El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, recibiendo las manifestaciones de cariño de su pueblo.
El Presidente Gómez, Jefe Benévolo, Factor de Prosperidad y de Paz. Fue por obligación al Poder. Por espacio de veinte años a la cabeza de la Nación. Es fino en su trato y pronto en la acción.
Con ese título y subtítulos y en la edición de "The New York Times" correspondiente al domingo 26 de febrero de 1928, publica su primer artículo sobre Venezuela el señor William Morris Gilbert, brillante periodista norteamericano, quien, como tal, fue hace poco huésped distinguido nuestro, con motivo de la visita del glorioso Coronel Charles A. Lindbergh a nuestro país.
Nos complace traducir y publicar este hermoso artículo de Gilbert sobre la personalidad del General Gómez. El Redactor del TIMES destaca una vez más, con pluma justiciera, la figura singular del Caudillo de la Paz, como uno de los más extraordinarios hombres de Estado que ha producido Suramérica.
(Por: William Morris Gilbert)
Publicado en "The New York Times".
Caracas, Venezuela. La historia de Venezuela durante los últimos veinte años es la historia del General Juan Vicente Gómez, su gobernante durante ese tiempo. Con él empieza la era de prosperidad y de paz, base del actual desarrollo del país. El sello de su fuerza y de su habilidad política se extiende desde el Delta del Orinoco hasta sus Andes nativos. Bajo el régimen suyo, acaso hoy más fuerte que el de ninguna otra nación del Hemisferio Occidental, Venezuela ha llegado a ser comercial y moralmente un poder independiente en el mundo.
Contando ya 70 años de edad, este hombre previsivo y vigoroso vive como un próspero agricultor en su limpia ciudadela de Maracay, situada quinientas millas al oeste de la capital. Vigila en persona sus fundos, cuida su famoso ganado y, como recreación, lleva a sus huéspedes a su excelente jardín zoológico, orgulloso de poseer el único oso polar en esa línea del trópico. Mañana y tarde, el General Gómez congrega a sus amigos bajo los bellos árboles de su hacienda "Las Delicias", y todo árbol venezolano es sagrado, por edicto de este gran amante de la naturaleza. En "Las Delicias" se respira una atmósfera pastoral amable y sugestiva al espíritu; pero sería engañarse infantilmente si no apreciáramos la fuerza de hierro que es su origen y secreto.
Pero Venezuela, no fue en todo tiempo una granja modelo. Hasta diciembre de 1908, cuando él advino a la Presidencia, es sabido que setenta y cinco revoluciones habían asolado el país, vale decir, desde que Bolívar, el caraqueño inmortal, lo independizó de España. Venezuela se hallaba en completa bancarrota y en guerra con Holanda. Las flotas de tres países europeos bloquearon sus puertos para el cobro de deudas contractuales durante la Presidencia del General Cipriano Castro.
UN GUERRERO ACTIVO Y TENAZ
Así las cosas, Venezuela sufría en tanto la más cabal anemia económica. Cinco años antes había soportado la más sangrienta de sus guerras civiles: encabezada por el General Manuel Antonio Matos, entonces fue cuando Gómez asumió su estatura de Caudillo. Como Jefe de las fuerzas del Gobierno sostuvo la campaña por tres años. El previsivo montañés, que más tarde debía revelar sus méritos de estadista y diplomático en la paz, probó ser un consumado guerrero. Como tal, se supone su mayor cualidad, su pronta rapidez de acción. Una semana avanzaba su escasa tropa contra los rebeldes en Carúpano, en la parte oriental de Venezuela; y a poco los rebeldes lo hallaban, inconcebiblemente rápido, en Coro, en Occidente. Cómo estaba allí tan presto; sólo Gómez lo sabía; y no iba a decirlo.
Ya en Caracas triunfante, luego de derrotar a Matos, el tenaz hacendado de los Andes fue recibido con extraordinaria aclamación. Castro mismo le ofreció un baile suntuoso; y mientras el sociable Presidente se entregaba a las delicias de un vals, el soldado vencedor se paseaba solitario por el patio, hasta que al fin encontró cerca, en un cuarto vacío, una hamaca: se metió en ella y se quedó dormido. Al General Gómez siempre lo han amoscado un poco las ceremonias.
El Presidente Castro, según siguen diciendo las crónicas, con su país a un paso de los interventores internacionales, se vio enfermo de suma gravedad. Se declaró que ningún médico en Venezuela podía curarlo; y partió para Berlín seguido de su comitiva.
Hubo entonces un levantamiento popular, súbito, sojuzgado por Gómez, el Vicepresidente, a quien Caracas demandaba asumir la Presidencia. Rehusó. La demanda fue renovada. A su paso, el pueblo daba al traste con las efigies de Castro dondequiera las topaba. Las revueltas y motines hicieron poner a la ciudad bajo la ley marcial por varios días. Así, un complot que se supuso emanado de Castro, atentó contra la vida de Gómez. Hecho esto público, la voluntad del pueblo estuvo de su parte. Gómez asumió el poder.
SUSPENSIÓN DEL BLOQUEO NAVAL
La amenaza extranjera se desvaneció. Las flotas extranjeras no habían de volver sino en misiones de paz. Al punto, el Presidente de Venezuela reanudó las relaciones diplomáticas con los poderes europeos. El nuevo Ejecutivo declaró el propósito de Venezuela de pagar su deuda extranjera; y puso manos a la obra. Su triunfo fue completo. Al presente, Venezuela tiene en las arcas nacionales una suma de oro más que suficiente para cancelar por completo la deuda pública, si así lo quisiera; y las potencias interesadas se complacen en tener en sus libros el nombre de un deudor tan cumplido. El remanente de la deuda ha venido a ser un negocio productivo para los tenedores de Bonos.
Las reformas de Gómez comenzaron al instante. Dio al capital y a las empresas extranjeras la libertad necesaria; abolió los impuestos excesivos; en fin, su divisa nacional fue "Paz y Trabajo", y la hizo efectiva.
A Gómez se le atacó durante largos años. Venezuela no se gobernó nunca con guante de seda; y si al Gobierno de Gómez se tildó de "fuerte", fue porque siguió en el curso de los años el rumbo impreso por un estadista de la talla de Bolívar, quien, a más de ser el más grande de los libertadores de América, fue su mayor vidente. Bolívar declaró que los pueblos libertados por él no estarían preparados para las formas liberales de gobierno democrático, sino después de cien años de su independencia política. Su fallo ha sido vindicado hoy, no sólo en Suramérica, sino en países como Italia, España y otros menos lejanos. Este gobierno ha sido definido por uno de los más brillantes intelectuales y publicistas contemporáneos de Suramérica, el señor don Laureano Vallenilla Lanz, en su interesante libro "Cesarismo Democrático".
Tal principio ha demostrado su eficacia durante veinte años. Venezuela, bajo su actual gobernante, ocupa en el mundo un puesto jamás soñado. El General Gómez ha hecho el balance del libro mayor de la Nación. Ha desenvuelto las industrias, las obras de utilidad pública, la Instrucción Pública; ha construido miles de kilómetros de magníficas carreteras y fomentado en grande escala la res nativa, a fin de que los Llanos sean con el tiempo una de las mejores regiones productoras de carne en todo el mundo.
Circunstancia sin precedentes, ha mantenido la paz por más de veinte años. El país está desarmado y son seguras sus rutas para el viajero. De la mayor significación es el hecho de que Venezuela no tiene hoy presos políticos. Gómez abrió la conocida "La Rotunda" de Caracas, no hace mucho y puso en libertad a todos los detenidos.
El General parece poseer el instinto infalible de hacer en todo tiempo lo que se debe hacer. De esto dan fe todos sus actos. Una de las mejores pruebas de su previsión son las leyes de petróleo. Hace menos de diez años que la gran producción petrolera hizo de Maracaibo un emporio. Venezuela vino a ser de la noche a la mañana uno de los principales centros productores de aceite. Su riqueza se ha duplicado desde entonces. El año pasado su producción superó a la de México y a la de Rusia. El único país cuya producción rebasaba la de Venezuela era los Estados Unidos y posiblemente Persia; y el aumento, quiera que no, declinó.
En suma, los recursos petroleros de Venezuela son enormes. Se necesitaban leyes petroleras y un nuevo campo se abría a la legislación venezolana.
Se dice que esta ley petrolera es la mejor en su género, un modelo para ser adoptado por cualquier país.
El General Gómez, sentado entre sus amigos, en "Las Delicias", es único. Los años lo han dulcificado. Su sonrisa es cariñosa, sus maneras benignas. Difícil es comprender que este hombre apacible, de simple uniforme, de sombrero de panamá y guantes de hilo marrón, es un guerrero y la fuerza dinámica propulsora de su país. Sólo de cuando en cuando el hierro de su temperamento resplandece. Tiene el aire de alguien que ya hizo su obra y se halla satisfecho. Los observadores desprevenidos estarán de su parte. El Caudillo Democrático ha triunfado; y su pueblo es su deudor.
William Morris Gilbert.
(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 25 de marzo de 1928).
BIOGRAFÍA DEL DISTINGUIDO PERIODISTA
William Morris Gilbert, destacado periodista del prestigioso periódico "The New York Times", quien visitó Venezuela en 1928.
El 7 de abril de 1920, William Morris Gilbert Jr. logró salvar de la muerte a 2.000 niños huérfanos armenios.
William Morris Gilbert Jr. nació en Filadelfia, Estados Unidos, en 1894 y creció en Yonkers (New York), donde su padre fue rector de la Iglesia Episcopal de St. Paul. En Union College fue poeta de clase en 1917. Se unió a la Armada cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, pero fue comisionado demasiado tarde para ver acción.
En marzo y abril de 1920, el territorio de Cilicia se convirtió en un campo de batalla para los encuentros franco-turcos. A principios de abril de 1920, las tropas turcas entraron en la aldea de Garuniye en la provincia de Adana, donde han estado operando organizaciones de ayuda estadounidenses y alemanas. Los turcos arruinaron e incendiaron todo el pueblo, incluido el orfanato estadounidense que en ese momento albergaba a unos 2.000 huérfanos armenios.
El 7 de abril de 1920, William Morris Gilbert Jr. logró salvar de la muerte a esos 2.000 huérfanos armenios. El 9 de abril de 1920, la revista "News" de Nueva York publicó un artículo titulado "El hombre de Yonkers salva a 2.000 niños cuando los turcos queman el orfanato". El autor del artículo también señaló que los huérfanos probablemente serían trasladados a Chipre ya que Adana estaba muy perturbada.
El acto heroico de William Morris Gilbert Jr. también fue mencionado por el periódico "The New Near East Relief".
Se unió al equipo de escritura de "The New York Times" en 1925. En 1928 cubrió la fase venezolana de la gira latinoamericana del coronel Charles A. Lindbergh después de la hazaña histórica de su vuelo de Nueva York a París, y estuvo en México tras el asesinato del Presidente electo Álvaro Obregón.
Mientras tanto, Gilbert había estado escribiendo ficción y había ahorrado lo suficiente para mudarse a París en 1929, poco antes de la caída de la bolsa.
Pudo ponerse al día como corresponsal asistente de "The Philadelphia Public Ledger" y "New York Evening Post", y de
Al regresar a Nueva York en 1937, se convirtió en un hombre de escritura en "The World Telegram" y en jefe de su unidad "Newspaper Guild".
En la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Oficina de Información de Guerra en Washington, Londres, Nápoles e, inevitablemente, París.
En 1946, el Sr. Gilbert se reincorporó a "The New York Times" en el departamento dominical, contribuyendo con reseñas de libros y temas de páginas editoriales, además de agregar su propio toque a artículos de viajes.
William Morris Gilbert, murió el día 13 de julio de 1971 en el Hospital St. Vincent, Bridgeport, Connecticut, después de una larga enfermedad. Tenía 77 años y vivía en 181 East 93d Street.