martes, 28 de mayo de 2019

LA REVOLUCIÓN LIBERAL RESTAURADORA DE 1899

(Trabajo Especial con motivo del Centenario de la Revolución Liberal Restauradora, realizado por los Hnos. Dupouy Gómez, publicado en el Diario "El Globo" de Caracas, Venezuela, el 23 de mayo de 1999).

A la Izquierda: El General Cipriano Castro, Primer Jefe del Ejército Liberal Restaurador. A la Derecha: El General Juan Vicente Gómez, Segundo Jefe del Ejército Liberal Restaurador. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Con motivo de cumplirse hoy, 23 de mayo de 1999, el Centenario de la Revolución Liberal Restauradora, ofrecemos a los lectores un trabajo especial, basado fundamentalmente en los aspectos más representativos y relevantes de este acontecimiento histórico, que significó, después de la guerra de Independencia y la guerra Federal, el último proceso integracionista de Venezuela.

Los acontecimientos aquí narrados son en parte inéditos o poco conocidos por la mayoría de los venezolanos, ya que se basan fundamentalmente, en los relatos y en las experiencias vividas por el Gral. Juan Vicente Gómez como protagonista y testigo presencial de estos hechos, actuando como Segundo Jefe de la Revolución Liberal Restauradora que encabezó el Gral. Cipriano Castro, el 23 de Mayo de 1899.

Estas anécdotas fueron contadas repetidas veces en la intimidad por nuestro bisabuelo el Gral. Gómez a sus familiares y amigos más allegados, ya que siempre se reunían para recordar sus hazañas guerreras en las fechas de importancia. Uno de los hijos con quien más compartió estas vivencias el Gral. Gómez, fue nuestro abuelo Florencio Gómez Núñez, quien posteriormente, nos las transmitió a través de sus años de vida, inculcándonos siempre la importancia y el valor que tiene la divulgación veraz de los hechos históricos. Por esta razón, nos sentimos eles a su legado con el deber y compromiso de comunicarlas y transmitirlas a los venezolanos.

EL HACENDADO CONOCE AL POLÍTICO

El General Cipriano Castro fue un político y guerrero nacido en Capacho, Estado Táchira, el 12 de diciembre de 1858, siendo Seminarista en Pamplona y posteriormente político adscrito al partido Liberal. Era reconocido orador e improvisaba en sus discursos frases en latín, idioma que dominaba a la perfección, pues lo había aprendido en el Seminario. Fue Gobernador de la Sección Táchira del Gran Estado de los Andes en 1888 y Diputado al Congreso Nacional en 1891.

En ese mismo tiempo, el hacendado y posteriormente General Juan Vicente Gómez, nacido en el sitio denominado “El Salado”, dentro de la finca “La Mulera”, jurisdicción de San Antonio del Táchira, el 24 de julio de 1857, era conocido por su excelente formación campesina y sencillez, desarrollando actividades agrícolas en la región, quien gozaba de una reputación de hombre honrado, buen negociante y cumplidor pagador, tanto en San Antonio del Táchira como en las regiones vecinas, incluso mas allá de la frontera.


El hacendado Juan Vicente Gómez conoció al entonces Coronel Cipriano Castro en 1886, ya que un grupo de combatientes defensores del gobierno regional del General Espíritu Santo Morales, llegaron a su finca “La Mulera” solicitando al dueño de la misma, su ayuda y sus conocimientos de baquiano en la región para que condujera, por la vía más corta y segura, una guerrilla que debía unirse a la del Coronel Castro, que peleaba en contra de la toma de Capacho organizada por el General Segundo Prato para derrocar el gobierno local, a lo cual Gómez se prestó gustosamente. 

Llegados al lugar del combate, Juan Vicente Gómez logró presenciar la acción guerrera llamándole la atención el valor que demostraba el General Castro al atacar con un puñado de hombres las fuerzas enemigas y abrirse paso a través de ellas. Allí mataron a un compadre de Juan Vicente Gómez llamado Evaristo Jaime, defendiendo el gobierno regional.

Gómez enseguida solicitó permiso al Coronel Castro para recuperar el cuerpo de su compadre y enterrarlo. Al Coronel Castro le gustó mucho la actitud del hacendado, al igual que a Gómez el valor y arrojo personal de Castro, lo cual granjeó una estimación y simpatía mutua entre ambos.

En el año de 1892, las guerras civiles que para aquella época azotaban al país bajo la forma del continuismo en el gobierno de Raimundo Andueza Palacio y del legalismo en la Revolución que acaudilló el General Joaquín Crespo, no dejaron de afectar al Estado Táchira.

La relación de amistad y compadrazgo que para ese momento existía entre el ya General Castro y el hacendado Juan Vicente Gómez, obligaron a éste último a afiliarse al partido del continuismo, del que era cabecilla en aquella región el General Cipriano Castro.

La primera acción guerrera de Juan Vicente Gómez fue el día 29 de marzo de 1892 en el sitio denominado “El Topón”, en una batalla librada entre las fuerzas que comandaba el General José María González, jefe militar del Estado Táchira, junto al General Cipriano Castro, contra las fuerzas revolucionarias que apoyaban al General Crespo. Allí a Gómez le fue encomendada la misión de armar el peonaje de su hacienda “La Mulera” para entrar con ellos a combatir al lado de las fuerzas del Gobierno. En la memorable batalla de “El Topón”, Gómez recibió su primer bautismo de fuego al lado de 400 tachirenses aguerridos que resistieron el ataque y pusieron en derrota a un Ejército de 5.000 hombres que invadía el Táchira, al mando del Gral. Eliseo Araujo. La pericia y valor que Gómez demostró en esta acción, le valieron que sobre el mismo campo de batalla el General José María González le otorgara la graduación de Coronel, comenzando así su vida militar y política.

Desgraciadamente, a pesar del triunfo obtenido parcialmente en la región, las fuerzas Legalistas del General Crespo lograron dominar en la República y así los militares Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez al ser derrotado el régimen del Presidente Andueza Palacio por la Revolución Legalista, tuvieron que pasar la frontera y exiliarse en territorio colombiano.

El General Juan Vicente Gómez adquirió la hacienda “Buenos Aires”, en las inmediaciones de la Villa del Rosario, cerca de Cúcuta y se dedicó a las faenas de campo, mientras veía destruir y saquear sus propiedades en el Táchira. Al mismo tiempo, el General Castro adquirió la finca “Bella Vista” en Cúcuta.

SE ORGANIZA LA REVOLUCIÓN

El Gral. Juan Vicente Gómez desde ese año de 1892 hasta 1899, estuvo exiliado en Cúcuta, trabajando y desarrollando su hacienda “Buenos Aires”, logrando pagar una suma prestada y rehaciendo su fortuna. Fue en esta hacienda donde se organizó la Revolución “Restauradora”, que llevó como Primer Jefe al Gral. Cipriano Castro, y como Segundo Jefe al Gral. Gómez.

El Gral. Gómez fue el que financió y prestó su apoyo material y personal a esta Revolución, y en su hacienda se reunían los principales líderes que tomaron parte en la misma, siendo casi todos ellos empleados de la finca. Se encontraban allí, el después Gral. Emilio Fernández, Francisco Antonio Colmenares Pacheco, Secundino Torres y Francisco Terán, entre otros. La hacienda "Buenos Aires", no solamente era refugio de los exiliados políticos, sino también fuente de subsistencias para ellos.

Los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, padecieron el dolor y la desolación que las continuas guerras civiles producían en las poblaciones, tanto de Venezuela como de Colombia. Esta experiencia vivida por ambos, inspiró en sus almas de patriotas el deseo de poner fin a estos hechos y así buscar la manera de establecer, definitivamente, el orden y la paz anhelada.

El espíritu levantisco de los venezolanos estaba acostumbrado solamente a guerrear sin respetar vidas, ni haciendas, utilizando el empleo de la fuerza fundamentalmente, para resolver sus luchas políticas, que la mayoría de las veces eran más que luchas de ideales, contiendas por enconados odios políticos o personales. Se decía en la época que Venezuela era como un cuero seco, que “se pisaba por un lado y por otro se levantaba”.

El Gral. Gómez no vaciló en poner a la orden del Gral. Castro, quien era el cabecilla que debía mandar a las Fuerzas Revolucionarias, su persona y sus bienes en la organización de esta Revolución, y así fue como éste costeó una ida del Gral. Castro a Caracas para que estudiara y se diera cuenta de los recursos con que contaba el Gobierno para oponerse a cualquiera intentona revolucionaria. Era Jefe del Gobierno en ese momento el Gral. Joaquín Crespo.

Después del viaje, a su regreso a “Buenos Aires”, el Gral. Castro les dijo a sus compañeros: “No podemos hacer la Revolución, porque el Gral. Crespo es un verdadero jefe militar, a ese no podemos tumbarlo, estoy aquí de milagro, porque sino estaría muerto o preso”, razones por las cuales decidieron esperar un mejor momento.

Poco tiempo después, al saberse la muerte del Gral. Crespo en la batalla de la “Mata Carmelera”, el Gral. Gómez, volvió a costear otro viaje del Gral. Castro para que estudiara las condiciones del Gobierno Central.

LOS CONSEJOS DE UNA MADRE

El General Gómez, siendo Presidente de la República, hacía mención a las cosas que su madre, doña Hermenegilda Chacón de Gómez, le criticaba a él con frecuencia en aquella época del exilio sobre el dinero que invertía y daba al General Castro y le decía: “Juan Vicente, tú te matas trabajando para que él se lleve tu dinero”.

En el último de los viajes del General Castro a Caracas, el General Gómez le entregó a éste veinte morocotas de oro y a la nueva observación que le hizo su madre, él le contestó: “No se preocupe madre, que este dinero no es perdido, usted verá como será de provechoso para la Patria”. Palabras que resultaron proféticas pues a consecuencia de este viaje, fue que se decidió a hacer la invasión de la Revolución llamada “Restauradora”, ya que a su regreso de Caracas, después de evaluar las condiciones del Gobierno, el Gral. Castro les comunicó a su compadre, paisanos y amigos: “Ahora tenemos que prepararnos bien porque a éste sí lo tumbamos”, manifestando que con el Gral. Ignacio Andrade a la cabeza del Gobierno, sí se podía intentar una invasión con seguridad de triunfo, por no creer que el Presidente reunía las condiciones de militar y político como para oponerse a la Revolución que ellos intentaban.

La noche del 23 de Mayo, cuando se disponían ya a salir de la hacienda “Buenos Aires” para atravesar la frontera, la madre del General Gómez, doña Hermenegilda, lo llamó aparte para darle unos consejos, y le dijo: “Juan Vicente, ahora que vas a emprender esa campaña, debes tener siempre presente que si para ella te son necesarias la energía y el carácter, tendrás por tu misma condición de guerrero que hacer derramar mucha sangre. No debes hacerlo injustamente, sino sólo cuando las necesidades militares para el triunfo te obliguen a ello. Ten presente que la vida Dios la da y sólo a él le corresponde quitarla. Se justo y magnánimo siempre que puedas”.

SE INICIA LA INVASIÓN DE LOS SESENTA


Lista de los integrantes del Ejército Liberal Restaurador de 1899.
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

El 23 de Mayo de 1899, el Gral. Cipriano Castro como Jefe Supremo de la Revolución, cruzó la frontera Colombo-Venezolana, atravesando el río Táchira, un poco más abajo de la población de San Antonio y lo acompañaba como Segundo Jefe el Gral. Juan Vicente Gómez, quien salió de su hacienda “Buenos Aires”, con 59 oficiales, efectuando la reunión con el Gral. Castro a orillas mismas del río donde éste le esperaba solamente con un oficial espaldero.

Es así como se consolida el grupo de sesenta y dos hombres: Los generales Castro y Gómez y el resto de oficiales entre los cuales venía Aníbal Gómez Chacón, hermano menor del Gral. Gómez que pasó como guerrero en la invasión.

Primera foto que se tomó el General Juan Vicente Gómez, después de la Batalla de Tocuyito, el 14 de septiembre de 1899 en Valencia (Venezuela), junto a un grupo de combatientes. Destacan, de izquierda a derecha: Coronel Efraín Pulido, General Rafael María Velasco, General Juan Vicente Gómez, Coronel Eulogio Velasco y Aníbal Gómez, hermano menor del General Gómez. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez). 

Un hecho curioso lo constituye la acción que realizó el General Castro al pisar tierra venezolana, quien apeándose del caballo se arrodilló y abriendo los brazos viendo hacia el cielo dijo al grupo expedicionario:  "Y ahora con la protección de Dios, hasta el corazón de Venezuela, hasta el Capitolio de Caracas”.

El 24 de Mayo, amanecieron en "La Mulera", reuniéndose allí con los Generales Eustoquio Gómez, Santos Matute, el Coronel Ceferino Ruiz, y otros quienes con unos días de anticipación estaban en aquel lugar preparando el movimiento. Fueron puestos en armas todos los peones de "La Mulera", y con aquel pequeño ejército, se dirigieron inmediatamente sobre Capacho a donde se reunieron con: Rafael María Velasco, José María García y otros oficiales que se habían levantado también en armas, un grupo de trabajadores y de gente entusiasta por emprender aquel movimiento revolucionario.

El Primer Jefe del Ejército, el Gral. Cipriano Castro, el día 24 de Mayo, en el Cuartel General de Capacho, en donde se efectuó la concentración de las fuerzas que reforzaron al pequeño grupo invasor, lanzó un manifiesto dando a conocer la situación política que se experimentaba en el país. Un pequeño extracto del mismo lo presentamos a continuación:

¡Compatriotas No más farsas, no más tiranías, no más opresión!

Empuñad las armas con el único y exclusivo fin de reivindicar vuestros derechos conculcados y de salvar la honra de la nación venezolana, que es vuestra propia honra; pero juremos ante el sagrado altar de la Patria, a la vez que olvidar nuestros justos resentimientos, no deponer las armas hasta no ver coronadas nuestras legítimas aspiraciones.

Así, pues, nuestro único móvil debe ser: el cumplimiento del deber; nuestro único lema: la justicia; y nuestra única enseñanza: la libertad.

Soldados Vosotros me conocéis bastante, y sabéis que siempre vencedor, jamás vencido; al cumplimiento de mis sagrados deberes de patriota y liberal lo he sacrificado todo: sabéis que soy incapaz de una cobardía y de una infamia.

El árbol de la libertad exige vuestro contingente de sangre una vez más: volad a ofrendarlo con ese valor legendario que os es peculiar.

Vuestra consigna es: vencer o morir.

Cipriano Castro

(Cuartel General, en Independencia a 24 de mayo de 1899).


LÓPEZ CONTRERAS SE AGREGA AL MOVIMIENTO


Eleazar López Contreras se incorpora al ejército restaurador en 1899.
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Entre los oficiales que se agregaron en esta población al cuerpo expedicionario figuró uno de nombre Eleazar López Contreras, joven de diecinueve años de edad, cuya actuación y carrera tanto política como militar, quedó desde entonces unida a la del Gral. Gómez, siendo considerado por éste como formación suya en ambos sentidos. Cuando López Contreras se unió al grupo expedicionario, su tío, el Padre Contreras, le dijo: 

“Eleazar, te voy a recomendar para que te unas con el Segundo Jefe de la Revolución, el Gral. Juan Vicente Gómez. Quiero que te pongas bajo su completa protección. No me parece correcto que lo hagas con el Jefe Revolucionario el Gral. Cipriano Castro, sino con el Segundo Jefe, el Gral. Juan Vicente Gómez, que es un hombre bueno, bien inspirado y por ningún respecto te abandonará"

Desde entonces y hasta el 17 de Diciembre de 1935, estuvo aquel oficial que entró a las filas con la graduación de Teniente Ayudante, bajo la protección del Gral. Juan Vicente Gómez y tuvo que estar sometido a la protección defensiva que le prestaba el Gral. Gómez contra la mala voluntad manifiesta que tenía el Gral. Castro para con él. 

López Contreras, después del año 1908, fue ocupando sucesivamente cargos cada vez más elevados en el Ejército Nacional. Para la muerte del Gral. Gómez, López Contreras ocupaba el cargo de Ministro de Guerra y Marina y es curioso resaltar, y muchos testigos lo ratifican, el gesto del General López Contreras ya conocida la muerte del General Gómez, quien llorando e inclinándose sobre el cadáver de éste, besó su frente y dijo: "Ha muerto, quien fue más que mi padre".

LOS PRIMEROS COMBATES


Tropas andinas que formaban los batallones "23 de mayo" y "Táchira" que integraban el ejército de la Revolución Liberal Restauradora en 1899, antes de la llegada del General Cipriano Castro a Caracas. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

A la medianoche del 22 de Mayo de 1899, atravesaron el río Táchira con armamento comprado en Cúcuta, algunos revólveres y peinillas. Amaneciendo el 23 de Mayo llegaron a Capacho, el Gral. Castro hablaba mucho los días antes de la invasión de dar un golpe de sorpresa al mismo tiempo en todos los pueblos del Táchira. Los pueblos de Capacho, Lobatera, Michelena, Colón, Táriba y Palmira, quedaron por cuenta de la revolución. Se aumentó el parque cuando todos los comprometidos se fueron a reconcentrar en Capacho, en donde el Gral. Castro había puesto su campamento.

El Ejército Restaurador aumentó su capacidad a 1.550 hombres, muchos de ellos voluntarios que allí se enrolaron. San Cristóbal fue la falla de la noche de la invasión, porque no la pudo tomar el Ejército Restaurador al enfrentar a las fuerzas del Gobierno al mando del Gral. Juan Pablo Peñaloza. 

El encuentro con estas fuerzas se produjo en el sitio llamado Tononó, en donde se libró la primera batalla, que fue el bautismo de fuego de la cadena de triunfos que cosechó más tarde el Ejército Restaurador. En este combate las fuerzas del Gobierno tuvieron que lamentar las pérdidas de las vidas de dos de sus jefes: El Gral. Ramón Nonato Velasco, valiente militar hasta llegar a la temeridad y el Coronel Antonio Pulgar. El Ejército Restaurador no tuvo pérdida alguna de jefes. Declarado en derrota el Ejército del Gobierno, se atrincheró en la ciudad de San Cristóbal, regresando a Capacho el Ejército Restaurador, a continuar organizando sus cuadros y efectivos.

EN PLENA ACCIÓN

El 27 de Mayo, tres días después de la acción de Tononó, libró el Ejército Restaurador su segunda batalla, en el sitio llamado de “Las Pilas”, en el cual también triunfó. En esta acción el Ejército Restaurador tuvo que combatir con un enemigo muy superior en fuerzas, perfectamente municionado y que los atacó por dos frentes, logrando, a pesar de todo, vencer. Allí se encontraron las fuerzas invasoras con que el parque que llevaban se les iba agotando, llegando a presentarse una situación tan crítica que el General Castro opinó que debían batirse en retirada para guarecerse nuevamente del lado de la frontera. A esta proposición del Jefe de la Revolución se opuso el General Gómez, quien manifestó que si ya habían hecho la invasión, él estaba dispuesto a continuarla o a morir peleando. Y asumiendo la responsabilidad del combate ordenó cargar a la peinilla, entablándose a un cuerpo a cuerpo con las fuerzas del Gobierno. Esta acción valerosa les costó muchas vidas, pero en cambio, les dio el triunfo de la acción de Las Pilas. Allí resultó gravemente herido en la cara de un machetazo el Gral. Régulo Olivares que nadie creyó se salvaría y cuya marca le quedó para toda la vida.

Durante el combate, las fuerzas del Gobierno perdieron a sus líderes, el Gral. Pedro Cuberos que murió en batalla y el Coronel Leopoldo Sarría quien cayó herido y fue puesto preso.

Las tropas del Gobierno al verse sin jefes se entregaron de inmediato, no pudiendo llegar a reforzar a las de Peñaloza en San Cristóbal.

Una vez dominado este sector, el Ejército Restaurador pudo establecer trincheras y defensas en buenas posiciones estratégicas y allí protegidos, comenzar a reponer el parque y las fuerzas ya que estaban exhaustos. Después de varios días y con el material de guerra suficiente, emprendieron nuevamente el avance victorioso.

Los primeros triunfos de esta expedición guerrera se debieron más que todo a la energía y al valor de los expedicionarios que sólo contaron con un armamento relativamente escaso y bastante primitivo. Las tropas que ellos comandaban, bisoñas en las artes de la guerra, sólo tenían el valor personal y la audacia sostenidos por la hombría de los que comandaban, para enfrentarse y vencer a las fuerzas bien apertrechadas del Gobierno.

COMBATE EN LAS ALTURAS

El día 11 de Junio de 1899, el Ejército Restaurador libró su tercera acción en el Táchira, en las elevadas cumbres del páramo de “El Zumbador”, esta fue la batalla más cruenta y la que puso en peligro el éxito de todo su plan. El combate duró desde las 7:00 a.m. hasta las 11:00 de la mañana de ese mismo día. Las bajas entre ambos ejércitos combatientes alcanzaron el número de cuatrocientos. Cumplida la acción de “El Zumbador”, el Ejército Restaurador regresó al campamento de Táriba, en donde era esperado por los generales Juan Vicente Gómez y Joaquín Garrido.

El Gral. Castro escribió a los generales Gómez y Garrido: “Hoy es el día más memorable para nuestra Santa Causa; hemos obtenido en cuatro horas de combate el triunfo más espléndido que podrán registrar los anales históricos. El Ejército que tengo el honor de comandar, es verdaderamente irresistible: Son todos héroes!...”.

El Gral. Castro estaba empeñado en derrotar a Peñaloza en San Cristóbal pero como sabía que el Gobierno Central había enviado un fuerte refuerzo a éste, por la vía de Maracaibo, resolvió suspender el sitio de la plaza de San Cristóbal, porque Peñaloza era muy astuto y esa fue la única batalla que perdió el Ejército Restaurador en toda la campaña.

LA BATALLA DE CORDERO

El Ejército Restaurador dejó sus posiciones y se fue a esperar al enemigo en Cordero, punto casi obligado de paso para entrar en San Cristóbal. En Cordero la situación del Ejército Restaurador frente a las fuerzas del Gobierno no era nada halagadora, porque sus efectivos apenas sobrepasaban los mil quinientos hombres, siendo los efectivos del Gobierno muy superiores en número. Sin embargo, se libró en Cordero una batalla que duró los días 27 y 28 de Julio, en esta acción los revolucionarios estuvieron por primera vez en contacto con un arma desconocida prácticamente para ellos: el cañón. La impresión y el desastre que en sus filas producía esta arma de largo alcance, fue rápidamente vencido por el espíritu guerrero que los animaba. El Ejército Restaurador, finalmente, se retiró victorioso al término del segundo día a su campamento de Capacho, y el Ejército del Gobierno huyó a unirse a las fuerzas de San Cristóbal.

EL Gral. Cipriano Castro decía a todo pecho: "En Cordero combatimos contra mayor número de soldados y triunfamos. Aquí el partido es igual, porque vamos a pelear con los que allá, fueron nuestros vencidos.  Soldados! Del esfuerzo de hoy depende la coronación de nuestra obra".     

Esta declaración corresponde a la primera intención de los expedicionarios que fue hacer sólo una acción local en el estado del Táchira, pero después del sitio de la ciudad de San Cristóbal, en la que ellos no pudieron entrar por la defensa que el Gobierno había hecho en aquella población y por los escasos medios con los que contaban, se reunieron en el Cuartel General de Capacho, donde se celebró un Consejo de Guerra con el objeto de estudiar la situación que se había presentado con la presencia en el Táchira de las nuevas fuerzas, acordándose suspender las acciones allí y marchar directamente hacia el interior de la República. Así fue como el día 2 de Agosto siguiente decidieron animosamente realizar un empuje hacia el Centro para dirigirse a marchas forzadas y paso de vencedores, a la conquista de la Capital de la República.

LA CONQUISTA DEL CENTRO

En la historia venezolana solamente en tres oportunidades se ha tomado como estrategia militar la decisión arriesgada de venirse al centro dejando detrás las fuerzas enemigas en control de la retaguardia. Estas acciones características fueron: La Campaña Admirable del Libertador Simón Bolívar, La Causa de Abril durante la campaña del Gral. Antonio Guzmán Blanco contra los azules y en esta oportunidad de la Revolución Restauradora.

La distancia recorrida desde Capacho hasta Tocuyito fue de aproximadamente 900 kilómetros y como esta marcha duró 41 días, el promedio de marcha diario que hizo el ejército fue de 22 kilómetros. Durante la marcha de invasión, el Ejército Restaurador libró diversas acciones contra tropas del Gobierno que se encontraban en Mérida, Trujillo y Lara.

En esta heroica gesta siguieron el mismo procedimiento que habían empleado en el sitio de San Cristóbal; cada vez que las defensas que les oponían las fuerzas gubernamentales les impedían la conquista de alguna ciudad o pueblo importante.

El día 6 de Agosto sucedió el combate de Tovar, en donde las fuerzas comandadas por el Dr. Rafael González Pacheco y el Gral. Emilio Rivas pusieron a los invasores tenaz resistencia.

El combate se libró en las calles de la ciudad de Tovar, después de dos horas de lucha, los invasores consiguieron el triunfo tras haber batido al enemigo con bravura. Cumplida la acción de Tovar, el Ejército Restaurador se detuvo en dicha ciudad el tiempo necesario para calmar la fatiga y emprender enseguida el rumbo hacia Mérida.

En Mérida, el puñado de valientes fue recibido con simpatía, gran alborozo y entusiasmo, organizando aún más allí sus cuadros para seguir su marcha. Al salir de Mérida los efectivos del Ejército Restaurador alcanzaban ya una cifra superior a los 2.000 hombres. Adelante de Carora está el punto llamado Parapara, allí se libró otra acción, que fue coronada con los laureles de la victoria, gracias a una crecida del río Tocuyo que providencialmente impidió que las fuerzas del Gobierno comandadas por el Gral. Lorenzo Guevara se reunieran con las del Gral. Elías Torres Aular, que le habrían ocasionado a la Revolución mayor gasto de energías y de elementos. No fue sino después de la acción de Parapara que ellos pudieron apoderarse de cañones y proveerse de armamentos y parque suficiente en cantidad y calidad para combatir y poder hacer frente en mejores condiciones a las fuerzas del Gobierno.

SEGUNDO JEFE Y LAZO DE UNIÓN

El General Gómez actuaba en el ejército revolucionario no solamente como Segundo Jefe, sino como lazo de unión de toda la oficialidad ante los choques y los descontentos que el carácter irritable y desigual del Gral. Castro producían en la tropa.

Como ejemplo de esta actuación suya, una vez, después de la acción de Parapara, el Gral. Castro reprendió duramente a uno de sus oficiales, el Coronel Miguelón Contreras, llegando en su furia a golpearlo con las riendas del caballo que montaba. La disciplina militar le impidió a aquel oficial proceder a defenderse como lo hubiera hecho en cualquier otra oportunidad, tratándose de un choque hombre a hombre, pues era un oficial que había dado pruebas de verdadero valor. El Coronel Miguelón Contreras, se retiró del combate, manifestándole al Gral. Gómez que no estaba dispuesto a continuar en la campaña. Este incidente causó una reacción negativa con el gran número de la oficialidad que se veía expuesta a sufrir los mismos vejámenes. Tuvo el Gral. Gómez que hacer valer toda su influencia para que aquellos leales oficiales depusieran su actitud y se prestaran a continuar la campaña, haciéndoles ver que si ellos se retiraban, el éxito de la causa quedaría muy comprometida. Ellos entonces accedieron a las insinuaciones del Gral. Gómez, haciéndole constar que si ellos se reincorporaban a la lucha, era únicamente porque el Gral. Gómez se los exigía. A partir de ese momento pudo contar nuevamente con ellos en sus filas. Ejemplos como éste, demuestran la influencia sugestiva que el Gral. Gómez ejercía sobre sus subalternos, haciéndolos respetuosos y leales incondicionalmente hacia su persona.

El Coronel Miguelón Contreras encontró la muerte al iniciar una acción de combate temeraria después de otro reclamo que le hiciera el General Castro, resultando herido fatalmente en la batalla de Tocuyito.

Terminada la acción de Parapara, el ejército libró una ligera acción en Barquisimeto siguiendo su marcha camino de Cabudare. Se unen al Ejército Restaurador los batallones Urachiche y Lara, formados por voluntarios larenses. El día 8 de Septiembre el Ejército Restaurador se encontró en las alturas de Nirgua y desde allí se impuso de que la ciudad estaba ocupada por una División del Ejército Nacional de 600 hombres, comandados por el Gral. Rosendo Medina (padre de Isaías Medina Angarita). El Gral. Medina fue sorprendido, entregando el campo de batalla y gran armamento compuesto por 183 máuseres de diez tiros y veinte mil cápsulas para los máuseres. Se libró esta acción en las calles de Nirgua y después de una hora de lucha en que los invasores vieron seriamente comprometido el triunfo, lograron finalmente hacer volver cara al enemigo, haciéndolo dispersar en inaudita fuga.

LA BATALLA DE TOCUYITO


El General Cipriano Castro, Jefe Supremo de la Revolución Liberal Restauradora con su Estado Mayor Jefes y Oficiales del Ejército en conmemoración de la memorable y heroica Batalla de Tocuyito, 14 de septiembre de 1899. Aparecen de izquierda a derecha, en hileras horizontales: Jesús Velasco Bustamante, Régulo Olivares, Emilio Fernández, Juan Vicente Gómez, Cipriano Castro, Joaquín Garrido, Aurelio Valbuena, Benjamín Ruiz, Rafael María Velasco Bustamante, Clodomiro Sánchez, Evaristo Parra, Luis Varela, Pedro María Cárdenas, Trino Castro, Aníbal Gómez, Carmelo Castro, Santiago Briceño, Román Moreno, Pedro Pablo Rodríguez, Rubén Cárdenas, Efraín Pulido, Secundino Torres, Jorge Bello, José María García, Graciano Castro, Román Castro, José Antonio Dávila, Marcelino Cárdenas, Ovidio Salas, Jesús Navarro, Roberto Pulido, Juan Alberto Ramírez, Francisco Jiménez Arráiz, Juan Figueroa,  Ángel María Godoy, Argimiro Fuenmayor, Félix Briceño, Obdulio Bello, Carlos Díaz Yrwin, Enrique Arenas, Felipe Peralta, Maximiano Casanova, Eleazar López Contreras, Cornelio Superlano, César Ibarra, Eulogio Velasco, Jesús Parra, Abraham Parada, Evaristo Noguera, Antonio Cárdenas, Emilio Somaza, Calixto Escalante y José Antonio Cárdenas. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Los éxitos constantes que obtenía el Ejército Restaurador y la formidable energía y valor que demostraba ese pequeño núcleo guerrero, les fue abriendo sucesivamente las puertas del triunfo y a los que se rendían por la fuerza y se unían a ellos, se agregaban otros que se unían también llevados por la fuerza sugestiva del triunfo. De 60 que eran los que invadieron el 23 de Mayo de 1899 llegaron a sumar 2.000, cuando el 14 de Septiembre hicieron frente al mejor ejército de que disponía el Gobierno en las llanuras de Tocuyito.

Las fuerzas del Gobierno tenían su base en Valencia y su ejército era de 6.000 hombres, comandados por dos jefes, el Gral. Diego Bautista Ferrer, que era Ministro de Guerra de Andrade y el otro era el Gral. Antonio Fernández que había peleado anteriormente en el Táchira. Entre estos dos jefes existían recelos de mando y no se entendían bien, porque unos subalternos obedecían a un jefe y los otros subalternos al otro. Por lo tanto, no existía un líder único, capaz de lograr la unidad del ejército para hacer cumplir las órdenes de su tropa. A los Generales Ferrer y Fernández se les unió también Francisco Linares Alcántara, primer venezolano graduado en West Point.

La batalla de Tocuyito fue dirigida personalmente por el General Juan Vicente Gomez; debido a que el Jefe Revolucionario, General Cipriano Castro, había quedado imposibilitado de actuar por haber sufrido al comienzo de la acción la fractura de un pie, por la caída que sufrió con su caballo al saltar una zanja.

En esta dura batalla, el ejército revolucionario se encontró por primera vez con un arma desconocida para ellos: la ametralladora. Cuando vieron funcionar por primera vez esta arma, el espíritu humorístico de uno de los oficiales, José María García, le hacía observar al Gral. Gómez el efecto de las ráfagas de proyectiles que disparaban las ametralladoras, al pasar al ras de las sabanas, diciéndole: “Fijese General, parece lo mismo que si estuviéramos sembrando arvejas en Capacho”.

Durante el combate nadie obedecía las órdenes de los jefes que defendían al Gobierno y las tropas corrían en distintas direcciones. El corneta del Gral. Castro, Jesús Parra por orden de éste, se metió en territorio enemigo y empezó a escuchar el toque de corneta de las fuerzas del Gobierno, logrando descifrar la clave de éstas, haciendo sonar un toque de retirada que generó una gran confusión en las tropas enemigas. 

Las tropas del ejército del gobierno, huían buscando una salida mientras la artillería de Linares Alcántara que no había recibido la orden de suspender el fuego, seguía disparando hasta confundirse con los propios soldados del Gobierno, los cuales sufrieron muchas bajas y dejaron abandonados más de mil máuseres, dos cañones Krupp y bastante caballería.

Finalmente y después de cinco horas de duro combate, el Ejército Restaurador logró vencer al Ejército del Gobierno, dejando entre sus filas 1.000 bajas, de un componente de 6.000 hombres, mientras que el Ejército del Gobierno, dejó entre las filas del Ejército Restaurador, una baja de 600 hombres de los 2.000 que representaba, en el campo de batalla de Tocuyito.

Esta fue la última batalla que libró en su grandiosa expedición el Ejército Restaurador, y por la trascendencia que tuvo más tarde el hecho insólito del triunfo, su nombre quedará grabado en los fastos de los grandes hechos históricos de Venezuela.

UN COMPAÑERO HERIDO

Una de las pruebas de la fuerza sugestiva que el General Gómez ejercía sobre sus subordinados se puso de manifiesto en un hecho acaecido después de la batalla de Tocuyito. El General Emilio Fernández, que había combatido valientemente en esta acción, había sido gravemente herido en ella, encontrándolo el General Gómez al hacer una revisión del campo de batalla, hacinado con un montón de cadáveres a donde lo habían arrojado considerándolo ya como muerto. El General Gómez al verlo y comprender que aquel amigo tan querido para él no debía morirse, se acercó gritándole: “Que es eso Emilio, no puedes morir, nos haces falta, lo que tienes es curable. Un hombre de tu valor y energía no puede afligirse y entregarse así".

Aquellas palabras reanimadoras de entre los muertos le dieron fuerzas para aguantar el dolor y con la ayuda personal del mismo General Gómez, fue trasladado a Valencia, para recuperar la salud y seguir prestando su colaboración leal y decidida al General Gómez.

El Gral. Emilio Fernández, siendo presidente del Estado Sucre, falleció años más tarde en Cumaná, defendiendo valerosamente al Gobierno del Gral. Gómez en agosto de 1929 contra la invasión que desembarcó en el vapor “Falke” comandada por el General Román Delgado Chalbaud acompañado de una cierta cantidad de caudillos militares y algunos civiles. El desembarco fracasó y ambos jefes, el del gobierno y el de la revolución murieron en la acción.

LA ANÉCDOTA DEL PANTALÓN

Debido a las condiciones precarias en las que venía el ejército expedicionario, sucedió la anécdota siguiente: Uno de los oficiales, Eleazar López Contreras, que había sido herido durante la acción de Tocuyito, por una bala en un brazo, pidió para poder entrar en Valencia un pantalón de repuesto para sustituir el que llevaba puesto que estaba completamente inservible. El General Gómez, ordenó a uno de los asistentes que buscara un pantalón para entregarlo al oficial, pudiendo sólo conseguirse uno de una talla mucho más pequeña que la que le correspondía al herido, y fue así que se vistió en Valencia aquel oficial.

¡LOS ANDINOS QUIEREN COMERSE A LOS CURAS!

La acción rápida y arrolladora del grupo de valientes que había salido del Táchira, su agresividad combativa y la ferocidad que demostraban en las contiendas, habían despertado el temor en todos los sitios por donde habían pasado extendiéndose su fama de invencibles por todos los ámbitos de la República. Bastaba que aquel pequeño grupo de denodados combatientes se acercara a un pueblo para que este se rindiera y les dejara paso franco. Da idea del estado de ánimo de las poblaciones la siguiente anécdota: A su entrada a Valencia, después del triunfo de Tocuyito, varios oficiales manifestaron el deseo de comer el fruto conocido en el Centro con el nombre de aguacate y que en el Táchira, los andinos denominaban "Cura". La pregunta de ellos en las tiendas y Fruterías de la ciudad:

“¿Hay Curas?, nosotros deseamos comer curas”, despertó la alarma y el espanto de los valencianos, que pensaban que los andinos eran unos bárbaros. “¡Los Andinos quieren comerse a los curas!” fue la voz que se corrió por la ciudad, produciendo el escándalo consiguiente. Sólo después que la explicación de los Andinos aclaró el asunto, vino a restablecerse la tranquilidad en el Clero y la población piadosa.

EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN RESTAURADORA

El General Cipriano Castro y el General Juan Vicente Gómez. 
(Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Después de la batalla de Tocuyito, el ejército hizo un alto durante varios días en la ciudad de Valencia, mientras se llegaba a un arreglo con el Gobierno derrocado, para la entrada definitiva y triunfal de las fuerzas revolucionarias a la Capital de la República.

Vinieron las Comisiones de Caracas y se reunieron en distintos sitios. El Gral. Andrade mandó como intermediario a Valencia al Gral. Manuel Antonio Matos para entrevistarse con el Gral. Castro que estaba convaleciente en una gran casa de Valencia propiedad de don Ramón Tello Mendoza, guardando reposo con la pierna rota como consecuencia de la caída del caballo en la batalla de Tocuyito. 

En el mismo cuarto donde se encontraba el Gral. Cipriano Castro, en otra cama, estaba el Gral. Juan Vicente Gómez que padecía de un violento ataque de disentería, entonces el Gral. Matos le manifestó al Gral. Castro que deseaba conferenciar a solas con él, y le preguntó a éste, que quién era ese hombre que lo acompañaba (refiriéndose al Gral. Gómez), y el Gral. Castro le dijo: “Ese es Juan Vicente, y es como un hermano mío. Él nos ha traído para acá, porque es el hombre de la plata y además fue el que dio el triunfo de Tocuyito”.

El Gral. Manuel Antonio Matos, mantuvo una larga conversación con el Gral. Castro para establecer las condiciones de la rendición del Gobierno y todo esto sucedió sin tomarse ninguna represalia en contra del Gral. Ignacio Andrade, sino más bien dentro de un clima de respeto. Finalmente, llegaron a un acuerdo y el Gral. Andrade se embarcó en La Guaira con su familia, el 19 de octubre de 1899, encargándose el Gral. Víctor Rodríguez de entregarle el poder al Gral. Cipriano Castro, el 23 de Octubre de 1899.

El Gral. Matos, nativo de Puerto Cabello, fue el banquero más importante de su época, era uno de los hombres más ricos de la sociedad y se dedicó también a la política. Poco tiempo después se alzó contra el Gobierno del Gral. Castro, organizando la Revolución Libertadora pero al ser derrotado, marchó al destierro y regresó en 1908 para figurar en 1911, en el gobierno del Gral. Gómez como Canciller de la República.

El Gral. Ignacio Andrade, luego regresó al país y sirvió en la administración del Gral. Gómez, como Ministro de Relaciones Exteriores. Un hijo de éste, de nombre Ignacio como su padre, se casó con una hija del Gral. Gómez llamada Servilia Gómez Bello.

Con el triunfo de Tocuyito dejó terminado el Ejército Restaurador sus batallas campales que vino librando desde su invasión hasta el Centro de la República, y a partir del 23 de Octubre de ese año de 1899, el Jefe de este Ejército, el General Cipriano Castro, ocupó en Caracas el Solio Presidencial, constituyéndose en Venezuela el Gobierno de la Restauración Nacional, bajo el lema: “Nuevos Hombres, Nuevos Procedimientos, Nuevos ldeales”.

Lamentablemente, el Gral. Cipriano Castro en la confección de su gabinete no incluyó a sus compañeros andinos que lo condujeron al poder (a excepción del Gral. Gómez, quien fue nombrado Gobernador del Distrito Federal y posteriormente Jefe Militar y Político en el Estado Táchira) y esto causó mucho malestar en este grupo de personas. Así mismo, el cambio progresivo en la conducta del ahora Presidente Castro, fue cada vez acentuándose, y el mismo Gral. Gómez contaba años después ya siendo Presidente de la República en la intimidad de la familia que “Si el General Castro hubiese sido el mismo del año 1899, todavía estuviese aquí mandando”, para así demostrar las diferencias de actitud del Jefe de la Revolución Restauradora.

Constituido el Gobierno Restaurador en la capital de Venezuela, le tocó al Gral. Juan Vicente Gómez ocupar el cargo de Gobernador del Distrito Federal el día 8 de diciembre de 1899, puesto que dejó el 22 de febrero de 1900, para ir a ocupar la Jefatura Civil y Militar del Estado Táchira, que fue a desempeñar en el carácter de pacificador para controlar al único Estado de la República que permanecía fuera del control político del Gral. Castro, bajo el dominio de los Generales Juan Pablo Peñaloza y Joaquín Corona.

Estos cargos, los primeros que ejerció el Gral. Juan Vicente Gómez como gobernante, le valieron el reconocimiento y el prestigio como funcionario de alto mérito en el desempeño de sus labores, porque en Caracas dejó organizadas las rentas y los diferentes servicios de la administración y en el Táchira obtuvo el concordato y la armonía en todos los grupos y círculos políticos que allí existían.

Hoy, 23 de Mayo de 1999, se cumple el Centenario de la Revolución Liberal Restauradora comandada por los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, que marcó un hito histórico importante para la Nación: la incorporación definitiva de Los Andes con el resto de la República.

Trabajo Especial publicado en el Diario "El Globo" de Caracas, Venezuela, el 23 de mayo de 1999, con motivo del Centenario de la Revolución Liberal Restauradora, realizado por los hermanos:

Juan Florencio Dupouy Gómez
Rafael Dupouy Gómez
Miguel Dupouy Gómez


lunes, 13 de mayo de 2019

VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS: HOMBRES ILUSTRES DE AMÉRICA


EL EXCMO. SR. DR. VICTORINO MÁRQUEZ BUSTILLOS,
EX PRESIDENTE PROVISIONAL DE VENEZUELA, EN CÁDIZ
SEPTIEMBRE DE 1924

Excmo. Sr. D. Victorino Márquez Bustillos, que acaba de ser nombrado Ministro Plenipotenciario de Venezuela ante el Vaticano.

Considera al General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, como el único salvador de la Patria y el único que puede sostener la paz duradera y constante que actualmente se disfruta en todo el país.

El 15 del próximo pasado mes llegó a Cádiz, en el vapor "Manuel Arnús", de la Compañía Trasatlántica, procedente de Venezuela, el ilustre publicista y político Doctor Victorino Márquez Bustillos, Ex Presidente provisional de aquella floreciente República.

Deseosos de entrevistarnos con tan eminente personalidad, acudimos, sin pérdida de tiempo, tan pronto supimos de la llegada de tan relevante hombre político.

El Dr. Márquez Bustillos nos recibió amablemente. Con él hablamos durante una hora, y en ese tiempo pudimos comprender el acierto del Gobierno y pueblo venezolanos al confiar a tan alto prestigio los elevados puestos que ha desempeñado, entre otros la Presidencia provisional de dicho país durante diez años. Al Dr. Márquez Bustillos lo acompañan su hija la señorita Cora Márquez Iragorry, su hijo D. Guillermo Darío Márquez y el doctor Henrique Toledo Trujillo, médico distinguido y hábil cirujano, que pertenece a los hospitales del Distrito Federal.

¿Pudiera usted decirnos los motivos de su viaje a Europa?

Con mucho gusto. Vengo como Ministro de Venezuela ante la Santa Sede. Me dirijo, pues, a Italia.

¿Viene algún otro diplomático con usted?

Sí, señor, D. Rafael Montenegro, Secretario de la Legación en Roma, al que tengo el gusto de presentarle y mi hijo Guillermo Darío, segundo Secretario ad honorem de la misma Legación.

Puede usted agregar que el Sr. Montenegro es un escritor elegante, atildado, purista y un poeta de gran inspiración; amigo consecuente del General Juan Vicente Gómez, desde hace mucho tiempo, y colaborador suyo.

¿Y la paz sigue imperando en el país?

La paz, puede usted asegurarlo, que no sólo impera, sino que es allí inconmovible.

¿Y respecto a la parte financiera, continúa igual prosperidad?

Basta decirle que hay un remanente en Caja de cerca de setenta millones de bolívares, oro… La organización que el General Gómez ha dado a la nación es formidable, firme, sólida; responde a todas las necesidades.

¿Proyecta el General Gómez alguna obra importante en la actualidad?

Sí; su proyecto primordial, su pensamiento en materia de administración, es la construcción y terminación de la carretera trasandina, que parte de Caracas (la capital) y atraviesa ocho estados de la República. Se trata de una obra portentosa, que se creía irrealizable, y que ya se puede decir que es un hecho consumado, gracias a la voluntad incontrastable del General Gómez, para el que no hay obstáculos. Él se promete inaugurarla personalmente a mediados del año entrante.

Hablando después de otros asuntos, nos dijo el Doctor Márquez: 

Después que descendí de la Presidencia provisional de la República he continuado, como antes, siendo un amigo constante y leal del Presidente Constitucional General Gómez, al que considero el único salvador de la Patria y el único que puede sostener la paz duradera y constante que actualmente se disfruta en todo el país. Además, me ligan con él vínculos de cariño y gratitud, que serán indisolubles, porque ha sido conmigo siempre noble y generoso.

Y no pudimos continuar nuestra charla, porque la bocina del buque nos anunció su próxima salida.

Nos despedimos del Dr. Márquez Bustillos después de darle las gracias más expresivas por su amabilidad, y nos alejamos pensando que con hombres como los que actualmente rigen los destinos de Venezuela, bien puede ser un país próspero y floreciente.

Eduardo de Ory.

(Publicado en la Revista "España y América", de Cádiz, España, correspondiente al mes de septiembre de 1924).