domingo, 26 de abril de 2015

RECONOCIMIENTO DE ESPAÑA AL PRESIDENTE GÓMEZ



“Un Homenaje de Justicia. Al Benemérito General Juan Vicente Gómez. Momentos difíciles de Venezuela. Actuación salvadora del General Juan Vicente Gómez. Su labor magnífica desde la Presidencia de la República. El Sr. Gómez, General del Ejército Venezolano. Sus simpatías hacia España. Esperanzas que despierta”.

De la importante revista española, "Non Plus Ultra", que se edita en Madrid, reproducimos el siguiente brillante artículo que dedica al Benemérito General Juan Vicente Gómez, en homenaje de justicia. El retrato del Caudillo de la Paz y del Trabajo, honra la portada del número de la revista donde aparece el referido artículo:

"Difícil cual ninguno es el arte de conducir a los pueblos hacia su mayor perfeccionamiento y progreso. Organizados sobre la base de la convivencia social, han adoptado la forma conocida con el nombre de Estado, en cuya alta y suprema entidad tiene lugar hoy la realización de los más importantes fines del hombre.

Dirigir con acierto el Estado es, pues, una de las tareas humanas que requieren más elevadas dotes de talento y capacidad, de energía y altruismo, de dignidad y rectitud. Y si esto es así en circunstancias normales ¿qué no ocurrirá cuando una nación atraviesa por momentos gravísimos y trascendentales de su existencia? ¿Qué cualidades no habrá de poseer entonces el hombre excepcional que haya de ponerse al frente de los destinos del país?

Llegan, en efecto, para los pueblos momentos de su existencia, en los que el malestar se respira por todos los ciudadanos; en que lo intolerable de la situación hace aumentar la inquietud y el anhelo de salir de semejante estado de cosas. Y, cosa curiosa, siempre que tal acontece, el país cifra su salvación en el hecho de que aparezca un hombre superior que asuma la ímproba tarea de encauzar la vida de la nación, orientándola hacia derroteros más convenientes y ventajosos que los hasta entonces seguidos. Cuando a un pueblo le agobian situaciones semejantes, todos los ojos se vuelven miradas investigadoras para avizorar anhelantes en el horizonte la presencia del ciudadano sobresaliente que salve a la patria y con la patria a todos sus elementos componentes. Tal era, cabalmente, la situación de Venezuela hace no muchos años. Recuérdelo el amigo lector y verá cómo los detalles que su memoria haga revivir, le demuestran la exactitud de nuestras consideraciones al aplicarlas a aquel país hispanoamericano.

La nación venezolana necesitaba entonces ese hombre salvador a quien hemos aludido. Las difíciles circunstancias que sobre el país pesaban hacían imprescindible de todo punto que una persona de alientos y entereza, de valor y ánimo, se encargara de acometer la colosal tarea de modificar en sentido provechoso aquella situación. Y por fortuna para el porvenir de Venezuela, ese hombre extraordinario surgió esplendoroso en la personalidad insigne del señor D. Juan Vicente Gómez; apareció con todas las condiciones y cualidades indispensables para salir airoso de su empeño.

Véase, pues, el motivo que nos determina a insertar en la página de honor de nuestra revista el nombre esclarecido del señor D. Juan Vicente Gómez. Figura la más sobresaliente de su tiempo en la nación venezolana, ha realizado una obra incomparable en pro de aquel pueblo hermano; y como conocido es nuestro interés por todos los problemas y asuntos que afectan a la América española, nos hemos creído en el caso de publicar en la portada la efigie de tan preclaro patricio, consignado también algo de lo mucho admirable que ha efectuado en beneficio de su patria.

Poco menos que irremediables parecían los males que aquejaban a Venezuela en la época a que nos referimos. Y ciertamente, sin la actuación de una cabeza como la del señor D. Juan Vicente Gómez las cosas hubieran marchado de mal en peor hasta terminar indefectiblemente en la ruina y el desastre más desoladores.

Pero es admirable la manera cómo en esos momentos difíciles acuden los pueblos jóvenes y vigorosos al remedio de sus males. Parece que en tan apuradas horas concentran todas sus aptitudes y energías, todo su instinto y espíritu en un hombre extraordinario. Y si este ciudadano es superior, consciente de la misión providencial que está llamado a cumplir, no vacila en acometer la obra y logra que el país mejore como por ensalmo. 

El señor Gómez se dio cuenta indudablemente de que su puesto estaba en la más alta magistratura de la República. Comprendió que Venezuela necesitaba de sus servicios, y hombre de conciencia y patriotismo, de cariño fervoroso a su país, echó sobre sí la enorme responsabilidad que suponía encargarse de la Presidencia, en aquellas circunstancias.

No pocas fueron las dificultades, no pequeños los obstáculos que en su camino se le presentaban; pero no en balde se trata de un hombre que jamás se ha amilanado, por muchos inconvenientes que se le hayan opuesto. A todos esos obstáculos y dificultades hizo frente, y perseverando en el cumplimiento de su deber, ha terminado por prestar a Venezuela el servicio más grande que un pueblo puede recibir.

Causa Rehabilitadora se ha llamado a la patrocinada por el señor Gómez, y a fe que tan sonora y significativa denominación está perfectamente aplicada. Nuestro ilustre presentado ha rehabilitado en Venezuela todos los principios y normas que demandaban tamaña labor.

Atendió en primer término a mantener vigoroso el imperio de la ley. Su alto sentido político le hizo ver que no puede subsistir un pueblo civilizado sin reglas que marquen la conducta a seguir por los ciudadanos; sin normas que señalen y limiten la esfera de acción de cada uno. Esta es la base de la verdadera democracia y libertad, del orden que permite desarrollar una vida progresiva y próspera. Y hombre de ideas democráticas, el señor Gómez, puso en juego toda su capacidad y pericia para conseguir lo que muy pronto fue una realidad: el respeto de todos los ciudadanos a las leyes establecidas y la permanencia de una situación ordenada y armónica.

Logrado este aspecto, que pudiéramos considerar como básico o esencial de la vida de los pueblos civilizados, el señor Gómez atendió inmediatamente a la otra labor que también es incumbencia de los gobernantes verdaderamente dignos de este nombre. Procuró por todos los medios el fomento y propulsión de la riqueza nacional, a fin de que Venezuela ocupara en el rango de las naciones el puesto que por su potencialidad económica le corresponde.

Memorables son a este respecto los esfuerzos realizados por el señor Gómez en pro del desarrollo y mejoramiento de la agricultura. Entendimiento penetrante y dotado de una ilustración profunda, ve en el cultivo del suelo la fuente primordial de la riqueza de los pueblos y con excelente criterio y acertadísimas medidas promovió el desenvolvimiento agrícola del país.

No menor ha sido su obra provechosa en el impulso de las demás fuentes de riqueza. El comercio y la industria y cuanto supone vida y bienestar, fueron objeto de la labor fecunda de este eximio Gobernante, que en muy pocos años logró para su patria lo que la inmensa mayoría juzgaba imposible. O sea el resurgimiento franco de la nación y la reanudación de la marcha del país hacia el futuro esplendoroso que incuestionablemente está reservado a Venezuela.

Otros muchos datos podríamos aportar sobre lo que acabamos de exponer: pero no es necesario. Cuantos los hayan leído los creerán seguramente bastantes para quedar convencidos de que don Juan Vicente Gómez es la personalidad cumbre de la Venezuela contemporánea y de que su obra incomparable le da derecho a merecer la gratitud y el bien de la patria.

Lo que expresado queda en las líneas precedentes es lo más saliente y meritorio de la vida del señor Gómez; es lo que le ha elevado hasta las cimas del máximo prestigio y nombradía que para siempre ha conquistado. Pero no es, ni mucho menos, lo único que en provecho de Venezuela tiene llevado a efecto. Su existencia benemérita ofrece otros muchos rasgos sobresalientes y servicios inapreciables, pues desde su juventud ha consagrado cuanto tiene y es a cooperar en engrandecimiento de la patria.

En la vida pública llevada actuando ya un buen número de años cuando ocupó la Presidencia de la República en las circunstancias referidas. Había ocupado ya diferentes y altos cargos, en todos los cuales reveló siempre lo que más adelante, cuando asumió la Primera Magistratura de la Nación, quedó plenamente evidenciado: que es uno de los más excelentes y valiosos gobernantes de cuantos han dirigido, los destinos de Venezuela desde que este país sudamericano alcanzó la Independencia.

También nos tocan consignar que el señor don Juan Vicente Gómez es un bizarro e insigne militar, que en el ejército venezolano descuella de manera sobresaliente por sus raras dotes de capacidad y sus singulares conocimientos estratégicos. Después de realizar una carrera magnífica llegó a la graduación de general, que es la que hoy ostenta con toda competencia y dignidad debidas.

Dado nuestro carácter de españoles y supuesta también la significación de nuestra revista, es obligado que dediquemos algunas líneas a presentar un aspecto sumamente placentero e interesante de la personalidad del General don Juan Vicente Gómez. Es su simpatía y afecto hacía España y los españoles. Es el culto que rinde a sus ascendientes de neto y puro abolengo hispánico. Mil maneras tiene de manifestar el señor Gómez esa su inclinación cariñosa hacia la Madre Común de toda la raza española; hacia la cuna de sus abuelos y antepasados.

El estrechamiento de relaciones y aproximación de ambos pueblos de Venezuela y España ha sido, en efecto, el criterio seguido por tan gran gobernante en su política exterior. Ha procurado igualmente expresar por todos los medios el aprecio en que tiene las cosas de España; y los españoles residentes en Venezuela han notado clarísimamente las ventajas derivadas para su situación durante la etapa presidencial del hombre sobresaliente, que además de venezolano ilustre, es un prestigio de la raza.

Por ello constituyó un verdadero acierto y fue una obra de justicia la distinción de que le hizo objeto el Gobierno español, queriendo éste expresar al General don Juan Vicente Gómez el agradecimiento de España, le concedió la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica, que él se honra ostentándola en su noble pecho como signo de los excelentes sentimientos que su corazón abriga para con la nación hispana.

No es necesario decir, pues, que en España causó el más grato efecto y la mayor complacencia, cuando se supo que el esclarecido ciudadano e insigne General don Juan Vicente Gómez había ocupado la Presidencia de la República de aquel país hermano. Y a medida que, ha ido transcurriendo el tiempo, esa satisfacción ha ido acrecentándose, por apreciarse palpablemente los beneficios que su gestión presidencial reportaba a Venezuela, y por tanto, a los españoles radicados en su suelo hospitalario.

El señor don Juan Vicente Gómez tiene, como se ve, plenamente ganado el derecho al descanso; a reposar sobre los laureles conquistados en su benemérita y ejemplar existencia. Pero hombres de su talla y capacidad no surgen desgraciadamente todos los días en la vida de los pueblos. Es muy difícil, por no decir imposible, el sustituirle; y por tan poderoso motivo no le queda otro remedio que continuar sacrificándose por el bien y la grandeza de Venezuela.

Este pueblo hispanoamericano sigue cifrando en él sus mejores esperanzas, pues confía justificadamente en su persona. Por cierto, que al continuar el Excelentísimo señor don Juan Vicente Gómez encargado de regir los destinos de la República, transmitirá a la nación nuevos impulsos que todavía la eleven a mayor altura de prosperidad y progreso que la que actualmente ocupa".

(Publicado en el periódico “El Nuevo Diario”, el 10 de mayo de 1920).