lunes, 7 de diciembre de 2015

RASGOS BIOGRÁFICOS DEL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ.


POR: MANUEL LANDAETA ROSALES
1º DE ENERO DE 1909.

General Juan Vicente Gómez

Nació este ciudadano en la Villa de San Antonio del Táchira, primera población de Venezuela que libertara con su espada el Gran Bolívar el 1º de Marzo de 1813.

La fecha de su nacimiento es de grata recordación, pues nació el 24 de Julio de 1857, aniversario de la venida al mundo del Libertador y Padre de la Patria, cumpleaños de la gran batalla naval del Lago de Maracaibo que libró el insigne marino Padilla en 1823; y por haber nacido el mismo día en que el General Juan C. Falcón pisaba las playas de Palmasola, como Caudillo de la Causa Federal que triunfaría después de cinco años de lucha titánica, el 24 de Julio de 1863.

Fueron los padres del General Gómez, los señores Pedro Cornelio Gómez y Hermenegilda Chacón, siendo el primogénito de los hijos de aquellos.

Muerto el señor Gómez, su hijo Juan Vicente ya de 20 años, quedó encargado de su familia, siguiendo las huellas de su progenitor en las faenas del trabajo, que habría de proporcionarle un honrado patrimonio- obtenido en la agricultura, la cría y el comercio en el Táchira y Cúcuta y por su crédito mercantil en aquellos lugares y en Maracaibo.

Para 1886 turbaba la paz en el Táchira, Juan Vicente Gómez aparece en medio de los disidentes con su carácter magnánimo y bondadoso que siempre le ha distinguido y sirve de base de paz y concordia, que es la que hace felices a los pueblos; y fue desde entonces que trabó amistad con Cipriano Castro y que más tarde debían al elevarse ambos, figurar en primera escala en Venezuela.

En 1892 al término del gobierno del Doctor R. Andueza Palacio, el General Castro en defensa de aquel, libró el combate de “El Topón” y el de Táriba y a sus órdenes se hallaba el General Gómez, teniendo que asilarse después en Colombia, por el triunfo de la llamada Revolución Legalista.

Allí permaneció el General Gómez, hasta que volvió a reponer sus bienes de los quebrantos que sufriera por la guerra, pero atento siempre a la voz de su amigo y Jefe Castro, para la hora de la reivindicación de su causa; y así fue el segundo, de la pequeña invasión llamada de los 60, con que el General Castro pasara la frontera venezolana el 23 de Mayo de 1899 y que a los cinco meses ocupara triunfante el Capitolio Nacional y Gómez con él como segundo del Ejército llamado Restaurador.

Del 24 de Mayo al 14 de Septiembre de 1899 el General Castro libró los siguientes combates en que el General Gómez y sus hermanos pelearon con el valor que les distinguía así:
En el Táchira:
El 24 de Mayo- Combate en Tononó, en que triunfó del General Ramón Velasco y Coronel Antonio María Pulgar que murieron.

27 de Mayo- Combate en Las Pilas, en que triunfó de los Generales Leopoldo Sarría y Pedro Cuberos, Jefe de la frontera venezolana el primero y Jefe Civil del Distrito San Antonio el segundo.

17 de Junio- Batalla del Páramo de Zumbador, en que fueron vencidos los Generales Espíritu Santo Morales y Santiago Sánchez, el primero Presidente del Estado Los Andes y el segundo Jefe Expedicionario del Centro.

1º al 11 de Junio- Sitio de San Cristóbal, que defendía el General Juan Pablo Peñaloza, el cual tuvo que suspender Castro por la aproximación del Ejército Nacional al mando del General Antonio Fernández.

27 y 28 de Julio- Batalla de Cordero, contra el Ejercito de Fernández, viniendo Castro sobre Mérida:
En Mérida:
6 de Agosto- Combate en Tovar, en que venció a los Generales Rafael González Pacheco y otros.
En el Estado Lara:
26 de Agosto- Combate de Parapara, en que venció a los Generales Elías Torres Aular y Rafael Planas, acción que dio a Castro la posesión de Occidente.
En el Yaracuy:
8 de Septiembre- Combate en Nirgua, en que quedó vencido el General Rosendo Medina; y
En Carabobo:
El 14 de Septiembre- Batalla de Tocuyito, en que quedó dueño del campo de batalla, mandado los contrarios por los Generales Diego bautista Ferrer y Antonio Fernández, acción que dio a Castro el triunfo definitivo de la Revolución que acaudillara.

Total de acciones en esta campaña:
Batallas………3
Sitios………….1
Combates……5
Son…………...9

Triunfante la Revolución Restauradora, el 22 de Octubre de 1899 el General Gómez quedó de Jefe del Ejército por algunos días y a poco fue nombrado Gobernador del Distrito Federal, empleo que ejerció a satisfacción pública, hasta fines de Febrero de 1900, que se le envió de Jefe Civil y Militar del Estado Táchira, el cual pacificó sin efusión de sangre y armonizó convenientemente, regresando a Caracas meses después.

Reunida la Asamblea Constituyente de 1901 y dictada la Constitución el 28 de Marzo de aquel año, fueron electos Presidente Provisional el General Cipriano Castro y 1º y 2º Vicepresidentes, los Generales Juan Vicente Gómez y Ramón Ayala.

El 20 de Diciembre de 1901 principió la Revolución llamada Libertadora, que acaudillaría el General Manuel Antonio Matos, y en el acto se puso en campaña el General Juan Vicente Gómez, con el carácter de Jefe Expedicionario contra el General Luciano Mendoza que había dado el grito de insurrección en Aragua, librando Gómez las acciones de guerra siguientes:

22 de Diciembre- Combates de Villa de Cura y La Puerta, contra el General Luciano Mendoza.

24 de Diciembre del mismo año, combate en El Desembocadero en el Guárico, contra el mismo General Mendoza.

30 de Diciembre, combate en La Puerta contra el General Antonio Fernández.

5 y 6 de Enero de 1902, combates en la Sierra de Carabobo contra los Generales Luciano Mendoza y Gregorio Cedeño.

6 de Febrero de 1902- en el Tinaco contra el General Luis Loreto Lima que fue prisionero y murió de la herida que recibiera.

18 de Febrero de 1902- Combate en el Alto de Lara-Carabobo, contra el General Guillermo Barraes.

15 de Abril de 1902- Combate en Urucure en Coro contra los Generales Gregorio Segundo Riera y Juan Pablo Peñaloza, siendo el General Gómez, Delegado Militar en los Estados Occidentales.

6 de Mayo de 1902. Combate en Carúpano contra el General Nicolás Rolando, saliendo gravemente herido por un muslo el General Gómez.

El Congreso de 1902 hizo el escrutinio de los votos de Presidente y 1º y 2º Vicepresidentes, resultando electos los Generales Cipriano Castro, Ramón Ayala y Juan Vicente Gómez, respectivamente.

El 5 de Julio de 1902, marchó el General Castro a campaña sobre Barcelona y se encargó del Ejecutivo Nacional el General Gómez.

Regresado el General Castro de Oriente, marchó incontinenti a campaña a los Valles del Tuy, Aragua, Carabobo y Guárico, continuando el General Gómez al frente del Poder Ejecutivo.

El 12 de Octubre de 1902 principió la gran batalla de La Victoria entre el ejército del General Castro y el revolucionario comandado por el General Manuel Antonio Matos, lo que hizo que el General Gómez marchara a aquel campo, en el tren del Gran Ferrocarril pasando un fuerte convoy de elementos de guerra y de boca, que salvaron el ejército de Castro, combatiendo el General Gómez en lo más recio de la batalla que se decidió el 2 de Noviembre siguiente.

Regresado a Caracas los Generales Castro y Gómez, continuó este último Encargado del Ejecutivo.

El 9 de Diciembre siguiente tuvo lugar el atentado de las tres Potencias aliadas Alemania, Inglaterra e Italia; y Gómez fue el que como Encargado del Gobierno le tocara arreglar la cuestión con aquellas, pues aunque el General Castro dictó una proclama y gobernaba militarmente, no actuó como Jefe del Ejecutivo- sino desde el 20 de Marzo de 1903 en que asumió el Poder que había entregado al General Gómez el 5 de Julio de 1902.

A poco marchó el General Gómez a la campaña sobre Barlovento, contra las fuerzas revolucionarias de Oriente que se escaparon de La Victoria y libró los siguientes hechos de armas:

4 de Abril de 1903- Combate en Paparo contra el General J. M. Ortega Martínez.

Batallas y Sitios…….7
Combates…………..11
Total…………………18

Gran resumen de los hechos de armas en que se ha encontrado el General J.V. Gómez desde 1892 hasta 1903:

Campañas:
Batallas:
Sitios:
Combates:
1892
1
0
1
1899
3
1
5
1901, 1902 y 1903
4
3
11
Total
8
4
17

El 3 de Agosto de 1903, llegó de Ciudad Bolívar a La Guaira el General Juan Vicente Gómez, donde lo esperaban para recibirle en triunfo, el General Castro, sus Ministros y un gran concurso de ciudadanos; y el 5 hizo su entrada a Caracas en medio de una ovación de lo más ruidosa que registran los anales patrios, pasando por medio de arcos triunfales costosísimos que por primera vez se hacían en Venezuela (alumbrados por la noche por preciosa luz eléctrica) y acompañado de la ciudadanía de Caracas que lo recibía como Pacificador de Venezuela a su regreso de Ciudad Bolívar.

El Congreso de 1904 convertido en Asamblea Constituyente, dictó Constitución y nombró Presidente Provisional al General Cipriano Castro y 1º y 2º Vicepresidentes a los Generales Juan Vicente Gómez y José Antonio Velutini.

El 12 de Abril de 1905 se separó el General Castro del Poder, en viaje de recreo al Centro, Sur y Oriente de la República y se encargó del Gobierno el General Gómez, hasta el 15 de Mayo que regresó aquél de su jira.

Reunido el Congreso de 1905, eligió el Senado el 7 de Junio Presidente Constitucional al General Castro y 1º y 2º Vicepresidentes a los mismos Generales Juan Vicente Gómez y Velutini, por seis años.

El 9 de Abril de 1906, se separó del Poder el General Castro por motivos de salud, encargándose del Gobierno el General Gómez, y a poco principió la llamada Aclamación del General Castro, que hizo su entrada a Caracas el 4 de Julio del mismo año, habiendo el General Gómez en aquel periodo llevado a cabo varias obras de ornato en Caracas.

A poco sobrevino la gravedad del General Castro, que le tuvo postrado en el lecho, hasta que regresó a Caracas en Mayo de 1907 y así estuvo encargado del Gobierno hasta que urgido por la enfermedad y por las Potencias extranjeras, tuvo que irse a Europa, quedando el General Gómez al frente del Gobierno desde el 23 de Noviembre último.

Veamos ahora cómo correspondió el General Castro al valiente, sufrido y magnánimo General Gómez, brazo fuerte de la causa que aquél sustentara.

Al día siguiente que el General Gómez hizo su entrada a Caracas, vencedor en Ciudad Bolívar, Castro principió a tomarle ojeriza, pues los 18 triunfos que aquél había obtenido contra la Revolución llamada Libertadora, ponían de manifiesto que los combates que librara en 1899 del Táchira a Tocuyito, eran obra de Gómez, por su valor, actividad y estrategia, unidos al cariño de sus tropas; y se dio a maquinar la eliminación del General Gómez del puesto elevado que ejercía. Al efecto, hace que el Congreso de 1904 se resolviera en Asamblea Constituyente; pero penetrado de la lealtad del General Gómez, deja que se le elija Primer Vicepresidente y que desapareciera el General Ayala de aquel puesto por haber tenido la fatalidad de caer prisionero en Coro, defendiendo su poder.

Llega el año de 1905 y prepara otra trama contra el General Gómez, ausentándose en viaje de recreo a los Estados del Centro, Sir y Occidente de Venezuela, pero dejando a su amigo y compañero tan encerrado en un círculo de hierro, como si fuera a usurparle el mando; pero el General Gómez, sufrido, leal y consecuente con quien no lo merecía, permanece dos meses en el poder, dando ejemplos de virtudes que irritan a Castro, que precipitadamente regresa y asume el Poder desde Macuto; pero teme al ejército que ama y admira a Gómez y tiene que dejar que el Congreso le elija Primer Vicepresidente Constitucional.

Sigue la conducta honrada de Gómez irritando a Castro, y el 9 de Abril de 1906, fingiéndose enfermo, se retira a Los Teques y de allí a La Victoria, donde emprende su obra de Aclamación, para eliminar así al General Gómez y al General J. A. Velutini, 2º Vicepresidente, paso político funesto e innecesario, pues él ejercía la Primera Magistratura hacía un año y le faltaban cinco para su periodo, y costosísimo para Venezuela que perdió meses en aquel disparate y se erogaron millones de bolívares en fiestas en honor de Castro, como hacían los Tiranos de la Roma antigua, y todo para declarar más después que la Aclamación había sido extemporánea y casi contraproducente; y en efecto, el General Gómez, durante aquel proceso, ejerció el Poder Público a contentamiento de todos e hizo varias obras de ornato y fomento que le atrajeron más el odio de Castro.

A fines de las largas fiestas llevadas a cabo en Caracas en honor del Aclamado, este se enferma de gravedad de males secretos que le acarrean su vida licenciosa y sin llamar quien le sustituya permanece de Agosto de 1906 a Mayo de 1907 de temperamento en temperamento y cada día peor, pero también más refinado en sus maldades; y del lecho del dolor ordena que si muere se sacrifique al General Gómez, para que no obtuviera el Poder que le correspondía legalmente; pero habiéndose mejorado, regresa a Caracas y sin el valor moral necesario, y para engañar al General Gómez, principia a castigar a los que le habían acompañado en su enfermedad.

El agosto último emprende otra de la tantas giras que acostumbraba, por el Centro y Occidente de la República y después regresa a Caracas vuelto un cadáver y urgido por varias Potencias, resuelve irse a Europa para tratar de que se le operara y rehuir de los conflictos internacionales que el mismo había provocado con sus locuras; pero como forzosamente tenía que encargar del Poder al General Gómez, le deja preparado todo, sin acción alguna y con encargo a su Gobernador y Jefes de tropas, de que le depongan o sacrifiquen a la primera medida que tomara contraria a las que él había dejado en pie al irse del País; pero la juventud universitaria, esa heredera de los hombres del magno 19 de Abril de 1810, el mismo día que Castro se fugara el 23 de Noviembre, protesta su adhesión al General Gómez y prorrumpe contra el Tirano que por nueve largos años ha conculcado todos los derechos del hombre, inclusive los de sus más allegados y defensores y los del General Gómez a quien en solemne ocasión llamara El Salvador del Salvador!

El General Gómez calma a los que quieren precipitarle en el camino de la reacción, pero vuelven las protestas de indignación contra el déspota y llegan las cosas al punto de querer desligársele de aquel y Gómez firme en su camino de lealtad trata de formar como era natural y político un gabinete que le ayudara a salir airoso de su cometido; pero el grupo de hombres que le ha dejado Castro para vigilarlo y entorpecerle sus actos, cree oportuno el momento de obrar y calografía a Castro, quien ordena como cuando mandó a sacrificar desde su lecho del dolor al General Antonio Paredes y sus compañeros, la muerte del General Gómez, su leal amigo, compañero y brazo fuerte en sus campañas y Primer Vicepresidente de la República en ejercicio del Poder Ejecutivo; pero  la Divina Providencia, hace que el General Gómez apercibido del complot, con su valor, energía y reserva del caso, hiciera preso en minutos a los que así trataban de sacrificarle, para anegar en sangre y luto al Pueblo de Venezuela, lo que sirvió para que Castro quedara vencido por la opinión e incapacitado para seguir gobernando al País.

Conjurado el conflicto, el General Gómez sin faltar a sus deberes públicos, nombró un notable Gabinete; dio libertad a centenares de presos políticos que gemían hacía años en las Cárceles y Castillos de la República e hizo que regresaran al País los venezolanos expatriados, todos amparados por su magnanimidad Falconiana: libró a Venezuela de la guerra civil: emprendió el arreglo de las cuestiones internacionales que Castro dejó en pie y dictó y sigue dictando medidas que repongan al País, de los grandes quebrantos que le causara la larga y fatídica administración del General Castro.

Caracas: 1º de enero de 1909.

Manuel Landaeta Rosales.


GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ: ESBOZO BIOGRÁFICO.


 LIBRO “HOMBRES NUEVOS”

POR: J. I. GONZÁLEZ NARVÁEZ

CARACAS. TIPOGRAFĺA DEL COMERCIO. AÑO 1900.

General Juan Vicente Gómez. 1900.

Los hombres nuevos han sido siempre en el poder la más viva y lisonjera esperanza del porvenir. No así los hombres viejos, que por conocidos pertenecen más bien al pasado que al futuro de los pueblos.

La humanidad se fija con más ahínco en lo que se presenta con algún aire de novedad, que en lo que por ya antiguo y familiar fastidia, sin ofrecer ninguna especie de atractivo.

Y la razón es muy sencilla: la humanidad gusta más de aquello que nace y por tanto le ofrece más incentivo en su anhelo de progreso, que de lo que va ya a morir envuelto en las nebulosidades de una estrecha y monótona rutina.

Por eso, en el orden natural la aurora cuando surge, alegra y ensancha el espíritu con sus vívidos y mágicos colores, como hermoso preludio del día, al paso que la tarde entristece y hace desmayar con sus pálidas galas, como fúnebre precursora de la noche.

Y por eso, en el orden social los hombres nuevos son esperados de los pueblos con ansiedad, en tanto que los hombres viejos son desdeñados, por ser ya como árboles sin savia para dar fruto.

Los hombres nuevos, en las evoluciones políticas, inspiran más confianza, porque, elementos sin desgaste, es lógico que con ellos vengan nuevos ideales de paz, orden y progreso, de arraigo, en suma, para la vida sólida y floreciente de los pueblos.

Sucede lo contrario con los hombres que han envejecido en el poder, los cuales, como elementos gastados, no inspiran sino tedio y cansancio en el ánimo público.

Y si los elementos que han venido privando en un país son insanos y de tendencias exclusivistas, ¿qué decir entonces?

No se puede decir otra cosa sino que, por funestos, hay que anatematizarlos, relegándolos al desprecio y al olvido.

He aquí por qué el Jefe de la Revolución Restauradora, General Cipriano Castro, comprendiendo estas verdades, al tomar posesión del Ejecutivo, ha tenido la idea de traer a su rededor hombres nuevos, y al efecto ha hecho ya surgir algunos en el poder.

Entre los pocos, que han venido ya a la escena, está el señor General Juan Vicente Gómez, actual Gobernador del Distrito Federal.

Intentemos, pues, delinear la figura de este magistrado, que es el objeto de este esbozo.

Es el señor General Gómez lo que se llama un personaje nuevo en nuestra política gubernamental.

Hijo de padres acomodados y laboriosos, vio la luz el General Gómez en San Antonio del Táchira, el 24 de julio de 1857.

Aleccionado en buenos principios, y muy joven todavía, ingresó en 1886 en las filas del partido Liberal, bajo cuya gloriosa bandera ha venido militando y supo distinguirse el 92, como soldado resuelto, en las memorables batallas de El Topón, Táriba y Palmira.

Verdadero liberal, y por ende, enemigo de todo poder autocrático, cuando el Presidente Andrade se dio a ultrajar la soberanía de la República, y el General Castro alzó en los Andes el grito de la Revolución Restauradora, el General Gómez no vaciló en poner al servicio de ésta la fortuna que poseía, producto de honrado afán. Y no solamente vino a servir con su fortuna a la Revolución, sino que también con su persona, proporcionándole toda clase de elementos, como armas, pertrechos y aun hombres o soldados. Así hubo de hacer toda la campaña, hasta su llegada a la metrópoli, donde pasó por la pena dolorosa de perder a un hermano suyo, el malogrado joven Coronel Aníbal Gómez, que a consecuencias de la guerra,  a los 22 años de edad, vio truncar su carrera militar, al servicio de la Causa Restauradora.

Ya aquí veamos ahora al General Gómez como figura en el estrado político de la Gobernación.

Nacido en la región andina, es el General Gómez un venezolano de fisonomía franca y sincera, que inspira confianza en la comunidad con sus modales atentos y su deseo de servir bien al público y dejarlo complacido.

No contaminado por los refinamientos de la argucia y la falsía, que han sido anteriormente la norma de conducta en muchos de nuestros Gobernadores del Distrito; no influido por el incentivo venenoso de las pasiones banderizas, que en no pocos de ellos han privado hasta hacer allí del poder un foco de partido, y por consiguiente, una rémora para el reclamo y remedio de las necesidades públicas; su aparición, desde luego, en aquella curul se ha recibido en esta sociedad  con general beneplácito, como prenda de confianza y garantía de orden para los intereses procomunales.

No es él un ambicioso, que se engríe con respirar la atmósfera del poder, no es un Magistrado, que se mira muy alto y envanecido ve desde la silla gubernamental a los demás muy pequeños, como es común en los que, cándidos, no comprenden que el talento práctico en los puestos públicos se cifra en saber hacerse querer, y no en hacerse odiar.

Educado él en costumbres sencillas y en el amor al trabajo, es un republicano que se hace accesible a todos, sin repeler a nadie. No conoce el artificio del engaño, y por consiguiente sabe ser franco en su palabra y leal en su proceder, para no burlar con promesas no cumplidas.

Sin ambiciones, ha venido a la Gobernación del distrito, porque se le ha traído, por considerársele un fiel colaborador de la situación para ayudar, como elemento sano, a la estabilidad del orden público, en este periodo de difícil transición.

En el poco tiempo que lleva administrando los intereses del Distrito, no se ha oído de él una sola queja, porque no ha violado ningún derecho, ni herido ninguna delicadeza personal.

No es él de esos funcionarios públicos, que con tendencias anti-republicanas se encastillan en su despacho, para no dejarse ver; es, por el contrario, un buen amigo, un afable ciudadano, un verdadero liberal, que tiene siempre abiertas las puertas de su oficina, con fácil acceso a todo el que le quiere solicitar.

El General Gómez es un sujeto que se revela humanitario. Prueba de ello es que en los días en que acude mucha gente pobre, como un jubileo, a la Gobernación, en demanda de algún consuelo para sus necesidades, él se muestra siempre mano abierta, no dejando que ninguno de aquellos desvalidos, viejo o niño, mujer u hombre, salga de allí sin un óbolo, que atenúe su aflicción. Esta conducta, no conocida hasta ahora en las prácticas de nuestros Gobernadores, le han granjeado verdaderas simpatías, por cuanto le exhibe de ánimo noble y amigo del pueblo, en contraste con otros que no han sido aquí sino duros y absorbentes, acaparadores voraces de lo que cae en las cajas públicas.

Viene aquí bien recordar que en la política el que no da y sabe ser reconocido y generoso con sus servidores, no puede conquistar adeptos, ni tiene, por ende, derecho a perdurar en la memoria de sus conciudadanos.

Columna, una de las más firmes en la actualidad, por sus importantes servicios a la Revolución, es, sin duda el Jefe andino una figura de porvenir.

Para completar la fisonomía pública del General Gómez en la Gobernación, acompáñalo como Secretario también un hombre nuevo, el señor Pimentel Coronel, ilustrado periodista y, escritor, que goza de reputación en nuestras letras.

Magistrados, pues, como el señor General Gómez, no pueden menos que atraer simpatías a una Administración. Y lo que es la presente, por ello debe felicitarse, al ver que ha sabido inspirarse en uno de los anhelos del Jefe del Ejecutivo, los hombres nuevos.

J. I. González Narváez.


viernes, 21 de agosto de 2015

LA REPÚBLICA DE VENEZUELA


Una moneda sana y un hombre honrado han transformado a Venezuela. Juan Vicente Gómez, hijo de las montañas, fuerte, sencillo, tenaz. 

Publicado en “El Día Gráfico” de Barcelona (España).

La carta que anteriormente nos ha dirigido don Simón Barceló, notable escritor venezolano cuya labor es bien conocida de cuantos laboramos por el perfecto acuerdo que debe en todo tiempo reinar entre nuestra vieja España y las naciones hispanas del Nuevo Continente, nos obliga a repetir lo que tantas veces hemos afirmado: que es sorprendente, por no decir aflictivo, el desconocimiento o la indiferencia que profesamos hacia esas energías jóvenes, asombro hoy del universo, que debieran ser, en medio de la gran tristeza nacional, fuente de gratas emociones para todo español capaz de enorgullecerse de la lozanía de esas ramas del tronco patrio, mutilado glorioso con retoños que son ya árboles gigantescos, cuya sombra cobija millones de almas que hablan el idioma castellano y llevan en sus venas la sangre gloriosa del conquistador o la más humilde, pero también roja y española, del campesino peninsular que emigró en busca del terruño menos ingrato o de instituciones más democráticas.

Mucha Casa de América; mucha Fiesta de la Raza; mucha pamplina rimbombante en mala prosa y peores versos, y después…nada. Con el burbujeo de la última copa de champaña se evapora la esencia de las ideas cambiadas, y al separarse los manifestantes, la mayoría se olvida hasta de la Argentina, cuya capital es la primera ciudad española del mundo, y con seguridad ignora dónde queda Caracas o La Paz y qué significan para España las relaciones comerciales que lleva con las Repúblicas de Venezuela y Bolivia.

Venezuela situada al norte de la América del Sur, en una situación privilegiada, es casi dos veces más grande que España, y sus tres millones de habitantes ocupan una mínima parte de un suelo que produce los frutos del trópico y la mayoría de los de Europa. Diezmada durante largos años por la guerra civil, y apegada al cultivo del café, el cacao y la caña de azúcar, durante muchos años poco remunerativo. Un Gobierno enérgico y progresista y el elevado precio actual de sus frutos le han creado una prosperidad sin precedentes.

Todo cuanto allí germina se necesita en España, donde el café de primera, el cacao de Caracas, sin rival en el mundo, el azúcar, el caucho, las carnes congeladas, tan buenas como las de la Argentina, tienen ya de antaño, gran aceptación. En Venezuela se consumen con preferencia los productos de la industria española y hasta los billetes de lotería y las estrellas del toreo encuentran allí una acogida entusiasta, digna de mejor causa.

Venezuela, el antiguo feudo de la Compañía Guipuzcoana, la tierra cuyas capitales de provincia se llaman Valencia, Barcelona, Mérida y Trujillo, en recuerdo de la procedencia de sus fundadores, es tal vez la más española de las repúblicas hispanoamericanas. Patronímicos y blasones que acusan parentesco con nuestra nobleza son timbre de orgullo de su aristocracia; de esa cepa surgió Bolívar, cuyo escudo de armas figura con su rueda de molino en la heráldica de Vizcaya y de Caracas; nos vino también Andrés Bello, ese gran castellano que fue considerado en Madrid como el primer hablista de sus días.

Una moneda sana y un hombre honrado han transformado a Venezuela. Juan Vicente Gómez, hijo de las montañas, fuerte, sencillo, tenaz como un buen aragonés, impuso su fórmula de paz y trabajo y con la resolución de un Cortés o un Pizarro acabó con la política de respeto a los caciques rurales y a los cortesanos y señaló el rumbo a las dormidas energías de su pueblo, encaminándolas al cultivo de los campos. La lucha fue ruda, pero la convicción del caudillo del trabajo hizo milagros. Hoy todos creen en él, porque a todos los ha enriquecido. Ya nadie anhela la pitanza del político profesional porque todos los propietarios tienen dinero e independencia.

Ocupémonos seriamente, comercialmente de esas Españas de allende el mar que nos tienden los brazos y viven con una confraternidad que nosotros necesitamos tal vez más que ellas, para que el mundo hispano, que pasa hoy de ciento veinte millones de hombres, pese en los destinos de la humanidad, desangrada y desesperanzada. Es necesario proceder a una evaluación de intereses primero, y de ideales después, ya que hoy en día yace postrado nuestro señor Don Quijote mientras Sancho, el innoble oportunista ve convertirse en Insula Barataria el terreno que pisa su pollino al recorrer el desolado y conocido campo de Montiel…

En las columnas de El Día Gráfico encontrarán siempre hospitalidad los pensadores y estadistas hispanoamericanos que, como Simón Barceló, laboran por el engrandecimiento de la raza y el culto de la tradición.

4 de junio de 1920.


lunes, 25 de mayo de 2015

UN CAUDILLO DEMÓCRATA MANDA A VENEZUELA 1928


El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, recibiendo las manifestaciones de cariño de su pueblo.

El Presidente Gómez, Jefe Benévolo, Factor de Prosperidad y de Paz. Fue por obligación al Poder. Por espacio de veinte años a la cabeza de la Nación. Es fino en su trato y pronto en la acción.

Con ese título y subtítulos y en la edición de "The New York Times" correspondiente al domingo 26 de febrero de 1928, publica su primer artículo sobre Venezuela el señor William Morris Gilbert, brillante periodista norteamericano, quien, como tal, fue hace poco huésped distinguido nuestro, con motivo de la visita del glorioso Coronel Charles A. Lindbergh a nuestro país. 

Nos complace traducir y publicar este hermoso artículo de Gilbert sobre la personalidad del General Gómez. El Redactor del TIMES destaca una vez más, con pluma justiciera, la figura singular del Caudillo de la Paz, como uno de los más extraordinarios  hombres de Estado que ha producido Suramérica. 

(Por: William Morris Gilbert)

Publicado en "The New York Times".

Caracas, Venezuela. La historia de Venezuela durante los últimos veinte años es la historia del General Juan Vicente Gómez, su gobernante durante ese tiempo. Con él empieza la era de prosperidad y de paz, base del actual desarrollo del país. El sello de su fuerza y de su habilidad política se extiende desde el Delta del Orinoco hasta sus Andes nativos. Bajo el régimen suyo, acaso hoy más fuerte que el de ninguna otra nación del Hemisferio Occidental, Venezuela ha llegado a ser comercial y moralmente un poder independiente en el mundo. 

Contando ya 70 años de edad, este hombre previsivo y vigoroso vive como un próspero agricultor en su limpia ciudadela de Maracay, situada quinientas millas al oeste de la capital. Vigila en persona sus fundos, cuida su famoso ganado y, como recreación, lleva a sus huéspedes a su excelente jardín zoológico, orgulloso de poseer el único oso polar en esa línea del trópico. Mañana y tarde, el General Gómez congrega a sus amigos bajo los bellos árboles de su hacienda "Las Delicias", y todo árbol venezolano es sagrado, por edicto de este gran amante de la naturaleza. En "Las Delicias" se respira una atmósfera pastoral amable y sugestiva al espíritu; pero sería engañarse infantilmente si no apreciáramos la fuerza de hierro que es su origen y secreto. 

Pero Venezuela, no fue en todo tiempo una granja modelo. Hasta diciembre de 1908, cuando él advino a la Presidencia, es sabido que setenta y cinco revoluciones habían asolado el país, vale decir, desde que Bolívar, el caraqueño inmortal, lo independizó de España. Venezuela se hallaba en completa bancarrota y en guerra con Holanda. Las flotas de tres países europeos bloquearon sus puertos para el cobro de deudas contractuales durante la Presidencia del General Cipriano Castro. 

UN GUERRERO ACTIVO Y TENAZ 

Así las cosas, Venezuela sufría en tanto la más cabal anemia económica. Cinco años antes había soportado la más sangrienta de sus guerras civiles: encabezada por el General Manuel Antonio Matos, entonces fue cuando Gómez asumió su estatura de Caudillo. Como Jefe de las fuerzas del Gobierno sostuvo la campaña por tres años. El previsivo montañés, que más tarde debía revelar sus méritos de estadista y diplomático en la paz, probó ser un consumado guerrero. Como tal, se supone su mayor cualidad, su pronta rapidez de acción. Una semana avanzaba su escasa tropa contra los rebeldes en Carúpano, en la parte oriental de Venezuela; y a poco los rebeldes lo hallaban, inconcebiblemente rápido, en Coro, en Occidente. Cómo estaba allí tan presto; sólo Gómez lo sabía; y no iba a decirlo. 

Ya en Caracas triunfante, luego de derrotar a Matos, el tenaz hacendado de los Andes fue recibido con extraordinaria aclamación. Castro mismo le ofreció un baile suntuoso; y mientras el sociable Presidente se entregaba a las delicias de un vals, el soldado vencedor se paseaba solitario por el patio, hasta que al fin encontró cerca, en un cuarto vacío, una hamaca: se metió en ella y se quedó dormido. Al General Gómez siempre lo han amoscado un poco las ceremonias. 

El Presidente Castro, según siguen diciendo las crónicas, con su país a un paso de los interventores internacionales, se vio enfermo de suma gravedad. Se declaró que ningún médico en Venezuela podía curarlo; y partió para Berlín seguido de su comitiva.

Hubo entonces un levantamiento popular, súbito, sojuzgado por Gómez, el Vicepresidente, a quien Caracas demandaba asumir la Presidencia. Rehusó. La demanda fue renovada. A su paso, el pueblo daba al traste con las efigies de Castro dondequiera las topaba. Las revueltas y motines hicieron poner a la ciudad bajo la ley marcial por varios días. Así, un complot que se supuso emanado de Castro, atentó contra la vida de Gómez. Hecho esto público, la voluntad del pueblo estuvo de su parte. Gómez asumió el poder.

SUSPENSIÓN DEL BLOQUEO NAVAL

La amenaza extranjera se desvaneció. Las flotas extranjeras no habían de volver sino en misiones de paz. Al punto, el Presidente de Venezuela reanudó las relaciones diplomáticas con los poderes europeos. El nuevo Ejecutivo declaró el propósito de Venezuela de pagar su deuda extranjera; y puso manos a la obra. Su triunfo fue completo. Al presente, Venezuela tiene en las arcas nacionales una suma de oro más que suficiente para cancelar por completo la deuda pública, si así lo quisiera; y las potencias interesadas se complacen en tener en sus libros el nombre de un deudor tan cumplido. El remanente de la deuda ha venido a ser un negocio productivo para los tenedores de Bonos.

Las reformas de Gómez comenzaron al instante. Dio al capital y a las empresas extranjeras la libertad necesaria; abolió los impuestos excesivos; en fin, su divisa nacional fue "Paz y Trabajo", y la hizo efectiva.

A Gómez se le atacó durante largos años. Venezuela no se gobernó nunca con guante de seda; y si al Gobierno de Gómez se tildó de "fuerte", fue porque siguió en el curso de los años el rumbo impreso por un estadista de la talla de Bolívar, quien, a más de ser el más grande de los libertadores de América, fue su mayor vidente. Bolívar declaró que los pueblos libertados por él no estarían preparados para las formas liberales de gobierno democrático, sino después de cien años de su independencia política. Su fallo ha sido vindicado hoy, no sólo en Suramérica, sino en países como Italia, España y otros menos lejanos. Este gobierno ha sido definido por uno de los más brillantes intelectuales y publicistas contemporáneos de Suramérica, el señor don Laureano Vallenilla Lanz, en su interesante libro "Cesarismo Democrático".

Tal principio ha demostrado su eficacia durante veinte años. Venezuela, bajo su actual gobernante, ocupa en el mundo un puesto jamás soñado. El General Gómez ha hecho el balance del libro mayor de la Nación. Ha desenvuelto las industrias, las obras de utilidad pública, la Instrucción Pública; ha construido miles de kilómetros de magníficas carreteras y fomentado en grande escala la res nativa, a fin de que los Llanos sean con el tiempo una de las mejores regiones productoras de carne en todo el mundo.

Circunstancia sin precedentes, ha mantenido la paz por más de veinte años. El país está desarmado y son seguras sus rutas para el viajero. De la mayor significación es el hecho de que Venezuela no tiene hoy presos políticos. Gómez abrió la conocida "La Rotunda" de Caracas, no hace mucho y puso en libertad a todos los detenidos.

El General parece poseer el instinto infalible de hacer en todo tiempo lo que se debe hacer. De esto dan fe todos sus actos. Una de las mejores pruebas de su previsión son las leyes de petróleo. Hace menos de diez años que la gran producción petrolera hizo de Maracaibo un emporio. Venezuela vino a ser de la noche a la mañana uno de los principales centros productores de aceite. Su riqueza se ha duplicado desde entonces. El año pasado su producción superó a la de México y a la de Rusia. El único país cuya producción rebasaba la de Venezuela era los Estados Unidos y posiblemente Persia; y el aumento, quiera que no, declinó.

En suma, los recursos petroleros de Venezuela son enormes. Se necesitaban leyes petroleras y un nuevo campo se abría a la legislación venezolana.

Se dice que esta ley petrolera es la mejor en su género, un modelo para ser adoptado por cualquier país.

El General Gómez, sentado entre sus amigos, en "Las Delicias", es único. Los años lo han dulcificado. Su sonrisa es cariñosa, sus maneras benignas. Difícil es comprender que este hombre apacible, de simple uniforme, de sombrero de panamá y guantes de hilo marrón, es un guerrero y la fuerza dinámica propulsora de su país. Sólo de cuando en cuando el hierro de su temperamento resplandece. Tiene el aire de alguien que ya hizo su obra y se halla satisfecho. Los observadores desprevenidos estarán de su parte. El Caudillo Democrático ha triunfado; y su pueblo es su deudor.

William Morris Gilbert.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 25 de marzo de 1928).

BIOGRAFÍA DEL DISTINGUIDO PERIODISTA

William Morris Gilbert, destacado periodista del prestigioso periódico "The New York Times", quien visitó Venezuela en 1928.

El 7 de abril de 1920, William Morris Gilbert Jr. logró salvar de la muerte a 2.000 niños huérfanos armenios.

William Morris Gilbert Jr. nació en Filadelfia, Estados Unidos, en 1894 y creció en Yonkers (New York), donde su padre fue rector de la Iglesia Episcopal de St. Paul. En Union College fue poeta de clase en 1917. Se unió a la Armada cuando Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial, pero fue comisionado demasiado tarde para ver acción.

En marzo y abril de 1920, el territorio de Cilicia se convirtió en un campo de batalla para los encuentros franco-turcos. A principios de abril de 1920, las tropas turcas entraron en la aldea de Garuniye en la provincia de Adana, donde han estado operando organizaciones de ayuda estadounidenses y alemanas. Los turcos arruinaron e incendiaron todo el pueblo, incluido el orfanato estadounidense que en ese momento albergaba a unos 2.000 huérfanos armenios.

El 7 de abril de 1920, William Morris Gilbert Jr. logró salvar de la muerte a esos 2.000 huérfanos armenios. El 9 de abril de 1920, la revista "News" de Nueva York publicó un artículo titulado "El hombre de Yonkers salva a 2.000 niños cuando los turcos queman el orfanato". El autor del artículo también señaló que los huérfanos probablemente serían trasladados a Chipre ya que Adana estaba muy perturbada.

El acto heroico de William Morris Gilbert Jr. también fue mencionado por el periódico "The New Near East Relief".

Se unió al equipo de escritura de "The New York Times" en 1925. En 1928 cubrió la fase venezolana de la gira latinoamericana del coronel Charles A. Lindbergh después de la hazaña histórica de su vuelo de Nueva York a París, y estuvo en México tras el asesinato del Presidente electo Álvaro Obregón.

Mientras tanto, Gilbert había estado escribiendo ficción y había ahorrado lo suficiente para mudarse a París en 1929, poco antes de la caída de la bolsa.

Pudo ponerse al día como corresponsal asistente de "The Philadelphia Public Ledger" y "New York Evening Post", y de 1933 a 1937 como corresponsal en París de un sindicato Scripps-HowardNewspaper Enter Prize Association.

Al regresar a Nueva York en 1937, se convirtió en un hombre de escritura en "The World Telegram" y en jefe de su unidad "Newspaper Guild".

En la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Oficina de Información de Guerra en Washington, Londres, Nápoles e, inevitablemente, París.

En 1946, el Sr. Gilbert se reincorporó a "The New York Times" en el departamento dominical, contribuyendo con reseñas de libros y temas de páginas editoriales, además de agregar su propio toque a artículos de viajes.

William Morris Gilbert, murió el día 13 de julio de 1971 en el Hospital St. Vincent, Bridgeport, Connecticut, después de una larga enfermedad. Tenía 77 años y vivía en 181 East 93d Street.