miércoles, 8 de abril de 2015

LA PATRIÓTICA PREVISIÓN DEL JEFE


Desarrollo de la Producción Agrícola. Exportación de más de 5.000.000 de bolívares en el Estado Falcón. Grandes existencias de granos. Las próximas cosechas.

De Coro a Caracas, el 29 de enero de 1918. Las 11 hs. a.m.
Señor General Juan Vicente Gómez.

Hecho el resumen de los datos estadísticos de los Distritos, referentes a la exportación de sus productos en el año último, dan un total de Bs. 5.374.420, de los cuales la mayor parte proviene de la exportación de cereales, cuyas cosechas fueron de notables proventos para los agricultores, por haber oído éstos con atención patriótica las previsivas y providentes indicaciones y consejos de usted, contenidos en su famoso telegrama de 3 de abril. Si a estos datos se agregan las existencias en los graneros, que no serán menos de las cantidades exportadas, y que las nuevas cosechas prometen también ser buenas, es fuerza convenir en que la situación económica de este Estado es por demás halagadora. Cinco millones de bolívares para un Estado que antes no exportaba más de uno, constituye un dato por demás favorable que debe agregarse a la inmensa cifra que para Venezuela constituye cada uno de los patrióticos esfuerzos hechos por usted para convertirla en uno de los países más florecientes de la América.

Respetuosamente lo saluda su adicto amigo y subalterno.

León Jurado.

Constantemente se pone de manifiesto en las diversas regiones del país alguna notación de los progresos agrícolas e industriales que en hora oportuna vienen a prevenir cualquier crisis alimentaria que pudiera amenazarnos por las circunstancias actuales del comercio internacional.

Y esta situación favorable reconoce como origen inmediato la sabia previsión del señor General J. V. Gómez, Jefe de la Rehabilitación Nacional quien, desde el principio de su Gobierno, echó las bases de nuestro resurgimiento económico por el estímulo de las industrias, la agricultura y la cría. Atento siempre al desarrollo de nuestras riquezas naturales y solícito por el bienestar del pueblo, el Jefe había venido observando las condiciones generales del mundo creadas por la guerra, y así pudo leer con tiempo en el porvenir y adelantarse a los acontecimientos mediante el memorable telegrama del 3 de abril de 1917, dirigido a los Presidentes de Estado, y en el cual les manifestaba:

“Me agradaría mucho que usted en la jurisdicción de su mando, llevase a conocimiento de sus honrados habitantes, por cuantos medios estén a su alcance, las grandes conveniencias de aprovechar la presente estación para cultivar la tierra, sembrar por todas partes fructíferas semillas y hacer de la agricultura fuente real y positiva de nuestra subsistencia, porque no sabemos hasta qué punto obrarán en nuestro país los disturbios extranjeros y la prudencia y buen sentido aconsejan en los actuales momentos proveer nuestros graneros, y asegurar en la abundancia de nuestras cosechas la estabilidad invariable y módica de los frutos que sean de primera necesidad para la vida del hombre”.

La prudente advertencia tuvo unánime acogida en todas partes, tanto por su intrínseca importancia, como porque en nuestro país saben todos que en la Rehabilitación Nacional no se colabora con manejos e intrigas de politiquería, expediente de épocas por fortuna ya pasadas, sino con el esfuerzo oficial o personal aplicado al trabajo, en una labor consciente que dirige todas las energías al bien de la República y al desarrollo de nuestras fuentes de producción.

El telegrama del Jefe continuaba así:

“Nuestras tierras son fértiles, nuestros trabajadores diligentes y vigorosos, la paz echa sus fulgores por todos los campos y todo en la actual Administración convida a la agricultura que da alegría al labriego y pan a todos los hogares.

No omita usted esfuerzos en llevar estímulos a este sano propósito y haga en tal camino incansable propaganda, que esa es propaganda bienhechora”.

El provechoso fruto de esta noble excitación no se hizo esperar mucho tiempo, porque meses después comenzaron a llegar informes de los Estados acerca de la abundancia de las cosechas, que el año anterior se presentaban en condiciones verdaderamente excepcionales.

El Jefe, con espíritu suyo, amplio y comprensivo, que lo ha conducido a crear una Causa Nacional en que tienen cabida todas las voluntades patrióticas, sin excepción de matices políticos, los cuales se han borrado del todo, gracias a sus tendencias conciliadoras, abarcaba en su telegrama todas las actividades útiles, como se desprende de los propios términos del notable documento:

“Llame usted a los ricos, a los pobres, al clero, a todos, y hágales ver la suprema necesidad de cultivar los campos, pues en ello estribará ahora y mañana la independencia de nuestra subsistencia vinculada en los frutos que nosotros mismos produzcamos”.

No se reducían los propósitos del Jefe a un simple interés material suscitado por las circunstancias del momento, pues su bien inspirada intención propende a la estabilidad económica, que no puede lograrse sino por el completo desarrollo de las riquezas territoriales.

El ejemplo del Estado Falcón, una de nuestras regiones que se veían más expuestas a la escasez en épocas anteriores, constituye la prueba más categórica del impulso adquirido por la producción nacional. Recientemente hemos dado cuenta de grandes cosechas recogidas en varias comarcas, de la utilización del trigo venezolano en felices ensayos de panificación hechos en Caracas, por primera vez en la historia económica del país, del movimiento de exportación de nuestros frutos, en grande escala, para los Estados Unidos y las Antillas, todo lo cual viene a ser elocuente testimonio de la capacidad productiva de Venezuela y de la patriótica influencia ejercida por el Jefe de la Rehabilitación Nacional.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 2 de febrero de 1918).