lunes, 30 de marzo de 2015

EL DĺA DE LA PAZ


La celebración del aniversario de la batalla de Ciudad Bolívar, no obedece a aquel criterio esencialmente partidista con que en otras épocas de intransigentes divisiones se conmemoraban los triunfos de un partido sobre otro, las victorias obtenidas para perpetuar en el poder los odios, las pasiones feroces engendradas en la anarquía secular de la familia venezolana. El triunfo obtenido en Ciudad Bolívar el 21 de julio de 1903, figuraría en nuestros anales como una de tantas fechas conmemorativas de choques sangrientos y de matazones estériles, si el vencedor, elevado cinco años más tarde al poder supremo y consagrado por la opinión unánime de sus compatriotas, no hubiera hecho de aquella victoria el arranque del periodo de paz más prolongado y más fecundo en bienes morales y materiales que recuerda nuestra historia: al punto que los propios adversarios de entonces, los que en aquel día en que rayó tan alto en heroísmo y en magnanimidad el General victorioso fueron vencidos, no sienten la humillación de la derrota, sino que confundidos a la sombra de la misma bandera que es la bandera de la Patria, celebran también aquel hecho de armas que fue como el último estertor del monstruo de exterminio que durante un siglo arrastraba a los venezolanos a solicitar en la guerra lo que el General Juan Vicente Gómez ha comprobado con creces que sólo en la paz y en el orden sostenidos a todo trance, puede llegar a alcanzarse con honra y créditos para el nombre glorioso de la Patria.

Ni soberbia en el vencedor, ni humillación en el vencido. En veintiún años corridos desde aquella fecha las pasiones de la lucha se extinguieron más radicalmente que las engendradas en la época Federal y en la Revolución de Abril, de las cuales nos separan más de medio siglo; porque entonces la bandera victoriosa en los campamentos, fue a flotar en la casa del Gobierno de la Nación; en el criterio de los dirigentes los intereses del partido estaban antes que los intereses de la Patria y el mérito personal, las aptitudes individuales que constituyen el único móvil, la única razón positiva de ascensión democrática se posponían siempre ante las credenciales sectarias por más nulos e incapaces que fuesen los hombres llamados a ejercer las funciones públicas. En nombre de las teorías liberales invocadas en todos los tonos, existía una clase privilegiada, una secta que por una especie de derecho divino ejercía el poder contra el otro partido convertido en paria dentro de la propia Patria.

Otro es el criterio con que el pueblo de Venezuela, en medio del bienestar, del orden y de la unión de que disfruta juzga aquella batalla donde se cerró para siempre en Venezuela el ciclo de las revoluciones, mal que les pese a unos cuantos figurones anacrónicos, que ni siquiera se dan cuenta de que dos o tres generaciones de ciudadanos, educados en la paz, no conocen de ellos sino la triste historia de sus faltas y de sus ineptitudes.

Venezuela no rinde homenaje únicamente al Jefe militar vencedor en la cruentísima jornada, sino al patriota y al político que en aquel día, por un acto de magnanimidad y de profunda intuición, preparó el advenimiento de un régimen esencialmente nacional, en que se extinguieran para siempre los viejos partidos; las regiones más apartadas se acercaran y estrecharan para hacer surgir más vigoroso el sentimiento de la Patria por la conciencia geográfica del territorio; se sustituyera el vicio del politiqueo, la fecunda labor administrativa y se impusiera el respeto a las autoridades constituidas, que es la base de la estabilidad en todos los pueblos.

Es por esas razones que no se recuerda en nuestra historia nacional, incluyendo al General José Antonio Páez, un hombre que haya gobernado más largo tiempo la República. ¿Por la fuerza? No! Las bayonetas sirven para todo menos para sentarse sobre ellas. “Con las bayonetas, -decía no sabemos qué rey de Prusia a un ministro,- tendré siempre razón, las bayonetas sirven para todo; pero”…”Sire, -replicó el ministro, -¿con qué se gobiernan las bayonetas?- Con la opinión. –Es preciso pues, tener a esta de nuestra parte”. Y eso, la opinión, el asentimiento unánime de los venezolanos, es lo que sostiene en el poder al General Juan Vicente Gómez.

Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 21 de julio de 1924.





EL GENERAL SOUBLETTE Y EL GENERAL GÓMEZ

A la izquierda: El General Carlos Soublette. A la derecha: El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela.

(Por: Víctor R. Garrido). 

1844 - 1924

Ha sido después de 80 años cuando ha venido a realizar en toda su magnitud aquella gran obra, la mano fuerte y vigorosa del General Juan Vicente Gómez.

Al escribir estas breves líneas no lo hago con alarde de ninguna naturaleza, sino por el único deseo de dar como buen ciudadano de la Patria, mi sintético y humilde voto de aprobación y de aplauso a una obra por todos conceptos trascendental e inspirado en estas sabias y efectivas frases:

"El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política".

Sabido y comprobado está que la prosperidad de los pueblos es fruto de la Paz y el Trabajo, como base; de la Instrucción Pública, que resta el analfabetismo, cultiva los cerebros y enseña al hombre a conocer sus deberes ciudadanos; de la Agricultura que convierte los campos en emporios de riquezas y le da al hombre honrado y trabajador el pan de sus hogares; de la explotación de sus riquezas minerales que hacen convertir sus subsuelos en manantiales de oro; y en fin, de todas sus industrias y empresas lucrativas. Pero por sobre todo está la obra trascendental que pone de relieve la personalidad del Benemérito General Juan Vicente Gómez: nuestras vías de comunicación! Hay que detenerse un momento y darse perfecta cuenta de este efectivo del progreso; hay que ver lo que significa esta fibra de nuestra prosperidad, y ver con satisfacción de patriotas cómo cada día que pasa están más en contacto con nuestros pueblos; ahí tenéis nada menos que la Gran Carretera Trasandina en breve conectada con nuestro Centro y Oriente; esta es la obra que sugiere estas líneas; y éste el Gobierno que está más de acuerdo con las sabias frases de nuestro amado Libertador, arriba citadas.

Yo vengo a rendir homenaje, ante esta obra y como humilde ciudadano de la Patria a rendirle mi tributo de admiración y gratitud a quien le debemos tan grande beneficio: al Ilustre Jefe del País, General Juan Vicente Gómez, el sabio estadista que después de 80 años ha venido a realizar el sueño de uno de los grandes hombres que luchó por nuestra Independencia y soberanía, y que al cabo, cuando le tocó regir los destinos de la Patria, éste fue uno de sus nobles propósitos: el probo y magnánimo General Carlos Soublette.

En 1844, cuando el País atravesaba una terrible crisis económico-política, el doctor Aranda, a la sazón Ministro de Relaciones Interiores, a exigencia de algunos industriales, se dio a la tarea de redactar un proyecto al cual tituló Instituto de Movilización del Crédito Territorial, el cual fue presentado a la Cámara de Representantes y patrocinado por respetables opiniones; pero que, a pesar de haber encontrado sus opositores, que exponían sus razones fundadas en la inconveniencia que presentaba dicho Proyecto, manifestando a la vez que había otros medios para salvar la industria, fue aprobado en primera discusión y enviado al Presidente de la República para los fines del "Ejecútese".

Recibido dicho Proyecto por el General Soublette, leído y meditado detenidamente, vio que no era aquel el camino para ensanchar la prosperidad pública, y con su tacto de estadista consciente y que quería la mayor suma de bienes para su País, y sin oponerse a la soberanía del legítimo Representante de la Patria, devolvió el Proyecto acompañado de un documento en el cual sintetizaba de la manera más elocuente y justa las inconveniencias de dicho Proyecto. He aquí unos párrafos del documento idóneo General Soublette:

"Si esta última resolución del Congreso fuera la de encontrar fundadas mis observaciones en este caso os pediré desde ahora vuestra cooperación para la ejecución de un plan que tenga por objeto la mejora pronta y eficaz de nuestras principales vías de comunicación, en una empresa nacional de caminos, usando del crédito público. La aprobación anual de 160.000 pesos para la mejora gradual de las vías de comunicación, dentro de cincuenta años habrá ascendido a ocho millones de pesos, y nuestros caminos se encontrarán en el mismo estado que hoy, con muy poca diferencia. No sucederá así si desde luego se aplicasen los ocho millones o menos. Muy pronto, dentro de dos años quizás, empezaríamos a experimentar grandes beneficios, y antes de quince, el impulso que habría recibido nuestra industria, habría sido más que suficiente para pagar dicha suma, dejándonos un grande e incalculable aumento en la riqueza pública y en la mejora de nuestra condición social. Cada día es más urgente la aplicación de nuestros recursos a esta grande Empresa. El vuelo que lleva el ramo de caminos en todo el mundo nos ha dejado atrás a una distancia inmensa y los gastos de transporte recargan nuestros productos con un gravamen que ya no puede soportar el más económico ni el más laborioso propietario".

"Mas, si vuestra última resolución fuere la de que no encontráis fundadas mis observaciones, el Proyecto será Ley de la República, y el Poder Ejecutivo empleará en su ejecución la más solícita diligencia, para que se realicen los bienes que el Congreso se promete y se disminuyan los males que el Poder Ejecutivo teme".

El Proyecto no fue aceptado debido a que algunos de los partidarios, aceptando las justas razones del General Soublette, le negaron su voto en segunda discusión; pero tampoco fue realizada la obra de caminos dadas las cruentas luchas de los partidos de aquellos tiempos.

Ha sido después de 80 años cuando ha venido a realizar en toda su magnitud aquella gran obra, la mano fuerte y vigorosa del General Juan Vicente Gómez.

Víctor R. Garrido.

Caracas: 19 de septiembre de 1924.


jueves, 26 de marzo de 2015

ACADEMIA MILITAR DE VENEZUELA


Un justo aplauso debe tributar la República toda al General Juan Vicente Gómez, porque le ha dado a Venezuela la paz progresiva que urgentemente requería y fundado sobre bases sólidas y científicas el verdadero militarismo venezolano.

No se detiene la pluma cuando las ideas nacen en profusión del pensamiento; no puede evadir el cerebro la encarnación de ideas cuando en el corazón germina un sentimiento puro. Si se es patriota, se contempla a la Patria como un límpido altar donde oficia, no el sacerdote fanático del culto, sino el fanático en el patriotismo que eleva en lo alto una hostia veneranda como símbolo de una redención! Venezuela, desde las riberas del Caribe hasta las selvas del Amazonas, es el regio altar donde un hombre se yergue sin el orgullo de ser supremo, y oficia con religiosidad patriótica, ante la multitud fervorosa que prorrumpe a cada instante las loas del partidarismo. Ese hombre que revela en sus más sencillos detalles, el esfuerzo que se toma porque la Patria de sus afectos siga la ruta venturosa con paso firme; ese hombre que por el bienestar de la Patria se enfrenta al peligro, no con semblante compungido como lo hiciera el que presiente el fracaso, sino con sobrehumana impavidez, poseído de que a una sola mirada suya, o huyan de pavor los felones, o caigan prestos a sus pies; ese hombre, ya le conoceis: es el exterminador de las contiendas; es el luchador porque la Paz sea árbol frondoso, cuyas hojas, ni a los rigores de los más fuertes vendavales, se desprendan para volar sin tino por los aires: es el fanático del patriotismo: General Juan Vicente Gómez.

La República, dirigida por la experta mano del Caudillo de Diciembre, ha estado muy lejos, -no de la retrogradación, porque los pueblos progresan por sí solos- pero sí de estarse reducida a un perpetuo estacionamiento. Al contrario, los ramos sometidos a la custodia gubernamental, siguen adelante, alumbrando con reluciente antorcha el camino del progreso. He allí el militarismo de Venezuela, implantado con modernas tácticas por el Supremo Jefe del País, General Juan Vicente Gómez, y que está bajo la inspección del general Félix Galavís, militar de talla y de conocimientos vastos para llevar a la práctica sus nobles ideales. Es el militarismo venezolano el ramo más importante que coloca en elevada cumbre el honor de la República; es el que flamea orgulloso la enseña majestuosa de la Patria, y el que se envanece al confundir con las sonoras vibraciones del clarín y de los batientes tambores el excelso nombre de Juan Vicente Gómez.

No creíamos que la Academia Militar de la República, fuese en su verdad práctica, la exacta representación de esa Academia que tanto ha elogiado la Prensa del País. Pero no exageraron las autorizadas plumas: ese elogio es un elogio  merecido.

En nuestra visita a la Academia Militar, visita hecha, más por buscar un pleno convencimiento, que no por la común curiosidad, propia de todo venezolano, pudimos advertir que es poco cuanto se diga de las condiciones que posee y que no ha sido excesiva la fama de que goza el Instituto en la República y fuera de ésta.

Bello aspecto presenta a los ojos el hermoso edificio, que cual centinela de a pié firme, domina en la cima del Calvario la ciudad de Santiago de León.

El interior del establecimiento es una maravilla. Dirección. Despacho de Profesores. Salón de Recibo. Biblioteca. Casino de Cadetes. Salones de Clases. Dormitorios de Cadetes. Salón de estudio del Curso General. Comedor de Oficiales. Comedor de Cadetes. Salón de Gimnasia. Barbería. Enfermería. Botica, Pesebrera, son los departamentos que forman la planta baja de la Academia Militar, y las de la alta destinados al Curso Superior, todos en fin, han sido objeto de un esmerado arreglo, como que la disciplina en todo es eje poderoso que conserva en buen orden la carrera del militarismo.

Constante estudio, ya teórico como práctico, hace que los alumnos prometan para el porvenir risueñas esperanzas. De ello puede testificar el Perú, que a su vista tiene elementos venezolanos, entre los cuales está Manuel Morán, zuliano, joven que a pujos de voluntad e inteligencia le da honra a la patria de Bolívar.

Al hacer nosotros acto de presencia en el Salón de Recibo, en compañía de los señores César E. Castillo, Guardia Marina de la Escuela Naval de la República, bachiller Pedro Pablo Guzmán, admirador y practicante del “Boy Scouts”, al cual nos referimos más abajo, Octavio Raf. Neri y R. López Troconis, fuimos objeto de pronta atención por parte del inteligente hijo del Zulia Juan Antonio Lossada, Cadete de la Academia, quien regocijado con nuestra visita, hizo que nos relacionásemos con Fernando Aristigueta Rojas, Alférez Mayor del Curso Militar. Relacionados también con varios elementos del personal del Instituto, fuimos conducidos al Casino de Oficiales, donde se nos prodigaron manifestaciones de aprecio y deferencia.

Amigablemente departimos con el coronel Mariano López Méndez, Director del Instituto, persona caballeresca y de refinada inteligencia que cumple a cabalidad los deberes que le han sido encomendados, para satisfacción de su Jefe y de su Patria. Subtenientes Santos M. Rauseo y Henrique Lozada, ambos de esmeradísima cultura, trato excelente y que llevan el uniforme como cumple a verdaderos militares. Alférez Amable Jesús Jugo, joven, muy joven, hijo de nuestra cálida tierra de Occidente, y que ya revela en sonrisas de orgullo lo que será en el porvenir, y otros más a quienes manifestamos la significación de nuestra amistad y de nuestro respeto.

No es en Europa solamente donde hay el enorgullecimiento de suspender a grande altura el estudio militar. Venezuela también se siente orgullosa y satisfecha, porque su militarismo hace eco ya en las naciones más civilizadas.

Al estudio de numerosas materias están sometidos los alumnos de la Academia Militar, y el gimnasio es una de las más importantes y en la que despliegan notables adelantos, como que es parte influyente a que sea mayor el desarrollo orgánico.

La cultura del músculo es una consecuencia y tiene su razón de ser en el experimentado conocimiento del imperio de la fuerza, que a su vez se explica perfectamente por la pauta moderna que es un practicismo absoluto en todos los procedimientos comunes y que se torna en pragmatismo en los conocimientos científicos: aquélla es método en los hechos del orden vulgar y ésta es la filosofía de las especulaciones morales.

Por eso a la cultura del espíritu, se aúna la de la fibra, la del nervio, como un complemento azás necesario para el mantenimiento de la independencia del espíritu individual en el trato con los hombres, y de la integridad del alma parens nacional en el trato con las naciones.

Y por eso decimos que este movimiento militar que tiene su centro de acción en la capital de la República, le hace falta algo: algo que pudiéramos llamar el alfabeto de la instrucción militar.

Nosotros, continuando la anterior referencia, omitimos lo que Baden-Pawell comprendió había omitido el pueblo inglés en su estudio de la guerra científica, cuando la contienda anglo-transvalense, lo que llamó el mencionado general, “Boy Scout” y que entre nosotros acertadamente se ha dicho corresponda a explorador y cuya enseñanza ya se empieza a la vez que la del A.B.C. del libro y el “Decid, niño, cómo os llamáis” de la doctrina.

Para que de ello se tenga una idea, hemos de copiar el juramento que el explorador presta al empezar su estudio: “Prometo por mi honor obrar en toda circunstancia como un hombre leal y generoso, amar a mi patria y servirle lealmente en paz y en guerra”; y también algunos de los mandamientos de su Código:

“El explorador no tiene sino una sola palabra”.

“Un explorador se refuerza en ejecutar una buena acción cada día”.

“Un explorador es cortés, bueno con los animales y sabe obedecer; está siempre de buen humor, es limpio de cuerpo y de pensamientos, de palabras y de actos”.

“El explorador aprende a campear, a vivaquear, a hacer fuego, a  abrirse camino a la vida, primero con su tarjeta, después sin ella; debe saber salvar y curar a un herido, saber remar, saber ejecutar algo de carpintería, de albañilería, hacer nudos, señales, pescar, cocinar, orientarse con la brújula, orientarse sin ella, conocer las estrellas, saber aullar, maullar, silbar, rugir, arrastrarse, esconderse, amedrentar, etc.”.

Así se educa moral y físicamente el individuo y será un militar sin émulo o un hombre social inapreciable en su valor real.

¡Ojalá! se haga tal movimiento de “explorador”, general y moda en el país, como en la nación británica donde es don social ser un “scouts”, ser un explorador.

Por lo demás, la Academia Militar es prueba fehaciente de que Venezuela sueña con un brillante porvenir.

Un justo aplauso debe tributar la República toda al General Juan Vicente Gómez, porque le ha dado a Venezuela la paz progresiva que urgentemente requería y fundado sobre bases sólidas y científicas el verdadero militarismo venezolano.

Carlos Lalinde.
Caracas: 14 de julio de 1913.

EL PROGRESO DE VENEZUELA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

LA CANCELACIÓN DE LA DEUDA COMO HOMENAJE A BOLÍVAR.

(De “El Bien Público”, de Montevideo, 17-12-1930).


Con motivo del centenario de la muerte del Libertador, Venezuela ha considerado por iniciativa del General Juan Vicente Gómez, que el mejor homenaje que debía rendirse a su memoria consistiría en el pago total de la deuda pública. Y así se hizo.

Cien años se cumplen hoy de la muerte del gran Bolívar. América y todo el mundo civilizado rinde homenaje a la memoria del genio continental que si fue grande como voluntad combativa al servicio de la libertad, más grande resulta como estadista y vidente de la grandeza colombiana.

Venezuela ha seguido el surco trazado manteniendo invariable su fe patriótica y sin apartarse de la consecuencia tradicionalista, trató de ajustar su acción integral a las exigencias del progreso.

El territorio que constituye Venezuela, comprende una extensión superior a 900.000 kilómetros cuadrados y fue descubierto por Cristóbal Colón en 1498, y en su parte occidental, en 1499, por Alonso de Ojeda y Américo Vespucio.

De extraordinaria naturaleza, cuenta con majestuosas montañas, llanos apacibles, ríos caudalosos y bosques de magnífica frondosidad; teniendo diversos climas según las zonas y altitudes.

Es así Venezuela un valor incalculable a quien el destino depara una grandiosidad afirmativa.

Los productos más importantes son:

Café en un cultivo de 200.000 hectáreas con un rendimiento de 90.000 toneladas; cacao que produce 25.000 toneladas; caña de azúcar 60.000 toneladas; algodón, maíz y tabaco.

El petróleo constituye una de las más grandes riquezas y una extraordinaria reserva económica para el porvenir, siendo la zona más importante la que tiene por centro el lago de Maracaibo. La producción de petróleo fue en el año anterior de más de veinte millones de toneladas métricas, representando la exportación alrededor de 19 millones; ocupa así en el mundo el segundo puesto, correspondiendo el primero a Estados Unidos con 128 millones de toneladas y el cuarto a México con más de siete millones. El asfalto señala por otra parte un rubro importante, habiéndose obtenido en 1924 el máximum de rendimiento aproximado a 78.000 toneladas.

En cuanto a carbón puede decirse que Venezuela tiene apreciable riqueza especialmente en el Estado Anzoátegui.

Dispone por lo tanto de elementos fundamentales para responder a una importante exportación como para estimular las agitaciones constructivas e industriales.

La ganadería, si bien no está desarrollada en las proporciones que ofrece en los países del Plata, tiene un venturoso porvenir, por cuanto las zonas llaneras aptas para su fomento representan una superficie equivalente al duplo de la extensión territorial de nuestro país.

El stock de vacunos es dos millones y el esfuerzo del país se acentúa en el sentido de aumentarlo y de estimular su refinamiento.

Es evidente que las riquezas naturales de Venezuela ofrecerán un campo propicio de esfuerzo intensivo de los hombres, el día en que se llegue a la difusión de los medios de comunicación y de transporte, que han venido desarrollándose extraordinariamente los últimos años, de acuerdo con un meditado plan de obras públicas que se ha traducido en la habilitación de importantes carreteras, pudiéndose señalar entre otras la vía trasandina con una extensión de 1.270 kilómetros.

Es digno de referirse que Venezuela ha tenido generalmente una balanza comercial favorable, salvo en los años 1919-1920 y 1920-1921 y que el volumen de su comercio ha ido creciendo en cifras notables; en 1908 representó 129 millones de bolívares y hoy sobrepasa los mil millones representando más de 700 millones las exportaciones y más de 450 millones las importaciones.

El régimen aduanero del país es de una significativa liberalidad, pues los productos exportables no abonan derechos aduaneros lo que favorece a los trabajadores del país, estimulando la concurrencia de adquirientes.

Los fondos de reserva del Tesoro Nacional pasan de 100 millones de bolívares, unidad monetaria que a los efectos de un rápido cálculo representa el valor de 20 centésimos de peso oro uruguayo.

Entre las iniciativas más trascendentales de los últimos tiempos para mejorar la condición de los trabajadores y la producción merece citarse al Banco Obrero instituido en 1928, con el objeto de facilitar a los trabajadores pobres la adquisición de casas económicas e higiénicas y el Banco Agrícola y Pecuario, para estimular la agricultura y la cría mediante préstamos liberales.

En cuanto al primero, la ley establece que tendrá derecho a los beneficios los obreros de nacionalidad venezolana que vivan de su trabajo personal y que por título o sus conocimientos y práctica puedan calificarse como profesionales en su oficio, debiendo tener buena conducta y carecer de vivienda propia y bienes suficientes para adquirirla.

A cien años de distancia en el tiempo de la muerte del Libertador, Venezuela exhibe un alto exponente de su grandeza económica y de sus progresos culturales que la coloca entre los países de vanguardia.

Entre sus disposiciones sociales, figuran la ley del trabajo, que establece la contratación libre, reglamenta los descansos, el trabajo de las mujeres y los menores, considera los riesgos profesionales y las enfermedades profesionales.

Es considerable el desarrollo de la Instrucción Pública a la que dedica el Estado una atención preferente.

Con motivo del centenario de la muerte del Libertador, Venezuela ha considerado por iniciativa del General Juan Vicente Gómez, que el mejor homenaje que debía rendirse a su memoria consistiría en el pago total de la deuda pública. Y así se hizo.

Es pues un gesto excepcional del país hermano que lo independiza de los acreedores extranjeros y le permite una total libertad de acción para el porvenir. Venezuela sufrió en 1903 las consecuencias de las reclamaciones diplomáticas. Cuando se hizo cargo del gobierno el General Gómez existía un gran desorden fiscal, además de la anarquía política; alrededor de 200 millones constituían los compromisos del crédito público los que fueron metódicamente pagándose hasta llegar a la cantidad total, actitud que debe enorgullecer a los venezolanos, que han sabido seguir los rumbos trazados por el Libertador en procura de la independencia económica y financiera, complemento de la libertad política.

El Uruguay se asocia en este día a los grandes homenajes que se tributan al héroe máximo. Una de nuestras escuelas lleva el nombre del país hermano y sus concurrentes continuarán la obra fraterna, trazando con su esfuerzo el arco de la concordia y manteniendo con el ardor de sus corazones el amor y el reconocimiento para los que en días inciertos, en días de pesimismo supieron abrir el camino luminoso para que todos los americanos supieran el claro destino de la libertad, el único que conduce a las realizaciones integrales de la civilización.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 8 de febrero de 1931).

ESCUELA DE AGRICULTURA MONJES BENEDICTINOS


Sede de los Monjes Benedictinos en Caracas, Venezuela. Año 1923.

Nos limitamos ahora a aplaudir esta iniciativa del Benemérito General Gómez, que pone de manifiesto su alta visión de los verdaderos intereses de la Patria y su constante desvelo en procurar el progreso de la República en todas las esferas de la actividad nacional.

En el vapor holandés acaba de llegar a La Guaira un grupo de Monjes Benedictinos provenientes de la Arquiabadía de St. Ottilien (Bavaria) llamados a colaborar en la dirección del Instituto que la constancia y el celo sacerdotal del virtuoso Padre Santiago Machado ha erigido en uno de los lugares más amenos de la ciudad, al pié del Ávila, en beneficio de los niños desamparados.

En el edificio principal del mencionado Instituto, por acuerdo entre el Gobierno Nacional del Benemérito General Juan Vicente Gómez y la competente autoridad eclesiástica, se instalará próximamente una grande Escuela de Agricultura, que será puesta bajo la dirección de dichos Monjes Benedictinos.

Los alumnos de la Escuela, que tendrá también un Internado, harán ahí los estudios teóricos de agricultura y las experiencias prácticas en el Campo Experimental de Cotiza que, como es sabido, colinda con aquel establecimiento.

La capital, pues, y la Nación entera tendrán en breve un gran plantel de enseñanza agrícola y experimental de suma importancia para los intereses más vitales de la República.

Como lo ha expresado en gráficas palabras el Benemérito Jefe de la Nación, la prosperidad pública y privada de Venezuela estriba sobre todo en la agricultura, y ha sido reconocida por todos la necesidad de una Escuela en donde jóvenes escogidos, bajo la guía de maestros sabios y competentes, pudieran formarse en los conocimientos y métodos más adelantados de la cultura e industria agrícolas, y fueran después a implantarlos en las diversas secciones del País.

Sabemos que, entre el Gobierno Nacional y los mencionados Monjes Benedictinos se estipulará un contrato, que reducirá a forma concreta las bases para la institución de dicha Escuela, ya convenida entre las dos partes. Nos limitamos ahora a aplaudir esta iniciativa del Benemérito General Gómez, que pone de manifiesto su alta visión de los verdaderos intereses de la Patria y su constante desvelo en procurar el progreso de la República en todas las esferas de la actividad nacional.

Ni más acertada podía ser la elección de dichos Monjes Benedictinos, que satisface plenamente a las exigencias de economía y da al propio tiempo fundadas garantías de feliz éxito.

Arquiabadía de St. Ottilien (Bavaria).

La Arquiabadía de St. Ottilien, es una de las ramas más florecientes de la Orden Benedictina, que es la más secular y benemérita de cuantas existen en el seno de la Iglesia Católica. Esta Orden fue instituida por San Benito en el siglo sexto, creció a través de los siglos y se difundió en todas las partes del viejo mundo, enlazando su historia con la marcha de la civilización cristiana. En Italia, en Francia, en Alemania e Inglaterra surgieron las más afamadas Abadías Benedictinas, que fueron verdaderos asilos de virtud y ciencia, refulgentes en la oscuridad de los siglos. A la doctrina y paciencia de los Monjes Benedictinos debemos gran parte de los monumentos de la sabiduría antigua griega y romana que ellos nos conservaron en manuscritos salvándolos de las destrucciones bárbaras.

Más los Benedictinos son particularmente insignes por haber dado el mayor impulso a la agricultura y saneamiento de regiones palúdicas. El trabajo manual es para ellos un deber y una venerada tradición, conforme al lema de su santo Fundador: “Ora et labore”. Orar y trabajar. Las Reglas y Constituciones de la Orden, que se refieren a esta parte del trabajo manual de los Monjes, contienen un verdadero Código de agricultura que, en frase del ilustre historiador italiano Botta, podrían leer con provecho los modernos ministros del ramo.

Quien ha viajado por Europa en peregrinación espiritual no habrá dejado de admirar las grandes e históricas Abadías Benedictinas de Subiaco y Monte Cassino en Italia, Cluny y Solesmes en Francia, Fulda y Beuron en Alemania, Westminster en Inglaterra. Surgen en lugares por lo común solitarios y aún áridos, que la industria y el trabajo de los mismos Monjes transformó en centros de toda cultura espiritual y material, en donde la austeridad de la vida se armoniza con la sonrisa de las artes bellas y el encanto de praderas verdes, viñas frondosas, árboles frutales y bosques espesos.

Notamos en fin que la Orden Benedictina tiene actualmente florecientes Escuelas y Academias de Agricultura en Norte América, en el Brasil, en Argentina y Filipinas. Bien vengan, pues, a Venezuela, abierta, bajo la sabia Administración del General Gómez, a todo adelanto y a toda forma de verdadera civilización.

 (Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 5 de abril de 1923). 


NÚMERO 5.000 DE “EL UNIVERSAL”



El distinguido periodista y poeta don Andrés Mata.

Nuestro apreciado colega El Universal, con motivo de haber alcanzado el número 5.000 en los comienzos del décimo quinto año de sus labores, puso ayer en circulación un número extraordinario, constante de veinticuatro páginas, que a la vez que constituye un brillante éxito editorial para el estimado colega caraqueño, es un exponente de la prosperidad que ha alcanzado Venezuela y que es obra exclusiva del empeño patriótico del General Juan Vicente Gómez, creador de la Paz, protector del Trabajo y garantizador de todas las nobles aspiraciones de sus conciudadanos.

Al éxito de esta gran edición, que con justicia llama nacional el estimado colega, han contribuido todos los Estados de la República con la información gráfica que da idea del grado de adelanto moral y material de cada una de las Entidades que forman la Unión Venezolana.

Corresponde a la labor tan patriótica como edificante, realizada por El Universal bajo la dirección del distinguido periodista y altísimo poeta señor don Andrés Mata, su número extraordinario, de fecha de ayer, que fue acogido con esmerado beneplácito por el público.

El señor don Andrés Mata es uno de los más altos prestigios intelectuales de Venezuela, y un distinguido y esforzado servidor de la Rehabilitación Nacional y de su muy Ilustre Jefe el señor General Gómez. Ha realizado en su país, como periodista y hombre de letras una intensa obra de cultura, y desde hace catorce años, con ejemplar consagración, dedica sus actividades al crédito y auge de su Empresa, que es una de las más importantes de América.

Cordialmente nos congratulamos con nuestro estimado colega El Universal, por el suceso que constituye para el periodismo venezolano su edición número 5.000, y formulamos nuestros votos muy sinceros por la ventura de su Director, el señor don Andrés Mata, amigo de nuestro mayor aprecio, y la de todos los demás elementos que componen el personal del estimado colega.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 22 de abril de 1923).

RESTITUCIÓN DE LA CASA NATAL DEL LIBERTADOR

Casa donde nació Simón Bolívar en la ciudad de Caracas.

Estados Unidos de Venezuela. –Ministerio de Obras Públicas. –Dirección de Edificios y Ornato de Poblaciones. –Caracas: 24 de julio de 1913. -104º y 55º.
Resuelto:

Por disposición del General Juan Vicente Gómez, Presidente de los Estados Unidos de Venezuela, y en cumplimiento de lo prescrito por el artículo 6º del Decreto Ejecutivo de 19 de marzo de 1910, que ordena la restitución, con la fidelidad posible, de la Casa donde nació Simón Bolívar, en esta ciudad de Caracas, a la forma que tenía en 1783, procédase a la ejecución de los trabajos consiguientes de conformidad con los estudios que al efecto tiene hechos este Ministerio.

Los expresados trabajos correrán bajo la administración directa de este Despacho, y los pagos se harán de conformidad con sus necesidades; reservándose la dirección e inspección de la parte artística de la obra a una Junta compuesta de los ciudadanos Doctor José Gil Fortoul, Felipe Francia, Juan Vicente Madriz y general Manuel Landaeta Rosales.

Comuníquese y publíquese.

Por el Ejecutivo Federal,

D. A. Coronil.



CARTA DE FRANCISCO GONZÁLEZ GUINÁN AL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ

Francisco González Guinán.

Caracas: 31 de julio de 1913.
Señor General Juan Vicente Gómez etc., etc., etc.
Miraflores.

Mi querido General:
Con profunda tristeza me he impuesto del contenido de su circular anunciando la perturbación de orden público; pero abrigo la esperanza de que en breve quedará completamente restablecido, merced al esfuerzo patriótico de los venezolanos, dirigidos por el Fundador de la Paz en 1903.
Inútil creo decirle, mi estimado General, que soy solidario con usted en las responsabilidades políticas de la situación creada el 19 de Diciembre de 1908: que le daré siempre mi apoyo moral; y que le prestaré mi concurso personal en el momento que lo necesite.
Soy su apreciador y afectísimo amigo,

Francisco González Guinán.

lunes, 23 de marzo de 2015

EL CREADOR DE LA NUEVA VENEZUELA




GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ 
(De “Il Sole”, Milano - Italia)

En el transcurso de seis meses, el mundo asistió al espectáculo de trastornos políticos muy graves en casi todos los Estados de la América del Sur. Motivo de orden político, causas de naturaleza económica (crisis de producción y de trabajo) determinaron las revoluciones del Perú, de la Argentina y del Brasil, mientras que la situación financiera se ha agravado en todas las demás Naciones sudamericanas, el único país que pudo salvarse del general desconcierto, ha sido la República de Venezuela.

Aquí la autoridad del Gobierno no ha sufrido sacudidas ni dio lugar a rebeliones, por lo que Venezuela, que hasta hace veinte años fue el país en continua agitación, resultó ser el organismo estatal más ordenado y disciplinado.

Desde el punto de vista del criterio público y de las finanzas, Venezuela conservó su estabilidad y el balance del Estado se mantiene en las excelentes condiciones que desde años se registran, por lo que los valores y la moneda venezolana están considerados de una solidez a toda prueba.

El mérito de este fenómeno excepcional en el actual momento crítico de la América del Sur, se debe a la acción personal y a la administración del Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez, quien ejerce una vasta y decisiva influencia en la política del País.

El General Gómez ha gobernado y ha debelado todos los partidos que se destruían en Venezuela y arrastraban a la Nación hacia una segura ruina. Por eso tuvo él enemigos acérrimos, detractores implacables, opositores feroces que no titubearon en urdir mentiras, en alterar, exagerar o inventar libremente los hechos, bajo la máscara seductora y siempre lisonjera de la libertad y con el objeto de posesionarse nuevamente del poder para reducir otra vez a Venezuela al estado caótico y de anarquía política y social que la hicieron tristemente célebre en los albores del presente siglo, cuando el alocado Cipriano Castro la había convertido al nivel más bajo y despilfarrador.

Es así como el General Juan Vicente Gómez, rindió el más grande servicio a su País y se conquistó el más grande reconocimiento y la gratitud nacional. Acaso, y justamente el 24 de junio de 1925, no proclamaba solemnemente el Congreso Nacional Venezolano que “Juan Vicente Gómez es el hombre necesario para el presente y para el porvenir, pues la existencia de la Patria le está virtualmente vinculada”.

En el largo periodo en que desempeñó los más altos puestos de la magistratura y cargos del poder, como Vicepresidente primeramente y luego como Presidente, el General Gómez resolvió todos los conflictos que Venezuela tenía en el exterior, restableciendo las cordiales relaciones diplomáticas no tan solo con las naciones europeas y los Estados Unidos de Norteamérica, sino también con las demás naciones sudamericanas; resolvió las cuestiones de límites; redimió al País del analfabetismo, dotándole abundantemente de escuelas; prodigó sus cuidados a la cultura superior y a las artes; fue el restaurador de la Hacienda Pública y el creador del crédito y de la moneda venezolana; consiguió la independencia económica de Venezuela; defendió la propiedad, para el Estado, de las inmensas riquezas del subsuelo venezolano e hizo de Venezuela uno de los países más intensamente productivos de petróleo y de café; valorizó las riquezas del suelo y de los campos; creó de la nada grandes industrias nacionales, algunas administradas por él personalmente, haciéndola floreciente; libró de la esclavitud social a los obreros y a los trabajadores, haciendo aprobar las leyes protectoras del trabajo y de la sanidad de las clases trabajadoras, a cuya elevación social y civil dedicó todos sus cuidados; saneó el interior del País con grandes obras de previsión civil y trabajos de saneamiento; con una magnificencia y una vastidad de conceptos verdaderamente romana, creó una imponente red de caminos en el interior, por medio de la cual las más lejanas regiones del país están en cómoda comunicación con la capital y con los centros más importantes, debiendo sobre todo ser señalada la gran arteria que va desde Caracas hasta la frontera colombiana, obra verdaderamente monumental de acercamiento americano, sueño del gran hijo de Venezuela, Simón Bolívar; hizo de Caracas, la capital de la República, una de las más bellas y cómodas ciudades de Sudamérica, dotándola de todos los servicios públicos, de luz, de aguas corrientes, higiene y confort para todos sus habitantes y para los turistas; reorganizó y dotó de nuevas instalaciones el puerto de La Guaira, que se ha transformado en el emporio del Mar Caribe; creó la espectacular industria de la cuenca de Maracaibo de donde todos los días salen inmensas riquezas de exportación para ser cambiadas en riqueza efectiva, por lo que hoy puede decirse que Venezuela, es la única nación en el mundo, que no tenga deudas públicas interiores ni exteriores.

Es esta la rapidísima y esquemática síntesis de la obra realizada por el General Juan Vicente Gómez, especialmente desde la última reelección de 1922 hasta hoy, pues si quisiéramos dedicarnos a analizar los particulares de su acción, entonces necesitaríamos una más detallada y extensa descripción.

El lenguaje más elocuente, resulta ser el de las estadísticas, las que en sus cifras nos demuestran cuán enorme es el progreso alcanzado en Venezuela, por lo que no es exagerado decir que el General Gómez creó un Estado, esto es, una nación, de la nada; creó una Hacienda Pública, una economía, una administración, un crédito, una riqueza pública y particular como ningún otro Estado sudamericano puede vanagloriarse de poseerlos; y hoy Venezuela es el País más disciplinado y organizado de la América del Sur.

El General Gómez, llegado ya a una edad venerable, se ha retirado de la política activa y vive patriarcalmente en su villa de Maracay dedicando siempre sus mayores atenciones a su industria, la que ocupa centenares de trabajadores para los cuales él es el amigo y el paterno patrón.

Entre las clases trabajadoras, sumamente favorecidas y ayudadas, el General Gómez es popularísimo y sobre todo amado porque él, inflexible con los agitadores, perturbadores y con los eternos rebeldes, es viceversa magnánimo, complaciente, generoso en la ayuda con los humildes y con los buenos ciudadanos, a los que ha procurado el bienestar, desarrollando las industrias, el comercio, el trabajo, y sacando del suelo los incalculables recursos de materias primas, por lo que Venezuela está hoy a la cabeza de los países productores de Sudamérica y para algunos productos, a la cabeza del mundo entero.

La confianza en el porvenir de su país es profundísima en el General Gómez.

El General Juan Vicente Gómez está circundado de cariño y de la afectuosa simpatía de todo el pueblo venezolano, que ve en él al fundador y creador de la nueva República de Venezuela, próspera, ordenada, libre, emancipada del extranjero, dueña absoluta de sus destinos.

De “Il Sole”, Milano - Italia.
(Publicado, el 10 de enero de 1931).