jueves, 10 de marzo de 2022

DISCURSO DEL DR. PEDRO MANUEL ARCAYA 1925


El Dr. Pedro Manuel Arcaya, Ministro de Relaciones Interiores, en el momento de pronunciar sus palabras de agradecimiento a los obreros de Caracas y al pueblo venezolano por el masivo acto de apoyo y cariño demostrado al Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez. Año 1925.  

DISCURSO

Señores:

El Benemérito General Gómez, Presidente de la República, nos ha honrado, al General Rafael María Velasco y a mí, designándonos para que lo representemos en este acto.

Así, pues, en su nombre, os expresamos que él acoge con entusiasmo la manifestación de adhesión a su persona y a la causa de la civilización por él representada, que hacéis en este día, bien llamado de la Paz, porque es el aniversario de aquel en que el General Gómez, hace 22 años, selló el proceso de nuestras guerras civiles librando la batalla de Ciudad Bolívar, última, hasta ahora, de las de importancia que registran nuestros anales, y que sin duda quedará siendo para siempre la postrera.

Alienta el patriotismo observar cómo el elemento obrero, los braceros, los jornaleros, los que viven del trabajo de sus manos, se han dado cuenta ya del funesto error en que antes incurrieron al prestarse a ser los soldados de revoluciones que no les interesaban, porque ellas no se proponían sino meros cambios en el personal de los Gobiernos, sin que jamás prometiese siquiera sus conductores ni mucho menos en modo alguno cuando triunfaban, la obra verdaderamente trascendental para el pueblo venezolano en que han debido empeñarse nuestros políticos, y no en pelear por exóticas teorías para encubrir ambiciones personales, a saber: el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros y jornaleros que constituyen, aquí como en todas partes, la mayoría, de modo se les presten plenas garantías, se fomente el progreso del país a fin de que logren ganar elevados salarios y así puedan practicar la virtud del ahorro, se les concedan facilidades para adquirir tierras y hacerse propietarios, o para iniciar cualquier pequeña industria y hacerse empresarios y se les estimule a que levanten con honra y dignidad sus hijos.

Mas, esta obra ha venido a realizarla, y la está realizando a cabalidad el Benemérito General Juan Vicente Gómez y en verdad que ella le ganará ante la posteridad el galardón más preciado entre los que ésta le adjudicará por los grandes bienes que le ha hecho a Venezuela.

Comparemos, si no el espectáculo de esta manifestación con el que en otras épocas presentaban los jornaleros de Venezuela. Ahora, obreros que me escucháis, os halláis contentos, tranquilos en el seno de la paz, asegurado vuestro bienestar con los altos jornales que percibís. Antes muchos de vosotros, o de vuestros compañeros de aquí mismo o del interior, andábais a cada momento huyendo de los reclutadores que querían forzaros al servicio de las armas para defender a efímeros gobiernos, atacados por bandas que se titulaban huestes revolucionarias; o bien estábais o estaban vuestros camaradas, incorporados a esas mismas bandas, y eran entonces las interminables correrías por los montes, hambrientos, semi-desnudos, comiendo escasamente de la propiedad ajena, muriendo a millares en oscuros campos de oscuras batallas, mientras que vuestros hijos sufrían indecibles penalidades en vuestros hogares abandonados.

Tristísimas escenas esas, que no se repetirán en Venezuela, porque el General Gómez cerró para siempre en la República el periodo de las guerras civiles, esto es el de la barbarie, y abrió la era definitiva del progreso.

Obreros: ya esas épocas funestas no volverán; pero nuevos problemas traerá consigo el progreso mismo que está haciendo irrupción en Venezuela. La creación de nuevas industrias entre ellas muy particularmente la del petróleo, suscitará cuestiones delicadas en las relaciones del capital y el trabajo. Ráfagas de tempestad soplan por el mundo. Hombres disociadores se han empeñado, en países extranjeros, en emplear la gran fuerza de las masas obreras para destruir la civilización actual, halagando a los trabajadores con el espejismo de otra civilización nueva que proclaman como más equitativa, pero donde han intentado poner en práctica sus doctrinas, sólo ruinas y desastres han causado, tenedlo presente, para que nunca os dejéis seducir por tales prédicas. Guardad como precioso tesoro vuestro buen sentido de las realidades, y apoyadas, como siempre, lo estarán vuestras aspiraciones por el Benemérito General Gómez, mientras ellas se encierren en fórmulas de justicia, vosotros seguiréis prosperando y haciendo más sólido vuestro actual bienestar.

Bien sabéis cuántas medidas benefactoras para el trabajo se han dictado ya, merced al influjo del Benemérito General Gómez, culminando en la abolición, mediante la última reforma constitucional, del odioso impuesto del trabajo personal.

Obreros de Venezuela: Tenéis razón en querer y sostener con firme decisión al hombre providente y previsivo que gobierna la República.

PEDRO MANUEL ARCAYA.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 22 de julio de 1925).