VIDA PARLAMENTARIA
Palabras pronunciadas por el Dr. José Vicente López Rodríguez, Presidente del
Senado Nacional, al tomar posesión de su cargo, el pasado 19 de mayo de 1933.
El General Juan Vicente Gómez no está satisfecho aún. Porque él dice, repito
textualmente sus palabras: “Yo no estaré contento hasta no ver a Venezuela
sirviendo de modelo a las demás naciones".
Dr. J. V. López Rodríguez.
¿Con qué frases podría yo expresaros mi reconocimiento por la altísima
distinción que acabáis de hacerme? Solamente la excesiva benevolencia de
ustedes es lo único que ha podido inclinarlos a brindarme semejante deferencia.
Me esforzaré hasta donde me lo permitan mis pobres facultades a continuar la
inteligente labor iniciada por mi ilustrado colega, el señor Álvarez Feo, quien
ha cumplido airosamente la delicada misión que le fue encomendada.
Comienza hoy el segundo periodo reglamentario de las sesiones de esta
honorable Cámara, bajo los más halagüeños auspicios, puesto que la obra de
engrandecimiento patrio llevada a cabo por la firme constancia y acerada voluntad
del Benemérito General Juan Vicente Gómez, nos ha colocado ya en el más elevado
concepto mundial, y nuestra patria es hoy considerada y respetada por todos los
países civilizados. Goza de la más absoluta independencia, tanto política como
económica; no tiene problema alguno que la preocupe; son cordiales sus
relaciones con los demás países, y ha sabido conservar su decoro, y defiende
siempre, apoyada en la justicia, sus derechos.
Como la magna obra realizada por el Benemérito General Juan Vicente Gómez,
por los imposibles que ha tenido que vencer, no puede catalogarse sino en la agrupación
de los hechos quiméricos, me permitiré, con la anuencia de ustedes, al
exponerla, a grandes rasgos, vagar ligeramente por el ameno campo de la
fantasía.
Aureolada de vivos resplandores diviso en lontananza la silueta de un
hombre, en quien reconozco por su compostura y grave majestad al Genio máximo, a
nuestro eximio compatriota que lo es también del género humano: El Libertador
de América. Porque su incomparable obra de amor y de confraternidad y sin
precedentes en los anales del Universo, no cabe en los estrechos límites de un
país, se necesita de amplios horizontes… del espacio infinito… para contenerla.
Y aun así para servir de exquisito manjar a los espíritus de aquellos grandes
hombres, que como él, fueron benefactores del género humano.
En la expresión de su mirada y placidez de su semblante se advierte la
satisfacción que experimenta al ver a su querida patria encauzada por la
envidiable senda de la más absoluta normalidad constitucional.
En sus gestos y movimientos se exteriorizan elevados conceptos acerca de
nuestra vida nacional.
Parece decir: "Allá a mi mansión eterna de perpetua noche, llegan todos
los informes relativos a los acontecimientos que se suceden en este voluble
cuanto engañoso mundo. Y yo, que desde ultratumba sigo adorando y venerando a
mi patria, me intereso siempre por todo cuanto a ella se refiere. He visto que
después de un largo periodo de continuas guerras civiles, de la más completa
anarquía, consecuencia de los innobles procedimientos de ingratos hijos de la
patria, llegó a la suprema magistratura vuestro actual Presidente, el General
Juan Vicente Gómez, e inició su obra de reconstrucción del país. Así, el
General Gómez, guiado siempre por la equidad de sus deliberaciones, con la
noble intención de ofrecerles una oportunidad para que se rehabilitaran, los
invitó a todos para que colaboraran en el nuevo gobierno, imponiéndoles como
condición igualdad de ideales, es decir, Unión, Paz y Trabajo; restando los
coloridos de banderas, puesto que la única que les ofrecía era tan diáfana como
es la conciencia de quien va armado de la justicia en pos del más bello ideal
de la vida: la felicidad y engrandecimiento de su patria. Pero ellos, ya por
sus malos hábitos anteriores, o porque se convencieron de que no les era
posible hacer desviar al General Gómez de la línea de conducta, que se había
trazado, se fueron separando de aquel núcleo de respeto e idoneidad que no les
brindaba aliciente alguno a sus aspiraciones bastardas.
A pesar de tantos inconvenientes y luchando siempre contra fuertes obstáculos,
el General Gómez ha logrado darle figura representativa al país, y ha
facilitado por las innumerables vías de comunicación que ha hecho abrir en todo
su territorio, el intercambio de ideas y la movilización de la agricultura,
verdadera, base fundamental del progreso efectivo.
Creó la Sanidad Nacional, elemento indispensable a la par que humanitario
para la seguridad de los habitantes.
Ha intensificado la Instrucción Pública, llevándola hasta las más
apartadas poblaciones de la República, y al mismo tiempo la ha provisto de
todos los elementos indispensables que exige la pedagogía moderna.
Ha moralizado el país por medio de leyes prohibitivas como la del juego
y la del porte de armas, cuyos benéficos resultados son ya ostensibles.
Noble centinela de la Patria. Cuando la Gran Guerra, optó por la más
absoluta neutralidad, a pesar de la fuerte presión que ejercieron sobre él las
partes interesadas y de la unánime opinión en contra, de sus mismos servidores.
¡Ha sido el único! ¡cuánto se lo agradezco! que hizo revivir nuestro
recuerdo! Y así para la fecha del centenario de mi fallecimiento, y como un
homenaje a mi memoria, canceló la antigua deuda que gravaba al país. Y qué
mejor obsequio para mí, que puedo valorar imparcialmente la trascendencia de
semejante patriotismo!!!
Para la fecha del centenario de la batalla de Carabobo, y en recuerdo de
tan gloriosa efemérides, hizo erigir en el mismo campo donde tuvo lugar tan
heroica acción de armas, un gigantesco monumento que desafía al tiempo y al
espacio, y que será para las futuras generaciones el más vivo exponente de la
grandeza patria.
Existe todavía en los fértiles valles aragüeños, un corpulento árbol,
bajo cuyas frondosas ramas acampé varias veces con mis huestes libertadoras en aquellos inolvidables días de reveses y triunfos. El General Juan Vicente
Gómez ha cuidado con tanto esmero, que a pesar del abandono en que lo tenían y
de sus mil y más años de vida, lo ha hecho disfrutar nuevamente de los
inefables regocijos de la edad juvenil.
Ex profeso he dejado para último lo que he debido decir primero, el
presente inapreciable que el General Juan Vicente Gómez ha ofrendado a su
patria: la bendita Paz. Fuente matriz de donde han brotado con misterioso encanto
los cristalinos riachuelos que alegres y veloces recorren hoy el suelo
inmaculado de mi Patria, llevando en la superficie de sus purísimas aguas,
numerosas navecillas portadoras de las risueñas esperanzas de un glorioso porvenir".
Señores:
A pesar de lo enumerado, que basta para llenar completamente la vida de
un hombre, el General Juan Vicente Gómez no está satisfecho aún. Porque él dice, repito textualmente sus palabras: “Yo no estaré contento hasta no ver a Venezuela
sirviendo de modelo a las demás naciones".
Honorables colegas:
Me permitiré a nombre de ustedes y del mío propio, expresar al General
Juan Vicente Gómez nuestras más calurosas felicitaciones, encareciendo al mismo
tiempo al Todopoderoso, continúe prestándole su divino apoyo para que llegue a realizar
el loable deseo que le anima.
Dr. José Vicente López Rodríguez.
(Publicado en la Revista "Élite", el 3 de junio de
1933).