martes, 13 de octubre de 2020

LA NEUTRALIDAD DE VENEZUELA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

 

Primera Guerra Mundial (1914 - 1918).

La presente carta fue escrita y publicada en Panamá por el señor Rafael Ángel Arráiz, mientras ejercía el cargo de Cónsul de Venezuela en aquella República, con residencia en Colón. En ella se expone el verdadero concepto de la actitud del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela y su Gobierno, en medio del conflicto armado durante la Primera Guerra Mundial. 


Colón, República de Panamá, 10 de diciembre de 1917.

Señor Director de “La Estrella de Panamá”.

Panamá.

Su ilustrado diario publicó en estos días un grave artículo sobre Venezuela, el cual tomó del periódico norteamericano The New York Herald.

El referido artículo, con el cual se ha pretendido sorprender a la opinión pública en asunto de tanta gravedad, ha sido inspirado, como lo dice el diario neoyorquino, por un venezolano; por uno de la media docena de malos patriotas que forman el circulito enemigo residente en Nueva York, y el cual está constituido por elementos ruidosamente fracasados en la vida pública de Venezuela. Sin excepción alguna, todos y cada uno de ellos fueron altos empleados de mi Gobierno, pero debido a la ineptitud de unos y a la probada deslealtad de todos, tuvo que alejarlos del Gobierno el General Gómez, primero por constituir un obstáculo para la política de unión que impera en mi país, y luego porque no se ocupaban sino de las bajas intrigas políticas en beneficio personal, desatendiendo escandalosamente la administración de los intereses públicos.

Ellos han informado al periódico americano que “Venezuela está sometida a la influencia germana y regida por agentes prusianos” y otras atroces calumnias, con las cuales, en busca de apoyo para sus locas ambiciones, atentan más bien que contra nosotros contra el seno sagrado de la inocente Patria.

En mi país, ni aún en una época desenfrenada y de caos absoluto como fuera el Gobierno de Castro, en ninguna época de su historia, ha privado jamás ninguna influencia de fuera: ni germana, ni inglesa, ni francesa, ni española, ni americana. Todo cuanto en los anales de mi Patria ha ocurrido, bueno o malo, desde la Independencia hasta nuestro progreso actual, es obra exclusiva nuestra y a nuestras propias virtudes o vicios se le debe. Allá tenemos descansando en su reposo augusto las cenizas del Libertador y ellas constituyen el sagrado Paladión de la Patria!

Lo que hay de cierto en la pretendida influencia germana de que hablan nuestros contrarios es que ellos, viéndose reducidos a la impotencia por el desprecio de la opinión pública y envidiosos de los triunfos que gana a diario el General Gómez en la Administración, llegan en su extravío hasta comprometer a la República pretendiendo malquistarle el cariño de sus tradicionales amigas Francia y los Estados Unidos, sin pensar que con esto pueden desgarrar la veste inmaculada de la Patria tranquila.

En una palabra: andan cambiando honor por pan, precisamente en esta hora grave en que todos los hombres de conciencia, en medio de la espantosa conflagración que ha destruido todas cuantas fueron rutas felices de la humana vida, sacrifican hasta las ambiciones más legítimas en los altares de la Patria y fortalecen la acción de sus gobiernos legales para defender como es debido el honor y la gloria de la bandera. Si esos malos patriotas vivieran en Alemania o Turquía dirían entonces que Venezuela estaba sometida a la influencia de los Aliados, a fin de buscar el apoyo de turcos o germanos para sus ambiciones de poder.

Mientras estos compatriotas descarriados están realizando semejante peligrosa propaganda, que apunta como una espada de fuego al propio corazón de la Patria, el Presidente Gómez, con la conciencia de su hombría de bien y seguro del cariño del pueblo, que es la verdadera fuerza de Gobierno, continúa imperturbable realizando su obra de progreso en Venezuela: inaugurando carreteras modernísimas que hoy cruzan el territorio nacional en millares de millas; inaugurando fábricas de papel, fábricas para las extracciones de taninos; inaugurando Centrales azucareros; inaugurando refinerías petroleras; inaugurando Compañías de Navegación; instando con la palabra y con el ejemplo el laboreo de la tierra, a fin de que nos bastemos a nosotros mismos, realizando en suma su obra personal que se reduce no sólo a encaminar los pueblos hacia delante, sino en dirigirlos hacia arriba.

El New York Herald ha sido sorprendido por una información calumniosa, y los quilates morales de quienes la dieron pueden apreciarse claramente al ver que ella atenta hasta con los sagrados intereses de su propia Patria.

En medio de su honrada neutralidad, Venezuela está llena de duelo por los horrores del incomparable conflicto; las válvulas de su caridad se han abierto para el socorro de las víctimas de la guerra en magníficos festivales sociales, como el que acaba de verificarse en Caracas a beneficio de la Cruz Roja Británica, y sus anhelos por la paz tocan los límites de férvidas instancias. Presenciamos conmovidos la hecatombe, yéndose las mejores simpatías de la nación hacia Francia y los Estados Unidos, por tradición, por sentimientos, por nuestro probado amor a la libertad, al heroísmo, al arte y al patriotismo sin mancillas.

Las presentes líneas llevan únicamente el propósito de volver por los fueros de la santa verdad, rectificando el artículo del New York Herald, y nunca para señalar la actitud sospechosa de los malos hijos de la Patria, quienes llevan en la conciencia el eco de su propia reprobación, Venezuela no se ocupa de ellos; y en cuanto al General Gómez, tanto se le dan los manejos de los contrarios como las hojas que a veces caen sobre él en las campiñas de Maracay desde lo alto de una rama seca!

Soy del señor Director, su servidor y amigo,

Rafael Ángel Arráiz

Cónsul General de Venezuela

(Publicado en “El Nuevo Diario”, el 19 de junio de 1918).