viernes, 26 de noviembre de 2021

YO CONOCĺ Al GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ

(Por: P. L. Blanco Peñalver)

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, responde cariñosamente al saludo de su pueblo, desde el balcón de su residencia en la ciudad de Maracay.

"Aquel hombre tan extraordinario como cordial y sencillo". 

Soy de aquellos que conocieron al General Juan Vicente Gómez y puedo no ser prolijo para decir con acento periodístico cuáles fueron las oportunidades en que lo conocí, saludé y traté personalmente entre los años de 1915 a 1931. Debo comenzar por decir que a poco de haber llegado a Los Teques, en la calle Miquelin, vi a un grupo de militares que descendían de varios automóviles frente a una gran casa de muchas ventanas de hierro. Era el General Gómez, que rodeado de edecanes y varios generales, entre éstos Félix Galavís, Antonio Pimentel y Colmenares Pacheco, venía a visitar a su hermano, don Juancho Gómez, que ejercía la Presidencia del Estado Miranda; y que dejando encargado al General y agricultor de apellido Luna, pasaba largas temporadas en Los Teques, entre el cariño de aquellas buenas gentes. Gómez lucía en plena juventud, bizarro, despierto, imponente, saludador, como manteniéndose en los hábitos tachirenses. 

Pocas semanas después asistí a una reunión en el Hipódromo de "El Paraíso". Allí estaba Gómez. Lo pude ver muy cerca mientras él observaba las carreras desde el Palco Presidencial, llevándose a los ojos unos anteojos largavista. Todos hablaban, menos él. A los pocos días, en el mismo ambiente, pude verlo a caballo comandando una revista militar, a la que asistía el Congreso en pleno, bajo los aplausos de lo más granado y valioso de la sociedad y el mundo caraqueño. Al otro día se presentó al Congreso y leyó un brevísimo mensaje escrito por propia mano que decía: 

"Bien sabéis que siempre he preferido la obra a la promesa. Ayer os presenté en una revista al moderno Ejército venezolano, garantía de la paz y del progreso de Venezuela, a los que estoy consagrado desde que me elegisteis para presidir la República".  

Pasan los años. Es 1921. Un cercano familiar mío que ya conocía a Gómez desde 1914, me presentó al edecán Coronel Abigail Olivares, quien me dio oportunidad de hacerme presente en Las Delicias, coincidiendo esto con la llegada a Maracay del General Isilio Febres Cordero, entonces presidente del Estado Zamora (hoy Barinas), de quien entré a fungir de Secretario Privado. Por tanto fui del séquito del Caudillo de Diciembre, como se le llamaba entre todos aquellos personajes. Gómez preguntó: "¿Quién es ese joven?". No faltó quien le contestara, no sé si el Coronel José María Márquez Iragorry o Julio Anselmo Santander: "Mi General, Ese joven acompaña a don Isilio". Contestó el Benemérito: "Anjá, no me ha saludado, pero no importa". Yo seguía todos sus pasos, oyéndolo, observándolo, apartándome del lugar por donde él podría pasar. Ni cerca ni lejos. Realmente nunca fui presentado a Gómez; sin embargo...

En Caracas, unas veces acompañando al querido don Isilio, otras veces por mi sola cuenta, me introducía entre los acompañantes. Así fue una vez hasta la variante de Blandín, cuyos trabajos él vigilaba diariamente; y en otra oportunidad al consultorio dental del Dr. Noel, entre las esquinas de Ibarras a Pelota. Mientras Gómez se hacía revisar la dentadura, nosotros, sus acompañantes nos dedicábamos a aprender a bailar con el profesor Mario Amelotti; allí nos relacionábamos con bellas y atractivas damas caraqueñas. Todo ello muy divertido e interesante. Varias fueron las veces que Gómez fue al consultorio del Dr. Noel. 

Ya más espigado, en 1924, vuelvo a estar en Maracay. Tengo amistad con los generales José Rafael Gabaldón, asiduo acompañante. Lino Díaz, el General Rafael María Velasco, el Dr. José Jesús Gabaldón y el siempre amigo edecán Abigail Olivares, eran las personas a quienes me acercaba, por serme gratos. 

El mismo que me acercó al bueno de Abigail, me acercó al Dr. Urdaneta Maya. ¿Qué mejores fiadores podía yo tener para ser del séquito del General Gómez? Conocí el momento en que don Luis Pérez, administrador de los bienes de Gómez, padre del actual Gobernador de Caracas, Enrique Pérez Olivares, le dijo en la plaza Girardot, acercándose al General Lino Díaz: "Esta mañana, en la cuenta, me ordenó el General Gómez que le dijera a Ud. que quería hablarle; que lo esperaba a las 8". Esa fue la oportunidad en que le dio aviso de que lo había recomendado a la legislatura de Anzoátegui para presidente del Estado. El nerviosismo del General Lino Díaz fue inocultable. Parece que le agregó: "Antes de irse, procure hablar con mi hijo José Vicente". Fue poco lo conversado. A Marcelino Torres García, le dijo: "Ordené una pensión para su hijo". Urdaneta Maya, saliendo de la "Cuenta", me llamó y me  dijo: "Le voy a dar una tarjeta de recomendación, a nombre del General Gómez, para que Lino Díaz lo utilice". Y me perdí de vista hasta 1929, en que me despedí del General Gómez en razón de ir en recorrida hasta el Táchira, conociendo la Gran Carretera Trasandina, con viático que me obsequió el Dr. Pedro Manuel Arcaya, Ministro del Interior. 

A mi regreso volví a saludar al General Gómez, distrayéndome en Maracay, donde era asiduo asistente al Teatro, oportunidad en que recibía el saludo de aquel hombre tan extraordinario como cordial y sencillo. 

Cuando él dormía, entre las 10 de la noche y las 5 de la mañana, no se podía pasar frente a la casa del Comando. Una silla atravesada en el medio de la calle frente a la Iglesia, era la señal de que por allí no se permitía pasar: Gómez dormía o descansaba. Ningún aparato acompañaba al silencio de la hora. 

Cuando vuelvo a Maracay, es el momento en que los Diputados Aurelio Beroes, Angulo Ariza y otro, han provocado la caída del Dr. Juan Bautista Pérez. Esto lo relata el Dr. Ramón J. Velásquez con admirable claridad. Se abren las ventanas de la casa donde vive Gómez. Llegan desde Caracas los más destacados miembros del Congreso Nacional. Los preside el General Rafael Cayama Martínez. Los más allegados se acercan a curiosear en torno a las tres ventanas. Nadie lo impide y soy uno entre tantos, con el oído atento a lo que allí ha de ocurrir en tan excepcional momento. Los congresantes se miran las caras. Cayama viste de gris, imponente y rasurado hace poco; el Dr. Rafael Garmendia Rodríguez, por estar vestido de riguroso negro y provisto de un sencillo impermeable, luce más pálido que nunca con rostro inexpresivo. Allí están Angulo Ariza, el ingeniero Aurelio Beroes, contertulio del General Gómez, cuando éste dirigía el Acueducto de Maracay, que trajo a la capital aragϋeña las aguas de El Castaño. Eso también lo vi. 

No es mucha la espera. El General Gómez solo parecía esperar a que se hiciese el silencio y los congresantes se ambientaran en aquella encortinada sala que presidía el gran retrato que del Coronel Alí Gómez había ejecutado el inspirado pincel del ya célebre pintor Tito Salas. 

Tenemos a nuestro hombre en traje militar gris, sin correajes, sin quepis, bien asentado el cabello, sin edecanes que lo cuiden ni se pongan a su espalda; ni siquiera Tarazona estaba por todo eso. A propósito de este sujeto, solo cuidaba a Gómez cuando éste estaba en Maracay, nunca se le vio en Caracas. Parecía ser alérgico a Miraflores. El grupo de edecanes y altos jefes militares guardaban compostura en todo el ancho corredor de la Casa Presidencial. Una voz sale del centro de una gran mesa que está en un ángulo muy visible. Desde allí habla el General Gómez, sin estar precedido de saludos ni cumplidos congresiles. Ellos, como atornillados. 

"Ya sé a lo que han venido... yo esperaba que me vinieran a exigir... yo encontré a Caracas como una casa en ruinas... Ya ven como la he puesto. Todavía recuerdo los caballitos flacos de los tranvías. Ya les diré lo que deben hacer si quieren complacerme..." 

"Sí, sí, sí", exclamaron todos los congresantes.

P. L. Blanco Peñalver

(Publicado en el Diario "El Universal", el 19 de mayo de 1980).

miércoles, 17 de noviembre de 2021

EL PRESIDENTE GÓMEZ HACE 25 AÑOS DIRIGE LOS DESTINOS DE VENEZUELA

1908 – 19 de Diciembre de 1933. –Un gran Mandatario popular y un estado excepcional en el Mundo de prosperidad pública. –Es de estricta justicia destacar la labor de este Ilustre Gobernante.

DE “LA PALANCA”, DIARIO INDEPENDIENTE DE LA TARDE. –EDICIÓN EXTRAORDINARIA EN HOMENAJE A VENEZUELA. –BUENOS AIRES, ARGENTINA, 20 DE DICIEMBRE DE 1933.

La República hermana de Venezuela, la patria gloriosa de Simón Bolívar, “el rayo de la guerra, el iris de la paz”, posiblemente el genio militar más completo de la historia moderna, ofrece un acontecimiento de excepcional relieve en los fastos americanos contemporáneos. Su actual mandatario constitucional, el ilustre General Don Juan Vicente Gómez, celebra, rodeado del respetuoso cariño de sus conciudadanos y de la admiración sincera de los pueblos de América, veinticinco años de dirección de la gestión pública ratificada en distintas etapas por el soberano órgano legal de la opinión de su país. Suceso tan trascendente y tan sin precedentes en los anales de la actuación de los gobernantes más afortunados del mundo por la honrosa reiteración dispensada, cobra un valor más extraordinario si se considera como factores para valorarlo debidamente, el estado de brillante prosperidad que el Presidente Gómez ha sabido corregir y mantener para su patria enfrente de la más temible depresión que se conozca en la historia humana.

La paz inalterable en que ha sabido mantener a la familia venezolana, unida como un solo hombre en torno a su héroe epónimo, el respeto que han debido guardar las naciones extranjeras a la soberanía de Venezuela, celosamente defendido por un guardián tan ilustre y lleno de bizarros prestigios consulares y por contraste la situación de otros países del continente que aún no han podido cimentar su estabilidad interna y regular el maduro desarrollo de su personalidad internacional.

Una tan bella situación de prosperidad económica, de paz conciliadora pero firme en el orden interno, de seguridad y de respeto para Venezuela en el orden internacional y de ejemplo elocuente y correctísimo para los demás pueblos continentales: tal es la obra sintética del General Gómez como fruto del ejercicio del poder en Venezuela sea ejerciéndolo directamente, sea que su enorme personalidad gratara en forma ostensible y singular sobre las manifestaciones sensibles de la opinión pública que le adjudicara una tan enorme suma de honrosas prerrogativas republicanas. Gestión eficaz para Venezuela a punto tal que no tiene parangón desde la obra heroica de la gesta libertadora de los padres de la nacionalidad hasta los mismos dinteles de la hora contemporánea.

El Presidente Gómez es un auténtico grande hombre en funciones solemnes de amalgamador de las mejores tradiciones de Venezuela para formar con ellas un ideario romántico de acción altruista, pacífica, bondadosa, fructífera, pero firme en sus líneas generales de gobierno respetable y respetado pero fuerte y de una íntegra conducta inalterable.

CUALIDADES PSICOLÓGICAS DEL PRESIDENTE GÓMEZ

La excepcional personalidad del Presidente Gómez que ha gravitado durante tanto tiempo sobre la vida pública de Venezuela y por repercusión sobre todos los países del continente, se ha prestado para que se difundieran hasta el detalle sus más acentuadas características psicológicas bajo el aspecto de su reflejo en la acción pública y en el ejercicio del gobierno.

De carácter sencillo y sin apego alguno a las exteriorizaciones extraordinarias en el boato del mando, el Presidente Gómez es sencillamente un patriarca en la acepción sudamericana que dan a este vocablo. Su temperamento es noble, conciliador, amigo de su pueblo en el sentido integral y por ende de sus clases laboriosas por excelencia.

No hay dolor que no le conmueva y que no trate de remediarlo en la órbita de su supremo celo por el bien público. Amigo decidido de las letras y de los intelectuales, Venezuela le debe el apoyo material necesario para su mentada supremacía literaria sobre la mayoría de los países del continente, pues él ha propiciado la protección en todas sus formas de las artes, de las ciencias y de las labores del espíritu.

Su perspicacia y su singular conocimiento de los hombres, su rápido genio para discriminar políticamente, su certera visión y poder intuitivo de penetración en las intenciones de los hombres así como su tacto para saber preservar en horas de preocupación pública de todos los escollos a la nave del Estado, le pintan como un temperamento verdaderamente extraordinario y como un milagroso conductor providencial que el destino, que el buen destino puso a disposición de la patria de Bolívar en un momento álgido de su historia contemporánea.

El Presidente Gómez está al corriente de los menores detalles de la cosa pública: no hay reclamo de su pueblo que no llegue a sus oídos ni preocupación efectivamente popular que no sepa atenderla, encauzarla, interpretarla, resolverla de acuerdo a las conveniencias colectivas y al interés de toda la Nación.

De este singular y maravilloso conductor de hombres y de pueblos cuéntanse anécdotas extraordinarias, algunas de las cuales lo pintan con todos los aspectos de un sorprendente adivinador de los hechos por venir debido a una genial intuición unida a una sagacidad sin comparación alguna, superior a la de los más famosos caudillos de la Historia.

EL PODER DE VENEZUELA

Venezuela ha llegado al apogeo de su prosperidad y de su riqueza bajo el impulso brillante de la gestión del Presidente Gómez que ha abierto todas las fuentes de producción de la República atrayendo los capitales extranjeros y ofreciéndoles las más amplias garantías de estabilidad y de protección.

Sus célebres pozos de petróleo han hecho de Venezuela un poder mundial efectivo que podría ser tal y mantenerse así exclusivamente por su sola existencia y el Presidente Gómez ha sido el que ha dirigido y favorecido su utilización en defensa del patrimonio nacional.

Asómbrense los argentinos: ¡Venezuela no tiene deuda externa alguna y su moneda es la más sana del mundo! Y esta envidiable situación sin parangón con ninguna otra nación en el transcurso de los siglos, se ha propiciado y mantenido por la administración del General Gómez como uno de sus más brillantes galardones. Un país que tiene tan honrosa situación material y tan sabios gobernantes merece un gran destino, pues ha sabido labrárselos al confirmar como guías a gobernantes y ciudadanos tan calificados para el rápido ejercicio del gobierno de los pueblos.

Ninguna cuestión internacional ensombrece el presente ni el porvenir de Venezuela. País sinceramente pacifista, sus dificultades se entregan al arbitraje cuando lleguen a existir, habiendo tenido la honra de presidir el Consejo de la Sociedad de las Naciones. Su prestigio continental revela el afecto y la admiración que su historia y su grandeza actual merecen a los países hermanos del continente.

La República Argentina admira y ama a su gran hermano del Norte y al Presidente General Gómez que tantos títulos tiene al cariño de su país y a la admiración continental, tiene en este país sinceros amigos de la justicia que saben discernirle el más alto título a que puede aspirar un hombre de gobierno: el de haber hecho por su pueblo el máximo de bien que es factible humanamente hacerle por el esfuerzo contraído de cinco lustros de sacrificios por la prosperidad de todos.

(Publicado en el periódico “El Nuevo Diario”, el 25 de febrero de 1934).