viernes, 26 de febrero de 2021

LA CREACIÓN DEL EJÉRCITO NACIONAL DE VENEZUELA POR EL GENERAL GÓMEZ

 

Ejército Nacional. Ejercicios en el patio central de la Escuela Militar. Año 1915. (Foto: Amitesarove).

LAS GRANDES OBRAS DEL GENERAL GÓMEZ

LA CREACIÓN DEL EJÉRCITO NACIONAL

Después de la Revista Militar del 18 de abril de 1915 queda plenamente demostrado ante todos, que nuestro Ejército ha pasado por una transformación completa, que para muchos ha sido una revelación. Cuando recordamos aquellas montoneras indisciplinadas y harapientas que constituían nuestro Ejército hasta hace poco y las comparamos con estas brillantes tropas de hoy, gallardas e imponentes, tenemos que reconocer que se está efectuando hoy en Venezuela una obra grandiosa por su trascendencia en el presente y para el futuro y también reivindicadora de nuestro buen concepto, puesto que borra ante propios y extraños una reputación de desorden y de absoluta indiferencia: esta obra es la creación de un verdadero Ejército.

Empleamos la palabra creación, y no otra porque ninguna expresa mejor la verdad: que la obra del General Juan Vicente Gómez en el Ejército Venezolano es netamente creadora y no de reformas, puesto que de la nada, o más bien, del más caótico desorden, él ha formado el Ejército del cual nos presentó una parte el 18 de abril, espectáculo que hace arder hasta en el corazón del más escéptico una llama de entusiasmo evocado por la visión de la Patria grande y fuerte; y hace renacer en las almas más indiferentes el recuerdo de lo que fuimos, pueblo libertador de naciones, y el anhelo de lo que podremos ser mañana, una vez lanzado nuestro país por una franca era de progresos.

Sin entrar en análisis que no son del caso y limitándonos únicamente a examinar de un modo rápido la obra de la reconstrucción del Ejército Nacional, encontraremos, entre otras cosas, que se le ha dado una organización muy adecuada y moderna al arma de infantería. Antiguamente se consideraba el batallón como la unidad táctica y administrativa y eran mandados hasta por generales. La creación de los Regimientos, la agrupación por Brigadas en los casos necesarios, y la división de los batallones en compañías y pelotones, siguiendo un orden de división y una proporción numérica muy bien establecida en las unidades, han modernizado nuestro sistema de organización.

El mando de las unidades, distribuido de acuerdo con el grado respectivo de los comandantes, establece un sistema ordenado que al mismo tiempo que garantiza a cada Jefe y Oficial una situación de acuerdo con su rango, permite que se efectúen los ascensos por escalafón y evita aquellos casos que se presentaban antes con tanta frecuencia y en que de ordinario se violaba la jerarquía, atropellando el derecho de antigüedad, y muchas veces el mismo mérito personal.

La artillería ha sido completamente reformada, pues apartando el pequeño grupo de Oficiales del arma que existía anteriormente y cuyos miembros se han distinguido siempre por su amor profesional, poco habíamos hecho en el desarrollo de esta arma; el material estaba descuidado y hoy se encuentra en excelentes condiciones de conservación y el personal de oficiales y tropas ha sido reorganizado por completo, pues el General Gómez ha comprendido la apremiante necesidad que tenemos de darle una estructura moderna a esta arma auxiliar, cuyas influencias son de un carácter decisivo en los combates y por lo tanto en el resultado de las guerras.

Ejército Nacional. Ejercicios de una Sección de ametralladora. Año 1915. (Foto: Amitesarove).

La caballería había desaparecido enteramente del ejército regular, si exceptuamos los pequeños cuerpos que se formaban especialmente para tomar parte en alguna celebración.

Hoy ocupa de nuevo un puesto en nuestro ejército el arma de caballería, heredera por tradición de aquellos escuadrones venezolanos que llenaron con el estruendo formidable de sus cargas victoriosas los campos de batalla de la Independencia y recorrieron vencedores las pampas de la América hispana.

Los servicios auxiliares del Ejército reciben el impulso necesario para que continúe su perfeccionamiento y a fin de que su labor sea de prácticos resultados.

Los servicios auxiliares llamados también de Estado Mayor han recibido en todos los países una atención esmerada, pues además de los ramos administrativos que permiten la actuación de las tropas de combate con todos los elementos indispensables a su buen funcionamiento, tales como municiones, subsistencia, sanidad militar, etc. hay que considerar de una manera especial los servicios facultativos que constituyen, digámoslo así, el alma y el cerebro de un Ejército.

La Inspectoría General del Ejército que fue en periodos anteriores una Oficina casi sin importancia, es hoy un Centro facultativo en el cual reciben impulso y dirección adecuados los ramos administrativos y técnicos del Ejército Nacional.

La Escuela Militar creada en 1910 por disposición del General Juan Vicente Gómez ha recibido la atención esmerada del Gobierno; en efecto, vemos que hasta la fecha, el personal de cadetes ha sido aumentado en dos ocasiones y la Superioridad se ha esforzado en sostener un plan de educación y de instrucción, adecuado a la época actual y a sus exigencias científicas.

A la fecha buen número de los oficiales subalternos de nuestro Ejército activo son graduados en la Escuela Militar y han probado en su mayoría que los esfuerzos del Gobierno por educarlos e instruirlos no han sido vanos, sino al contrario, muy provechosos.

Con la fundación de este Instituto ha puesto el General Gómez la piedra angular de nuestra regeneración militar.

Además, han sido enviados a Escuelas Militares extranjeras un número ya considerable de Oficiales, con el objeto de perfeccionar su preparación técnica; estos Oficiales han sido y seguirán siendo factores importantes en la obra emprendida.

Nuestro sistema de instrucción, que se reduciría anteriormente a mantener en el recinto de los cuarteles y bajo una presión desesperante a unas pobres víctimas inconscientes de sus deberes y de la alta misión que el soldado desempeña en el movimiento social de los pueblos, ha pasado de las más completa de las inactividades a un estado de laboriosidad notable, en que además de la cultura física, tan indispensable en el militar, se desarrolla de una manera progresiva el espíritu de disciplina, el conocimiento del arma, la noción del deber y, además, entre los Oficiales y clases, las facultades y responsabilidades del mando.

La precisión en los movimientos y la presentación esmerada son características de nuestro ejército actual, como ha podido ser apreciado por todos en las ocasiones en que se han presentado nuestras tropas.

Se han construido en diferentes puntos del país, polígonos de tiro, para la instrucción de las tropas de las diferentes guarniciones; dicha instrucción que es indispensable para desarrollar las aptitudes del soldado como elemento de combate, no existía en épocas anteriores, y es consecuencia de la actual obra de organización en la que no se omite esfuerzo para aumentar en todos los respectos la eficiencia de nuestro Ejército.

El juego, los abusos y especulaciones en el rancho, las imaginarias y todas las otras plagas de las épocas anteriores, que minaban el organismo militar, han desaparecido por completo, gracias a los esfuerzos del General Gómez por levantar la moral del ejército hasta colocarlo en el alto grado en que se encuentra hoy.

Si consideramos lo que se ha logrado desde el punto de vista social, veremos la radical transformación que se ha efectuado. Durante muchos años no tuvo nuestro uniforme sino escasa representación en la sociedad, siendo muchos de los que lo llevaban, individuos reacios y en muchos casos de conducta incorrecta. Actualmente el uniforme ha recobrado su prestigio de otras épocas y es con verdadero y legítimo orgullo que lo ostentan hoy elementos de todas las clases sociales, como cuadra a nuestro espíritu democrático.

Ejército Nacional. Casino de la Escuela Militar. Año 1915. (Foto: Amitesarove).

En este rápido esbozo solamente hemos querido hacer resaltar a grandes rasgos algunos de las muchas creaciones y reformas introducidas por el General Juan Vicente Gómez en la estructura militar del país, la cual se encontraba ayer en el estado de desorden y de descrédito más espantoso y que renace hoy de sus ruinas, estando sus cimientos fundados sobre una base inconmovible y fuerte de respeto, de abnegación y de honor.

Podemos, pues, esperar confiados en el porvenir, porque en él presentimos la obra grandiosa que representa la continuación de nuestra reforma militar, obra que involucra la salvación del país y que las generaciones presentes realizarán, bajo la experta dirección del Jefe de la Causa de Diciembre, y en la iniciación del segundo siglo de nuestra vida independiente, como desagravio a la memoria de nuestras más puras glorias, los Libertadores de América, que siempre conservaron en sus nobles corazones el amor a la Patria, que implica amor al Ejército, su verdadero guardián.

J. March Duplat

(Publicado en “El Nuevo Diario”, el 4 de mayo de 1915).