el otro de los dos principales troncos de nuestra red futura de comunicaciones. 

Por último, se está concluyendo el perfeccionamiento de la carretera de Maracay a Ocumare de la Costa, que liga directamente al mar, por la vía más corta, el punto de entronque de las dos mencionadas grandes arterias principales de la red de comunicaciones venezolanas, libre así al comercio, y a las industrias agrícola y pecuaria de la región central de la República, brindando perspectivas de progreso y de prosperidad ilimitadas.


Carretera de Ocumare de la Costa.

En íntima relación con la carretera de Maracay al puerto de Ocumare de la Costa se han construido también las muy importantes obras del muelle y el acueducto de dicho puerto. Estas dos obras son ambas interesantes y de notable aliento, complementarias de aquella importantísima carretera que une directamente el centro de la República con el mar.


Muelle de Ocumare de la Costa.

El muelle de Ocumare de la Costa mide ciento cincuenta metros de largo, de los cuales los cincuenta primeros contiguos a tierra son de sólida obra de concreto y los cien metros restantes, mar adentro, son de madera creosolada, de una duración probable triple, por lo menos, de las mejores maderas criollas sin creosolar; siendo muy de llamar la atención aquí, al tratarse de esta obra, que en ella se han introducido por vez primera en Venezuela dos mejoras de grande utilidad práctica para la construcción de muelles en el mar. 

Una de estas mejoras es el empleo de las estacas de madera  creosolada, cuya duración contra los ataques del teredo marino es de quince y más años, cuando las de madera nuestra sin creosolar usadas siempre hasta ahora entre nosotros para estas obras, aun de nuestras mejores maderas, no duran sino de tres a cinco años por término medio; por manera que de hoy más la duración de las obras de muelles podrá triplicarse y su costo reducirse en definitiva a la mitad de lo que antes era, aparte de la gran ventaja de evitárseles así al comercio y al público las graves incomodidades y al Gobierno las contrariedades que implican el frecuente deterioro y continuas reparaciones de los muelles. 

La otra mejora, importante desde el punto de vista de la economía de dinero, de tiempo y de molestias en la construcción de muelles, es el empleo del martinete giratorio, montado sobre rieles y movido por winche de vapor para clavar las estacas. Con este mecanismo se reducirán a la mitad y aun a la tercera parte de lo que antes eran la incomodidad, los riesgos, el costo y el tiempo de esta operación, la más morosa y dificultosa de todas en la construcción de muelles de madera, como tendrán que ser los nuestros por algún tiempo todavía. De esta mejora se da una descripción detallada en la parte expositiva de la presente Memoria.

Puente de "Rancho Grande".

La otra obra que se ha construido en Ocumare de la Costa como complemento indispensable del puerto de la importante vía carretera que en él termina, es el acueducto, también de mucho interés público por todos respectos y especialmente desde los puntos de vista sanitario, técnico y económico. El agua que se ha escogido, después del más detenido y cuidadoso estudio de todas las fuentes circunvecinas del puerto, es admirablemente pura, impoluta y agradable, habiéndose prescindido en absoluto para este servicio del agua malsana del río de Ocumare, que desemboca en el puerto después de haber sido infestada por las horruras de infinidad de habitaciones y regadíos de predios. 

El agua del acueducto en actual servicio se toma de la abundante limpísima quebrada de Tío Julián, en el corazón de las montañas vírgenes, en un punto arriba del cual se tiene seguridad plena de que esta magnifica fuente no ha recibido, recibe ni recibirá jamás contaminación alguna. El lecho de la quebrada del punto de toma para arriba va todo él por sobre rocas, por entre precipicios inhabitables, y aun puede decirse inaccesibles, hasta su nacimiento en el pico de Tío Julián, uno de los más elevados de nuestra cordillera de la costa; el agua es, pues, una de las más puras y agradables que puedan obtenerse. 

Así, el puerto de Ocumare de la Costa es hoy, sin duda, el incomparablemente mejor dotado en toda la República desde este punto de vista y quizá sean muy pocos los puertos que en otros países gocen de un agua de calidad tan excelente, de la cual podrán sentirse muy beneficiosamente, pudiendo llenar de agua de calidad superior en brevísimo tiempo sus depósitos, los buques que hacen la travesía de nuestras costas.

Mas, para lograr tan satisfactorio resultado, ha sido preciso llevar el agua por un atrevido acueducto de diez y seis kilómetros de largo a través de los pliegues, repliegues, riscos, de una áspera y accidentarla serranía; siendo muy especialmente digna de llamar la atención en la ejecución de esta obra la difícil condición técnica que se ha cumplido en ella, de obtener una línea de tubería tan larga y en terreno tan quebrado, sin contra pendientes, sin que haya habido necesidad de montar válvula de aire alguna, condición preciosa debida únicamente al cuidadoso estudio técnico del terreno que precedió al proyecto y ejecución de la obra; y siendo también muy digna de llamar la atención la grande economía relativa con que se llevó a cabo este largo acueducto, debido en primer término al sistema de tuberías empleadas, de acero laminado y remachado, las cuales, por su poco peso, a suficiente resistencia, suprimieron en su mayor parte el principal elemento de costo con que habían venido siendo enormemente gravadas antes las obras de esta clase de acueductos en nuestro país, cual era el sistema de tuberías de hierro fundido, con un peso diez veces mayor que el de las tuberías de acero laminado de igual resistencia.


Acueducto de Ocumare de la Costa.

Entre las obras también de notable importancia e interés nacional que han sido objeto de los estudios y trabajos del Ministerio del Obras Públicas durante el año de la cuenta, deben igualmente mencionarse las del abastecimiento y defensa de la Salina de Araya, las de saneamiento del puerto de Guanta y la reconstrucción del muelle de éste, para facilitar la explotación de los vastos yacimientos carboníferos de Naricual, en el Estado Anzoátegui, así como la construcción de un campamento capaz para cuatrocientos reclusos y su guardia respectiva, destinados a trabajar en las mismas minas.


Vista del Muelle de Guanta, de la quebrada "La Pajita", canalizada y del muro de piedra seca a la orilla del mar. 

Empresa de Minas de Carbón, Ferrocarril y Muelle de Guanta. Entrada al socavón "Las Delicias", en Las Peñas.


Salinas de Araya. Vista del nuevo muelle-lavadero.

La gran Salina de Araya es una valiosísima fuente de riqueza para el país, que es llamada a ser y quizá es ya el principal centro de producción de sal de la República, así por la superior calidad del artículo y por la enorme cantidad de él aglomerada en aquel cuantioso depósito, como por la facilidad y baratura relativa de la explotación y por la seguridad de obtenerse allí la sal de buena clase y en la cantidad que se quiera, en todas las épocas y en todas las circunstancias del año. 

Mas, para obtener y asegurar las grandes ventajas y recursos que ofrece este inmenso depósito salino, era menester abastecerlo de la cantidad de agua del mar que necesita para su explotación económica, y resguardarlo al mismo tiempo contra las invasiones del propio mar, que ya en otras ocasiones lo habían inutilizado por completo durante largos periodos de tiempo. Con respecto a las obras de saneamiento del puerto de Guanta y reconstrucción de su muelle, ellas son también de grande utilidad nacional en relación con las facilidades que proporcionan para la explotación de las célebres minas de carbón de Naricual y sus alrededores, uno de los yacimientos más vastos, más bien situados de mejor calidad que de este precioso combustible tiene la República.


Salinas de Araya. Vista del canal de alimentación en su paso a través del dique.

Ha sido también objeto de la atención especial del Ministerio de Obras Públicas, durante el año de la cuenta, el importante ramo de la conservación de las carreteras. Dos sistemas se han puesto en práctica: el de la conservación con peones camineros y el de la conservación por rastras movidas por bestias. Aun cuando un solo año de experiencia no es todavía suficiente para decidir de una manera terminante cuál de los dos sistemas sea el mejor entre nosotros, parece, sin embargo, que el de peones camineros es el más adaptable hoy por hoy a nuestras condiciones y circunstancias especiales, si bien se han reconocido las ventajas económicas evidentes del sistema de rastras para la conservación de caminos de tierra en tiempo lluvioso. Por lo demás, el Ministerio viene recogiendo con todo cuidado y esmero los datos y resultados experimentales necesarios acerca de este interesantísimo asunto, a fin de poder formular una cartilla de reglas e instrucciones prácticas para la conservación de nuestros caminos.


Construcción y mantenimiento de las vías de comunicación.


Carretera Maracay - Ocumare de la Costa.


Puente sobre el río Aragua a la entrada de Cagua.

Mientras tanto, si puede considerarse como establecido de una manera incontrovertible por las experiencias practicadas, que la conservación continua, sistemática e interesada, sea por medio de camineros, sea por medio de rastras, cuesta la quinta y aun la décima parte de lo que antes costaba la composición intermitente, una o dos veces al año; con la decisiva ventaja, además, de que los caminos conservados de una manera continua permanecen y los goza siempre el público en buen estado, al paso que por el antiguo sistema, fuera de que la conservación costaba el décuplo, los caminos no se mantenían en perfecto estado de servicio sino acaso un mes después de la composición.

Además de las obras de primera importancia hasta ahora mencionadas que el Ejecutivo Federal tiene la satisfacción de presentar a la consideración del Cuerpo Legislativo por órgano de este Ministerio como resultados, como frutos benéficos del esfuerzo, de los sanos principios administrativos del patriotismo de la Causa Rehabilitadora de Venezuela y de su meritísimo Jefe durante el año de la cuenta, se han llevado también a cabo otra multitud de obras cuyo relato sería demasiado largo en esta Introducción y que, si no de tan grande aliento como las enumeradas, si son todas ellas de positiva utilidad pública, frutos del fecundo principio de procurar siempre obtener “la mayor utilidad con el minimum de gasto”. De todas ellas, así como de las notables obras mencionadas a grandes rasgos en esta Introducción hallaréis una relación y descripción circunstanciada en la parte titulada “Exposición” de la presente Memoria.

Entre los temas diversos asuntos que han cursado en el Despacho de Obras Públicas durante el año de la cuenta, se considera especialmente digno también de llamar en muy alto grado la atención del Congreso de la República, por su grande interés nacional, el contrato para la construcción del Ferrocarril de Castilletes en La Goajira, que unirá la vasta y potente región carbonífera del Estado Zulia directamente con el mar, para los transportes del carbón a los centros del consumo mundial por buques de gran calado. 

El contrato en referencia fue aprobado en las precedentes sesiones ordinarias del Cuerpo Legislativo de la Nación, y los pormenores de las estipulaciones relativas a la concesión de esta importante obra corren insertos en las páginas 146 a 155 del presente volumen. Este contrato es de un grande interés nacional desde todos los puntos de vista, no sólo por las abundantes fuentes de riqueza que está llamado a desarrollar en el país, sino también, lo que es de mayor valor todavía, por la moralidad administrativa que establece para esta clase de negociaciones entre nosotros. 

En contraste con los antiguos contratos sobre concesiones ferrocarrileras de todo punto onerosos, la última de cuyas terribles consecuencias se logró al fin cancelar después de un cuarto de siglo de lucha, en el arreglo celebrado con el Ferrocarril de Puerto Cabello a Valencia, las estipulaciones sobre el Ferrocarril de Castilletes evidencian de la manera más patente el alto progreso patriótico alcanzado en este ramo por virtud del régimen administrativo, sano y honrado, instaurado en Venezuela por la Causa de Diciembre. 

En el nuevo patrón para los contratos de este género, establecido en la concesión del mencionado ferrocarril, no se estipulan subvenciones ni garantías de ningún linaje, ruinosas para la Nación; los intereses del país están allí plenamente resguardados, sin que prive ninguna otra mira, ningún otro objetivo en la concesión, sino fomentarlos y protegerlos. Allí la exención de derechos aduaneros esta concedida apenas por el tiempo que se ha considerado estrictamente necesario para que la Empresa adquiera estabilidad suficiente; se ha estipulado en beneficio exclusivo del público la rebaja equitativa de la tarifa de fletes y pasajes desde que el tonelaje trasportado pase de cierto límite, prudencialmente establecido y claramente determinado; y por último, se obliga al contratista a consignar un depósito fuerte, efectivo, como garantía de la buena, segura y pronta ejecución de las obras. 

Es, pues, realmente en el más alto grado digno de llamar y fijar la atención del Congreso y del país este contrato, que con sus patrióticas estipulaciones sienta un precedente preciosísimo; y el cual debe considerarse en lo sucesivo como patrón y norma inalterable de todos los contratos de interés nacional, poniéndosele así el cese definitivo para siempre a la especulación antipatriótica por medio de contratos de sedicente interés público, que antes de la Era Rehabilitadora había venido siendo la gangrena de la moralidad administrativa, la ruina de las finanzas de Venezuela, el óbice insuperable para nuestro progreso y una incesante peligrosa amenaza contra la dignidad y aún contra la soberanía misma de la República.


Gran Ferrocarril de Venezuela. Estación Las Tejerias.

Gran Ferrocarril de Venezuela. Puente Nidos de Golondrinas.

Gran Ferrocarril de Venezuela. Puente Carbonera.

Grande es la satisfacción del Despacho de Obras Públicas al dar cuenta esta vez al Congreso de un cúmulo relativamente tan considerable de hechos cumplidos, de obras ejecutadas, tan útiles e importantes, como son los enumerados, los muchos otros que se describen en la Exposición de la presente Memoria. Esto es tanto más satisfactorio cuanto que todo lo realizado se ha hecho calladamente, sin ruido, alardes ni ostentaciones, al sencillo impulso del cumplimiento del deber, en completa conformidad con el espíritu práctico y el carácter esencialmente de hombre de acción, serio y modesto del Jefe de la Causa, cuyo fecundo y conciso lema de “Paz y Trabajo" se desenvuelve en silencio pero con eficacia en hechos y obras de positivo y trascendental beneficio para el país, bajo la austera y discreta consigna de "hacer lo más y decir lo menos posible".


Ferrocarril Nacional de La Vela de Coro. Máquina "19 de Diciembre" y material rodante. Vista tomada frente a la Aduana de La Vela.

Y si se considera que todo lo que se ha hecho de que se da cuenta en esta Memoria, ha sido llevado a cabo en medio de la crisis más espantosa que haya azotado a la humanidad durante los siglos, y a la cual era imposible que se sustrajera Venezuela no obstante la habilidad, discreción del piloto que la guía, sube de punto la satisfacción del patriotismo al vislumbrar hasta dónde se podrá llegar en la vía del progreso patrio en un próximo futuro, cuando vuelvan los tiempos normales y puedan aumentarse los fondos destinados al desarrollo nacional, si se prosigue, como habrá de proseguirse por el sendero sano y recto de la honradez y el patriotismo administrativo demarcado por el General Juan Vicente Gómez con una energía, una constancia, una fe inquebrantable en el triunfo de la buena causa y una habilidad verdaderamente admirables, logrando encarrilar de este modo elementos dirigentes y las fuerzas vivas de la República.

Así, al presentaros hoy mis patrióticas felicitaciones y congratulaciones para vuestra reunión en el Congreso, al amparo de la paz bienhechora que le ha dado a Venezuela el Caudillo de Diciembre, secundado por su leal colaborador el Doctor Victorino Márquez Bustillos, no puedo menos que hacer los más fervientes votos por el acierto de vuestras deliberaciones, a fin de que el Cuerpo Nacional que constituís contribuya de manera eficaz a afianzar, consolidar y robustecer la obra administrativa honrada, sana y fecunda de la Rehabilitación Nacional, emprendida por el General Gómez, y de cuyo afianzamiento en las prácticas de la República dependen, sin duda alguna, los más amplios destinos futuros de nuestra Patria.

Caracas: 19 de abril de 1918.
Luis Vélez.