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domingo, 18 de febrero de 2024

OBSEQUIO DEL GENERAL GÓMEZ AL REY ALFONSO XIII


En Palacio

UN MONUMENTO

Días pasados dábamos cuenta de haberse recibido en Palacio el modelo del monumento que el Gobierno venezolano, regala a nuestro augusto Soberano.

Dicho modelo ha quedado colocado en el Salón de Columnas.

Es una bonita obra de arte, descollando ella una esbelta pirámide de mármol, conteniendo en su parte interior y posterior la inscripción de los nombres de los delegados de ambas naciones, figurando a los lados estos elocuentes pensamientos:

"Castigue el Cielo a los que no están animados de los mismos sentimientos de Paz y de Amistad que nosotros. Morillo".

La otra inscripción dice así:

"Este tratado será eterno, como el más bello monumento de la Piedad aplicada a la Guerra. Bolívar".

Vense luego, en primer término, las figuras en bronce de ambos generales bajo las cuales hay una plancha del mismo metal, en la que se lee lo siguiente:

"El tratado de armisticio solicitado por el General en Jefe del ejército expedicionario español, D. Pablo Morillo, se firmó en la ciudad de Trujillo el 25 de Noviembre de 1820.

El tratado de la reorganización de la guerra propuesto y redactado por El Libertador Simón Bolívar, se firmó en la misma ciudad, el 26 de Noviembre de 1820. Y en este sitio se verificó la entrevista entre El Libertador y el General Morillo; el 27 de Noviembre de 1820".

A continuación, figura otra placa de oro con la siguiente dedicatoria:

"A Su Majestad Alfonso XIII, Rey de España, Juan Vicente Gómez, Presidente Constitucional de Venezuela, 1912".

De dicho modelo ha sido hecha la oportuna entrega a S. M. el Rey por el delegado del Gobierno de Venezuela, que ha venido a Madrid sólo con ese exclusivo objeto.

La reducción del citado monumento es, como decimos, una notable obra de arte.

(Publicado en el Diario "La Tribuna" de Madrid, España, el 13 de enero de 1913).


miércoles, 20 de julio de 2022

HOMENAJE A BOLÍVAR INAUGURANDO MONUMENTO DE CARABOBO

Vista parcial del Monumento a la Batalla de Carabobo. El Benemérito General Juan Vicente Gómez, iniciador de tan soberbio homenaje a la consagración de la Gloria del Héroe Máximo Simón Bolívar, puede sentirse orgulloso de su obra, pues es, sin disputa, el mejor Monumento que se ha erigido a El Libertador y Padre de la Patria en 1930.

Al presenciar en la sabana de Carabobo, los grandiosos funerales con que la República de Venezuela celebró el Primer Centenario de la Muerte del Libertador, cualquiera fiesta de carácter profano habría resultado inadecuada para evocar el momento desolado en que el Padre de la Gran Colombia, con el alma transida de dolor, cerró los párpados para siempre. Una tragedia auténtica no se revive con ceremonias cívicas. ¡Delante de la agonía del cóndor, se hacía necesario el incendio de un sol! Enfrente de la estatua de Bolívar, había que construir un altar. El sacrificio de Jesucristo era lo único que podía levantar las almas emocionadas hasta las regiones celestes de donde vuela el alma libertada del Libertador.

Así lo comprendió el General don Juan Vicente Gómez, Comandante en Jefe del Ejército de Venezuela, cuando dispuso que el Centenario Bolivariano se celebrase con una Misa de Campaña, en el Campo de Carabobo, allí en donde el héroe máximo ganó la batalla que puso fin al poderío de España en la América del Sur. ¿Os imagináis a miles de gentes, acudiendo en una peregrinación religiosa y patriótica, al teatro de la hazaña? La sabana está rodeada por un cerco de colinas verdes y alegres, y más que un campo de guerra, parece un escenario pastoril de églogas virgilianas. La línea del horizonte es suave y ondulada; la atmósfera es transparente y permite ver las más ligeras rugosidades de la serranía lejana; el cielo, que es celeste pálido al aproximarse a la tierra, es de un azul encendido en el zenit. Bolívar que, además de ser un héroe epónimo, fue un artista refinado, debe haber sentido una alegría inmensa al ver que lo mejor de sus batallas se ganó en un campo digno de ser habitado por faunos y por ninfas.

La ceremonia se compuso de cuatro números espléndidos: la inauguración del monumento conmemorativo, que se erigió en el centro de la sabana; la inhumación de los restos del soldado desconocido de la Independencia; el canto del himno a Bolívar, compuesto expresamente por el Maestro Alfano; la gran misa atendida por los altos funcionarios de la República, por varias brigadas del Ejército y por miles de gentes que acudieron de todas partes a presenciar el imponente rito.

Al descubrirse el bronce, el Presidente del Estado Aragua pronunció un discurso que parecía esculpido en granito. El doctor Rafael Requena posee todas las cualidades que debe tener un orador: magnífica presencia, voz metálica, imaginación viva y pensamiento profundo. con la honrada franqueza con que Rafael expone siempre sus convicciones políticas, después de doblar la rodilla delante del Padre de su Patria, dijo que al General Juan Vicente Gómez se debía que Venezuela pudiera aproximarse a los altares cívicos, completamente libre de los compromisos y gravámenes en que la sumergieran las guerras intestinas. Gracias a los últimos 22 años de paz, la República está en aptitud de evocar al héroe con rosas en sus mejillas, con azucenas en su frente y con estrellas en su corazón.

El Monumento inaugurado es grandioso: en la parte superior se destaca el Libertador a caballo, en medio de dos figuras aladas, que parecen levantarlo de la tierra y envolverlo en resplandores de aurora. En un escalón inferior aparecen los cuatro lugartenientes que más contribuyeron al éxito de la batalla de Carabobo: Mariño, que fue el Jefe del Estado Mayor, durante aquella campaña; Páez, que dirigió la carga final y mereció ser ascendido al grado de Comandante General del Ejército en el mismo campo de combate; y Cedeño y Plaza, que cayeron épicamente en la pelea y que, según las propias palabras del Libertador, se hicieron dignos de las lágrimas de Colombia. En un plano más bajo y como queriendo ascender hasta el Libertador, dos grupos escultóricos que representan a la Legión Británica y a los Llaneros, los dos cuerpos en donde se levantó a mayor altura el heroísmo colectivo. La escala ascendente resulta perfecta: más arriba, cuatro paladines de leyenda, y por último, en la cúspide y casi tocando las nubes, la imagen del héroe completo que sintetiza la nacionalidad…

Delante de este conjunto majestuoso de bronces, el escultor Rodríguez del Villar colocó dos pirámides de granito, sobre cuyos vértices se posan dos cóndores con las alas extendidas, como si se propusieran proyectar una sombra protectora. En la faceta frontal se encuentran los escudos de Venezuela y España, amparados por leones…

Los estandartes que hace cien años eran rivales, hoy se reconcilian definitivamente en el monumento de Carabobo,. Enfrente de esa reconciliación ¡cómo resultó conmovedora la inhumación del soldado desconocido de la Independencia! Sus huesos fueron recogidos en el campo de Ayacucho, en donde se libró la batalla continental: allí, junto a los venezolanos Sucre y Lara, se batieron el granadino Córdoba, el ecuatoriano La Mar, el argentino Necoechea, el peruano Santa Cruz…

¿A qué país perteneció el luchador anónimo que fue inhumado en la sabana de Carabobo, en el centenario de la muerte de Bolívar? El General Juan Vicente Gómez, al escoger unos huesos en Ayacucho no quiso honrar a determinado pueblo, porque el Libertador los amó a todos igualmente, y a todos los quiso redimir. 

Ningún sitio podía haber sido más apropiado para cantar por primera vez, el himno a Bolívar del maestro Alfano: este himno es marcial y dulce a la vez, y fue compuesto sobre temas del himno nacional venezolano. Respondiendo a la doble personalidad del Libertador, que era épica y galante, la composición de Alfano intercala notas de cristal entre los acordes de acero. La misma mezcla de madrigal y de epinicio, se advierte en los versos del padre Borges, que cantan más de cincuenta voces y que retumban en las concavidades de la cordillera lejana:

"Bajo la encina piensas;

entre los mirtos, amas:

el pensamiento en llamas;

el corazón de miel.

Y ya en galantes lides,

ya en bélicos asuntos,

tu espada siega juntos,

la rosa y el laurel…"

¿Quién no se sacude de emoción enfrente del injerto de lo dulce con lo terrible? Muchos ojos de mujeres bellas se arrasaron de lágrimas ante la evocación de aquel inmortal que siempre supo colocar un iris de idilio sobre las más broncas tempestades de la guerra…

Pero la nota culminante del centenario fue la misa: pensad en que sobre el campo heroico se levantó un altar, y que allí acudió todo un pueblo conmovido a presenciar el sacrificio del Redentor. Cuando el Primado de la Iglesia de Venezuela, levantó el cáliz, las músicas tocaron el himno nacional, los soldados presentaron armas y las banderas se agitaron gloriosamente para saludar al Santísimo… Y para completar este éxtasis divino en que se juntaban el amor a la Patria y la devoción a Dios, una cuadrilla de aeroplanos pasó por encima del monumento de Bolívar y del altar de Cristo y dejó caer sobre ellos, una lluvia de margaritas y de rosas…

Al terminar la Misa, resuena el himno de Bolívar, Y dice la última de las estrofas:

"En la visión heroica

se espantan tus corceles,

de valles de laureles

a cumbres de arrebol.

Se yergue Manco Capac

sobre el peñón nativo;

y vuela el dardo vivo

del cóndor hacia el sol".

Eso parece el Libertador delante de la Cruz de Cristo: un cóndor delante de un sol!

Nemesio García Naranjo.

Caracas, diciembre de 1930.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 10 de enero de 1931).


lunes, 4 de abril de 2022

ESTATUA DE DON ANDRÉS BELLO EN CARACAS 1930


Estatua de don Andrés Bello, obra del gran escultor español Chicharro Gamo. Año 1930.

Bien merece un rotundo y caluroso aplauso el actual Gobierno de la República, inspirado en el bello gesto de justicia y de reparación que hizo el Benemérito General Juan Vicente Gómez y el doctor Juan Bautista Pérez, a la perilustre memoria de Don Andrés Bello. 

Con fecha 7 de noviembre de 1929, se publicó el Decreto mediante el cual se ordena la erección en la ciudad de Caracas, su cuna, de una estatua en bronce al patriarca de las letras americanas, don Andrés Bello. 

Tiempo hacía que este justiciero homenaje se había impuesto en la mente y en el corazón de todos los venezolanos, ya que el insigne humanista, filólogo y patriota es una de las más puras y altas cumbres intelectuales que con derecho y verdad puede enorgullecerse nuestro país.

Que Andrés Bello, por la trascendencia de su labor cultural, la austeridad de su vida y el alto nombre que alcanzó en el campo de las letras, figura como uno de los hijos eminentes de la Patria Venezolana.

Que glorificar la memoria de aquel compatriota, orgullo de la América, y en especial de la tierra que lo vio nacer, es honrar en su egregia personalidad la virtud y el talento, de los cuales fue paradigma.

Que hasta ahora no se ha llevado a la práctica el homenaje que Venezuela debe a tan esclarecido varón,

DECRETA:

Artículo 1°. Como parte de los actos con que el Gobierno Nacional celebrará el primer centenario de la reconstitución de la República, eríjase en la Ciudad de Caracas, y en sitio que oportunamente se fijará, una estatua en bronce al filólogo insigne, profundo humanista e inspirado cantor de la Zona Tórrida.

Artículo 2°. El Ministerio de Relaciones Interiores determinará las características del monumento y las inscripciones que debe llevar, y son de cargo del Ministerio de Obras Públicas los gastos que él ocasione.

Dado, firmado y sellado con el Sello del Ejecutivo Federal y refrendado por los Ministros de Relaciones Interiores y de Obras Públicas, en el Palacio Federal, en Caracas, a los siete días del mes de noviembre de mil novecientos veintinueve. Año 120° de la Independencia y 71° de la Federación.

Refrendado.

Juan Bautista Pérez.

Presidente de la República de Venezuela.

Rubén González

Ministro de Relaciones Interiores.

F. Álvarez Feo.

Encargado del Ministerio de Obras Públicas. 

(Publicado en la Revista "Élite", el 9 de noviembre de 1929). 

EL MONUMENTO A DON ANDRÉS BELLO

El día 20 de noviembre de 1929 y en cumplimiento de lo dispuesto por el Decreto Ejecutivo de reciente fecha por el cual se ordenó la erección de un monumento en su ciudad natal al insigne patriarca de las Letras Americanas, se firmó por el señor doctor Rubén González, Ministro de Relaciones Interiores, y el escultor señor José Chicharro Gamo, el contrato para la ejecución del referido monumento.

La escogencia del talentoso escultor español para plasmar en el bronce y en la piedra la figura del insigne caraqueño, ha sido acogida con general beneplácito en nuestros círculos intelectuales, ya que Chicharro Gamo ocupa un puesto prominente en el arte contemporáneo. La "maquette" ejecutada por él es digna de su fama y exponente de su alto temperamento artístico.

Trasladamos a continuación las características, que según el contrato en referencia, habrá de tener el monumento:

"Sobre un basamento rectangular de granito azulado se alzará un pedestal, también de granito, coronado por una guirnalda de bronce. Sobre este bloque de piedra descansará la estatua que simbolizará la figura de don Andrés Bello, en la siguiente actitud: sentado en una peña, la capa cayéndole en pliegues suaves y armoniosos y en la mano el libro de las "Geórgicas" que acaba de cerrar. El monumento será construido con las siguientes dimensiones: Estatua en bronce: un metro con sesenta centímetros de altura por un metro con cincuenta de largo y noventa y cinco centímetros de ancho. Pedestal: un metro de alto por uno noventa de largo y uno treinta y cinco de ancho. Zócalo: veinte centímetros de alto por dos metros de largo y un metro cuarenta y cinco de ancho. Basamento: treinta centímetros de alto por dos metros con sesenta centímetros de largo y dos metros cinco de ancho".

El monumento probablemente estará terminado para el mes de julio de 1930.

(Publicado en la Revista "Élite", el 23 de noviembre de 1929). 

ESTATUA DE DON ANDRÉS BELLO INAUGURADA EN 1930

Invitada la Academia Nacional de la Historia por el Gobierno Nacional para el acto de inauguración, en esta capital, de la estatua de Don Andrés Bello, designó para representarla una Comisión compuesta por los académicos señores José E. Machado, Luis Correa y el doctor Cristóbal L. Mendoza.

(Publicado en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, N° 54. Abril - Junio de 1931. Caracas, Venezuela).

 

lunes, 24 de enero de 2022

GENERAL GÓMEZ ORDENA REPARAR MONUMENTO DEL GENERAL CRESPO 1910

 

El General Joaquín Crespo y su esposa Misia Jacinta Parejo de Crespo.

CARTA DEL GENERAL GÓMEZ A MISIA JACINTA DE CRESPO

Caracas, 17 de Noviembre de 1910.

Señora Jacinta de Crespo.

Presente.

Muy estimada señora y amiga:

Impuesto de que el monumento que guarda los despojos mortales del General Crespo que fue Presidente Constitucional de Venezuela y amante esposo de usted, quedó arruinado en parte por el movimiento sísmico del 29 de Octubre de 1900; y deseando el Gobierno que presido rendir un afectuoso tributo a la memoria de aquel notable servidor de la República, me dirijo a usted pidiéndole la autorización correspondiente para ordenar la reparación del referido monumento.

Sírvase usted ver en este propósito, además del tributo a que me refiero, la expresión de mi simpatía hacia usted y demás miembros de la familia del General Joaquín Crespo.

Soy de Ud. su atento seguro servidor y amigo,

Juan Vicente Gómez.

(Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, Número 67. Página 32. Caracas, Venezuela).


miércoles, 15 de diciembre de 2021

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE TOCUYITO


El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, presente ante el Monumento de la Batalla de Tocuyito, escuchando a Luis Correa, redactor de "El Nuevo Diario", leyendo el editorial de ese periódico, publicado el 14 de septiembre de 1924. 

La Batalla de Tocuyito fue dirigida personalmente por el General Juan Vicente Gómez; debido a que el Jefe Revolucionario, General Cipriano Castro, había quedado imposibilitado de actuar por haber sufrido al comienzo de la acción la fractura de un pie, por la caída que sufrió con su caballo al saltar una zanja.

Los éxitos constantes que obtenía el Ejército Liberal Restaurador y la formidable energía y valor que demostraba ese pequeño núcleo guerrero, les fue abriendo sucesivamente las puertas del triunfo y a los que se rendían por la fuerza y se unían a ellos, se agregaban otros que se integraban también llevados por la fuerza sugestiva del triunfo. De un contingente de 60 hombres que fueron los que invadieron, el 23 de Mayo de 1899, llegaron a sumar 2.000, cuando el 14 de septiembre de 1899, hicieron frente al mejor Ejército de que disponía el Gobierno de Ignacio Andrade en las llanuras de Tocuyito. 

Las fuerzas del Gobierno de Andrade tenían su base en Valencia y su Ejército era de 6.000 hombres, comandados por dos jefes, el General Diego Bautista Ferrer, que era su Ministro de Guerra y el otro era el General Antonio Fernández que había peleado anteriormente en el Táchira.

El General Cipriano Castro, Jefe Supremo de la Revolución Liberal Restauradora con su Estado Mayor Jefes y Oficiales del Ejército en conmemoración de la memorable y heroica Batalla de Tocuyito, el 14 de septiembre de 1899.

Aparecen de izquierda a derecha, en hileras horizontales: Jesús Velasco Bustamante, Régulo Olivares, Emilio Fernández, Juan Vicente Gómez, Cipriano Castro, Joaquín Garrido, Aurelio Valbuena, Benjamín Ruiz, Rafael María Velasco Bustamante, Clodomiro Sánchez, Evaristo Parra, Luis Varela, Pedro María Cárdenas, Trino Castro, Aníbal Gómez, Carmelo Castro, Santiago Briceño, Román Moreno, Pedro Pablo Rodríguez, Rubén Cárdenas, Efraín Pulido, Secundino Torres, Jorge Bello, José María García, Graciano Castro, Román Castro, José Antonio Dávila, Marcelino Cárdenas, Ovidio Salas, Jesús Navarro, Roberto Pulido, Juan Alberto Ramírez, Francisco Jiménez Arráiz, Juan Figueroa, Ángel María Godoy, Argimiro Fuenmayor, Félix Briceño, Obdulio Bello, Carlos Díaz Yrwin, Enrique Arenas, Felipe Peralta, Maximiano Casanova, Eleazar López Contreras, Cornelio Superlano, César Ibarra, Eulogio Velasco, Jesús Parra, Abraham Parada, Evaristo Noguera, Antonio Cárdenas, Emilio Somaza, Calixto Escalante y José Antonio Cárdenas.

EL XXV ANIVERSARIO DE TOCUYITO

Monumento conmemorativo de la Batalla de Tocuyito. Año 1924.

Visita al campo de batalla. El General Gómez rememora y explica los sucesos culminantes de la acción. Una carta del General José María García. La lista de los Jefes y Oficiales que estuvieron en Tocuyito. Frente al monumento conmemorativo: lectura  del editorial de "El Nuevo Diario": palabras del doctor Urdaneta Maya. Regreso a Valencia. Almuerzo en el "Central Tacarigua".

El XXV Aniversario de la Batalla de Tocuyito, la heroica jornada que unió al Occidente con el Centro en la campaña de integración nacional emprendida en 1899, fue conmemorado ayer, 14 de septiembre de 1924, en el propio campo de la acción, de manera cónsona con su influencia trascendental en la historia contemporánea de Venezuela.

El Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez factor principalísimo de aquellos acontecimientos, visitó el campo de batalla acompañado del Vicepresidente e Inspector General del Ejército, General José Vicente Gómez, y de un importante núcleo de amigos y servidores, entre los que se hallaban algunos supervivientes de la brillante oficialidad que se cubrió de gloria en aquel día memorable.

A su paso por Valencia el General Gómez fue saludado por distinguidos elementos de la sociedad carabobeña, muchos de los cuales, con el señor Presidente del Estado Carabobo, doctor José Felipe Arcay a la cabeza, se incorporaron a la comitiva que lo acompañaba a Tocuyito. El General Gómez explicó personalmente, ayudado a su prodigiosa memoria, los acontecimientos culminantes de la jornada, avivando sus relatos con recuerdos de un alto valor para el estudio de la campaña y para el conocimiento de los denodados compatriotas que allí ofrecieron su sangre en holocausto a los ideales grabados en sus banderas por aquella Revolución.

El señor doctor José Rosario García dio lectura a una carta del General José María García, Capitán entonces de la primera Compañía del irresistible batallón Libertador, que con su empuje final decidió la batalla a favor de las huestes andinas. El General García recordó en aquella carta un episodio que pinta a lo vivo la lealtad característica y el espíritu de sacrificio del General Gómez en aras del deber y la amistad.

Entre el público asistente al acto se encuentra el doctor Francisco Baptista Galindo, a la derecha, cruzado de brazos, con traje blanco y sombrero, el doctor José Rosario García, el presidente de Carabobo, señor José Felipe Arcay y el periodista carabobeño Henrique De Sola. Año 1924.

En una de las casas del camino que conduce al pueblo de Tocuyito el General Gómez hizo leer por su Secretario General, doctor Urdaneta Maya, la lista de los Jefes y Oficiales que asistieron a la batalla. Luego, la comitiva se dirigió al pueblo, en cuya plaza central se alza el Monumento conmemorativo de la batalla, que reproducimos hoy. Allí, nuestro compañero y amigo señor Luis Correa, por delegación especial del Director de este Diario, señor Laureano Vallenilla Lanz, acogida benévolamente por el Benemérito Jefe del País, dio lectura a nuestro editorial de ayer acerca de la significación histórica, social y política de la Batalla de Tocuyito. Luego, el doctor Enrique Urdaneta Maya, Secretario General del Presidente de la República, leyó las breves y expresivas palabras, síntesis de ese momento glorioso, que con gusto reproducimos en nuestras columnas. Ambas piezas fueron calurosamente aplaudidas por la concurrencia. Habló también el periodista carabobeño Henrique De Sola.

A las doce regresaron el General Gómez y su comitiva, llenos de satisfacción y de orgullo por la justicia de los actos realizados. De nuevo a su paso por Valencia, cuyas principales avenidas recorrió, el General Gómez fue saludado entusiastamente por la multitud.

Fue servido un espléndido almuerzo en el Central Azucarero "Tacarigua", en el que todos recibieron, como es habitual a su gentileza, las atenciones del General Gómez y de su honorable familia.

A las seis y media de la tarde se efectuó el regreso a Maracay, llevando todos y cada uno de los asistente a los actos realizados ayer, la impresión de que habían vivido, por medio de una evocación sugestiva y justiciera, una de las páginas más épicas y trascendentales de la historia contemporánea de Venezuela.

PALABRAS DEL DOCTOR ENRIQUE URDANETA MAYA

El doctor Enrique Urdaneta Maya, durante el acto de la celebración del XXV Aniversario de la Batalla de Tocuyito, pronunciando un breve discurso. Igualmente, por instrucción del Benemérito General Juan Vicente Gómez, leyó en esa ocasión la lista de los jefes y oficiales que participaron en esa confrontación. De izquierda a derecha, aparecen: el doctor Enrique Urdaneta Maya, don Antonio Pimentel, el General José Vicente Gómez Bello y el Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez. Año 1924.

Señor General Juan Vicente Gómez.

Señores:

Hace veinticinco años que en este sitio histórico se libró una de las batallas más importantes que han tenido lugar en Venezuela, la más importante puede decirse después de la de Carabobo que selló la Independencia Nacional, porque Venezuela era libre, soberana e independiente ante las Naciones extrañas, pero había quedado corroída en el Interior por disensiones estériles e infecundas y cancerada por las luchas fratricidas; y cupo al señor General Juan Vicente Gómez la gloria inmarcesible, en ejercicio de la Primera Magistratura de la República, de realizar el Programa de Unidad Nacional que aquella Revolución traía inscrita en sus banderas, como también le correspondió aquel día memorable la gloria militar de haber concurrido personalmente con su espada victoriosa a todos los puntos de la línea de fuego, durante aquellas seis horas de terrible ansiedad, hasta que el más espléndido triunfo coronó los esfuerzos gigantescos de aquel ejército de héroes en persecución de ideales sacrosantos de Patria, de Libertad y de Justicia.

Oh! Andes formidables, oh! Táchira invencible, yo os saludo y os recuerdo en este día doblemente grato, porque de vuestro seno ardiente y generoso surgieron las dos expediciones de 1813 y 1899, que con Bolívar y con Gómez se complementan a través del tiempo y del espacio para crear y engrandecer la Patria.

Oh! muertos gloriosos, oh! heridos beneméritos de Tocuyito, yo os saludo y os recuerdo en el día de hoy, al pie de este Monumento que os ha consagrado la gratitud nacional, porque supisteis ofrendar vuestra vida y vuestra sangre para regar con ella el árbol robusto de la nacionalidad, que se inclina hoy al peso de abundantes y sazonados frutos.

Enrique Urdaneta Maya.

Tocuyito, 14 de septiembre de 1924.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 15 de septiembre de 1924).


viernes, 10 de diciembre de 2021

MONUMENTO AL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR EN MÉRIDA 1927

 

Monumento al Libertador Simón Bolívar, erigido en el páramo de "Timotes", Estado Mérida, Venezuela, sitio más alto de la Gran Carretera Trasandina, inaugurado el 19 de diciembre de 1927. Autor de la obra: el artista colombiano Sr. Marcos León Mariño. 

"Collado del Cóndor" o Pico "El Águila", es un monumento e hito como punto a mayor altura de la Gran Carretera Trasandina (troncal 7) en el Estado Mérida, Venezuela; ubicándose a 4.118 msnm entre las localidades de "Timotes" y "Apartaderos" en el páramo de Mucuchíes de la Sierra Nevada de Mérida.

En el año 1924, un grupo de distinguidos representantes merideños, propuso la idea de homenajear al Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, mediante un monumento en el páramo de "Timotes". La inmediata respuesta del Presidente Gómez fue contundente y no se hizo esperar, declinando la idea en su honor, ordenando realizar el monumento a la memoria del Libertador Simón Bolívar, El Padre de la Patria, como bien lo demuestran los documentos históricos que presentamos a continuación.

El monumento fue inaugurado el 19 de diciembre de 1927, durante el gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, por el artista colombiano Marcos León Mariño, representando a un Cóndor andino en honor al Paso de Los Andes del Libertador Simón Bolívar. 

Está localizado entre el cerro "El Balcón" y el picacho "El Gavilán". Más al sur se encuentran una serie de lagunas, entre ellas la de Mucubají.

Hermosa vista panorámica del monumento al Libertador en el páramo de "Timotes", Estado Mérida, Venezuela. Año 1927. 

El General Juan Vicente Gómez, con el elevado criterio que le es propio, ha declinado el honor que le ofrecían muy distinguidos elementos merideños, de elevar un monumento conmemorativo de su magna obra, en la cumbre más alta del páramo de "Timotes", y convencido de que los Magistrados no deben ser glorificados en vida, ha sugerido la idea de elevar ese monumento al Libertador, cuya espada resplandeció un día en esas nevadas cumbres abiertas hoy a la civilización.

Los telegramas que se leen a continuación ponen de manifiesto, de una parte, el profundo sentimiento de justicia arraigado hondamente en la conciencia venezolana hacia el Benefactor de la Patria, y de la otra, el desprendimiento, el patriotismo y la ecuanimidad de espíritu que realzan el gran carácter del ilustre Jefe del país.

Es así como se dan ejemplos de verdadero republicanismo.

Estos documentos revelan la verdadera personalidad del General Gómez: el Magistrado que sólo deriva satisfacciones en el cumplimiento de su deber, lo cual le hace esperar tranquilo el juicio de la historia; y el venezolano que coloca sobre todo la gloria de Bolívar, digna de brillar como los astros sobre las cimas más altas de nuestras montañas.

PROPOSICIÓN DEL MONUMENTO EN EL PÁRAMO DE "TIMOTES" 

De Mérida, el 27 de junio de 1924. Las 2 hs. p.m.

Señor General Juan Vicente Gómez.

Acaba de circular el primer número de Juan Rodríguez Suárez, periódico de intereses generales con editorial lanzando idea de nosotros, de erigir en lo más alto del páramo de "Timotes", un monumento a la gloria de usted, como un acto de justicia por la obra grandiosa de abrirle a Mérida fácil salida al exterior. Suprema aspiración de este pueblo, y el más grande beneficio que después de la Independencia ha recibido, monumento que nos esforzaremos en llevar a cabo a todo trance.

Noble esfuerzo periodístico por parte de nosotros que nos ha sugerido la idea de trabajar por medio de la prensa en interés de nuestra Patria, rehabilitada y hecha grande por usted.

Sus amigos,

Raúl Chuecos Picón.

Eloy Chalbaud Cardona.

José R. Lares.


RESPUESTA DEL PRESIDENTE GÓMEZ


28 de junio de 1924.

Señores Raúl Chuecos Picón, Eloy Chalbaud Cardona y José R. Lares.

Mérida.

Me he impuesto con el más vivo interés del importante telegrama de ustedes de fecha 27 del presente mes.

La idea iniciada por ustedes de erigir un monumento en lo más alto del páramo de "Timotes" a la gloria de la Administración que presido, como un acto de justicia por la apertura de la Gran Carretera de los Andes, halaga mis sentimientos de patriota y empeña grandemente mi gratitud personal hacia ustedes; pero debo decirles con franqueza que no creo que debe glorificarse a los Magistrados durante su vida, por más grandes que sean los hechos que realicen, sino que debe esperarse que sean juzgados por la posteridad.

De acuerdo con esas ideas, soy de opinión que el monumento que se proponen levantar ustedes con el concurso del pueblo venezolano, se destine a perpetuar allí la gloria imperecedera de nuestro Libertador Bolívar, que escaló esas cumbres con la espada de la Libertad para sellar la Independencia de cinco Repúblicas, creando la epopeya más grandiosa que registran los siglos.

Amigo de ustedes,

Juan Vicente Gómez.


De Mérida, el 30 de junio de 1924. Las 2 hs. p.m.

Señor General Juan Vicente Gómez.

Su telegrama de antier, señor General, en el cual, al contestar el nuestro declina el homenaje que pensamos tributarle por la apertura de la Gran Carretera Trasandina, nos ha llevado al corazón una vez más la íntima convicción de las virtudes de usted como ciudadano y como Mandatario.

El patriotismo de usted al insinuarnos el homenaje a nuestro Gran Libertador, lleva en sí, a más de esa demostración de gratitud para quien condujera a través de los ventisqueros de los Andes la bandera de la libertad en medio de un puñado de valientes hambrientos y desnudos, lleva, decimos la modestia, esa gran virtud de los grandes y flor muy rara que hoy sólo florece en corazones que como el de usted han sido formados en la escuela del verdadero honor.

Con gusto acogemos la idea de usted. Nuestro epónimo Libertador tendrá su monumento allá en la cima del páramo bravío, y en nuestra alma nos queda la satisfacción de haber sido los promotores de un homenaje que la posteridad se encargará de llevar a cabo porque esa hoja de laurel para la gloria de usted, tan legítima, no podrán negarla ni las pasiones ni el tiempo.

Sus amigos,

Raúl Chuecos Picón.

Eloy Chalbaud Cardona.

José R. Lares.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 2 de julio de 1924).


Carretera vía al Pico "El Águila", Estado Mérida.


El Cóndor que representa el monumento luce imponente en el páramo de "Timotes", Estado Mérida, Venezuela.


Curiosa fotografía del significativo monumento al Libertador Simón Bolívar, donde se puede apreciar completamente nevado en el páramo de "Timotes", Estado Mérida, Venezuela.

jueves, 24 de junio de 2021

RELIEVES DEL MONUMENTO DE CARABOBO 1921

 

El Benemérito General en Jefe Juan Vicente Gómez, presidiendo los actos conmemorativos del Centenario de la Batalla de Carabobo y la inauguración del Arco de Triunfo, el 24 de junio de 1921.

No podía faltar para la conmemoración del primer Centenario de la Batalla de Carabobo, la gloria de un Monumento que se erigiera imponente en la pampa inmortal.

Y el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Comandante en Jefe del Ejército Nacional y Presidente Electo de la República, pensó que fuera un hecho, para el clásico día en que la llanura de la epopeya presenciará el más férvido de los homenajes patrióticos, ese testimonio elocuente en su serenidad artística y en sus majestuosas proporciones, de la gratitud de todo un pueblo a los héroes emancipadores y del culto por los sucesos culminantes de la magna Historia.

Al efecto, el señor Doctor Victorino Márquez Bustillos, Presidente Provisional de la República, interpretando fielmente la idea del Jefe de la Rehabilitación Nacional, Benemérito General Juan Vicente Gómez, decretó que se levantará el Monumento de Carabobo para su inauguración en la ocasión de la grande efemérides.

En corto espacio de tiempo y gracias a una de esas extraordinarias labores que son empresas propias de esta actualidad, el Arco Monumental surge en la extensión, hecho a ser saludado por todos los entusiasmos en este radiante día de la Patria.

Forman el magnífico Monumento dos columnas de veinte y ocho metros de elevación, unidas por un Arco que está sostenido por cuatro cariátides de cinco metros de altura.

En la parte superior ostenta el Arco dos tarjetones con las efigies del Libertador y de Páez.

En la parte inferior de las columnas se fijan cuatro relieves representando a "Bolívar en Carabobo", "Páez en Carabobo", "La Paz" y "El Trabajo".

Relieve del Monumento: "Bolívar en Carabobo". (Foto: Talavera Soro).

Relieve del Monumento: "Páez en Carabobo". (Foto: Talavera Soro).

Relieve del Monumento: "La Paz". (Foto: Talavera Soro).

Relieve del Monumento: "El Trabajo". (Foto: Talavera Soro).

Coronan el Monumento las estatuas de "La Paz" y "La Victoria" y un Busto de la República.

El proyecto del Monumento es obra de los ingenieros doctores Alejandro Chataing y Ricardo Razetti y los trabajos de construcción los han dirigido los ingenieros doctores Razetti y Manuel Vicente Hernández.

Tanto las cariátides como los tarjetones y relieves y todos los demás trabajos de ornamentación, que constituyen doscientas piezas de gran tamaño, son obra del escultor Lorenzo González, Director de la Escuela de Artes Plásticas.

El Busto de la República es obra del escultor Pedro Basalo.

Ilustramos esta página con los gráficos del grandioso Arco Triunfal que en la sabana de los épicos prodigios, muestra el homenaje simbólico que la Rehabilitación Nacional rinde en nombre de la Nación agradecida a sus libertadores.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 24 de junio de 1921).


jueves, 10 de junio de 2021

MONSEÑOR JÁUREGUI FUE HONRADO POR EL GENERAL GÓMEZ

 

Por Decreto del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela y publicado en la Gaceta Oficial Nro. 10.716, el 9 de junio de 1909, se aprobó la exhumación y traslado a Venezuela de los restos del eminente Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno.

Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno, nació en Niquitao, Estado Trujillo, Venezuela, el 28 de septiembre de 1848 y falleció en Roma, Italia, el 6 de mayo de 1905. Mejor conocido como Monseñor Jáuregui, fue un sacerdote católico venezolano que realizó una gran labor como destacado educador, científico, escritor, filósofo y político, cuya obra la desarrolló la mayor parte de su vida en la ciudad de La Grita, Estado Táchira, donde ejerció como vicario y fundó varias instituciones religiosas, sociales y educativas, entre las cuales destaca el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, el cual regentó durante quince años y donde diseñó e implementó un modelo de enseñanza basándose en las orientaciones del Papa León XIII y el pensamiento salesiano, producto de su contacto directo con Don Juan Bosco. 

Monseñor Jáuregui venía padeciendo de cálculos urinarios y el día sábado, 6 de mayo de 1905, a las tres de la mañana, fue intervenido de urgencia quirúrgicamente, falleciendo lamentablemente durante la operación. Tenía 56 años de edad. Sus restos fueron sepultados en el Colegio Pío Latinoamericano en Roma, Italia.

El 22 de marzo de 1909, durante la Presidencia del Benemérito General Juan Vicente Gómez Chacón, el Concejo Municipal del Distrito Jáuregui, situado en La Grita del Estado Táchira, acordó solicitar el traslado de sus restos desde Roma. Se nombró una comisión conformada por los Doctores Leopoldo Baptista, Emilio Constantino Guerrero y Pedro María Parra, para realizar las gestiones pertinentes ante el Congreso Nacional.

Por Decreto del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela y publicado en la Gaceta Oficial Nro. 10.716, el 9 de junio de 1909, se aprobó la exhumación y traslado a Venezuela de los restos del Presbítero Doctor Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Sus despojos mortales fueron embarcados en Roma por Román Cárdenas, uno de sus discípulos, con destino al Puerto de Génova y de allí a Venezuela, en una caja de 2,30 mts x 0,85 mts, siendo recibidos en La Guaira para proseguir por Caracas, Maracaibo, La Ceiba, Motatán, Valera, Timotes, Chachopo, Apartaderos, San Rafael, hasta llegar a Mucuchíes, donde fueron sepultados el 13 de abril de 1910, junto a los de sus padres. 

Posteriormente, fue trasladado al Panteón Nacional, en Caracas, Venezuela.

EL MONUMENTO AL PADRE JÁUREGUI, AÑO 1913

El Gobierno Nacional, presidido por el Benemérito General Juan Vicente Gómez, ha destinado una suma de bolívares para la subvención del monumento que la Municipalidad de La Grita se propone erigir en aquella población, a la memoria del ilustre Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno.

Fresca está aún en el recuerdo de los venezolanos la memoria de aquel eminente levita, cuyas virtudes y merecimientos, exaltados por cuantos le conocieron, durante su vida, cobran al través de la distancia mayores y más claros relieves.

Fue Monseñor Jáuregui el educador de toda una juventud que ha prestado, posteriormente, grandísimos servicios a la Patria. En su colegio de La Grita, que en sus mejores tiempos pudo servir de modelo a los planteles de educación análogos de nuestro país, se iniciaron en el cultivo y en el amor de las ciencias y de las letras muchos jóvenes que hoy, ya en la edad madura, ocupan puesto de preeminencia y han adquirido justiciera nombradía por sus luces, por su erudición y por sus talentos.

Monseñor Jáuregui poseía no sólo el instinto y entusiasmo del educador de vocación, sencillo en sus hábitos, convincente y claro en sus discursos, armado del don profundo de la simpatía, sino que también se distinguió por otras varias preciosas y culminantes virtudes. A los conocimientos de un sabio juntaba la intachable pureza de costumbres que caracterizaba a los doctores místicos en los mejores tiempos de la Iglesia Romana; y además, una de las faces de su nobilísimo espíritu destellaba con el brillo incontrastable y pulcro que revela la integridad del diamante: era un dechado de patriotas, recto, viril, encaminado con fijeza y sin alteraciones hacia el bien de todos y el decoro de la comunidad. Su espíritu, como la brújula señalando el norte, se dirigía siempre al deber y la verdad.

Después de haber consagrado honorablemente toda su vida al ejercicio de funciones de bondad, de belleza y de justicia, como si el destino hubiera querido galardonarlo con la suprema corona del martirio, sufrió por la justicia persecuciones injustas; y fue a perecer lejos de la tierra natal, sin que bastaran a borrar ni amenguar la pesadumbre acerba de su nostalgia, los honores que el Pontífice Romano le confirió, ni el ejercicio, que no abandonó nunca, de sus funciones de educacionista.

El Gobierno Nacional del General Gómez, rinde un homenaje merecido a la memoria de Monseñor Jáuregui, asociándose a la erección del monumento que perpetuará su memoria en La Grita y que costearán la Municipalidad de aquella población y muchos de los discípulos y admiradores del ilustre prelado.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 17 de julio de 1913.)


El 1 de agosto de 1914, bajo la Presidencia del Benemérito General Juan Vicente Gómez, se inauguró en La Grita, Estado Táchira, el monumento en bronce florentino de Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno.

Una estatua de bronce de calidad artística excepcional, se corresponde con la representación pedestre de Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno, en su condición de prelado y educador. Está revestido con las insignias de Protonotario Apostólico Ad Instar Participatium, título que lo honraba como miembro del séquito papal de la antigua Capilla Pontificia (en la actualidad Familia Pontificia), por designación de Pío X en 1904. Las figuras de dos párvulos, con ropajes infantiles de la época, rodean la representación de Monseñor Jáuregui.

Se logró, gracias al aporte económico del Benemérito General Juan Vicente Gómez, la realización del monumento que fue inaugurado, el 14 de septiembre de 1914. La hermosa estatua ha permanecido en su emplazamiento original y puede ser observada en la plaza "Jáuregui" de la ciudad de La Grita. Se desconoce su autor, si bien en la peana de la estatua se puede leer en letras buriladas "J. Roversi y C° Sucs".


CIVILIZADORES DEL TÁCHIRA, MONSEÑOR JÁUREGUI

(Por: José Abel Montilla) 

Una noticia venida del Estado Táchira nos ha complacido altamente, porque nos cuenta la realización de una obra de justicia encaminada a afirmar en el porvenir, librándola de la voracidad del olvido, la memoria de un hombre ilustre cuyo esfuerzo se levanta en el pasado inmediato de los pueblos andinos como una montaña espiritual, al modo de un suplemento lírico de las de su naturaleza, que tienen bravuras de león en el rugido de los páramos y candores de virgen en las nieves eternas.

Esa noticia que viene de lejanías queridas, con un suave aliento del solar nativo, nos informa que hace unos días solamente se levantó en tierras de La Grita un monumento a Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno.

Este suceso concreta el término fortunoso de una gran aspiración que se agitaba en esas regiones de tiempos atrás y que era la de revivir en el hieratismo de la estatuaria el perfil venerable de ese hombre que paso por entre los hombres con el carácter de inconfundible, porque realizaba el tipo de un héroe en el concepto de Carlyle.

De algunos años para acá, desde que por disposición del General Juan Vicente Gómez vinieron sus despojos a reposar en el seno de la Patria, tomó calor el movimiento en favor de su nombre, porque la medida gubernativa, tuvo por efecto iluminar el panorama de su obra y así muchos hicieron alto en sus afanes para ponerse a considerar, éstos lo que le debían de perfeccionamiento; aquéllos cuanto en beneficio de la comunidad intentó y los más distantes en lo que hubiera podido hacer.

Y esa asociación de voluntades, a la sombra de un recuerdo, ha realizado la apoteosis esperada, que después de escribir una página de civilización y de altruismo en la historia del pueblo tachirense, va más lejos a cumplimentar a cuantos vivan la vida del espíritu, refiriéndoles un triunfo del mérito, un éxito de la justicia, en el cual es parte ejecutiva la gratitud pública, que ahora a través de los años y de los acontecimientos, glorifica la personalidad de un luchador sincero e idealista que recorrió los caminos de la vida armado caballero de la virtud, no faltándole en esos momentos, para definir su existencia superior, un fino desdén de aristócrata para las cabriolas de la envidia y para los golpes de la adversidad.

La figura de Monseñor Jáuregui compone el símbolo del idealista patrio, perdido o burlado en nuestras sociedades informes, alumbradas a medias por las ideas madres de la humanidad y donde los apostolados nobles y los grandes anhelos perecen la mayoría de las veces, en el desierto de una gran indiferencia como los peregrinos del relato bíblico y en ese caso, las medidas de reconocimiento y de recompensa que entraña glorificación reciente, tienden a la conservación de principios de moralidad en el espíritu público, desarrollando el sentimiento del sacrificio, la abnegación, el desprendimiento, al afirmar una noción de la solidaridad humana, la idea de una supervivencia sustancial, llevada a efecto merced a un proceso de conciencia que viene a formar una gratitud colectiva.

Nos permitiremos señalar los méritos de este sacerdote eminente, así como también los servicios que prestara a sus semejantes, en la convicción de que todas las vidas nobles y desinteresadas, por silenciosas que sean, desempeñan un papel de efectiva utilidad, contribuyendo en última línea a que ese concepto de la vida, completamente personal, íntimo, que cada quien elabora en su interior, a lo largo de sus años y a golpe de pruebas y convencimientos, no sea duro en todas sus partes, porque esas individualidades abnegadas, dispersas por el mundo suavizan los asaltos del infinito e incurable dolor humano y otras ocasiones, cuando van confundidas con la desfilada turbulenta de los profesionales de la barbarie, del egoísmo y de la injuria, se le oye decir, parodiando a Jesús; nosotros no venimos a corromper las almas, sino a perfeccionarlas….

Miembro de una familia honorable poseedora de bienes materiales para llevar una vida independiente y decorosa y de esa heredad del corazón que la forman las virtudes cristianas y las orientaciones hacia el bien, se rindió a una invencible vocación al seguir la carrera religiosa, llegando a graduarse de Doctor en Teología, cuando empezaba su juventud.

A poco tiempo de haberse ordenado pasó a desempeñar los curatos de Milla y Mucuchíes, donde empezó a señalarse su temperamento de civilizador en tareas de diversa índole, pues estando allí fundó dos pueblos, construyó dos templos, y doliéndose del apartamiento de esas regiones, hizo abrir a través de la montaña y sobre el Lago de Maracaibo, un famoso camino de diez y siete leguas de extensión.

Más tarde fue destinado para el Táchira, donde vivió muchos años dejando de su permanencia un recuerdo inquebrantable. Su obra está representada en esos pueblos por alientos a la cultura social, desarrollo del espíritu religioso, creación de centros de instrucción y de institutos de caridad y en testimonio de lo expuesto están templos, hospitales, orfelinatos, la Sociedad de las Siervas de la Sacra Familia, periódicos, colegios, señalándose entre éstos el afamado Instituto del "Sagrado Corazón de Jesús", que funcionó en La Grita durante tres lustros y donde cultivaron sus inteligencias varias generaciones de hombres y que después han figurado con brillo en las Ciencias, las Letras y la política del País.

Fachada del Colegio Parroquial "Sagrado Corazón de Jesús", fundado por Monseñor Jáuregui en 1884 y que se encuentra ubicado en La Grita, Estado Táchira, Venezuela. 

Monseñor Jáuregui, prestó servicios a la República en calidad de Diputado al Congreso Nacional y a las Legislaturas regionales y una vez entregado a sus faenas apacibles de cura de La Grita, lo sorprendió una solicitud del pueblo del Zulia que lo quería para obispo de su Diócesis.

En una ocasión su figura evangélica se levantó sobre nuestros errores, lanzando un amaos los unos a los otros, pero dadas las circunstancias, su palabra se perdió en el vacío, trayéndole en cambio perjuicios sin fin.

Pobre y apesarado se marchó a tierras extrañas donde gentes conscientes lo acogieron con los  brazos abiertos. En México fue nombrado Rector del Seminario Principal y más tarde Provisor y Vicario General de la Diócesis de Mixtecas y por ese tiempo tuvo la fortuna que la Sociedad de Obispos mexicanos a Tierra Santa lo designara para Predicador General.

De regreso del Asia Menor se estableció en París, fundando en dicha metrópoli Congregación para atraer y convertir sacerdotes extraviados, después pasó a Roma donde S. S. León XIII lo hizo Protonotario Apostólico y varias Corporaciones científicas lo tomaron como miembro.

Las treguas que su vivir agitado le concediera, las hizo fecunda y útiles, dedicándolas a la producción literaria y como frutos de la cual quedan un Tratado de Geometría, el Manual del Seminarista que adoptó como texto obligatorio el Arzobispado de Santo Domingo, la Biografía de Monseñor Zerpa, una variada labor diseminada por periódicos, revistas, y también algunas monografías y estudios especiales que no llegó a publicar.

Donde verdaderamente resplandecía su talento era en el púlpito, llegando a ser considerado como el mejor orador del Occidente, no solo por las dotes y particularidades necesarias, sino también por la calidad de la exposición que era patética, limpia, sutil, al punto de que algunas de sus oraciones sagradas que llegaron a publicarse obtuvieron juicios encomiásticos de hombres eminentes de Colombia.

Fue poeta y escribió inspirados y sentidos versos, de los cuales unos titulados A mi Patria, que envío desde Taffra, en Palestina, para su publicación en el periódico "Los Avisos" de San Cristóbal, son de un buen efecto sentimental, como una lamentación de su alma adolorida, que se adueña del espíritu con esa congoja indefinible de las penas presentidas.

Monseñor Jáuregui fue un hombre adelantado que en todo momento manifestó tener un claro concepto de la Patria y una comprensión avanzada de la humana condición del yerro y de la necesidad de la tolerancia. Las vulgaridades y vanidades del mundo no empañaron jamás la limpidez de su espíritu, pues se manifestó respetuoso de la dignidad ajena en toda circunstancia y mantuvo su pensamiento y su sensibilidad libres de trabas y abiertos a las grandes cuestiones de la vida, a la expresión de la angustia universal y a la contemplación artística de las cosas.

Se rindió a la muerte por el año 1904 en la Ciudad Eterna. La noticia de su muerte fue un acontecimiento doloroso en los pueblos andinos que hoy guardan su recuerdo como algo consustancial con su existencia.

Sus cenizas recibieron tierra en la nave principal de la Iglesia de Mucuchíes, haciendo así más venerable ese lugar ya santificado por las disposiciones eclesiásticas.

Un importante Distrito del Estado Táchira lleva su nombre; en el Asilo de Huérfanos de Caracas, entre los benefactores de la Infancia aparece su efigie, y ahora, en la hidalga ciudad de La Grita, la ciudad del muy Ilustre Cabildo que señaló el monarca español Carlos III, en el perímetro desolado de una plaza y a la vista de cuantos sean caminantes por esos lugares, reaparece transfigurado por la consagración suprema del bronce.

Recordemos a Víctor Hugo: las estatuas hablan mucho no a los que pretendan escucharlas sino a los que quieran pensar, y si cerca de esta estatua que se levanta en el corazón del Táchira del que fue en vida apoyo de la juventud y amparo del débil, pasarán muchos años y quisieran pensar, ¿qué oirían?

José Abel Montilla

Caracas: septiembre de 1914.

(Doctor José Abel Montilla, joven escritor y diplomático, nativo de San Cristóbal, quien también se ha señalado como periodista y cuya actuación en la redacción del periódico "Los Avisos" de San Cristóbal, dejó cimentada su actividad  intelectual y periodística. Es Doctor en Ciencias Políticas y desempeña el cargo de Ministro Plenipotenciario de Venezuela ante el Gobierno de Checoslovaquia).