(19 de diciembre de
1908 - 19 de diciembre de 2018)
El 19 de diciembre de 2018, se
cumplen 110 años del oportuno cambio de rumbo que el General en Jefe Juan
Vicente Gómez le dio al país entero que clamaba por la salida definitiva del
Presidente Cipriano Castro del poder, quien había convertido a Venezuela en un
auténtico caos debido a su política irresponsable, desafiante y
desintegradora.
Compadres de
comportamientos muy distintos
Señalaba el Dr. Arturo Uslar Pietri,
en su programa televisivo "Cuéntame a Venezuela", que no podía haber
dos personalidades que contrastaran más abierta y profundamente:
“Cipriano Castro era un hombre
extrovertido, emocional, violento, apasionado, improvisador, que reaccionaba de
una manera inesperada y bastante brusca. En cambio Juan Vicente Gómez, era un
hombre callado, reservado, cauteloso, muy poco comunicativo, muy cauto en todas
sus actitudes, que era muy difícil de penetrar para saber lo que pensaba. Gómez
con su conducta empezó a ganar cierto prestigio creciente entre las personas
que miraban con temor la conducta de los asuntos públicos en manos de un hombre
tan imprevisible como era el Presidente Castro”.
Arturo Uslar Pietri
La conducta y el carácter del
General Cipriano Castro cambió notablemente cuando abandonó a sus antiguos
compañeros de armas que lo acompañaron en la “Revolución Liberal Restauradora”
de 1899, para entregarse a los placeres que le ofrecían ciertos grupos de
adulantes pertenecientes a la oligarquía valenciana, quienes finalmente lo
corrompieron, haciéndole perder la cabeza.
El General Castro se volvió
tremendamente irritable y agresivo, resultando incapaz de gobernar. Lamentablemente,
se entregó a una vida licenciosa de francachelas que afectó, irremediablemente,
la seriedad y el correcto desempeño de la Presidencia de la República en sus
manos. Se dedicó a maltratar y humillar a sus subalternos, incluso a su compadre
y Vice-Presidente el General Juan Vicente Gómez, quién soportó numerosos vejámenes
de su parte.
La ruptura entre los compadres fue
política y personal, pero no anímica ni afectiva. El General Gómez siempre
respetó la figura del General Cipriano Castro como militar valeroso y decidido
desde los años que combatieron juntos en
la "Revolución Restauradora" y la "Revolución Libertadora",
al extremo que nunca permitió durante su Gobierno, que en su presencia o
públicamente, se le nombrara sin que se le reconociera el grado de General a su
compadre.
El General Gómez repitió muchas
veces en la intimidad: “Si el General Castro que yo conocí en el Táchira y
llegó a Caracas en 1899, hubiera seguido siendo el mismo, aquí estuviera
mandando”.
El General Juan Vicente Gómez, a
diferencia de su compadre, era un hombre de carácter serio, sencillo y respetuoso.
De pocas palabras, jamás fue violento ni grosero en su comportamiento. No bebía
licor, era completamente abstemio. Ajeno a las francachelas. Rechazaba a los
adulantes. Prefería la acción que la palabra, porque detestaba la demagogia.
Se destacó en el trabajo del campo y
en el comercio, siendo un exitoso administrador. Posteriormente, se convirtió
en un excelente militar. Le obsesionaba el orden y la disciplina, pagar y no
tener deudas con nadie. Era gran conocedor de la personalidad humana, de mente
ágil y aguda. Se rodeó de los hombres más valiosos de la intelectualidad
venezolana, los cuales, integraron su gabinete. Sabía evaluar cada situación y
establecer un orden de prioridades. Amó intensamente el trabajo y la paz. “Fui
a la guerra para conquistar la paz”, señalaba el General Gómez a fin de
explicar su actuación militar.
El General Eleazar López Contreras,
en su libro “Proceso Político y Social 1928-1936” , publicado en 1955,
señaló sobre la personalidad del General Juan Vicente Gómez, lo siguiente:
“Yo estoy seguro y tengo pruebas de
ello que el General Gómez estaba generalmente inclinado a hacer el bien. Tenía
un gran dominio sobre su voluntad y su carácter. Su educación natural la
demostraba en todo momento y circunstancias. Yo no le oí jamás pronunciar
palabras insolentes ni causar vejamen a persona alguna. Efectivamente, es
importante dar constancia, que el General Gómez jamás llegó a fusilar a ninguna
persona, directamente ni llegó a autorizar ejecutar a ninguno de sus
subordinados en campaña”.
Eleazar López Contreras
Esa valiosa opinión representa otra
gran diferencia entre el comportamiento del General Juan Vicente Gómez y su
compadre el General Cipriano Castro, quien solía utilizar esos inclementes
métodos como lo hizo cuando mandó a fusilar al General Antonio Paredes.
A la izquierda: El General Cipriano Castro. A la derecha: El General Juan Vicente Gómez en una gran parada militar.
Una ruptura
definitiva entre los compadres se preparaba. Se habían desatado los celos y la
envidia del General Cipriano Castro contra el éxito militar y popular del
General Juan Vicente Gómez.
Sucedió después de
finalizada la “Revolución Libertadora” de 1903 que había reunido a todos los
viejos caudillos de los partidos históricos que querían acabar definitivamente
con el Gobierno del General Castro.
El General Manuel
Antonio Matos, había organizado un Ejército de 14.000 hombres. El General
Castro decidió enviar al General Gómez para darles el frente y en esa campaña,
que fue larga y dura, se destacó el Benemérito convirtiéndose en un gran Jefe
Militar, recorriendo toda la República peleando contra los antiguos Jefes,
derrotándolos a todos, estableciendo la Paz con la derrota final que les
infligió, el 21 de julio de 1903, en Ciudad Bolívar.
El General Cipriano
Castro, el 6 de junio de 1903, unos días antes de la fecha histórica que puso
fin a nuestras guerras civiles, escribió al General Juan Vicente Gómez,
felicitándolo:
“Felicito al
vencedor en todas partes, predestinado para ser el Pacificador de la República.
Ninguno con más títulos que usted que ha sido el Salvador del Salvador. Me
enorgullezco de ello porque la Providencia se ha encargado de corresponder a
quien yo no podía hacerlo dignamente”.
Cipriano
Castro
El Benemérito General Juan Vicente
Gómez, enfrentó 29 acciones de guerra para dominar una Venezuela bárbara, anarquizada,
repleta de caudillos que por razones banderizas se alzaban en armas llenando de
sangre y luto los hogares venezolanos.
El creciente prestigio bien ganado
en los campos de batalla por el Benemérito, generó tanta envidia y celos en la conducta
de su compadre el General Cipriano Castro, que éste comenzó un ataque feroz en
contra del General Juan Vicente Gómez, tendiéndole trampas para tratar
de desprestigiarlo y liquidarlo.
“La Aclamación”, “La Conjura” y el
telegrama enviado por el General Castro desde Berlín que decía: “La culebra
se mata por la cabeza”, para ordenar el asesinato del General Gómez, próspero
hacendado, amigo, compadre y compañero que financió la “Revolución Liberal
Restauradora”, fueron algunas pruebas evidentes de sus malas intenciones.
Comenzaron las presiones muy claras
de todos los que querían que se le pusiera fin al Gobierno del General Castro,
que se terminara aquella etapa de inseguridad, inestabilidad y provocación que
lo había caracterizado y encontraron en el General Gómez, al hombre llamado a
darle un giro a la política venezolana. Lo veían como una persona seria,
segura, calmada y menos impulsiva.
Cipriano Castro
traicionó el ideal nacional
La falsa y repetida versión de la
mal llamada “traición” del General Juan Vicente Gómez a su compadre el General Cipriano
Castro, demuestra la manera simple y ligera como algunos han pretendido
distorsionar y manipular nuestra historia.
La división interna de las fuerzas
castristas querían sacar al General Castro del poder por inepto. El General
Gómez, como Vice-Presidente encargado, se les adelantó, abortando sus planes
conspirativos con un golpe sin derramamiento de sangre que fue aclamado y tuvo
el respaldo popular.
Venezuela vivía una situación de
caos y anarquía, con nuestras relaciones exteriores quebrantadas. Los
venezolanos querían vivir en paz y el General Castro traicionó ese ideal. El
peor enemigo del General Cipriano Castro lo representó él mismo por su carácter
colérico y actitud irresponsable en el manejo de la administración del Estado.
El futuro y progreso de Venezuela
estaba por encima de cualquier compadrazgo y el Benemérito General Juan Vicente
Gómez puso fin, oportunamente, el 19 de diciembre de 1908, al estado de caos y
anarquía que amenazaba nuevamente al país.
Al respecto, escribió el historiador
Jorge Olavarría en su libro “Gómez, un enigma histórico”, lo siguiente:
“Se dice que Gómez llegó al poder
por el asalto de un traidor golpe de Estado e impuso su autoridad por la
cancelación arbitraria y opresiva del ejercicio de las libertades civiles y por
el miedo que ello infundía. Falso.
Gómez llegó al poder, el 19 de
diciembre de 1908, con inobjetable legalidad formal, y abrumadora legitimidad
sustantiva. En funciones de Vice-Presidente encargado de la Presidencia ejerció
sus atribuciones legales y decidió cambiar una política que llevaba a una peligrosa
confrontación externa. Gómez fue unánimemente aclamado en 1909, por todos
aquellos a quienes había combatido y derrotado. Esa fue su fortaleza”.
Jorge Olavarría
La situación
caótica del Gobierno del General Cipriano Castro
General Cipriano Castro.
La actitud irresponsable y
guerrerista de la política exterior del General Cipriano Castro nos llevó al
extremo de una posible agresión extranjera que tenía meses preparándose y que
amenazaba desmembrar y convertir a Venezuela en un protectorado o una colonia,
pero gracias a la oportuna acción del General Gómez, no sucedió. La seriedad de
su política exterior donde prevalecía la paz, confraternidad y armonía entre
las naciones logró evitarlo afortunadamente.
El acucioso historiador Jorge
Olavarría en su libro “Gómez un enigma histórico”, calificó como una
auténtica falacia decir que el golpe de Estado que llevó al General Juan
Vicente Gómez al poder, el 19 de diciembre de 1908, fue fraguado y posible por
el apoyo que le dieron los Estados Unidos, que atendieron su llamada y enviaron
sus barcos de guerra para apoyar el derrocamiento del Gobierno de Cipriano
Castro.
Olavarría en su libro explicó:
“Cuando Castro se marchó a Europa en noviembre de 1908, Venezuela tenía sus
relaciones diplomáticas rotas con Francia, Colombia, los Estados Unidos y
Holanda. Barcos de guerra ingleses y alemanes se preparaban para atacar y
bloquear nuestros puertos con la abierta aquiescencia de los Estados Unidos. La
presencia de barcos de los Estados Unidos en La Guaira, al día siguiente que
Gómez asumiera el mando, oportuna o inoportuna, necesaria o innecesaria según
se la vea, le vino a la historiografía marxista como anillo al dedo para casar
el hecho con su manera de interpretar y narrar la historia”.
Jorge Olavarría
Por tanto, representa una auténtica
mentira decir que el “imperio” norteamericano instaló al General Gómez en la
Presidencia de la República, cuando fueron los propios venezolanos los que lo
hicieron posible, necesario y deseado, hastiados de vivir en la anarquía del
pasado. La trasnochada historiografía marxista con su clásica demagogia y falso
nacionalismo siempre ha tergiversado los hechos utilizando argumentos falsos y
simplistas.
Lo cierto es que el General Juan
Vicente Gómez no permitió jamás que Venezuela se convirtiera en colonia de
ningún país, defendiendo nuestra soberanía con firmeza y sin caer en falso
patrioterismo. La prueba más evidente la representó la absoluta neutralidad de
Venezuela durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Señalaba al respecto
nuestro más connotado intelectual, el Dr. Arturo Uslar Pietri, lo siguiente:
“Cuando ocurrió la Primera Guerra
Mundial, los Estados Unidos tenían mucho interés en que los países latinoamericanos
se alinearan con ellos y declararan la guerra a Alemania. Esto prácticamente lo
hicieron todos, con muy raras excepciones o con ninguna, salvo la de Venezuela,
pues a pesar de todas las presiones imaginables de los Estados Unidos, Juan Vicente
Gómez mantuvo inalterablemente la neutralidad de aquel pequeño e indefenso
país”.
Es inobjetable la actitud
nacionalista, valiente, soberana e independiente que ejerció el General Juan
Vicente Gómez en la toma de sus decisiones, donde siempre prevaleció el
respeto, la armonía, la confraternidad y la paz entre las naciones.
Es importante recordar que el
Benemérito General Juan Vicente Gómez se dio el lujo de cancelar la totalidad
de la deuda externa e interna de Venezuela arrastrada desde la Independencia en
1930 como homenaje al Libertador Simón Bolívar, logrando nuestra emancipación
económica.
Durante el Gobierno del General Cipriano
Castro, la economía fiscal estaba amenazada en irremediable bancarrota, porque
el despilfarro escandaloso había empobrecido el erario público al extremo que
la Administración se hallaba incapacitada para dar cumplimiento a sus más
perentorios compromisos por sus irrefrenables intemperancias.
Debido a su falta de mesura
diplomática, las relaciones internacionales adquirieron nuevamente tono de
perjudicial violencia. En medio de aquella atmósfera de incertidumbre y general
descontento, sobrevino el recrudecimiento de la enfermedad del General Castro
como consecuencia de sus excesos.
Ya hacia las postrimerías de 1908;
los médicos le aconsejaron, para lograr mejor éxito, trasladarse a Alemania
donde sería sometido a una operación por el afamado cirujano especialista Dr.
Israel. Ante la emergencia, el General Cipriano Castro, dejó encargado del Gobierno
al Vice-Presidente General Juan Vicente Gómez.
El General Cipriano Castro se
embarcó por fin en La Guaira, el 24 de noviembre de 1908, pero cuando todavía
no se había perdido de vista el vapor francés “Guadaloupe”, comenzaron
las manifestaciones en la calle clamando por un cambio de rumbo en la política
nacional. El pueblo gritaba con fervor mueras al General Castro y vivas al
General Gómez.
La acción salvadora
del 19 de diciembre de 1908
Era público y notorio que existía un
plan para asesinar al General Juan Vicente Gómez, Presidente Encargado de la
República y el hecho obedecía a un telegrama cifrado que envió el General
Cipriano Castro desde Berlín para el Cónsul de Venezuela en Trinidad con ese
fin, concebido así: “La culebra se mata por la cabeza, prescindan de Gómez y
demás, escarmienten a Caracas”.
El plan para asesinar al General
Gómez era inminente, pero el Benemérito logró salvarse oportunamente,
descubriéndolo y abortándolo sin derramamiento de sangre. Querían matarlo en la
Casa Amarilla, pero el General Gómez, sin intimidarse, acudió a la cita de los
complotados en compañía de los Generales Félix Galavís, Graciliano Jaimes y
Leopoldo Baptista. Su primera acción fue dirigirse al cuartel de El Mamey en
donde se hizo reconocer por la tropa y ordenó la detención del General Juan de
Dios Angulo.
Posteriormente, el General Juan
Vicente Gómez, valerosamente, se presentó personalmente en la Casa Amarilla, el
19 de diciembre de 1908 a
las 8:30 a.m. Muy precipitadamente, empujó fuertemente la puerta hasta romperla
en uno de los salones y como no encontró a nadie, subió hacia el alto ordenando
a la policía y a varios oficiales, que no subieran y esperaran sus órdenes.
Al subir el General Gómez y develar
el macabro plan contra su vida, encontró a todos los complotados reunidos y les
gritó: “¡Dónde están los asesinos que quieren matarme!, aquí quien manda soy
yo”.
Inmediatamente, el General Pedro
María Cárdenas, Gobernador del Distrito Federal, intentó sacar su revólver para
matar al General Gómez, pero se anticipó la rápida reacción de éste,
propinándole un fuerte golpe en la cara, desarmándolo en el acto.
Se escucharon ruidos de golpes y
posteriormente entraron algunos soldados a la carrera, eran del Cuartel de San
Mauricio que se encontraban apoyando al General Gómez, quien les ordenó
inmediatamente poner presos al General Pedro María Cárdenas (Gobernador del
Distrito Federal), al Dr. Rafael López Baralt (Ministro de Relaciones
Interiores), al Dr. Rafael Garbiras Guzmán (Secretario de la Presidencia),
Julio H. Bermúdez y Maximiano Casanova (Jefe del Batallón Urdaneta).
El General Juan Vicente Gómez, con relación al
hecho, declaró en certificación publicada en el Archivo Histórico de
Miraflores, lo siguiente:
“Días antes de que llegase a mi
pleno conocimiento que se fraguaba un premeditado plan contra mi vida, reuní
algunos indicios de que el General Cipriano Castro venía cablegrafiando a esta
ciudad a algunas personas que se decían amigos de su confianza y miembros del
anterior Gabinete, los cuales cables venían por la Dirección General de
Telégrafos Nacionales, en clave numérica.
Acatando la obligaciones inherentes
al alto cargo que desempeño y en resguardo de mi persona, no vacilé en tomar el
19 en la mañana todas las medidas necesarias para la salvación de Venezuela y
sobre todo de esta culta población, ya que era positivo que ella debía sufrir
las consecuencias de tan insólito atentado.
A ese mismo plan, a esa cobardía
cuya calificación la dejo al juicio discreto y sano de los juzgadores, me le
enfrenté personalmente en los cuarteles y Casa de Gobierno, depuse a los que
iban a atentar contra mi existencia y luego los reduje a prisión, único modo de
salvar a mi Patria y de resguardar mi vida”.
Juan Vicente Gómez
*************
PROCLAMA DE
*************
PROCLAMA DE
JUAN VICENTE GÓMEZ
ENCARGADO DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA
A LOS VENEZOLANOS:
¡Compatriotas!
Ya sabéis que vine a desempeñar el Poder Ejecutivo Nacional, en virtud del
título legal previsto que invisto, sin ser empujado por ninguna ambición
personal. La Ley
me llamó al puesto, y desde el primer momento me di a conciliar las
aspiraciones populares con mis deberes públicos, procurando establecer un
régimen de garantías en consonancia con nuestras instituciones. He querido y
quiero para cada venezolano la efectividad de sus derechos, sin ser esta
aspiración concesión o merced, sino únicamente la imposición de la ley.
Pero mis
mejores intenciones y deseos han encontrado, desgraciadamente, un inexplicable
obstáculo en algunos pocos ciudadanos que llamándose íntimos amigos del
ciudadano General Cipriano Castro, no sólo se han atravesado en el camino de
mis deberes legales, sino que han bajado al antro de la conjuración y fraguado
contra mi vida el plan diabólico que hice abortar en la mañana de ayer, enfrentándome
a los mismos conjurados y reduciéndolos a prisión.
Al proceder
así, conciudadanos, no sólo he defendido mi vida, sino algo que vale más que mi
existencia personal, porque he procurado salvar el decoro y el prestigio de la
Magistratura que desempeño y aspiro a convertir en manantial de bienes para
todos los venezolanos.
Después de los
sucesos que acabo de narrar, he constituido un nuevo Gabinete, en el cual juzgo
representada la opinión pública de Venezuela. Con tales colaboradores pretendo
dar a mi Gobierno el carácter nacional que reviste, a ser efectivas las
garantías constitucionales, practicar la libertad en el seno del orden,
respetar la soberanía de los Estados, amparar las industrias contra odiosas
confabulaciones, buscar una decorosa y pacífica solución para todas las
contiendas internacionales, vivir vida de paz y de armonía y dejar que sólo la
ley impere con su indiscutible soberanía.
¡Venezolanos!
Tal son mis propósitos y los fines que aspiro a desarrollar al frente del
Gobierno; y como creo que ésta es la más solemne imposición del patriotismo,
pido y reclamo a todos los círculos políticos su apoyo moral y material para
que el acierto sea completo y universales los beneficios.
El régimen
legal que impera nos da derechos y nos impone deberes: ejerzamos aquéllos con
la moderación que reclama la austera democracia, y cumplamos éstos con
inquebrantable resolución. Tengamos presente que las violencias que inspiran
las pasiones desbordadas son el contrasentido de la civilización y que la mejor
fórmula de la República
es la que se encierra entre la modestia y el ardiente patriotismo.
Juan Vicente Gómez
Caracas, 19 de diciembre de 1908.
El 23 de enero de 1909, el Gral.
Cipriano Castro le escribió una histórica carta al General Juan Vicente Gómez
admitiendo y reconociendo su procedimiento y acción:
“Yo soy el primero en corresponder a
esa política que usted desarrolla, en la esperanza de que usted, más afortunado
que yo, haya logrado reunir bajo una sola bandera, bajo un solo ideal y bajo un
solo propósito a todos los círculos políticos, y a todos los hombres, inclusive
hasta aquellos que hasta ayer no más fueron nuestros enemigos, y que yo nunca
pude atraer al seno de la confraternidad y unión de todos los venezolanos”.
Cipriano Castro
Rómulo Gallegos apoyó la acción salvadora del General Gómez.
El escritor Rómulo Gallegos expresó
su entusiasmo y apoyo al General Gómez por el oportuno cambio de la política
irresponsable del General Castro en la revista “La Alborada”, el 31 de
enero de 1909:
“Solemne hora, decisiva para los
destinos de la patria es la que marca la actualidad. En el ambiente que ella ha
creado parecen advertirse las señales que anuncian el advenimiento de aquel
milagro político desde largo tiempo esperado como única solución eficaz del
complejo problema de nuestra nacionalidad republicana”.
Rómulo Gallegos
El historiador Jorge Olavarría en su
libro “Gómez un enigma histórico”, expresó la realidad del momento y el
cambio generado por la mano propulsora del General Gómez:
“Cipriano Castro, a quien nadie,
¡absolutamente nadie! defendió cuando se vio impedido de regresar, fue acusado,
juzgado y condenado, y formalmente suspendido del ejercicio de la Presidencia
por sentencia de la Alta Corte Federal y de Casación. Desde el momento que
Gómez asume el mando del país en diciembre de 1908, pone en práctica una
política diametralmente opuesta en todos los órdenes a la de Castro. Gómez no
complementó nada de lo que heredó de Castro: un país arruinado, degradado,
postrado, paralizado a punto de ser invadido y de reiniciar otro ciclo de
guerras”.
Jorge Olavarría
El General Cipriano Castro y su esposa Doña Zoila de Castro.
Doña Zoila de Castro, la abnegada
esposa del General Cipriano Castro, sufrió bastante por sus constantes desengaños
y malos tratos. Sin embargo, el General Gómez ayudó mucho a su comadre,
manteniendo un contacto discreto con ella, mientras se encontraba en el exilio
acompañando a su esposo.
El General Gómez, permanentemente le
enviaba a doña Zoila de Castro, con la mayor discreción, una cantidad mensual
para solventar sus necesidades y las del General Castro durante su exilio en
Puerto Rico.
Reconciliación del
Gobernador que intentó disparar contra el General Gómez, el 19 de diciembre
de 1908
A la izquierda: el General Pedro María Cárdenas. A la derecha: el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela.
Un hecho histórico muy poco
conocido, ejemplo de nobles sentimientos, lo representó el sincero
arrepentimiento y la reconciliación manifestada por el General Pedro María
Cárdenas en un telegrama dirigido al General Juan Vicente Gómez, el 25 de julio
de 1925, cuando se le permitió regresar del exilio, gracias a la amnistía
ordenada por el Benemérito, el 24 de julio de 1925.
Como se recordará, el General Pedro
María Cárdenas, siendo Gobernador del Distrito Federal, intentó disparar al
General Gómez cuando éste irrumpió en la Casa Amarilla para abortar el complot
orquestado en su contra por el gabinete castrista. Sin embargo, en un gesto de
hombre de palabra y lealtad a toda prueba, el antiguo enemigo del General
Gómez, quien pudo convertirse en su asesino aquella mañana del 19 de diciembre
de 1908, fue nombrado, posteriormente, Presidente de los Estados Táchira, Lara
y Sucre, siendo uno de los más fieles servidores del Gobierno del Benemérito
General Juan Vicente Gómez hasta su muerte, el 17 de diciembre de 1935.
El General Gómez no era hombre que
alimentaba rencores, porque en el fondo de su noble corazón conocía a los
hombres y olvidaba fácilmente las viejas acciones de sus enemigos cuando
cambiaban de actitud por el bien de la patria. Los históricos telegramas son
los siguientes:
De San Cristóbal a Maracay, el 25 de
julio de 1925. – Las 11 hs. a.m.
Señor General Juan Vicente Gómez.
Después de 15 años de ausencia
regreso a la Patria. La profunda emoción experimentada al pisar el suelo del
Táchira borró por completo las angustias pasadas.
Soldado de la Restauración, siento
orgullo de haber combatido triunfalmente a las órdenes del Gral. Castro y a las
de usted; pero, hoy, desaparecido el primero, prestaré gustoso mis servicios en
la era de la paz que usted preside.
Ardo en deseos de darle un abrazo de
reconciliación, como a mi antiguo Jefe y compañero.
De usted su afectísimo amigo,
Pedro María
Cárdenas.
De Maracay a San Cristóbal, el 27 de
julio de 1925. – Las 4 hs. p.m.
Señor General Pedro María Cárdenas.
Recibido. El Telegrama de usted, que
he leído con una verdadera complacencia, pone de relieve, a través del tiempo,
la entereza de su carácter y la lealtad en sus compromisos políticos.
Yo acepto sus ofrecimientos de
soldado y lleno de satisfacción lo incorporo en las filas de la Causa y puedo
desde luego asegurarle, porque así me lo dice mi conciencia, que en mí
encontrará usted al mismo antiguo Jefe y compañero.
Terminadas por designios
providenciales las luchas del pasado, yo lo espero con los brazos abiertos para
darnos el abrazo de reconciliación.
Su
amigo,
Juan Vicente Gómez
Dr. José Gil Fortoul.
A diferencia de su compadre, el
Benemérito General Juan Vicente Gómez dejó un país pacificado, organizado y
solvente como bien lo expuso el eminente Dr. José Gil Fortoul, señalando:
“El resultado se está viendo:
ninguna amenaza de disturbio interior, Relaciones Internacionales de cordial y
recíproca deferencia, puerta franca al capital extranjero, empresas venezolanas
que nacen vigorosas, Comercio floreciente, rentas en próspera progresión,
confianza unánime. El Presidente Gómez ha contraído con la Patria la obligación
de no volverla a dejar caer ni en la vieja lucha estéril, ni en las peligrosas
aventuras de ideólogos impacientes, ni en la ambición de personalismos
egoístas. El método administrativo que ha implantado con este noble fin, está
probado. Es ejemplo, el General Gómez, de lo que puede el buen sentido, la
voluntad decidida y el patriotismo práctico”.
José Gil Fortoul
El Benemérito General Juan Vicente
Gómez, el 19 de diciembre de 1908, transformó a Venezuela, rehabilitándola y
sacándola de la bancarrota a la solvencia; convirtiendo las enemistades internacionales
contraídas por su compadre el General Cipriano Castro en amistades cordiales;
estableciendo la paz y la industria donde reinaban la revolución y la
ociosidad.
Extirpó la criminalidad, metiendo en
cintura a los vagos, ladrones y bandoleros, obligándolos a trabajar. Con un
sistema de carreteras admirables, logró unir e integrar un esparcido grupo de
comunidades en una unidad nacional cuya divisa era: “Unión, Paz y Trabajo”.
Existía una gran paz, seguridad
personal y jurídica, donde los bienes de los ciudadanos eran respetados. Un
sobrante nacional de muchos millones. Crédito, prosperidad nacional y libertad
para emprender y gozar de los frutos del trabajo.
La oportuna y
decidida acción del General Juan Vicente Gómez, aclamada unánimemente aquel 19
de diciembre de 1908, salvó a Venezuela de una inminente agresión extranjera y
de repetir el terrible drama de la guerra civil hacia donde nos conducía,
irremediablemente, la demencial política de su compadre, el General Cipriano
Castro.