viernes, 5 de enero de 2018

DON FLORENCIO GÓMEZ FUNDÓ EQUIPOS DEPORTIVOS Y CONTRIBUYÓ AL DESARROLLO DE LA AVIACIÓN

(Diario “El Siglo”. Jueves, 4 de enero de 1996).

Sepultado en Caracas un Caballero del Aire.

Este maracayero fallecido a los 87 años, hijo del General Juan Vicente Gómez, fundó en Maracay los primeros equipos de béisbol, basquetbol y polo ecuestre; fue gran impulsor de la tauromaquia y auspiciador de la aviación venezolana y el hipismo.

(Por: Oldman Botello). 

Cuando sólo faltaban 5 minutos para marcharse diciembre y con el mes, el año 1995, un paro cardíaco acabó en Caracas con la vida de don Florencio Gómez Núñez de Cáceres, hijo del General Juan Vicente Gómez en su unión con doña Dolores Amelia Núñez de Cáceres, caraqueña.

Don Florencio había nacido en Maracay, en la casa de La Azotea, avenida Bolívar cruce con calle Mariño, el 7 de noviembre de 1908, a las tres de la tarde, tercer vástago de la unión ya citada y fue él quien reemplazó a Alí Gómez en el acendrado cariño del padre, tal como una vez lo dijo, por la afinidad de gustos y por el entendimiento entre ambos, además de que siempre andaban juntos, desde niño hasta ya adulto.

Florencio Gómez Núñez fue una figura interesante del periodo en que le tocó desenvolverse al lado de su padre en Maracay. Caballeroso, gentil, se ganaba el aprecio de quienes lo conocían. Una Maracay que comenzaba en la calle Sucre y terminaba en la Ayacucho, de estampa bucólica, tanto que ir al hotel La Barraca era como trasladarse a un lugar foráneo, a disfrutar del aire campesino.

Florencio y su hermano Juan Vicente (fallecido en 1966) estuvieron vinculados al deporte desde muy pequeños; en 1918 constituyeron el primer equipo de beisbol de la ciudad de Maracay, el “Spalding” y fue contratado posteriormente para entrenarlos un beisbolista puertorriqueño, Santiago Torres “Peniman”, que se quedó en Maracay y formó parte del “Borinquean Star” como cátcher; con muchachos de la sencilla Maracay de entonces, se constituían los equipos y jugaban en una sabanita donde hoy está emplazado el edificio Calicanto, frente a la plaza de toros.

Luego, en 1928 serían adelantados en la introducción del basquetbol en Maracay, con el “Piratas”, con otro tico como entrenador, el agrónomo Onofre Carballeira y jugaban en el club Bolívar (frente a la actual Gobernación de Aragua) y en el matadero (avenida Carabobo con Constitución y Ayacucho).

Pero a estos dos deportes que introdujeron en Maracay, se debe agregar el polo ecuestre, que practicaban con caballos criollos e importados, a lo cual los instó un trabajador de las petroleras y gran aficionado, míster Stabler, inglés. Practicaban en las instalaciones de la Escuela de Aviación Militar y eran compañeros en esa afición José Rosario Gómez, Juan Vicente Gómez Núñez, Efraín Gómez, Ramón y Vicente Martínez Ruí, Ramón Ignacio Méndez Llamozas y Ulpiano Varela. Hasta una copa ganaron en competencias. Otro deporte en el cual descolló don Florencio Gómez fue en los toros coleados. Buen caballista y jinete en las mangas de Maracay, Turmero, Villa de Cura y San Juan de los Morros, alternando con los hermanos Martínez Ruí y con el doctor Julio de Armas Mirabal, destacado médico.

Mención aparte merece su dedicación por la fiesta brava; no se quedó en mero espectador, porque eran frecuentes las capeas en las haciendas, especialmente en “La Providencia”, en San Jacinto y en “Guayabita”, Esa afición lo llevó junto a su hermano Juan Vicente a la construcción de la plaza de toros de Maracay a la cual un cronista taurino capitalino bautizó como Maestranza; la Maestranza de Maracay, recordando a la vieja plaza sevillana, semillero de toreros. Fueron muchas las contrataciones de diestros realizadas durante los años de 1933 a 1935. Esos mismos matadores de toros que después fueron sus grandes amigos: Sananes, Los Bienvenida, Juan Belmonte, Pepe Amorós, Carnicerito de México y de Málaga, Julio Mendoza; el rejoneador Cañero y tantas otras figuras de la torería. Un poco más acá, a Dominguín, Diamante Negro y la dinastía Girón. Fue un gran aficionado y Maracay le debe su plaza de toros, que ordenó construir al arquitecto Carlos Raúl Villanueva.

Otra de sus querencias fue la aviación. Asistió desde muy niño al génesis de la aviación militar venezolana y le correspondió formar parte de la directiva de la primera línea aérea comercial venezolana, la Línea Aérea Aeropostal Venezolana (LAV), hoy desactivada. Aprendió a volar con Roberto Guerin, quien le tomó cariño, en los fragilísimos aviones Caudrón G-3 y G-4 que conformaron la primera plantilla aérea venezolana; una vez le preguntamos si su padre lo supo y nos manifestó que “se hacía el loco”. En una ocasión se montó con él el propio director de la Escuela de Aviación, coronel David López Henríquez, porque si llegaba a ocurrir una tragedia, él no sabía cómo llevarle la novedad al General Gómez, por eso prefirió correr personalmente el riesgo viajando con su compadre Florencio.

Don FIorencio fue una especie de vocero oficial, interlocutor válido entre la naciente Fuerza Aérea Venezolana (FAV) y el General Gómez, designado por éste mismo: una especie de comandante de la FAV de civil y sin cartera. Dejó escrito su personal visión de la evolución de la FAV en 1970 al publicar, con motivo de las Bodas de Oro de aquella, su libro “Mis Apuntes sobre la Aviación Venezolana”; posteriormente dictaría al autor de estas notas sus memorias que salieron publicadas bajo el título de “Mis 27 años al lado del General Gómez”, editada el año pasado por la Editorial Planeta hispano-venezolana y que fue un éxito de librería. Por allí desfilan sus recuerdos junto al General Gómez, sus amigos, sus relaciones interpersonales, la administración gomecista; la evolución del Maracay desde que tuvo uso de razón.

A la muerte de su padre, don Florencio Gómez debió abandonar precipitadamente el país, por el querer de una persona a quien ellos en la familia tenían como uno más de la casa, el General Eleazar López Contreras. Fue el 23 de diciembre de 1935, debiendo marchar a Europa y luego a los Estados Unidos, permaneciendo exiliado hasta 1941 cuando se le permitió el regreso. Inclusive debió casarse en horas de la madrugada en Maracay, poco antes de partir, con su novia, doña Elena Arráiz Lossada, con quien el pasado 23 de diciembre de 1995 celebró en su casa, con una misa, 60 años de feliz matrimonio. Su primera hija, Rosa Elena Gómez Arráiz nació durante su estada en Europa.

En los años posteriores y después que le fueran devueltos los bienes que le incautó la victoriosa junta de gobierno que asumió el 18 de octubre de 1945 (se los devolvió otra junta militar, la de 1948, presidida por Delgado Chalbaud), se dedicó a la cría en sus tierras de Aragua, al sur de Maracay y a los bienes raíces. Frecuentemente venía a Maracay, adonde era llamado para recibir homenajes y reconocimientos por instituciones oficiales y privadas. La Fuerza Aérea Venezolana le había otorgado sus máximas condecoraciones y consagró un premio con su nombre al mejor alumno de la Escuela de Aviación Militar cada año.

Desde hacía dos años se encontraba padeciendo su salud y su lamentable deceso: ocurrió el 31 de diciembre de 1995 a las 11:55 de la noche. Fue sepultado el martes pasado en el Cementerio General del Sur, al lado de su hijo Florencio Vicente Gómez Arráiz. Don Florencio Gómez Núñez fue un ejemplo de caballerosidad, bonhomía y de amor por la tierra aragüeña.

Que en paz descanse.

(Publicado en el Diario “El Siglo”, el jueves 4 de enero de 1996).