(Reportaje. El Periódico, Diario de Aragua, 3 de enero de 1996).
Con el año 1995 a punto de fenecer, muere el favorito de los hijos del General
tachirense Juan Vicente Gómez. Fundador de la torería nacional e ideólogo de la
Aviación Venezolana, don Florencio Gómez Núñez, fue también el último que grabó
para siempre en la memoria las postreras palabras del hombre de “La Mulera”,
registro histórico que ha corrido de boca en boca por todo el país.
De brazos cruzados, la mirada bajo la
transparencia de los cristales, y al lado del retrato a cuerpo entero de su
padre, el General Juan Vicente Gómez, quedó Florencio Antonio Gómez Núñez, hijo
del Benemérito y de doña Dolores Amelia Núñez de Cáceres, quien acaba de morir
a los 87 años dejando una estela de entrevistas e imágenes que surten, en la
historia menuda y local, la escala de anécdotas y detalles de la Maracay que le
tocó vivir al lado de su padre.
TOROS y AVIONES
Por esa afición a los toros, Florencio
y su hermano Juan Vicente fundaron las ganaderías “La Providencia” y “Guayabita”.
Según reporta “El Vito”, esta última ganadería, “ayudó a toreros como Eleazar Sananes “Rubito” y Julio Mendoza “El
Negro”, pareja angular del toreo venezolano”.
El mismo “El Vito” escribe que la
ganadería de “Guayabita” fue una empresa ciclópea, “pues los hermanos Gómez Núñez, en el año 1932, desembarcaron en el
Puerto de Turiamo, doscientas ochenta cabezas, seleccionadas entre Juan
Belmonte y Antonio Cañero y que habían sido adquiridas en Córdoba de las
dehesas de los señores Pallarés Delsors”.
Tanta era la afición que encargó al
arquitecto Carlos Raúl Villanueva para que construyera la Maestranza de
Maracay. VilIanueva recorrió los más importantes cosos de España y el 20 de enero
de 1933, fue inaugurada con bombos y platillos, con asistencia del General Juan
Vicente Gómez, quien se mostró en La Mezquita a todo el pueblo que asistió. El palco
fue diseñado para que el General Juan Vicente Gómez disfrutara de las corridas
de toros.
Llamado benefactor taurino, Florencio
Gómez Núñez auspició la fiesta brava durante el Gobierno del General Juan
Vicente Gómez e instruyó para que se le diera un carácter propio en la ciudad
donde el hombre de “La Mulera” tenía su asiento.
De Florencio Gómez se dice, razones
hay, de haber sido igualmente el animador para la fundación de la Aviación
Militar y Civil venezolana. De allí los distintos homenajes que la Fuerza Aérea
le ofreció, rematando con la erección de una estatua de su padre, el General Juan Vicente Gómez, en los patios del Museo Aeronáutico de Maracay.
La estatua ha sido erigida para
revitalizar la presencia del General Gómez en esta Venezuela, maltratada por los
errores hasta ahora no superados por Gobierno alguno, lo que hace que muchas personas
evoquen el nombre del General Gómez con la nostalgia del regreso. A propósito
de estos acontecimientos, aquellos que promueven la figura del General Gómez,
el mismo Florencio Antonio dijo en una ocasión, en una entrevista para este
diario, el miércoles 29 de enero de 1992:
“No quería morirme sin reivindicar el nombre de mi papá. Ruego a Dios
todos los días para que me permita estar vivo el día en que el nombre de Juan
Vicente Gómez se reconozca en la historia de Venezuela como el de un venezolano
que se dedicó por entero a la reconstrucción de su país...”.
SOBRE ARAGUA Y LOS TOROS
Muchas páginas se han escrito sobre
la presencia de Florencio Gómez Núñez. Entre esas páginas, “El Vito” rescata y
continúa hablando con los datos que el mismo Florencio Gómez le entregara en
medio de tantas conversaciones. Escribe el cronista taurino:
“Trajeron vacas, sementales, pie de cría, mulas y bueyes, vaqueros,
hierros, monturas, sogas, todo lo que existía en la famosa ganadería andaluza, vacada
que sigue cosechando triunfos en las más importantes plazas de España bajo la divisa
de Benítez Cubero, Lora Sangrán y de los Hermanos Pallarés”.
EL ÚLTIMO VÁSTAGO
De los hijos del General Gómez sólo
quedaba Florencio. Su hermana, la señora
Cristina Gómez de Martínez, quien mora en esta ciudad, es la hija que los
sobrevive. Como último de los vástagos del General
Gómez, supimos de su voz grabada, durante los postreros momentos del hombre de
“La Mulera”, quien agradeció a Dios haberle permitido morir el 17 de diciembre,
fecha que señala también la muerte de Simón Bolívar. “¿Qué día es hoy?”, le preguntó a Florencio el moribundo. “17 de diciembre papá”, respondió
Florencio. Y él postrado, sereno y claro expresó: “Que bueno. Si el Señor quiere que muera hoy, ¿qué le vamos a hacer?”.
En la entrevista el recién fallecido
hijo del gobernante andino, señaló:
“Esa plaza (La Maestranza) la hicimos mi hermano y yo. Ahora es propiedad
Municipal cuyo importe jamás nos ha sido resarcido; que la mantengan está bien,
pero que la posean sin pagarla, está mal. Son muchas las obras que allí se
hicieron de las cuales algunas perduran. Muchas han sido fieramente
maltratadas, como el Hotel Jardín, obra única en su tipo en este y otros
países”.
Palabras que se ajustan a la opinión
muy de hoy sobre el desastre en que ha sido convertida la ciudad de Maracay.
Coincidimos plenamente con esta voz ya apagada, en que la capital de Aragua,
construida por el General Gómez, haya sido llevada a una marginal comarca
pagando con sus obras. Eso que el General Gómez construyó es patrimonio
nacional.
Con la muerte de Florencio Antonio
Gómez Núñez Cáceres, desaparece la voz directa del gran jefe andino que tanto
beneficio, progreso y desarrollo realizó por la ciudad de Maracay.
(Reportaje. El Periódico, Diario de Aragua, 3 de enero de 1996).