(De “El Pertinaz”, de Cúcuta, Colombia, el 3 de marzo de 1934).
El 19 de
Diciembre de 1933, marcó para la hermana República de Venezuela el 25º
aniversario de su Rehabilitación Nacional, bajo los auspicios del Benemérito
General Juan Vicente Gómez, fecha feliz que cada venezolano debe guardar con
orgulloso recuerdo y reconocer que por unánime aclamación Nacional, el brazo,
el carácter enérgico y la buena voluntad de un hombre en quien encarnan las
grandes virtudes y todas las fuerzas psicológicas de un pueblo, rompieron con
ella un pasado de luchas estériles, de zozobras y de peligros que mantuvieron
al borde de la ruina la obra misma de los Libertadores.
Esta fecha
marcará en la historia de Venezuela, el resurgimiento definitivo de la
República, porque durante este lapso ha realizado la más completa evolución en
el camino de su engrandecimiento, alcanzando una situación envidiable entre los
países más ricos, más cultos y ordenados; y exponente elocuentísimo de lo que
esa etapa ha significado y significa en el desenvolvimiento de la vida
Nacional, y que celebra espontáneamente el pueblo Venezolano, es precisamente
la índole de la participación oficial en los festejos, esto, es la inauguración
de múltiples obras públicas, pudiéndose observar que desde Caracas hasta la más
apartada población, una nueva obra de utilidad, de cultura o de ornato quedará
marcando este día con una nota evidente de progreso y de civilización, por lo
cual resalta en primer término un ejemplo de pulcritud y de actividad en el
fomento general de la Nación en sus diversos ramos, reflejos de la perenne
acción del fundador de la PAZ que dedica incansablemente sus energías y su
vigilancia al bien procomunal.
La República
de Venezuela, el país entero sabía perfectamente que cuando el General Juan
Vicente Gómez, advino al solio Presidencial, encontró a la Nación en ruinas en
todos sus órganos administrativos y políticos. Las relaciones con los Estados
extranjeros rotas algunas por desaciertos de anteriores Gobiernos y las demás
en tensión hostil, por causas diversas. El entrabamiento del Poder Central con
los de las Bases de la Unión obstaculizado por anarquía de los Caciques
provinciales, dueños y señores de varias comarcas desde principios de la República.
No existía sino la sombra de una Hacienda, con pocos recursos y amenazada en
sus ingresos fundamentales. Casi ni había Fomento. Las Obras Públicas se
reducían a algunos edificios de ornato construidos en Caracas y en una Capital
del Estado. El Ejército en descuido. La Instrucción Pública desorientada.
Hombre de trabajo y de acción, de iniciativa y de carácter, el General Juan
Vicente Gómez se dio a la tarea de redimir a su Patria de aquel lamentable
estado de agotamiento, de reanimarla en todos sus resortes y elementos básicos
de vitalidad.
Para
consagrarse más íntimamente a los problemas internos, restableció ante todo las
relaciones con las Potencias y Estados extranjeros sobre un pie de igualdad
nunca visto, merced a la sabia labor de la Cancillería dirigida por el criterio
sano del Patriota de Diciembre. De esa cordialidad de relaciones fue magnífico
ejemplo, el concurso que prestaron las naciones al esplendor de las fiestas
centenarias de la Independencia, por intermedio de Embajadas Extraordinarias.
Consolidó la acción del Poder Central unificando las relaciones de los
Gobiernos Seccionales y dirimiendo las disputas existentes entre las Entidades
Federativas, como también al reunir con tacto político admirable a los
Caudillos preponderantes en medio siglo de vida Republicana, en el seno de un
Consejo de Gobierno consultivo. A poco la honradez y rectitud del General Gómez
hicieron innecesario ese cuerpo político. En materia fiscal y administrativa,
fue el creador de métodos de tributación cónsonos con la capacidad de pago de
los contribuyentes; abrió nuevas fuentes de ingreso para el Fisco: fue el
primero que instituyó el sistema de galardonar las capacidades técnicas de los
empleados públicos, con el riguroso ascenso jerárquico en los Despachos del
Ejecutivo. Fundó, puede decirse sin ambages, el fomento de la riqueza pública
de Venezuela, con la alteza de su propio ejemplo de hombre de trabajo y
mediante su previsión en atraer el capital extranjero por medio de garantías
ciertas; que le han dado puesto de honor entre las Naciones progresistas de
este Continente. Llevó a cabo obras públicas en toda la extensión del
territorio Nacional, de lo cual es prueba irrefutable la cantidad de más de
diez mil kilómetros de carreteras con que se ha verificado la unidad geográfica
y hasta la política de la Patria Venezolana. Transformó el Ejército, que es hoy
una Institución, un organismo nuevo dignísimo, disciplinado y poderoso, dotado
de la nueva arma de la aviación. La Instrucción Pública la orientó por el derrotero
de las Ciencias Modernas, para lo cual se utilizan métodos novísimos y se
multiplican grandemente los planteles de enseñanza.
Y palpable
está la labor del saneamiento moral del país, conseguido como resultado de una
campaña bien dirigida y sostenida contra la vagancia y la criminalidad que ya
es casi nula en Venezuela.
También
merecen comentario entusiasta, dentro de la Eminente y Amplia obra del
Benemérito Estadista, las reformas fiscales de su Administración. Tales
reformas han traído espléndidos resultados y por ellas el viejo Código de
Hacienda, que era un obstáculo para la organización perfecta de ese ramo, fue
sustituido por cuatro Leyes: la fundamental (Ley Orgánica de Hacienda
Nacional), Ley de Aduanas, la Ley Orgánica de la Renta de Salinas y la Ley de
Papel Sellado Nacional. Y, además, fueron reformadas la de Crédito Público, la
de Rentas de Licores, Cigarrillos y Estampillas, la de Impuestos sobre las
sucesiones y otros ramos de la Renta Nacional.
Por otra
parte, ha sido sólo el patriotismo del General Gómez el que inspiró el pago de
las deudas externas hasta su completa cancelación, al punto de exhibir a su
patria como el ejemplo único entre los países de la Tierra. En ese sentido, la
ha libertado de una obligación tremenda, verificando su independencia económica
y consiguientemente su independencia política.
Y no
obstante estar ya cancelada la Deuda Externa de Venezuela, haber atendido
eficientemente a todos los ramos y gastos de la Administración de la República,
a cada año que pasa, hay un excedente de varios millones en el Tesoro Nacional,
que es una reserva del Gobierno.
La labor
política y administrativa del General Gómez es, pues, el sólido pedestal de su
gloria, exaltando su nombre como Benemérito Jefe de la Rehabilitación Nacional,
fundador de la PAZ en Venezuela, y aclamado una vez más como “Único y Sabio
Conductor” de los destinos de la República Venezolana.
(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 9 de marzo de 1934).