miércoles, 16 de agosto de 2023

TOMÁS LISCANO EN EL GOBIERNO DEL GENERAL GÓMEZ

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República y el doctor Tomás Liscano. 

"La Magna Causa de la Rehabilitación Nacional, cuyo Fundador, Mantenedor y Propulsor, Benemérito General Juan Vicente Gómez, gana ya los fallos favorables de la justicia aún del otro lado de los océanos en donde periódicos imparciales y escritores incontaminados de todo soborno, se hacen lenguas para destacarlo como estadista experto y como predestinado conductor de pueblos".

Tomás Liscano. 

Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Yaracuy.

(Extracto de su contestación dirigida al General J. A. Baldó, Presidente del Estado Yaracuy, el 14 de enero de 1927, publicada en el periódico "El Nuevo Diario").

Nota: El doctor Tomás Liscano,  destacado jurista, escritor y hombre público, era el tío y padre adoptivo del expresidente doctor Rafael Caldera Rodríguez.

El destacado jurista, escritor y hombre público doctor Tomás Liscano Giménez, fue servidor del gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela. En Carúpano actuó como secretario de su paisano, el General Bartolo Yépez, y después en Yaracuy sirvió con su pariente el General Juan Victoriano Giménez, Presidente del Estado, hasta 1922. Fue Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Yaracuy en 1927.

TOMÁS LISCANO Y OTROS CIUDADANOS FELICITAN AL GENERAL GÓMEZ 

Telégrafo Nacional.

De San Felipe a Maracay.

El 3 de mayo de 1915.

8:30 a.m. 

Señor General Juan Vicente Gómez. 

La acertada elección en la persona de usted para Presidente de la República, en el próximo período constitucional, la celebramos todos los yaracuyanos con la más espontánea alegría. Y es porque nosotros estamos hondamente compenetrados de que es a usted a quien debe este territorio su bienestar, su progreso y nueva vida de Entidad Federal. De esta elección puede decirse que no es el honor alcanzado por un hombre y la conquista realizada por una Causa, sino que es el triunfo de la Patria que por segunda vez entrega el sagrado depósito de sus destinos al hijo esclarecido que la ha llevado, a fuerza de constancia y de patriótica labor, a muy alta cumbre de grandeza. 

Por este nuevo motivo de gloria para la Causa de Diciembre, y para su nombre Benemérito, nos congratulamos con usted y con la Patria.

Somos sus leales amigos, 

L. Domínguez Tinoco, Tomás Liscano G., M. A. Olmeta, M. V. Zumeta Cardona, doctor P. M. Rojas, Carlos F. Cordido R., J. Joaquín Hoyos, Diego Casañas Salón, Pedro M. Pérez, Manuel Álvarez, Rafael Lazo, Gustavo Jiménez, Miguel F. Escalona, A. A. Abreu, Manuel E. Bracho, Presbítero doctor Fidel R. Tovar, Rafael Caldera, Carlos M. Castillo, Antonio M. Bello, M. V. Navas, doctor T. Garrido, doctor T. E. Ávila, José Daza, Camilo A. Lugo, Eloy E. Mancera, Isidro Jiménez L., J. A. Domínguez, Ricardo Cordido G., Francisco M. Morales, Pedro M. Inojosa, Juan F. Colmenares, Raimundo Arteaga, José T. Garrido, Andrés A. Maduro, Trinidad Figueira, A. Domínguez T., Pedro González Viur, Silvino Pérez, E. González Pérez, C. L. Pérez, Luis M. Garrido, Cincinato Cordido, Luis A. López, Pantaleón Velázquez, I. Bortone, Rosalvo Bortone, Juan E. Escalona, J. M. Raldiris, Rafael M. Estrella, F. Antolínez, C. L. Grillet B., A. Baracovite, J. N. Bravo, Vicente Amengual, Andrés A. Pérez, S. L. Liscano, H. Núñez Olivares, Diego Nucete G., Aníbal Segura, M. A. Mendoza M., Serapio Pérez, Miguel Aparcero, Miguel Álvarez de Lugo, Andrés R. Cortez, C. Suels, Pedro M. Sosa, Nicanor J. Rodríguez, Juan A. Rerreira, J. L. Nadal, José Sales, Rafael Maceira, Ramón E. Garrido, Juan Medina, Ramón Delgado B., J. M. Castillo, F. S. Colmenares L., E. Limardo, Juan González B., Juan Ramón Celis, B. Ramos, Luis N. Macei, Tito Macei, Federico Ravell, Carlos Alcalá, Benjamín Alcalá, Ismael Azoka, Guillermo Montes, Cruz Galíndez, C. Paiva, Rafael Goyo, Rafael Lugo, Rafael M. Parra, Leonidas Salón, Domingo Vázquez, M. Lavado Isava, Manuel Ferreriro, Gilemón Pérez, Nicanor Ravell, Federico C. Abreu, D. Vaquero, Ramón Suárez, Bartolo Delgado, Ramón Gil Rodríguez, Luis F. Guédez, Claudio Torres L., L. I. Quiroba.

(Publicado en el periódico "El Nuevo Diario", el 27 de junio de 1915).

Doctor Tomás Liscano Giménez.

GOBIERNO DEL YARACUY

Contestación del doctor Tomás Liscano, Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Yaracuy, al Mensaje Presidencial y a la Memoria del Secretario General. 

 CONTESTACIÓN AL PRESIDENTE DEL ESTADO YARACUY

San Felipe: 14 de enero de 1927,

Ciudadano General J. A. Baldó, etc. etc.

El Soberano Cuerpo Legislativo del Estado ha practicado un minucioso examen en el luminoso Mensaje que, en obedecimiento a una atribución constitucional le presentó usted el día 5 del mes cursante; y sea el primer juicio emitido acerca de aquel trascendental documento público, la propia e inmutable voz de los hechos cumplidos, los cuales anuncian, en la elocuente mudez de la efectividad, que a todos los pueblos del Yaracuy ha llegado y llega de continuo la protección administrativa de usted, quien en su firme voluntad de progreso y en sus laudables empeños de adelanto regional, francamente que cada día acrecienta su propósito de corresponder en el más amplio radio, al honor con que le galardonó este mismo Cuerpo, hace dos años, al declarar a usted "Hijo del Yaracuy".

La obra gubernativa de usted, ciudadano General, bien que se le considere como el cumplimiento de un deber o bien que se le vea como la resultante inmediata de su consecuencia de Causa y de su leal adscripción al Egregio Caudillo Rehabilitador de Venezuela, Benemérito General Juan Vicente Gómez, esa obra no puede ocultarse a los ojos de nadie ni tampoco ignorada puede quedar en los anales yaracuyanos; pues ella representa un cúmulo de eficaces valores en pro del fomento y de las obras públicas de esta Entidad Federativa. Como prueba eficiente de lo expresado, la Asamblea Legislativa del Yaracuy, se complace en repetir en esta página de justicia, la síntesis de que la Administración-Baldó se lee en uno de los párrafos del Mensaje objeto de la presente contestación, síntesis que por sí sola origina un muy honroso blasón para el Magistrado que realizó la actuación progresista allí rememorada:

"Como observaréis por la relación que acabo de haceros, a pesar de los exiguos medios de que he dispuesto, se ha realizado un regular programa de Fomento y Obras Públicas y se ha hecho un eficaz esfuerzo de mejoramiento en nuestras carreteras, deseoso de satisfacer mis deberes para con los pueblos del Estado y de corresponder a la confianza con que me honra el Benemérito Jefe del País; y como con el presente Mensaje, tercero que rindo ante este Soberano Cuerpo, doy cuenta del último año del trienio para que en un principio fui elegido, quiero recordaros que mi actuación presidencial ha mantenido sin interrupción la paz pública; ha laborado sin descanso por la unión de la familia yaracuyana, secundado por vuestra buena voluntad; mejoré desde un principio todos los sueldos de los empleados del Estado en un 25%; llevé a cabo la primera Exposición Regional; aumenté el número de las escuelas sostenidas por el Tesoro del Estado y establecí diez becas para que en Universidades y Colegios estudien jóvenes yaracuyanos; hice celebrar con decoro las fiestas de la Patria y guardar sus duelos; se pensionaron más de veinte personas meritorias o desvalidas; recibí, acomodé y alenté la primera emigración extranjera venida a este Estado; por primera vez han sido transitables y transitadas en pleno invierno las Carreteras del Estado; y construí en ellas veintidós puentes de hierro y concreto en la Carretera de Nirgua, cuatro puentes de hierro y concreto entre San Felipe y La Costa y un puente de hierro y concreto en el camino de San Javier y el Puente Bolívar, también de hierro y concreto, en la Calle Libertador de esta capital; he hecho lomo de perro en doscientos kilómetros de carretera a fuerza de granzón y las he dotado de desagüe; construí por el sistema de concreto las dieciocho cuadras de la Calle Libertador de esta capital, la Avenida a la Estación del Ferrocarril Bolívar en una extensión de quinientos metros y las cuadras que rodean la Plaza Bolívar de esta ciudad y las que la enlazan a la Calle Libertador; compré una hermosa casa por B. 40.000 para Casa Presidencial, la amplié, hermoseé y amueblé hasta representar hoy un valor de B. 80.000; compré una casa para la Jefatura Civil de Marín; invertí B. 20.000 en las refacciones y hermosear el Templo Matriz de San Felipe; pavimenté de cemento romano, amplié y le construí nuevas avenidas laterales de la Plaza Bolívar de esta capital; importé de Italia y coloqué solemnemente un hermoso busto en mármol blanco, del Libertador, en la Plaza Bolívar de esta ciudad; amueblé la Tesorería General desde su caja de hierro hasta su máquina de escribir, y la Secretaría Privada y doté de muebles o enseres necesarios a otras oficinas; he creado cinco Inspectorías de las Carreteras del Estado con un total de sueldos de B. 1.300 mensuales; doté de alumbrado eléctrico al barrio de la Independencia; y aumenté dicho alumbrado en la Plaza Bolívar, Parque Junín, calles de esta ciudad y edificios públicos construí una cuadra de concreto en Marín, cuatro cuadras en Cocorote, cuatro en Guama y cuatro en Yaritagua; doné cien barriles de cemento romano para las obras públicas de Nirgua, sesenta barriles para las de Urachiche y dieciséis barriles para las de Campo Elías, todos pagados en su costo y en sus fletes por el Gobierno del Estado; y cuando el incendio del Caserío Agua Negra, envié provisiones y recursos a los damnificados por valor de un mil bolívares".

En definitiva: la Soberana Representación del Pueblo yaracuyano, ciudadano presidente del Estado, imparte su plena aprobación al Mensaje de Ud. contentivo de la cuenta oficial del año económico que acaba de fenecer; pues aquel documento responde de la manera más cabal, al alto concepto que el Yaracuy tiene formado de Ud. como magistrado progresista, como gobernante desprevenido de toda pasión mezquina y de todo odio alentador de venganzas, como administrador que decreta la obra y seguidamente la realiza y como obrero nato en la Magna Causa de la Rehabilitación Nacional, cuyo Fundador, Mantenedor y Propulsor, Benemérito General Juan Vicente Gómez, gana ya los fallos favorables de la justicia aún del otro lado de los océanos en donde periódicos imparciales y escritores incontaminados de todo soborno, se hacen lenguas para destacarlo como estadista experto y como predestinado conductor de pueblos.

Ciudadano General, en este año como en el anterior, me ha correspondido el honor de ser yo quien suscriba el presente pliego oficial, suceso éste que me proporciona una doble satisfacción: llevar al excelente amigo la buena nueva de sus triunfos y compartir con el distinguido compañero de Causa, las dulces fruiciones espirituales de quien recibe la plena aprobación de sus actos gubernativos, por buenos y por legales.

Dios y Federación.

Tomás Liscano.

 CONTESTACIÓN AL SECRETARIO GENERAL DEL ESTADO YARACUY

San Felipe: 14 de enero de 1927.

Ciudadano Secretario General de Gobierno de Estado.

La Asamblea Legislativa, que me honro en presidir, ha estudiado detenidamente la Memoria acompañada a la brillante Exposición que Usted le presentó en cumplimiento del artículo 72 de la Constitución del Estado.

Ya el luminoso Mensaje presidencial había iniciado esta Cámara, de una manera englobada, en la noción de la suntuosa labor político-administrativa cumplida por este Ejecutivo en el precedente año económico; pero la cuenta detallada y demás documentos integrantes de dicha Memoria, agregan la elocuencia infalible de los números y la motivación específica de cada uno de los actos del Gobierno, hasta crear en el ánimo de los representantes del Pueblo yaracuyano, no ya la convicción a que para inducirlo bastaba la sola palabra de honor de tan conspicuos servidores públicos, sino la refrendación de los criterios más levantados y el alumbramiento de las esperanzas mejor fundadas, en el seno del propio Pueblo.

Allí campean las milagrosas multiplicidades en el reparto de los modestos valores de nuestra cosa pública, entre las numerosas empresas de progreso moral y material que fueron felizmente cimadas, como fueron hartos los cinco mil comensales legendarios de la ribera galilea.

Allí está denunciada la mano del Estadista que empuña los ahorros de la hacienda comunal, a semejanza de granos secundados, y los siembra día por día en todos los pueblos y caminos para que nazcan obras públicas que son el patrimonio de sus contribuciones, devuelto al Pueblo en forma de instrucción, de vialidad, de religiosidad, de culto cívico y patriótico, de comodidad y decoro cultural, de engrandecimiento, en fin, y de progreso.

Allí se destacan las siluetas luminosas de la Patria y de la Causa reverénciales y servidas en templo de cristal por la Magistratura, que con ello y por ello se alimenta del consejo y las prácticas austeras y beneficentes del Ilustre Caudillo Nacional, Benemérito General Juan Vicente Gómez, quien cobra de la lealtad de sus tenientes prez y efectividad para nuestra Democracia, arrullada en el actual momento histórico y ya definitivamente, por los himnos enantes inauditos, de la Paz, de la Unión y el Trabajo que aportan dichosas sugestiones a nuestro medio ambiente político y social, y son gajes preciosos de honor y de virtud.

Es por eso, Ciudadano Secretario, que la Cámara que presido se ha entusiasmado en la consideración de la labor cumplida por el Ejecutivo del Estado y que le merece veredicto francamente aprobatorio; encargándome manifestarlo a Ud. así, en la forma cordial y expresiva que hace acordado por unanimidad, y darles nuevas prendas de nuestro decidido compañerismo rehabilitador, en las congratulaciones que nos inspiran los triunfos suyos conquistados como colaborador inteligente y esforzado de la Administración Baldó, y como leal amigo y servidor de nuestro Ilustre Jefe, el Benemérito General Juan Vicente Gómez.

Dios y Federación.

Tomás Liscano.

(Publicado en el periódico "El Nuevo Diario", el 2 de febrero de 1927).


A la izquierda: El doctor Tomás Liscano, tío y padre adoptivo del niño Rafael Caldera Rodríguez, quien aparece en la fotografía del año 1928. A la derecha: El joven Rafael Caldera en compañía de sus tíos y padres adoptivos, el doctor Tomás Liscano y doña María Eva Rodríguez Rivero.

SEMBLANZA DEL DOCTOR TOMÁS LISCANO

El doctor Tomás Liscano Giménez, nació en Quíbor, Estado Lara, el 27 de agosto de 1885.

Destacado jurista, escritor y hombre público. Fueron sus padres Clemente Liscano, hermano del educador Mateo Liscano Torres, y Rosalinda Giménez Mendoza, sobrina del General de la Independencia Florencio Giménez. Huérfano desde tierna edad, se inició su formación al lado de su padrino y primo hermano de su padre, Monseñor Águedo Felipe Alvarado, obispo de Barquisimeto, quien inicialmente quiso inclinarlo hacia el sacerdocio. Como le manifestara no tener vocación, lo envió a estudiar bachillerato en el colegio La Concordia, que dirigía en El Tocuyo el educador Egidio Montesinos. Desde 1905 hasta 1910 cursó las distintas materias, siendo calificado en todas como de «sobresaliente aptitud, aplicación y provecho». Luego se trasladó a Barquisimeto, para optar en el Colegio Nacional de Varones al grado de bachiller en ciencias filosóficas, mediante presentación de tesis (que versó sobre la existencia del libre albedrío) y el correspondiente examen de grado. Comenzó a estudiar medicina, contando entre sus profesores al doctor José Gregorio Hernández. Un padecimiento alérgico que se repetía cada vez que trabajaba sobre cadáveres, lo hizo cambiar su inscripción a derecho. Viajó al interior y en Carúpano actuó como Secretario de su paisano, el General Bartolo Yépez, y después en Yaracuy sirvió con su pariente el General Juan Victoriano Giménez, Presidente del Estado, hasta 1922 en el gobierno del General Gómez. Contrajo matrimonio en San Felipe, Estado Yaracuy, el 2 de febrero de 1916, con María Eva Rodríguez Rivero. No tuvieron hijos, pero levantaron como tal a su sobrino Rafael Antonio Caldera Rodríguez, cuya madre Rosa Sofía Rodríguez Rivero había fallecido en 1918 y cuyo padre el doctor Rafael Caldera Izaguirre convino en dejarlo a su lado para que se formara con ellos. 

En 1922 se trasladó a Caracas, reinició sus estudios universitarios y recibió, el 31 de enero de 1925, el grado de doctor en ciencias políticas. Ese mismo año, publicó en Caracas su tesis doctoral, que versó sobre "El parentesco de afinidad con relación al divorcio". Presidió la Asamblea Legislativa del Estado Yaracuy en 1927, durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez.

Después de haber ejercido por breve tiempo la abogacía en Yaracuy, volvió a Caracas, donde asentó definitivamente su bufete. Sucesivamente, publicó las obras "Tildes jurídicas", en 1932; y "La moral del abogado y de la abogacía", en 1934 (reeditada en 1973). Fue electo individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales en 1935. Su discurso de incorporación sostuvo que «...la influencia del Código Napoleón en la legislación venezolana ha sido, en tesis general, puramente refleja o indirecta...». Electo Senador por el Estado Lara para el cuatrienio 1937-1941, desempeñó en 2 ocasiones la presidencia del Congreso. El 29 de abril de 1941 fue designado magistrado de la Corte Federal y de Casación, cargo que renunció más adelante ese mismo año para aceptar la presidencia del Estado Falcón al Presidente Isaías Medina Angarita. En ese mismo año apareció su estudio jurídico titulado "La responsabilidad civil del delincuente". En 1944, desempeñó la administración de la aduana de Puerto Cabello. En 1946, presidió el Montepío de Abogados y, en 1947, publicó "Libertad de prensa en Venezuela". Desde octubre de 1947 hasta marzo de 1950 ejerció la presidencia de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

Falleció en Caracas, Venezuela, el 10 de marzo de 1951.

Busto del doctor Tomás Liscano en el Palacio de las Academias de Caracas, Venezuela.


lunes, 14 de agosto de 2023

GENERAL GÓMEZ INAUGURARÁ EN CARACAS OBRAS PÚBLICAS

El Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, inaugurará importantes obras públicas para la ciudad de Caracas.

EL 19 DE DICIEMBRE

El Gobierno del Distrito Federal, por Resolución del 5 de diciembre de 1932, ha dispuesto la celebración solemne de la fecha rehabilitadora. En dicho clásico día se inaugurarán, entre otras importantes obras públicas y del ornato de la ciudad capital, la "Plaza 19 de Diciembre", construida en el área de la antigua Plaza de Pagüita; y el edificio destinado a la Jefatura Civil de la Parroquia Catedral de Caracas.

Además, se inaugurarán numerosas calles pavimentadas tanto en Caracas como en El Prado de María, El Valle y El Recreo, obras que testimonian la labor de progreso del ciudadano Gobernador del Distrito Federal, señor General Rafael María Velasco B., inspirado en las normas del Supremo Mandatario Benemérito señor General Juan Vicente Gómez.

(Publicado en la revista "Billiken", el 10 de diciembre de 1932).


miércoles, 2 de agosto de 2023

PRESIDENTE GÓMEZ CONDECORÓ A CAPITÁN HOLANDÉS

El distinguido Capitán P. F. Smit de la marina holandesa fue condecorado por su gran ayuda humanitaria socorriendo al pueblo de Cumaná luego del terremoto ocurrido en 1929. 

EL CAPITÁN P. F. SMIT

El sábado, 3 de diciembre de 1932, celebró sus bodas de plata con la marina, el señor Capitán P. F. Smit, a quien sus amigos de Venezuela homenajearon por tal motivo.

El Gobierno Nacional del Benemérito General Juan Vicente Gómez, recompensó con la Condecoración del Busto del Libertador, los nobles servicios prestados por el señor Capitán P. F. Smit durante los aciagos días del terremoto de Cumaná, en 1929. Alma de gallardos gestos, el Capitán Smit supo enaltecer su bella carrera de marino, prestando ímprobos servicios a la ciudad angustiada por la tremenda calamidad. El Capitán Smit es figura descollante de la laboriosa Holanda y su nombre es paradigma de nobleza por sus gestos humanitarios propio de su recio pueblo.

Se recuerda que el talentoso Capitán fue también condecorado por iguales motivos, por el Serenísimo Príncipe Consorte de Holanda con la insignia del "Almirante Michiel de Ruyter", el Almirante más famoso de la historia de los Países Bajos y una pesadilla para los navíos ingleses del siglo XVII, condecoración que su Alteza colocó, personalmente, sobre el pecho del heroico Capitán Smit.

"Billiken", presenta su cálida y atenta congratulación al señor Capitán P. F. Smit por la merecida recompensa con que le distingue el Gobierno de Venezuela.

(Publicado en la revista "Billiken", el 10 de diciembre de 1932).


viernes, 28 de julio de 2023

GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ RECIBE CONDECORACIÓN DE HAITÍ

El Benemérito señor General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, recibe la más alta condecoración del Gobierno de Haití. Año 1932.

El Gobierno de Haití ha condecorado al Benemérito señor General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, con la Gran Cruz de la "Orden Nacional de Honor y Mérito", en testimonio de cordialidad internacional sustentada por el General Gómez como tradicional tendencia de su labor de Magistrado.

Noble presea sobre el pecho del Benemérito Jefe el país, cuya administración hizo justicia a Petión en forma de la magnífica estatua que venera Venezuela en una de nuestras soberbias plazas capitalinas; además de la constante devoción del Presidente Gómez por las glorias de la nación haitiana, heroico refugio del Libertador ante cuyo genio se emocionó el patricio corazón de Alejandro Petión.

Fotografía captada, el 24 de julio de 1922, con motivo de festejarse el día del natalicio del señor General Juan Vicente Gómez, Presidente Constitucional de la República, un distinguido grupo de damas y caballeros se congregó en la Plaza Petión, situada en la Avenida Carabobo, para presentar sus congratulaciones al Jefe del País y pasar un rato ameno en su amable compañía. En este acto, en que reinaba la más absoluta cordialidad, la honorable señora esposa del Ministro Plenipotenciario de Holanda, ofrendó al Presidente de la República un fresco ramo de rosas del Ávila, mientras se formulaban los deseos más sinceros por el bienestar del Rehabilitador del País.

"Billiken" expresa al Benemérito señor General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, su más respetuosa congratulación por esta alta condecoración, galardón para sus dotes de Estadista.

(Publicado en la revista "Billiken", el 10 de diciembre de 1932).

LA MÁS ALTA CONDECORACIÓN DE HAITÍ

La "Orden Nacional de Honor y Mérito" en francés: "Ordre National D'honneur et de Mérite" es la máxima condecoración de Haití. 

La orden fue establecida, el 28 de mayo de 1926. Se divide en seis grados: Gran Cruz, Placa de Oro; Gran Cruz, Placa de Plata; Gran Oficial; Comendador; Oficial; y Caballero.

Se otorga principalmente por motivos protocolarios y diplomáticos, pero también por méritos sobresalientes en beneficio de Haití.

Físicamente, consiste en una cruz de malta que lleva en su centro el escudo nacional. En los grados Caballero y Oficial, la medalla pende de una cinta celeste de bordes rojos para prender en el pecho. En el grado Comendador la cinta se coloca en el cuello del galardonado. En los grados Gran Oficial y Gran Cruz se otorga como una placa con incrustaciones de diamantes y una banda. En el grado máximo, la placa que lleva la cruz de malta puede ser de plata o de oro, constituyendo esta última el máximo honor haitiano.


domingo, 25 de junio de 2023

ROMÁN CÁRDENAS: MEMORIA MINISTERIO DE HACIENDA 1919

El doctor Román Cárdenas, quien mediante una consagración inteligente y patriótica, ha venido interpretando las ideas del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Jefe de la Rehabilitación Nacional; ha creado la Renta Interna, unificado el Fisco y contrarrestando el riesgo de una crisis económica nacional, emergente de la guerra europea. El señor doctor Cárdenas, emprende ahora la modernización del ramo de Hacienda, culminación de sus labores oficiales.


EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

DEL MINISTRO DE HACIENDA

AL PRESENTAR LA MEMORIA EN 1919

 

INTRODUCCIÓN

Dedicó el Despacho los primeros meses del año, a finalizar los proyectos de leyes que recomendaba al Congreso de 1918, las cuales, ajustadas a las ideas expuestas, vinieron a constituir junto con las leyes que desde 1915 iniciaron el nuevo cuerpo de Leyes de Hacienda, un todo homogéneo cuyas diversas partes han sido elaboradas a la luz de unos mismo principios, desarrollados con estricta lógica y escogidos con el invariable propósito de dar eficaz y sólida unidad a nuestra Legislación Fiscal. Componen hoy esta obra, la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional, esencia de los principios más avanzados en la ciencia fiscal, adaptados a nuestro medio; la Ley de Crédito Público, que sometió este ramo a un régimen de estricta regularidad, con el cual las operaciones de mayor trascendencia para el crédito de la Nación estarán siempre bajo la guarda de la ley y podrán ser examinadas y juzgadas rectamente; la Ley de Aduanas, que vino a modificar rígidas pautas del antiguo régimen aduanero y a introducir elementos renovadores, eficaces al más vasto desarrollo de nuestro comercio; las leyes que rigen las Rentas de Licores, Cigarrillos, Estampillas y Salinas, que han permitido fundar sólidamente la administración directa de esas Rentas y su creciente auge; la Ley de Impuesto de Papel Sellado Nacional, con la cual se incluyó en el novísimo orden fiscal este ramo que venía regido por una ley inadecuada para administrarlo eficazmente y que no había sufrido modificaciones esenciales desde los primeros tiempos de la República y la Ley del impuesto sobre sucesiones y otros ramos de la Renta Nacional. Esta última, promulgada el 28 de junio de 1915, reglamentada por decreto de 9 de agosto de 1916, y que fue como medida transitoria para disciplinar ramos que estaban excluidos del nuevo orden administrativo y para completar de una vez la unidad de la Renta Nacional, no corresponde en todas sus partes a los principios que hoy informan nuestra legislación fiscal. Además, el Decreto Reglamentario de esta Ley atribuye al servicio de inspección y fiscalización de la Renta Nacional de Estampillas, bajo la intervención directa del Despacho, la administración y liquidación bienes nacionales, lo cual está en contradicción con los terminantes preceptos de la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional que definen y determinan separadamente las funciones de administración y liquidación y las de recaudación, inspección y fiscalización de las Rentas Nacionales. Es, pues, necesario poner término a esta situación irregular, y adscribir, la administración y liquidación de dichos ramos a una oficina autónoma de administración que desempeñe sus funciones bajo un régimen propio, establecido de acuerdo con las prescripciones fundamentales de la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional. La Ley de Impuesto Nacional de Estampillas, de 28 de junio de 1915, en la cual se corrigieron muchos de los defectos de la Ley de 1913, que coexistió con el arrendamiento de la Renta, exige importantes modificaciones; porque a los efectos de la aplicación y el rendimiento de este impuesto, si no es posible establecer una minuciosa reglamentación que prevea, especifique y tase todos los actos imponibles, tan numerosas y variados como ocurren diariamente en las transacciones sociales, tampoco pueden dejarse a la abstracta expresión de la Ley multitud de casos que en distintas formas se presentan al funcionario fiscal y requieren pronta resolución. En las Memorias de Hacienda, desde el año de 1916, se relatan las consultas que ha tenido que evacuar el Despacho desde que se dictó la Ley, consultas que han versado sobre la mayor parte de sus artículos; pues si el segundo de ellos establece una disposición general para aplicar el impuesto, los otros enuncian casos especiales que no caen bajo la regla primordial y faltan algunos que determinen muchos actos tasables que por la vaguedad de la Ley son hoy motivo de frecuentes consultas. Se debe por tanto, comenzar el estudio de los efectos de la Ley en su diaria aplicación desde que fue dictada, a fin de redactar una nueva cuya estructura contenga los elementos fijos para aplicar el impuesto en cada caso con acierto y precisión irrevocables. Al estudiar la modificación de estas dos leyes, convendrá revisar también las cotizaciones del impuesto sobre herencias, legados y donaciones a extraños, que parecen excesivas y perjudiciales a la movilización de la propiedad y que por los recursos de que se valen los que quieren eludir el pago resultan inaprovechables para el Fisco y dan ocasión a dilatadas y enojosas investigaciones que estorban el funcionamiento regular de las oficinas.

Completada la legislación fiscal más urgente para llegar a la unidad; y perfeccionamiento de la Hacienda Nacional, se ocupó el Despacho en las medidas y trabajos necesarios para hacer cumplir estrictamente las nuevas leyes. Los principios esenciales de estas leyes se habían difundido, ya ampliamente en el organismo fiscal, porque fue práctica invariable del Despacho introducir paulatinamente en el mecanismo de las oficinas y en los métodos de la actuación administrativa, el concepto exacto de los principios que debían informar dichas leyes, y asimismo registrar y analizar los datos que suministraba la práctica diaria de las medidas tendientes a efectuar la reforma. Para complemento de esta obra, queda ahora al Despacho la ardua labor de la reglamentación. Aun cuando las leyes se redacten, como quería el filósofo, en los términos más sencillos, porque se hacen para las inteligencias: mediocres y no para los escasos genios, solo contendrán la expresión amplia y pura del ideal del legislador, por lo que han de carecer siempre de los preceptos vulgares y de los pormenores indispensables para aplicarlas rectamente en la variedad de casos que se ofrecen al funcionario ejecutor en su actuación diaria. La ley sin reglamentación es prácticamente infecunda e inaplicable; la eficacia de la Ley y su consustancialidad con el organismo administrativo estriba esencialmente en los métodos de aplicación que pauta el reglamento, el cual define y regula esos detalles que en la rutina diaria van constituyendo el arraigo administrativo de la ley. Estos detalles son los que palpa el empleado; con ellos, se habitúa, y de este conjunto de pormenores que ocupan cotidianamente su atención depende la vida misma de la ley que se vigoriza en la tradición del procedimiento, ligada invariablemente a la tradición de la oficina.

En esta reglamentación ocupa lugar prominente la relativa a la Contabilidad Fiscal. Ya ésta no es el confuso hacinamiento de números, del cual, hurgando con la mayor acucia, no se podía sacar el dato que diera idea precisa de la gestión administrativa y de la verdadera situación del Tesoro. Ahora ambos aspectos se presentan claros al leer los extractos de las cuentas, pues en ellos cifras exactas expresan el movimiento de cada ramo en modalidad correspondiente a la función de la oficina. De este modo se ajusta la contabilidad a los preceptos que ahora establece la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional. Esta define con precisión los principios que rigen las funciones de las oficinas administradoras de rentas y las ordenadoras de pagos; frente a estos dos órdenes de oficinas, cuya actuación constituye lo que propiamente puede llamarse administración de la Hacienda Nacional, funciona el servicio de Tesorería que hace efectivo los ingresos y los egresos autorizados por los funcionarios competentes de las oficinas administradoras y ordenadoras. La contabilidad de rentas y la contabilidad de gastos de estas oficinas, en los asientos en que dan cuenta del resultado efectivo de sus operaciones de liquidación, debe corresponder a los asientos de la contabilidad del Tesoro que son consecuencia final de la actuación de las oficinas liquidadoras. Este mecanismo permite a la Contaduría General de Hacienda, a donde se envían estas cuentas para centralizarlas y examinarlas, establecer un cotejo perfecto entre las operaciones efectuadas por las oficinas administradoras y las del Tesoro. Para la cabal ejecución de estas importantes funciones de la Contaduría General, es absolutamente indispensable que los reglamentos determinen con gran precisión los documentos que deben formular y producir las oficinas, tanto para garantizar la fidelidad de sus operaciones como para formar y comprobar los asientos de sus libros. Esta elaboración de las reglas y modelos a que debe sujetarse la Contabilidad Fiscal en sus diversos aspectos, debe ser objeto de una perseverante y acuciosa atención en el Despacho de Hacienda, pues de la perfectibilidad que alcancen dependerá la eficacia con que se apliquen en la administración fiscal de los sabios principios de las leyes de Hacienda.

Otro elemento indispensable para darle vitalidad y acción fecunda a las leyes fiscales consiste en el personal. La preparación de los empleados para los puestos que han de desempeñar no puede sustituirse con ninguna cualidad individual, cualquiera que ella sea. Si una vivaz inteligencia, un gran espíritu de iniciativa, un intenso esfuerzo en el trabajo, un conocimiento teórico de las leyes, son indudablemente fianzas del acierto, no pueden en cambio reemplazar la eficacia en la labor administrativa de un empleado competente en su ramo, experto en los servicios que maneja y experimentado en los menores detalles de oficina. Una oficina que pasa de manos de un empleado competente a manos de un empleado inexperto, sufre un trastorno profundo y está expuesta a una desorganización que será gravemente perjudicial para sus propios servicios y que contaminará con sus defectos e irregularidades a los demás servicios y oficinas que con ella estén relacionados. Desde el año de 1913 sigue este Despacho un sistema de instrucción gradual de los empleados de Hacienda, y con él ha logrado organizar un personal idóneo para el servicio de cada ramo. El método adoptado consiste en iniciar al empleado en el servicio del ramo a que se destina, encargándole los trabajos más sencillos e instruyéndolo a la vez en los objetivos de la ley y en las instrucciones dictadas para cumplirla; de modo que al demostrar facilidad para la comprensión del mecanismo de la oficina y actividad para ejercer las funciones que se le encomendaran, pueda obtener un cargo titular en el ramo de que ya esta instruido. Además, saben estos empleados que la medida de sus aptitudes comporta la mejora de su condición; y así se estimulan para alcanzar en breve tiempo la recompensa del ascenso que el Despacho otorga, sin necesidad de reclamo, al mérito, la fidelidad y la honradez del servidor.

Si con toda esta labor, apenas puede tenerse por planteada y comenzada la organización de la Hacienda Nacional, puede sí afirmarse que lo hecho hasta ahora es precisamente lo más difícil; porque ha sido obra de completa reforma para extirpar hábitos y procedimientos inveterados en una rutina estéril y regresiva, y para encauzar por amplios caminos de grandes actividades la acción de todos los elementos vitales para la organización fiscal.

Resume la anterior exposición la labor realizada durante el año y el proyecto de los trabajos y con que en el año siguiente debía ocuparse del Despacho. En cuanto al criterio que ha presidido la actuación administrativa, ha continuado el Ministerio fiel a las normas que fijó el Ejecutivo Federal desde el comienzo de la guerra para que pudiéramos sostener prudentemente el equilibrio de nuestro Tesoro Público y continuar desenvolviendo con eficacia los importantes servicios de la Administración Nacional. Hoy, cuando los resultados visibles justifican el acierto de aquel plan administrativo, conviene relatar su origen, los sólidos fundamentos en que se apoyaba, la firmeza con que se realizó y los inapreciables beneficios alcanzados. Tal exposición es necesaria para dejar constancia en nuestras tradiciones fiscales de un hecho que importa enseñanzas útiles en la administración de la Hacienda, y para trasmitir a las generaciones del porvenir, juzgadoras, imparciales y severas, la noción justa del patriotismo con que procedió el Gobierno en los días más amenazantes para la existencia nacional. Si procediendo con vacilaciones; por medio de medidas y ensayos de carácter transitorio, para halagar la opinión pública que en su optimismo pasajera la crisis, hubiera el Gobierno perdido el exacto concepto de aquella calamitosa situación, habría marchado de fracaso en fracaso, sin un criterio sereno que le sirviera de guía en la creciente confusión, viendo disminuir cada día más los recursos del Tesoro y usando de medios desconcertados para allegarlos, hasta llevar al país a la inevitable bancarrota. Basta analizar la situación fiscal al comienzo de la guerra para comprobar la verdad de estas aserciones.

Para el año económico que empezaba con la guerra, debía tenerse como probable un gasto por lo menor igual al del año precedente, que llegó a B. 64.873.597,71, porque en el orden fiscal es ley constante que el presupuesto de un año económico ejerza precisión sobre el del año siguiente, es decir, que cada año los gastos públicos tiendan a ser mayores que los del año anterior. Esta es consecuencia lógica del progreso con que marcha la administración pública; puesto que en un país bien regido, su desarrollo general esta en relación con el número y la calidad de los servicios públicos que mantiene el orden, la seguridad, y el estímulo indispensables para el desenvolvimiento y adelanto de todas las actividades sociales. Si el gasto efectivo debía ser por lo menor igual al del año precedente, veamos con qué rentas podíamos contar para hacer frente a un gasto anual de sesenta y cinco millones de bolívares. No podía ser con la aduanera; que formaba el 75% de la renta general, pues era fácil prever que el trastorno del comercio internacional la reduciría, rápidamente; previsión exacta, como lo demuestra la comparación entre el promedio anual de esta renta desde el 19 de julio de 1914 a 31 de diciembre de 1918, que fue de 33 millones de bolívares y el promedio anual correspondiente a los cuatro años precedentes a este lapso que fue de 48 millones de bolívares. Menos a fin podía fiarse la seguridad en las rentas internas, cuyo promedio anual era de quince millones de bolívares; producto exiguo para el caso y que entonces no podía considerarse estable, porque las principales de entre estas rentas venían tradicionalmente sometidas al arrendamiento, sistema que las empobrecía gradualmente y hubiera acabado por aniquilarlas si la recta previsión, el patriotismo y la entereza del Jefe de la Causa Rehabilitadora no las hubieran incluido en el orden legal de la administración directa.

El optimismo general acerca del breve proceso de esta crisis, el incentivo de los intereses personales que no es otro que el bienestar presente, la indiferencia con la cual suelen verse en ocasiones problemas graves para el porvenir del país, la ignorancia y la aberración comunes en asuntos de economía y finanzas, arrastraban la opinión tras la quiméricas combinaciones conque los arbitristas, noveles profetas del bien público, pretendían que se mantuviese inalterable el Presupuesto y que por tanto se aprontara un gasto anual de sesenta y cinco millones de bolívares por lo menos; resolviendo naturalmente este plan de sus imaginaciones con los dos medios más socorridos en toda ocasión para acrecentar los dineros públicos: el aumento de las contribuciones -creando nuevos impuestos y recargando los establecidos- y el empréstito.

A favor de estos arbitrios se pretendía hacer frente a un déficit que no bajaría de 27 millones de bolívares por año; puesto que si la renta aduanera produjo por junto B. 7.708.694,81 en los cuatro meses de septiembre a diciembre de 1914, primeros en que a causa de la guerra comenzó a decaer nuestro comercio internacional, no podía calcularse para esta renta un producto anual de más de 23 millones de bolívares, si no decaía más, suma que agregada a los 15 millones de bolívares de la Renta Interna, suponiendo que ésta se mantuviese estable, habría dado un total de renta de 38 millones de bolívares para hacer un gasto de 65 millones de bolívares. Consideremos si era posible elevar los impuestos para cubrir este déficit probable de 27 millones de bolívares cada año. La clasificación de nuestras rentas fijará por sí sola el criterio. Ya se ha visto que en esa época el 75% de la renta total lo componía la renta aduanera y consular, es decir, provenía de los impuestos que se cobran por la introducción al país de las mercancías extranjeras; el 25% complementario correspondía a las rentas internas cuyo producto proviene en su mayor parte de los impuestos que gravan industrias y consumos nacionales. Aumentar los impuestos aduaneros, recargar con nuevas contribuciones los artículos de consumo que introducimos del extranjero, cuando precisamente su precio se triplicaba y su entrada disminuía en más del 50% a causa de las dificultades y restricciones del comercio internacional, hubiera sido agravar la angustiosa situación de nuestro comercio -decretar tal vez su completa paralización- y encarecer las subsistencias de nuestro pueblo hasta el punto de condenarlo a la miseria. Y no menos males podía ocasionar el gravamen sobre las industrias nacionales, las cuales apenas hubieran podido subsistir bajo el peso de las nuevas contribuciones, que habrían ocasionado inmediatamente el alza de los precios, la disminución del consumo, la inferior calidad del producto y la paralización de gran número de obreros. Todo esto sin probabilidades de hacer productivas las nuevas contribuciones, porque es doctrina económica y fiscal que el impuesto no se improvisa: su aplicación, su cuota, su régimen legal y su administración, deben resultar de reflexivos estudios y cálculos en los cuales se considere el monto de la riqueza nacional, la actividad económica del momento, la incidencia del impuesto, el estado actual de la materia tasable, la cuota precisa, útil y equitativa de la contribución, los gastos que ocasionará la administración y la recaudación, y cuantos elementos concurren a hacer lógico y provechoso el establecimiento del impuesto.

En resumen, éste debe ser creado en el momento oportuno y en la forma que tienda al más perfecto acuerdo entre las necesidades del Fisco y la fortuna del contribuyente, para que se exija la contribución cuando más fácilmente puede pagarse y en la cantidad que pueda satisfacer el contribuyente sin menoscabar sus medios de vivir y prosperar. No podían, pues, crearse en un instante nuevos impuestos, ni era oportuno establecerlos cuando suspendidas casi todas las líneas de vapores que hacían el tráfico internacional; restringida la importación extranjera, amontonadas en los puertos sin probable salida de nuestras grandes cosechas de café y cacao; decaídos los precios de estos frutos; instables los cambios; paralizado el crédito comercial; inactivas por falta de materia prima nuestras industrias; encarecidas las subsistencias, las nuevas contribuciones habrían aprovechado poco al Fisco y precipitado un desastre que sólo pudo evitar la acción enérgica, reparadora y patriótica del Gobierno.

El empréstito no tenía mejores fundamentos. Si desechando las lecciones de la experiencia, que aún nos están enseñando cuanto cuestan no pocas veces a las naciones débiles semejantes arbitrios, hubiéramos adoptado el especioso recurso ¿dónde estaba la caja que se abriría para ofrecer algunos millones a una lejana nación neutral? La voracidad de la guerra apenas si permitía a las grandes naciones cubrir sus propios empréstitos; y ni aún habríamos podido diferir el pago de nuestras actuales deudas; pues el Gobierno quedó bien pronto persuadido de que las exigencias del acreedor no se atemperaban con la consideración del conflicto ajeno, antes invocaba él las más apremiantes cláusulas de un convenio que estrecha el crédito de la República. Además, debemos pensar que el empréstito se resuelve siempre en un aumento de los impuestos; no es sino un anticipo sobre rentas futuras que es necesario crear para cubrir los gastos de intereses y amortización de la Deuda, mayores siempre que la cantidad recibida. Aceptable es el sacrificio cuando el crédito no se destina como en este caso, a un uso improductivo, a cubrir deudas administrativas, sino que entra a circular libremente en la economía nacional como un caudal regenerador, promoviendo la más rápida transformación progresiva. Todavía en este caso, el Gobierno que anteponga a todo interés mezquino el supremo interés de la patria, no puede, sin consciente preparación y estudio, comprometer al país con nuevas deudas si considera atentamente el carácter fiscal de nuestra Deuda Exterior. Todavía tiene ésta la antigua forma en que es requisito indispensable la caja de amortización, es decir, la apropiación de una cantidad fija para amortizar la deuda y la afectación, como garantía especial, de determinados ingresos de la renta publica, cualesquiera que sean las contingencias del Tesoro, los trastornos imprevistos en el orden económico, las exigencias crecientes del progreso en el desarrollo del país; y no la forma moderna en que se prevén estas contingencias y se deja completa elasticidad para fijar la cuota de amortización de acuerdo con los recursos fiscales, siempre que se satisfagan cumplidamente los intereses, y la cual es la única forma de empréstito verdaderamente útil para las naciones y las otras que se desprenden de nuestros convenios, no es posible recurrir al empréstito sin modificar previamente la condición actual de nuestras deudas.

Con sereno criterio desechó el Gobierno los planes ilusorios y adoptó la fórmula más sencilla y natural, que fue la organización del Presupuesto sobre la base de los recursos con que se podía contar manteniendo, sí, inalterables los gastos del crédito público.

Pero este plan, de economías no tenía por objeto dar vida precaria a la Hacienda y dejar que vegetaran las más importantes ramas de la administración pública. El Jefe de la Rehabilitación Nacional, como la mejor ofrenda que podía idear su patriotismo en la hora más crítica para la República, dictó un programa de intensa y fecunda organización de la Hacienda Nacional. Y así, manteniendo una prudente correlación entre las variaciones de la renta y los gastos efectivos, se pudo gastar en la mayor actividad de los servicios públicos y en el fomento del país una suma superior siempre en millones a la presupuesta, como lo demuestra este cuadro:

Y he aquí cómo atravesó felizmente Venezuela el período más severo de esta crisis; cómo, además de sostener su vida económica, se estimuló el desarrollo de su riqueza; cómo se duplicó la Renta Interna para obtener un producto de 48 millones de bolívares con el cual se salvó el país del desastre económico; cómo se pagaron las deudas gravosas; cómo se activó una fecunda administración y se conservó y aumentó un Tesoro que no desangró al contribuyente ni comprometió el crédito y el honor de la República.

Este resultado adquiere aún mayor realce si se considera que no se ha interrumpido durante la guerra la acción progresista de la Causa Rehabilitadora, y que precisamente es en ese lapso cuando se ha llevado a cabo la parte principal en la completa transformación de la Hacienda Nacional. Basta comparar lo que era nuestro organismo fiscal con lo que es hoy, para comprender la grandeza de la obra. En efecto, unas leyes que por arcaicas, rígidas y confusas, no suministraban ningún elemento adecuado para administrar directamente las rentas nacionales, ni eran eficaces a cualquier propósito de mejoramiento administrativo; un sistema de tributaciones sin norma legal y ni base científica, las más de las veces variable capricho de gobiernos precarios; una contabilidad formularía, el arbitrio del contador, falta de comprobación y sobrada de palabra; la recaudación de la renta a merced del mismo funcionario administrador; cuando no de agentes de algún arrendatario; la ordenación de los pagos sin verificación ni cotejo; los empleados desprovistos de los más importantes conocimientos de su función fiscal, acostumbrados a considerar el puesto como prebenda justamente concedida a su valimiento político; las cajas del Tesoro exhaustas siempre, o proveídas por medio de anticipos sobre las rentas, hechos al halago de crecidos intereses; todo hacía de nuestra Hacienda Nacional un organismo ruinoso a cuya precaria vida se acomodaban las necesidades del Estado.

La transformación fiscal ha dado nueva, fecunda y perdurable existencia a la Hacienda Pública.

Hoy, nuevas leyes fiscales establecen principios fundamentales, técnicos, amplios y vigorosos, con los cuales se pueden plantear y desenvolver los más vastos y provechosos sistemas de administración; las tributaciones se ciñen a un régimen legal y no pueden ser caprichoso arbitrio del funcionario fiscal; las rentas se administran directamente, con métodos acertados que las consoliden y acrecientan; la contabilidad es sencilla, clara y comprobada exposición de las operaciones de cada oficina; la contribución pasa directamente de las manos del contribuyente a las cajas del Tesoro; los empleados no son escogidos por la suerte y el favor, sino por su pericia en el ramo que han de servir; la orden de pago tiene la legitimidad del servicio prestado y la comprobación del documento auténtico, se rebajan constantemente millones de bolívares del enorme peso de nuestros antiguos compromisos; se pagan con puntualidad los intereses de las deudas públicas; se sostienen los cuantiosos gastos de una administración continuamente progresista, y se conserva en las cajas del Tesoro, libre de todo gravamen, a pesar de una de las crisis económicas más severas que haya habido, un fondo de reserva en oro de más de treinta millones de bolívares.

Con esta organización fiscal podremos de hoy más valorar acertadamente la situación económica del mundo y sus vicisitudes en relación con nuestros intereses nacionales, y adoptar en consecuencia las medidas que requieran las circunstancias, ya para resguardar prudentemente los elementos primordiales de nuestra vida fiscal y económica, ya para dirigir con inusitado impulso a la República por el camino de su definitivo engrandecimiento, firme ideal de la Causa Rehabilitadora.

 (Memoria de Hacienda, 1920).


viernes, 23 de junio de 2023

CARLOS GARDEL EN VENEZUELA 1935

(Por: Rafael Dupouy Gómez) 

El famoso e inolvidable cantante Carlos Gardel.

La visita del gran cantante Carlos Gardel a Venezuela, significó un acontecimiento apoteósico que fue reseñado en los distintos periódicos y revistas de la época de la siguiente manera: 

El famosísimo cantante Carlos Gardel, como parte de la gira que realizó por varios países, visitó Venezuela, desde el 25 de abril hasta el 23 de mayo de 1935.

En Venezuela, su recibimiento fue grandioso. El jueves, 25 de abril de 1935, Gardel llegó al Puerto de La Guaira, procedente de Puerto Rico, en la motonave “Lara”. Resultó un inolvidable día para la gran cantidad venezolanos admiradores del artista. Una multitud, calculada en más de 3.000 personas, se mantuvo aguardando en los muelles desde las 9 de la mañana. Finalmente, a las once y siete minutos apareció Gardel, bajando del vapor “Lara”. Fue recibido por Luis Plácido Pisarello, un empresario y destacado locutor deportivo argentino, con muchos años radicado en Venezuela, quien fue gestor directo de la visita de Carlos Gardel a nuestro país.

Una limousine estuvo preparada para trasladar al ilustre visitante y en ella partió junto a sus guitarristas. Tanto fue el desborde popular que Gardel debió refugiarse en la fábrica de vidrios de Maiquetía. Allí bebió un refrigerio, calmando la sed impuesta por el calor reinante. Acompañado de sus guitarristas: Riverol, Barbieri y Aguilar, así como también de Le Pera, y tras sortear las dificultades que produjo el hacinamiento ocasionado por la multitud de admiradores, los viajeros lograron ser trasladados al hotel “Miramar” en Macuto. En el fastuoso hotel, magnífica obra ordenada por el General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, fue recibido por un grupo de más de cien mujeres, ante la sorpresa de los organizadores, ya que el almuerzo típico en el hotel no había sido anunciado públicamente, para dar a los viajeros unas dos o tres horas de descanso.

Gardel tuvo que soportar varios empujones y pellizcos de las damas hasta que fue puesto en resguardo, siendo conducido a la terraza del hotel donde se encontraban los representantes de la prensa. Además de Pisarello, estuvieron en el almuerzo Edgar J. Anzola, director de la emisora de radio Broadcasting Caracas y Eloy Pérez, quienes sirvieron de anfitriones del artista durante su estadía en Venezuela.

Luego de una breve entrevista, intervino Pisarello solicitando que, por favor, dejaran almorzar y descansar a Gardel para emprender el viaje hacia Caracas. Desde el hotel “Miramar”, Gardel y su comitiva se dirigieron hasta la estación de trenes de La Guaira, donde emprendieron el viaje en el ferrocarril, soportando un caluroso trayecto de dos horas, de 1:30 a 3:30 p.m, hasta Caracas. A Carlos Gardel le asignaron un vagón especial para el viaje y en varias ocasiones se asomó por la ventana para saludar al fervoroso público que lo aclamaba durante el trayecto.

Al arribar a la estación de Caño Amarillo en Caracas, el tren fue literalmente invadido por una multitud de admiradores impacientes y Gardel tuvo que ser resguardado por sus acompañantes, mientras la Banda de Música “Ayacucho Nº 1” interpretaba pasodobles y valses criollos.

El recibimiento fue apoteósico. El gentío que se había agolpado en la estación del ferrocarril, estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de ver a Carlos Gardel. En un momento dado fue tal la presión del público, que los instrumentos de la Banda volaron por los aires, rodando decenas de personas por el suelo y resultando muchos con magulladuras y lesiones.

El popularísimo cantante y actor Carlos Gardel, es acosado por una legión de admiradores y curiosos que acudieron a recibirlo en Caracas, Venezuela. El Embajador del Tango tuvo que ser escoltado por la muchedumbre. (Gráficas de la Revista “Elite” de 1935).

Las plantas del jardín de la estación ferroviaria fueron pisoteadas. Debió intervenir la policía para poner orden. En medio de ese gran tumulto, los viajeros lograron refugiarse en los automóviles que les aguardaban, y partieron hacia sus alojamientos en el hotel “Majestic”, el más moderno de Caracas y el mejor situado de la época. El trayecto no lo pudieron terminar, porque el automóvil fue averiado por el público desbordado. Gardel se bajó del mismo y llegó al hotel caminando y a ratos en andas, sobre los hombros del público, durante varias cuadras.

Al día siguiente, 26 de abril de 1935, fue la fecha indicada para su primera actuación con gran promoción de la prensa escrita y radial en el Teatro Principal de Caracas, en una de las esquinas de la Plaza Bolívar. Allí se presentó con un éxito total a lo largo de ocho actuaciones.

Ese día, llovió fuertemente sobre Caracas, pero el inoportuno aguacero no constituyó ningún obstáculo para los apasionados admiradores. A las 9:15 de la noche se produjo el debut. El primer tema que cantó Gardel la noche del 26 de abril de 1935 fue “Cobardía” de Charlo y Amadori. Luego del tema inaugural interpretó: “Carnaval”, “El Carretero”, “Insomnio”, “Tomo y Obligo”, “Por una cabeza” y “Mi Buenos Aires querido”. Pero más tarde, ante la insistencia y los aplausos, interpretó otros temas de su gran repertorio. El cambio de clima afectó la garganta de Gardel y debió suspender sus actuaciones para ser atendido en la “Policlínica Caracas” por el doctor Pedro González Vera. Su reaparición se produjo el domingo 5 de mayo de 1935, realizando una excelente interpretación de “Mano a Mano” con un éxito apoteósico.

Su última función en el Teatro Principal de Caracas la realizó el jueves, 9 de mayo de 1935, costando la galería medio bolívar (0,50). Esta rebaja de precio fue solicitada por el propio Gardel para que la gente de escasos recursos también pudiera verlo en escena. Las ocho actuaciones en el Teatro Principal de Caracas se realizaron con la boletería totalmente agotada. Aproximadamente, 14.500 personas pudieron disfrutar escuchando a Gardel durante sus actuaciones.

El lunes, 13 de mayo de 1935, realizó una función en el Teatro Rialto, también frente a la Plaza Bolívar, en la misma calle del “Principal”. Desde las tres de la tarde el público hizo interminables colas para entrar a las dos funciones que el “Zorzal Criollo” brindó ese día. El martes 14 de mayo de 1935, se presentó de nuevo en el Teatro Rialto con el mismo éxito, significando su última actuación pública en Caracas.

El miércoles 15 de mayo de 1935, Carlos Gardel asistió a una audición en la emisora de radio Broadcasting Caracas y cantó un programa escogido por el público oyente. El jueves 16 de mayo de 1935, cantó en el Teatro Lamas de La Guaira, localidad muy cercana al puerto.

Carlos Gardel le cantó al Presidente Gómez en Maracay

El hermoso hotel Jardín de la ciudad de Maracay, Venezuela, en donde se presentó Carlos Gardel para cantarle al Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez en 1935.

El viernes 17 de mayo de 1935, Carlos Gardel debutó en el Teatro Municipal de Valencia. Estando en esta ciudad, recibió una invitación del Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez, para que fuera a cantar en su presencia, en la ciudad de Maracay, capital del Estado Aragua. Es propicia la oportunidad para aclarar y desmentir el señalamiento de que Carlos Gardel le cantó al Presidente Gómez en su residencia privada ubicada en “Las Delicias” de Maracay y mucho menos en la quinta “La Macarena”, ubicada en “El Castaño”, porque esa casa estaba en construcción para la fecha y perteneció a don Florencio Gómez Núñez, el hijo del Presidente Gómez. Carlos Gardel interpretó sus canciones al Benemérito en el hotel Jardín de Maracay, esa es la auténtica verdad histórica como siempre la han corroborado varios testigos presenciales.


Luis Plácido Pisarello, representante de Carlos Gardel en Venezuela, aparece en la fotografía, 20 años después de la visita del famoso “Zorzal Criollo” al país, conversando y recordando aquellos años con su amigo don Florencio Gómez Núñez, hijo del General Juan Vicente Gómez, durante un almuerzo, el 21 de enero de 1955. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Carlos Gardel, aceptó gustoso la invitación. Luis Plácido Pisarello, representante y gran amigo el “Zorzal Criollo”, le sugirió que cuando fuera a cantarle, personalmente, al Presidente Gómez, seleccionara de su repertorio las canciones de temas camperos que tanto le gustaban y agradaban al Presidente. El General Gómez sentía una gran ilusión y deseo de poder conocer  personalmente a Carlos Gardel, porque él había visto muchas de sus películas en el Teatro Maracay cuando se las proyectaban. Los primeros films sonoros en español que disfrutó eran los de Gardel que incluían sus hermosas canciones.

Don Florencio Gómez Núñez, hijo del Presidente de la República Juan Vicente Gómez, recordaba con nostalgia:

“Carlos Gardel, fue una auténtica celebridad, un magnífico artista, muy simpático, vivo, inteligente, sagaz; yo tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. Era de pequeña estatura, moreno claro. A papá le encantó; él vino casualmente a Maracay a cantarle, porque papá lo quería oír y se presentó en el hotel Jardín en Maracay en la noche. Gardel acudió a la invitación, acompañado por sus tres guitarristas. Lucía vestimenta gauchesca.

Carlos Gardel vistiendo su popular traje de gaucho.

A papá le gustó muchísimo, lo aplaudió bastante. Al finalizar su presentación, Carlos Gardel pasó a la oficina que teníamos mi hermano Juan Vicente y yo en Maracay y sostuvimos una larga tenida con él conversando un par de horas esa misma noche. Gardel nos señaló en esa conversación que, durante su juventud, cerca del cuello le habían pegado una puñalada en un barrio argentino. Carlos Gardel le cantó muchas canciones, entre ellas, el "Pobre gallo bataraz". Papá le obsequió a Carlos Gardel un buen regalo en dinero que aceptó y conservó con agrado, apreciando la simpatía y gentileza de mi padre”.

Después inventaron algunos detractores del Presidente Gómez, la falacia y el cuento que en Curazao, el cantante había donado el dinero a unos políticos adversarios de su gobierno. Fue una gran mentira. Eso nunca ocurrió ni se comprobó jamás. Al contrario, Carlos Gardel aceptó y recibió el obsequio, agradeciendo el cariño y la deferencia con que lo distinguió el General Juan Vicente Gómez durante su estadía en Maracay.

Cumplido el compromiso con el Presidente Gómez, Gardel y su comitiva viajaron a Maracaibo (Estado Zulia), contratado por la empresa “Metro”. Llegó a bordo del vapor “Libertador” y fue recibido con fuegos artificiales, sirenas de barcos, bocinas de automóviles y centenares de admiradores. El sábado 18 de mayo de 1935, debutó con la papelería totalmente vendida.

El lunes 20 de mayo de 1935, Gardel visitó Cabimas (Estado Zulia), siendo contratado por el Circo Internacional Passini y Cía. Los precios fueron Butaca por 7 bolívares, Platea por 3 bolívares, Gardel agotó nuevamente la boletería, interpretando muchas canciones que estaban fuera del programa. Sorpresivamente, Carlos Gardel decidió suspender sus actuaciones, señalando como excusa que el clima de Caracas lo había afectado y el fuerte calor del Zulia podía provocarle una considerable recaída.

Lamentablemente, ocurrió la ira de un grupo de inadaptados, enardecidos por la actitud del cantante de cancelar sus conciertos que reaccionaron destrozando sillas y todo lo que consiguieron a su paso. El circo quedó totalmente destruido y Gardel con sus acompañantes tuvieron que salir de la ciudad por la noche. Retornaron a Maracaibo y el 22 de mayo de 1935, ofreció dos actuaciones en el Teatro Baralt, despidiéndose definitivamente del pueblo venezolano.

El 23 de mayo de 1935, Carlos Gardel partió de Venezuela hacia Curazao en la nave “Medea”, continuando su exitosa gira latinoamericana hasta visitar Colombia en donde encontraría la muerte.

La tragedia apagó para siempre la voz de Gardel

El 24 de junio de 1935, Carlos Gardel, falleció trágicamente junto con Alfredo Le Pera, su guitarrista Guillermo Barbieri y su secretario Corpas Moreno. El accidente se produjo al chocar dos aviones en el momento de despegar, sobre la pista del Aeropuerto Las Playas de la ciudad de Medellín (Colombia) luego llamado Aeropuerto Enrique Olaya Herrera. Días después también murieron Alfonso Azzaf y el guitarrista Ángel Domingo Riverol. En el accidente también fallecieron el as de la aviación colombiana y dueño de la SACO, Ernesto Samper Mendoza, el radio-operador Willis Foster, el empresario chileno Celedonio Palacios, el promotor de espectáculos Henry Swartz, así como los siete ocupantes del otro avión. En total 17 muertos. Solo hubo tres supervivientes: el guitarrista José María Aguilar, José Plaja y Grant Flynt, funcionario de SACO.

El accidente se produjo cuando el avión en que viajaba Gardel, un trimotor Ford de la empresa SACO, se desvió en pleno carreteo de despegue y embistió a otro avión similar de la empresa de origen alemán SCADTA, que esperaba su turno para despegar, incendiándose ambos, pereciendo calcinados sus ocupantes.

Las causas del accidente nunca fueron establecidas con claridad. Ambas empresas aeronáuticas mantenían una dura competencia, detrás de la cual se encontraban los intereses estratégico-militares de los Estados Unidos y Alemania. Cada una de las empresas se apresuró a atribuirle a la otra la responsabilidad. El propio presidente de Colombia culpó con dureza a la empresa alemana. La justicia por su parte decidió que las causas del accidente se debieron a las características de la pista y a un fuerte viento proveniente del sudeste.

En Venezuela, se enteró el General Gómez del accidente

Recordaba don Florencio Gómez Núñez, el hijo del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, lo siguiente:

“El accidente ocurrió en Medellín (Colombia). Recuerdo que sucedió el 24 de Junio de 1935, día del aniversario de la Batalla de Carabobo que selló nuestra Independencia. Mi padre, acudió como todos los años al glorioso Campo de Carabobo para los actos de la celebración. Luego, nos fuimos todos a visitar la hacienda "El Trompillo" en Güigüe (Estado Carabobo)Habíamos ido a  almorzar con mi padre, el General Gómez. Luego de su siesta, se despertó como a las tres de la tarde y al abrir la puerta de su cuarto, el edecán de guardia le comunicó: "General, hay una noticia que acaba de llegar. ¿Cuál es?, le preguntó papá. Que se acaba de matar en un accidente Carlos Gardel en el aeropuerto de Medellín. Mi padre, le respondió sorprendido: ¡Cómo puede ser que le haya pasado eso, un hombre tan simpático, tan gran artista que era! Papá lo sintió muchísimo”.

Ocurrió una anécdota muy interesante y curiosa en Venezuela, el día que sucedió el fatal accidente. Como era 24 de junio, se había preparado una gran fiesta bailable en el hotel Jardín de Maracay para celebrar el día de San Juan por la noche. La fiesta se organizó con mayor entusiasmo ese año, siendo animada por dos bandas musicales, pero cuando en horas de la tarde, se enteró el General Juan Vicente Gómez de la triste noticia del trágico fallecimiento de Carlos Gardel, suspendió inmediatamente la celebración. El Benemérito expresó con pesar golpeando con su bastón el suelo: “Bueno, esta noche no hay ninguna fiesta, porque se murió Carlos Gardel”. De esa forma, se respetó la memoria del gran cantante, ídolo de multitudes.  

Carlos Gardel fue enterrado primero en Medellín, pero luego Armando Defino, su albacea, logró la repatriación del cuerpo. Para dicho fin, el féretro que contenía los restos mortales de Gardel debió realizar un largo recorrido que incluyó viajes en lomo de burro, carreta, tren y barco. El cuerpo del malogrado cantor pasó por las poblaciones interiores de Colombia, luego fue a Panamá, su cuerpo fue velado en Estados Unidos, y llegó finalmente a la Argentina en barco en 1936. Actualmente sus restos descansan en el Cementerio de La Chacarita de Buenos Aires (Argentina) siendo recordado y visitado por numerosos admiradores.


Rafael Dupouy Gómez.

Pueden disfrutar unos videos históricos sobre Carlos Gardel a continuación:

Llegada de Carlos Gardel a Venezuela con imágenes en el Hotel "Miramar".

Doña Cristina Gómez, hija del Presidente de la República de Venezuela, General Juan Vicente Gómez, recordando la actuación de Carlos Gardel en Maracay en 1935.

Don Florencio Gómez Núñez, hijo del Presidente de la República de Venezuela, General Juan Vicente Gómez, recordando la visita de Carlos Gardel en 1935. Entrevista realizada en 1993 por: Hnos. Dupouy Gómez.


Video de Argentina sobre la visita de Carlos Gardel a Venezuela y Colombia.

Video reportaje del fatal accidente de Carlos Gardel en Medellín (Colombia).