El Banco Agrícola y Pecuario especialmente destinado a la
protección de la Agricultura, proclamará con justicia el nombre de su fundador,
el General Juan Vicente Gómez, por patriótica iniciativa.
Tenemos, pues, favorable nuestra balanza de comercio, no obstante la
depreciación de nuestros principales productos de exportación, y sobre esto las
mayores dificultades que de la actual política económica mundial, está
derivando el Comercio Exterior, al que falta hoy lo que nunca le ha faltado, en
ningún tiempo, o sea, la moneda de oro, que es su medio insustituible, para el
justo y necesario pago de los saldos internacionales; moneda a la
que se le da el destino más antieconómico, retirándola en absoluto de la
circulación entre las naciones, para sustituirla con la moneda fiduciaria
emitida hasta cifras ya inverosímiles, para que los países pequeños tengan
forzosamente que cambiar sus productos por los de los grandes sin percibir el
más pequeño saldo en moneda de oro.
Afortunadamente y gracias a un tino administrativo que no hay cómo celebrar
lo bastante, no ha sido preciso en Venezuela ninguna de las presentes medidas
drásticas de otros países, y que, por cierto, no les han dado hasta ahora
resultados verdaderamente favorables; y todo nos hace esperar, Dios mediante,
que, aunque con las privaciones que no se pueden evitar, pasemos esta crisis y
alcancemos y disfrutemos el anhelado restablecimiento económico del mundo.
Sin que hayamos apelado a algunas medidas tan ineficaces como
contraproducentes para el mejoramiento económico, como por ejemplo, el de
“contingentear” la importación, esto es, fijar un contingente o cuota de
importación sobre determinados artículos o sobre tal o cual país, como es uso hoy
en diversas grandes naciones, extremo a que nunca había llegado el sistema
Proteccionista, y menos justificado bajo el punto de vista económico, que el
primitivo y ya de muy remoto tiempo, de la llamada escala movible de impuestos
arancelarios, por la que bajaba y subía el impuesto, según la escasez o la
abundancia de un artículo en el mercado: poca o ninguna diferencia hay entre
esta vieja o caduca medida y la de los contingentes de la postguerra.
Tampoco hemos tenido que apelar, no obstante los diversos reiterados
ejemplos de otros países, ni a rigurosas restricciones ni a prohibiciones
aduaneras que en cierto modo habrían podido justificarse en artículos de lujo
principalmente, y en otros de naturaleza doble, de lujo y de necesidad, como
los automotores, más susceptibles de fuertes impuestos, por los gravosos
efectos que su importación desproporcionada, como objetos de lujo, causa
mayormente en los tiempos de malestar. Así, por ningún medio artificial, como
los nuevos puestos en práctica en otras partes hemos trabado en modo alguno la
importación, la que, por sí sola, ha llegado naturalmente a su debido nivel, de
acuerdo con las posibilidades del mercado interno.
De esta manera, nuestra vieja y bien meditada Ley de Régimen de Aduanas
para la Importación se ha mantenido incontaminada de las prácticas e
innovaciones con que la actual política comercial de otras naciones ha afectado
la economía de aquéllas; siendo muy diferentes las medidas que, consideradas
oportunas, ha dictado el Ejecutivo, las que han tenido que merecer el unánime
aplauso del país, y de las que, como muestra en verdad elocuente, bastará
comentar las siguientes que hablarán por sí solas.
El Banco Agrícola y Pecuario especialmente destinado a la protección de la
Agricultura, como lo testifican sus mil y más prestatarios, a quienes desde el
principio ha favorecido con créditos a bajo interés y largos plazos, para la
liberación y el fomento de sus fincas, instituto que en todo tiempo y lugar
proclamará con justicia el nombre de su fundador, General Juan Vicente Gómez,
por patriótica iniciativa de él mismo y reciente ley de la materia, ha reducido
el interés del 8%, del suyo pequeño que cobraba a sus prestatarios, al más
pequeño aún que pueda llamarse ínfimo del 4% anual, para así, aliviar de tan
eficaz manera a los agricultores, al tiempo que fija un precedente o récord del
más bajo interés que por préstamos agrícolas se cobre, no solamente en el país,
sino fuera del país. ¿Qué agricultor, así posibilitado para satisfacer tan bajo
interés, dejará de agradecer tan patriótica y oportuna disposición?
Pero ya no es solo el beneficio del mínimo interés que usufructuarán los
agricultores prestatarios del Banco, durante años, y mediante el cual suspirado
beneficio podrán trabajar con más desahogo y confianza aún en plena crisis,
sino que a eso, se agrega el auxilio directo prestado a 34.000 agricultores de
café y cacao, hoy atribulados y necesitados de ayuda por la baja de estos
frutos, y más que todo, por la depreciación del dólar que prácticamente ha
mermado más el valor de sus frutos. Por modo y manera, que los 10.000.000 de
bolívares, en feliz momento decretados por el General Gómez y distribuidos tan
equitativa y proporcionalmente entre tan grande número de agricultores
necesitados de todo el país, han venido a llenar una urgentísima necesidad
económica, y empleado tal subsidio, por todos y cada uno de los favorecidos, en
el trabajo reproductivo del fomento de las fincas o en la recolección de sus
cosechas, tiene el efecto de multiplicarse y de traducirse en positivo bien
material del país, y naturalmente, en el contento y en la justa satisfacción
que deben experimentar todos los favorecidos por este expresivo acto de cuidado
tutelar por parte del General Gómez; contento y satisfacción a todos y que
anotamos placenteramente al hacer el justo comentario de disposición tan
trascendental para la Industria Madre, que en Venezuela, país de sino
esencialmente agrícola, es y tiene que ser, fuente inagotable de bienestar,
mediante la salvadora Paz.
Con arbitrios como los que celebramos de la rebaja al 4% anual de interés
de los préstamos agrícolas y el subsidio de los diez millones para los
agricultores, decretados por el General Gómez, hay la seguridad de mantener
alto nuestro Comercio Exterior, promoviendo el mayor bien de la Agricultura.
Rafael Martínez Mendoza.
3 de diciembre de 1934