martes, 2 de julio de 2019

LA OPINIÓN DEL CÓNSUL DE VENEZUELA EN ESPAÑA SOBRE EL PRESIDENTE GÓMEZ EN 1923



Don J. M. Betancourt Sucre, Cónsul General de Venezuela en España, sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho, General Antonio José de Sucre. (Revista "España y América").

Afortunadamente, nunca han sido más cordiales nuestras relaciones, gracias al gran espíritu de confraternidad internacional que anima al General Gómez.

A bordo del vapor Buenos Aires, y presentado por el señor Cónsul de Venezuela en Andalucía, tuvimos la complacencia de conocer al nuevo Cónsul General de Venezuela en el Reino, Sr. J. M. Betancourt Sucre, del que solicitamos hacer una interviú, a lo que accedió enseguida, amablemente.

El distinguido funcionario venezolano es persona culta, caballerosa y cordial, perteneciente a la juventud intelectual de la joven República. Es sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho, General Antonio José de Sucre. Ha desempeñado importantes Consulados en países de América y Europa, y habla varios idiomas. Se dirige a Barcelona, que es la residencia oficial de su importante cargo, y lo acompaña su estimable familia.

Adscrito sin reservas a la causa que ha realizado la rehabilitación y engrandecimiento de su patria, y unido al ilustre conductor de los destinos nacionales, General Juan Vicente Gómez, con vínculos de noble y leal partidarismo, nos habló con entusiasmo de la alteza de miras que ha guiado siempre los actos del Presidente Gómez y de cómo a su alto esfuerzo patriótico se ha hecho sólida y extraordinaria la situación económica, progresista y moral de la República. El Cónsul nos dijo:

La paz en Venezuela es completa, inconmovible. Tiene bases de convencimiento absoluto en la conciencia del pueblo, que la ama y la venera como a la suprema divinidad de las naciones. La defiende, además, el brazo potente y la voluntad férrea del General Gómez, que está hoy en el pleno goce de su salud y energía.

A una pregunta nuestra sobre la enfermedad que aquejó en meses pasados al eminente gobernante, nos responde, amable:

La salud del General Gómez es hoy mejor que nunca. Como siempre ha acostumbrado, trabaja doce horas diarias en su despacho, atendiendo a todos los ramos de la administración. Recorre a caballo la pintoresca ciudad de Maracay, en donde gusta residir y que a él se lo debe todo, e inspecciona los cuarteles, que dicho sea de paso, están a la altura de los mejores de Europa.

Nosotros nos hacemos eco de los elogios que ha merecido el Ejército venezolano, y el señor Cónsul nos dice, vibrante de satisfacción:

El Ejército, es una entidad de la cual está orgullosa la República. Es obra exclusiva del General Gómez y de su hijo el joven y denodado General José Vicente Gómez, quien como su ilustre padre, es ídolo del Ejército.

¿Los caudillos han desaparecido enteramente del país?, preguntamos:

En absoluto. Terminó con ellos la política conciliadora, unificadora, eminentemente nacional del General Gómez. Su lema salvador de Patria y Unión fue la bandera, la efectiva y leal concordia de la familia venezolana. Recientemente se ha reunido un grupo de estos desprestigiados, desmoralizados caudillos, y ha lanzado una alocución pintoresca que ha sido acogida con unánime protesta en el país. A estos pobres señores no se les toma en serio y sólo risa y desprecio ha producido "su compactación" en tierras extrañas.

Se nos ha dicho que es prodigiosa la producción petrolífera en Venezuela...

Sí, señor, esa es la palabra, prodigiosa. Los yacimientos son inmensos, y en ciertos puntos, como en Maracaibo, han alcanzado proporciones extraordinarias. Además, la ley que rige la exploración y explotación es muy liberal, y atrae a los capitalistas extranjeros. Se acaba de formar una Compañía con un capital de 25 millones, formada por elementos del país y con el infatigable señor D. Roberto Ramírez a la cabeza. Con este motivo reina gran entusiasmo en toda la República. El porvenir de Venezuela es verdaderamente grandioso, como es admirable su actual florecimiento.

La situación financiera de Venezuela es la mejor de la América del Sur. El Gobierno tiene en Caja, en oro, 65.000.000 de bolívares, y el bolívar es hoy de las primeras monedas en el mercado mundial. La deuda nacional se ha reducido en un 60 por 100, y el país está todo atravesado de carreteras amplias que, partiendo desde La Guaira hasta Apure, y desde Caracas hasta los Andes, llegan hasta la frontera de Colombia.

¿Fue muy sentido en el país el atentado de que fue víctima el primer Vicepresidente?

Muchísimo. Produjo verdadera consternación y justa y general protesta. Al finado General D. Juan C. Gómez se le quería en extremo. Era bueno, tranquilo, demócrata, y sólo se complacía en ser útil a todos. Las distintas clases sociales lo querían por igual; lo mismo los altos personajes de sociedad que los hijos del pueblo. El homenaje que le rindió la clase obrera fue verdaderamente grandioso. Una manifestación del alma popular de Caracas a su querido y liberal Gobernador.

¿Y qué planes trae usted, Sr. Betancourt?

Los de los leales servidores de la Patria y de la causa. Servir con lealtad, con desinterés y con patriotismo los grandes intereses de mi país. Cooperar con nuestro Ministro, el ilustrado y concienzudo diplomático doctor José Ignacio Cárdenas, y con mis compañeros en la carrera, en todo lo que se relacione con el acercamiento comercial de España y Venezuela.

Afortunadamente, nunca han sido más cordiales nuestras relaciones, gracias al gran espíritu de confraternidad internacional que anima al General Gómez y al tacto sabio del actual jefe de la Cancillería, el doctor Pedro Itriago Chacín, quien es el mejor intérprete que ha tenido mi Gobierno en las grandes ideas de la causa.

Suena una campana invitándonos a abandonar el vapor y nos disponemos a despedirnos del Sr. Betancourt, quien a modo de encargo cordial, que con gusto cumplimentamos, nos dice:

Saludo en usted muy atentamente a la prensa de España y le ruego presente mis respetos a las autoridades de la provincia.

Cuando nos disponemos a ganar las escalas, pasa junto a nosotros el Sr. D. Antonio Vives, capitán del buque, y el Sr. Betancourt nos dice:

Excelente persona el capitán. Le estoy agradecido a sus muchas atenciones. Yo felicitaría a la Compañía Trasatlántica, por tener empleados como éste.

A poco partía el Buenos Aires, luciendo como una bandera gris su penacho de humo…

EDUARDO DE ORY

(Publicado en la Revista "España y América", 1 de Octubre de 1923).