A LAS COMISIONES DE LAS CÁMARAS LEGISLATIVAS
Ciudadanos Senadores:
Ciudadanos Diputados:
Las palabras que acabáis de pronunciar en representación de las Cámaras
Legislativas, llevan a mi espíritu una inmensa satisfacción pues ellas son en
los actuales momentos la voz de la sanción pública que, rinde homenaje de
justicia a la labor del Gobierno en el año económico que ha terminado.
Sabéis, ciudadanos Senadores y ciudadanos Diputados, que todo mi esfuerzo
desde que me inicié a la vida pública se ha concretado a hacer siempre el bien
para llevar la confianza al seno de las colectividades; sabéis que, con el
concurso de los buenos venezolanos y con sacrificios grandes logré cimentar en
Venezuela, desde la fecha inolvidable de la Batalla de Ciudad Bolívar, el
reinado bendecido de la Paz a cuya sombra el País prospera y forma a sus hijos
en la escuela del honor y del trabajo, y sabéis también que, por sobre las
vicisitudes de la vida y la perversidad humana, está mi corazón abierto a la
magnanimidad y el temple de mi alma dispuesto a que en su acero choquen sin
éxito las malévolas intenciones de los ambiciosos que en su ruindad quieren
entorpecer a todo trance el adelanto civilizador de la República. Sabéis todo
esto y mucho más que os lo dice vuestra conciencia de hombres honrados y leales
amigos míos; pero yo quiero, en este día solemne de la Patria conmemoratorio de
nuestra Independencia, que os deis cuenta exacta de la fecunda obra realizada,
y podéis en plenitud de ella, regresar a vuestros hogares y decir a vuestras
familias y conciudadanos que os esperan: “En Capitolio Federal nos hemos
despedido personalmente del General Gómez, y él, firme en su credo, sólo anhela
para sus compatriotas la Paz que es don de Dios y el trabajo que es el
fundamento del bien y del progreso”.
Ciudadanos Senadores:
Ciudadanos Diputados:
Son mis votos muy cordiales porque realicéis felizmente el viaje de regreso
a vuestros Estados y que en 1925 os vea de nuevo laborando por el
engrandecimiento de la Patria.
Juan Vicente Gómez
(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 6 de
julio de 1924).