domingo, 8 de febrero de 2015

ANTE LA TUMBA DEL BENEMÉRITO GENERAL JUAN VICENTE GÓMEZ, EN EL 34 ANIVERSARIO DE SU SENSIBLE FALLECIMIENTO

Benemérito General Juan Vicente Gómez

(24 de julio de 1857 - 17 de diciembre de 1935)

Hemos llegado hoy en romería patriótica al panteón donde se guardan las cenizas de un hombre genuino exponente de un pasado en esta patria grande que ha producido hombres notables en todas las actividades de la vida nacional a su paso por la vida y en esta oportunidad estamos presentes en este sagrado recinto para recordar a un venezolano notable en el aniversario de su muerte: el General en Jefe Don Juan Vicente Gómez Chacón. El viene de ilustre prosapia al ser descendiente directo del conquistador y poblador de tronco español de la extensa familia que con el primer apellido se ha perpetuado en nuestro suelo como en el antiguo nuevo Reino de Granada, y por esas circunstancias, encuéntrase de octavo abuelo del General Juan Vicente Gómez el Capitán poblador Pedro Gómez de Orozco.

Don Luis Eduardo Pacheco, individuo correspondiente de la Academia Venezolana de la Historia, natural del Estado Táchira, nos ha traído una importante publicación histórica intitulada "Orígenes del Presidente Gómez", para señalar en esa publicación que mencionamos de autorizados tratadistas de la Heráldica, antigua genealogía con la cual están acordes según el historiador ya nombrado, de que el patronímico Gómez, que en lengua goda significa Señor de Vasallos, remonta su origen a muy lejanos tiempos de la epopeya de la reconquista española, haciéndola derivar de un poderoso magnate poseedor de ricos dominios, llamado Gómez, cuyo nombre adoptaron por apellido sus descendientes. El linaje se dispersó por las dos Castillas y por otras regiones de la Península Ibérica, donde el apellido Gómez se conservó con distinción y siguiendo a Don Luis Eduardo Pacheco, entre sus personajes algunos figuraron en importantes acciones guerreras y por cuyos servicios gozaron de favores de los reyes españoles; otros lograron por su hidalguía armarse caballeros de órdenes militares.

En los Gómez floreció su estirpe en ramas frondosas en la Villa de Fuente Ovejuna y cuyo escudo de armas fue blasonado desde antaño con la figura del León Rampante y las aspas de San Andrés a las que distinguió la alcurnia de Orozco, que venía por entroncamiento con las de la noble casa y apellido Orozco, descendientes de los señores soberanos de Vizcaya, de Doña Brígida Gómez de Orozco, esposa de Juan Fernández. De allí arranca en ininterrumpida sucesión la dilatada familia venezolana que encarna la presente genealogía.

Un nobiliario recoge el emblema de armas que usaban como propio los Gómez Orozco, describiéndolo así: "Escudo partido en pal; a la diestra un León de Gules rampante en campo de oro, debajo de tres espadas de plata perfiladas de sable, la guarnición de oro con los mismos perfiles; a la siniestra sobre campo de plata, cuatro lobos sables, y en medio del escudo una cruz de Gules y en ella cinco aspas de oro, y por orla otras ocho aspas de oro de San Andrés en campos de Gules. Corona el escudo un morrión o cimera sumontado de un penacho de cuatro plumones de acuerdo con sus metales y colores".

El General Juan Vicente Gómez fue el último caudillo que gobernó a Venezuela con el implantamiento de la más genuina autoridad, la cual poseyeron dos grandes hombres que ejercieron el mando en este país; el primero: grande entre los grandes para llevar sobre sus hombros la libertad de cinco naciones que hoy llevan con orgullo el nombre de Bolivarianas; el episodio de sus hazañas portentosas lo registra la historia de la humanidad en un parangón que deja atrás a los grandes capitanes forjadores de sistemas que fueron orgullo de sus conquistas. El segundo, Don Juan Vicente Gómez Chacón, hombre extraordinario forjado en el ambiente de su patria, es el producto de un veterano de nuestras contiendas civiles, nativo de los picachos andinos, acompaña a una revolución que con el nombre de Restauradora, comandada por el General Cipriano Castro llega al Capitolio Nacional, como ya otras revoluciones que anteriormente se habían anticipado con fines de llegar al poder. Esta revolución fue muy combatida y su episodio IIegó a constituir la más dura prueba para derrocar a sus dirigentes del poder por medio de las armas. Los más notables caudillos de la época se hicieron presentes y forman para desalojar al General Castro del mando de la República la llamada Revolución Libertadora. Se libran batallas tales como las ocurridas en la ciudad aragüeña de La Victoria donde combatieron del bando gobiernista y del bando revolucionario más de veintidós mil hombres, anteriormente en Falcón y Lara y otros lugares, y por último en Carúpano y Ciudad Bolívar comandados directamente por el General Juan Vicente Gómez, donde se enfrentaron quince mil hombres entre ambos bandos, siendo uno de los triunfos más resonantes del General Gómez como Jefe expedicionario. Estas revoluciones periódicas que tanto daño le causaron a la patria desde el año 1830, terminaron en la época del mandato del General Gómez, quien le puso término al bochinche revolucionario y estableció el único período de paz efectiva, que por medio de las armas ha tenido Venezuela en su pasado, después de la guerra de independencia y la federal, esta última en un período en que la República trataba de cimentarse para llegar a una estabilidad apropiada a su progreso y civilización. La Revolución Restauradora no solamente trajo a un ciudadano a conquistar el poder, sino que fue algo más alentador para cimentar la política venezolana, el acercamiento de la región de los Andes a la vida nacional en lo social, económico y político, de la cual había venido siendo marginado. Antes de los sucesos a que nos referimos, decir andinos y centralistas considerábase como algo que los señalaba como enemigos irreconciliables. Hoy, afortunadamente, en la familia andina y la central no existen divisiones y son un todo formado por una misma familia social que es orgullo de la Venezuela integral. Por ello, los Generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, conductores de la Revolución Restauradora, trajeron también en sus alforjas de guerreros el acercamiento de la región andina, especialmente el Táchira, para completar el sentido de un movimiento restaurador que efectivamente llegó a ser realidad. No obstante haber sido molestado con brotes revolucionarios, el General Gómez se encargó de liquidarlos para poder coronar con éxito la paz de la nación, que fue su mayor prestigio político alcanzado junto a la reforma por métodos modernos comenzados en el Ejército de la República, durante su mandato que hoy es fiel reflejo de unas Fuerzas Armadas que han venido en ascenso progresivo hasta nuestros días, y es para mí satisfactorio el pronunciar estas palabras con devoción y respeto ante la tumba de este notable Jefe venezolano, considerando que formé filas en la Escuela Militar de la República, la que él fundara en el año de 1910, el día 5 de julio, así como también en las filas del Ejército, y dando gracias a la voluntad divina de estar viviendo para dar fe histórica de ese acontecimiento castrense notable, que desde esa época viene formando oficiales académicos. Los institutos que con esos fines decretaron los gobiernos anteriores, no dieron ningunos beneficios efectivos cuando intentaron hacerlo, fallando en sus propósitos en una Venezuela convulsionada por revoluciones periódicas y por la inconstancia de sus contados promotores, donde podemos, considerar que desde el año 1910, con la fundación de la Escuela Militar, es el principio de la moderna organización del Ejército Nacional y prosigue con el establecimiento de la Escuela de Aplicación para oficiales y Escuela de Clases para elementos de tropa. El ejército va tomando fisonomía propia enviando al exterior, en misiones de estudios, a oficiales y cadetes que van a Colombia y Perú, comenzando así sus primeros pasos para poner a caminar una Institución que estaba aniquilada por las constantes guerras civiles, que terminaban sus cuadros en las batallas infecundas, contra la Benemérita Institución venezolana. Con el tiempo el ejército se va fortaleciendo bajo la dirección del General Gómez y puede restablecer la paz, esto fue efectivamente el colapso de las guerras civiles y la terminación del caudillaje que dominaba en el país y por estas circunstancias el pueblo venezolano tituló al General Gómez el Caudillo de la Paz.

Entre las innovaciones militares funda la Escuela de Aviación que acaba de cumplir 49 años de ese acontecimiento notable, para proseguir en otras ramas militares trayendo misiones extranjeras que vayan formando los verdaderos basamentos tácticos y estratégicos de la instrucción militar, que son los órdenes sin los cuales no es posible la existencia de un ejército profesional por métodos modernos militares de acuerdo con la época en que otros países americanos habían comenzado sus reformas castrenses.

Una de las virtudes del General Gómez consistió en que procedente de la provincia, de raigambres campesinas y de una sencillez proverbial que no abandonó jamás, fue un venezolano integral que amó a su patria y creó la unidad político-social que antes no existía en Venezuela, que impuso la paz por encima de las pasiones políticas de la época; la paz, supremo anhelo de todos los venezolanos sin distingos partidistas, porque ya se hacía necesaria e imprescindible para la misma supervivencia de la comunidad.

Es de todos conocido el poder militar y la influencia moral que el General Gómez ejerció en todo el ámbito de la patria. Por eso este ilustre venezolano fue el precursor, el iniciador de la gran obra de transformación socio-económica de Venezuela. Bajo la égida de su Gobierno comienza una situación financiera sin precedentes, me refiero a la aparición del petróleo en el año 1918, y comienza asimismo un incontenible avance de progreso y de cultura de la patria. Con la apertura de grandes e importantes vías de comunicación en la extensa geografía venezolana se acercan los pueblos para conocerse y amarse más en un como simbólico abrazo de confraternidad nacional.

Este gran venezolano, campeón de la paz, fue también vencedor en cien combates de nuestras lamentables guerras intestinas y torna de ellas la experiencia necesaria para imponer luego un programa de gobierno inspirado en el supremo bien colectivo; y toma también de esas mismas guerras el magnífico ejemplo de los héroes de Carlisle para proclamar en los días bonancibles de la paz (que él fundara con todas las fuerzas de su ideal de gobernante), la divisa que lo acompañó toda su vida y que resumió en la fraternidad, la unión y el trabajo entre los pueblos de esta gran patria nuestra.

La historia de la región tachirense nos señala el lugar donde nació este Jefe notable cuyas cenizas guarda este panteón familiar que él ordenó fabricar para su descanso eterno y el de sus familiares que le precedieron, entre los cuales sus hijos el Coronel Alí Gómez y el General José Vicente Gómez y Don Juan Vicente Gómez hijo, y otros para quienes dejamos en estas palabras nuestros recuerdos de efectiva sinceridad sentimental. Al señalar el sitio del nacimiento del General Gómez, nos trasladamos en pensamiento y nos encontramos entre San Antonio y Capacho donde existe una región formada por los páramos de Capote y Tirio, llamada “La Mulera”, sin duda el apellido viene de Mulero, muy corriente, ya desaparecido al principio de la Colonia y del cual quedó como testimonio de su existencia histórica el nombre de “La Mulera” en aquel lugar. Poco más o menos a 8 ó 10 kilómetros de la fila de Tirio, en la falda que mira a San Antonio, se encuentra el sitio donde nació el 24 de julio de 1857, la casa de “La Mulera”, hogar de Don Pedro Cornelio Gómez y Doña Hermenegilda Chacón de Gómez.

El nacimiento del Libertador y del General Gómez se origina un 24 de julio y la muerte de estos dos hombres sucede un 17 de diciembre. Estos acontecimientos son una coincidencia en la vida política de Venezuela; nada tienen de particular, pero, sí por su histórico suceso, abren un paréntesis que abarca la pujanza de una lucha en la cual el primero busca la libertad de pueblos para librarlos de las cadenas opresoras y el segundo considera a su patria adolorida por una lucha entre hermanos y busca el remanso de una paz aunque impuesta por las armas, pues había necesidad de terminar con el desorden de las guerras civiles, azote del país por más de tres cuartos de siglo. La última batalla de envergadura fue la de Ciudad Bolívar, con un triunfo ruidoso para las fuerzas gobiernistas comandadas por el General Gómez, que ya hemos reseñado en esta oración, y por esa circunstancia se le llamó el héroe de la paz y del trabajo.

Una biografía escrita sobre el General Gómez por un importante escritor dice: "cabal ejemplar criollo de hombre de guerra y presa, Juan Vicente Gómez, en su extenso papel de militar y de político, es un producto neto del medio, del ambiente y de las circunstancias en que le cupo aparecer y actuar. Montañés genuino, campesino ciento por ciento, llegó al mando en los comienzos de su vigorosa madurez física, pertrechado de tantas reservas mentales como de paciencia para saber y esperar. Y para hacer esperar... Con José Antonio Páez, con José Tadeo Monagas y con Joaquín Crespo, está vinculado por íntimos parecidos morales e idéntica personalidad férrea. Fue un místico de la paz, del orden y del trabajo y de acuerdo con tales normas pacificó al país y le dio un disciplinado sentido a la vida venezolana. Para el logro de semejante ardua misión implantó un régimen inflexible, tal como lo habría hecho un expeditivo jefe de policía al que tocase proteger las personas y los bienes de una comunidad más dada a la violencia que a la mesura, más inclinada a la emotividad que a la reflexión y más proclive al tumulto que a la estabilidad. Austero, ahorrativo y tenaz a los pocos días de encargarse del poder se pagaron completo y puntualmente todos los gastos públicos, igual los intereses de la deuda extranjera ajeno a las exteriorizaciones ruidosas, verticalmente serio, poseedor de un hondo talento práctico y de una invariable pauta personal, sobrio y sencillo, no dado a las apariencias del poder sino a lo intrínseco del mismo cuando alcanzó el puesto supremo de la nación, adiestró todavía más esas ya innatas condiciones para el mando y resolvió quedarse en éste hasta el postrer día de su existencia. Esto señala al General Gómez como político y como administrador en un alto nivel de conocimientos de la materia".

Al llegar la era petrolera que afluye al Tesoro, el General Gómez hizo cancelar la deuda externa, onerosa obligación que pesaba sobre la República. También hizo de Venezuela un adecentamiento diplomático, pues sus relaciones estaban muy deterioradas con importantes países europeos y americanos; por eso el General Gómez hizo de Venezuela una casa que limpió con esmero y entró a habitarla y la organizó y amuebló en lo que pudo dentro de su sicología y sus métodos.

Terminamos con frases de uno de sus más contumaces detractores por pasiones políticas Don José Rafael Pocaterra cuando visitó el panteón, a raíz de su muerte: "Aquí, en este panteón familiar, están enterrados 27 años de la historia política venezolana, un hombre que ni lo vencimos ni lo convencimos". Y por último para cerrar esta oración decimos con Ramón David León, con esa pluma nacionalista que siempre ha esgrimido para las causas justas: "Hoy por hoy, el andino Gómez muerto y enterrado hace 34 años, derrota a muchos y convence a más".

Siga usted descansando en paz, mi General; la historia, cuando se escriba con patriótica imparcialidad, le dará a usted su verdadero valor como ductor del pueblo de Venezuela, para quien usted tuvo en todo momento su mejor preocupación de Gobernante.

Señores.

F. J. OSUNA LUCENA