lunes, 6 de abril de 2020

EL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ ANTE LA HISTORIA



(De “El Pertinaz”, de Cúcuta, Colombia, el 3 de marzo de 1934).
El 19 de Diciembre de 1933, marcó para la hermana República de Venezuela el 25º aniversario de su Rehabilitación Nacional, bajo los auspicios del Benemérito General Juan Vicente Gómez, fecha feliz que cada venezolano debe guardar con orgulloso recuerdo y reconocer que por unánime aclamación Nacional, el brazo, el carácter enérgico y la buena voluntad de un hombre en quien encarnan las grandes virtudes y todas las fuerzas psicológicas de un pueblo, rompieron con ella un pasado de luchas estériles, de zozobras y de peligros que mantuvieron al borde de la ruina la obra misma de los Libertadores.
Esta fecha marcará en la historia de Venezuela, el resurgimiento definitivo de la República, porque durante este lapso ha realizado la más completa evolución en el camino de su engrandecimiento, alcanzando una situación envidiable entre los países más ricos, más cultos y ordenados; y exponente elocuentísimo de lo que esa etapa ha significado y significa en el desenvolvimiento de la vida Nacional, y que celebra espontáneamente el pueblo Venezolano, es precisamente la índole de la participación oficial en los festejos, esto, es la inauguración de múltiples obras públicas, pudiéndose observar que desde Caracas hasta la más apartada población, una nueva obra de utilidad, de cultura o de ornato quedará marcando este día con una nota evidente de progreso y de civilización, por lo cual resalta en primer término un ejemplo de pulcritud y de actividad en el fomento general de la Nación en sus diversos ramos, reflejos de la perenne acción del fundador de la PAZ que dedica incansablemente sus energías y su vigilancia al bien procomunal.
La República de Venezuela, el país entero sabía perfectamente que cuando el General Juan Vicente Gómez, advino al solio Presidencial, encontró a la Nación en ruinas en todos sus órganos administrativos y políticos. Las relaciones con los Estados extranjeros rotas algunas por desaciertos de anteriores Gobiernos y las demás en tensión hostil, por causas diversas. El entrabamiento del Poder Central con los de las Bases de la Unión obstaculizado por anarquía de los Caciques provinciales, dueños y señores de varias comarcas desde principios de la República. No existía sino la sombra de una Hacienda, con pocos recursos y amenazada en sus ingresos fundamentales. Casi ni había Fomento. Las Obras Públicas se reducían a algunos edificios de ornato construidos en Caracas y en una Capital del Estado. El Ejército en descuido. La Instrucción Pública desorientada. Hombre de trabajo y de acción, de iniciativa y de carácter, el General Juan Vicente Gómez se dio a la tarea de redimir a su Patria de aquel lamentable estado de agotamiento, de reanimarla en todos sus resortes y elementos básicos de vitalidad.
Para consagrarse más íntimamente a los problemas internos, restableció ante todo las relaciones con las Potencias y Estados extranjeros sobre un pie de igualdad nunca visto, merced a la sabia labor de la Cancillería dirigida por el criterio sano del Patriota de Diciembre. De esa cordialidad de relaciones fue magnífico ejemplo, el concurso que prestaron las naciones al esplendor de las fiestas centenarias de la Independencia, por intermedio de Embajadas Extraordinarias. Consolidó la acción del Poder Central unificando las relaciones de los Gobiernos Seccionales y dirimiendo las disputas existentes entre las Entidades Federativas, como también al reunir con tacto político admirable a los Caudillos preponderantes en medio siglo de vida Republicana, en el seno de un Consejo de Gobierno consultivo. A poco la honradez y rectitud del General Gómez hicieron innecesario ese cuerpo político. En materia fiscal y administrativa, fue el creador de métodos de tributación cónsonos con la capacidad de pago de los contribuyentes; abrió nuevas fuentes de ingreso para el Fisco: fue el primero que instituyó el sistema de galardonar las capacidades técnicas de los empleados públicos, con el riguroso ascenso jerárquico en los Despachos del Ejecutivo. Fundó, puede decirse sin ambages, el fomento de la riqueza pública de Venezuela, con la alteza de su propio ejemplo de hombre de trabajo y mediante su previsión en atraer el capital extranjero por medio de garantías ciertas; que le han dado puesto de honor entre las Naciones progresistas de este Continente. Llevó a cabo obras públicas en toda la extensión del territorio Nacional, de lo cual es prueba irrefutable la cantidad de más de diez mil kilómetros de carreteras con que se ha verificado la unidad geográfica y hasta la política de la Patria Venezolana. Transformó el Ejército, que es hoy una Institución, un organismo nuevo dignísimo, disciplinado y poderoso, dotado de la nueva arma de la aviación. La Instrucción Pública la orientó por el derrotero de las Ciencias Modernas, para lo cual se utilizan métodos novísimos y se multiplican grandemente los planteles de enseñanza.
Y palpable está la labor del saneamiento moral del país, conseguido como resultado de una campaña bien dirigida y sostenida contra la vagancia y la criminalidad que ya es casi nula en Venezuela.
También merecen comentario entusiasta, dentro de la Eminente y Amplia obra del Benemérito Estadista, las reformas fiscales de su Administración. Tales reformas han traído espléndidos resultados y por ellas el viejo Código de Hacienda, que era un obstáculo para la organización perfecta de ese ramo, fue sustituido por cuatro Leyes: la fundamental (Ley Orgánica de Hacienda Nacional), Ley de Aduanas, la Ley Orgánica de la Renta de Salinas y la Ley de Papel Sellado Nacional. Y, además, fueron reformadas la de Crédito Público, la de Rentas de Licores, Cigarrillos y Estampillas, la de Impuestos sobre las sucesiones y otros ramos de la Renta Nacional.
Por otra parte, ha sido sólo el patriotismo del General Gómez el que inspiró el pago de las deudas externas hasta su completa cancelación, al punto de exhibir a su patria como el ejemplo único entre los países de la Tierra. En ese sentido, la ha libertado de una obligación tremenda, verificando su independencia económica y consiguientemente su independencia política.
Y no obstante estar ya cancelada la Deuda Externa de Venezuela, haber atendido eficientemente a todos los ramos y gastos de la Administración de la República, a cada año que pasa, hay un excedente de varios millones en el Tesoro Nacional, que es una reserva del Gobierno.
La labor política y administrativa del General Gómez es, pues, el sólido pedestal de su gloria, exaltando su nombre como Benemérito Jefe de la Rehabilitación Nacional, fundador de la PAZ en Venezuela, y aclamado una vez más como “Único y Sabio Conductor” de los destinos de la República Venezolana.                  
(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 9 de marzo de 1934).