jueves, 4 de marzo de 2021

DONAN TESORO HISTÓRICO A LA CASA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR 1921

 

El Libertador Simón Bolívar y su médico de cabecera, el doctor francés Alejandro Próspero Reverend. El Señor Don Pedro Paúl Rodríguez, regaló los 33 boletines originales del doctor Reverend, sobre la enfermedad y muerte del Padre de la Patria, Tesoro que heredó de su abuelo el ilustre Prócer de la Independencia, General Pedro Rodríguez. 


Habiéndose restaurado la Casa del Libertador por inspiración patriótica del General Juan Vicente Gómez, y en la cual se está formando un archivo especial bajo el cuidado y la dirección de usted de los documentos que se refieren al Libertador, he creído que es ahí donde propiamente deben encontrarse esos boletines.


INTERCAMBIO DE CORRESPONDENCIA SOBRE LA DONACIÓN


Caracas, febrero 15 de 1921.

Señor Vicente Lecuna, 

Encargado de la reconstrucción de la Casa Natal del Libertador.

Presente.-

Apreciado doctor y amigo:

Tengo entre mis papeles de familia, provenientes de mi abuelo materno el General Pedro Rodríguez, los boletines originales sobre la última enfermedad y muerte del Libertador, firmados por el doctor Reverend.

El General Rodríguez era para 1830 Jefe de Estado Mayor del General Mariano Montilla, Comandante General del Departamento del Magdalena, y se encontraba en Santa Marta en los días de la muerte del General Bolívar. A él correspondió la honrosa misión de comunicar, por orden del Comandante General, y "con profundo dolor de su corazón la infausta nueva de que el Excelentísimo señor Simón Bolívar había pagado a la naturaleza el precioso tributo de su importante vida y Colombia acababa de perder para siempre a su Libertador….a su Padre….a su mejor y más ilustre Ciudadano".

Fue por esta razón, sin duda, que quedaron en su poder los preciosos documentos que han sido conservados en mi familia con el aprecio que merecen, pues, aunque publicados hace muchos años, ello no les quita, en mi concepto, a los originales, su inestimable mérito.

Habiéndose restaurado la Casa del Libertador por inspiración patriótica del General Juan Vicente Gómez, y en la cual se está formando un archivo especial bajo el cuidado y la dirección de usted de los documentos que se refieren al Libertador, he creído que es ahí donde propiamente deben encontrarse esos boletines que formaron parte del tesoro histórico de la República y que mis progenitores y yo, hemos tenido la suerte de guardar y conservar durante casi un siglo.

Pongo, pues, a su disposición, acompañándolos a esta carta, los 33 boletines originales escritos y firmados por el doctor Alejandro Próspero Reverend y la relación de la autopsia, bajo una cubierta que lleva lacre, el sello de la Comandancia del Magdalena.

Soy de usted atento S. S. y amigo.

Pedro Paúl.


Boletín 33 original del doctor Reverend, sobre la enfermedad y muerte del Padre de la Patria, Simón Bolívar.

Caracas, 8 de marzo de 1921.

Señor Pedro Paúl.

Presente.-

Muy distinguido amigo:

Me es muy grato contestarle la carta con que envía, para que sean conservados en la Casa de Bolívar, los originales de los boletines del doctor Reverend, acerca de la última enfermedad y muerte del Libertador.

Estos documentos son de un mérito excepcional y figurarán entre los más notables del archivo de Bolívar. Usted ha prestado un valioso servicio conservándolos con religioso cariño y donándolos para la Patria.

Como director de la reconstrucción de la Casa de Bolívar y encargado de su conservación, manifiesto a usted mi agradecimiento por un donativo de tan excelente mérito, y me permito felicitar a usted por una acción tan plausible.

Con los sentimientos de verdadera consideración y estima, me suscribo.

Su servidor y amigo,

Vicente Lecuna.


 ÚLTIMOS MOMENTOS DEL LIBERTADOR

El día 1° de diciembre de 1830 (boletín N° 1) llega  Simón Bolívar a Santa Marta, Colombia. El doctor Reverend escribe que lo encuentra en el estado siguiente: "cuerpo muy flaco y aniquilado. El semblante adolorido y una inquietud de ánimo constante. Su voz es ronca; tos algo profunda; esputos viscosos y de color verdoso. Las frecuentes impaciencias del enfermo indican que el moral padece tanto como el físico". Finalmente añade Reverend: "la enfermedad del S. Exc. me pareció ser de las más graves, pues mi primera opinión fue que tenía los pulmones dañados, etc.".

De ahí en adelante, el mal que mina la gran vida, va ganando terreno. El médico francés Reverend, (pues hasta el día 5 de diciembre le acompañó en la asistencia del ilustre agonizante el doctor norteamericano McKnight) opina que el temperamento del Libertador puede clasificarse de "bilioso-nervioso".

Pasa noches relativamente bien, aunque con la tos y los esputos. Duerme dos o tres horas, y eso en la primera noche. Desvelado, delira. Durante la noche del 3 al 4, vomita, y lo atribuye a una taza de leche de burra que ha bebido. El día 5 se hace más grave el estado del paciente. Aumenta el dolor del pecho, dolor que se extiende hasta el costado derecho. Un hipo tenaz aumenta sus sufrimientos. El día 6, tras una noche regularmente pasada, mejora la salud del héroe. Como anteriormente, ha manifestado el gran deseo que tiene de ir al campo, y como el doctor lo juzgó conveniente, Simón Bolívar, conducido en berlina, se dirige de temperamento, por unos días tan sólo, a la quinta llamada de San Pedro Alejandrino. Allí donde está muy a su satisfacción, mejora algo su salud.

Pero es demasiado breve su mejoramiento, al otro día cambia el carácter de la enfermedad. Al  pequeño desvarío anterior, agrégase que: "Está bastante amodorrado; la cabeza caliente; los extremos fríos por ratos. La muerte va ganando terreno".

Y así continúan los boletines del doctor Reverend describiendo, al alma atribulada del lector, la marcha hacia la tumba del Caballero de la Libertad.

Hasta que llegamos al boletín número 33, cuyo contenido, es supremamente doloroso. Dice así, textualmente:

"Desde las 8 hasta la 1 del día que ha fallecido S. Exc. el Libertador, todos los síntomas han señalado, más y más, la proximidad de la muerte. Respiración anhelosa, pulso apenas sensible, cara hipocrática, supresión total de orines, etc. A las 12 empezó el ronquido, y a la una en punto expiró el Libertador después de una agonía larga pero tranquila. San Pedro, diciembre 17 de 1830.  A la una del día. Reverend".

Así, atravesando una agonía larga, menos larga quizá que la agonía de sus hondas tristezas, concluyó para siempre la vida de águila de aquel gran señor, que segó todos los laureles, devoró todas las amarguras y vivió todas las glorias.

(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 10 de marzo de 1921).