lunes, 1 de julio de 2019

EL MAESTRO PADILLA DEDICÓ MARCHA "MARACAY" AL GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ


El gran maestro español José Padilla de fama mundial.

En Venezuela, me trataron muy bien y regresé a Europa… Llevo para la próxima revista del Casino una marcha, "Maracay", que dedico al General Juan Vicente Gómez, el Presidente de Venezuela. Creo que será otro "Valencia".


Así se expresó el gran maestro compositor y pianista español José Padilla sobre Venezuela, al terminar su gira por América, en parte de una amena e interesante entrevista realizada por Braulio Solsona para la Revista "Mundo Gráfico" de España en 1930 que reproducimos a continuación.

Como se recordará, el 18 de mayo de 1929, se presentó en el Teatro Municipal de Caracas (Venezuela) el espectáculo del célebre maestro José Padilla, autor de la música de "La Violetera", "El Relicario", "Princesita", "Valencia" y muchas otras canciones inmortales. El maestro Padilla fue recibido con mucho cariño y admiración por el público venezolano. Quedó tan impresionado y agradecido del éxito conquistado en esta generosa tierra, que tuvo la gentileza de componer una marcha titulada "Maracay" que dedicó al Benemérito General Juan Vicente Gómez. Esa marcha, como señaló en su entrevista, sería interpretada en el Casino de París (Francia). 


EL AUTOR DE "VALENCIA" HA VUELTO DE AMÉRICA

"Los Corales" en el Pueblo Español. Azulejos sevillanos. Carteles de toros. Una reja florida. Unos barriles de dorada manzanilla. La cabeza de un toro que pasó a la historia porque lo mató Rafael "El Gallo" y porque su muerte le fue brindada a Titta Ruffo. Cante jondo en conserva—fandanguillos en gramófono—. Aceitunas aliñadas. Pescado frito. Danza de cañeros.

Y de un lado para otro, con el mantón ceñido al busto y flores en el pelo, Candelaria Medina, morena y malagueña, para dar, con su gracia, con su belleza, sabor y ambiente a aquel rincón de Andalucía.

Me alegro de verle—nos dice—, porque ahí dentro, en el patio, hay un paisano mío y amigo de usted.

Aún no ha acabado de decirlo, y en la puerta se recorta la silueta del maestro Padilla, que se deshace en los aspavientos de la efusividad meridional. El internacionalismo de su vida actual no ha quitado a Pepe Padilla ni el tipo de gitano ni el acento andaluz. Unos cuantos kilos y unas cuantas canas más es todo lo que observamos de nuevo en él. Por lo demás, signe siendo el mismo luchador, inquieto y optimista, que hace unos años conocimos en los escenarios barceloneses de zarzuela. El mismo; pero triunfador en París—y en el mundo—por obra y gracia de unas cuantas canciones famosas.

Padilla acaba de regresar de América. Vivía tranquilo y feliz en París. Tenía una fortuna. Le solicitaban las Empresas y los cantores y los artistas. Tenía lo que hubiera sido para cualquier otro la suprema aspiración. Pero Padilla es un temperamento inquieto, un incorregible trotamundos, y dejó París para tentar a la Fortuna en América. Un día reúne á veinte músicos y forma bajo su dirección una orquesta. Repertorio: Albéniz, Granados, música moderna de jazz y sus canciones. ¡Y a tierras americanas! Embarca en el Lafayette y llega a Cuba. Éxito. Pasa a Guatemala, al Salvador, a Costa Rica, a Panamá. Más éxito.

Se traslada a Colombia y gusta también mucho... Pero...En Colombia le ocurre un incidente desagradable, en el que se había de poner a prueba su temperamento de luchador.

Al contratar a sus músicos—15 franceses, 2 belgas, 2 españoles y 1 italiano—se estipula que en caso de producirse alguna diferencia se acepta como única jurisdicción la del consulado francés en el lugar donde la divergencia ocurra.

Surge la diferencia en Barranquilla con un músico belga. Y éste, en lugar de recurrir, según por escrito se había comprometido, al cónsul francés, busca los servicios de un abogado colombiano para entablar demanda ante los Tribunales del país.

Padilla, alegando la firma del contrato, cree que el asunto debe resolverse en el consulado francés.

Y cuando trata de salir del país, el abogado del músico, doctor Uribe Holguín, "le pone un arraigo" y Padilla queda detenido.

Pero, ¿fue usted á la cárcel?

Estuve mes y medio detenido en la Jefatura de la Policía Departamental contra toda justicia y toda razón, me pasé mes y medio preso.

Por haber querido eludir el "arraigo"—y eso que me había asesorado del ministro de España, Sr. Aristegui, que consideraba la razón de mi parte—y haber pretendido salir de Colombia, fui preso, y detenido estuve mes y medio.

¿Y qué solución se dio al asunto?

La que menos esperábamos. El ministro de España me aconsejó que nombrara abogado al letrado español García González, y éste, al estudiar el asunto, descubrió que adolecía de vicio de nulidad. El "arraigo" había sido firmado, en calidad de testigo, por un hijo del abogado Uribe Holguín, y mi abogado pudo demostrar que carecía de fuerza legal.

Saldría usted inmediatamente de Colombia, ¿verdad, Padilla?

Para no volver más. De allí pasé a Venezuela, donde me trataron muy bien, y regresé a Europa.

¿Qué proyectos tiene ahora?

Volver á América. Pero a los Estados Unidos. Voy en calidad de turista andaluz. Y de paso estudiaré lo del cine parlante, que creo va a revolucionar el espectáculo. Concretamente no sé si haré algo ni si hay algo que hacer...

Entonces, ¿abandona París?

¡De ninguna manera! Llevo para la próxima revista del Casino una marcha, "Maracay", que dedico al General Juan Vicente Gómez, el Presidente de Venezuela. Creo que será otro "Valencia"...Y en Enero he de estrenar una opereta en Marigny, ya que he perdido el tumo en los Bufos y en el Chatelet por estar en América.

¿Y en España?

Me quedo con las ganas. ¿No ve usted que los libretistas no se acuerdan de mí?...

Reportaje concluido. Despedida. Otro chatito. Esta ronda por mí. Ahora pago yo otra. Etc., etc...

Cuando quiera verme, ya lo sabe. Aquí me encontrará. A pesar de que soy internacional—dice Padilla sonriendo—, me tira mi tierra, y me encuentro mejor que en ningún sitio aquí, en este rincón andaluz del Pueblo Español.

BRAULIO SOLSONA

(Entrevista publicada en la Revista "Mundo Gráfico" de España, en 1930).




El gran maestro, pianista y compositor musical José Padilla Sánchez, nació en Almería (España), el 28 de mayo de 1889 y falleció en Madrid (España), el 25 de octubre de 1960.

Su padre se lo llevó de ayudante a su sastrería, pero al joven Padilla no le gustaba este trabajo y, afortunadamente, apareció pronto un personaje decisivo para él que modificó el curso de su vida: Eugenio Lloret, director de la banda de música de Infantería de Marina, quien, adivinando sus aptitudes, le propuso estudiar música con él.

En Almería actuó en el Casino y, ya por entonces, siendo tan pequeño, empezó a componer. Él mismo dirigió una obrita suya al frente de una pequeña orquesta, quedando claro que su vocación definitiva era la música.

Su primer desplazamiento a Madrid tiene lugar con 15 años, cuando su profesor de música, Lloret, recomienda el viaje a sus padres. Comienza sus estudios en el madrileño Real Conservatorio Superior de Música y pronto destaca su trabajo bajo la influencia de los grandes profesores que tuvo la suerte de conocer.

Visita los lugares de moda de esta época y se hace amigo de las personas que frecuentan estos lugares: militares, toreros, músicos, artistas. En 1906 lo contratan como director del Teatro Barbieri y presenta su primera obra de teatro: Socorro o la hija de Chispa, que se estrenó en Almería. De este mismo año es la zarzuela en un acto "¡Mala hembra!", con letra de D. Ventura de la Vega, estrenada en el Barbieri y en la que Padilla utiliza un tema popular de Andalucía: "El Garrotín". Dirigirá igualmente el teatro Martín, pero su gran ilusión es estrenar en el prestigioso Apolo, tan de moda por aquellos días, consiguiéndolo el 28 de noviembre de 1910 con su obra "Pajaritos y flores".

Realizó varios viajes sucesivos a Barcelona, donde llegó a tener residencia permanente durante largas temporadas. Descubre la ciudad gracias a su amigo Amadeo Vives, compositor; asiste a reuniones de ambientes teatrales, conoce al poeta Muntaner, al músico Pahissa, a grandes personajes como Ramón Casas, Pablo Picasso y otros, que luego se convertirían en admiradores suyos.

Los letristas Oliveros y Castellví le pidieron una música con ambiente taurino y Padilla compone "El Relicario" (1915), cuyo origen está en la afición que sentía Padilla por los toros, pues de pequeño acompañaba a su padre a las corridas. La estrenó la cupletista Mari Focela, pero quien la hizo famosa fue Raquel Meller, esposa del periodista Gómez Carrillo desde 1919.


La interpretación fue apoteósica. Esta obra constituyó un acontecimiento y traspasó las fronteras: se cuenta que el triunfo electoral de Eisenhower en 1952 estuvo acompañado por las notas alegres y sentimentales de "El Relicario". La canción entusiasmó tanto que se escuchó en todos los actos públicos de esa campaña. En París se vendieron 110.000 ejemplares del pasodoble y, según afirma D. Martínez Olmedilla, Padilla se compró un "château" en Francia.


A requerimiento de su amigo y letrista, Eduardo Montesinos, compuso "La Violetera" (1915), inspirándose en las floristas del Paralelo de Barcelona. La primera cupletista que cantó por esta canción fue Consuelo Portela (La Chelito); después lo hizo Conchita Ulía, "con traje goyesco, mantilla de madroños y los consabidos palillos"; la interpretación de Raquel Meller, en el Olympia de París, en 1919, obtendría un extraordinario éxito. La vedette Sara Montiel, en la película que lleva el mismo nombre, mimó la canción, ataviada con sus botas, falda de volantes y un cestillo de violetas. Charles Chaplin utilizó esta canción en su película "Luces de la Ciudad", en tiempos de cine mudo; más tarde, cuando llegó el sonido, la volvió a utilizar sin autorización, de modo que Chaplin, por sentencia judicial, se vio obligado a incluir el nombre de Padilla en los créditos de la película.

En 1934 compone la zarzuela "La bella burlada" basándose en los recuerdos de su estancia en la ciudad de Granada y la estrena en el Teatro Nuevo de Barcelona, actuando Padilla como director de la orquesta. Al día siguiente, la prensa felicita a los creadores.

Viajó por distintos lugares de Europa y América, que le ayudaron en su creación musical, ya que se relacionó con artistas de distintos ámbitos: escritores, músicos, pintores, artistas que forman parte de la Historia Universal del siglo XX.

Ciudadano del mundo, sus canciones son adoptadas por distintos pueblos, se universaliza. Buenos Aires, donde realizó numerosos viajes, también ejerció una fuerte influencia en su obra. Primero, como director de orquesta en la compañía de Úrsula López y alternando este trabajo con sus composiciones. La inspiración en Buenos Aires le sirvió para componer unos tangos: "Porteñita", "Vidalita", "Vieja herida", "Tango al corazón" y "El taita del arrabal", entre otros; este último, con letra de Manuel Romero, alcanzó tal éxito que es considerado como una tradición; lo han cantado distintos artistas, entre ellos, el gran Carlos Gardel.

En la ciudad porteña estrena la zarzuela "La corte del amor", en el Teatro de la Comedia (1916), con el tenor Tito Schipa. Allí conoció a los empresarios Emilio Losada, Fernando Rey y a los artistas de una compañía que venía contratada por estos empresarios, el matrimonio Ibáñez Menta con su hijo Narcisín (7 años). Dedicada al pequeño, compuso la obra "El príncipe Cañamón".

Sigue relacionándose con grandes personajes del mundo artístico: Miguel Ligero y Carlos Gardel, quien interpretaría varias canciones de Padilla. De su etapa americana también podemos destacar "Las burladoras", en la que, en un pequeño papel, actuó una jovencita que más tarde se convertiría en una gran vedette: Celia Gámez.

Por recomendación de Losada, Padilla viaja a París, ciudad donde más tiempo vivió, más éxitos cosechó, más dinero ganó, más homenajes se le rindieron y más atención le prestaron, quizás, el país preferido de Padilla y donde se consolidaría su fama de artista genial.

En París, Padilla se emociona y queda maravillado ante esta ciudad de las luces, por el ambiente bohemio que entonces allí se respiraba. Su música se escuchaba en los mejores locales parisinos, entre ellos, el Folies Bergère, el Moulin Rouge y el Casino de París. Padilla goza escuchando su música en estos lugares y sigue relacionándose con los artistas más importantes del momento: G. Gerswin, Picasso, Ortíz de Zárate. Ingresó como miembro de la Sociedad de Autores de París (SACEM). También era socio de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores).

El grandioso pianista y compositor José Padilla. 

Otra de las grandes canciones de Padilla fue "Ça c’est París", estrenada en 1926 en el Moulin Rouge por "La Mistinguette", alcanzando tal éxito que hasta se ofreció a Padilla la nacionalidad francesa, llegando a decirse que esta canción se ha convertido en emblema de París. En su anecdotario como canción puede citarse el que fuera tarareada por la mítica Greta Garbo en "Ninotchka", cuando recuerda en Moscú los placeres perdidos de la Ciudad Luz. Padilla vive a lo grande y tiene chófer, mayordomo y toda clase de servicio.

En Francia, los artistas más destacados son atraídos por su obra capaz de alcanzar las más sutiles formas de expresión del alma humana: Maurice Chevalier, Josephine Baker, la célebre intérprete y activista Yvonne George, Jane Marnac, Dranem, Gabaroche, Anna Fougez... Y especialmente Mistinguett, referente fundamental de la atracción popular y de intelectuales, Sacha Guitry, Richepin, Jean Cocteau a quienes frecuenta el propio Padilla, de hecho, al comenzar en París vive con el hijo del célebre académico, Tjarko Richepin, la fotógrafo Krull, la austriaca d’Ora, Paul Poiret, José Zamora, Rotschild, Foujita... La prensa dice que es "El compositor español, tan francés, tan parisino". José Padilla recibe los elogios de Maurice Ravel, Messaguer, Milhaud... Mistinguett califica a José Padilla como "Su favorito"Maurice Chevalier escribe que "nadie ha glorificado musicalmente París como José Padilla".

La artista Mercedes Serós quería una música con sabor a Valencia y pide a Padilla una de sus composiciones. El compositor piensa enseguida en el pasodoble de la revista "La bien amada", en la parte que canta el coro de los marineros o pescadores. Y Mercedes Serós cantó por primera vez en París esta melodía (1925). De esta forma nació la famosa Valencia, un pasodoble lleno de alegría y elegancia, con un sentimiento muy español y letra de José A. Prada. En las primeras semanas se llegan a recaudar 25 millones de francos. Pero quien verdaderamente hizo famosa esta canción fue la famosa cupletista Mistinguette, que la cantó en el Moulin Rouge logrando uno de los mayores triunfos internacionales alcanzados en su carrera artística. Después ha sido cantada por infinidad de artistas: Carlos Gardel, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Hipólito Lázaro, etc. En Valencia se le rindieron distintos homenajes: un busto y una calle con su nombre.

Regresa a Madrid y estalla la Guerra, pero Padilla sigue trabajando y compone "Sinfonía portuguesa", como homenaje a su mujer, Lydia. En estos años realizó viajes a distintos lugares europeos: en Estambul conoce al filósofo, escritor y político León Trostky; visita Noruega, siempre acompañado por su mujer; y llega a Italia, donde conoce a otra personalidad de la música y al que admiraba: Puccini, bastante mayor que él. Aquí compuso la música para el cuento infantil de Pinocho.

La producción del compositor almeriense abarca distintos géneros: ballets, obras para piano solo, una obra para orquesta y coro, obras de acompañamiento, de carácter religioso, dos para música de cámara, dos óperas y diez operetas, varias zarzuelas, películas con música suya, obras para bandas sonoras, espectáculos, varias canciones... En la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) figuran 265 obras. Destacan en Padilla su asombrosa capacidad de improvisación, que sólo se encuentra en los músicos innatos.

Es una personalidad peculiar: viaja por el mundo acompañado de su piano y sus dos perros. Destaca su elegancia en el vestir, cosa nada extraña en el hijo de un sastre. Era muy exigente consigo mismo. Las mujeres de su entorno tuvieron gran importancia en su vida afectiva: la actriz Gloria Torrea; Rosa Oruechevarría, a la que conoció en Buenos Aires en 1916 y con la que se casó en 1917, aunque se separó de ella al año siguiente; la artista Adrianne Boissard, con la que vivió varios años; la cantante italiana Gabriela Bezanzoni, que estrenó en México "La gitana", una de las dos óperas de Padilla; Lydia Ferreira, cantante portuguesa conocida como "La Lusitana", con la que contrae matrimonio, el 8 de diciembre de 1934 y convive hasta su muerte.

En sus pocos viajes a Almería dejó siempre claro el cariño y el recuerdo que en todo momento había conservado a su tierra. En 1935, por acuerdo del Ayuntamiento, se le nombra hijo predilecto de Almería y compone un "Himno a Almería".

En 1942 viene a esta ciudad con su mujer y trae el prometido himno con letra del poeta y escritor almeriense José Mª Álvarez de Sotomayor. En 1946 Padilla llega unos días antes del estreno, ensaya, concede una entrevista en Radio Almería a Juan Cuadrado, prueba voces de grupos en la antigua Escuela de Artes (hoy Instituto Celia Viñas) y, por fin, el 29 de agosto, en la misma plaza de toros, dirigió su famosa obra "Valencia" y su "Himno a Almería", al frente de tres bandas de música: las municipales de Córdoba y Almería y la de la 1ª Legión de Tropas de Aviación, con la intervención de los coros almerienses. El día 31, en el despacho oficial del alcalde y con asistencia del Gobernador Civil y jefe provincial del Movimiento, se le entrega un artístico pergamino en el que consta el acuerdo municipal de nombrarle "Hijo Predilecto de Almería".

En 1944 compuso una obra dedicada a la memoria de sus padres, con un autógrafo dedicado al autor las tres letras, el poeta Bernardo Martín del Rey. Las tres canciones ("La ciudad novia", "Sueño oriental" y "Zambra Urcitana") son como un pequeño jardín en un bello desfile de melodías evocadoras de la dulce y delicada "Ciudad Novia", que es su tierra. Más tarde compuso el "Himno-Plegaria a la Virgen del Mar", con letra de Manuel del Águila, estrenado en Almería el 8 de abril de 1951.

El 25 de octubre de 1960, a las once de la mañana, se extingue la vida de José Padilla Sánchez de un ataque al corazón. Había vivido intensamente, su permanencia se recordará siempre a través de sus canciones: "Lírico creador de sueños", como lo llamó el periodista Luis González de Linares.

Su obra musical fue declarada por la UNESCO, el 22 de junio de 1989, de interés internacional.

El Auditorio Maestro Padilla, es un espacio escénico ubicado en la ciudad de Almería (España). Su nombre está dedicado en honor al músico almeriense José Padilla Sánchez. El auditorio fue construido por el arquitecto José Seguí y fue inaugurado, el 6 de mayo de 1992, por la Reina Sofía.

(Información biográfica tomada de Brotons Bernal, Mª. Carmen).