sábado, 28 de marzo de 2020

LA PERSONALIDAD DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ


El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, en el Palacio de Miraflores, Caracas, 1934.

(De la Revista "Ibérica", New York, Diciembre 1933).

Pocos ejemplos de virilidad fuerte presenta la historia, comparables al del General Juan Vicente Gómez. Es uno de esos hombres nacidos para ejercer influencia sobre los demás, y dar con su capacidad intrínseca imposible de describir o de localizar, organización a las actividades de un pueblo. Su personalidad más que nada es indudablemente la encarnación de un carácter, dotado de todas las cualidades, aparentes u ocultas, que determinan el poder de un hombre sobre otros.

El General Gómez nació en San Antonio del Táchira el 24 de julio de 1857. Miembro de una familia de agricultores y ganaderos, desde niño se acostumbró al trabajo y se hizo experto en esas labores. Su perseverancia, su consagración constante a la tarea, y su incansable energía, le permitieron aumentar sus propiedades, fundos heredados de sus padres.

En las luchas políticas en otro tiempo frecuentes en Venezuela, tocó al General Gómez tomar parte a favor de la causa de sus convicciones; su don de mando le hizo prontamente sobresalir, y cuando se llevó a cabo el movimiento revolucionario que encabezó el General Cipriano Castro en 1899, al General Gómez le cupo desempeñar un papel activo e importante en él, que le destacó más aún entre sus copartidarios; de modo que más tarde llegó a ocupar el alto cargo de Vicepresidente de la República.

De 1901 a 1903, el General Gómez, como Jefe del Ejército, combatió personalmente contra un numeroso grupo de caudillos que pretendían debelar el Gobierno constituido, tuvo múltiples ocasiones de dar pruebas de su valor y su talento como estratega militar, y acabó derrotando a todos los enemigos del gobierno, estableciendo la paz en Venezuela sobre bases inconmovibles. De entonces a esta época lleva ya la nación treinta años de paz genuina.

En 1908 se encargó el General Gómez de la Presidencia de la República. El 19 de este mes se cumplen, pues 25 años, durante los cuales ha dirigido sabiamente los destinos de Venezuela, como lo prueba el enorme progreso que ella ha alcanzado en ese cuarto de siglo.

Sería muy largo analizar todas las fases de la vida venezolana a donde el General Gómez ha llevado su portentosa actividad; pero en la obra general se destacan algunos rasgos más sobresalientes que se pueden enumerar:

La modernización del Ejército Nacional, convertido en un fuerte y disciplinado organismo capaz de mantener el orden, ha sido sin duda el acto de mayor trascendencia, que garantiza la paz del país. La construcción de vías de comunicación, principalmente una extensa red de carreteras que vinculan unas a otras las diferentes secciones, ha servido, al propio tiempo que como medida de alta estrategia militar, para desarrollar la agricultura, la industria y el comercio en general. El fomento de otras obras públicas, dedicando parte considerable del Presupuesto para impulsarlas, ha proporcionado abundante trabajo a los obreros. El General Gómez es amigo sincero de los hombres de trabajo; para ayudar a las masas de trabajadores hizo que se creara el Banco Obrero, que hace préstamos a los artesanos para la compra de habitaciones, a largos plazos y a un tipo de interés muy moderado; para los ganadores y agricultores, hizo que se organizara el Banco Agrícola y Pecuario, importantísimo instituto de crédito que hace también cuantiosas y frecuentes operaciones a largos plazos y a bajo interés. Ha protegido la agricultura y la cría de ganados, industrias básicas para Venezuela, eliminando los impuestos que pesaban sobre las exportaciones. Ha decretado la construcción del puerto de Turiamo, obra gigantesca que traerá grandes beneficios al comercio del país.

El programa de Gobierno del General Gómez, bajo el lema de "Unión, Paz y Trabajo", ha establecido el crédito de la República sobre sólidos fundamentos. El resultado lógico de esto ha sido la llegada a Venezuela del capital extranjero, que ha desarrollado una industria tan importante como la del petróleo, y la inversión sin timidez del capital venezolano en muchas industrias, que han contado con el apoyo y la garantía de un Gobierno estable.

El General Gómez canceló por completo la deuda externa de Venezuela, viniendo así a poner al país en una situación excepcionalmente ventajosa, en los precisos momentos en que casi todas las naciones del mundo se ven agobiadas bajo el peso de cuantiosísimas deudas que no pueden cumplir. La deuda de Venezuela se había venido acumulando desde los tiempos de la Independencia, hasta cuando el General Gómez dio un ejemplo práctico de cómo se puede introducir orden en las finanzas de un Estado. La situación del Fisco venezolano es hoy tan sólida, que fácilmente podría el Presidente, si quisiese, cancelar también del todo la deuda interna, medida que no ha juzgado conveniente adoptar todavía.

Durante el tiempo de Gobierno del General Gómez, Venezuela ha mantenido relaciones cordiales con todas las naciones; y a tiempo que propende por la buena armonía de su país con los demás, en el interior estimula la instrucción pública y prepara debidamente a los venezolanos para que sean buenos ciudadanos.

De 1908 a 1933 la rentas públicas, a la par que el presupuesto de la nación, se han triplicado; y el comercio exterior es como ocho veces más grande de lo que era cuando el General Gómez se hizo cargo del Gobierno. El superávit en la Tesorería, el 15 de abril de 1933, ascendía a la suma de Bs. 68.385.677,97.

Con pruebas elocuentes ha demostrado el General Juan Vicente Gómez ser un estadista y hombre de Gobierno; pero a esos calificativos, lo mismo que el también merecido de sobresaliente militar, él prefiere otro, que considera le corresponde antes que todo: el de hombre de trabajo.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 2 de marzo de 1934).

martes, 17 de marzo de 2020

LA GRIPE ESPAÑOLA DEL AÑO 1918 EN VENEZUELA


La terrible pandemia mundial de la Gripe Española de 1918.

La Gripe Española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce la cifra exacta de la pandemia que es considerada la más devastadora de la historia y que no entendió de fronteras ni de clases sociales.

Aunque algunos investigadores afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, muchos estudios sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley, en Kansas City (U.S.A.) el 4 de marzo de 1918, aunque ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada en al menos 14 campamentos militares.

Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el Condado de Haskell, Kansas City (U.S.A.) en abril de 1918. Y, en algún momento del verano de ese mismo año, este virus sufrió una mutación o grupo de mutaciones que lo transformó en un agente infeccioso letal; el primer caso confirmado de la mutación se dio el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraba la mitad de las tropas estadounidenses Aliadas en la Primera Guerra Mundial.

Tras registrarse los primeros casos en Europa la gripe pasó a España. Un país neutral en la I Guerra Mundial que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias a diferencia de los otros países centrados en el conflicto bélico.

Ser el único país que se hizo eco del problema provocó que la epidemia se conociese como la Gripe Española. Y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.

Esta pandemia se dispersó por todo el mundo como consecuencia de la movilización global de soldados con motivo de la Primera Guerra Mundial que se desarrolló entre 1914 y 1918. La población mundial fue afectada en un rango del 5 al 20%.

La censura de la prensa y la falta de recursos evitaron investigar el foco letal del virus. Ahora sabemos que fue causado por un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1, en una época donde la ciencia médica estaba limitada para atacar tanto infecciones virales (como la gripe) como a infecciones bacterianas (como la neumonía). A diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural.

Fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales eran los síntomas propios de esta enfermedad. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia sucumbieron a una neumonía bacteriana secundaria, ya que no había antibióticos disponibles.

Sin embargo, un grupo murió rápidamente después de la aparición de los primeros síntomas, a menudo con hemorragia pulmonar aguda masiva o con edema pulmonar, y con frecuencia en menos de cinco días. El mayor número de fallecidos ocurrió entre los meses de octubre y noviembre de 1918.

En los cientos de autopsias realizadas en el año 1918 los hallazgos patológicos primarios se limitaban al árbol respiratorio por lo que los resultados se centraban en la insuficiencia respiratoria, sin evidenciar la circulación de un virus.

Al no haber protocolos sanitarios que seguir, los pacientes se agolpaban en espacios reducidos y sin ventilación y los cuerpos en las morgues y los cementerios. Por aquel entonces se haría popular la máscara de tela y gasa con las que la población se sentía más tranquila, aunque fueran del todo inútiles.

En el verano de 1920 el virus desapareció tal y como había llegado.

La Gripe Española es considerada la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en tan solo un año mató a un número estimado entre 40 y 100 millones de personas.

ALĺ GÓMEZ VÍCTIMA DE LA PANDEMIA EN VENEZUELA

Coronel Alí Gómez Bello.

En Venezuela el primer registro de la Gripe Española se presentó el 16 de octubre de 1918 en el puerto de La Guaira, cuando se contabilizaron más de 40 soldados venezolanos infectados con este virus. Al día siguiente, el Gobierno Nacional había totalizado más de 500 casos tan sólo en el Estado Vargas. La gripe rápidamente llegó a Caracas, tal vez viajando por el ferrocarril Caracas-La Guaira. Los primeros casos se manifestaron en la parroquia La Candelaria y luego se extendieron a lo largo de la ciudad. Los síntomas eran tos, fiebre y mucha dificultad respiratoria, la cual terminaba en neumonía necrotizante y (en muchos casos) la muerte.

El 21 de octubre de 1918, los presidentes de los Estados Carabobo, Falcón, Cojedes y Bolívar, informaron de nuevos casos de la gripe en cada una de sus jurisdicciones. Finalmente, la epidemia de gripe llegó a los Estados Zulia, Táchira, Mérida y Trujillo. En la ciudad de Caracas, la cifra de muertos y de contagiados por la gripe incrementaba a la par de su expansión en el territorio nacional, tan solo ese año fueron trasladados 1.665 cuerpos al Cementerio General del Sur. Este escenario se repetía en la mayoría de los Estados.

Como medida de control, el Gobierno del General Juan Vicente Gómez, instaló una Junta de Socorros Central en Caracas que debía contar con una representación en cada parroquia y cada Estado de Venezuela, con la finalidad articular las medidas sanitarias para erradicar esta epidemia de gripe. Esta Junta estuvo precedida por el Dr. Luis Razetti, quien a su vez era el secretario perpetuo de la Academia Nacional de Medicina.


Junta de Socorros del Distrito Federal, Venezuela. Sentados de izquierda a derecha: Jesús María Herrera Mendoza, Dr. Vicente Lecuna, Monseñor Felipe Rincón González, Santiago Vegas, Enrique Pérez Dupuy. Parados, de izquierda a derecha: Dr. Luis Razetti, Pbro. Dr. Rafael Lovera, Dr. Francisco A. Rísquez y Rafael Ángel Arráiz. Nota de la Dirección: En el momento de hacer tomar este grupo, estaba ausente el señor Dr. Rafael Requena, razón por la cual no aparece en él. Foto: Luis F. Toro. Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.

En Caracas, se establecieron hospitales en casas de familias o en lugares públicos. Se prohibieron las concentraciones públicas como fiestas y reuniones, incluso los niños dejaron de ir a la escuela y no se oficiaron misas en las iglesias, Caracas estaba en cuarentena.

Las opiniones médicas en cuanto al diagnóstico y tratamiento se dividieron: Mientras unos recetaban medicinas ampliamente conocidas en su época, otros recomendaban el aceite de tártago, complementándolo con jarabe de ipecacuana y las infusiones de tilo con cebada diluida en agua. El desconcierto, la diversidad de criterios y el apego a lo cotidiano en la utilización de un remedio casero para la cura de la gripe, fueron los efectos de una emergencia que tomó a todos por sorpresa y causó más de 15.000 fallecidos en Venezuela en los tres meses que duró la pandemia.

Familiares cercanos al Presidente Electo de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, fueron víctimas de la terrible pandemia, entre ellos, su hijo Alí Gómez Bello, quien falleció, el 7 de noviembre de 1918 y su hermano Pedro César Gómez Chacón, quien murió al día siguiente, el 8 de noviembre de 1918. Sus restos reposan en el Panteón familiar en la ciudad de Maracay, Estado Aragua.

El Coronel Alí Gómez Bello falleció víctima de la gripe española, el 7 de noviembre de 1918. Era hijo del General Juan Vicente Gómez y Dionisia Bello. A su memoria se construyó el Panteón de Maracay. El busto en mármol es obra del escultor italiano Pietro Ceccarelli, realizado en Florencia, Italia.

Pedro César Gómez Chacón, falleció víctima de la gripe española, el 8 de noviembre de 1918. Era hermano del General Juan Vicente Gómez.

NECROLOGÍA DE JUAN VICENTE GÓMEZ A SU HIJO ALÍ


El Benemérito General Juan Vicente Gómez y su amado hijo Alí.

7 de noviembre de 1918.

Allí se ve en esa tumba reciente mi hijo Alí que ha descendido a ella, era la promesa de un gran hombre, un carácter y un temple de romano, sus caminos fueron rectos, sus aspiraciones grandes, no conoció el miedo, era mí persona con la misma grandeza de alma y su temple de héroe, en quien su Padre expresaba un cimbre para su nombre y una gloria para la patria.

Tuvo por su padre una veneración extrema recia en él, su orgullo, su gloria, su idealidad y lo amaba con dilección infinita.

Cuál será el dolor que ha atravesado mi pecho abierto siempre a los afectos íntimos; con el único hijo que he dormido, por él pensé no venir a la guerra del 23 de mayo. Era el único que entraba a mi cuarto a todas horas. Cuando entramos donde había peligro iba adelante, cuando tenía que montar alguna bestia la montaba él primero, cuando andamos caminando me llevaba recostado a él para que yo no me cansara, era mi chofer y un gran tirador.

Juan Vicente Gómez

Curiosa fotografía del Benemérito General Juan Vicente Gómez luciendo barba, debido al cuidado y protección de la pandemia de la Gripe Española de 1918. 

EXTRACTO DEL MENSAJE DEL DR. VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS, PRESIDENTE PROVISIONAL DE VENEZUELA, AÑO 1919


Cruz Roja Venezolana. Centro de Estudiantes. Foto: Luis F. Toro. Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.

El Doctor Victorino Márquez Bustillos, Presidente Provisional de Venezuela, en su Mensaje al país, el 30 de abril de 1919, señaló en parte de su discurso, las acciones que fueron tomadas con urgencia y celeridad para erradicar definitivamente la pandemia que azotó al mundo.

A continuación, reproducimos un extracto de su Mensaje en donde  destaca las importantes medidas que se tomaron para combatir la Gripe Española padecida en 1918 por los venezolanos:

Motivo de duelo nacional fue la muerte del Coronel Alí Gómez, hijo del Benemérito Presidente Electo de la República y Jefe de la Causa, General Juan Vicente Gómez. La epidemia de influenza que invadió a Venezuela hace poco y a la que me referiré en los párrafos siguientes, ocasionó la muerte de aquel bizarro joven que no obstante sus pocos años se había elevado por propios méritos a un alto rango en la milicia y obtenido el nombramiento de Vicepresidente del Estado Aragua. El Coronel Gómez contrajo la enfermedad porque, fiel cumplidor de las Ordenanzas militares y animado de un característico desprecio al peligro, estuvo aliado de sus tropas que padecían el mal auxiliándolas personalmente. El 7 de noviembre dejó de existir aquel noble y valiente guerrero heredero de las virtudes heroicas de su progenitor. El Ejército venezolano perdió en él a uno de sus más brillantes jefes de Cuerpo. Desde su Comandante Supremo -que lo quería con el afecto del padre justamente orgulloso de tal hijo y del superior bien penetrado de las cualidades de tal subalterno- hasta los soldados, en las filas produjo una conmoción dolorosísima a la muerte del Coronel Alí Gómez, porque nuestros veteranos le profesaban cariño entrañable. Y no sólo el Ejército ha deplorado tan inmensa desgracia. Si los elementos militares de la Causa de Diciembre veían en el Jefe del Regimiento “Sucre” una legítima esperanza, también los elementos civiles de ésta sabíamos que en el Vice-presidente de Aragua habían muchas promesas halagüeñas para lo porvenir. La Rehabilitación Nacional nunca se cansará de lamentar aquella muerte.


Luis López, chauffeur de la agencia funeraria “La Equitativa”, cuya misión de conductor de cadáveres al cementerio, en la semana trágica fue abrumadora. Foto: Luis F. Toro. Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.

A mediados de octubre del año pasado comenzó a azotamos el terrible flagelo de la peste conocida generalmente con el nombre de influenza y que con carácter de pandemia ha recorrido el mundo. Para dominar esta gran calamidad no se han omitido esfuerzos, y atento el Ejecutivo Federal a los siempre oportunos y atinados consejos del Jefe de la Causa y Presidente Electo de la República, General Juan Vicente Gómez, dictó todas las medidas necesarias para combatir el mal. Previamente se nombró una Junta de Socorros compuesta de miembros honorables de esta sociedad, presididos por el Ilmo. y Rvdmo. Arzobispo de Caracas y Venezuela y se puso a su disposición la suma de Bs. 800.000 para invertirlos en la eficaz campaña sanitaria que se emprendió con tan plausible fin. Los resultados de esta lucha contra la cruel enfermedad no se dejaron esperar y fue extirpada en Caracas como lo ha venido siendo en todas las demás partes del país. Sólo unas semanas duraron en esta Capital los estragos de la horrible epidemia, porque todos sus habitantes, sin distinción de clases, secundaron la acción del Gobierno y atendieron a la palabra del Jefe de la Rehabilitación para alistarse entre las filas de los defensores de la salud pública. Como en Caracas, en los otros lugares de Venezuela ha sido breve la duración del flagelo, pero son muchas sus víctimas y grande el número de familias que visten luto por causa de aquella calamidad.

Con respecto al saneamiento de nuestro territorio, que constituye el tercer capítulo de las Obras Públicas, a que arriba me he referido, es asunto que ha venido preocupando al Gobierno en grado sumo y acerca del cual ha elaborado recientemente el Ministerio del ramo un vasto plan, que envuelve el propósito de llevar nuestro servicio de sanidad a la altura que ha alcanzado esta importante materia en el mundo civilizado.


Carro-Ambulancia de la Policía. Foto: Luis F. Toro. Revista “Actualidades”, el 8 de diciembre de 1918.

Para iniciar la ejecución de este programa ha dictado el Ejecutivo Federal cuatro Decretos concernientes, respectivamente, a la construcción de Estaciones de Cuarentena en las cercanías de La Guaira y Puerto Cabello, a la fundación de un Hospital de Aislamiento en los alrededores de la ciudad de Caracas, al establecimiento de una Oficina de desinfección dependiente de la de Sanidad Nacional, y a la instalación de un Horno Crematorio para efectuar la incineración de los desperdicios provenientes del aseo urbano en la Capital de la República; asuntos todos, como se ve, de vital importancia desde el punto de vista de la salud pública.

El primero de estos Decretos, que dispone la construcción de Estaciones de Cuarentena en dos de nuestros principales puertos, viene a satisfacer una necesidad pública reclamada ya imperiosamente por las prácticas sanitarias que rigen hoy el comercio de las naciones; y los otros, referentes al completo saneamiento de la ciudad de Caracas, envuelven el propósito altamente progresista de llevar a esta ciudad a la altura demarcada por el progreso moderno en este interesantísimo ramo, como conviene a la importancia de la Capital de Venezuela y aun al mismo crédito del país.

Y finalmente, como punto culminante de este programa, en cuya realización se interesa primero que ninguno el General Gómez, es del caso mencionar aquí el magno proyecto de las cloacas de Caracas, que el Ministerio de Obras Públicas ha venido estudiando y preparando en todos sus pormenores, para su próxima ejecución; obra de Ingeniería sanitaria de grande aliento, que por su magnitud había sido irrealizable hasta la fecha, y que constituye en el presente caso un magnífico complemento de las obras hidráulicas realizadas recientemente en la ciudad, para aumentar y sanear las aguas destinadas a su abastecimiento. Tal ha sido, descrita a grandes rasgos, la ingente labor del Gobierno en el importante ramo de las Obras Públicas durante el último año; en cuya relación se han omitido, naturalmente, multitud de obras de valor secundario, así como también los pormenores y detalles de los proyectos y de los trabajos realizados, los que se encontrarán, debidamente especificados, en la Memoria respectiva.

VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS.

Miraflores, 30 de abril de 1919.

Coronel Alí Gómez Bello.

El Coronel Alí Gómez Bello, hijo del General Juan Vicente Gómez y Dionisia Bello, nació el 27 de marzo de 1892 en la hacienda "La Mulera", ubicada en San Antonio del Táchira. Sus hermanos fueron Josefa, José Vicente, Flor de María, Graciela, Servilia y Gonzalo.

El Coronel Alí Gómez, fue vice-presidente del Edo. Aragua y comandante del Regimiento Sucre N 2, Miembro honorario del club de béisbol "Miranda B.B.C." (1918), deportista, coleador y tirador.

Cuando la gran figura del toreo Juan Belmonte vino a Caracas (Venezuela), el 5 de marzo de 1918, siendo contratado para torear cuatro corridas de toros en el Circo Metropolitano de Caracas, por el empresario venezolano Eloy Pérez, el "Pasmo de Triana" estuvo tres meses viviendo en Maracay en la casa de Alí Gómez, hijo del General Juan Vicente Gómez. En ese lugar comenzó la amistad del famoso revolucionario del toreo con el Presidente de la República. Tal sería la admiración y cariño de Belmonte por la figura del General Gómez, que hasta le dedicó un capítulo completo, relatando cómo lo conoció en el magnífico libro del escritor sevillano Manuel Chaves Nogales, "Juan Belmonte, Matador de Toros; su vida y hazañas", en el capítulo XIX, titulado: "Juan Belmonte en Venezuela. El cariño del General".

En parte de sus recuerdos, Belmonte quedó impresionado por una faena campera realizada por Alí Gómez, como habilidoso jinete, donde expresó lo siguiente:

"Al llegar a Venezuela desembarcamos en Puerto Cabello, donde nos esperaban dos automóviles enviados por uno de los hijos del Presidente de la República, General Gómez, para llevarnos directamente a una finca suya de Maracay, y evitarnos así el tener que dar la vuelta por La Guaira y Caracas.

En la finca del General Juan Vicente Gómez nos recibieron dos hijos suyos, fuertes mocetones, muy aficionados a los toros y a las faenas ganaderas, los cuales habían preparado una original bienvenida a los toreros españoles.

Cuando los automóviles en que íbamos llegaban a la finca, vimos a uno de los hijos del General, jinete en un soberbio caballo, correr por el campo acosando a un novillo; iban a carrera abierta la res y el caballo, cuando el jinete, haciendo una habilísima maniobra, cogió por la penca del rabo al novillo, y con una destreza y una fuerza sorprendentes lo volteó en el aire. Fue una bellísima escena campera, que nos deslumbró.

Juan Vicente Gómez, riquísimo hacendado, General y Presidente de la República de Venezuela, me tomó pronto un gran afecto. Amante del campo y de la ganadería, le gustaba verme bregando con las reses en su finca. Allí se pasaba los días contemplando cómo sus hijos y yo toreábamos y corríamos a caballo".

Como mencionamos anteriormente, el Coronel Alí Gómez, falleció en la ciudad de Maracay a la edad de 26 años, el 7 de noviembre de 1918, víctima de la Gripe Española.

El gran pintor venezolano, Tito Salas, realizó un hermoso cuadro de Alí Gómez, que actualmente se encuentra en la residencia caraqueña de La Casona.

EL PANTEÓN DE MARACAY

A la izquierda: Plano del Panteón del Coronel Alí Gómez, fachada principal, 1919. A la derecha: Plano del Panteón del Coronel Alí Gómez, planta, 1919. Arquitecto: Antonio Malaussena. Caracas, Colección MOB, Biblioteca Nacional.

La última de las obras del gran arquitecto Antonio Malaussena fue el Mausoleo de Alí Gómez en Maracay (1919) que, manteniendo el estilo «neobizantino» y «morisco», sería terminado después de su muerte. En conjunto, la obra de Malaussena evidencia un marcado eclecticismo, típico de finales del siglo XIX y de principios del siglo XX, junto con un notable dominio en el diseño de los espacios y una alta capacidad constructiva, particularmente en las estructuras de hierro, novedosas para la época. 

El Panteón fue diseñado en principio como homenaje a la memoria del Coronel Alí Gómez, hijo del General Juan Vicente Gómez, quien falleció el 7 de noviembre de 1918 víctima de la terrible epidemia de la gripe española. También reposan junto con los restos del Benemérito General Juan Vicente Gómez, su hermano Pedro César, su hijo, el General José Vicente Gómez Bello y otros familiares del extinto Pacificador y Emancipador Económico de Venezuela.

El destacado escultor venezolano Lorenzo González realizó la hermosa figura en bronce del Ángel (1920), ubicado en el frontis que se encuentra en la entrada principal del Panteón del General Juan Vicente Gómez y los dos bronces alegóricos en recuerdo de su amado hijo Alí Gómez, que  representan una escena de toros coleados y una Parada Militar. 

Bronce alegórico en recuerdo al Coronel Alí Gómez, que  representa una escena de toros coleados. Obra realizada por el escultor Lorenzo González.

Bronce alegórico en recuerdo al Coronel Alí Gómez, que  representa una parada militar ante su padre el General en Jefe Juan Vicente Gómez. Obra realizada por el escultor Lorenzo González.

Hospital Militar Alí Gómez. Ubicado en Maracay, Edo. Aragua, inaugurado en 1919.

Se publicó un libro con la compilación de todos los telegramas de condolencia recibidos durante su fallecimiento. Igualmente, siempre fue recordada su memoria con especial cariño y afecto en las fechas aniversarias de su triste desaparición. A continuación, reproducimos algunas de ellas:

Panteón de la familia Gómez en Maracay.


 ALÍ GÓMEZ

Menesterosos quedaron huérfanos de aquel afecto que no consintió nunca que en la mejilla del necesitado se secaran las lágrimas sin que su mano las enjuagara solícita.

Por las bizarrías de su naturaleza, por las excelencias de su alma, y el culto que profesaba al heroísmo y a la gloria, estaba su juventud llamada a florecer en predio de fama bienhechora para la patria y para sus semejantes.

En el cuarto aniversario de su muerte, la amistad ha renovado ante su tumba la justas deploraciones que ha causado su desaparición; lluvia de rosas y de lágrimas fervientes y sinceras han refrescado la tierra que encubre los despojos de su gallarda juventud, caída en hora infausta para la patria y el hogar; y su nombre ha tenido en los labios agradecidos de cuanto sintieran el calor de su afecto, bendiciones.

Hasta el honorable hogar de que fue orgullo y gala, hacemos llegar los sentimientos sinceros del dolor que siempre nos causará su dolorosa partida; especializándolos en su honorable progenitor el Señor General Juan Vicente Gómez.

(Publicado en la Revista "Billiken", el 11 de noviembre de 1922).

ALÍ GÓMEZ

Cuán bella y cuán triste la memoria de aquellos cuya vida fue derramando a manos llenas la generosa protección, cuyo trato fue sembrando el afecto arraigado y profundo, y cuya existencia no puede recordarse sin sentir admiración por la hidalguía de sus gestos, dignos de la tradición perdurable. Así la memoria de aquel ilustre ciudadano, paradigma de las virtudes caballerescas y del honor militar, que se llamó en vida el Coronel Alí Gómez, arrebatado por la muerte en la flor de la edad, el 7 de noviembre de 1918.

De él con justicia pudo decirse que murió joven porque era amado de los dioses. Gallardo y viril, de temperamento inquieto, vibrante, enamorado de la naturaleza, de la fuerte vida de los campos, de los deportes, supo de la emoción de domar un caballo cerril, de echarlo a volar tras el toro en fuga hasta alcanzarlo y derribarlo en el arriesgado ejercicio del "coleo": de atravesar un río a nado, por el placer de vencer la corriente impetuosa. Gentil caballero en los salones, y para la franca amistad corazón de oro que se daba ingenuamente sin reservas, todo generosidad y cordialidad, el Coronel Alí Gómez está vivo en la memoria de cuantos le conocieron; y por eso ahora, en el sexto aniversario de su sentida muerte, aún se llenan de pesadumbre los espíritus, como el día en que, en horas de general consternación, fue una nueva sombra en los espíritus la noticia infausta de la muerte del joven y brillante militar cuya carrera venía a cortar la Parca con golpe implacable.

Unánime ha sido en la República el homenaje tributado por la amistad al recuerdo del Coronel Gómez en este sexto aniversario de su fallecimiento; y en todo el país han sido dispuestos solemnes funerales a su memoria, revistiendo espléndida pompa y despertando un intenso y doloroso sentimiento en todas las almas, especialmente los que le han consagrado en Maracay el afecto de su amante progenitor y de sus demás deudos.

BILLIKEN, en estos momentos de tristísima remembranza por la desaparición en hora aciaga de su nunca olvidado buen amigo Alí, se une, de manera especial, a su padre el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente Constitucional de la República; a sus hermanos, el General José Vicente Gómez, Vicepresidente de la República e Inspector General del Ejército Nacional, y Coronel Gonzalo Gómez, y renueva su condolencia a todos los demás miembros de la honorable familia del extinto, con quienes BILLIKEN tiene empeñada su más franca y respetuosa amistad.

(Publicado en la Revista "Billiken", el 8 de noviembre de 1924).


ALÍ GÓMEZ

Hace hoy siete años que de súbito y desconcertantemente cayó la tiniebla definitiva sobre aquella primavera de vida e intensa luz de esperanza que se llamó el Coronel Alí Gómez. Corren frescas todavía las lágrimas de la familia, de la sociedad y de la Patria sobre la tumba que guarda las cenizas de quien supo honrar bizarramente al nombre y al hombre, bello y valiente ejemplar varonil fue él: fuerte, sano, robusto, inteligente, culto, generoso, risueño de vida, vibrante de promesas, señor, en todo momento y en cualesquiera circunstancias, de la amplitud del concepto de hombre: querido y respetado de los hombres, adorado por los humildes, bendecido por los menesterosos. Es insondable la herida causada por esa muerte en el amplio y amoroso corazón del ilustre padre amantísimo de su digno vástago, que la tormenta aciaga de la fatalidad suprimió un día de la visión halagϋeña de sus ilusiones y de su legítimo orgullo de progenitor y profesor de hombría. A él, el Benemérito General Juan Vicente Gómez, a la madre amantísima que llora eternamente la ausencia de su hijo, a sus hermanos señores General José Vicente Gómez y Coronel Gonzalo Gómez, y a toda la honorable familia de Alí, renovamos en este aniversario la expresión ingenua de nuestro dolor, al consignar este recuerdo doloroso a la memoria de nuestro por siempre desaparecido y dilecto amigo.

(Publicado en la Revista "Billiken", el 1 de noviembre de 1925).

ALÍ GÓMEZ

Un nuevo año caerá sobre la tumba del Coronel Alí Gómez el día 7 del actual: Empero ni su nombre ni su grata memoria rodarán a la cima del olvido pues en su breve y gallarda juventud malograda supo hacerse grato a cuantos a él se llegaron: a todos supo extender su mano de amigo, y la tuvo siempre presta a la dádiva que le pedía el menesteroso.

Sus días fueron tan cortos como brillantes, y por eso al extinguirse aquella vida primaveral, en medio de las calamitosas circunstancias del flagelo tremendo de 1918, la noticia de su muerte corrió causando el natural dolor que ya existía en muchos hogares venezolanos visitados por la Intrusa.

Por las felices circunstancias que le rodeaban fue una lástima y una verdadera pérdida para la Patria, a la que amaba, su desaparición del mundo donde su juventud gloriosa iba a adquirir alta prestancia.

El día 7 se renovará el dolor en el pecho de su padre el Benemérito General Juan Vicente Gómez, hermanos y demás familia, en quienes la memoria de Alí es imperecedera, y para con todos ellos cumplimos con el grave dolor de renovar nuestro pésame sentido.

(Publicado en la Revista "Billiken", el 6 de noviembre de 1926).

El señor Carlos Márquez Mármol, destacado hombre del deporte en Venezuela, cuyo seudónimo era "Oscar Metre", en la revista "Billiken", escribió unas sentidas palabras dedicadas al Coronel Alí Gómez:

DEPORTES

AÑORANZA.

No quiero pasar adelante, ya que de deportivismo hemos tratado, sin dedicar un recuerdo cariñoso en el 8° aniversario de su partida, a la memoria de uno de los más fervorosos cultores del deporte nacional, gallardo adalid, que pletórico de energías, sonrió a la vida con su frente coronada de rosas, y cuyo nombre bendecido, es como el eco de una música triste que arrulla nuestra melancolía Alí Gómez.

Me parece que ayer nomás lo veía correr, muchacho alegre y vigoroso sobre el verde musgo del recordado campo de San Bernardino, luciendo sus excelencias deportivas en medio de la charla amena y el abrazo fraternal de sus compañeros de triunfo; sin pensar ni remotamente en la dolorosa verdad de lo fugaz que es la vida; ¡Quién fuera formidable visionario para leer en el cielo de la juventud los dolores y las alegrías que nos reserva el porvenir! ¿Y para qué, si todo va a su fin?

Aquellos, como Alí, partiendo al más allá en la fresca mañana de la vida, y nosotros, viendo con nuestros propios ojos como nuestra juventud acelera su derrota bajo la guadaña exterminadora de los tiempos.

Después de este pequeño tributo de justiciero recuerdo al campeón y al amigo tempranamente desaparecido, debo confesar, que me ha quedado una tristeza tan profunda en el espíritu, que no sé de que seguir tratando, si de lágrimas o si de sonrisas. Mejor será optar por este último camino, ya que muchas veces el rostro ríe con el corazón adolorido.

OSCAR METRE

(Publicado en la Revista "Billiken", el 6 de noviembre de 1926).