GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ
(De “Il Sole”, Milano - Italia)
En el transcurso de seis meses, el mundo asistió al espectáculo de
trastornos políticos muy graves en casi todos los Estados de la América del
Sur. Motivo de orden político, causas de naturaleza económica (crisis de
producción y de trabajo) determinaron las revoluciones del Perú, de la Argentina
y del Brasil, mientras que la situación financiera se ha agravado en todas las
demás Naciones sudamericanas, el único país que pudo salvarse del general desconcierto, ha sido la
República de Venezuela.
Aquí la autoridad del Gobierno no ha sufrido sacudidas ni dio lugar a
rebeliones, por lo que Venezuela, que hasta hace veinte años fue el país en
continua agitación, resultó ser el organismo estatal más ordenado y
disciplinado.
Desde el punto de vista del criterio público y de las finanzas, Venezuela
conservó su estabilidad y el balance del Estado se mantiene en las excelentes
condiciones que desde años se registran, por lo que los valores y la moneda
venezolana están considerados de una solidez a toda prueba.
El mérito de este fenómeno excepcional en el actual momento crítico de la
América del Sur, se debe a la acción personal y a la administración del Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez, quien ejerce una vasta y decisiva influencia en la política
del País.
El General Gómez ha gobernado y ha debelado todos los partidos que se destruían en Venezuela y arrastraban a la Nación hacia una segura ruina. Por eso tuvo él enemigos acérrimos, detractores implacables, opositores feroces que no titubearon en urdir mentiras, en alterar, exagerar o inventar libremente los hechos, bajo la máscara seductora y siempre lisonjera de la libertad y con el objeto de posesionarse nuevamente del poder para reducir otra vez a Venezuela al estado caótico y de anarquía política y social que la hicieron tristemente célebre en los albores del presente siglo, cuando el alocado Cipriano Castro la había convertido al nivel más bajo y despilfarrador.
El General Gómez ha gobernado y ha debelado todos los partidos que se destruían en Venezuela y arrastraban a la Nación hacia una segura ruina. Por eso tuvo él enemigos acérrimos, detractores implacables, opositores feroces que no titubearon en urdir mentiras, en alterar, exagerar o inventar libremente los hechos, bajo la máscara seductora y siempre lisonjera de la libertad y con el objeto de posesionarse nuevamente del poder para reducir otra vez a Venezuela al estado caótico y de anarquía política y social que la hicieron tristemente célebre en los albores del presente siglo, cuando el alocado Cipriano Castro la había convertido al nivel más bajo y despilfarrador.
Es así como el General Juan Vicente Gómez,
rindió el más grande servicio a su País y se conquistó el más grande
reconocimiento y la gratitud nacional. Acaso, y justamente el 24 de junio de
1925, no proclamaba solemnemente el Congreso Nacional Venezolano que “Juan
Vicente Gómez es el hombre necesario para el presente y para el porvenir, pues
la existencia de la Patria le está virtualmente vinculada”.
En el largo periodo en que desempeñó los más altos puestos de la
magistratura y cargos del poder, como Vicepresidente primeramente y luego como
Presidente, el General Gómez resolvió todos los conflictos que Venezuela tenía
en el exterior, restableciendo las cordiales relaciones diplomáticas no tan
solo con las naciones europeas y los Estados Unidos de Norteamérica, sino
también con las demás naciones sudamericanas; resolvió las cuestiones de
límites; redimió al País del analfabetismo, dotándole abundantemente de
escuelas; prodigó sus cuidados a la cultura superior y a las artes; fue el
restaurador de la Hacienda Pública y el creador del crédito y de la moneda
venezolana; consiguió la independencia económica de Venezuela; defendió la
propiedad, para el Estado, de las inmensas riquezas del subsuelo venezolano e
hizo de Venezuela uno de los países más intensamente productivos de petróleo y
de café; valorizó las riquezas del suelo y de los campos; creó de la nada
grandes industrias nacionales, algunas administradas por él personalmente,
haciéndola floreciente; libró de la esclavitud social a los obreros y a los
trabajadores, haciendo aprobar las leyes protectoras del trabajo y de la
sanidad de las clases trabajadoras, a cuya elevación social y civil dedicó
todos sus cuidados; saneó el interior del País con grandes obras de previsión
civil y trabajos de saneamiento; con una magnificencia y una vastidad de
conceptos verdaderamente romana, creó una imponente red de caminos en el
interior, por medio de la cual las más lejanas regiones del país están en
cómoda comunicación con la capital y con los centros más importantes, debiendo
sobre todo ser señalada la gran arteria que va desde Caracas hasta la frontera
colombiana, obra verdaderamente monumental de acercamiento americano, sueño del
gran hijo de Venezuela, Simón Bolívar; hizo de Caracas, la capital de la
República, una de las más bellas y cómodas ciudades de Sudamérica,
dotándola de todos los servicios públicos, de luz, de aguas corrientes, higiene
y confort para todos sus habitantes y para los turistas; reorganizó y dotó de
nuevas instalaciones el puerto de La Guaira, que se ha transformado en el
emporio del Mar Caribe; creó la espectacular industria de la cuenca de
Maracaibo de donde todos los días salen inmensas riquezas de exportación para
ser cambiadas en riqueza efectiva, por lo que hoy puede decirse que Venezuela,
es la única nación en el mundo, que no tenga deudas públicas interiores ni
exteriores.
Es esta la rapidísima y esquemática síntesis de la obra realizada por el
General Juan Vicente Gómez, especialmente desde la última reelección de 1922
hasta hoy, pues si quisiéramos dedicarnos a analizar los particulares de su
acción, entonces necesitaríamos una más detallada y extensa descripción.
El lenguaje más elocuente, resulta ser el de las estadísticas, las que en
sus cifras nos demuestran cuán enorme es el progreso alcanzado en Venezuela,
por lo que no es exagerado decir que el General Gómez creó un Estado, esto es,
una nación, de la nada; creó una Hacienda Pública, una economía, una administración, un
crédito, una riqueza pública y particular como ningún otro Estado sudamericano
puede vanagloriarse de poseerlos; y hoy Venezuela es el País más disciplinado y
organizado de la América del Sur.
El General Gómez, llegado ya a una edad venerable, se ha retirado de la
política activa y vive patriarcalmente en su villa de Maracay dedicando siempre
sus mayores atenciones a su industria, la que ocupa centenares de trabajadores
para los cuales él es el amigo y el paterno patrón.
Entre las clases trabajadoras, sumamente favorecidas y ayudadas, el General
Gómez es popularísimo y sobre todo amado porque él, inflexible con los
agitadores, perturbadores y con los eternos rebeldes, es viceversa magnánimo,
complaciente, generoso en la ayuda con los humildes y con los buenos
ciudadanos, a los que ha procurado el bienestar, desarrollando las industrias,
el comercio, el trabajo, y sacando del suelo los incalculables recursos de
materias primas, por lo que Venezuela está hoy a la cabeza de los países
productores de Sudamérica y para algunos productos, a la cabeza del mundo
entero.
La confianza en el porvenir de su país es profundísima en el General Gómez.
El General Juan Vicente Gómez está circundado de cariño y de
la afectuosa simpatía de todo el pueblo venezolano, que ve en él al fundador y
creador de la nueva República de Venezuela, próspera, ordenada, libre,
emancipada del extranjero, dueña absoluta de sus destinos.
De “Il Sole”, Milano - Italia.
(Publicado, el 10 de enero de 1931).