Más de 30.000 obreros aclamaron como el Primer Obrero de Venezuela, al General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, dando una expresiva demostración de afecto, de solidaridad y de admiración del pueblo de Caracas hacia el Magistrado que ha hecho noble e incansable afán de su vida, la garantía de la Paz y la rehabilitación de la Patria.
LA SIGNIFICACIÓN DE LA FECHA
Caracas celebró ayer uno de sus más felices días, y oportuno es recordar
la coincidencia de que, todavía recientes las gratas emociones de esa fecha de
gloria que es el 5 de Julio, el espíritu popular volvió a exaltarse en el
entusiasmo de otra efemérides trascendental dejada en nuestra historia también
por el esfuerzo de un hombre profundamente inspirado en el culto de la Patria y
en la mayor dignificación y bienestar de sus conciudadanos.
Nos referimos al Día de la Paz; a los festejos rendidos, al cabo de 22
años de tranquilidad pública, en conmemoración de un hecho que fue origen del
resurgimiento nacional, y en el que entre el mismo fragor de una lucha cruenta
se cimentó, afortunada, la obra del Pacificador, del General Juan Vicente
Gómez, quien más tarde debía hacer culminar en cimas de civilización y de
prosperidad el nombre y la vida de Venezuela.
Y consciente la nación de lo que aquel suceso significa, ha aprovechado
el aniversario de la Batalla de Ciudad Bolívar para demostrar de la manera más
expresiva, su gratitud, su admiración y su afecto hacia el Benemérito Caudillo
que cada vez ampara con mayor voluntad y con mayores fuerzas, su ascenso a un
brillante porvenir.
LA MANIFESTACIÓN
Desde las primeras horas de la mañana comenzó en toda la ciudad la
espontánea demostración de un gran sentimiento de alegría.
El Comercio, y todas las oficinas de negocios, permanecieron cerrados,
lo mismo que las casas industriales cuyos obreros se apresuraron a concurrir a
la plaza de Pagüita, que a poco fue insuficiente para contener la inmensa
muchedumbre allí congregada, y que fue invadiendo, llenándola casi en su
totalidad, la Avenida Sucre, alcanzando la Plaza Juan C. Gómez hasta que a las
Todas las clases trabajadoras, hombres, mujeres y niños, en número de
más de 30.000 hicieron acto de presencia, satisfechos de aquel acto que
traducía ingenua gratitud.
Las distintas agremiaciones industriales de agricultores, las Sociedades
Benéficas y Religiosas, integradas por obreros, perfectamente ordenadas y
separadas en nutridos grupos, llevando cada una sus estandartes y todas un
enjambre de banderas blancas con inscripciones alusivas en donde el nombre del
General Gómez resaltaba entre votos de afecto, recorrió las calles de la ciudad
ascendiendo desde Pagüita hacia Carmelitas y de aquí por el Capitolio a la
Plaza Bolívar para hacer ofrenda de un bello pabellón de flores naturales ante
la Estatua del Libertador. El hermoso homenaje tenía la siguiente inscripción:
"Las clases trabajadoras de Venezuela a nuestro Libertador en el Día de la
Paz, 21 de Julio de 1925".
De este punto siguió el grandioso cortejo hasta la Romualda y Corazón de
Jesús, regresando al Palacio Federal, en donde esperaban a los manifestantes en
representación del General Gómez, el señor doctor Pedro Manuel Arcaya, Ministro
de Relaciones Interiores, y el señor General Rafael María Velasco, Gobernador
del Distrito Federal; el General Lorenzo R. Carvallo, Prefecto del Departamento
Libertador, y otros altos funcionarios públicos y amigos del General Gómez.
LOS DISCURSOS
Al llegar al Palacio Federal se detuvo allí la manifestación haciendo
uso de la palabra para expresar su motivo, los señores Carlos Modesto Guevara y
Manuel Antonio Escobar, representantes honorables de las clases obreras de
Caracas, quienes elocuentemente hicieron resaltar en sus discursos el
manifiesto cariñoso respeto y la intensa gratitud que guarda el obrero
venezolano al General Gómez, en cuya personalidad verá siempre un verdadero
protector.
Contestó el doctor Arcaya, Ministro del Interior, expresándose en la
medulosa disertación con que, muy complacido, honra hoy sus columnas EL NUEVO
DIARIO.
EL ORDEN
Movido unánimemente el pueblo por un sentimiento de satisfacción y de
honda armonía, dentro del que cada quien quiso poner de manifiesto su íntimo
culto al día, el orden fue perfecto.
El Dr. Pedro Manuel Arcaya, Ministro de Relaciones Interiores, en el momento de pronunciar sus palabras de
agradecimiento a los obreros de Caracas y al pueblo venezolano por el masivo acto
de apoyo y cariño demostrado al Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente
Gómez. Año 1925.
DISCURSO
Señores:
El Benemérito General Gómez, Presidente de la República, nos ha honrado,
al General Rafael María Velasco y a mí, designándonos para que lo representemos
en este acto.
Así, pues, en su nombre, os expresamos que él acoge con entusiasmo la
manifestación de adhesión a su persona y a la causa de la civilización por él
representada, que hacéis en este día, bien llamado de la Paz, porque es el
aniversario de aquel en que el General Gómez, hace 22 años, selló el proceso de
nuestras guerras civiles librando la batalla de Ciudad Bolívar, última, hasta
ahora, de las de importancia que registran nuestros anales, y que sin duda
quedará siendo para siempre la postrera.
Alienta el patriotismo observar cómo el elemento obrero, los braceros,
los jornaleros, los que viven del trabajo de sus manos, se han dado cuenta ya
del funesto error en que antes incurrieron al prestarse a ser los soldados de
revoluciones que no les interesaban, porque ellas no se proponían sino meros
cambios en el personal de los Gobiernos, sin que jamás prometiese siquiera sus
conductores ni mucho menos en modo alguno cuando triunfaban, la obra
verdaderamente trascendental para el pueblo venezolano en que han debido
empeñarse nuestros políticos, y no en pelear por exóticas teorías para encubrir
ambiciones personales, a saber: el mejoramiento de las condiciones de vida de
los obreros y jornaleros que constituyen, aquí como en todas partes, la
mayoría, de modo se les presten plenas garantías, se fomente el progreso del
país a fin de que logren ganar elevados salarios y así puedan practicar la
virtud del ahorro, se les concedan facilidades para adquirir tierras y hacerse
propietarios, o para iniciar cualquier pequeña industria y hacerse empresarios
y se les estimule a que levanten con honra y dignidad sus hijos.
Mas, esta obra ha venido a realizarla, y la está realizando a cabalidad
el Benemérito General Juan Vicente Gómez y en verdad que ella le ganará ante la
posteridad el galardón más preciado entre los que ésta le adjudicará por los
grandes bienes que le ha hecho a Venezuela.
Comparemos, si no el espectáculo de esta manifestación con el que en
otras épocas presentaban los jornaleros de Venezuela. Ahora, obreros que me
escucháis, os halláis contentos, tranquilos en el seno de la paz, asegurado
vuestro bienestar con los altos jornales que percibís. Antes muchos de
vosotros, o de vuestros compañeros de aquí mismo o del interior, andábais a
cada momento huyendo de los reclutadores que querían forzaros al servicio de las
armas para defender a efímeros gobiernos, atacados por bandas que se titulaban
huestes revolucionarias; o bien estábais o estaban vuestros camaradas,
incorporados a esas mismas bandas, y eran entonces las interminables correrías
por los montes, hambrientos, semi-desnudos, comiendo escasamente de la
propiedad ajena, muriendo a millares en oscuros campos de oscuras batallas,
mientras que vuestros hijos sufrían indecibles penalidades en vuestros hogares
abandonados.
Tristísimas escenas esas, que no se repetirán en Venezuela, porque el
General Gómez cerró para siempre en la República el periodo de las guerras
civiles, esto es el de la barbarie, y abrió la era definitiva del progreso.
Obreros: ya esas épocas funestas no volverán; pero nuevos problemas
traerá consigo el progreso mismo que está haciendo irrupción en Venezuela. La
creación de nuevas industrias entre ellas muy particularmente la del petróleo,
suscitará cuestiones delicadas en las relaciones del capital y el trabajo.
Ráfagas de tempestad soplan por el mundo. Hombres disociadores se han empeñado,
en países extranjeros, en emplear la gran fuerza de las masas obreras para
destruir la civilización actual, halagando a los trabajadores con el espejismo
de otra civilización nueva que proclaman como más equitativa, pero donde han
intentado poner en práctica sus doctrinas, sólo ruinas y desastres han causado,
tenedlo presente, para que nunca os dejéis seducir por tales prédicas. Guardad
como precioso tesoro vuestro buen sentido de las realidades, y apoyadas, como
siempre, lo estarán vuestras aspiraciones por el Benemérito General Gómez,
mientras ellas se encierren en fórmulas de justicia, vosotros seguiréis
prosperando y haciendo más sólido vuestro actual bienestar.
Bien sabéis cuántas medidas benefactoras para el trabajo se han dictado
ya, merced al influjo del Benemérito General Gómez, culminando en la abolición,
mediante la última reforma constitucional, del odioso impuesto del trabajo
personal.
Obreros de Venezuela: Tenéis razón en querer y sostener con firme
decisión al hombre providente y previsivo que gobierna la República.
PEDRO MANUEL ARCAYA.
(Publicado en el Periódico "El Nuevo Diario", el 22 de julio
de 1925).