Monumento del Armisticio,
erigido por orden del Presidente de la República, General Juan Vicente Gómez en
1911, que representa la importante fecha del 27 de noviembre de 1820, en el
pueblo de Santa Ana (Edo. Trujillo), cuando se realizó la histórica entrevista
entre Simón Bolívar y el Jefe realista Pablo Morillo, para ratificar con un
abrazo los Tratados que acababan de firmar.
El Monumento del Armisticio, ubicado en Santa Ana, Estado Trujillo,
llamado también "Monumento al abrazo de Bolívar y Morillo", realizado
en bronce, fue encomendado al escultor venezolano Lorenzo González por el
Gobierno del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República
de Venezuela, en el año 1911.
La magnífica obra en bronce del
escultor venezolano Lorenzo González, realizada en 1911, que representa el
abrazo de Simón Bolívar y Pablo Morillo.
La Guerra a Muerte decretada por Bolívar y secundada por Bermúdez, Piar,
Arismendi, Campo-Elías y muchos otros patriotas, con torrentes de sangre
pusieron dique al derramamiento de sangre humana, porque los peninsulares
sobrecogidos de horror al ver que estaban combatidos con iguales armas apelaron
al Armisticio. Páez y Sucre perdonando y protegiendo a los vencidos hicieron
inscribir sus nombres en los anales de la gloriosa España.
Bolívar siempre noble y generoso, posponiendo su gloria a la gloria de la
patria cuando acepta el Armisticio propuesto por Morillo debiendo encontrarse
con él en el pueblo de Santa Ana (Edo. Trujillo) para firmar el Tratado de
Regularización de la Guerra, fue sin escolta, apenas con diez oficiales. Cuando
el primer General de España se presentó seguido de su Estado Mayor y de un
escuadrón de húsares. Al saber por O’Leary cual era el séquito del Libertador,
dijo: "él ha demostrado ser más
generoso que yo", y despidió a sus húsares.
Toda proposición de Armisticio es una solicitación de misericordia por el
que se considera en vísperas de ser vencido.
Pablo Morillo que se consideraba vencedor de Napoleón en España y era calificado
como el primer General de la Península, se presentó ante el Libertador de gran
uniforme, con el pecho cubierto de condecoraciones y éste con un viejo levitón
azul.
Morillo propuso la erección de un monumento en el pueblo para recordar a
las generaciones venideras que los rencores personales y los odios nacionales
deben olvidarse ante la lealtad y la sinceridad, se separaron con un abrazo
para no volver a verse jamás. Ese tratado fue la consecuencia del Decreto de
Guerra a Muerte.
Bolívar firmando el Armisticio con Morillo sintió en su poder el pendón de
la victoria con que después de Carabobo y Ayacucho iba a engalanar el cielo de
la América y a hacer colocar su nombre rodeado del de Páez y el de Sucre y de
los de los defensores de la América, en el templo de la Gloria.
El 25 de noviembre de 1820, conforme a lo convenido,
se firma en Trujillo el Tratado de Armisticio y el 26 de noviembre de 1820, el Tratado de Regularización de
la Guerra entre España y Colombia, representadas ambas naciones por Pablo
Morillo y Simón Bolívar, respectivamente. Según el propio Libertador, este
Tratado "es digno del alma de Sucre", por el cual desde ahora en
adelante "se hará la guerra entre España y Colombia como la hacen los pueblos
civilizados".
Aunque el Armisticio se rompió antes de vencerse el
plazo, sirvió para refrescar la tropa, entrenarla, vestirla y darle nuevos
bríos para la lucha que continuó y desembocó en la batalla de Carabobo. Otro
hecho positivo de este Tratado fue la finalización de la Guerra a Muerte,
aunque en la práctica ya Bolívar la había dejado de hacer.
El 1º de Diciembre de 1820 renuncia a la Capitanía
General de Venezuela el General Pablo Morillo, quien había venido con órdenes
de pacificar las colonias y dejó el mando en manos del General Miguel de la
Torre y regresó a España.
El Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender
las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con
miras a concertar la paz definitiva. Este Tratado se firmó por seis meses y
obligaba a ambos ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el
momento de su firma.
El Tratado de Regularización de la Guerra significó el
compromiso de ambos bandos de hacer la guerra respetando las normas más elementales
del derecho de gentes, que habían sido violadas de parte y parte durante los
años de la guerra. Desde 1810, la guerra fue una contienda en que no se
respetaba la vida de los prisioneros, ni siquiera la de los heridos en el campo
de batalla. Tal manera de hacer la guerra fue terriblemente perjudicial a
nuestro país, por el carácter de contienda civil que tuvo y por la inclinación
de grandes sectores del pueblo a apoyar a los realistas. La firma de este
Tratado vino, pues, a significar la terminación de la guerra a muerte,
proclamada por El Libertador desde 1813.
TRATADO DE REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA (FRAGMENTOS)
Art.
1º. La guerra entre Colombia y España se hará como la hacen los pueblos
civilizados....
Art.
2º. Todo militar o dependiente de un ejército tomado en el campo de batalla,
aún antes de decidirse ésta, se conservará y guardará como prisionero de
guerra, y será tratado y respetado conforme a su grado, hasta lograr su canje.
Art.
4º. Los militares o dependientes de un ejército, que se aprehendan heridos o
enfermos en los hospitales y fuera de ellos, no serán prisioneros de guerra, y
tendrán libertad para restituirse a las banderas a que pertenecen luego que se
hayan restablecido.
El
Armisticio firmado en Trujillo quedó interrumpido antes del plazo señalado y la
guerra se reanudó a partir del 28 de abril de 1821. La causa de esta
interrupción fue el pronunciamiento de la ciudad de Maracaibo, en donde una
asamblea popular reunida el 28 de enero, declaró la ciudad y su territorio
constituidos en "República Democrática", unida a Colombia.
Inmediatamente después de este pronunciamiento, las tropas patriotas entraron
en Maracaibo y ocuparon la plaza. Estos hechos fueron interpretados por los
realistas como una violación del Armisticio, basándose en que Maracaibo estaba
dentro de los límites del territorio que les correspondía según el tratado. Sin
embargo, el pronunciamiento de Maracaibo era un acontecimiento de gran
importancia que venía a reforzar las posiciones políticas y militares de los
independientes. Esta ciudad y su provincia habían permanecido fieles al
gobierno Español y el cambio de actitud que ahora asumía no podía quedar sin el
debido respaldo del gobierno patriota. En tal sentido, El Libertador mantuvo la
ocupación de la ciudad e invitó al jefe español a conversaciones para llegar a
un acuerdo favorable del incidente. Este arreglo no fue posible, y ambos bandos
convinieron reanudar las hostilidades a partir del 28 de abril de 1821.