jueves, 22 de octubre de 2020

OBRAS PERDURABLES DEL GENERAL GÓMEZ: EL BANCO AGRÍCOLA Y PECUARIO Y EL BANCO OBRERO

(Por: Carlos Urdaneta Carrillo)

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, fundó el Banco Agrícola y Pecuario y el Banco Obrero en 1928, dos instituciones fundamentales para el progreso y desarrollo del Venezuela.

Maracay, enero de 1934. Una de las características más resaltantes del Gobierno del General Juan Vicente Gómez, es que él ha velado incesantemente por la conservación y desarrollo de los intereses materiales y morales del hombre; y así, desde el principio de su Gobierno, en 1909, en su Mensaje, urge a los Legisladores porque tomen prontas y eficaces medidas para el licenciamiento de los veteranos, iniciativas que reitera en los años subsiguientes; en todo momento avizora y trata de reprimir en la esfera de su actividad la reprochable actividad de los acaparadores; estimula con la palabra y el ejemplo a los agricultores, fomenta la previsión social y da empleo a millares de obreros, desde los comienzos de su actuación, en las obras públicas que empieza a desarrollar; ha velado en todo momento porque las salvadoras leyes de trabajo que se dictaron en 1915, sean una realidad, desde el principio que limita la jornada a 8 horas, hasta el no menos justo de las indemnizaciones del obrero por accidentes en el trabajo.

Él no ha contemplado, cruzado de brazos, los problemas de seguridad e higiene de los talleres, ni el paro forzoso, porque cuando éste se empieza a sentir, decreta avenidas, calles, soberbios edificios y bellísimas plazas, y disemina en toda la República centenares de cuadrillas de trabajadores y los emplea en la construcción de puentes, en la apertura de caminos y en el ensanche, cuido, reparación y conservación de los existentes; ni se ha desentendido de los que plantea la necesidad de garantía en la circulación monetaria y fiduciaria. Las reservas de oro, que puede decirse, fueron la clave de la fenomenal prosperidad de los Estados Unidos, son aquí realidad que nadie puede desconocer, porque reposan en la irrebatible realidad de los números.

La creación de ambos Bancos: Agrícola-Pecuario, y Obrero, corresponde a tan levantados propósitos y son las huellas hechas carne del solícito interés del Gobierno del General Gómez por los hombres de trabajo.

Veamos ahora cuáles ideas fundamentan la tesis adoptada por el General Gómez al solicitar al Congreso la creación de estos dos Bancos.

Las teorías modernas, a la par que desechan, casi absolutamente el concepto del Estado-Providencia en el dominio político, por constituir inevitable amenaza a la libertad, aconsejan como una de las mejores soluciones a los ingentes problemas que han planteado las nuevas necesidades, la más constante y amplia intervención en el dominio económico. Proclamar el intervencionismo del Estado en materia económica, es, se ha dicho, sostener la causa de la justicia y del bienestar humano; y en efecto, la órbita de la producción y repartición de la riqueza, no puede abandonarse, sin evidente injusticia a la inexorabilidad de ciertas leyes económicas, ni es suficiente el solo concepto de la justicia, relativo, muy relativo por cierto, para corregir todas las anomalías, que, cuando lesionan a porción considerable de la sociedad, se llaman crímenes colectivos. Sustraer a ese salvador movimiento las industrias y negocios individuales, que en virtud de él, se convertirán, por medios más o menos recomendables, en empresas oficiales, es ir contra la corriente de las ideas, es tratar de volver a los infaustos tiempos, en que el bienestar de unos pocos se llamaba bienestar general.

Conceptos, propios de un patriota y estadista como el General Gómez, son los siguientes de su Mensaje al Congreso de 1928:

 "Os pido la creación de un Banco Agrícola y de un Banco Obrero, con capitales iniciales de Bs. 30.000.000, el primero, y de Bs. 6.000.000, el segundo, destinados principalmente a facilitar dinero, en calidad de préstamo, con largos plazos de amortización e intereses módicos, aquél a los agricultores y criadores para el fomento y desarrollo de sus industrias, y éste a los obreros y artesanos, a fin de que puedan hacerse dueños de viviendas propias. Verán así los hombres de trabajo de la República, que ésta cuida de su bienestar: los hacendados, porque con el Banco Agrícola, se realizará, en su favor, una Institución, por la que se venía clamando en Venezuela desde hace cerca de 100 años; y los elementos laboriosos, de las clases pobres, porque con la creación del Banco Obrero se adelantan los Poderes Públicos a satisfacer sus justas aspiraciones de mejoramiento. Respetuosamente os exijo que dictéis en vuestras actuales sesiones las leyes respectivas, de modo que ambos Bancos puedan comenzar a funcionar el primero de julio del presente año. Pienso que en las expresadas Leyes debe quedar bien claro que estos Institutos no emitirán billetes ni cédulas. Cuando sea menester, la Nación aumentará, con dinero del Erario Público, el capital inicial de cada uno".

Y el año siguiente, el General Gómez solicitaba el complemento de esta Obra en estos términos, reveladores del grande interés que le inspiraba la materia:

"La agricultura y la cría son las industrias de las cuales, propiamente, depende el bienestar general. Con la mira de fomentarlas os propuse, en mi Mensaje de 1928, la creación del Banco Agrícola y Pecuario. Acogisteis mi insinuación, y este importante Instituto está hoy en plena y fecunda actividad. Permitidme que ahora os pida que aumentéis su capital de Bs. 30.000.000, elevándolo a Bs. 50.000.000.

Especial protección ha dispensado mi Gobierno al elemento obrero. La Ley del Trabajo que dictasteis en vuestras sesiones de 1928 se ha venido cumpliendo estrictamente. El Banco Obrero, cuya creación dispusisteis a petición mía, en esas mismas sesiones, trabaja con éxito. Asimismo, os pido que aumentéis su capital elevándolo a Bs. 10.000.000, en vez de los Bs. 6.000.000, que actualmente tiene". (Mensaje del 19 de abril de 1929).

Iniciativas éstas que, por ser de quien eran, constituían desde luego, antes de tramitarse legalmente, un hecho cumplido. No era, propiamente el Gobierno, era él mismo quien las hacía. Por tanto, no dudamos sostener que se trataba entonces de una iniciativa personal del General Gómez, a favor de los hombres de trabajo, agricultores y obreros.

Grupo de casas construidas por el Banco Obrero en Maracay en el año 1933.

Tenía muchísima razón el General Gómez, cuando afirmaba que por la institución del Banco Agrícola se venía clamando hacía cerca de un siglo y creo que antes, en la Colonia, aunque existía la necesidad, no se formulaba la aspiración, por temor de que cayera en el vacío de la indiferencia oficial.

Pero, en el correr de los tiempos, aquí, en vez del Estado-Providencia, fue un hombre, amante como ninguno otro de su pueblo y del campo, que allá, cerca de la frontera, cultivó personalmente durante más de treinta años, dotado de una inteligencia bastante clara para concebir y de la energía suficiente para llevar a cabo prontamente lo que otros en un siglo no pudieron realizar, quien dotó al País de un Banco Agrícola ideal, con capital saneado y efectivo que ayuda y ayudará el desenvolvimiento de la Industria Madre, que dijera Adam Smith; Banco sin igual entre los de su índole de los otros países, porque está fundado con el capital propio de la nación, que acumulado sabiamente por el General Juan Vicente Gómez realiza hoy, entre otros, este útil y levantado propósito de engrandecimiento nacional. El Gobierno que entre sus elevadas ejecutorias cuenta el de no haber nunca solicitado empréstitos, ni conversiones cuando fue deudor y cancela después totalmente sus compromisos con el extranjero, crea un Banco Agrícola sin comprometer su porvenir, porque según la acertada indicación del General Gómez, el crédito del País queda a salvo al excluir de la esfera de las operaciones del Instituto la emisión de billetes y cédulas hipotecarias, con lo que se previno el inmenso mal que la institución de la Caja de Crédito de Chile ocasionó en aquel progresista país del Sur, con la hipoteca de casi toda su riqueza rural y urbana, por miles de millones de dólares a favor de los tenedores extranjeros de cédulas hipotecarias.

Con tan formidables bases como las que le ha dado su Patriota fundador marcha hoy el Banco, cumpliendo su benefactora acción en pro de una de las más positivas fuentes de riqueza nacional, refrenando con su bajo tipo de interés las innobles y desmedidas ambiciones del usurero, protegiendo de diversos modos al agricultor y fomentando con todo esto la gran producción agrícola nacional.

Para celebrar y admirar esta auténtica gloria del General Juan Vicente Gómez, que es y constituye el Banco Agrícola, son las presentes líneas, escritas hace algunos años, como expresión de admiración hacia el Fundador de la Paz y de la normalidad administrativa de la Nación, que se publican hoy, con ocasión de haberse cumplido el 19 de diciembre próximo pasado, el 25º aniversario de la Rehabilitación Nacional.

Carlos Urdaneta Carrillo.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 28 de enero de 1934).

viernes, 16 de octubre de 2020

EL PRESIDENTE JUAN VICENTE GÓMEZ

 (Por: José Gil Fortoul)

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela y el Dr. José Gil Fortoul, ilustre escritor, historiador, abogado, político y miembro del positivismo venezolano.

El Presidente Gómez ha contraído con la Patria la obligación de no volverla a dejar caer ni en la vieja lucha estéril, ni en las peligrosas aventuras de ideólogos impacientes, ni en la ambición de personalismos egoístas.

México, 19 de diciembre de 1933.

Los jóvenes directores de “Vida Nueva” quieren que yo escriba algunas Notas que acompañen el retrato del General Juan Vicente Gómez. Nada más fácilmente agradable para mí, que por deber oficial unas veces, y siempre por la no menos grata obligación de una amistad sincera, he podido apreciar de cerca sus cualidades personales y su método administrativo.

Es ejemplo el General Gómez de lo que puede el buen sentido, la voluntad decidida y el patriotismo práctico. Elevado a la primera magistratura en difíciles circunstancias de todos conocidas, comprendió en seguida que su Administración había necesariamente de caracterizarse por formas, ideas y propósitos diferentes de cuanto desautorizó a su antecesor; lo mismo en la política interna que en las relaciones internacionales. Al exclusivismo autoritario y a la imprudencia aventurada, sustituyó un sistema nuevo en el que se armonizaron la conciliación generosa y la vigilante discreción. Y con tan feliz éxito, que inmediatamente allanó el camino para llevar a la práctica el método administrativo que se ha encarnado en esta fórmula definitiva: Patria, Unión, Paz y Trabajo.

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, conversando con el Doctor José Gil Fortoul en el Hipódromo. (Foto: J. A. Avilán). Año 1932. El Nuevo Diario.

Desde los orígenes de la República, para utopía se había considerado el propósito de unir, siquiera temporalmente, a los tradicionales partidos políticos, en el intento de conservar la paz y de atender exclusivamente al desarrollo intenso, en que fracasaron sucesivamente Páez y Monagas, Tovar y Falcón, Guzmán Blanco y Rojas Paúl, Andueza y Crespo. Porque eran sobre todo, aparte méritos y circunstancias de otro orden, corifeos de agrupaciones particularistas, y viéronse por consiguiente obligados a continuar en el poder la lucha sin tregua que exigían los particulares intereses de sus correligionarios. Gómez vino, en cambio, con cerebro y manos libres de estos lazos partidarios, confiado en su carácter tenaz y tranquilo, resuelto y prudente.

No ciertamente que pretendiese el imposible de acabar para siempre con las dos tendencias que forman el fondo mismo de la vida política, a saber: la tendencia a acelerar el progreso, partido liberal y la tendencia a retardarlo, partido conservador. Concibió y realizó un propósito más alto, por su perfecta consonancia con las necesidades de la actualidad y de un inmediato porvenir. Lo mismo a los liberales que a los conservadores les dijo:

"No abdiquéis de vuestra historia, de vuestros principios, de vuestro ideal; pero abrid un paréntesis en la contienda encarnizada, apagad odios, buscad los puntos en que coincidan por ahora vuestros programas, y en esta era de paz, bajo la bandera tricolor, trabajemos todos en la obra fecunda de transformación nacional".

El resultado se está viendo: ninguna amenaza de disturbio interior, relaciones internacionales de cordial y recíproca deferencia, puerta franca al capital extranjero, empresas venezolanas que nacen vigorosas, comercio floreciente, rentas en próspera progresión, confianza unánime.

Mas como en la vida de un pueblo joven, que apenas va saliendo ahora de su exuberante infancia, no puede hacerse todo de una sola vez, el General Gómez ha sabido, con diligente prudencia, encauzar a lo más urgente su acción administrativa. El ejército se disciplina y perfecciona, porque es él garantía del orden y guardián de la integridad de la Patria. Se abren y multiplican vías de comunicación, se gasta en ellas a manos llenas, porque el trabajador aislado vegeta y no prospera, porque el producto de la tierra y de la industria no es riqueza sino a condición de llegar pronto y barato al alcance del consumidor, porque el camino numeroso y fácil representa realmente la arteria por donde circula la vida y la riqueza de todo un pueblo.

Se moderniza la Instrucción Pública, haciéndola objetiva, y eficiente, problemas que tantos pasados Gobiernos habían desdeñado, para que la actual generación se encamine ya por nuevo rumbo a empresas civilizadoras. Finalmente, se establece por primera vez una grande institución federal que comprende la agricultura, la cría y la veterinaria; verdadera creación que va a ser el factor más poderoso del progreso práctico, de la prosperidad de todos. Otros habían soñado con esta Escuela, y se contentaron con acariciarla en sueños. Otros habían previsto sus beneficios, y se quedaron en la previsión. Gómez la realiza. El triunfo es suyo. Mejor que en el pedestal de una estatua, su nombre perdurará sobre la entrada de esta Escuela.

El Presidente Gómez ha contraído con la Patria la obligación de no volverla a dejar caer ni en la vieja lucha estéril, ni en las peligrosas aventuras de ideólogos impacientes, ni en la ambición de personalismos egoístas. El método administrativo que ha implantado con este noble fin, está probado. La idea que lo anima se ha anclado en la conciencia venezolana. Sus beneficios los palpa la República. El deber nuestro, el deber de todos, es mantener el mismo método, y afianzarlo, colaborando en su desarrollo con buena voluntad. No abandonemos esta bandera. El presente y el porvenir así lo exigen.

José Gil Fortoul.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 2 de enero de 1934).


NEUTRALIDAD ABSOLUTA DE VENEZUELA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

 

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela y gran pacificador de su país, mantiene la absoluta neutralidad durante la Primera Guerra Mundial.  

Opiniones de la Prensa francesa. La neutralidad absoluta del país. Política de organización. La obra del Benemérito General Juan Vicente Gómez.

La revista francesa intitulada L’Information Universelle y dirigida en París por el eminente escritor Víctor Margueritte, publica en la sección correspondiente a la América Latina, una interesante nota que en parte insertamos con especial deferencia, por los justicieros conceptos que contiene acerca de la política eminentemente patriótica desarrollada en el país por el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Jefe de la Rehabilitación Nacional. L’Information, después de decir que Venezuela: “ha demostrado no haber dejado nunca de observar la neutralidad más estricta desde el principio de las hostilidades”, agrega:

“La política de Venezuela se orienta únicamente hacia la organización interior económica y administrativa del país, que al fin, después de muy prolongados periodos de turbaciones y conflictos, conoce una época verdadera de paz y prosperidad.

El Congreso Nacional reeligió para un nuevo periodo al Presidente Gómez, a cuyo impulso todos los ramos de la actividad nacional dan pruebas de un desarrollo verdaderamente excepcional. El servicio de la Deuda Exterior está asegurado con regularidad; el Tesoro acusa un superávit constante; las cifras del comercio exterior han aumentado como en un 70%, comparadas con las de años anteriores; más de 150 millones de dólares acaban de ser invertidos en empresas industriales o agrícolas; los trabajos públicos de utilidad nacional son impulsados en vastísima escala; y, en fin, el cambio y el patrón de oro se mantienen en un estado de absoluta estabilidad, lo que constituye un signo muy característico de la prosperidad de un país”.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 5 de mayo de 1918).

CARTA DE CÉSAR ZUMETA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

 

César Zumeta.

El General Gómez, Jefe de la evolución que está transformando el país, al verse frente a los problemas internos y exteriores creados por la guerra, encuentra que su deber es ser preeminentemente pro-venezolanos.

La presente carta fue dirigida al diario neoyorquino “The Evening Post”, por nuestro compatriota el ilustre escritor César Zumeta.

Al Director de “The Evening Post”.

Señor: Afirmaciones que, hechas por otras hojas, mueven apenas a sonreír, requieren precisa enmienda cuando el Evening Post las hace ante el público. Expone el corresponsal suyo de Buenos Aires: “Venezuela otro país muy lejos de estar bien dispuesto hacia los aliados”; y un viajero de regreso informa a sus lectores que: “se tiene al General Gómez por decididamente pro-alemán…y que el General Peñaloza, pro-aliado encabeza una revuelta”.

Estas noticias falsas crean recelos y malas voluntades que perjudican, por igual, intereses morales y materiales venezolanos y estadounidenses, en bien no más que de un grupo de conspiradores, profesionales sud-americanos y de junkers del Norte. Tan dañinos son los efectos de la propaganda, que en realidad, “ayudan y estimulan al enemigo”. Los que están al tanto de los hechos, saben que los venezolanos rendimos dos pleitesías, la política, debida a la patria, y la ideal tributada a la Francia revolucionaria y republicana. El nombre del venezolano General Francisco de Miranda, inscrito en el Arco de la Estrella, en París, y el nombre de Lafayette, hondamente grabado en la historia de los Estados Unidos, son perpetuo símbolo de los lazos que por siempre ligan la democracia del Nuevo a las del Antiguo Mundo.

Cuando, en la cuarta Conferencia Panamericana en Buenos Aires, propuso un Delegado argentino: “enviar un mensaje de salutación al Pueblo y Gobierno de Francia, hoy, 14 de julio”, la Delegación Venezolana, en medio de “grandes aplausos”, declaró que: “aun cuando no están reanudadas todavía las relaciones entre los Gobiernos venezolano y francés, Venezuela y sus gobernantes se hallan siempre dispuestos a rendir homenaje a los hombres y naciones que han librado batallas por la Libertad y el Derecho”. Los miembros de aquella Delegación no volvieron a Caracas en desgracia. Al contrario, el General Gómez, entonces Presidente, los llamó a ambos a formar parte de su Gabinete, y ambos le sirvieron en su feliz empeño de reanudar el trato con Francia (roto por el inefable General Cipriano Castro), reanudación que se realizó contra la porfiada oposición del mismísimo General Peñaloza y del mismísimo grupo de políticos, ahora sedicientes desinteresados partidarios de la Entente. Mudaron de ropa, pero no de móviles.

Del propio modo que la neutralidad de los Estados Unidos, desde agosto de 1914 hasta el último “agravio manifiesto”, en la primavera de 1917, no significaba antagonismo a la causa de los aliados, sino supremo celo por los más vitales intereses de esta Unión; así la neutralidad de Venezuela no significa sino que su Gobierno y el General Gómez, Jefe de la evolución que está transformando el país, al verse frente a los problemas internos y exteriores creados por la guerra, encuentran que su deber es ser preeminentemente pro-venezolanos.

Mucho más provechoso y sabio que oscurecer con fábulas la situación presente, sería el aclararla mediante acabado estudio de los problemas económicos sud-americanos, y el propósito sincero de enmendar los yerros en virtud de los cuales los fabricantes y banqueros estadounidenses, por negligencia, y los noticieros falsos, por exceso, han hecho más intrincados y difíciles aquellos problemas.

César Zumeta.

Nueva York: 6 de marzo, 1918.

(Publicada en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 13 de junio de 1918).

miércoles, 14 de octubre de 2020

LA MISIÓN DE LOS NEUTRALES EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


Primera Guerra Mundial (1914 - 1918).

Aquí en nuestra amada Patria, puede asegurarse, sin temor de que suene a lisonja, que uno de los más hermosos títulos que tiene el General Juan Vicente Gómez a la gratitud de sus conciudadanos y al respeto y estimación de los extranjeros, no cegados por malas pasiones, es el haber sabido mantener durante todas las fases del gigantesco conflicto una neutralidad estricta y decorosa.

Como en “El triunfo del Amir”, aquel bellísimo símil de nuestro insigne Manuel Díaz Rodríguez, así el alma de la enantes riente y feliz Europa, se nos aparece en la actualidad “como un paisaje áspero y sombrío, paisaje de rocas grises, crestas áridas y despeñaderos oscuros”.

Odiaos los unos a los otros, parece que fuera hoy el supremo y único Evangelio de las naciones en guerra…

Y si fuera de ese inmenso círculo dantesco, que es hoy la guerra europea, no aparecieran, como oasis en medio del desierto o estrellas en noche tempestuosa, España, Suiza, Holanda y los Países Escandinavos, ¿qué refugio encontrarían las pobres almas no torturadas por la locura del odio?

Gracias a esas naciones que han sabido conservar, celosamente, el precioso tesoro de su neutralidad, aún no ha sonado la hora fatídica en que el ángel exterminador escriba sobre el cárdeno cielo de la Europa, convulsa y desgarrada, el tremendo lasciate ogni speranza del formidable vate florentino.

Por dicha, acá en Sur América quedan todavía corazones generosos, espíritus ecuánimes que saben anteponer a sus simpatías y antipatías personales los altruistas sentimientos de amor y fraternidad humana, que nos mueven a dolernos de los pueblos en guerra, como si fueran hermanos nuestros, cuyas desdichas, ya que no podemos evitarlas, sí sabemos sentirlas como propias, y dispuestos nos hallamos a prestarles alivio en la medida de nuestras fuerzas.

Aquí en nuestra amada Patria, puede asegurarse, sin temor de que suene a lisonja, que uno de los más hermosos títulos que tiene el General Juan Vicente Gómez a la gratitud de sus conciudadanos y al respeto y estimación de los extranjeros, no cegados por malas pasiones, es el haber sabido mantener durante todas las fases del gigantesco conflicto una neutralidad estricta y decorosa, que nos permite abrir los brazos fraternalmente a todos los beligerantes, para brindarles el pan y el vino de nuestra hospitalidad y compartir con ellos los ricos dones de nuestras fértiles campiñas.

Enjugar las lágrimas de los millones de seres que gimen sin consuelo en esta hora ominosa; reparar, hasta donde sea posible, las enormes injusticias del destino y de los hombres; suavizar con la dulcedumbre de la bondad y del cariño, las asperezas y amarguras del odio, he aquí la misión providencial de los neutrales, a los cuales puede aplicarse con justicia el cántico que el Evangelista pone en boca de los ángeles, celebrando el advenimiento de Aquél, de quien el mundo en guerra parece haberse olvidado: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!”.

Santiago Rodríguez R.

Senador por el Estado Táchira.

18 de junio de 1918.

(Publicado en “El Nuevo Diario”, el 20 de junio de 1918).

martes, 13 de octubre de 2020

LA NEUTRALIDAD DE VENEZUELA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

 

Primera Guerra Mundial (1914 - 1918).

La presente carta fue escrita y publicada en Panamá por el señor Rafael Ángel Arráiz, mientras ejercía el cargo de Cónsul de Venezuela en aquella República, con residencia en Colón. En ella se expone el verdadero concepto de la actitud del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela y su Gobierno, en medio del conflicto armado durante la Primera Guerra Mundial. 


Colón, República de Panamá, 10 de diciembre de 1917.

Señor Director de “La Estrella de Panamá”.

Panamá.

Su ilustrado diario publicó en estos días un grave artículo sobre Venezuela, el cual tomó del periódico norteamericano The New York Herald.

El referido artículo, con el cual se ha pretendido sorprender a la opinión pública en asunto de tanta gravedad, ha sido inspirado, como lo dice el diario neoyorquino, por un venezolano; por uno de la media docena de malos patriotas que forman el circulito enemigo residente en Nueva York, y el cual está constituido por elementos ruidosamente fracasados en la vida pública de Venezuela. Sin excepción alguna, todos y cada uno de ellos fueron altos empleados de mi Gobierno, pero debido a la ineptitud de unos y a la probada deslealtad de todos, tuvo que alejarlos del Gobierno el General Gómez, primero por constituir un obstáculo para la política de unión que impera en mi país, y luego porque no se ocupaban sino de las bajas intrigas políticas en beneficio personal, desatendiendo escandalosamente la administración de los intereses públicos.

Ellos han informado al periódico americano que “Venezuela está sometida a la influencia germana y regida por agentes prusianos” y otras atroces calumnias, con las cuales, en busca de apoyo para sus locas ambiciones, atentan más bien que contra nosotros contra el seno sagrado de la inocente Patria.

En mi país, ni aún en una época desenfrenada y de caos absoluto como fuera el Gobierno de Castro, en ninguna época de su historia, ha privado jamás ninguna influencia de fuera: ni germana, ni inglesa, ni francesa, ni española, ni americana. Todo cuanto en los anales de mi Patria ha ocurrido, bueno o malo, desde la Independencia hasta nuestro progreso actual, es obra exclusiva nuestra y a nuestras propias virtudes o vicios se le debe. Allá tenemos descansando en su reposo augusto las cenizas del Libertador y ellas constituyen el sagrado Paladión de la Patria!

Lo que hay de cierto en la pretendida influencia germana de que hablan nuestros contrarios es que ellos, viéndose reducidos a la impotencia por el desprecio de la opinión pública y envidiosos de los triunfos que gana a diario el General Gómez en la Administración, llegan en su extravío hasta comprometer a la República pretendiendo malquistarle el cariño de sus tradicionales amigas Francia y los Estados Unidos, sin pensar que con esto pueden desgarrar la veste inmaculada de la Patria tranquila.

En una palabra: andan cambiando honor por pan, precisamente en esta hora grave en que todos los hombres de conciencia, en medio de la espantosa conflagración que ha destruido todas cuantas fueron rutas felices de la humana vida, sacrifican hasta las ambiciones más legítimas en los altares de la Patria y fortalecen la acción de sus gobiernos legales para defender como es debido el honor y la gloria de la bandera. Si esos malos patriotas vivieran en Alemania o Turquía dirían entonces que Venezuela estaba sometida a la influencia de los Aliados, a fin de buscar el apoyo de turcos o germanos para sus ambiciones de poder.

Mientras estos compatriotas descarriados están realizando semejante peligrosa propaganda, que apunta como una espada de fuego al propio corazón de la Patria, el Presidente Gómez, con la conciencia de su hombría de bien y seguro del cariño del pueblo, que es la verdadera fuerza de Gobierno, continúa imperturbable realizando su obra de progreso en Venezuela: inaugurando carreteras modernísimas que hoy cruzan el territorio nacional en millares de millas; inaugurando fábricas de papel, fábricas para las extracciones de taninos; inaugurando Centrales azucareros; inaugurando refinerías petroleras; inaugurando Compañías de Navegación; instando con la palabra y con el ejemplo el laboreo de la tierra, a fin de que nos bastemos a nosotros mismos, realizando en suma su obra personal que se reduce no sólo a encaminar los pueblos hacia delante, sino en dirigirlos hacia arriba.

El New York Herald ha sido sorprendido por una información calumniosa, y los quilates morales de quienes la dieron pueden apreciarse claramente al ver que ella atenta hasta con los sagrados intereses de su propia Patria.

En medio de su honrada neutralidad, Venezuela está llena de duelo por los horrores del incomparable conflicto; las válvulas de su caridad se han abierto para el socorro de las víctimas de la guerra en magníficos festivales sociales, como el que acaba de verificarse en Caracas a beneficio de la Cruz Roja Británica, y sus anhelos por la paz tocan los límites de férvidas instancias. Presenciamos conmovidos la hecatombe, yéndose las mejores simpatías de la nación hacia Francia y los Estados Unidos, por tradición, por sentimientos, por nuestro probado amor a la libertad, al heroísmo, al arte y al patriotismo sin mancillas.

Las presentes líneas llevan únicamente el propósito de volver por los fueros de la santa verdad, rectificando el artículo del New York Herald, y nunca para señalar la actitud sospechosa de los malos hijos de la Patria, quienes llevan en la conciencia el eco de su propia reprobación, Venezuela no se ocupa de ellos; y en cuanto al General Gómez, tanto se le dan los manejos de los contrarios como las hojas que a veces caen sobre él en las campiñas de Maracay desde lo alto de una rama seca!

Soy del señor Director, su servidor y amigo,

Rafael Ángel Arráiz

Cónsul General de Venezuela

(Publicado en “El Nuevo Diario”, el 19 de junio de 1918).

martes, 6 de octubre de 2020

LA INTEGRACIÓN Y PACIFICACIÓN DE VENEZUELA



(Por: José Antonio Giacopini Zárraga)

Universidad Metropolitana de Caracas, 7 de marzo de 1985.

Algunas personas dicen que Venezuela entró en el siglo XX con la muerte del Presidente Gómez. Eso no es cierto, históricamente no lo es, Venezuela entró al siglo XX a las 12 de la noche del año 1899, porque es con el triunfo de la Revolución Restauradora y los gobiernos de los Generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, que se inicia en el país un cambio fundamental de estructuras en un sentido favorable para la nación que no se puede negar.

Nuestra historia desde la Independencia no era sino un continuo batallar. Cambiaron la organización política y la formación militar, lo cual trajo como consecuencia la Pacificación de Venezuela lograda definitivamente por el General Gómez, quien también saneó las bases de la nueva economía, de la nueva administración y en general inició lo que podríamos llamar el Estado Moderno en Venezuela.

El triunfo de la Revolución Restauradora con su fuerte carácter regional, significó una sorpresa para las oligarquías políticas y militares que determinaban desde la capital de la República el destino del país. En el primer momento el encuentro de aquel grupo regional triunfante con los grupos dirigentes tradicionales fue sorpresivo para ambos y trataron de ajustarse una vez derrocado el Presidente General Ignacio Andrade en una política de colaboración. Cuando el General Cipriano Castro se lanzó a la guerra, su lema fue: "Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos". Le han criticado algunos analistas de la historia su inconsecuencia con aquellos principios, pero fue el caso que al llegar triunfante a la capital de la República, encontró en ella una cantidad de hombres importantes con personalidad política y militar que más bien podría ser conveniente atraer y utilizar, como en efecto lo hizo y en sus primeros gabinetes prácticamente no figuraron andinos sino grandes figuras del centro y de otras regiones del país: el Dr. Raimundo Andueza Palacio, los Generales José Ignacio Pulido, José Manuel "El Mocho" Hernández, Celestino Peraza, etc., pero allí mismo vino el divorcio entre ambas fuerzas los grupos tradicionales que como dijimos habían sido tomados por sorpresa con el triunfo de aquel intruso que se les había metido como si dijésemos por la puerta del fondo y que no contaba en los planes de ellos, empieza a reaccionar pues se dan cuenta de que realmente han perdido el poder y en los años de 1900 y 1901 comienzan a producirse alzamientos aislados pero sucesivos de personalidades político-militares descontentas con la nueva situación entre otros los Generales José Manuel "El Mocho" Hernández, Celestino Peraza, Nicolás Rolando, Pedro Julián Acosta, invasiones de los liberales nacionalistas por la frontera de Colombia, etc. Estos movimientos que como dijimos, eran aislados e inconexos entre sí son sustituidos por una conjunción de fuerzas que se concreta a fines de 1901 dando lugar al movimiento armado más grande que ha visto la historia militar de Venezuela, o sea la llamada Revolución Libertadora.

¿Qué conjugación de fuerzas integró la Revolución Libertadora? Como Jefe supremo el General Manuel Antonio Matos, nativo de Puerto Cabello, figura prestante de los medios sociales, económicos y financieros del centro de la república, con prestigio político y crédito internacional. Como segundo factor, las empresas extranjeras que entonces operaban en el país y que ya desconfiaban de la personalidad emocional y agresiva del General Cipriano Castro, inclinándose más a la personalidad tranquila, ponderada, señera del General Matos, estas empresas eran la New York and Bermúdez Co. que explotaba el lago de asfalto de Guanoco, el Cable Francés, el Ferrocarril Inglés, el Ferrocarril Alemán y la Corporación Inglesa del Puerto de La Guaira. La fuerza y el poder del General Matos y de éstas empresas se apoyan a su vez en todo el caudillaje vernáculo no andino existente para ese entonces en el país.

Este caudillaje a que nos hemos referido tenía cierto carácter feudal y banderizo, el feudalismo como se sabe es la conjunción en una persona o en un grupo familiar en escala regional de tres factores, el poder económico, la fuerza militar y el poder político. En Venezuela desde la vieja figura de la encomienda que se inició en los tiempos de La Conquista, venía evolucionando en las diferentes localidades del interior un verdadero feudalismo agrario. Por cierto, vale la pena comentar aquí, que después de la muerte del Presidente Gómez se continuó hablando en Venezuela de un pretendido feudalismo, eso no es cierto, ese esbozo de feudalismo que realmente existió lo liquidaron durante sus respectivos gobiernos los Generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, quienes centralizaron el poder y cumplieron un proceso que guardando las proporciones y las distancias del caso tiene similitud con el que tuvo lugar en Europa, cuando las casas reinantes sometieron a los señores feudales y los pusieron bajo control.

La Revolución Libertadora inicia un proceso de erosión que afecta a los partidos históricos, debido al hecho de que los antagonismos y diferencias que enfrentaban hasta ese entonces a Conservadores y Liberales se atenúan o desaparecen para dar lugar a una contienda regional entre andinos y no andinos y así vemos como bajo las banderas del General Cipriano Castro forman filas indistintamente Liberales y Conservadores de los Andes, como por ejemplo los Generales y Doctores Rafael González Pacheco y Leopoldo Baptista, mientras en los cuadros de la Revolución Libertadora se agrupan igualmente Liberales y Conservadores de las otras regiones del país, o sea, que el enfrentamiento regional hace perder sensibilidad a los militares de los partidos históricos en cuanto a la división por razones banderizas, esta indefinición que surge y afecta a los partidos se agravará con lo que vamos a exponer:

Aunque los gobernantes andinos, resultado de la Revolución Restauradora, debido a la personalidad individual de cada uno de ellos permiten establecer diferencias entre sus respectivos gobiernos cuando se los observa en su conjunto, podemos darnos cuenta de que configuran un verdadero proceso dinástico con sus etapas muy bien identificadas. El General Cipriano Castro es el primer dinasta, el guerrero, el conquistador, el iniciador del proceso. El General Juan Vicente Gómez representa la fase de pacificación, consolidación política, militar, administrativa, económica, financiera, se ponen prácticamente las bases del Estado Moderno en Venezuela. Los Generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, los últimos dinastas representan la evolución hacia formas más normales de gobiernos, pero al mismo tiempo, el final del proceso.

La Pacificación definitiva en Venezuela, lograda por el General Juan Vicente Gómez en la batalla de Ciudad Bolívar, el 21 de julio de 1903, es el resultado de dos etapas complementarias. La primera guerrera, derrotando en los campos de batalla de la Revolución Libertadora, al caudillaje vernáculo, dejándolo agotado, sin fuerzas y posibilidades de nuevas insurgencias organizadas. Aquel drama fratricida fue de tal magnitud que prácticamente hizo derramar lágrimas y llevar luto a toda Venezuela, como consecuencia surge un verdadero anhelo de paz en escala nacional, fue ese sentimiento colectivo lo que interpretó y aprovechó posteriormente el Presidente Gómez y lo que expresó con su famosa consigna política de "Unión, Paz y Trabajo".

Esa actitud del Presidente Gómez, formaba parte de su personalidad y se debía a lo siguiente: Antes de ejercer la primera magistratura y en general antes de ir a la guerra y a la política, fue un hombre de trabajo, sabía cuánto esfuerzo se requería para producir un quintal de café, una carga de panela, levantar una vaca o un novillo, era la economía rural de la época y como hombre de trabajo que había sido, solía decir que recordaba como experiencias tristes y dolorosas de su juventud lo que ocurría en su región nativa con motivo de las contiendas civiles. Llegaban a las haciendas y a las casas de campo las Fuerzas Armadas revolucionarias o gubernamentales robando, saqueando, matando las vacas de leche y los bueyes de labor para comérselos, apropiándose de las bestias de trabajo, violando las mujeres y dejando a su paso desolación y ruinas. Patrimonios formados en una vida de trabajo, desaparecían en pocas horas de pillaje. Estas experiencias dolorosas, de infancia y de juventud, fueron las que crearon, en el General Juan Vicente Gómez un horror visceral hacia la guerra y lo convirtieron en un enemigo despiadado de todo el que pudiese alterar el orden público. Dada la circunstancia de que él mismo tuvo que ser un guerrero y jefe expedicionario exitoso en los días de la Revolución Libertadora, se creía obligado a explicarlo y decía: "Yo fui a la guerra para conquistar la paz".

La Escuela Militar, comenzó a funcionar el año de 1911, durante la Presidencia del General Juan Vicente Gómez, formando parte el inicio de sus actividades del conjunto de actos con que fue conmemorado el Centenario de la Independencia de Venezuela.

Paralelamente a la Escuela Militar para formación de Oficiales, se creó lo que se llamó Escuela de Aplicación de Oficiales, en donde ingresaban como su nombre lo indica, Oficiales que ya estaban en filas y se les seleccionaba porque ofrecían potencial suficiente para asimilar conocimientos militares técnicos. Los cursos de aplicación duraban nueve meses y llegaron a efectuarse tres correspondientes a los años 1911, 1912 y 1913. Es justo recordar que todas estas medidas de progreso inicial de la Institución Armada se adoptaron siendo Inspector General del Ejército el General Félix Galavís.

Comienza entonces a crecer una Institución Armada concebida bajo bases modernas, cuya oficialidad progresivamente será egresada de Escuelas, ejército moderno jerarquizado y apolítico. A medida que transcurrió el tiempo, los guerreros de las viejas contiendas fueron envejeciendo y murieron. Les reemplazó como poder armado un ejército de militares. Durante este largo proceso de transición y de sustitución de una fuerza por otra, el Presidente Gómez actuó de la siguiente manera. El ejército regular que se había organizado y estaba creciendo, era la columna vertebral de su estructura de poder militar, distribuido en dos guarniciones importantes, Caracas y Maracay y otras guarniciones diseminadas en localidades del interior, seleccionadas con acierto tal que hoy son la sede de nuestras actuales Divisiones o Brigadas Combinadas. Por lo que respecta a los viejos combatientes, se les fue ubicando en cargos civiles administrativos de diverso rango según la jerarquía y ejecutoria de cada quien: Presidentes de Estado, Administradores de Aduana, Comandantes de Resguardo, Jefaturas Civiles, etc. Los Presidentes de Estado, generalmente eran hombres fogueados en la guerra capaces de hacerle frente a cualquier insurgencia que se produjese en su jurisdicción.

Vamos a detenemos en este momento, para hacer algunas consideraciones destinadas a clarificar y sincerar un poco más nuestra historia. Se ha querido presentar el Gobierno del Presidente Gómez como una etapa de "oscurantismo", de "ignorancia", de "atraso" y en general como la suma de todos los factores negativos que se puedan concebir, eso es una gran mentira histórica. Es preciso que señalemos: la Pacificación del país, el fin de la guerra civil, la creación de un Ejército Nacional, a la orden del poder central, con la eliminación de los caudillismos locales armados. El inicio de un plan de vialidad que fue sacando progresivamente del aislamiento a las localidades del interior, ya constituyen de por sí, logros muy importantes. Pero a esto debemos sumar muchas cosas más, en materia de salud pública, uno de los primeros actos de aquel Gobierno fue la creación de la Dirección de Salud Pública, adscrita al Ministerio de Relaciones Interiores que con el tiempo se transformó en el Ministerio de Salubridad, Agricultura y Cría. El Presidente Gómez fue un símbolo de autoridad máxima, estuvo a la vez rodeado de los hombres más eminentes de Venezuela, larga lista difícil de enumerar, porque podríamos incurrir en muchas omisiones. Se trató además de un Gobierno cuidadoso de las formas en el sentido de que casi todos sus actos en principio estaban amparados por la Constitución vigente y las leyes correspondientes.

Posteriormente, los Gabinetes de los Generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, estuvieron constituidos por compatriotas de alta calificación y entonces nos preguntamos: ¿Durante qué época se formaron esos hombres? Indudablemente durante los años de Gobierno del General Juan Vicente Gómez, luego no era una Venezuela sumida en la "ignorancia" como se ha querido decir, sino un país de dimensiones y proporciones más modestas que no puede ser juzgado a la ligera con el criterio de hoy.

Queremos recordar aquí algo interesante, relativo a los días iniciales del Gobierno del General López Contreras en diciembre de 1935. En febrero de 1936, anunció al país lo que se llamó el "Programa de Febrero" que no fue el resultado de una producción precipitada, inconcebible en un lapso tan breve. El "Programa de Febrero", no fue sino la compaginación y presentación en forma orgánica de los planes y programas existentes en los diferentes despachos ministeriales del Gobierno del Presidente Gómez.

Nadie puede negar que la Venezuela que recibió el General Eleazar López Contreras a la muerte del General Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935, era un país en marcha comparándolo con la Venezuela de comienzos del siglo XX. La deuda externa había sido totalmente cancelada por el Presidente Gómez, éramos un país solvente dentro de la comunidad internacional, las bases de la Hacienda Pública y del Fisco Nacional estaban creadas, así como también había una Legislación de Hidrocarburos cónsono con el momento en que vivíamos, porque ya se había dado inicio a la nueva economía con la explotación de nuestros recursos petrolíferos.

No queremos terminar, sin mencionar el tema petrolero, durante la época a que nos hemos venido refiriendo, porque se han difundido muchas inexactitudes al respecto.

La producción petrolera comercial empieza en Venezuela el año de 1914, durante el Gobierno del General Juan Vicente Gómez. Para el año de 1919, el país apenas producía 1.000 barriles diarios de petróleo, cantidad irrelevante para la economía nacional hasta el año de 1918, toda la materia de hidrocarburos estaba incorporada a las leyes y códigos de minas, sin embargo, ese mismo año el Gobierno Nacional del Presidente Gómez, sintió la necesidad de una reglamentación específica sobre la materia y decreta el primer reglamento sobre petróleo, asfalto, carbón y demás minerales combustibles. No conforme con este paso, decreta en 1920 otro reglamento mejorando el anterior y ya para ese momento siente la necesidad de legislar en materia de hidrocarburos y se promulga nuestra primera ley al respecto en 1920, seguida por una progresión constituida por las leyes de 1921, 1922, 1925, 1928 y 1935, última Ley de Hidrocarburos del Presidente Gómez, con ésta progresión la historia lo que nos dice es, que el Estado se daba cuenta ya de que estaba en presencia de una nueva e importante riqueza y que por lo tanto era preciso mediante la legislación correspondiente asegurar los derechos del país. Tanto más mérito tiene esta actitud, cuanto que como hemos dicho se trataba de un Gobierno que actuaba por convicción y no por presión externa; además carecíamos de los técnicos venezolanos expertos en la materia. Es precisamente el Dr. Gumersindo Torres, un venezolano eminente quien como Ministro de Fomento del Presidente Gómez en 1930, crea el Servicio de Hidrocarburos y escoge Ingenieros venezolanos recién graduados, con buenas calificaciones para enviarlos al exterior y especializarlos en materia petrolera, la lista de este grupo honra al que tomó esta medida.

Para terminar se ha circulado la especie de que el General Gómez, poseyó grandes intereses petroleros. Totalmente falso, hemos leído el inventario de sus bienes y a través de él, lo que sí vemos es que era propietario de una gran cantidad de fincas agropecuarias que era su campo y en cuanto a intereses petroleros, sólo hemos encontrado que poseía la quinta parte de un Royalty adquirido por 10.000 bolívares de un señor de Maracaibo.

Nos hemos extendido en una exposición compleja, porque contiene muchos elementos y sólo deseamos que nuestra intervención despierte en los miembros estudiosos del auditorium curiosidad y deseo de acercarse a esos periodos con objetividad, sin prejuicios, analizándolos a fondo, porque su correcta y cabal comprensión es esencial para entender mucho de lo ocurrido posteriormente e inclusive bastante de nuestro acontecer actual. Muchas gracias.

José Antonio Giacopini Zárraga

(Extracto de la Conferencia dictada, el 7 de marzo de 1985, en la Universidad Metropolitana de Caracas).