María Rosa Molas, fundadora de
las Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación, cuya Congregación en Venezuela
fue protegida y ayudada por el Presidente de la República, General Juan Vicente
Gómez, después del fuerte terremoto que sacudió a Cumaná en 1929.
Colegio de “La Consolación” en Cumaná. Departamento de Comedores
y salones de recreo y clases. Foto: Luis F. Toro. Año 1929.
En momentos
de producirse la catástrofe, las alumnas internas y externas y las Madres que
regentan el plantel, se hallaban en la Capilla erigida hacia la derecha.
Formaban un conjunto de cerca de cien personas y todas resultaron ilesas a
pesar de haber sufrido notablemente dicha Capilla, cuyo pavimento quedó cubierto
por grandes fragmentos de concreto desprendidos del techo y de las paredes.
Las internas
han sido retiradas temporalmente del Instituto por sus padres. Las Reverendas
Madres buscaron asilo provisional en Barcelona, de donde pensaban regresar a su
lar nativo en España. Pero gesto munificente y oportuno del General Gómez ha
puesto a la disposición de ellas un moderno edificio en Maracay para la
reinstalación del Colegio, y ellas lo han aceptado bendiciendo la mano y el
corazón que así las ampara.
TELEGRAMAS DIRIGIDOS AL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
De Cumaná a Maracay. El 18 de enero de 1929. Las 5 hs.
p.m.
Señor General Juan Vicente Gómez, etc., etc., etc.
Las nueve
Hermanas que vinimos de España a servir el Colegio de esta ciudad, totalmente
destruido, en la mayor miseria.
Suplicamos
regalarnos los pasajes para España en el primer trasatlántico que salga. Dios
bendecirá su caridad.
Respetuosamente,
Madre Piedad de Vidiella.
De Maracay a Barcelona. El 19 de enero de 1929. Las 4
hs. 30 ms. p.m.
Señora Madre Piedad de Vidiella.
Recibido su
telegrama del 18 fechado en Cumaná. Es el deseo de que las nueve Hermanas que
dirigían el Colegio de la Consolación puedan continuar su labor educadora en
este país, me permito ofrecer a usted un edificio recién construido en esta
ciudad, propio para Colegio, y en el cual podrían ustedes instalarse
provisionalmente con las alumnas que las acompañan, si así lo desean los padres
o representantes de éstas, o quedar ustedes definitivamente en Maracay al
frente del Instituto.
Si aceptan
este ofrecimiento daría orden al vapor de guerra “Mariscal Sucre” de
conducirlas a Puerto Cabello.
Atento
servidor,
Juan Vicente Gómez.
De Barcelona a Maracay. El 22 de enero de 1929. Las 9
hs. 30 ms. a.m.
Señor General Juan Vicente Gómez, etc., etc., etc.
Recibido su
telegrama ofreciéndonos colegio.
Muy
agradecidas aceptamos, esperando el aviso de la llegada del vapor para
embarcarnos.
Elevamos
votos al Cielo por tanta munificencia y generosidad.
Dios guarde
y prolongue su existencia por dilatados años.
La
Superiora,
Madre Piedad Vidiella.
(Publicado
en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 24 de enero de 1929).
LLEGADA A MARACAY DE LAS HERMANAS DE LA CONSOLACIÓN
SUNTUOSO ALOJAMIENTO DISPUESTO POR LA HIDALGA
HOSPITALIDAD DEL GENERAL
JUAN VICENTE GÓMEZ
Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de
la República de Venezuela.
Maracay, 28.
Hoy a las 12 y 30 p.m. llegaron a Maracay, procedentes de la desolada ciudad
cuna del perínclito Sucre, por la vía de Puerto Cabello, siete Hermanas
españolas de la Congregación de Nuestra Señora de la Consolación, que ejercían
en Cumaná el apostolado de la enseñanza a que exclusivamente las obligan las
reglas de su Orden y que la inesperada desgracia de aquella capital dejó en la
más completa ruina. El País entero sabe del infortunio de estas almas buenas,
sometidas, junto con nuestros hermanos de la tierra cumanesa a la dolorosa
contingencia que estamos lamentando; y sabe también que ellas en medio del
pesar que las afligía se dirigieron al Benemérito Jefe del País, General Juan Vicente
Gómez pidiéndoles pasaje para regresar a España, a donde irían con la
desolación en el espíritu y el amargo recuerdo de su infausto destino.
El
Benemérito Jefe, que no vive sino para el bien de la Patria y de sus
conciudadanos, y que se haya siempre dispuesto para toda obra buena, al acceder
a la petición que se le hacía, ofreció a las institutoras españolas,
generosamente, una casa en esta ciudad por si querían continuar ejerciendo el
apostolado que las trajo a Venezuela y que un golpe de adversa fortuna les
interrumpía. Ellas no vacilaron en aceptar la providente oferta, y hoy llegan a
Maracay a recibir la casa que pone a su disposición el Benemérito Jefe; y han
experimentado una sorpresa de alegría y tan intensa al ver el albergue con que
se les dota, que bendiciendo a Dios y elevando sus preces al Altísimo en señal
de gratitud por el paternal amparo que les brinda el General Gómez, no cesan de
elogiarlo ni un instante. La casa dispuesta para recibir las siete Hermanas
está construida en una superficie de terreno de diez mil metros cuadrados.
Alrededor del patio principal se hallan las salas de recibo, salones, comedores
y departamentos para cátedras, muy bien aireados y con mucha luz. Hacia la
parte sur demoran amplísimos dormitorios con cabida para cien alumnos. Todos
estos departamentos están rodeados de anchos corredores. El servicio de baño
está dividido en diez cuartos individuales, lo mismo que los servicios
sanitarios. Al oeste del edificio un inmenso parque sembrado de árboles
frutales con una superficie de cinco mil metros cuadrados será el sitio de
recreo. El patio principal es un bello jardín exornado con un kiosko central.
Del lado Este la Capilla amplia y ventilada tiene una capacidad para doscientas
personas. La cocina tiene también calefacción eléctrica además de la ordinaria
de carbón y el departamento para lavadero se halla provisto de todo cuanto en
estos menesteres se requieren. Al frente del edificio, que en su parte norte,
se interrumpe la construcción con un pequeño patio hecho expresamente para
conservar un hermoso árbol de mango que el General Gómez no quiso que
troncharan y cuyo sitio provisto de cómodos bancos de mampostería parece que
hubiera sido hecho para lugar de meditación y descanso.
En el
departamento destinado a enfermería pueden alojarse cómodamente 10 enfermos y
hasta 15 en caso de necesidad. Esta casa construida a excepción del frente,
bajo la dirección del ingeniero Aurelio Beroes, es de cemento armado, y los
techos de obra limpia con alfardas de bálsamo, samán y angelino, y toda de
tejas menos el gran patio frente a los dormitorios que han sido cubiertos con
planchas de asbesto y cemento y tiene por su frente que mira al norte, ciento
cincuenta metros. Tres grandes depósitos de agua garantizan la abundancia de
este elemento, con servicio de bombas movidas por fuerza eléctrica. La
iluminación consta de ciento sesenticinco luces en su mayor parte de cincuenta
y de cien bujías.
A grandes
rasgos se traza este informe de la casa que ocupan ya en Maracay las Hermanas
de Nuestra Señora de la Consolación, especializadas en la instrucción de niñas,
puestas a su orden por el patriota esclarecido que rige las instituciones de la
República.
Corresponsal.
(Publicado
en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 29 de enero de 1929).
(Publicado en el Libro, Tomo
II, de F. Benet, Año 1929).
El 17 de enero de 1929,
a las 7 y 35 de la mañana y por espacio de treinta
segundos, se dejó sentir en Cumaná un terrible y horroroso terremoto que
ocasionó la destrucción de la ciudad, quedando nuestro Colegio en ruinas. pero
gracias al Altísimo no tuvimos que lamentar desgracias personales.
Con este acontecimiento el Colegio en el suelo, todos los esfuerzos y
sacrificios de cinco años estaban en ruinas. Tienen como aparente mejor opción
regresar a España, para lo cual piden ayuda al Presidente de la República,
General Juan Vicente Gómez, para que éste les regale los pasajes, a lo cual
reciben como respuesta, el 19 de enero de 1929, la proposición de ir a Maracay
a ocupar un edificio recién construido para que funden allí un Colegio, y les
pone a disposición el vapor "Mariscal Sucre" que las llevaría a
Puerto Cabello. No estaba entre los proyectos fundar en Maracay, pero la
Providencia les asoma esa posibilidad que ellas aceptan con gusto.
El 25 de enero salen rumbo a Maracay, llegando el 28 de enero, todo se
dio con mucha rapidez, el 5 de marzo se realizaba la fundación y el 1° de abril
se daba inicio a las clases. Con la fundación en Maracay se puso de manifiesto
el especial cariño y el reconocimiento de la labor que llevaban a cabo las Hermanas,
por parte del General Juan Vicente Gómez, quien se convirtió en una especie de
protector y amigo para las Hermanas de la Consolación. Como una muestra de ello
podemos presentar una comunicación, entre las Hermanas de Maracay el General,
con motivo del primer aniversario de las Hermanas en Maracay: En un telegrama
con fecha 28 de enero de 1930, le escribían las Hermanas al General Juan
Vicente Gómez, lo siguiente:
Benemérito General. Cumpliendo
hoy primer aniversario de nuestra llegada enviamos congratulaciones
cordialísimas, profundo agradecimiento por la generosa y dulce acogida que pródigamente
nos dispensó su magnánimo corazón. Elevamos fervientes votos prosperidad
personal dilatada existencia.
El mismo día en la tarde, recibían las Hermanas respuesta del General Gómez:
Madre Piedad y Comunidad de
Maracay. Recibido. Mucho agradezco el recuerdo que ustedes me dedican hoy y
aprecio en lo que significan los votos personales que me expresan. Las deseo
siempre muy felices y atentamente las saluda de ustedes amigo. Juan Vicente
Gómez, Maracay, 28 de enero de 1930.
Es el 2 de enero de 1933 cuando llegan las Hermanas a Caracas para
concretar la fundación, vienen desde Maracay, Barcelona, Porlamar y España. El
Colegio en Caracas funciona provisionalmente, en una casa de la familia Stolk,
de Jesuítas a Tienda Honda, abre sus puertas para el inicio de clases el día 9
de enero para alumnas externas y semi-internas, comienza con tan sólo 20 niñas.
Oficialmente el Colegio se inaugura el 19 de marzo. Pronto esta casa les quedó
pequeña, es así como en agosto de 1934 se mudan a una casa ubicada entre las
esquinas de Pelota y Abanico. Esta nueva sede también les quedó pequeña en poco
tiempo, debían mudarse nuevamente, a una estructura que les permitiera acoger
al floreciente alumnado. Es así como el 18 de diciembre de 1940, se firmó la
escritura para la adquisición de los terrenos en donde se habría de fabricar el
nuevo colegio. Las Hermanas se trasladan al nuevo edificio, todavía en
construcción, el 15 de septiembre de 1941 y las clases comenzaron el día 22 del
mismo mes.
BREVE HISTORIA DE LA CONGREGACIÓN DE LA CONSOLACIÓN EN VENEZUELA
La historia de la Congregación de la Hermanas de
Nuestra Señora de la Consolación, y su aporte a la Educación en Venezuela,
comienza en el año 1924 cuando, por la aprobación de la Madre Juana Tena,
Superiora General de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la
Consolación, es aceptada la petición del padre Elías María Sendra, Provincial
de los Carmelitas Calzados en Venezuela a la Madre Clotilde Cadroy, para que
algunas Hermanas vengan a Venezuela a ser “instrumentos de misericordia y
consolación", con una misión apostólica específica: evangelizar educando.
En una carta enviada al Obispo de Cumaná, Monseñor Sixto Sosa, con fecha 13
de marzo de 1924, la Madre Superiora General le decía lo siguiente:
Las cuatro religiosas de la misma Congregación:
Reverenda Madre Sor Piedad (Agustina) Vidiella Franch, Sor Anunciación del
Pilar (Aurora María de los Ángeles) Soriano Palomo, Sor Caridad de María
Inmaculada (Emilia) Ardévol Cugat y Sor María Eulalia (Olalla) Tornero Atenza,
según las disposiciones de la santa obediencia, han de embarcarse para
Venezuela en vapor de la Compañía Italiana, dentro del corriente mes de marzo.
Y así el día 22 de marzo de 1924, en el vapor Venezuela de la Compañía
Italiana, salían de Barcelona las cuatro Hermanas, las cuales llegan a La Guaira
acompañadas por los padres Carmelitas Calzados, el día 8 de abril. Son
recibidos por los Padres Dominicos.
Se dirigieron a Caracas para visitar al Nuncio Apostólico, doctor Felipe
Cortesi, y al Arzobispo de Caracas, Monseñor Felipe Rincón González. En espera del vapor
que las llevaría a Cumaná estuvieron en Caracas hasta el día 14 de abril, en el
cual parten llegando a las costas de Cumaná, dos días después, el 16 de abril.
Es el Nuncio quien determina dónde y cuál será la primera fundación, el
lugar es Cumaná y el trabajo apostólico a llevar a cabo es una "escuela
propia con pensionado y semi-pensionado", para que este proyecto acabe de
ser realidad falta la casa que va a funcionar como Colegio y vivienda para las
Hermanas, este aspecto fue solventado por el Obispo quien "les cedió la
casa que habitaba, en la calle Sucre, número 29, propiedad de la señora Josefa
María Guillén de Berrizbeitia con la suficiente autorización de ella y de su
familia". El Colegio Nuestra Señora de la Consolación, de Cumaná, abre sus
puertas el 1° de agosto, con cuarenta alumnas externas y el internado comienza
a funcionar el 1° de septiembre con cincuenta internas, las cuales provenían de
"Barcelona, San Antonio del Golfo, de Caripe y del centro de Cumaná".
Llegaron a tener unas doscientas alumnas.
El 11 de octubre llegan a La Guaira once Hermanas que vienen a apoyar la
fundación de Cumaná y los nuevos proyectos de fundación en Carúpano y Porlamar,
a Cumaná arriban el 21 de octubre. La fundación de Carúpano no se llevó a cabo.
El día 27 de octubre parte a Porlamar un grupo de Hermanas para llevar a cabo
la fundación. El colegio "Ntra. Sra. del Valle" de Porlamar, abría
sus puertas el 17 de noviembre. Parten de Cumaná hacia Barcelona con idea de
hacer una fundación allí, en día 18 de agosto de 1927; idea que es alcanzada
ese mismo año, apenas un mes después. El día 16 de septiembre se bendecía la
capilla, la casa y se daba inicio a las clases.
Antes de cumplir el primer año de funcionamiento, el Colegio de Cumaná
ya les quedaba corto por la cantidad de alumnas con las que contaban, razón por
la cual se les hace necesario buscar una nueva localidad para mudar dicho
Colegio, y es así como el 16 de mayo de 1926 “firmaron la escritura de compra
de una casa y solar" y se inauguraba el 29 de octubre de 1927 el nuevo
Colegio. Al ritmo que aumentaba esta sede también les quedaría pequeña por ello
deciden comprar unos terrenos colindantes y para los primeros días de enero de
1929 inauguraban las obras de ampliación, aun cuando no estaban terminadas del
todo. Vienen tiempos difíciles, y pruebas duras como el terremoto que destruyó por completo la sede y que gracias a la ayuda inmediata y generosa del Presidente Juan Vicente Gómez, lograron continuar su importante labor educativa en Venezuela. (Casaus, 2002. Casaus 1992).