EXPOSICIÓN SOBRE EL PRIMER TOMO DEL LIBRO
“VENEZUELA GRÁFICA”,
PUBLICADO EN 1929 POR:
M. J. GORNÉS MAC-PHERSON
Se presenta hoy
“VENEZUELA GRÁFICA” como la iniciación de algo muy grande que puede hacerse
sobre este particular.
Tanto la Academia de la
Historia como el Archivo Nacional se vienen ocupando de la publicación, en
folletos, de todo lo concerniente a los anales patrios desde el descubrimiento
de nuestra tierra, de la época de la conquista y de la evolución de nuestra emancipación,
y al presentar yo algo de lo mucho existente sobre esta materia, abordo en los
momentos actuales de Venezuela, el problema del desenvolvimiento nacional
presente, cosa que es de importancia vital, desde luego que, después de nuestra
independencia, tan sólo se han sucedido lustros de terribles siniestros,
encontrándose hasta hace veinte años la Patria, continuamente enlutada por las
sucesivas guerras civiles, que impedían el avance de la civilización en el
fomento de nuestras industrias y en el desarrollo de nuestro comercio,
desapareciendo la cría y la agricultura por la devastación que causaban las
facciones guerrilleras del movimiento continuo revolucionario asolando nuestras
praderas, como la falta de iniciativa para las explotaciones de los tesoros
naturales que el cofre de nuestro suelo guardaba oculto en las profundidades de
lo desconocido.
Ese período fue para
Venezuela, como el caos reinante en nuestro territorio, y el crédito nacional
afectado no tan sólo en su deuda interna, sino gravemente lesionada en sus
compromisos con el extranjero, producía el descrédito en el comercio exterior y
confirmaba la desconfianza resultante de esta desorganización nacional entre
los institutos bursátiles de las demás naciones, las que no tan sólo lo limitaban
sino que rotundamente se lo negaban, viéndose el país en una pendiente cuya
inclinación la conducía al más desastroso porvenir.
Nuestro país, joven
nación acumulada de elementos para toda actividad, tan sólo necesitaba paz y
orden en su administración; nivelar sus rentas, cumplir sus compromisos, y
mostrarse ante la civilización universal como un pueblo organizado y encaminado
por la vía juiciosa y de criterio, resuelto a colocarse a lado de los países
alejados de toda revuelta intestina, y propuesto a seguir la marcha guiatoria
de las naciones modelos del globo.
La labor era bastante
atrevida y dificultosa, pues más de una centuria de desorganización nacional
había convertido en hábito esa costumbre criolla de sustentar en cada localidad
de la República el ambiente del caudillaje aspirante al mando supremo de la
Nación, causante de los movimientos revolucionarios continuos. Cada Estado de
la Federación Venezolana tenía la pretensión de llevar su candidato al
Capitolio, con la esperanza de que ese grupo político gozara de las
prerrogativas de los tesoros nacionales.
Y así se sucedían las
tragedias que causaban la ruina de la patria, y en lugar de cruzar nuestros
campos las legiones del trabajo, asolaban las fértiles praderas los grupos de
salteadores que, a nombre de un futuro gobierno se hacían de créditos forzados,
disponían de las propiedades y acababan con la honra de la familia venezolana,
todo ésto en medio de lágrimas y maldiciones apostrofando nuestra nacionalidad.
Ya tenemos más de veinte
años de paz nacional. Nuestra juventud, los hombres del mañana, esos que no han
conocido sino tan sólo por un vago recuento de sus progenitores el triste
historial de lo pasado; esos elementos nuevos visionarios de una patria grande
y majestuosa, no conocen las ruinas de hace veinte años atrás, donde la figura
del bíblico Caín se destacaba reinante. Allí se levanta el edificio sólido de
nuestra prosperidad con el marco de oro de nuestro crédito en el exterior. Esa
juvenil parvada, con la inexperiencia de sus pocos años y la precipitación que
produce la adolescencia, pretende transformar el país por medio de un soplo
divino, en algo soñado, y que tan sólo el encarrilamiento consciente por las
paralelas de Paz y Trabajo, nos llevará a la efectividad, no tan sólo iniciada
ya, sino realizada en el corto período de cuatro olimpiadas.
Los bancos extranjeros
establecidos en el país, las compañías de petróleo que explotan nuestros
tesoros naturales, el aumento de crédito de que gozan en el comercio exterior
nuestras firmas industriales, la unión de nuestros pueblos estrechados por las
vías de comunicación, la dotación de acueductos modernos para la higienización de las ciudades, el embellecimiento de las poblaciones con
buenos edificios y paseos que las ornamentan, el crédito del país saneado y con
un superavit en el tesoro para dar frente a cualquier circunstancia de
necesidad nacional, y tantas otras cosas, ¿efectos de que causa son?...
Y ello es mi propósito,
mostrar gráficamente en este libro, hacer palpar en mi obra, lo que
representaba hace poco tiempo Venezuela en la exterioridad de sus ciudades,
edificios, vías de comunicación, radio de extensión, hacer comparaciones con lo
de antaño y ver lo de ogaño, para tener una idea de nuestra prosperidad, que es
el fruto de la paz.
¿Que podríamos tener
algo mejor?... Esta es la eterna inconformidad humana, no
estar satisfecha jamás con lo que se tiene, sino desear, en medio de una
incógnita difícil de despejar, la forjación de un porvenir más halagüeño, pero
con la borrosa duda que presenta siempre la realización de un deseo sin la base
suficiente del éxito seguro, pues esa inseguridad es la pretensión de resolver
un problema sin guarismos existentes para poderla efectuar.
Un país de tres millones
de habitantes, con viejas costumbres revoltosas de cien años de práctica, era
difícil arrancar de su habitualidad este parásito dañador del árbol nacional,
pero, la paz se impuso amargamente entre lágrimas y dolores, y una mano fuerte, enérgica y sin
contemplaciones, rompiendo la dura piedra que constituía entonces el alma
criolla, la transformó en pedazos de roca diamantina, como el minero osado y
corajudo que, causando pérdidas de vida, estragos, y en medio de sacrificios
socava la dura tierra, taladra las pétreas trincheras y se abre paso hasta
llegar a la veta del tesoro sin mirar los efectos que ha causado... Y si no
fuera así, nada se haría, porque para sanear la úlcera es necesario el termo
quemador, y a veces el fuego purificador ataca las partes buenas que han estado
en contacto con la llaga.
Nuestra prematura
independencia ha sido la causa de muchas de nuestras desgracias, y así, las
evoluciones políticas precipitadas y antes de ser necesarias, producen efecto
contrario a lo pensado.
Veinte años de
iniciación de paz, veinte años de tranquilidad, es el exponente mayor de
nuestro progreso, y el país no está en condiciones de ninguna evolución, sino
de continuar fomentando lo que pedirá en el futuro la Patria.
Todas esas intentonas
reformativas por medio de actos cívicos, son cosas propias de la época; todas
esas manifestaciones varoniles de la sangre nueva son una prueba demostrativa
de nuestro adelanto civilizador; toda esa gallardía gestatoria de libre
albedrío es consecuencia lógica de un largo régimen de paz; y todas esas
ambiciones de colocar a nuestra patria en un nivel superior a su actual estado
es el resultado de la transformación nacional llevada a cabo por el Benemérito
Jefe del País en un período de progreso efectivo.
Pero, aún necesitamos
solidificar las bases que hoy tenemos y donde se levantan los muros de la
prosperidad patria, pues, el período de nuestra rehabilitación data de contado
tiempo, necesitándose mayor número de años para que la obra de nuestra reconstrucción
sea efectiva y sólida, y poder levantar sobre dichas bases el grandioso
monumento nacional.
Y sería de mi parte una
falta de honradez y de sinceridad no reconocer el esfuerzo hecho por el General
Juan Vicente Gómez para que Venezuela llegase a su actual brillante situación;
y es punto que no admite discusión, de que él es un hombre animado de buenos
propósitos y soñador de un futuro venturoso para esta tierra nuestra.
Sólo aspiro a que mi
libro sea acogido con buena voluntad por mis conciudadanos, los que deben ver
en el fondo de esta exposición tan sólo los altos propósitos de mis ideales
patrióticos, y los hombres del mañana, esa juventud que se levanta, bendecirán
la obra de paz nacional que hoy tenemos, arrancada en corto tiempo del ruinoso
templo del desastre de nuestra vida pasada, y que será para el porvenir, la
sólida base de la Venezuela engrandecida.
Que reine la
tranquilidad en la familia venezolana, y que el espíritu nacional se
solidifique para el futuro patrio.
M. J. GORNÉS
MAC-PHERSON
Nota: El Sr. M. J.
Gornés Mac-Pherson fue Comendador de la Orden del Libertador. Miembro de la
Academia de Ciencias y Letras de Nápoles. Diplomado como Benemérito de la
Asociación de Pensionados Civiles de Génova. Socio correspondiente de la
Sociedad de Geografía de Lisboa. Recibió la Medalla de Instrucción Pública de
Venezuela y la Gran Cruz de la Orden al Mérito Literario y Científico en su
segunda clase por la Academia Internacional de Ciencias y Letras de Nápoles.