El eminente Dr. Luis Vélez, Ministro de Obras Públicas
del Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la
República de Venezuela.
Memoria que presenta el
Ministro de Obras Públicas a las Cámaras Legislativas en su reunión
constitucional de 1918.
Ciudadanos Señores.
Ciudadanos Diputados.
Tócame de nuevo el honor de presentar ante el Cuerpo Legislativo de la
Nación la Memoria y la Cuenta del Ministerio de Obras Públicas que, según
precepto constitucional, debe rendir anualmente este Despacho así como los demás
del Ejecutivo Federal ante el Congreso de la República.
Consecuente el Ministerio de Obras Públicas con el plan que se ha propuesto
llevar a la práctica en este ramo de la administración el Gobierno de la Rehabilitación
Nacional, bajo la inspiración sensata y patriótica de su Jefe, el General Juan
Vicente Gómez, de dedicar el esfuerzo y los recursos disponibles por el Departamento
a las obras de mayor necesidad y urgencia de que carecemos, entre las cuales están,
en primer término, las vías de comunicación y luego los servicios de aguas, del
examen de la presente Memoria y Cuenta del Despacho veréis que más del ochenta por
ciento de los fondos de que se ha dispuesto en el año respectivo han sido
empleados en construcción de carreteras, acueductos y obras de mejora de
puertos.
Vías de comunicación, una prioridad del Benemérito General Juan Vicente Gómez, para lograr el completo desarrollo y la unión de las distintas regiones del país.
Es en el más alto grado honroso para la Causa Rehabilitadora de
Venezuela y para su eximio Jefe y Conductor, poder presentar esta vez ante el Congreso
de la República, prestándole ya sus importantísimos servicios al país, obras de
tan grande utilidad nacional y de tan extraordinario aliento y esfuerzo como
son, entre las muchas terminadas en el año de la cuenta, los acueductos de
Caracas, las carreteras de Caracas a La Guaira, de Caracas a Maracay, de Guatire,
de Villa de Cura, San Juan y Ortiz, de Valencia a Puerto Cabello, la carretera,
el muelle y el acueducto de Ocumare de la Costa, las obras para el saneamiento
del excelente puerto de Guanta y las obras para la mejora de la gran Salina de
Araya; y es también en el más alto grado satisfactorio para el Ministerio de
Obras Públicas poder dar hoy al Cuerpo Legislativo de la Nación cuenta de todas
esas últimas obras, no como de meros proyectos existentes sólo en los planos o
en la letra de los contratos o decretos, sino como objetos realizados, como
hechos enteramente cumplidos, como grandes beneficios positivos de que esta
gozando el país, como opimos frutos del régimen administrativo honrado, sensato,
patriota y fecundo que ha venido presidiendo los destinos de Venezuela desde la
fecha en que se inició la era de nuestra Rehabilitación Nacional.
La Carretera de Los Llanos. De Caracas a la Capital de Guárico en un día.
La Carretera del Sur.
La Gran Carretera Centro Occidental, importante y magnífica obra del Benemérito General Juan Vicente Gómez para acercar los pueblos, civilizarlos y enriquecerlos en el camino hacia el progreso y desarrollo.
Gran Carretera Oriental de Venezuela. San José de Río Chico.
Los acueductos de la Capital de la República, concluidos ya de un todo y
entregados al servicio de la Superintendencia de Aguas de Caracas, son una obra
del mayor aliento y vastas proporciones vistos jamás en Venezuela; especialmente
el grande acueducto de Macarao, de cerca de cuarenta kilómetros de largo,
construido ahora en forma de conducto completamente cerrado, incontaminado e
impermeable, de cemento armado fuertemente con malla de acero incrustada en el
concreto, sistema que garantiza a esta obra una duración de siglos; no habiendo
en todo ese acueducto sino relativamente muy cortos trayectos correspondientes
a hondonadas profundas, donde en el deseo de obtener el pronto saneamiento y abundancia
de las aguas de Caracas, éstas se han pasado por fuertes y amplias tuberías de
acero de 25 a
30 años de duración, las cuales pueden irse reemplazando fácilmente en lo
sucesivo con tiempo descansado, por canal de cemento armado perdurable, como el
resto del acueducto.
Para formarse el concepto justo del inmenso beneficio hecho a la Capital de la República por este acueducto, es preciso recordar lo que era la antigua acequia de tierra, estrecha, descubierta e infecta, que antes surtía de agua a Caracas y que ha sido sustituida por el actual acueducto de cemento y acero; es preciso tener en cuenta que aquella acequia, en las condiciones dichas, venía recogiendo cuantas horruras de todo linaje son imaginables, en toda su extensión de cuarenta y seis kilómetros desde la boca-loma en el río Macarao hasta el estanque de distribución en la colina de El Calvario, adyacente a Caracas; que en esa acequia pululaban continuamente dentro de ella, infestándola de un extremo a otro, infinidad de animales de todas clases, fuera de las horruras inauditas que recibía de las poblaciones por donde pasaba y las que arrastraban y echaban a ella las aguas de lluvias procedentes de las serranías contiguas, casi todas pobladas de habitaciones, cultivos y animales; a todo lo cual debe agregarse la agravante circunstancia de que por ser la acequia de tierra y descubierta, de los ciento cincuenta litros de agua por segundo de que apenas era capaz y que se le abastecían en la boca-loma en Macarao, no llegaban a Caracas, por causa de las filtraciones y la evaporación en un trayecto tan largo, sino cincuenta litros escasos por segundo; por manera que lo que recibía el estanque de distribución de la ciudad era una solución espesa y concentrada de todas las horruras conocidas, de que dimanaban, propagarlas a toda la Capital por el servicio de aguas, las constantes epidemias de tifo, disentería y demás temibles enfermedades reinantes siempre en Caracas que habían mantenido a ésta de tiempo inmemorial en un estado estacionario, no obstante su delicioso clima y privilegiada situación topográfica y geográfica, haciéndola objeto de terror para habitarla.
Si se compara esta asoladora influencia del antiguo, infecto y escaso acueducto por acequia de tierra descubierta que hacía el servicio a nuestra Capital, con las benéficas consecuencias del limpio y abundante acueducto nuevo de cemento y acero, cerrado e incontaminado, con que la ha dotado la buena voluntad y el tesonero empeño del Gobierno de la Rehabilitación Nacional en bien de Venezuela, si se comparan los cincuenta (50) litros de agua por segundo, escasos e infectos, que antes infestaban y despoblaban a Caracas, con los quinientos (500) litros por segundo, limpios y saludables de que de hoy más podrá disponerse para sanearla y fomentarla; si se tiene en cuenta que la buena y suficiente agua es el elemento principal de la vida y la condición más esencial para el progreso y desarrollo de las ciudades, será forzoso convenir en que los acueductos perfectos de Caracas y especialmente la grande obra del acueducto de Macarao, que esta vez tiene el Ejecutivo Federal la alta satisfacción de declarar terminado, son el mayor beneficio que se le ha hecho ni se le hará jamás a la Capital de la República; y si se tiene además también en cuenta que las mejoras sanitarias que se le hacen y el consiguiente progreso que se le imprime y buen crédito que se le da a la Capital de un país redundan siempre, y a las veces con creces, en bien del país todo, forzoso es convenir así mismo en que las obras en referencia representan uno de los más preciosos entre los incontables beneficios que la administración del General Juan Vicente Gómez le ha hecho a la Nación entera.
Acueducto de Macarao en Caracas (Venezuela).
Para formarse el concepto justo del inmenso beneficio hecho a la Capital de la República por este acueducto, es preciso recordar lo que era la antigua acequia de tierra, estrecha, descubierta e infecta, que antes surtía de agua a Caracas y que ha sido sustituida por el actual acueducto de cemento y acero; es preciso tener en cuenta que aquella acequia, en las condiciones dichas, venía recogiendo cuantas horruras de todo linaje son imaginables, en toda su extensión de cuarenta y seis kilómetros desde la boca-loma en el río Macarao hasta el estanque de distribución en la colina de El Calvario, adyacente a Caracas; que en esa acequia pululaban continuamente dentro de ella, infestándola de un extremo a otro, infinidad de animales de todas clases, fuera de las horruras inauditas que recibía de las poblaciones por donde pasaba y las que arrastraban y echaban a ella las aguas de lluvias procedentes de las serranías contiguas, casi todas pobladas de habitaciones, cultivos y animales; a todo lo cual debe agregarse la agravante circunstancia de que por ser la acequia de tierra y descubierta, de los ciento cincuenta litros de agua por segundo de que apenas era capaz y que se le abastecían en la boca-loma en Macarao, no llegaban a Caracas, por causa de las filtraciones y la evaporación en un trayecto tan largo, sino cincuenta litros escasos por segundo; por manera que lo que recibía el estanque de distribución de la ciudad era una solución espesa y concentrada de todas las horruras conocidas, de que dimanaban, propagarlas a toda la Capital por el servicio de aguas, las constantes epidemias de tifo, disentería y demás temibles enfermedades reinantes siempre en Caracas que habían mantenido a ésta de tiempo inmemorial en un estado estacionario, no obstante su delicioso clima y privilegiada situación topográfica y geográfica, haciéndola objeto de terror para habitarla.
Si se compara esta asoladora influencia del antiguo, infecto y escaso acueducto por acequia de tierra descubierta que hacía el servicio a nuestra Capital, con las benéficas consecuencias del limpio y abundante acueducto nuevo de cemento y acero, cerrado e incontaminado, con que la ha dotado la buena voluntad y el tesonero empeño del Gobierno de la Rehabilitación Nacional en bien de Venezuela, si se comparan los cincuenta (50) litros de agua por segundo, escasos e infectos, que antes infestaban y despoblaban a Caracas, con los quinientos (500) litros por segundo, limpios y saludables de que de hoy más podrá disponerse para sanearla y fomentarla; si se tiene en cuenta que la buena y suficiente agua es el elemento principal de la vida y la condición más esencial para el progreso y desarrollo de las ciudades, será forzoso convenir en que los acueductos perfectos de Caracas y especialmente la grande obra del acueducto de Macarao, que esta vez tiene el Ejecutivo Federal la alta satisfacción de declarar terminado, son el mayor beneficio que se le ha hecho ni se le hará jamás a la Capital de la República; y si se tiene además también en cuenta que las mejoras sanitarias que se le hacen y el consiguiente progreso que se le imprime y buen crédito que se le da a la Capital de un país redundan siempre, y a las veces con creces, en bien del país todo, forzoso es convenir así mismo en que las obras en referencia representan uno de los más preciosos entre los incontables beneficios que la administración del General Juan Vicente Gómez le ha hecho a la Nación entera.
Construcción de importantes acueductos en el país.
Mas, si las obras vitales de los acueductos de la Capital de la República,
hasta dejarlos concluidos y en corriente servicio como se hallan, han ocupado buena
parte de las labores y esfuerzos de este Despacho durante el año de la cuenta,
no por eso han dejado de ser las vías de comunicación el objeto principal de la
atención del Ministerio de Obras Públicas, conforme al programa establecido a
este respecto por la Causa de Diciembre en el memorable Decreto de 24 de junio
de 1910; y más de la mitad de los fondos de que ha dispuesto este Departamento
durante el referido año, han sido, como en los años próximos anteriores, destinados
a este trascendental y primordialísimo objeto de la administración pública.
Puerto de La Guaira. Vista interior de los dos almacenes unidos.
Puerto de La Guaira. Vista de un bloque de concreto de 80 toneladas, construido en el mismo lugar, para protección del rompe-olas.
Así, han podido entregarse al servicio, concluidas de un todo, las seis
carreteras antes citadas, las cuales están devolviendo ya al país el valor de
su costo, centuplicado o más, como sucede siempre con los fondos que se emplean
en esta clase de obras. La carretera de Caracas a La Guaira ha mejorado las
importantes comunicaciones entre la Capital de la República su puerto vecino a un
grado tal, que difícilmente podría establecerse un paralelo, tanta es la
diferencia, entre las comodidades de hoy en que a cualquiera hora y en
cualquiera estación del año es posible y fácil traficarla, en minutos puede
decirse, de uno a otro término, y sin las angustias y contrariedades de antes, cuando
había necesidad de esperar las horas fijas del tren, fuera cual fuese la
urgencia, y todavía peor cuando por motivo de los trastornos inherentes a la vía
férrea era preciso esperar días tras días el restablecimiento del tráfico, o
emprender una penosa jornada de un día entero a caballo por un pésimo camino de
recuas.
La carretera de Caracas a Guatire ha puesto a menos de dos horas de la Capital, en cualquier tiempo, a aquella población, centro de la región ubérrima más productora para el mercado de Caracas y para ir a la cual se necesitaba un largo día de a caballo en verano, porque en época de lluvias era con frecuencia impracticable el viaje. La carretera Caracas-Maracay-Valencia cruza la región más poblada de Venezuela y viene a ser una parte considerable hecha ya de la Gran Carretera Occidental, la principal arteria quizá en lo porvenir en la red de comunicaciones del país; y casi la mitad ya también de otra importante arteria, cual es la carretera de Caracas a Barquisimeto, buscando por allí la vía directa de la Capital de la República al centro de los Andes venezolanos.
La carretera de Caracas a Guatire ha puesto a menos de dos horas de la Capital, en cualquier tiempo, a aquella población, centro de la región ubérrima más productora para el mercado de Caracas y para ir a la cual se necesitaba un largo día de a caballo en verano, porque en época de lluvias era con frecuencia impracticable el viaje. La carretera Caracas-Maracay-Valencia cruza la región más poblada de Venezuela y viene a ser una parte considerable hecha ya de la Gran Carretera Occidental, la principal arteria quizá en lo porvenir en la red de comunicaciones del país; y casi la mitad ya también de otra importante arteria, cual es la carretera de Caracas a Barquisimeto, buscando por allí la vía directa de la Capital de la República al centro de los Andes venezolanos.
Vista de puente de la Gran Carretera Centro Occidental de Venezuela.
Carretera de Coro a Cumarebo.
Carretera de Coro a Cumarebo. Puente "Cumarebo".
Carretera de Coro a Cumarebo. Puente "Falcón".
La carretera de Villa de Cura, San Juan y Ortiz ha abierto este año, por
vez primera en la época de las lluvias, el tráfico y comercio de los Llanos, antes
interrumpido siempre en esa época desde Cagua, a las puertas de Caracas, en
adelante, y es ella al mismo tiempo una parte muy considerable, la parte más
difícil, la parte de serranía hecha también ya de la Gran Carretera Oriental de
Venezuela, el otro de los dos principales troncos de nuestra red futura de comunicaciones.
Por último, se está concluyendo el perfeccionamiento de la carretera de Maracay a Ocumare de la Costa, que liga directamente al mar, por la vía más corta, el punto de entronque de las dos mencionadas grandes arterias principales de la red de comunicaciones venezolanas, libre así al comercio, y a las industrias agrícola y pecuaria de la región central de la República, brindando perspectivas de progreso y de prosperidad ilimitadas.
Por último, se está concluyendo el perfeccionamiento de la carretera de Maracay a Ocumare de la Costa, que liga directamente al mar, por la vía más corta, el punto de entronque de las dos mencionadas grandes arterias principales de la red de comunicaciones venezolanas, libre así al comercio, y a las industrias agrícola y pecuaria de la región central de la República, brindando perspectivas de progreso y de prosperidad ilimitadas.
Carretera de Ocumare de la Costa.
En íntima relación con la carretera de Maracay al puerto de Ocumare de
la Costa se han construido también las muy importantes obras del muelle y el
acueducto de dicho puerto. Estas dos obras son ambas interesantes y de notable
aliento, complementarias de aquella importantísima carretera que une directamente
el centro de la República con el mar.
El muelle de Ocumare de la Costa mide ciento cincuenta metros de largo, de
los cuales los cincuenta primeros contiguos a tierra son de sólida obra de
concreto y los cien metros restantes, mar adentro, son de madera creosolada, de
una duración probable triple, por lo menos, de las mejores maderas criollas sin
creosolar; siendo muy de llamar la atención aquí, al tratarse de esta obra, que
en ella se han introducido por vez primera en Venezuela dos mejoras de grande utilidad
práctica para la construcción de muelles en el mar.
Una de estas mejoras es el empleo de las estacas de madera creosolada, cuya duración contra los ataques del teredo marino es de quince y más años, cuando las de madera nuestra sin creosolar usadas siempre hasta ahora entre nosotros para estas obras, aun de nuestras mejores maderas, no duran sino de tres a cinco años por término medio; por manera que de hoy más la duración de las obras de muelles podrá triplicarse y su costo reducirse en definitiva a la mitad de lo que antes era, aparte de la gran ventaja de evitárseles así al comercio y al público las graves incomodidades y al Gobierno las contrariedades que implican el frecuente deterioro y continuas reparaciones de los muelles.
La otra mejora, importante desde el punto de vista de la economía de dinero, de tiempo y de molestias en la construcción de muelles, es el empleo del martinete giratorio, montado sobre rieles y movido por winche de vapor para clavar las estacas. Con este mecanismo se reducirán a la mitad y aun a la tercera parte de lo que antes eran la incomodidad, los riesgos, el costo y el tiempo de esta operación, la más morosa y dificultosa de todas en la construcción de muelles de madera, como tendrán que ser los nuestros por algún tiempo todavía. De esta mejora se da una descripción detallada en la parte expositiva de la presente Memoria.
Una de estas mejoras es el empleo de las estacas de madera creosolada, cuya duración contra los ataques del teredo marino es de quince y más años, cuando las de madera nuestra sin creosolar usadas siempre hasta ahora entre nosotros para estas obras, aun de nuestras mejores maderas, no duran sino de tres a cinco años por término medio; por manera que de hoy más la duración de las obras de muelles podrá triplicarse y su costo reducirse en definitiva a la mitad de lo que antes era, aparte de la gran ventaja de evitárseles así al comercio y al público las graves incomodidades y al Gobierno las contrariedades que implican el frecuente deterioro y continuas reparaciones de los muelles.
La otra mejora, importante desde el punto de vista de la economía de dinero, de tiempo y de molestias en la construcción de muelles, es el empleo del martinete giratorio, montado sobre rieles y movido por winche de vapor para clavar las estacas. Con este mecanismo se reducirán a la mitad y aun a la tercera parte de lo que antes eran la incomodidad, los riesgos, el costo y el tiempo de esta operación, la más morosa y dificultosa de todas en la construcción de muelles de madera, como tendrán que ser los nuestros por algún tiempo todavía. De esta mejora se da una descripción detallada en la parte expositiva de la presente Memoria.
La otra obra que se ha construido en Ocumare de la Costa como complemento
indispensable del puerto de la importante vía carretera que en él termina, es
el acueducto, también de mucho interés público por todos respectos y especialmente
desde los puntos de vista sanitario, técnico y económico. El agua que se ha
escogido, después del más detenido y cuidadoso estudio de todas las fuentes
circunvecinas del puerto, es admirablemente pura, impoluta y agradable, habiéndose
prescindido en absoluto para este servicio del agua malsana del río de Ocumare,
que desemboca en el puerto después de haber sido infestada por las horruras de
infinidad de habitaciones y regadíos de predios.
El agua del acueducto en actual servicio se toma de la abundante limpísima quebrada de Tío Julián, en el corazón de las montañas vírgenes, en un punto arriba del cual se tiene seguridad plena de que esta magnifica fuente no ha recibido, recibe ni recibirá jamás contaminación alguna. El lecho de la quebrada del punto de toma para arriba va todo él por sobre rocas, por entre precipicios inhabitables, y aun puede decirse inaccesibles, hasta su nacimiento en el pico de Tío Julián, uno de los más elevados de nuestra cordillera de la costa; el agua es, pues, una de las más puras y agradables que puedan obtenerse.
Así, el puerto de Ocumare de la Costa es hoy, sin duda, el incomparablemente mejor dotado en toda la República desde este punto de vista y quizá sean muy pocos los puertos que en otros países gocen de un agua de calidad tan excelente, de la cual podrán sentirse muy beneficiosamente, pudiendo llenar de agua de calidad superior en brevísimo tiempo sus depósitos, los buques que hacen la travesía de nuestras costas.
El agua del acueducto en actual servicio se toma de la abundante limpísima quebrada de Tío Julián, en el corazón de las montañas vírgenes, en un punto arriba del cual se tiene seguridad plena de que esta magnifica fuente no ha recibido, recibe ni recibirá jamás contaminación alguna. El lecho de la quebrada del punto de toma para arriba va todo él por sobre rocas, por entre precipicios inhabitables, y aun puede decirse inaccesibles, hasta su nacimiento en el pico de Tío Julián, uno de los más elevados de nuestra cordillera de la costa; el agua es, pues, una de las más puras y agradables que puedan obtenerse.
Así, el puerto de Ocumare de la Costa es hoy, sin duda, el incomparablemente mejor dotado en toda la República desde este punto de vista y quizá sean muy pocos los puertos que en otros países gocen de un agua de calidad tan excelente, de la cual podrán sentirse muy beneficiosamente, pudiendo llenar de agua de calidad superior en brevísimo tiempo sus depósitos, los buques que hacen la travesía de nuestras costas.
Mas, para lograr tan satisfactorio resultado, ha sido preciso llevar el agua
por un atrevido acueducto de diez y seis kilómetros de largo a través de los
pliegues, repliegues, riscos, de una áspera y accidentarla serranía; siendo muy
especialmente digna de llamar la atención en la ejecución de esta obra la difícil
condición técnica que se ha cumplido en ella, de obtener una línea de tubería tan
larga y en terreno tan quebrado, sin contra pendientes, sin que haya habido
necesidad de montar válvula de aire alguna, condición preciosa debida únicamente
al cuidadoso estudio técnico del terreno que precedió al proyecto y ejecución
de la obra; y siendo también muy digna de llamar la atención la grande economía
relativa con que se llevó a cabo este largo acueducto, debido en primer término
al sistema de tuberías empleadas, de acero laminado y remachado, las cuales,
por su poco peso, a suficiente resistencia, suprimieron en su mayor parte el
principal elemento de costo con que habían venido siendo enormemente gravadas
antes las obras de esta clase de acueductos en nuestro país, cual era el sistema
de tuberías de hierro fundido, con un peso diez veces mayor que el de las tuberías
de acero laminado de igual resistencia.
Acueducto de Ocumare de la Costa.
Entre las obras también de notable importancia e interés nacional que
han sido objeto de los estudios y trabajos del Ministerio del Obras Públicas
durante el año de la cuenta, deben igualmente mencionarse las del abastecimiento
y defensa de la Salina de Araya, las de saneamiento del puerto de Guanta y la
reconstrucción del muelle de éste, para facilitar la explotación de los vastos
yacimientos carboníferos de Naricual, en el Estado Anzoátegui, así como la construcción
de un campamento capaz para cuatrocientos reclusos y su guardia respectiva,
destinados a trabajar en las mismas minas.
Vista del Muelle de Guanta, de la quebrada "La Pajita", canalizada y del muro de piedra seca a la orilla del mar.
Empresa de Minas de Carbón, Ferrocarril y Muelle de Guanta. Entrada al socavón "Las Delicias", en Las Peñas.
La gran Salina de Araya es una valiosísima fuente de riqueza para el país,
que es llamada a ser y quizá es ya el principal centro de producción de sal de la
República, así por la superior calidad del artículo y por la enorme cantidad de
él aglomerada en aquel cuantioso depósito, como por la facilidad y baratura
relativa de la explotación y por la seguridad de obtenerse allí la sal de buena
clase y en la cantidad que se quiera, en todas las épocas y en todas las
circunstancias del año.
Mas, para obtener y asegurar las grandes ventajas y recursos que ofrece este inmenso depósito salino, era menester abastecerlo de la cantidad de agua del mar que necesita para su explotación económica, y resguardarlo al mismo tiempo contra las invasiones del propio mar, que ya en otras ocasiones lo habían inutilizado por completo durante largos periodos de tiempo. Con respecto a las obras de saneamiento del puerto de Guanta y reconstrucción de su muelle, ellas son también de grande utilidad nacional en relación con las facilidades que proporcionan para la explotación de las célebres minas de carbón de Naricual y sus alrededores, uno de los yacimientos más vastos, más bien situados de mejor calidad que de este precioso combustible tiene la República.
Mas, para obtener y asegurar las grandes ventajas y recursos que ofrece este inmenso depósito salino, era menester abastecerlo de la cantidad de agua del mar que necesita para su explotación económica, y resguardarlo al mismo tiempo contra las invasiones del propio mar, que ya en otras ocasiones lo habían inutilizado por completo durante largos periodos de tiempo. Con respecto a las obras de saneamiento del puerto de Guanta y reconstrucción de su muelle, ellas son también de grande utilidad nacional en relación con las facilidades que proporcionan para la explotación de las célebres minas de carbón de Naricual y sus alrededores, uno de los yacimientos más vastos, más bien situados de mejor calidad que de este precioso combustible tiene la República.
Ha sido también objeto de la atención especial del Ministerio de Obras Públicas,
durante el año de la cuenta, el importante ramo de la conservación de las
carreteras. Dos sistemas se han puesto en práctica: el de la conservación con
peones camineros y el de la conservación por rastras movidas por bestias. Aun
cuando un solo año de experiencia no es todavía suficiente para decidir de una
manera terminante cuál de los dos sistemas sea el mejor entre nosotros, parece,
sin embargo, que el de peones camineros es el más adaptable hoy por hoy a
nuestras condiciones y circunstancias especiales, si bien se han reconocido las
ventajas económicas evidentes del sistema de rastras para la conservación de
caminos de tierra en tiempo lluvioso. Por lo demás, el Ministerio viene
recogiendo con todo cuidado y esmero los datos y resultados experimentales
necesarios acerca de este interesantísimo asunto, a fin de poder formular una
cartilla de reglas e instrucciones prácticas para la conservación de nuestros
caminos.
Construcción y mantenimiento de las vías de comunicación.
Carretera Maracay - Ocumare de la Costa.
Puente sobre el río Aragua a la entrada de Cagua.
Mientras tanto, si puede considerarse como establecido de una manera
incontrovertible por las experiencias practicadas, que la conservación
continua, sistemática e interesada, sea por medio de camineros, sea por medio
de rastras, cuesta la quinta y aun la décima parte de lo que antes costaba la
composición intermitente, una o dos veces al año; con la decisiva ventaja, además,
de que los caminos conservados de una manera continua permanecen y los goza
siempre el público en buen estado, al paso que por el antiguo sistema, fuera de
que la conservación costaba el décuplo, los caminos no se mantenían en perfecto
estado de servicio sino acaso un mes después de la composición.
Además de las obras de primera importancia hasta ahora mencionadas que
el Ejecutivo Federal tiene la satisfacción de presentar a la consideración del Cuerpo
Legislativo por órgano de este Ministerio como resultados, como frutos benéficos
del esfuerzo, de los sanos principios administrativos del patriotismo de la
Causa Rehabilitadora de Venezuela y de su meritísimo Jefe durante el año de la
cuenta, se han llevado también a cabo otra multitud de obras cuyo relato sería demasiado
largo en esta Introducción y que, si no de tan grande aliento como las
enumeradas, si son todas ellas de positiva utilidad pública, frutos del fecundo
principio de procurar siempre obtener “la mayor utilidad con el minimum de gasto”.
De todas ellas, así como de las notables obras mencionadas a grandes rasgos en
esta Introducción hallaréis una relación y descripción circunstanciada en la
parte titulada “Exposición” de la presente Memoria.
Entre los temas diversos asuntos que han cursado en el Despacho de Obras
Públicas durante el año de la cuenta, se considera especialmente digno también de
llamar en muy alto grado la atención del Congreso de la República, por su grande
interés nacional, el contrato para la construcción del Ferrocarril de Castilletes
en La Goajira, que unirá la vasta y potente región carbonífera del Estado Zulia
directamente con el mar, para los transportes del carbón a los centros del
consumo mundial por buques de gran calado.
El contrato en referencia fue aprobado en las precedentes sesiones ordinarias del Cuerpo Legislativo de la Nación, y los pormenores de las estipulaciones relativas a la concesión de esta importante obra corren insertos en las páginas146 a 155 del presente volumen. Este contrato
es de un grande interés nacional desde todos los puntos de vista, no sólo por las
abundantes fuentes de riqueza que está llamado a desarrollar en el país, sino también,
lo que es de mayor valor todavía, por la moralidad administrativa que establece
para esta clase de negociaciones entre nosotros.
En contraste con los antiguos contratos sobre concesiones ferrocarrileras de todo punto onerosos, la última de cuyas terribles consecuencias se logró al fin cancelar después de un cuarto de siglo de lucha, en el arreglo celebrado con el Ferrocarril de Puerto Cabello a Valencia, las estipulaciones sobre el Ferrocarril de Castilletes evidencian de la manera más patente el alto progreso patriótico alcanzado en este ramo por virtud del régimen administrativo, sano y honrado, instaurado en Venezuela por la Causa de Diciembre.
En el nuevo patrón para los contratos de este género, establecido en la concesión del mencionado ferrocarril, no se estipulan subvenciones ni garantías de ningún linaje, ruinosas para la Nación; los intereses del país están allí plenamente resguardados, sin que prive ninguna otra mira, ningún otro objetivo en la concesión, sino fomentarlos y protegerlos. Allí la exención de derechos aduaneros esta concedida apenas por el tiempo que se ha considerado estrictamente necesario para que la Empresa adquiera estabilidad suficiente; se ha estipulado en beneficio exclusivo del público la rebaja equitativa de la tarifa de fletes y pasajes desde que el tonelaje trasportado pase de cierto límite, prudencialmente establecido y claramente determinado; y por último, se obliga al contratista a consignar un depósito fuerte, efectivo, como garantía de la buena, segura y pronta ejecución de las obras.
Es, pues, realmente en el más alto grado digno de llamar y fijar la atención del Congreso y del país este contrato, que con sus patrióticas estipulaciones sienta un precedente preciosísimo; y el cual debe considerarse en lo sucesivo como patrón y norma inalterable de todos los contratos de interés nacional, poniéndosele así el cese definitivo para siempre a la especulación antipatriótica por medio de contratos de sedicente interés público, que antes de la Era Rehabilitadora había venido siendo la gangrena de la moralidad administrativa, la ruina de las finanzas de Venezuela, el óbice insuperable para nuestro progreso y una incesante peligrosa amenaza contra la dignidad y aún contra la soberanía misma de la República.
El contrato en referencia fue aprobado en las precedentes sesiones ordinarias del Cuerpo Legislativo de la Nación, y los pormenores de las estipulaciones relativas a la concesión de esta importante obra corren insertos en las páginas
En contraste con los antiguos contratos sobre concesiones ferrocarrileras de todo punto onerosos, la última de cuyas terribles consecuencias se logró al fin cancelar después de un cuarto de siglo de lucha, en el arreglo celebrado con el Ferrocarril de Puerto Cabello a Valencia, las estipulaciones sobre el Ferrocarril de Castilletes evidencian de la manera más patente el alto progreso patriótico alcanzado en este ramo por virtud del régimen administrativo, sano y honrado, instaurado en Venezuela por la Causa de Diciembre.
En el nuevo patrón para los contratos de este género, establecido en la concesión del mencionado ferrocarril, no se estipulan subvenciones ni garantías de ningún linaje, ruinosas para la Nación; los intereses del país están allí plenamente resguardados, sin que prive ninguna otra mira, ningún otro objetivo en la concesión, sino fomentarlos y protegerlos. Allí la exención de derechos aduaneros esta concedida apenas por el tiempo que se ha considerado estrictamente necesario para que la Empresa adquiera estabilidad suficiente; se ha estipulado en beneficio exclusivo del público la rebaja equitativa de la tarifa de fletes y pasajes desde que el tonelaje trasportado pase de cierto límite, prudencialmente establecido y claramente determinado; y por último, se obliga al contratista a consignar un depósito fuerte, efectivo, como garantía de la buena, segura y pronta ejecución de las obras.
Es, pues, realmente en el más alto grado digno de llamar y fijar la atención del Congreso y del país este contrato, que con sus patrióticas estipulaciones sienta un precedente preciosísimo; y el cual debe considerarse en lo sucesivo como patrón y norma inalterable de todos los contratos de interés nacional, poniéndosele así el cese definitivo para siempre a la especulación antipatriótica por medio de contratos de sedicente interés público, que antes de la Era Rehabilitadora había venido siendo la gangrena de la moralidad administrativa, la ruina de las finanzas de Venezuela, el óbice insuperable para nuestro progreso y una incesante peligrosa amenaza contra la dignidad y aún contra la soberanía misma de la República.
Gran Ferrocarril de Venezuela. Estación Las Tejerias.
Gran Ferrocarril de Venezuela. Puente Nidos de Golondrinas.
Gran Ferrocarril de Venezuela. Puente Carbonera.
Grande es la satisfacción del Despacho de Obras Públicas al dar cuenta
esta vez al Congreso de un cúmulo relativamente tan considerable de hechos cumplidos,
de obras ejecutadas, tan útiles e importantes, como son los enumerados, los muchos
otros que se describen en la Exposición de la presente Memoria. Esto es tanto
más satisfactorio cuanto que todo lo realizado se ha hecho calladamente, sin ruido,
alardes ni ostentaciones, al sencillo impulso del cumplimiento del deber, en
completa conformidad con el espíritu práctico y el carácter esencialmente de
hombre de acción, serio y modesto del Jefe de la Causa, cuyo fecundo y conciso lema
de “Paz y Trabajo" se desenvuelve en silencio pero con eficacia en hechos
y obras de positivo y trascendental beneficio para el país, bajo la austera y
discreta consigna de "hacer lo más y decir lo menos posible".
Ferrocarril Nacional de La Vela de Coro. Máquina "19 de Diciembre" y material rodante. Vista tomada frente a la Aduana de La Vela.
Y si se considera que todo lo que se ha hecho de que se da cuenta en esta
Memoria, ha sido llevado a cabo en medio de la crisis más espantosa que haya
azotado a la humanidad durante los siglos, y a la cual era imposible que se sustrajera
Venezuela no obstante la habilidad, discreción del piloto que la guía, sube de
punto la satisfacción del patriotismo al vislumbrar hasta dónde se podrá llegar
en la vía del progreso patrio en un próximo futuro, cuando vuelvan los tiempos
normales y puedan aumentarse los fondos destinados al desarrollo nacional, si
se prosigue, como habrá de proseguirse por el sendero sano y recto de la
honradez y el patriotismo administrativo demarcado por el General Juan Vicente
Gómez con una energía, una constancia, una fe inquebrantable en el triunfo de
la buena causa y una habilidad verdaderamente admirables, logrando encarrilar
de este modo elementos dirigentes y las fuerzas vivas de la República.
Así, al presentaros hoy mis patrióticas felicitaciones y
congratulaciones para vuestra reunión en el Congreso, al amparo de la paz
bienhechora que le ha dado a Venezuela el Caudillo de Diciembre, secundado por
su leal colaborador el Doctor Victorino Márquez Bustillos, no puedo menos que hacer
los más fervientes votos por el acierto de vuestras deliberaciones, a fin de
que el Cuerpo Nacional que constituís contribuya de manera eficaz a afianzar,
consolidar y robustecer la obra administrativa honrada, sana y fecunda de la Rehabilitación
Nacional, emprendida por el General Gómez, y de cuyo afianzamiento en las prácticas
de la República dependen, sin duda alguna, los más amplios destinos futuros de
nuestra Patria.
Caracas: 19 de abril de 1918.
Luis Vélez.