jueves, 11 de febrero de 2021

IMPORTANTE INDUSTRIAL PUERTORRIQUEÑO OPINA SOBRE EL PRESIDENTE GÓMEZ Y SU GOBIERNO 1918

 

General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela.

Interviú con el Presidente de la Asociación de Productores de Azúcar de Puerto Rico, Señor Ramón Aboy Benítez.

Tendencias del General Juan Vicente Gómez. El progreso y bienestar del país. Sus grandes iniciativas. Nuestro Desarrollo Industrial. Las Empresas Nacionales.

Cuantas personas visitan a Venezuela, ya sean hombres de negocios, artistas o simples viajeros en jira de placer, expresan de modo unánime sus buenas impresiones respecto a la situación del país, y especialmente acerca de los grandes progresos materiales que se han efectuado a impulsos del Benemérito General Juan Vicente Gómez, Jefe de la Rehabilitación Nacional.

La obra realizada desde 1908 ha sido, en efecto una labor de modernización en todos los ramos de la actividad nacional, desde las espléndidas Carreteras y caminos que todos vemos, hasta los nuevos métodos de enseñanza que preparan el espíritu de las actuales generaciones para recibir el sacramento laico de la cultura intelectual.

El Nuevo Diario ha recogido con frecuencia las declaraciones hechas por importantes huéspedes que luego, ya en el exterior, han expresado sus opiniones con entera franqueza, y todas acordes en el sentido de alabar nuestro desarrollo económico.

La Prensa de San Juan de Puerto Rico, nos trajo por último correo una interviú publicada en el diario La Democracia, correspondiente al 20 de mayo de 1918, publicación de positiva trascendencia, porque recoge las opiniones de uno de los grandes industriales de la Isla, el señor Ramón Aboy Benítez, quien después de algunos días de permanencia en esta capital, regresó a San Juan a bordo del vapor americano Caracas.

El señor Aboy es un acaudalado propietario, dueño o consocio de numerosas firmas industriales y comerciales, especialmente en el ramo de azúcares: Presidente, fundador y principal accionista de la Cayey Sugar Co.; Presidente y principal accionista de la Córcega y de la Plata Sugar Co., fundador y expresidente de la Yabucoa Sugar Co. Y de la Arkadia Sugar Co.; Presidente de la Compañía Aboy, Vidal & Co. Inc. de San Juan de Puerto Rico, y de la Aboy y M. Hernández & Co. Inc. de Nueva York; Socio Gestor de la casa Bancaria Georgetti, Cintrón, Aboy & Co., ambas de San Juan, y por último Presidente de la Asociación de Productores de Azúcar de Puerto Rico. Por consiguiente, el señor Aboy, tratándose de asuntos económicos, es un testigo mayor de toda excepción, cuya palabra posee absoluta autoridad en la materia.

Interrogado el señor Aboy sobre la situación de Venezuela, reveló en todas sus contestaciones el mejor conocimiento de nuestra vida pública y económica, haciendo una clara relación de cuanto había observado con su buen criterio de hombre de negocios que estudia con sereno juicio las condiciones sociales, políticas e industriales antes de arriesgar capitales y trabajo en cualquier empresa.

Refiriéndose al Benemérito General Juan Vicente Gómez, a quien conoció en el propio campo, donde se consagra a dar el ejemplo de trabajo que transforma las industrias nacionales, el señor Aboy manifiesta muy atinadas opiniones, propias del hombre de negocios que sabe darse cuenta exacta de la utilidad y alcance de nuestras empresas. En cuanto a la personalidad del señor General Gómez, el señor Aboy le consagra justas alabanzas por sus tendencias patrióticas y eficaz impulso a las riquezas del país. Dice así:

“Tuve ocasión de tratarlo personalmente y encuentro en él a un hombre de claro criterio, de carácter franco y cortés, y de sus manifestaciones deduje claramente, que es altruista como pocos y que sus tendencias van encaminadas tan sólo al progreso y bienestar de su país. Es hombre de grandes iniciativas y ahora se ocupa con gran interés de fomentar en la rica región de Maracay, en grande escala, las siembras de caña, y otras industrias como la de ganado vacuno que se va mejorando y seleccionando con el cruce de otras razas que se importan, inglesa y americana. También la de ganado de cerda se fomenta en grado tal que actualmente el país cubre su consumo de manteca y tocino y se prepara para exportar. Las fábricas de queso y mantequilla que existen en relación con la riqueza ganadera están a la altura de las mejores del mundo”.

Luego continúa hablando, en general, de las empresas nacionales, que tuvo ocasión de visitar, y siempre en los mejores términos, como verá el lector:

“Precisamente tuve ocasión de visitar casi todas las fábricas que hay en el país y quedé muy bien impresionado, pues hay varias de tejidos, una de cemento, una de vidrio, varias de cerveza, una de mantequilla y quesos, una de papel y todas en general, tienen maquinarias modernas y trabajan a toda su capacidad. En Puerto Cabello hay una fábrica de carnes refrigeradas con capacidad actualmente para 250 novillos diarios y después de terminadas las modificaciones que están haciendo, (será en junio próximo), podrán matar 500 novillos. Todas las carnes las tienen comprometidas en Inglaterra, y tal negocio lo explota una compañía inglesa que tiene fábricas también de igual índole en Buenos Aires”.

Al interrogársele sobre cuestiones de política exterior venezolana, las cuales, entre nosotros como en todo el mundo, han adquirido una importancia capital con motivo del estado de guerra que envuelve a tantas naciones, el señor Aboy se mostró también informado de los propósitos del Jefe de la Nación, como de sus miras administrativas, de modo que pudo contestar con toda precisión y en perfecto acuerdo con el espíritu de absoluta neutralidad proclamado legalmente y mantenido en la práctica por nuestro país. Buen observador y espíritu desinteresado, el señor Aboy pasa en revista la situación general de la República, destacando en cada ocasión las excelentes condiciones en que se desarrolla nuestra vida pública, garantizada por un Gobierno patriota y por la estabilidad de las instituciones que resulta de la armonía entre el Poder y los ciudadanos, empeñados unos y otros en una obra común de esfuerzo colectivo que se dirige a un fin único de progreso y cultura nacional.

(Publicado en el Periódico “El Nuevo Diario”, el 31 de mayo de 1918).