La terrible pandemia mundial de
la Gripe Española de 1918.
La Gripe
Española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el
mundo. Se desconoce la cifra exacta de la pandemia que es considerada la más
devastadora de la historia y que no entendió de
fronteras ni de clases sociales.
Aunque algunos investigadores
afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, muchos estudios
sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley, en
Kansas City (U.S.A.) el 4 de marzo de 1918, aunque ya en el otoño de
1917 se había producido una primera oleada en al menos 14 campamentos
militares.
Un investigador asegura que la
enfermedad apareció en el Condado de Haskell, Kansas City (U.S.A.) en abril de
1918. Y, en algún momento del verano de ese mismo año, este virus sufrió
una mutación o grupo de mutaciones que lo transformó en un agente
infeccioso letal; el primer caso confirmado de la mutación se dio el 22 de
agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraba la mitad de las
tropas estadounidenses Aliadas en la Primera Guerra Mundial.
Tras registrarse los primeros casos
en Europa la gripe pasó a España. Un país neutral en la I Guerra Mundial que
no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias
a diferencia de los otros países centrados en el conflicto bélico.
Ser el único país que se hizo eco
del problema provocó que la epidemia se conociese como la Gripe Española. Y a
pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8
millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.
Esta pandemia se dispersó por todo
el mundo como consecuencia de la movilización global de soldados con motivo de
la Primera Guerra Mundial que se desarrolló entre 1914 y 1918. La población mundial fue afectada en un rango del 5 al 20%.
La censura de la prensa y la falta de recursos
evitaron investigar el foco letal del virus. Ahora sabemos que fue causado por
un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1, en una
época donde la ciencia médica estaba limitada para atacar tanto infecciones
virales (como la gripe) como a infecciones bacterianas (como la neumonía). A
diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de
sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja
de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no
contaba con inmunidad natural.
Fiebre elevada, dolor de oídos,
cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales eran los síntomas propios de
esta enfermedad. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia
sucumbieron a una neumonía
bacteriana secundaria, ya que no había antibióticos
disponibles.
Sin embargo, un grupo murió
rápidamente después de la aparición de los primeros síntomas, a menudo con
hemorragia pulmonar aguda masiva o con edema pulmonar, y con frecuencia en
menos de cinco días. El mayor número de fallecidos ocurrió entre los meses de
octubre y noviembre de 1918.
En los cientos de autopsias
realizadas en el año 1918 los hallazgos patológicos primarios se limitaban al
árbol respiratorio por lo que los resultados se centraban en la insuficiencia
respiratoria, sin evidenciar la circulación de un virus.
Al no haber protocolos sanitarios
que seguir, los pacientes se agolpaban en espacios reducidos y sin ventilación
y los cuerpos en las morgues y los cementerios. Por aquel entonces se haría
popular la máscara de tela y gasa con las
que la población se sentía más tranquila, aunque fueran del todo inútiles.
En el verano de 1920 el virus desapareció
tal y como había llegado.
La Gripe Española es considerada la
pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en tan solo un año mató
a un número estimado entre 40 y 100 millones de personas.
ALĺ GÓMEZ VÍCTIMA DE LA PANDEMIA EN VENEZUELA
Coronel Alí Gómez Bello.
En Venezuela el primer registro de
la Gripe Española se presentó el 16 de octubre de 1918 en el puerto de La
Guaira, cuando se contabilizaron más de 40 soldados venezolanos infectados con
este virus. Al día siguiente, el Gobierno Nacional había totalizado más de 500
casos tan sólo en el Estado Vargas. La gripe rápidamente llegó a Caracas, tal
vez viajando por el ferrocarril Caracas-La Guaira. Los primeros casos se
manifestaron en la parroquia La Candelaria y luego se extendieron a lo largo de
la ciudad. Los síntomas eran tos, fiebre y mucha dificultad respiratoria, la
cual terminaba en neumonía necrotizante y (en muchos casos) la muerte.
El 21 de octubre de 1918, los
presidentes de los Estados Carabobo, Falcón, Cojedes y Bolívar, informaron
de nuevos casos de la gripe en cada una de sus jurisdicciones.
Finalmente, la epidemia de gripe llegó a los Estados Zulia, Táchira, Mérida y
Trujillo. En la ciudad de Caracas, la cifra de muertos y de contagiados por la
gripe incrementaba a la par de su expansión en el territorio nacional, tan solo
ese año fueron trasladados 1.665 cuerpos al Cementerio General del Sur. Este
escenario se repetía en la mayoría de los Estados.
Como medida de control, el Gobierno
del General Juan Vicente Gómez, instaló una Junta de Socorros Central en Caracas
que debía contar con una representación en cada parroquia y cada Estado de
Venezuela, con la finalidad articular las medidas sanitarias para erradicar
esta epidemia de gripe. Esta Junta estuvo precedida por el Dr. Luis Razetti,
quien a su vez era el secretario perpetuo de la Academia Nacional de Medicina.
Junta de Socorros del Distrito Federal, Venezuela. Sentados de izquierda a derecha: Jesús María Herrera Mendoza, Dr. Vicente Lecuna, Monseñor Felipe Rincón González, Santiago Vegas, Enrique Pérez Dupuy. Parados, de izquierda a derecha: Dr. Luis Razetti, Pbro. Dr. Rafael Lovera, Dr. Francisco A. Rísquez y Rafael Ángel Arráiz. Nota de la Dirección: En el momento de hacer tomar este grupo, estaba ausente el señor Dr. Rafael Requena, razón por la cual no aparece en él. Foto: Luis F. Toro. Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.
En Caracas, se establecieron
hospitales en casas de familias o en lugares públicos. Se prohibieron las
concentraciones públicas como fiestas y reuniones, incluso los niños dejaron de
ir a la escuela y no se oficiaron misas en las iglesias, Caracas estaba en
cuarentena.
Las opiniones médicas en
cuanto al diagnóstico y tratamiento se dividieron: Mientras unos recetaban
medicinas ampliamente conocidas en su época, otros recomendaban el aceite de
tártago, complementándolo con jarabe de ipecacuana y las infusiones de tilo con
cebada diluida en agua. El desconcierto, la diversidad de criterios y el apego
a lo cotidiano en la utilización de un remedio casero para la cura de la gripe,
fueron los efectos de una emergencia que tomó a todos por sorpresa y causó más
de 15.000 fallecidos en Venezuela en los tres meses que duró la pandemia.
Familiares cercanos al Presidente
Electo de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez,
fueron víctimas de la terrible pandemia, entre ellos, su hijo Alí Gómez Bello,
quien falleció, el 7 de noviembre de 1918 y su hermano Pedro César Gómez
Chacón, quien murió al día siguiente, el 8 de noviembre de 1918. Sus restos reposan en el
Panteón familiar en la ciudad de Maracay, Estado Aragua.
El Coronel Alí Gómez Bello falleció víctima de la gripe
española, el 7 de noviembre de 1918. Era hijo del General Juan Vicente Gómez y
Dionisia Bello. A su memoria se construyó el Panteón de Maracay. El busto en mármol es obra del escultor italiano Pietro Ceccarelli, realizado en Florencia, Italia.
Pedro César Gómez Chacón, falleció víctima de la gripe española,
el 8 de noviembre de 1918. Era hermano del General Juan Vicente Gómez.
NECROLOGÍA DE JUAN VICENTE
GÓMEZ A SU HIJO ALÍ
El Benemérito General Juan
Vicente Gómez y su amado hijo Alí.
7 de noviembre de 1918.
Allí se ve en esa tumba
reciente mi hijo Alí que ha descendido a ella, era la promesa de un gran
hombre, un carácter y un temple de romano, sus caminos fueron rectos, sus
aspiraciones grandes, no conoció el miedo, era mí persona con la misma grandeza
de alma y su temple de héroe, en quien su Padre expresaba un cimbre para su
nombre y una gloria para la patria.
Tuvo por su padre una
veneración extrema recia en él, su orgullo, su gloria, su idealidad y lo amaba
con dilección infinita.
Cuál será el dolor que ha
atravesado mi pecho abierto siempre a los afectos íntimos; con el único hijo
que he dormido, por él pensé no venir a la guerra del 23 de mayo. Era el único
que entraba a mi cuarto a todas horas. Cuando entramos donde había peligro iba
adelante, cuando tenía que montar alguna bestia la montaba él primero, cuando
andamos caminando me llevaba recostado a él para que yo no me cansara, era mi
chofer y un gran tirador.
Juan Vicente Gómez
Curiosa fotografía del Benemérito
General Juan Vicente Gómez luciendo barba, debido al cuidado y protección de la
pandemia de la Gripe Española de 1918.
EXTRACTO DEL MENSAJE DEL DR. VICTORINO MÁRQUEZ
BUSTILLOS, PRESIDENTE PROVISIONAL DE VENEZUELA, AÑO 1919
Cruz Roja Venezolana. Centro de Estudiantes. Foto:
Luis F. Toro. Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.
El Doctor Victorino Márquez
Bustillos, Presidente Provisional de Venezuela, en su Mensaje al país, el 30 de
abril de 1919, señaló en parte de su discurso, las acciones que fueron tomadas
con urgencia y celeridad para erradicar definitivamente la pandemia que azotó
al mundo.
A continuación, reproducimos un
extracto de su Mensaje en donde destaca
las importantes medidas que se tomaron para combatir la Gripe Española padecida
en 1918 por los venezolanos:
Motivo de duelo nacional fue la
muerte del Coronel Alí Gómez, hijo del Benemérito Presidente Electo de la
República y Jefe de la Causa, General Juan Vicente Gómez. La epidemia de
influenza que invadió a Venezuela hace poco y a la que me referiré en los
párrafos siguientes, ocasionó la muerte de aquel bizarro joven que no obstante
sus pocos años se había elevado por propios méritos a un alto rango en la
milicia y obtenido el nombramiento de Vicepresidente del Estado Aragua. El
Coronel Gómez contrajo la enfermedad porque, fiel cumplidor de las Ordenanzas
militares y animado de un característico desprecio al peligro, estuvo aliado de
sus tropas que padecían el mal auxiliándolas personalmente. El 7 de noviembre
dejó de existir aquel noble y valiente guerrero heredero de las virtudes
heroicas de su progenitor. El Ejército venezolano perdió en él a uno de sus más
brillantes jefes de Cuerpo. Desde su Comandante Supremo -que lo quería con el
afecto del padre justamente orgulloso de tal hijo y del superior bien penetrado
de las cualidades de tal subalterno- hasta los soldados, en las filas produjo
una conmoción dolorosísima a la muerte del Coronel Alí Gómez, porque nuestros
veteranos le profesaban cariño entrañable. Y no sólo el Ejército ha deplorado
tan inmensa desgracia. Si los elementos militares de la Causa de Diciembre
veían en el Jefe del Regimiento “Sucre” una legítima esperanza, también los
elementos civiles de ésta sabíamos que en el Vice-presidente de Aragua habían muchas
promesas halagüeñas para lo porvenir. La Rehabilitación Nacional nunca se
cansará de lamentar aquella muerte.
Luis López, chauffeur
de la agencia funeraria “La Equitativa”, cuya misión de conductor de cadáveres
al cementerio, en la semana trágica fue abrumadora. Foto: Luis F. Toro. Revista
“Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.
A mediados de octubre del año pasado
comenzó a azotamos el terrible flagelo de la peste conocida generalmente con el
nombre de influenza y que con carácter de pandemia ha recorrido el mundo. Para
dominar esta gran calamidad no se han omitido esfuerzos, y atento el Ejecutivo
Federal a los siempre oportunos y atinados consejos del Jefe de la Causa y
Presidente Electo de la República, General Juan Vicente Gómez, dictó todas las
medidas necesarias para combatir el mal. Previamente se nombró una Junta de
Socorros compuesta de miembros honorables de esta sociedad, presididos por el
Ilmo. y Rvdmo. Arzobispo de Caracas y Venezuela y se puso a su disposición la
suma de Bs. 800.000 para invertirlos en la eficaz campaña sanitaria que se
emprendió con tan plausible fin. Los resultados de esta lucha contra la cruel
enfermedad no se dejaron esperar y fue extirpada en Caracas como lo ha venido
siendo en todas las demás partes del país. Sólo unas semanas duraron en esta
Capital los estragos de la horrible epidemia, porque todos sus habitantes, sin
distinción de clases, secundaron la acción del Gobierno y atendieron a la
palabra del Jefe de la Rehabilitación para alistarse entre las filas de los
defensores de la salud pública. Como en Caracas, en los otros lugares de
Venezuela ha sido breve la duración del flagelo, pero son muchas sus víctimas y
grande el número de familias que visten luto por causa de aquella calamidad.
Con respecto al saneamiento de
nuestro territorio, que constituye el tercer capítulo de las Obras Públicas, a
que arriba me he referido, es asunto que ha venido preocupando al Gobierno en
grado sumo y acerca del cual ha elaborado recientemente el Ministerio del ramo
un vasto plan, que envuelve el propósito de llevar nuestro servicio de sanidad
a la altura que ha alcanzado esta importante materia en el mundo civilizado.
Carro-Ambulancia de la Policía. Foto: Luis F. Toro.
Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.
Para iniciar la ejecución de este
programa ha dictado el Ejecutivo Federal cuatro Decretos concernientes,
respectivamente, a la construcción de Estaciones de Cuarentena en las cercanías
de La Guaira y Puerto Cabello, a la fundación de un Hospital de Aislamiento en
los alrededores de la ciudad de Caracas, al establecimiento de una Oficina de
desinfección dependiente de la de Sanidad Nacional, y a la instalación de un
Horno Crematorio para efectuar la incineración de los desperdicios provenientes
del aseo urbano en la Capital de la República; asuntos todos, como se ve, de
vital importancia desde el punto de vista de la salud pública.
El primero de estos Decretos, que
dispone la construcción de Estaciones de Cuarentena en dos de nuestros
principales puertos, viene a satisfacer una necesidad pública reclamada ya
imperiosamente por las prácticas sanitarias que rigen hoy el comercio de las
naciones; y los otros, referentes al completo saneamiento de la ciudad de
Caracas, envuelven el propósito altamente progresista de llevar a esta ciudad a
la altura demarcada por el progreso moderno en este interesantísimo ramo, como
conviene a la importancia de la Capital de Venezuela y aun al mismo crédito del
país.
Y finalmente, como punto culminante
de este programa, en cuya realización se interesa primero que ninguno el
General Gómez, es del caso mencionar aquí el magno proyecto de las cloacas de
Caracas, que el Ministerio de Obras Públicas ha venido estudiando y preparando
en todos sus pormenores, para su próxima ejecución; obra de Ingeniería
sanitaria de grande aliento, que por su magnitud había sido irrealizable hasta
la fecha, y que constituye en el presente caso un magnífico complemento de las
obras hidráulicas realizadas recientemente en la ciudad, para aumentar y sanear
las aguas destinadas a su abastecimiento. Tal ha sido, descrita a grandes rasgos,
la ingente labor del Gobierno en el importante ramo de las Obras Públicas
durante el último año; en cuya relación se han omitido, naturalmente, multitud
de obras de valor secundario, así como también los pormenores y detalles de los
proyectos y de los trabajos realizados, los que se encontrarán, debidamente
especificados, en la Memoria respectiva.
VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS.
Miraflores, 30 de abril de
1919.
Coronel
Alí Gómez Bello.
El Coronel
Alí Gómez Bello, hijo del General Juan Vicente Gómez y Dionisia Bello, nació
el 27 de marzo de 1892 en la hacienda "La Mulera", ubicada en
San Antonio del Táchira. Sus hermanos fueron Josefa,
José Vicente, Flor de María, Graciela, Servilia y Gonzalo.
El Coronel Alí Gómez, fue vice-presidente del Edo.
Aragua y comandante del Regimiento Sucre N⁰ 2,
Miembro honorario del club de béisbol "Miranda B.B.C." (1918),
deportista, coleador y tirador.
Cuando la gran figura del toreo Juan Belmonte vino a Caracas (Venezuela), el 5 de
marzo de 1918, siendo contratado para torear cuatro corridas de toros en el
Circo Metropolitano de Caracas, por el empresario venezolano Eloy Pérez, el "Pasmo de Triana" estuvo tres meses viviendo en Maracay en la casa de
Alí Gómez, hijo del General Juan Vicente Gómez. En ese lugar comenzó la amistad del famoso
revolucionario del toreo con el Presidente de la República. Tal sería la
admiración y cariño de Belmonte por la figura del General Gómez, que hasta le
dedicó un capítulo completo, relatando cómo lo conoció en el magnífico libro
del escritor sevillano Manuel Chaves Nogales, "Juan Belmonte, Matador de Toros; su vida y hazañas", en
el capítulo XIX, titulado: "Juan
Belmonte en Venezuela. El cariño del General".
En parte
de sus recuerdos, Belmonte quedó impresionado por una faena campera realizada
por Alí Gómez, como habilidoso jinete, donde expresó lo siguiente:
"Al llegar a Venezuela desembarcamos
en Puerto Cabello, donde nos esperaban dos automóviles enviados por uno de los
hijos del Presidente de la República, General Gómez, para llevarnos
directamente a una finca suya de Maracay, y evitarnos así el tener que dar la
vuelta por La Guaira y Caracas.
En la finca del General Juan Vicente
Gómez nos recibieron dos hijos suyos, fuertes mocetones, muy aficionados a los
toros y a las faenas ganaderas, los cuales habían preparado una original
bienvenida a los toreros españoles.
Cuando los automóviles en que íbamos
llegaban a la finca, vimos a uno de los hijos del General, jinete en un
soberbio caballo, correr por el campo acosando a un novillo; iban a carrera
abierta la res y el caballo, cuando el jinete, haciendo una habilísima
maniobra, cogió por la penca del rabo al novillo, y con una destreza y una
fuerza sorprendentes lo volteó en el aire. Fue una bellísima escena campera,
que nos deslumbró.
Juan Vicente Gómez, riquísimo hacendado, General y Presidente de la
República de Venezuela, me tomó pronto un gran afecto. Amante del campo y de la
ganadería, le gustaba verme bregando con las reses en su finca. Allí se pasaba
los días contemplando cómo sus hijos y yo toreábamos y corríamos a caballo".
Como mencionamos anteriormente, el Coronel Alí Gómez, falleció en la ciudad de Maracay a la edad de 26 años, el 7 de noviembre de 1918, víctima de la Gripe Española.
El gran pintor venezolano, Tito Salas, realizó un hermoso cuadro de Alí Gómez, que actualmente se encuentra en la residencia caraqueña de La Casona.
EL PANTEÓN DE MARACAY
A la izquierda: Plano del Panteón del Coronel
Alí Gómez, fachada principal, 1919.
A la derecha: Plano del Panteón del
Coronel Alí Gómez, planta, 1919. Arquitecto: Antonio Malaussena. Caracas,
Colección MOB, Biblioteca Nacional.
La última
de las obras del gran arquitecto Antonio Malaussena fue el Mausoleo de Alí
Gómez en Maracay (1919) que, manteniendo el estilo «neobizantino» y «morisco»,
sería terminado después de su muerte. En conjunto, la obra de Malaussena
evidencia un marcado eclecticismo, típico de finales del siglo XIX y de
principios del siglo XX, junto con un notable dominio en el diseño de los
espacios y una alta capacidad constructiva, particularmente en las estructuras
de hierro, novedosas para la época.
El Panteón fue diseñado en principio
como homenaje a la memoria del Coronel Alí Gómez, hijo del General Juan Vicente
Gómez, quien falleció el 7 de noviembre de 1918 víctima de la terrible epidemia
de la gripe española. También reposan junto con los restos del Benemérito
General Juan Vicente Gómez, su hermano Pedro César, su hijo, el General José
Vicente Gómez Bello y otros familiares del extinto Pacificador y Emancipador
Económico de Venezuela.
El destacado escultor venezolano Lorenzo González realizó la hermosa figura en bronce del Ángel (1920), ubicado en el frontis que se
encuentra en la entrada principal del Panteón del General Juan Vicente Gómez y
los dos bronces alegóricos en recuerdo de su amado hijo Alí Gómez, que representan una escena de toros coleados y
una Parada Militar.
Bronce alegórico en recuerdo al
Coronel Alí Gómez, que representa una
escena de toros coleados. Obra realizada por el escultor Lorenzo González.
Bronce alegórico en recuerdo al
Coronel Alí Gómez, que representa una
parada militar ante su padre el General en Jefe Juan Vicente Gómez. Obra
realizada por el escultor Lorenzo González.
Hospital Militar Alí Gómez.
Ubicado en Maracay, Edo. Aragua, inaugurado en 1919.
Se publicó un libro con la compilación de todos los telegramas de condolencia recibidos
durante su fallecimiento. Igualmente, siempre fue recordada su memoria con especial cariño y afecto en las fechas aniversarias de su triste desaparición. A continuación, reproducimos algunas de ellas:
Panteón de la familia Gómez en
Maracay.
ALÍ GÓMEZ
Menesterosos quedaron huérfanos de aquel afecto que no consintió nunca
que en la mejilla del necesitado se secaran las lágrimas sin que su mano las
enjuagara solícita.
Por las bizarrías de su naturaleza, por las excelencias de su alma, y el
culto que profesaba al heroísmo y a la gloria, estaba su juventud llamada a
florecer en predio de fama bienhechora para la patria y para sus semejantes.
En el cuarto aniversario de su muerte, la amistad ha renovado ante su
tumba la justas deploraciones que ha causado su desaparición; lluvia de rosas y
de lágrimas fervientes y sinceras han refrescado la tierra que encubre los
despojos de su gallarda juventud, caída en hora infausta para la patria y el
hogar; y su nombre ha tenido en los labios agradecidos de cuanto sintieran el
calor de su afecto, bendiciones.
Hasta el honorable hogar de que fue orgullo y gala, hacemos llegar los
sentimientos sinceros del dolor que siempre nos causará su dolorosa partida;
especializándolos en su honorable progenitor el Señor General Juan Vicente
Gómez.
(Publicado en la Revista
"Billiken", el 11 de noviembre de 1922).
ALÍ GÓMEZ
Cuán bella y cuán triste la memoria de aquellos cuya vida fue derramando
a manos llenas la generosa protección, cuyo trato fue sembrando el afecto
arraigado y profundo, y cuya existencia no puede recordarse sin sentir
admiración por la hidalguía de sus gestos, dignos de la tradición perdurable.
Así la memoria de aquel ilustre ciudadano, paradigma de las virtudes
caballerescas y del honor militar, que se llamó en vida el Coronel Alí Gómez,
arrebatado por la muerte en la flor de la edad, el 7 de noviembre de 1918.
De él con justicia pudo decirse que murió joven porque era amado de los
dioses. Gallardo y viril, de temperamento inquieto, vibrante, enamorado de la
naturaleza, de la fuerte vida de los campos, de los deportes, supo de la
emoción de domar un caballo cerril, de echarlo a volar tras el toro en fuga
hasta alcanzarlo y derribarlo en el arriesgado ejercicio del "coleo":
de atravesar un río a nado, por el placer de vencer la corriente impetuosa.
Gentil caballero en los salones, y para la franca amistad corazón de oro que se
daba ingenuamente sin reservas, todo generosidad y cordialidad, el Coronel Alí
Gómez está vivo en la memoria de cuantos le conocieron; y por eso ahora, en el
sexto aniversario de su sentida muerte, aún se llenan de pesadumbre los
espíritus, como el día en que, en horas de general consternación, fue una nueva
sombra en los espíritus la noticia infausta de la muerte del joven y brillante
militar cuya carrera venía a cortar la Parca con golpe implacable.
Unánime ha sido en la República el homenaje tributado por la amistad al
recuerdo del Coronel Gómez en este sexto aniversario de su fallecimiento; y en
todo el país han sido dispuestos solemnes funerales a su memoria, revistiendo
espléndida pompa y despertando un intenso y doloroso sentimiento en todas las
almas, especialmente los que le han consagrado en Maracay el afecto de su
amante progenitor y de sus demás deudos.
BILLIKEN, en estos momentos de tristísima remembranza por la
desaparición en hora aciaga de su nunca olvidado buen amigo Alí, se une, de
manera especial, a su padre el Benemérito General Juan Vicente Gómez,
Presidente Constitucional de la República; a sus hermanos, el General José
Vicente Gómez, Vicepresidente de la República e Inspector General del Ejército
Nacional, y Coronel Gonzalo Gómez, y renueva su condolencia a todos los demás
miembros de la honorable familia del extinto, con quienes BILLIKEN tiene
empeñada su más franca y respetuosa amistad.
(Publicado en la Revista
"Billiken", el 8 de noviembre de 1924).
ALÍ GÓMEZ
Hace hoy siete años que de súbito y desconcertantemente cayó la tiniebla
definitiva sobre aquella primavera de vida e intensa luz de esperanza que se
llamó el Coronel Alí Gómez. Corren frescas todavía las lágrimas de la familia,
de la sociedad y de la Patria sobre la tumba que guarda las cenizas de quien
supo honrar bizarramente al nombre y al hombre, bello y valiente ejemplar
varonil fue él: fuerte, sano, robusto, inteligente, culto, generoso, risueño de
vida, vibrante de promesas, señor, en todo momento y en cualesquiera
circunstancias, de la amplitud del concepto de hombre: querido y respetado de
los hombres, adorado por los humildes, bendecido por los menesterosos. Es
insondable la herida causada por esa muerte en el amplio y amoroso corazón del
ilustre padre amantísimo de su digno vástago, que la tormenta aciaga de la
fatalidad suprimió un día de la visión halagϋeña de sus ilusiones y de su
legítimo orgullo de progenitor y profesor de hombría. A él, el Benemérito
General Juan Vicente Gómez, a la madre amantísima que llora eternamente la
ausencia de su hijo, a sus hermanos señores General José Vicente Gómez y Coronel
Gonzalo Gómez, y a toda la honorable familia de Alí, renovamos en este
aniversario la expresión ingenua de nuestro dolor, al consignar este recuerdo
doloroso a la memoria de nuestro por siempre desaparecido y dilecto amigo.
(Publicado en la Revista "Billiken", el 1 de noviembre de 1925).
ALÍ GÓMEZ
Un nuevo año caerá sobre la tumba del Coronel Alí Gómez el día 7 del
actual: Empero ni su nombre ni su grata memoria rodarán a la cima del olvido
pues en su breve y gallarda juventud malograda supo hacerse grato a cuantos a
él se llegaron: a todos supo extender su mano de amigo, y la tuvo siempre
presta a la dádiva que le pedía el menesteroso.
Sus días fueron tan cortos como brillantes, y por eso al extinguirse
aquella vida primaveral, en medio de las calamitosas circunstancias del flagelo
tremendo de 1918, la noticia de su muerte corrió causando el natural dolor que
ya existía en muchos hogares venezolanos visitados por la Intrusa.
Por las felices circunstancias que le rodeaban fue una lástima y una
verdadera pérdida para la Patria, a la que amaba, su desaparición del mundo
donde su juventud gloriosa iba a adquirir alta prestancia.
El día 7 se renovará el dolor en el pecho de su padre el Benemérito
General Juan Vicente Gómez, hermanos y demás familia, en quienes la memoria de
Alí es imperecedera, y para con todos ellos cumplimos con el grave dolor de
renovar nuestro pésame sentido.
(Publicado en la Revista
"Billiken", el 6 de noviembre de 1926).
El señor Carlos Márquez Mármol, destacado hombre del deporte en
Venezuela, cuyo seudónimo era "Oscar Metre", en la revista "Billiken",
escribió unas sentidas palabras dedicadas al Coronel Alí Gómez:
DEPORTES
AÑORANZA.
No quiero pasar adelante, ya que de deportivismo hemos tratado, sin
dedicar un recuerdo cariñoso en el 8° aniversario de su partida, a la memoria
de uno de los más fervorosos cultores del deporte nacional, gallardo adalid,
que pletórico de energías, sonrió a la vida con su frente coronada de rosas, y
cuyo nombre bendecido, es como el eco de una música triste que arrulla nuestra
melancolía Alí Gómez.
Me parece que ayer nomás lo veía correr, muchacho alegre y vigoroso
sobre el verde musgo del recordado campo de San Bernardino, luciendo sus
excelencias deportivas en medio de la charla amena y el abrazo fraternal de sus
compañeros de triunfo; sin pensar ni remotamente en la dolorosa verdad de lo
fugaz que es la vida; ¡Quién fuera formidable visionario para leer en el cielo
de la juventud los dolores y las alegrías que nos reserva el porvenir! ¿Y para
qué, si todo va a su fin?
Aquellos, como Alí, partiendo al más allá en la fresca mañana de la
vida, y nosotros, viendo con nuestros propios ojos como nuestra juventud
acelera su derrota bajo la guadaña exterminadora de los tiempos.
Después de este pequeño tributo de justiciero recuerdo al campeón y al
amigo tempranamente desaparecido, debo confesar, que me ha quedado una tristeza
tan profunda en el espíritu, que no sé de que seguir tratando, si de lágrimas o
si de sonrisas. Mejor será optar por este último camino, ya que muchas veces el
rostro ríe con el corazón adolorido.
OSCAR METRE
(Publicado en la Revista
"Billiken", el 6 de noviembre de 1926).