domingo, 5 de abril de 2015

CARTA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XV AL GRAL. GÓMEZ


S. S. el Papa Benedicto XV


Al Señor General Juan Vicente Gómez,

Presidente Electo de los Estados Unidos de Venezuela.

Señor Presidente:

El saludo cortés y los votos por nuestra salud que nos habéis dirigido con motivo del regreso a Roma de Monseñor C. Pietropaoli, Arzobispo Titular de Cálcide e Internuncio Apostólico ante esa Ilustre Nación, han sido para Nos una nueva prueba de vuestra devoción y nobleza de alma.

Pero vos habéis querido hacer todavía más grata esta manifestación de filial obsequio, agregando la tangible confirmación, con ofrecernos el regalo de una preciosa y bellísima cruz, fabricada con oro puro de las minas nacionales y con límpidas y finísimas perlas del Mar Caribe.

Nos apresuramos por tanto a significaros los sentimientos de nuestra gratitud y del vivo placer que nos proporcionan tanto la idea cuanto el regalo en sí; y mientras nos complacemos en aseguraros que usando esta memorable cruz, tendremos siempre en mientes la persona y la Patria del amable obsequiante, os retornamos con paterno ánimo los votos y auguramos de verdadera prosperidad, que nos place hacer extensivos al Gobierno y al Pueblo de Venezuela.

Desde el Vaticano, el 2 de octubre de 1917.

S. S. Benedicto XV

La carta que precede, dirigida con firma autógrafa al Benemérito General Juan Vicente Gómez, Presidente Constitucional Electo de Venezuela, por S. S. el Papa Benedicto XV, Jefe de la Cristiandad, constituye uno de los más altos testimonios de la consideración universal que ha sabido granjearse el Supremo Conductor de los destinos de la Patria, mediante la sabia política de armonía con todos los Poderes del mundo, a la cual debe la República el respeto de las demás Naciones, manifestado de modo ostensible en diversas oportunidades.

Las circunstancias aflictivas por que atraviesan los pueblos, y cuyo efecto se ha dejado sentir aún en torno del Vaticano, mientras la conflagración de la guerra se ha ido extendiendo a toda la humanidad, realzan el mérito intrínseco de la ofrenda dedicada por el señor General Gómez al Sumo Pontífice, desde esta región de América donde un estadista patriota cumple como buenos los preceptos del Cristianismo, cuando inculca el amor a la paz en el espíritu del pueblo venezolano, ayer desgarrado y sangrante al golpe fratricida de la discordia civil.
            
Su Santidad extiende los votos y augurios de prosperidad al Gobierno y pueblo de Venezuela, los cuales acogen también la palabra del Vicario de Cristo como estímulo poderoso en la obra de engrandecimiento patrio que desarrolla el país con empeño jadeante y con fe inquebrantable en la vitalidad de la Nación.