sábado, 17 de diciembre de 2016

OBITUARIO DEL DIARIO “LA RELIGIÓN” SOBRE LA MUERTE DE JUAN VICENTE GỐMEZ



Ha fallecido cristianamente el Benemérito

General Juan V. Gómez

Presidente de los EE. UU. de Venezuela, bienhechor de nuestra Iglesia.

El Arzobispo de Caracas, su Cabildo y Clero, invitan para el acto del enterramiento que se verificará mañana, en Maracay a las once a.m.

Caracas, diez y ocho de diciembre de 1935.

(Publicado en el diario “La Religión”, el 18 de diciembre de 1935).

El Arzobispo de Caracas, Monseñor Rincón González, acompaña el cortejo fúnebre con los restos del Presidente de la República de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, por las calles de Maracay junto a la multitud del pueblo.

El General Juan Vicente Gómez, fue un gran bienhechor de la Iglesia venezolana. Durante su gobierno puso fin a la confrontación con la Iglesia que había sido una constante en el siglo XIX.

Bajo su deseo, ayuda y protección, entre 1915 y 1935 se dieron pasos decisivos para que la Iglesia Católica Venezolana resurgiera y llegara a la posición de enorme prestigio, respeto e influencia que adquiere en la segunda mitad del siglo XX. 

Ingresaron al país 15 Congregaciones Religiosas desde el año 1913: Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle (1913), los Jesuitas (quienes regresaron al país en 1916), los Carmelitas (1922), los Claretianos (1923), los Benedictinos (1923), los Redentoristas (1924), los Eudistas (1924), los Hermanos de San Juan de Dios (1924), del Corazón de María (1924), las Hermanas de La Consolación (1925), los Maristas (1925), las Hermanas de la Caridad del Buen Pastor (1926), las Siervas de Jesús (1926), las Hijas de María Auxiliadora (1927) y los Padres Paúles (1932). Grandes beneficios recibió el país por el advenimiento de estas Congregaciones junto a las cinco ya existentes, en el desarrollo de la educación, de la atención de huérfanos y ancianos desamparados, auxilio de enfermos y amparo de los pobres.


viernes, 16 de diciembre de 2016

EL GENERAL GÓMEZ MURIÓ EL 17 Y RECIBIÓ LOS SANTOS ÓLEOS



Monseñor Hilario Cabrera Díaz, párroco para diciembre de 1935.


El General Gómez murió el 17 y sí Recibió los Santos Óleos. Relato del sacerdote que asistió al “Benemérito” a la hora de su muerte. 

Maracay, marzo 8 (Corresponsal Especial). Ha quedado esclarecido el tan debatido tema de si al Benemérito le fueron suministrados los santos óleos pocos momentos antes de morir. Ha dicho la última palabra Monseñor Hilario Cabrera Díaz, párroco y capellán del ejército para diciembre de 1935.

-Yo le suministré los santos óleos el martes 17 en momentos de gravedad- nos contó el ilustre prelado.

-Atiéndalo padre; no quiero que papá se muera así.

-Yo le recé mis oraciones –siguió el entrevistado-. Sin embargo, la confesión no fue posible, pues el General Gómez estaba en sus últimos momentos.

Había otro punto, acerca del cual Monseñor Cabrera podía dar su opinión, como hombre que estuvo cerca del General en la hora de su muerte.

Y con gusto respondió el sacerdote la pregunta del corresponsal. Sin pensarlo mucho aseguró que el Benemérito falleció el 17 de diciembre de 1935, pocos minutos antes de las doce. A pesar de no poder precisar con exactitud el minuto en que se extinguió la vida del mandatario, nuestro anciano interlocutor aseguró que fue antes de las doce. El pudo darse cuenta de la hora cuando se dio por definitivo el fallecimiento del General.

-En realidad- añadió el Prelado Doméstico de Su Santidad- el General Gómez se puso grave el domingo 15 y tuvo un desvanecimiento que duró una hora, tiempo durante el cual hasta los médicos creyeron que allí concluiría todo.

Monseñor Cabrera cuenta complacido algunos aspectos de la vida del General, quien a pesar de asistir poco a la iglesia solía decirle cuando llegaba a las puertas del templo –para apadrinar algún niño o cumplir como gobernante-: “Padre, hasta aquí mando yo; de ahí para adentro mandan usted y el sacristán”.

El sacerdote continuó evocando los días finales del Benemérito y recordó un nombre. El del padre Isaías Núñez, capellán del General, -quien estuvo presente hasta el momento del desenlace. Recordó también el día en que fueron puestos en libertad los presos políticos –los tiempos del doctor Francisco Baptista Galindo- en que el General, después de enviar a Tarazona a la iglesia para averiguar si había mucha gente, entró y se arrodilló frente al altar.

-Lo recuerdo perfectamente, concluyó Monseñor Cabrera. Eran las cinco y media de la tarde. Al llegar junto a mí dijo que ese era un gran día. Y al llegar a su casa contó a sus familiares que se había arrodillado con mucho gusto a pesar de que lo molestaba la herida de la rodilla.

 (Diario “La Esfera”, Caracas, 10 de marzo de 1952. Número 8.950).

jueves, 21 de julio de 2016

LA BATALLA DE CIUDAD BOLÍVAR Y LA CONQUISTA DE LA PAZ

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Pacificador de Venezuela, obra del gran pintor venezolano Tito Salas.

“Juan Vicente Gómez coronó el esfuerzo por reconstruir un orden y creó el Estado venezolano. La historia de los caudillos y el siglo XIX venezolano, termina el año de 1903, cuando Juan Vicente Gómez cierra, increíblemente, las guerras civiles en Venezuela. Un siglo de caudillismo, de violencia, de mandato personal, de montonera”.
Arturo Uslar Pietri

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, selló la paz definitivamente en Venezuela, el 21 de Julio de 1903, conquistando un histórico triunfo en la Batalla de Ciudad Bolívar. Sólo desde 1892 hasta 1903, el General Gómez,  actuando como Jefe de Estado Mayor, y como Jefe de Operaciones, se encontró victorioso en 29 hechos de armas, clasificados en 17 combates, 4 sitios y 8 batallas campales, saliendo invicto, convirtiéndose en un destacado militar y hombre de acción, logrando gran prestigio nacional. Cumplió la misión de pacificar a Venezuela para librarla de la anarquía que la azotó en su tiempo.

Señalaba el historiador Dr. José Antonio Giacopini Zárraga, al respecto: 

“La pacificación ha sido uno de los verdaderos hechos en favor del pueblo venezolano que haya llevado a cabo algún gobernante. La acción pacificadora del Presidente Gómez es, sin duda el punto de consenso entre los historiadores. La pacificación exoneró a las clases menos favorecidas del oneroso tributo que se les hacía pagar en sangre, luto y lágrimas cuando a los hombres sencillos de la ciudad y del campo se les arrancaba por la fuerza del seno de sus hogares para llevarles a morir en los campos de batalla por banderas y causas ajenas a ellos mismos y de cuyo triunfo no recibían ventaja alguna. Para un moderno analista de opinión pública, cuando el General Juan Vicente Gómez orientó su gobierno bajo el lema de “Unión, Paz y Trabajo”, lo que hacía, era interpretar cabalmente el sentimiento de las grandes mayorías nacionales.

LA BATALLA DE CIUDAD BOLÍVAR

En el año 1903, todos los viejos caudillos de los partidos históricos se organizaron para derrocar al Gobierno del Gral. Cipriano Castro, logrando levantar un Ejército que en un momento dado contó con más de 14.000 hombres, integrados por los viejos caudillos regionales, que se habían distinguido al final de la época guzmancista y aún desde la Federación. Salió inmediatamente a darles el frente, valerosamente, el Gral. Juan Vicente Gómez, derrotándolos finalmente, destacándose y convirtiéndose en un gran Jefe Militar al que todo el mundo miraba como el sucesor natural de Castro.

El 5 de abril de 1903, el General Juan Vicente Gómez al frente del ejército, persiguió al General Nicolás Rolando, enfrentándolo el día 11, en las formidables posiciones de “El Guapo” donde se libró una sangrienta batalla de tres días, quedando derrotado el connotado jefe oriental. El General Gómez, alcanzó al General Manuel Antonio Matos, el 22 de abril de 1903, apoderándose de la ciudad de Barquisimeto. Reunidos los Generales Matos, Riera y Lara, con los cuerpos del ejército que les quedaba, fueron derrotados por el General Gómez en “Matapalo”, el 2 de junio de 1903.

General Cipriano Castro.

El Gral. Cipriano Castro, Presidente de la República, le escribió un telegrama al Gral. Juan Vicente Gómez, felicitándolo por sus importantes triunfos:

Caracas, 6 de junio de 1903.

Felicito al vencedor en todas partes, predestinado para ser el Pacificador de la República. Ninguno con más títulos que usted que ha sido el Salvador del Salvador. Me enorgullezco de ello, porque la Providencia se ha encargado de corresponder a quien yo no podía hacerlo dignamente.  

 Cipriano Castro

El General Gómez, se embarcó por el puerto de La Guaira, el 28 de junio de 1903, con un grupo de hombres dispuesto a reducir al último resto de la “Revolución Libertadora”. Los Generales Antonio Paredes y Manuel Morales, fueron derrotados, el 2 de julio de 1903 en “Campo Claro”.

Después de una serie de triunfos combatiendo a los caudillos regionales, logró reducirlos hasta quedar, solamente, un núcleo principal en Ciudad Bolívar, comandado por el General Nicolás Rolando. Encontrándose casi todo el país pacificado por su espada victoriosa, se dirigió a la plaza fuerte de Ciudad Bolívar, donde la mayor parte de los principales Generales de la “Revolución Libertadora”, se habían atrincherado.

El General Gómez, luego de hacer frente a varios combates, llegó el 13 de julio de 1903 a Ciudad Bolívar, núcleo de la Revolución y comenzó el asedio de ella. No habiendo podido lograrse un acuerdo entre la ciudad sitiada y el Gobierno de la República, el General Gómez decidió tomar por asalto la ciudad. Las condiciones topográficas de Ciudad Bolívar hacían considerar a esta ciudad casi como inexpugnable y no se conocía en nuestra historia militar que ésta fuera tomada militarmente.

Después de librar una de las acciones guerreras de más pericia y donde el valor tenía que imperar para obtener un triunfo definitivo, el 21 de julio de 1903, quedó sellada para siempre la Paz Nacional y arrancada de raíz del territorio venezolano la dañina planta de las guerras civiles.

General Juan Vicente Gómez.

El triunfo militar de Ciudad Bolívar fue anunciado por el General Gómez al Presidente de la República, Gral. Cipriano Castro por un telegrama que textualmente decía así:

De Soledad a Caracas, el 21 de Julio de 1903. 

Las 12 horas meridiem.

Señor General Castro. El 21 de Diciembre de 1901, salí de esa Capital con un grupo de valientes a someter al General Luciano Mendoza. Hoy, después de 50 horas de rudo combatir, tengo el honor de poner a su disposición esta plaza, último baluarte de la rebelión. Lo felicito por el afianzamiento de la paz de Venezuela. Detalles irán después. Su amigo,

Juan Vicente Gómez.

Nota. Fechado hoy en Ciudad Bolívar.

La Batalla de Ciudad Bolívar ha sido estudiada y analizada militarmente por técnicos de reconocida competencia, calificándola de admirable desde el punto de vista de estrategia militar. Tuvo el General Gómez como jefes principales de sus fuerzas en esta memorable batalla a los Generales, Emilio Rivas, Manuel Salvador Araujo y Eustoquio Gómez. La flotilla Militar estuvo al mando del Jefe de la Armada, General Román Delgado Chalbaud.

La Batalla de Ciudad Bolívar selló definitivamente el triunfo de las fuerzas gubernamentales y con ella quedó afianzada la paz de la República. Esa memorable Batalla, le dio al General Juan Vicente Gómez el título de “Pacificador de la República”. Título ratificado por el Congreso y ofrendado con una condecoración especial, decretada por dicho cuerpo. El triunfo de Ciudad Bolívar fue celebrado en toda la República y al llegar el General Gómez a Caracas, fue aclamado por toda la población, estando adornada la ciudad y las calles por las que debía atravesar el vencedor, con arcos de triunfo y banderas llenas de letreros alusivos.

Expresó con orgullo y satisfacción el General Juan Vicente Gómez:

"Ya esta espada puede dormir tranquila y descansar para siempre de sus fatigas. No volveré a empuñarla, porque las guerras se acabaron definitivamente en Venezuela".


EL DĺA DE LA PAZ

La celebración del aniversario de la batalla de Ciudad Bolívar, no obedece a aquel criterio esencialmente partidista con que en otras épocas de intransigentes divisiones se conmemoraban los triunfos de un partido sobre otro, las victorias obtenidas para perpetuar en el poder los odios, las pasiones feroces engendradas en la anarquía secular de la familia venezolana.

El triunfo obtenido en Ciudad Bolívar, el 21 de julio de 1903, figuraría en nuestros anales como una de tantas fechas conmemorativas de choques sangrientos y de matazones estériles, si el vencedor, elevado cinco años más tarde al poder supremo y consagrado por la opinión unánime de sus compatriotas, no hubiera hecho de aquella victoria el arranque del periodo de paz más prolongado y más fecundo en bienes morales y materiales que recuerda nuestra historia.

Ni soberbia en el vencedor, ni humillación en el vencido. Desde aquella fecha, las pasiones de la lucha se extinguieron más radicalmente que las engendradas en la época Federal y en la Revolución de Abril, de las cuales nos separan más de medio siglo.

Otro es el criterio con que el pueblo de Venezuela, en medio del bienestar, del orden y de la unión de que disfruta juzga aquella batalla donde se cerró para siempre en Venezuela el ciclo de las revoluciones, mal que les pese a unos cuantos figurones anacrónicos, que ni siquiera se dan cuenta de que dos o tres generaciones de ciudadanos, educados en la paz, no conocen de ellos sino la triste historia de sus faltas y de sus ineptitudes.

Venezuela no rinde homenaje únicamente al General Juan Vicente Gómez, el Jefe militar vencedor en la cruentísima jornada, sino al patriota y al político que en aquel día, por un acto de magnanimidad y de profunda intuición, preparó el advenimiento de un régimen esencialmente nacional, en que se extinguieran para siempre los viejos partidos; las regiones más apartadas se acercaran y estrecharan para hacer surgir más vigoroso el sentimiento de la Patria por la conciencia geográfica del territorio; se sustituyera el vicio del politiqueo, la fecunda labor administrativa y se impusiera el respeto a las autoridades constituidas, que es la base de la estabilidad en todos los pueblos.

 (Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 21 de julio de 1924).


El famoso escritor y poeta español Francisco Villaespesa, divulgador de la estética modernista y el drama en verso de temas históricos, obsequió una dedicatoria al Gral. Gómez, siendo Presidente de la República:

Francisco Villaespesa.

Dedicatoria al Gral. Juan Vicente Gómez
Rehabilitador de Venezuela

Permitid, que os ofrende este libro; homenaje
que de mi vieja España a Venezuela traje,
como materno abrazo de mi tierra a esta tierra.
como ninguna heroica, generosa y feraz,
a la que dio Bolívar las glorias de la Guerra,
y vos, Señor, le disteis las glorias de la Paz!

Francisco Villaespesa

(Caracas, mayo 17 de 1920)


General Eleazar López Contreras.

“Al Benemérito General en Jefe Juan Vicente Gómez. Presidente de los Estados Unidos de Venezuela: Grande usted en la guerra, en la que venció como hábil conductor de tropas a los viejos y engreídos caudillos que mantuvieron por varios lustros el espíritu de revuelta y anarquía en el país; grande en la paz con el desarrollo de un programa político de armonía exterior y de fraternidad, orden, trabajo y moralidad administrativa, al encauzar todas las actividades nacionales por las rutas de la prosperidad, el triunfo conquistado por Usted en prácticas públicas y privadas no enerva, antes bien estimula sus energías, y no envanece sino que ensancha los nobles sentimientos de su corazón puestos siempre a la obra del bien.

En justicia puede decirse que usted, en su meritoria existencia, ha logrado hacerse digno de aquella frase feliz que nuestro Padre y Libertador consignó en carta dirigida al Gran Mariscal de Ayacucho: “La Gloria consiste en ser grande y en ser útil”.

(Gral. Eleazar López Contreras. Extracto de la dedicatoria de su libro: “El Callao Histórico”, Caracas, 14 de enero de 1926).

El Benemérito Gral. Juan Vicente Gómez recibe de manos del Gral. Eleazar López Contreras, Ministro de Guerra y Marina, la Medalla de Honor “Francisco de Miranda” el 23 de diciembre de 1934. (Foto: Gámez Hnos.).

El General Eleazar López Contreras, destacó la importante obra del Benemérito General Juan Vicente Gómez con las siguientes palabras:

“Fuisteis el más esforzado luchador para conquistar en la guerra las glorias de la paz, y ya como Jefe Supremo del país, colocasteis al Ejército sobre bases de Institución Nacional, devolviéndole así su prestigio tradicional e histórico. Podéis estar orgulloso de vuestra obra patriótica: por virtud del pode­roso estímulo que habéis impreso al soldado venezolano, éste se siente hoy digno descendiente de aquellos sus ilustres antepasados, que bajo el man­do de Bolívar fueron los campeones más heroicos de la Libertad del Continente. Por ventura para la Patria, si co­mo hábil estadista lograsteis nuestra independencia económica y adminis­trativa, como político sin igual, en vuestro Gobierno habéis cimentado so­bre sólidos fundamentos nuestras re­laciones internacionales”.

(General Eleazar López Contreras, extracto del discurso pronunciado durante la entrega de la Medalla de Honor “Francisco de Miranda”, el 23 de diciembre de 1934).

Durante el Gobierno del General Juan Vicente Gómez, se inició el proceso de modernización del Estado y la profesionalización del Ejército; a la vez que se gestaron una serie de transformaciones de carácter económico, social, político y cultural. Con el país pacificado, la Hacienda Nacional saneada, el Ejército institucionalizado, el país completamente comunicado por un sistema de vialidad que unió a todas las regiones de Venezuela que permanecían aisladas, el desarrollo de nuestra Industria Petrolera, la gran construcción de Obras Públicas que se ejecutaron durante su mandato y otros logros que sería muy extenso enumerar, pudieron sus sucesores gobernar holgadamente en paz, recibiendo un país completamente organizado y con una gran prosperidad económica. Al General Gómez le tocó la tarea más difícil, crear de la nada, construir de lo inexistente, y lo logró con bastante éxito.

Sobre la importancia histórica del General Juan Vicente Gómez, señaló nuestro más eminente escritor, historiador e intelectual, el Dr. Arturo Uslar Pietri, lo siguiente:


Dr. Arturo Uslar Pietri.

“Juan Vicente Gómez llega al final de prácticamente 100 años de guerra civil endémica y continua en que Venezuela fue un país que prácticamente se desangró, se desintegró y casi desapareció. Poco después de la Guerra Federal, hubo un proyecto serio de partir a Venezuela en tres pedazos, para que se la distribuyeran tres caudillos y se crearan tres países para ver si así podían vivir en paz y tranquilidad. Ese fue uno de los proyectos que hubo cuando ya iba a caer, en tiempo de los azules, el gobierno de la Federación, que no pudo sostenerse nunca.

La verdad verdadera es que el hombre que le pone fin a ese proceso, el que termina ese proceso, el que extingue la guerra civil en Venezuela, es Juan Vicente Gómez, ese es un hecho importante. Venezuela en el siglo XIX, era un país lleno de guerras civiles, en que no había paz y tranquilidad de ninguna especie, en que el más remoto jefe de Venezuela tenía un jefecito que se alzaba. Era un país económicamente en la quiebra. Gómez le pone orden a la Hacienda Pública, establece una administración, paga la deuda internacional y pacifica el país. Eso es muy importante y además crea el Ejército Nacional. Hasta allí llegaron las fuerzas de montoneras de los caudillos. A partir de Gómez en adelante, hay un Ejército Nacional”.

Arturo Uslar Pietri

Disfrute el video que contiene una compilación histórica sobre la Batalla de Ciudad Bolívar. Los historiadores José Toro Hardy, Ramón J. Velásquez y Arturo Uslar Pietri, recuerdan el importante papel del Gral. Gómez, logrando poner fin a las guerras civiles en Venezuela:


miércoles, 9 de marzo de 2016

ORDEN PIANA AL PRESIDENTE JUAN VICENTE GÓMEZ


Su Santidad el Papa Benedicto XV.


Legatión Du Saint Siege.

Benedicto XV.

Al Amado Hijo, Juan Vicente Gómez.

General de los Ejércitos y Presidente Constitucional de los EE. UU. de Venezuela.

Querido Hijo, salud y bendición Apostólica. Los múltiples y señalados beneficios que en el ejercicio de tu altísimo cargo has proporcionado a la Iglesia Venezolana, te presentan como digno de que Nos te galardonemos con insigne título de honor. Y con tanto mayor placer lo hacemos cuanto que, apreciándonos muy de corazón el amor y el respeto que los jefes de Estado profesan a la Religión Católica, abrigamos dulce esperanza de que esta conducta tuya será felizmente imitada por todos los otros magistrados de naciones. Por lo tanto, en virtud de estas Nuestras Letras, te nombramos y proclamamos Caballero de la Orden Piana en la Primera Clase, o sea Gran Cruz, y te inscribimos y contamos en el nobilísimo gremio de dichos Caballeros.

Te concedemos, pues, oh querido Hijo plena facultad de vestir el uniforme propio de los Caballeros de Primera Clase de la referida Orden y de llevar libre y lícitamente, además de la condecoración pendiente del lado izquierdo del pecho, también la insignia de gran dimensión, consistente en una larga beca de seda azul orlada en toda su extensión por dos listas de color rojo, y la cual cuelga del hombro derecho; y para que no haya equivocación alguna ni en cuanto al traje ni en cuanto a la manera de llevar tales insignias, ordenamos que se te entregue el directorio correspondiente.

Dado en Roma, cerca de S. Pedro, bajo el Anillo del Pescador, el día veinticinco de enero de 1916, año 11 de Nuestro Pontificado.

P. Card. Gasparri
Secretario de Estado

Puede disfrutar un video sobre la Orden Piana concedida al Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela.


miércoles, 27 de enero de 2016

TERESA DE LA PARRA Y SU GRAN AMISTAD CON EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ Y SUS HIJOS


Teresa de la Parra.


Caracas, Junio 18 de 1923.

Señor General Juan Vicente Gómez. 

Presidente Constitucional de la República.
        
Muy estimado General:

Confiada y segura en que he de obtener como siempre su aprobación y su liberal apoyo, me dirijo hoy a usted para saludarlo con todo cariño, y exponerle mis actuales proyectos y aspiraciones artísticas. No sé por qué presiento con tanta seguridad que van a interesarle desde el primer momento. Yo no puedo olvidar, General, la amable acogida que hizo usted a mi primer trabajo literario “El Mensaje a la Infanta Doña Paz de Borbón”, cuando me felicitó cordialmente con aquellas palabras que me animaron desde entonces a seguir escribiendo: “Honra usted a Venezuela con su pluma”.

Pues bien, General, confortada por su felicitación, y por el éxito obtenido en nuestro público, luego de escribir “El Mensaje a la Infanta Doña Paz de Borbón”, y la “Revista de Carabobo”, mi segundo trabajo literario, dedicado exclusivamente a usted, y que más bien que crónica fue un canto descriptivo,  a la organización y progreso actual de nuestra vida venezolana, desde entonces, digo, con la paciencia de un humilde obrero y con todo el entusiasmo del artista que tiene fe en su obra, desde entonces, repito, de la mañana a la noche, en dos años consecutivos, limando, corrigiendo, perfeccionando, no he hecho sino escribir un libro que después de tantos afanes y de tanto trabajo silencioso y constante acabo de terminar en estos días. Mi libro que es como mi hijo y como mi propia vida, ya está escrito. Dos fragmentos de este libro, terminado hoy, he lanzado ya al público. El primero bajo el título de “Diario de una señorita que se fastidia” obtuvo la más lisonjera acogida de parte de la crítica y de parte del público de Venezuela y fuera de Venezuela. Como datos solo le digo que de dicho fragmento se tiraron seis mil ejemplares los cuales quedaron agotados en unos días; y que yo recibí más de treinta cartas de felicitación enviadas por escritores nacionales y extranjeros.

Otro fragmento de ese mismo libro, lo envié en forma de cuento o narración al gran Certamen Nacional celebrado en Ciudad Bolívar el pasado mes de Febrero y el jurado lo laureó con premio especial extraordinario.

Ahora bien, mi libro, que sin haber salido aún a la luz, ha obtenido ya el aplauso bondadoso del público y de la crítica, es un libro escrito en forma de novela; es un Diario sencillo e ingenuo de una muchacha de nuestros días que mira la vida actual y la describe y la comenta, con sus ojos de mujer, a veces frívola, a veces grave, a veces sentimental, pero siempre, siempre sincera, con esa sinceridad del agua limpia que sin sabidurías ni complicaciones, corre cantando y enseñando la verdad clara de lo que lleva en ella. Mi heroína “La señorita que se fastidia” llamada María Eugenia Alonso, que por curiosa y por inquieta y por mujer se mete en todo; pinta a ratos el corral de su casa donde la vieja mujer lavandera, criolla, negra y buena, lava la ropa conversando bajo las matas y bajo presidencia del Ávila que se asoma a lo lejos por encima de las matas y de los tejados...; pero otras veces ya no es el corral de su casa lo que describe, sino que se sale fuera, aborda temas más serios y entonces por la misma pluma ingenua pasa la vida grave y es ya la organización triunfal de su país que ella canta y exalta, sin dogmatismos, sin pretensiones, sin adjetivos, sencillamente, con la sencillez elocuentísima de los hechos que sólo parecen decir “aquí estoy”.

Pues bien, General, ese libro en el cual tengo puesta una gran cantidad de entusiasmo y de fe; ese libro que como le he dicho ya, es hoy en día para mí, más precioso que mi propia vida; ese libro que yo sé que ha de triunfar en Venezuela; ese libro que por su forma sencilla y amena es un exponente de nuestra cultura y de nuestro progreso actual, obra de sus años de gobierno, ese libro venezolanísimo que habla como a usted le gusta que se digan las cosas; ese libro que es mi única obra, ya está escrito. Para publicarlo con mayores probabilidades de éxito yo quisiera ir a editarlo a Europa, a fin de que no solo triunfe en nuestro ambiente sino que vaya más allá a demostrar lo que es ese mismo ambiente, culto, pintoresco y complejo. Ahora bien, para esta empresa: ¿puedo contar con el apoyo de usted?... el que sea, el que usted juzgue conveniente, el que bien quiera usted brindarme!

Si yo fuera hombre, podría ofrecerle mi energía y mi buena voluntad para combatir y trabajar a su lado en cualquier empresa de adelanto y progreso, siendo mujer y escritora solo puedo brindarle este espacio de camino blanco trazado tesoneramente con mi pluma durante un trabajo asiduo de dos años, lírico camino blanco, sobre el cual quiero hacer andar por el corazón de otros países, como sobre las amenas carreteras de Aragua, nuestro espíritu venezolano llenos de frutos en el presente y de promesas en el porvenir.

Este es el objeto de mi carta, General, lo expongo llanamente ante su vista, nada exijo; espero modesta y confiadamente su contestación: usted tiene la palabra.

Solo me queda añadir que para mayor confirmación a lo que llevo dicho, estoy dispuesta a someter a su juicio algunos párrafos o capítulos de mi obra, y que por de pronto le remito algunos juicios críticos hechos acerca del valor literario de los fragmentos ya publicados.

Esperando obtener su aprobación soy de usted y de su causa amiga muy leal y sincera.

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra)

BOLETIN DEL ARCHIVO HISTORICO DE MIRAFLORES.
NUMERO 9/10 CARACAS NOVIEMBRE-DICIEMBRE / ENERO-FEBRERO - 1960-61 AÑO II Págs. 3-7.

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Maracay, Diciembre 27 de 1924.

Sr. General Juan Vicente Gómez.

Presidente Constitucional de la República.

Estimado General y amigo:

Acabo de recibir su amable tarjeta y tal cual le contesté personalmente, no tengo palabras para agradecer tantísima bondad y gentileza. Como le he dicho ya otras veces tiene Ud. en mí, como escritor y como simple mujer una amiga sincera y decidida. Ojalá tuviese algún día la ocasión de demostrarle de manera evidente mi adhesión y simpatía.

Son los más sinceros deseos de su affma.

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra).

EXTRAIDO DEL LIBRO “LAS LUCES DEL GOMECISMO”, ESCRITO POR YOLANDA SEGNINI, ALFADIL EDICIONES. 1997. Pág. 264.

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A continuación el extracto de una carta de Teresa de la Parra dirigida a Gonzalo Gómez Bello, hijo del General Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1924, cuando fue huésped en Las Delicias, junto con su hermana Isabel Parra Sanojo:

“Como en las auténticas cortes, el General se sienta en el fondo de los corredores de su quinta rodeado de sus hijos, los Ministros y los edecanes, después, en dos filas larguísimas y bastante imponentes (las señoras se sientan aparte, con la familia) viene todo el mundo oficial, diplomático, social, etc. Isabel y yo tratamos de hacer el mayor efecto posible. Entramos elegantísimamente por entre las dos filas que al divisarnos se habían puesto de pie y el General estuvo amabilísimo. Me felicitó por mi premio, me dio el pésame por la muerte de Emilia y añadió que honraba yo a Venezuela habiéndola hecho triunfar en un Concurso. Luego que salimos dio inmediatamente órdenes de que se nos alojase por su cuenta en la casa de la Comandancia, como a los huéspedes de gran importancia, y que se nos pusiese a la orden un buen automóvil y todo aquello que pudiésemos necesitar. Tenemos pues muy buena mesa, muy buen alojamiento y un succés del otro mundo. ¡No quiero decirte la tête de Laureano al vemos tan por encima de él!

Los dos hijos del General, zagalejos de diecisiete y dieciocho años, muy sencillos, habilísimos para todos los sports, dueños de dos estupendos autos, sugestionados por la atmósfera favorable que nos rodea, se constituyeron desde el día siguiente de nuestra llegada en nuestros chevaliers servants. Nosotras añadimos al grupo afín de tener más “peso” a Elena Uslar, hermana de la Sra. Boulton (¿no la conoces de París?), la mujer más divertida que puedes figurarte, y del público acogemos e invitamos para nuestras excursiones todo aquello que pueda sernos útil o divertido. […]

Todos los días organizamos un programa estupendo puesto que todo lo soñado está a nuestra disposición. Quisimos conocer la Laguna de Valencia y el General mandó que se pusiese a nuestra orden el vapor Tacarigua con una orquesta, almuerzo y aquellas personas que quisiésemos invitar. No puedes imaginarte la maravilla de paisajes, qué islas, qué haciendas y qué potreros donde atracábamos a nuestro antojo el vapor: Luego, todos los encantos de la vida criolla en la cual quería yo saturarme bien.

Como en Maracay las carreteras se enlazan y se cruzan por los lugares más inaccesibles y salvajes, hemos tenido a más de las excursiones por todos los pueblos de los alrededores, baños de río (todos los días) excursiones a los trapiches a chupar caña y a ver sacar papelón como en tiempos de mi infancia, paseos a los potreros y sabanas a ver enlazar ganado y colear toros por toda la clique de dieciocho a veinte años, algunos habilísimos y estupendos jinetes; hemos ido a ver bailes de negros con joropos de arpa y maracas, hemos ido al ordeño a las cinco de la mañana, en donde a cada vaca, para que se quede quieta, se le canta su copla mientras se ordeña, hemos ido a bañarnos al mar de Ocumare de la Costa, una carretera maravillosa y emocionante por su peligro, tres horas de selva virgen, en lugares visitados a veces por los monos y los tigres con torrentes y abismos y todos los verdaderos encantos del trópico. Nuestra mesa, que era al principio mesa pequeña para dos, ha ido creciendo hasta ser la más grande del comedor. Tenemos de comensales a Laureano, Dávila (el historiador), el Ministro de Hacienda, los dos Gómez, Pedro Emilio Coll, Díaz Rodríguez, los Uslar y diferentes invitados según las circunstancias. Según me refieren hemos llegado a adquirir tal importancia que el General pregunta al levantarse: ¿Qué van a hacer las Parra hoy? No tengo para qué decirte que Laureano se encuentra celosísimo de los muchachos jóvenes. [...]

Tengo un enamorado encantador. Es el menor de los Gómez. Aun no tiene diecisiete años y lo llaman “el negro” por su color trigueño. Escribe versos en secreto y me adora en silencio. Yo también, como al Perucho de mi novela, le sonrío pensando en tí y lo quiero como a los novillos que están todavía amarrados en los corralones. Su única declaración consiste en organizar cuánta cosa yo deseo, en regalarme quesos frescos y frutas y en decirme con una cara tristísima “y qué me voy a hacer yo cuando se vayan ustedes”. El pobrecito, de resultas de una difteria y un suero que le pusieron hace un mes ha quedado con las piernas débiles, cosa que le dificulta mucho el caminar. Mientras los demás montan a caballo y corren o bailan él se viene a conversar conmigo. Tienen estos dos muchachos una situación muy interesante: son hijos de segundo matrimonio y su madre es de una distinguidísima familia de Caracas, muy virtuosa, muy abnegada, muy discreta”.

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra).

EXTRAIDO DEL LIBRO “TERESA DE LA PARRA (1889-1936)”, ESCRITO POR MARIA FERNANDA PALACIOS, EDITORIAL ARTE. 205. Págs. 98-100.

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HOTEL VERNET

25, Rue Vernet. – París.

París, Mayo 15 de 1925.

Sr. General Juan Vicente Gómez. 

Presidente Constitucional de la República.

Estimado General y amigo:
        
Hace cosa de dos meses escribí a usted una carta en que le ponía al corriente de mi llegada a París, de mis proyectos y de mis conflictos literarios. No habiendo recibido contestación, en mi temor de que dicha carta haya podido extraviarse, me permito escribirle de nuevo para saludarlo afectuosamente y repetir lo mismo que decía mi anterior.

Se trata de mi carrera literaria por la cual ha demostrado usted siempre tan paternal interés: Mi novela "Ifigenia", sobre vida y costumbres venezolanas, después de haber obtenido el primer premio de la novela en América en un concurso de trescientos escritores, está todavía en prensa, sin aparecer, gracias a la informalidad de la casa Editora a quien me dirigí y con quien firmé contrato antes de mi último viaje a Venezuela. La casa no ha cumplido sus compromisos, y yo antes que verme envuelta en un litigio resolví editar el libro por mi cuenta.

En mi carta anterior le participaba esta resolución pidiendo al mismo tiempo para ello su apoyo material, sin fijar suma, sino dejando a su generosidad la libertad de fijar lo que a bien tuviere a fin de poder llevar a cabo mi propósito.

Mi libro, es seguro, va a ser traducido al francés y publicado en la revista "La vie des Penples" honor que en Francia se dispensa muy rara vez a los escritores extranjeros.

Espero, General, de su paternal solicitud que he de recibir una contestación favorable.        

Nunca olvidamos los encantadores días de Maracay. Espero que habremos de renovarlos algún día bajo ese régimen próspero que a todos nos da tantísima seguridad y bienestar.

Con mis más afectuosos saludos para todos los suyos soy de usted atentísima y agradecida amiga,

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra).


Dirección: Legación de Venezuela, 115.
Rue de la Pompe.

BOLETIN DEL ARCHIVO HISTORICO DE MIRAFLORES.
NUMERO 69 CARACAS, JULIO - DICIEMBRE DE 1971 AÑO XIII Págs. 353-354.

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HOTEL VERNET

25, Rue Vernet.

París, Mayo 15- 1925.

Querido Florencio:

Hace cosa de un mes y medio ó dos meses le escribí una carta, contestación de la suya, tan simpática, en que contaba la elegía de las lagunas, las vaqueras y el río, llorando nuestra ausencia, cosa que no dudé en creer y que me llenó de dulce y melancólica satisfacción.

En esa carta le incluía una mía para el General, de capital importancia por tratarse de mi libro; éste ¡asómbrese! a pesar de los elogios de la crítica que conoce el manuscrito no ha salido todavía a luz, tales son los inconvenientes debidos a la informalidad de los editores, y al no haber podido yo desde el primer momento hacer los gastos de impresión. Como le decía en mi carta anterior (que no dudo debe haberse extraviado) he resuelto contando con el apoyo material del General, siempre tan generoso para conmigo, hacer frente a los gastos de edición prescindiendo de la Casa Editorial que no ha cumplido sus compromisos en el plazo y condiciones que a mí me convienen.

Mi libro va a ser traducido al francés y publicado en una de las más importantes revistas de París «La vie des Peuples» cosa que obtienen muy pocos escritores extranjeros. Le remito ese juicio crítico de Miomandre (uno de los mejores críticos literarios de Francia) que habrá de servir de prólogo al libro. Juzgue cual es mi impaciencia cuando pienso en mi libro tan anunciado y esperado, aun en la imprenta, preso y maniatado, esperando que pueda yo ponerlo en libertad.

Cuento con su amistad y cariño. Sé que influirá usted cuanto pueda para tratar de obtener este favor del General, favor de tanta trascendencia para mí. Yo no quiero fijar suma, sólo le digo que quisiera hacer frente segurísima del éxito, a la edición española y a la francesa, que por trabajo de traducción, etc… habrá de ser costosa.

¿Cuándo vienen á París? No se imagina lo delicioso que está en estos momentos de primavera: qué alegría, qué sol, qué movimiento por todos lados! Les recomiendo mucho si quieren divertirse no vengan de ningún modo en otoño, ni invierno, sino en estos meses de primavera. Para usted como para mí, almas del trópico, soñadoras y nostálgicas necesitamos sol, flores y alegría, algo que nos recuerde en el bullicio de esta vida vertiginosa, la intensa voluptuosidad de nuestro cielo velado por los caros y samanes. . .

Al ingrato de Vicente mil cariñosos recuerdos, y para usted toda la amistad sincera de su affma,

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra)

Remito a su Papá la carta directamente pero cuento siempre con su apoyo é influencia.

Nota de la Autora: El destinatario de esta carta es Florencio Gómez Núñez, hijo del Gral. Juan Vicente Gómez, que para la fecha contaba con 17 años.

EXTRAIDO DEL LIBRO “LAS LUCES DEL GOMECISMO”, ESCRITO POR YOLANDA SEGNINI, ALFADIL EDICIONES. 1997. Pág. 264-265.

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Ginebra, Septiembre 14, 1925.

Sr. Gral. Juan Vicente Gómez.

Caracas.

Estimado General y amigo:
        
Acabo de leer en la prensa de Caracas la noticia que ha llenado de alegría a todo el país: libertad de los presos políticos y libre entrada a Venezuela de los desterrados.

Aunque un poco tarde yo quiero unirme también al júbilo unánime de los venezolanos, al felicitarlo sincera y cordialísimamente por esta resolución que ha unido ya en una sola entidad toda la gran familia venezolana.

Soy de usted atentísima,

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra)

BOLETIN DEL ARCHIVO HISTORICO DE MIRAFLORES.
NUMERO 69 CARACAS, JULIO - DICIEMBRE DE 1971 AÑO XIII Págs. 261-262.

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París, 1º de Noviembre de 1925.

General Juan Vicente Gómez.

Presidente Constitucional de la República.

Estimado General y amigo:
        
No puedo expresarle la grata sorpresa, mezclada de emoción y agradecimiento que fue para mí la lectura del cable en que me anunciaba el Secretario General de la República que tenía usted a bien enviar un cheque de Bs. 12.000, para los gastos de edición de mí novela "Ifigenia".

Me encontraba entonces en Ginebra e inmediatamente rogué por cable al doctor Baptista Galindo que transmitiese a usted de parte mía mis expresivas gracias.

Hoy ya de regreso a París, es mi primera ocupación agradecerle de nuevo por escrito su generosa gentileza.
        
Como le he dicho tantas veces le repito hoy: que siempre sabré corresponder a sus bondades con mi gran simpatía y aunque débil mujer, tiene Ud. en mí una amiga leal y sincera.

Le ruego presentar mis saludos a toda su familia y soy de Ud. atentísima,

Ana Teresa Parra Sanojo
(Teresa de la Parra).

BOLETIN DEL ARCHIVO HISTORICO DE MIRAFLORES.
NUMERO 69 CARACAS, JULIO - DICIEMBRE DE 1971 AÑO XIII Pág. 354.

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TERESA DE LA PARRA HABLA DEL PROGRESO DE VENEZUELA



La célebre escritora Teresa de la Parra.
Teresa de la Parra nos habla con unción de su Venezuela y con entusiasmo de su progreso: "El general Gómez, ha acabado con el caudillismo llamando a la colaboración de su gobierno a los hombres más capaces y mejor preparados para la administración, y es, en suma, un verdadero grande hombre de Estado".
Hay magníficas carreteras, paz, seguridad individual, los colombianos atraviesan tranquilamente mi tierra para embarcarse en La Guaira. Soy amiga del presidente Gómez, y su actuación presente me parece bien. Lo acusan de haber sido severo pero ello fue cuando el país se encontraba en estado de revolución permanente. Un poderoso hábito de progreso, de prosperidad, de riqueza impulsa hoy a Venezuela, colocándola en puesto de primera fila entre las repúblicas americanas. 
La red de magníficas carreteras construidas por el presidente Gómez, y que comunican a todas sus ciudades importantes, abaratando en un cincuenta por ciento los fletes y transportes, ha probado con sus resultados la importancia de la obra. 
La deuda pública venezolana no llega a 100 millones de pesos; su moneda se conserva a la par con el dollar; el gobierno tiene en caja 125 millones de bolívares y sus obligaciones están al día. Se ha dado grande impulso a la instrucción pública; la sanidad alcanza la más alta eficiencia. Las relaciones exteriores de Venezuela se mantienen bajo el rígido principio de igualdad entre las naciones. 
El presidente Gómez tiene especial interés en mantener estrechos y fraternales lazos de unión sus relaciones con las repúblicas del nuevo mundo que hablan español. El general Gómez, ha acabado con el caudillismo llamando a la colaboración de su gobierno a los hombres más capaces y mejor preparados para la administración, y es, en suma, un verdadero grande hombre de Estado, tal cual las necesidades de nuestra América lo imponen en ocasionen para realizar los más altos destinos de la raza.
La carretera central, moderna que une a Venezuela y Colombia, obra de la actividad constructiva del presidente Gómez, tiene 1.212 kilómetros de largo, pasa por lugares de 15.000 pies de altura y atraviesa 10 estados venezolanos.
Ocupa mi país actualmente el segundo lugar en el mundo como país productor de petróleo y la Ley petrolera pone a cubierto de toda emergencia la propiedad de la tierra y la riqueza del subsuelo. Esta se concede solo en explotación por determinados años.
Venezuela es un país nacionalista, celoso de su integridad y hasta hoy, en ninguna época de su historia, ha consentido interferencias extrañas en sus asuntos internos. Esa puerta no hay venezolano que la abra, ni venezolana que no lo guarde.
Extracto de la entrevista a Teresa de la Parra en el “Diario de la Marina” por Armando Maribona, publicada el 1 de abril de 1928 en La Habana (Cuba). Reproducida en “El Nuevo Diario”, 21 abril 1928.