Ejército Nacional. Ejercicios en el patio central de la Escuela Militar.
Año 1915. (Foto: Amitesarove).
LAS GRANDES OBRAS DEL
GENERAL GÓMEZ
LA CREACIÓN DEL EJÉRCITO
NACIONAL
Después de la Revista Militar del
18 de abril de 1915 queda plenamente demostrado ante todos, que nuestro Ejército ha
pasado por una transformación completa, que para muchos ha sido una revelación.
Cuando recordamos aquellas montoneras indisciplinadas y harapientas que
constituían nuestro Ejército hasta hace poco y las comparamos con estas
brillantes tropas de hoy, gallardas e imponentes, tenemos que reconocer que se
está efectuando hoy en Venezuela una obra grandiosa por su trascendencia en el
presente y para el futuro y también reivindicadora de nuestro buen concepto,
puesto que borra ante propios y extraños una reputación de desorden y de
absoluta indiferencia: esta obra es la creación de un verdadero Ejército.
Empleamos la palabra creación, y
no otra porque ninguna expresa mejor la verdad: que la obra del General Juan Vicente Gómez
en el Ejército Venezolano es netamente creadora y no de reformas, puesto que de
la nada, o más bien, del más caótico desorden, él ha formado el Ejército del
cual nos presentó una parte el 18 de abril, espectáculo que hace arder hasta en
el corazón del más escéptico una llama de entusiasmo evocado por la visión de
la Patria grande y fuerte; y hace renacer en las almas más indiferentes el
recuerdo de lo que fuimos, pueblo libertador de naciones, y el anhelo de lo que
podremos ser mañana, una vez lanzado nuestro país por una franca era de
progresos.
Sin entrar en análisis que no son
del caso y limitándonos únicamente a examinar de un modo rápido la obra de la
reconstrucción del Ejército Nacional, encontraremos, entre otras cosas, que se
le ha dado una organización muy adecuada y moderna al arma de infantería.
Antiguamente se consideraba el batallón como la unidad táctica y administrativa
y eran mandados hasta por generales. La creación de los Regimientos, la
agrupación por Brigadas en los casos necesarios, y la división de los
batallones en compañías y pelotones, siguiendo un orden de división y una
proporción numérica muy bien establecida en las unidades, han modernizado
nuestro sistema de organización.
El mando de las unidades,
distribuido de acuerdo con el grado respectivo de los comandantes, establece un
sistema ordenado que al mismo tiempo que garantiza a cada Jefe y Oficial una
situación de acuerdo con su rango, permite que se efectúen los ascensos por
escalafón y evita aquellos casos que se presentaban antes con tanta frecuencia
y en que de ordinario se violaba la jerarquía, atropellando el derecho de
antigüedad, y muchas veces el mismo mérito personal.
La artillería ha sido
completamente reformada, pues apartando el pequeño grupo de Oficiales del arma
que existía anteriormente y cuyos miembros se han distinguido siempre por su
amor profesional, poco habíamos hecho en el desarrollo de esta arma; el
material estaba descuidado y hoy se encuentra en excelentes condiciones de
conservación y el personal de oficiales y tropas ha sido reorganizado por
completo, pues el General Gómez ha comprendido la apremiante necesidad que
tenemos de darle una estructura moderna a esta arma auxiliar, cuyas influencias
son de un carácter decisivo en los combates y por lo tanto en el resultado de
las guerras.
Ejército Nacional. Ejercicios de una Sección de ametralladora. Año 1915. (Foto: Amitesarove).
La caballería había desaparecido
enteramente del ejército regular, si exceptuamos los pequeños cuerpos que se
formaban especialmente para tomar parte en alguna celebración.
Hoy ocupa de nuevo un puesto en
nuestro ejército el arma de caballería, heredera por tradición de aquellos
escuadrones venezolanos que llenaron con el estruendo formidable de sus cargas
victoriosas los campos de batalla de la Independencia y recorrieron vencedores
las pampas de la América hispana.
Los servicios auxiliares del
Ejército reciben el impulso necesario para que continúe su perfeccionamiento y
a fin de que su labor sea de prácticos resultados.
Los servicios auxiliares llamados
también de Estado Mayor han recibido en todos los países una atención esmerada,
pues además de los ramos administrativos que permiten la actuación de las
tropas de combate con todos los elementos indispensables a su buen
funcionamiento, tales como municiones, subsistencia, sanidad militar, etc. hay
que considerar de una manera especial los servicios facultativos que
constituyen, digámoslo así, el alma y el cerebro de un Ejército.
La Inspectoría General del
Ejército que fue en periodos anteriores una Oficina casi sin importancia, es
hoy un Centro facultativo en el cual reciben impulso y dirección adecuados los
ramos administrativos y técnicos del Ejército Nacional.
La Escuela Militar creada en 1910
por disposición del General Juan Vicente Gómez ha recibido la atención esmerada
del Gobierno; en efecto, vemos que hasta la fecha, el personal de cadetes ha
sido aumentado en dos ocasiones y la Superioridad se ha esforzado en sostener
un plan de educación y de instrucción, adecuado a la época actual y a sus
exigencias científicas.
A la fecha buen número de los
oficiales subalternos de nuestro Ejército activo son graduados en la Escuela
Militar y han probado en su mayoría que los esfuerzos del Gobierno por
educarlos e instruirlos no han sido vanos, sino al contrario, muy provechosos.
Con la fundación de este
Instituto ha puesto el General Gómez la piedra angular de nuestra regeneración
militar.
Además, han sido enviados a
Escuelas Militares extranjeras un número ya considerable de Oficiales, con el
objeto de perfeccionar su preparación técnica; estos Oficiales han sido y
seguirán siendo factores importantes en la obra emprendida.
Nuestro sistema de instrucción,
que se reduciría anteriormente a mantener en el recinto de los cuarteles y bajo
una presión desesperante a unas pobres víctimas inconscientes de sus deberes y
de la alta misión que el soldado desempeña en el movimiento social de los
pueblos, ha pasado de las más completa de las inactividades a un estado de laboriosidad
notable, en que además de la cultura física, tan indispensable en el militar,
se desarrolla de una manera progresiva el espíritu de disciplina, el
conocimiento del arma, la noción del deber y, además, entre los Oficiales y
clases, las facultades y responsabilidades del mando.
La precisión en los movimientos y
la presentación esmerada son características de nuestro ejército actual, como
ha podido ser apreciado por todos en las ocasiones en que se han presentado
nuestras tropas.
Se han construido en diferentes
puntos del país, polígonos de tiro, para la instrucción de las tropas de las
diferentes guarniciones; dicha instrucción que es indispensable para
desarrollar las aptitudes del soldado como elemento de combate, no existía en
épocas anteriores, y es consecuencia de la actual obra de organización en la
que no se omite esfuerzo para aumentar en todos los respectos la eficiencia de
nuestro Ejército.
El juego, los abusos y
especulaciones en el rancho, las imaginarias y todas las otras plagas de las
épocas anteriores, que minaban el organismo militar, han desaparecido por
completo, gracias a los esfuerzos del General Gómez por levantar la moral del
ejército hasta colocarlo en el alto grado en que se encuentra hoy.
Si consideramos lo que se ha
logrado desde el punto de vista social, veremos la radical transformación que
se ha efectuado. Durante muchos años no tuvo nuestro uniforme sino escasa
representación en la sociedad, siendo muchos de los que lo llevaban, individuos
reacios y en muchos casos de conducta incorrecta. Actualmente el uniforme ha
recobrado su prestigio de otras épocas y es con verdadero y legítimo orgullo
que lo ostentan hoy elementos de todas las clases sociales, como cuadra a
nuestro espíritu democrático.
Ejército Nacional. Casino de la Escuela Militar. Año 1915. (Foto: Amitesarove).
En este rápido esbozo solamente
hemos querido hacer resaltar a grandes rasgos algunos de las muchas creaciones
y reformas introducidas por el General Juan Vicente Gómez en la estructura
militar del país, la cual se encontraba ayer en el estado de desorden y de
descrédito más espantoso y que renace hoy de sus ruinas, estando sus cimientos
fundados sobre una base inconmovible y fuerte de respeto, de abnegación y de
honor.
Podemos, pues, esperar confiados
en el porvenir, porque en él presentimos la obra grandiosa que representa la
continuación de nuestra reforma militar, obra que involucra la salvación del
país y que las generaciones presentes realizarán, bajo la experta dirección del
Jefe de la Causa de Diciembre, y en la iniciación del segundo siglo de nuestra
vida independiente, como desagravio a la memoria de nuestras más puras glorias,
los Libertadores de América, que siempre conservaron en sus nobles corazones el
amor a la Patria, que implica amor al Ejército, su verdadero guardián.
J. March Duplat
(Publicado en “El Nuevo
Diario”, el 4 de mayo de 1915).