sábado, 7 de marzo de 2015

DISCURSO DEL CARDENAL JOSÉ HUMBERTO QUINTERO

PRONUNCIADO EL 15 DE DICIEMBRE DE 1956, EN LA INAUGURACIÓN DEL EDIFICIO CENTRAL DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES.

Cardenal José Humberto Quintero

LA VERDAD ANTE TODO 
Recordaréis que en los cuentecillos infantiles, además de hadas y de ogros, figuraban gigantes que a veces protegían a reales señoras en horas de infortunio y, con las potentes fuerzas de que estaban dotados, las reponían en sus antiguos tronos. La voz de la conciencia me tacharía de injusto y de cobarde si, por un sentimiento pusilánime ante posibles críticas, callara a estas alturas de mi crónica que, ya en el presente siglo, la Universidad halló en el último de nuestros Césares democráticos uno de esos gigantes protectores. Sin hablar del restablecimiento de las Facultades de Medicina, Farmacia y Agricultura que habían sido clausuradas por el Presidente Castro, ni de la creación de las Facultades de Ciencias Físicas y Matemáticas, ni de los ricos laboratorios y gabinetes con que la dotara, ni de los millares de modernos libros para la biblioteca, ni del notable aumento de los honorarios profesorales, basta recordar las repetidas y frecuentes ayudas con destino a reparaciones y adecentamiento de la antigua casa, la ampliación de ella con nuevas dependencias y, por fin, la total reconstrucción de la misma, para advertir con evidencia la larga e innegable protección que a la Universidad dispensó el Presidente Gómez durante su gobierno. Y esta conducta aparece tanto más valiosa cuanto que diametralmente contrasta con la de todos sus antecesores en el sillón presidencial, entre los cuales había algunos que hasta ostentaban títulos académicos, mientras que aquél apenas si había frecuentado la escuela de primeras letras en su campesina niñez. No uno de sus turiferarios sino un escritor imparcial e independiente, el Dr. Gonzalo Picón Febres, nos confía que se estuvo trabajando con instancia para que ese Mandatario suprimiera la Universidad andina; pero que él, poniéndose en guardia, cerró los oídos “al egoísmo artero de los demoledores sabios” y la tomó más bien bajo su patrocinio. Sobre este formidable Caudillo nacional, tanto por su cercanía en el tiempo como porque aún arden vivas pasiones en su contra, no puede todavía pronunciar su veredicto el justiciero tribunal de la Historia. Cuando la hora de dictar ese definitivo fallo se acerque, la Universidad de los Andes habrá de concurrir a los estrados para ocupar sitio, no entre los acusadores, sino entre los testigos de descargo, porque así se lo imponen de consuno la nobleza, la verdad y la justicia.

(Cardenal José Humberto Quintero, Discurso titulado: “La Verdad ante Todo”, pronunciado en la inauguración del edificio central de la Universidad de los Andes, el 15 de diciembre de 1956, siendo para entonces Arzobispo Titular de Mérida y Coadjutor de Mérida. Tomado del libro: “J. Humberto Quintero, Discursos, Obras Publicadas 1924-1972”, páginas 804 y 805, Editorial Arte, Caracas-Venezuela, 22 de septiembre de 1972).