viernes, 6 de marzo de 2015

VENEZUELA POLÍTICA, ECONÓMICA Y FINANCIERA



Conferencia leída en la Universidad de Hamburgo, Alemania, el día 28 de octubre de 1930, por el Doctor F. García Monsant.

Con gusto reproducimos la brillante conferencia leída por el doctor F. García Monsant en la Universidad de Hamburgo, Alemania, el día 28 de octubre de 1930, en un acto al cual concurrieron altas personalidades científicas, políticas, sociales y comerciales de aquella ciudad.

El doctor García Monsant, talentoso y joven abogado, Profesor de Sociología de la Universidad Central de Venezuela, se ha distinguido con honor en el Foro nacional, haciendo al mismo tiempo notar su laboriosidad.

Venezuela, cuya prosperidad y florecimientos nacientes la han convertido en apetecible mercado para los capitales e industrias extranjeras, tanto más cuanto que definitivamente impuesta la paz, abierto amplio campo al trabajo y reformada socialmente, está llamada muy pronto a ocupar alto puesto en el concierto mundial de las naciones.

VENEZUELA POLÍTICA

Nos ha enseñado la experiencia, y se ha encargado de explicarlo por métodos científicos la moderna ciencia de la Sociología, que todos los pueblos pasan por un proceso de desenvolvimiento evolutivo, de progresión y de mejoramiento social, hasta llegar al pináculo de su poderío y de su grandeza, para luego fatalmente sufrir un proceso de regresión que los lanza a la postre, como catafalcos dolientes, en la insondable noche de los tiempos. 

En su marcha hacia el progreso, los pueblos influenciados por la corriente inevitable de poderosas fuerzas directoras, a las cuales denominan los sociólogos, leyes sociales, tienden hacia su adaptación vital, o sea a buscar su acomodamiento para disfrutar del mayor goce de felicidad posible. 

Esta adaptación, como fácil es comprenderlo, no es uniforme, sino especial a cada pueblo, por estar sujeta a sus condiciones étnicas, climatéricas, económicas y aun morales, de tal suerte que cada nación tiene su peculiar sistema social de adaptación.

Sabemos que la política es, en síntesis el conjunto de normas implantadas para regir los destinos de una colectividad; por lo tanto, estas normas para que surtan toda su eficacia deben adaptarse al sistema social; de lo contrario, faltaría el equilibrio necesario para conservar el bienestar social.

Venezuela, durante una centuria de vida independiente, sufrió doloroso es confesarlo, un sinnúmero de contratiempos de carácter bélico, que hicieron malgastar preciosas energías y entorpecer su desenvolvimiento evolutivo. 

Al heroico caudillaje emancipador que empujará las huestes guerreras hacia la independencia nacional, sucedió el cacicaje político que convirtiera a Venezuela en un feudo y personalizara el ejercicio del poder público. 

El pueblo venezolano que surgió de la emancipación hispana fue de índole netamente guerrera, tanto por su constitución étnica, mezcla del aborigen fiero y bravío con el intrépido conquistador español, como por atavismo, por costumbre. Por lo tanto se imponía con el imperativo enérgico de una necesidad implazable, para lograr la modificación social de aquel pueblo, operar su modificación racial por la aplicación de adecuados recursos socioterápicos. 

Estas modificaciones empezaron a verificarse desde hace veintiún años con la implantación de un sistema político que se denomina Causa de la Rehabilitación Nacional de la cual es fundador y Jefe el General Juan Vicente Gómez.

Los principios fundamentales que integran el sabio programa de aquella Causa patriótica, son los siguientes: la extirpación radical de las dos rémoras que se oponían al desenvolvimiento social: el caudillaje y las guerras civiles. 

A efecto de alcanzar el primer propósito el General Gómez puso en práctica un sistema de concordia y de unión de todos los llamados partidos políticos, instituyendo un Consejo de Gobierno constituido por prestigiosos caudillos nacionales, y quienes colaborarían con él en el ejercicio de la Administración Nacional. Mas, como surgieran disidencias y ambiciones que iban a sembrar la discordia en el seno mismo de la Causa, decidió extirpar los partidos políticos y sus caudillos abandonaron el país.

Es necesario advertir que en Venezuela no han existido los partidos políticos en el concepto clásico del vocablo, o sea en el sentido de tendencias y orientaciones político-sociales contrarias: los llamados partidos políticos allá no son sino tendencias de oposición al poder; o por mejor decirlo, coalición de individuos alrededor de un hombre prestigioso para lograr el ejercicio de los cargos públicos.

A efecto de extirpar las guerras civiles, el General Gómez dictó enérgicas medidas de policía nacional, entre las cuales merecen mencionarse, por los eficaces resultados obtenidos: la de la prohibición del porte de armas y la de la modernización del Ejército Nacional, el que está institucionalizado en una severa disciplina, y es honra y prez de Venezuela; a dictar sabias medidas de carácter político-social, como son la extinción del analfabetismo por la creación de escuelas rurales y por el aumento considerable de las escuelas urbanas; convenientes reformas en la instrucción primaria, entre las cuales merece anotarse la fundación de las cátedras de civismo; la nacionalización del poder, el cual era antes del patrimonio de los nativos de la provincia a la que le pertenecía el caudillo que gobernaba: el General Gómez llamó al ejercicio de los cargos públicos a las personalidades de las distintas provincias de la Unión venezolana que por sus aptitudes y cualidades estuviesen en capacidad de manejar con provecho los intereses nacionales; la justa y equitativa distribución de la riqueza, a efecto de que el pueblo distrajera en el trabajo honrado y fecundo sus atavismos guerreros, para lo cual dispuso la distribución de los terrenos de agricultura y de cría pertenecientes al patrimonio de la Nación entre los ciudadanos que quieran dedicarse al laboreo de la tierra; la realización de obras públicas de vital necesidad para el incremento del progreso: carreteras, con las cuales por su conveniente distribución se han intensificado el comercio y la agricultura; acueductos, que han permitido el saneamiento de las poblaciones; edificios públicos, que han ornamentado las ciudades; granjas modelos, institutos benéficos, etc. 

El fomento de la industria, por la extinción de los monopolios del Estado; la protección de la agricultura y la cría, por la creación de Bancos de auxilio en condiciones ventajosas para los agricultores; la creación de una junta de inmigración y colonización, a la cual se le encomendó estudiar la realización de tan necesaria medida para lograr nuestro mejoramiento social. 

También entraron dentro del programa de la Rehabilitación Nacional, el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros, por la construcción de viviendas baratas, que adquieran en propiedad, y que los independiza de un oneroso inquilinato; por la prohibición de los juegos de envite y azar, para librarlos de la penuria y por la regularización del trabajo, para ponerlos a cubierto de una inicua explotación. De tal suerte que en Venezuela, el obrero que ayer era carne de cañón, es hoy elemento de trabajo, y como devenga buen jornal, tiene trabajo y techo, vive satisfecho y tranquilo, sin prejuicios sociales ni tendencias disidentes.

A la tendencia de reformación social ha venido unida la tendencia de reformación política, la cual ha estado orientada a la realización de dos finalidades: la organización eficaz de los servicios públicos y la democratización del poder. 

Antes de implantarse en el país el sistema de la Causa Rehabilitadora, era casi nula la administración pública, pues los gobernantes sólo atendían a la política que les permitía conservarlos en el poder, desatendiendo la prestación de los servicios públicos y la administración del patrimonio nacional. 

En el sistema de aquella Causa se ha observado un plan inverso: se ha relegado a segundo término la política y se ha prestado preferente atención a la administración, lo cual ha dado por resultado que se haya realizado la explotación de la riqueza territorial: petróleo, perlas, oro, productos naturales, que se haya normalizado la percepción de los impuestos y regularizado su inversión, hasta lograrse contar con una fuerte cantidad de dinero de reservas; que se hayan establecido servicios públicos de innegable utilidad como la Sanidad Nacional y la Aviación; que se hayan afianzado las relaciones diplomáticas, lo cual culminó con la reciente cancelación de la deuda pública, y que se haya, en fin, establecido un mecanismo gubernamental de pronta y eficaz realización.

Es innegable por lo tanto que con tales medidas el país entró de lleno en su periodo de desenvolvimiento evolutivo; se pusieron en acción todas las actividades sociales, Venezuela apareció ante el mundo como tierra de promisión, las miradas de los centros mercantiles se dirigieron hacia ella; los capitales extranjeros acudieron y siguen acudiendo en busca de mercado y el comercio se intensifica cada día más.

Esta magna obra de reconstrucción nacional hizo adquirir al General Juan Vicente Gómez un gran prestigio y una enorme autoridad moral tanto en su patria como en el extranjero, a tal grado que hubo de considerársele el hombre necesario para realizar en Venezuela su cabal desenvolvimiento progresivo, lo cual motivó que el Parlamento Nacional así lo proclamara en solemne y patriótica ocasión. 

El pueblo también se acostumbró a ver en él al único hombre capaz de gobernarlo. Pero entre las normas de la Causa Rehabilitadora estaba la de democratizar el poder, una vez lograda la reforma social, es decir: una vez que se hubiese preparado el medio social para darse tal sistema de gobierno. 

A este efecto, durante el régimen rehabilitador se han sucedido los periodos presidenciales de los eminentes compatriotas Doctores Gil Fortoul y Márquez Bustillos; se ha garantizado la independencia de los Poderes Públicos y el ejercicio de los derechos individuales, para ir señalando así al pueblo venezolano el camino de la Democracia, camino este ideal, pero peligroso cuando por él no se sabe transitar. Y el pueblo venezolano no ha estado acostumbrado a transitarlo, porque desde su nacimiento a la vida independiente fue víctima doliente de las guerras fratricidas y presa sangrante de caudillos ambiciosos. 

Era necesario en primer término que un hombre altruista y patriota tendiera hacia él su mano protectora, que: restañara sus heridas, lo reconstituyera, lo rehabilitara y lo educara convenientemente para seguir la ruta hacia su ideal. 

Era necesario además: acallar sus instintos levantiscos, imponer la paz a todo trance, infiltrar sangre nueva en sus venas, inculcarle el civismo, enseñarle a conocer y ejercer sus derechos, y dotarlo de suficiente patriotismo que le permitiera presentarse con decencia y con decoro en el concierto mundial de las Naciones. 

Y esta ardua, pero patriótica tarea, la ha venido realizando el General Juan Vicente Gómez; y ha sido la razón de ser la causa de la Rehabilitación Nacional. Por eso, reelecto como fuera el General Gómez para Presidente de la República en el año de 1929, ante el asombro general no sólo en el país sino en el extranjero, significó su rotunda negativa a aceptar aquel cargo por considerar que su misión patriótica estaba ya terminada, y que a él en dicho cargo, podía reemplazarlo un hombre honrado, sin compromisos políticos y sin pasiones: con cuyo lema quiso trazar el rumbo de la política ulterior: honradez en el manejo de la cosa pública, apartamiento en la política de partidos y ecuanimidad en el ejercicio del poder; y fue entonces cuando el Parlamento Nacional fijó sus miradas en el Doctor Juan Bautista Pérez, hombre prestigioso como jurista y publicista, de extirpe honorable y de virtudes cívicas relevantes, y quien no había dedicado su vida  a otra actividad que al ejercicio del Derecho, por lo cual estaba incontaminado de resabios políticos; y quien compenetrado como está con el Jefe prestigioso de la Causa Rehabilitadora en afianzar la obra portentosa de reformación político social, ha venido continuando el desenvolvimiento de tan importante sistema de gobierno. 

El General Gómez, por su parte, a reiteradas exigencias del Parlamento, de los gremios y del pueblo, accedió a ponerse al frente del Ejército Nacional, para con su apoyo moral y su reconocido prestigio, defender y salvaguardar las instituciones públicas y la obra de reconstrucción social que viene realizando.


VENEZUELA ECONÓMICA

A la necesidad que tienen los pueblos de adaptar su sistema político a su sistema social, es decir, la de darse la forma de gobierno y de modelar sus instituciones políticas de acuerdo con las modalidades sociales adquiridas, ora durante su proceso de progresión, ora durante su proceso de regresión social, va unida la necesidad de orientar su sistema económico en conformidad con sus recursos naturales y con la índole y carácter del conglomerado social. 

Los pueblos, como los individuos, resultantes como son de la Naturaleza misma, son veneros de fuerzas vivas, múltiples y variadas por cierto, por estar sometidas y aun ser el producto de condiciones etnográficas, climatéricas y topográficos preexistentes. Y el acierto de los pueblos está precisamente en explotar aquellas fuerzas vivas hasta obtener el máximo de su rendimiento, convirtiéndolas en recursos vitales. 

Fracasos continuos, crisis agudas, son ocasionados la más de las veces por una desorientación económica. Y llamo desorientación económica la tendencia a buscar el bienestar económico valiéndose de recursos ajenos a los propios recursos o por medios artificiales naturales de que pueden valerse. Por lo tanto, para fomentar el progreso económico de un país es necesario en primer término, abrir amplio cauce al desenvolvimiento de sus actividades ingénitas, en segundo término, darles una conveniente orientación para lograr la acumulación necesaria que incremente un máximo rendimiento y que a la vez facilite el intercambio mercantil.

Venezuela, por sus condiciones topográficas y climatéricas, es un pueblo esencialmente agrícola, pecuario, minero. Tiene una superficie de casi un millón de kilómetros cuadrados, y por la variedad de sus climas lo cual obedece a las diferencias de altitudes, ofrece una zona cálida, una templada y una fría. Por lo tanto, es indudable la bondad de sus tierras para la agricultura, y en efecto se obtienen de su suelo los más variados productos naturales: el café, cuya calidad es inmejorable, y en cuyo cultivo se emplea todo el esmero necesario aconsejado por la agronomía, el cacao, de aroma insuperable, el maíz, la caña de azúcar, el arroz, el algodón, el tabaco, el coco, el trigo, el balatá, variadísimas maderas y una infinidad de frutos menores que creo innecesario enumerar. Igual cosa puede decirse con su riqueza pecuaria, debido a la excelente calidad de sus pastos y a la abundancia de sus aguas.

Aun cuando desde los tiempos pre-coloniales Venezuela viene viviendo del cultivo de sus tierras, la agricultura se había conservado en un estado casi rudimentario; pero desde que la acción protectora del Gobierno del General Juan Vicente Gómez fue en auxilio de la acción individual, la agricultura, fue tomando incremento y se ha venido intensificando cada día más. 

Uno de los resultados más beneficiosos que ha obtenido el país del Gobierno de la Rehabilitación Nacional ha sido precisamente el haber desarrollado la riqueza agrícola-pecuaria. Durante este Gobierno se introdujeron mejoras convenientes en la legislación especial, tendientes a alcanzar aquel objeto, y se iniciaron nuevas leyes: una Ley de Montes y Aguas en la cual se reglamenta la explotación de las maderas y de los productos naturales, así como también el uso de los manantiales, y se prescriben rigurosas normas a efecto de conservar los bosques, entre las cuales merecen mencionarse la resiembra: todo el que necesite derribar un árbol adulto está obligado a reponerlo; la prohibición de talar árboles jóvenes, y la de talar también los que circunden las fuentes. 

Una Ley de Tierras Baldías, que regulariza el uso de las tierras pertenecientes al dominio de la Nación, y en la cual, a efecto de lograr una equitativa distribución de la riqueza territorial, se dispone cederlas: o en venta, o en arrendamiento y aun gratuitamente, para aquellas personas que a la promulgación de la Ley las tuvieran ya cultivadas. 

Las concesiones a título oneroso son en extremo liberales, pues los precios son mínimos y los plazos largos. Esta Ley clasifica los terrenos en tierras de cría y tierras de agricultura, y fija el número de hectáreas que puede serle concedida a un individuo. Por lo tanto, en Venezuela una persona laboriosa puede, con escasos recursos fundar su granja y aun su hacienda.

Además de estas Leyes existen disposiciones de carácter policial tendientes a prohibir el beneficio del ganado hembra, la extinción de los garceros, las quemas de los bosques y otras más.
            
A esta labor legislativa ha venido unida una labor administrativa, y como consecuencia se han establecido estaciones experimentales de agricultura, de donde sale la expresión técnica para el cultivo de la tierra, y desde donde se dota a los agricultores de consejos, de semillas y de injertos; se han pensionado en el extranjero a jóvenes que se han dedicado su actividad al estudio de la Agronomía, y hoy cuenta ya el país con técnicos-agrónomos propios; se ha circundado a Venezuela de una magnífica red de carreteras que acerca a todos los pueblos a los centros comerciales y a los puertos de embarque, y en fin, la acción protectora del Gobierno hacia la agricultura y la cría ha culminado con dos medidas, plausibles por lo sabias: la creación del Banco Agrícola y Pecuario y la creación del Ministerio de Agricultura y Cría, cuyo servicio antes dependía del Ministerio de Fomento.

El Banco Agrícola y Pecuario de Venezuela es una institución de carácter especial: tiene personalidad jurídica y patrimonio propio independiente del Fisco Nacional; sus ingresos y sus gastos no figuran ni dependen del Presupuesto Nacional de Rentas y Gastos Públicos; pero es administrado por funcionarios nombrados por el Gobierno Nacional. Como el Banco tiene personalidad jurídica, está capacitado legalmente para ser sujeto de derechos y de obligaciones, y no puede conceptuarse como un instituto del Gobierno; como tiene su patrimonio propio, independiente del Fisco nacional, no está expuesto a las fluctuaciones que puedan sucederse en el Erario Nacional, ni a contingencias políticas; y como el capital del Banco es facilitado en calidad de préstamo por el Gobierno, sin garantía especial, éste se ha reservado la facultad de nombrar su personal dirigente y de ejercer funciones de supervigilancia y control. 

Tiene además, por la ley señalado y limitado su objeto, y por lo tanto no podrá invertir el capital que reciba de la Nación sino en préstamos garantizados con hipoteca especial de primer grado sobre predios rústicos; agrícolas o pecuarios, y con destino a fundaciones y explotaciones agrícolas o pecuarios, o a cancelar créditos preexistentes tiene una tendencia esencialmente protectora de la Agricultura en Venezuela, puesto que fue inspirada en el propósito de libertar al sufrido y paciente agricultor de las garras insaciables de la usura, libertando de onerosas hipotecas a los fundos, los que solo producían tras rudo trabajo lo necesario para amortiguar crecidos réditos. 

También concede el Banco, y con el mismo laudable propósito, préstamos para ser empleados en suministros de cosechas. Por otra parte, se le prohíbe al Banco la emisión de billetes, vales al portador y cualesquiera otros títulos obligatorios, a efecto de evitar que se comprometa su patrimonio en negociaciones de índole ajenas a las finalidades de su institución. 

Además, los plazos de sus préstamos, como en todos los Bancos similares, son largos y los intereses módicos, pues la ley limita al 5% anual el máximo de interés devengable. Por último, es de observarse una sabia y equitativa disposición reglamentaria, que ha redundado en beneficio de la colectividad agrícola, cual es la que establece una proporcional distribución del capital del Banco entre los diferentes Estados y Territorios de la República, calculada de acuerdo con sus respectivas poblaciones y con el volumen de su riqueza agrícola-pecuaria.

Por cuanto respecta a nuestra riqueza minera, podemos decir que es notable el incremento que ha tomado durante estos últimos veinte años. Antes de entonces sólo se explotaba el oro, más en condiciones desventajosas para la Nación y por procedimientos asaz rudimentarios; durante la Rehabilitación Nacional se hizo un estudio consciente de tan vital cuestión y se reformó la legislación respectiva, a efecto de hacer emplear los procedimientos, de salvaguardar los derechos de la Nación, y de intensificar la explotación de la riqueza aurífera. 

Y fue también durante esta sabia administración que se promovió la explotación del petróleo, para cuya reglamentación se dictó una ley especial, cuyo criterio ha estado informado en facilitar la inversión de capitales extranjeros por la constitución de poderosas compañías mineras, ya que era imposible para entonces la explotación de tal riqueza con propios recursos. Pero no obstante las condiciones liberales de nuestra legislación petrolera, están conciliados los intereses de los explotadores con los intereses de la Nación, por sus disposiciones tributarias que han permitido al Fisco Nacional devengar crecidos rendimientos, lo que necesariamente ha redundado en provecho general porque ha permitido igualmente al Gobierno intensificar, como lo ha hecho, el progreso del país. 

En efecto: el Fisco Nacional deriva de la riqueza petrolera, los siguientes impuestos: dos bolívares con diez céntimos por hectárea como impuesto de exploración y explotación inicial; dos bolívares por hectárea anuales, durante los tres primeros años de explotación, cuyo impuesto se eleva  a cuatro bolívares durante los veintisiete años siguientes, y a cinco bolívares durante los diez años restantes; el diez por ciento en efectivo, del valor mercantil del petróleo que se exporte y el cincuenta por ciento de los derechos de importación del aceite refinado que se venda en el país. También se percibe un impuesto de timbre fiscal de dos bolívares por cada mil bolívares sobre el valor del petróleo exportable, y un impuesto de boyas de dos bolívares la tonelada, y que pagan los buques petroleros.

Por otra parte, la exportación del petróleo ha hecho posible en Venezuela la inversión de cuantiosos capitales extranjeros y ha intensificado la inmigración. Las regiones petroleras, han adquirido un adelanto evidente, y su progreso continúa intensificándose, ora por su corriente migratoria, ora por su adelantamiento material. Y por sólo este respecto le está señalado a Venezuela un desarrollo asombroso, pues según técnicas exploraciones existen yacimientos petrolíferos en casi todo el territorio nacional, y hasta ahora se explotan únicamente las regiones del Zulia y de Falcón, y estas dos regiones han bastado para colocar a Venezuela en segundo lugar como productora de aceite, cuyo rendimiento ha venido en aumento año por año, habiéndose exportado el año pasado más de Diecinueve millones de toneladas métricas, y se espera que para fines de este año sobrepase de veinticinco millones su producción anual. 

También se explota en Venezuela la riqueza perlífera. Existen en la isla de Margarita ricos ostrales, los cuales hasta hace poco estaban dados en arrendamiento, y los que hoy exporta directamente por administración del Gobierno Nacional, con apreciables rendimientos.

A otros ricos yacimientos cubre el suelo de Venezuela inexplotados aun; el cobre, el cristal de roca, el azufre, el diamante, etc. No será tarde el día en que capitales nacionales o extranjeros se inviertan en su explotación, y conviertan aquel país en envidiable emporio de riqueza.

Es obvio que este estado floreciente del país, además del empuje que su adelanto material y cultural ha recibido del Gobierno del General Juan Vicente Gómez, ora por la construcción de la magnífica red de carreteras que circundan la República, ora por el incremento tomado por la agricultura y por la cría, ora por el desenvolvimiento inicial del industrialismo, así como también por el afianzamiento de la paz, es obvio repito, que la situación comercial de Venezuela adquiriese también notable auge; y en efecto se ha venido intensificando de tal manera el comercio en el país que podemos afirmar de manera categórica que durante estos últimos diez años se han centuplicado los establecimientos mercantiles; los Bancos tanto nacionales como extranjeros han aumentado el volumen de sus operaciones; las aduanas han duplicado su personal para poder prestar atención oportuna a los servicios fiscales; se han establecido nuevas compañías navieras y las anteriormente establecidas han aumentado el número de sus barcos mercantes, y por lo tanto ha tenido que aumentar el volumen de las operaciones de importación y exportación.

La Estadística, poderosa auxiliar del sociólogo y del analista, con su expresión sencilla pero convincente, se ha encargado de demostrarlo. Ver aquí el resultado:

Año:
Importación (Bs.):
Exportación (Bs.):
1922
89.392.294,04
148.280.727,50
1923
124.596.129,97
144.498.032,03
1924
171.669.718,57
183.304.261,08
1925
226.901.747,42
281.939.089.,42
1926
331.128.791,80
363.014.346,55
1927
345.233.209,80
444.114.804,15
1928
416.672.512,50
609.554.962,25
1929
457.424.931,80
735.214.163,40

Como puede observarse en la anterior demostración numérica, la balanza mercantil de Venezuela siempre ha sido favorable porque el montante del valor de sus exportaciones ha sido mayor que el montante del valor de sus importaciones. Pero es necesario además tener en cuenta para apreciar la situación económica de aquel país, la circunstancia notable de no ser exclusivamente agrícola-pecuario, sino que a su vez lo es -y en gran escala- minero; por lo tanto debe sumarse al volumen de sus exportaciones el volumen de sus impuestos que percibe el Estado por la explotación de su riqueza minera, porque dichos impuestos los satisfacen capitales extranjeros, y circulan en la Nación por la inversión que hace el Gobierno para atender a los servicios públicos.

Creo innecesario deciros con detalles, qué artículos y manufacturas son importables en Venezuela, porque de que conocéis bien el comercio venezolano, saldría la exposición del margen de una conferencia. 

Vuestro comercio en efecto con Venezuela se ha venido intensificando cada día más, de manera tal que hoy ocupa Alemania el tercer lugar como importadora para aquel país, siendo los Estados Unidos el primero y ocupando Inglaterra el segundo lugar. En efecto; durante los años de 1923 el volumen de las importaciones alemanas fue el siguiente:

Año:
Kilogramos (Kgs.):
Valor (Bs.):
1923
12.741.123
13.614.056
1924
16.945.740
15.013.305
1925
30.682.861
25.125.795
1926
49.207.449
38.087.458
1927
39.219.752
32.576.214
1928
39.157.478
33.836.695

En la demostración que antecede se observa un pequeño descenso del comercio alemán con Venezuela en los años de 1927 a 1928 con respecto a la importación del año 1926; mas esto no puede conceptuarse como un decaimiento general en las importaciones de Venezuela, porque por el contrario tanto los Estados Unidos como Inglaterra aumentaron el valor de sus importaciones en esos últimos años. 

En efecto: el primer país importó mercancías por valor de bolívares 189.980.760, en 1927; y en 1928 elevó ese valor a Bs. 240.565.340. Por su parte Inglaterra que en 1927 importó mercancías por valor de Bs. 46.570.630, elevó su importación en el año siguiente a Bs. 49.570.630. 

Además de esta observación hay que hacer la no menos importante de que otras Naciones han hecho empeño por dominar el mercado venezolano: así por ejemplo Bélgica, que para el año de 1923 sólo importaba kilogramos 689.200 por valor de Bs. 575.148, para 1926 ya importaba kilogramos 27.606.596 por valor de Bs. 11.653.083, habiendo alcanzado el volumen de sus importaciones para 1928 a Bs. 20.776.434. 

Holanda que para el año de 1923 sólo importaba por valor de Bs. 8.140.000, para 1928 elevó sus importaciones a Bs. 29.360.700. Checoslovaquia que no tenía relaciones mercantiles con Venezuela en 1923, y que empezó a importar en el año de 1924 con un margen de Bs. 29.355, para 1928 elevó sus importaciones a Bs. 135.600. 

Francia, que para el año de 1923 importaba por valor de Bs. 8.928.000 importó para 1928 por valor de Bs. 22.642.904. El Japón, que para 1923 importaba solamente por valor de Bs. 21.000 para el año de 1928 elevó sus importaciones a Bs. 765.195. Y otras Naciones más han venido en reñida competencia pretendiendo dominar el mercado venezolano, e intensificando a tal efecto sus relaciones comerciales.

También durante la era rehabilitadora del General Juan Vicente Gómez, al amparo de la paz y al impulso del trabajo, se han creado y se vienen desarrollando las industrias. Diversas fábricas se han establecido en las importantes poblaciones de Venezuela: hilanderías, lactuarios, cristalerías, marmolerías, fábricas de mosaico, de tacones de goma, de cemento, de sombreros, de fósforos, de artículos de perfumerías, de velas esteáricas, etc. 

El General Juan Vicente Gómez, así como se intensificó la agricultura y la cría, así también ha desenvuelto las industrias nacionales. Hombre de una actividad múltiple, de un entusiasmo inagotable, y dotado de un alto patriotismo, ha invertido su cuantiosa fortuna personal en fomentar el progreso económico del país. 

Esta característica por sí sola basta para perfilar al General Gómez con los más sobresalientes relieves de patriota y de altruista; en vez de seguir el ejemplo de los anteriores mandatarios de Venezuela, quienes acumulaban riquezas depositándolas en institutos bancarios extranjeros para ponerlas a salvo de ulteriores contratiempos y poder sin zozobras disfrutar de sus créditos, dejando exhausta a la Nación que veía con dolor escapar de su seno fabulosas fortunas, el General Gómez, por el contrario, ha invertido todo el producto de su trabajo y los proventos de su alta posición política, en el territorio nacional, ora en predios agrícolas-pecuarios, ora contribuyendo con capitalistas nacionales o por sí solo al fomento de las industrias, o en fin colaborando por todos los medios posibles en el progreso y engrandecimiento de la patria.


VENEZUELA FINANCIERA

Podemos afirmar de manera categórica, y lo hacemos con satisfacción patriótica, que la situación financiera de Venezuela no es menos próspera que su situación económica. 

Sin tributos onerosos, los cuales antes que fomentar la prosperidad de los pueblos, ocasionan su aniquilamiento y su ruina; sin impuestos injustos ni ignominiosos, trabajando el Estado para el pueblo y no el pueblo para el Estado, Venezuela ha podido alcanzar su prosperidad financiera, a tal extremo que satisface con holgura los cuantiosos gastos ocasionados por la prestación de los servicios públicos y mantiene y aumenta anualmente una fuerte cantidad de reservas en oro que sobrepasa de CIEN MILLONES DE BOLÍVARES

Este ha sido uno de los resultados más hermosos de la administración sabia y fecunda realizada por la Causa de la Rehabilitación Nacional, y constituye la página más brillante de su historia que llenará de legítimo orgullo a su ilustre fundador el General Juan Vicente Gómez.

En efecto: cuando en 1909, se inició aquella causa, la Hacienda Nacional atravesaba por una horrenda situación: las Arcas Nacionales siempre exhaustas, por lo cual no podían satisfacerse con regularidad los gastos de la Administración Pública, pues apenas los impuestos bastaban para cubrir el Presupuesto de empleados, a quienes muchas veces se les adeudaba sus sueldos, los que eran cancelados por el sistema de prorrateos. 

Menos aún podía atenderse la cancelación de intereses y capital de las Deudas Públicas. El Estado Venezolano aparecía desacreditado vergonzosamente ante propios y extraños, a extremo tal que las conminaciones violentas y las represalias no se hicieron esperar. Estancado el progreso, indigentes la agricultura y la cría, el comercio arruinado, el Tesoro Nacional agobiado de deudas, tal era el estado lamentable en que se hallaba Venezuela para entonces.

Con su penetrante y agudo instinto sociológico, con su clara y certera previsión política, comprendió el General Gómez las causas del malestar nacional y cuales medidas debían adoptarse para remediarlo. Y emprendió la tarea ardua y difícil. Comprendió que, en primer término, una de aquellas causas era la desorganización y desmoralización en que se encontraba la administración de la Hacienda Pública. 

Y en realidad que así lo era: regida por una legislación anticientífica y organizada empíricamente, estaba muy lejos de dar los resultados apetecidos. Comprendió que, en segundo lugar lo era, la falta de atención a la Administración porque, como ya lo dije antes, el ejercicio de la política preocupaba más a los mandatarios del país, porque les permitía conservarlos en el poder.

Por lo que respecta a la desorganización y desmoralización fiscal, podemos decir, en síntesis, que dependían: de la descentralización de las Rentas Nacionales, pues existía el sistema de apartados: es decir, el de señalar determinados impuestos para sufragar gastos determinados, sistema este condenado por la ciencia financiera; la fusión en un solo empleado de las atribuciones de liquidación, recaudación de impuestos, las cuales dependían de las mismas oficinas de recaudación de impuestos, las cuales dependían de las mismas oficinas administradoras; la falta de un control eficaz de las operaciones practicadas por los funcionarios de la Hacienda Nacional; los métodos inadecuados para la percepción de los impuestos, y sobre todo los remates de las Rentas Nacionales; la exigua tributación interna, pues aparte de uno que otro impuesto interno, mal organizado, la situación fiscal de Venezuela dependía de la Renta Aduanera, que venía constituyendo la fuente más exuberante de la riqueza del Erario desde los tiempos coloniales, y aun así no daba los rendimientos necesarios debido igualmente a la desorganización de las Aduanas y a su inadecuado sistema arancelario.

A efecto de corregir estos resabios y otros más que sería prolijo enumerar; a efecto de conjurar todo desastre, fue derogado el anticuado Código de Hacienda por una Ley Orgánica de la Hacienda Nacional en donde se introdujeron todas las reformas requeridas, indicadas por las finanzas; y fue así como se estableció la centralización de la Renta Nacional, y con tal fin ordenó aquella ley que anualmente el Congreso Nacional dicte una ley de Presupuesto de Rentas y Gastos Públicos en donde se acuerden todas las erogaciones para atender a los servicios públicos y en donde se calcula el montante  probable de los ingresos al Tesoro Nacional por los diversos arbitrios rentísticos, aboliéndose así la práctica malsana de señalar determinadas rentas para gastos determinados, con cuyo sistema a la vez que se entorpecía la marcha regular de la Administración se exponía a la Renta a los ilícitos manejos. 

Se dividieron las funciones de administración, de liquidación y de recaudación de impuestos, nombrándose para cada servicio empleados especiales con atribuciones determinadas y con señaladas responsabilidades, con lo cual se evitó la anticuada fusión, que convertía al empleado en dueño del impuesto nacional, y se lograba a la vez, por la división del trabajo, atender mejor los servicios de la administración. 

Se unificó además el servicio de tesorería para lo cual se contrató con el Banco de Venezuela, instituto nacional, y quien presta servicios al Fisco Nacional en calidad de auxiliar de la Tesorería, y se establecieron Receptorías de Fondos, dependientes de la Tesorería Nacional en los lugares donde el Banco no tiene sucursales, con cuyo sistema se terminó el anticuado y peligroso régimen que convertía a los administradores de rentas en sus recaudadores, lo cual daba lugar a continuos desfalcos. 

Se regularizó y mejoró, dándosele una organización adecuada, la Contaduría General de Hacienda, la cual está encargada de verificar el control de todas las operaciones fiscales que practiquen los funcionarios nacionales que administren, liquiden y recauden rentas, u ordenen y efectúen pagos, así como también de centralizar todas las cuentas de la Administración Nacional; con cuya importante institución se ha logrado, por una parte regularizar y moralizar la Administración Fiscal, y por la otra salvarle al Fisco Nacional cuantiosas cantidades de dinero por impuestos dejados de percibir, escapados a la liquidación o al pago, por errores u omisiones voluntarias e inconscientes, de los funcionarios respectivos. 

Se ha obtenido igualmente con el funcionario regular de la Contaduría General, normalizar la contabilidad fiscal, que plagada de errores, mal entendida y peor llevada, dificultaba la metódica percepción de los impuestos, de tal manera que eran considerables los débitos con que cerraban sus libros todos los años los administradores de Rentas, animados por la tolerancia que engendraba el desconocimiento que tenía el Gobierno del estado de sus cuentas. 

Con el nuevo sistema, y tras un empeño tesonero ha obtenido la Sala de Centralización de Cuentas poner en claro todos los errores, recabar en mucho los saldos pendientes, regularizar la contabilidad de las Oficinas de Hacienda, y presentar oportunamente el estado de las cuentas de la Nación.

También establece la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional servicios de inspección y de fiscalización que se verifican por conducto de empleados especiales y especializados en cada ramo de la Hacienda Nacional; instituye para asegurar los resultados económicos de la administración fiscal, el sistema de caución o garantía que deben prestar ante el Contador de la Sala de Examen todos los ciudadanos elegidos para desempeñar cualquier cargo fiscal, como formalidad indispensable para tomar posesión de él.

Otras sabias disposiciones contiene esta Ley, y entre ellas, merecen señalarse: la que obliga a los contribuyentes hacer ante el funcionario respectivo, la declaración de los datos necesarios para la fijación de los impuestos, la que ordena cobrar intereses moratorios cuando no se paga el impuesto liquidado al ser exigible, y la que prohíbe al Ejecutivo Federal rebajar y exonerar contribuciones e impuestos, cuando la ley especial que los crea, no lo faculta expresamente para ello.

Organizados así los servicios fiscales, suprimidos los remates de las rentas, regularizada la administración de las Aduanas, la que se rige por una ley especial: creadas nuevas Aduanas y reformados los muelles y los almacenes de depósitos; especializado el personal, a cuyo efecto se ha establecido de carrera y se ha tomado todo empeño por el Ministerio de Hacienda en preparar previamente a los empleados aduaneros, para lo cual los aspirantes a aquellos cargos deben pasar una temporada de estudio y de práctica en la Dirección de Aduanas y en la Contaduría General, es innegable que con tales medidas la Renta Aduanera aumentara considerablemente. Pero esto no bastaba: depender como antes dependía el bienestar de la Hacienda Pública de aquella renta, era depender de acontecimientos imprevistos y sobre todo depender exclusivamente del comercio exterior. 

Se imponía por lo tanto la necesidad de organizar la Renta Interna, es decir: de tener una tributación propia, nacional, que nivelara las finanzas en casos de crisis mundiales. Y se procedió a su organización.

La Renta de Estampillas, que existía antes de la Rehabilitación Nacional, recibió una organización adecuada por una Ley que se dictó y en la que se singulariza la fijación del impuesto, se fija la forma de percepción, de control y de inspección, y se sanciona sus transgresiones. 

Se crearon nuevos impuestos internos: una Renta de Licores, que constituyó al colonial y exiguo impuesto sobre los aguardientes, y cuyo impuesto se percibe sobre la producción de licores de destilación de substancias sacarinas fermentadas, sobre los licores y la cerveza importados y sobre la rectificación y ventas al por mayor de dichos licores; una Renta de Papel Sellado, que se cobra sobre todos los actos de la vida jurídica; una Renta de Cigarrillos, una Renta de Fósforos, una Renta de Salinas, una Renta sobre Sucesiones; derechos por servicio de aseo domiciliario, de agua, de telégrafo; derechos sobre tierras baldías, sobre explotación de petróleo, de asfalto y productos naturales, etc.

Venezuela tiene presupuestado como ingreso probable, para el presente año, por renta aduanera, Bs. 104.650.000, y por Renta Interna, Bs. 123.673.000 contra un gasto en la Administración nacional de Bs. 200.000.000 de modo que hoy las Rentas internas cubren más de la mitad de las erogaciones, y no tardará el día en que se basten así mismas para sufragar todos los gastos de los servicios públicos. Hay que advertir que el resultado de las rentas ha siempre duplicado a los probables cálculos presupuestables.

He ahí, señores, expuesta esencialmente, en sintético, pero persuasivo bosquejo de la obra financiera de la Causa de la Rehabilitación Nacional.

Con un sistema tributario equitativo, y con una fecunda administración se ha obtenido robustecer la Hacienda Nacional, hasta hacerla suficiente para acometer un impulsivo desenvolvimiento al progreso, el cual se viene realizando material y moralmente. Pero no era este el límite a que se proponía llegar el General Gómez con respecto a la situación financiera de Venezuela: Él pretendió algo más: una tarea esforzada y patriótica; se proponía independizar a la Nación de compromisos extranjeros cancelar sus Deudas Públicas. 

A tal efecto, a la vez que emprendió la organización de los servicios de la administración fiscal, emprendió la organización del servicio de Crédito Público, para lo cual se dictó una Ley especial que pauta el procedimiento para la emisión, cancelación y contabilización de las deudas públicas, ordenándose señalar en la Ley de Presupuesto Nacional, anualmente, una cantidad de dinero para atender a la cancelación de intereses y otro para amortización de capital. 

Es asombroso el resultado obtenido: para el año de 1909 las deudas públicas de Venezuela estaban en este estado: Deuda Interna, Bs. 62.411.147,30; Deuda Externa, Bs. 131.267.154,76. Además, se debía por el Protocolo de Washington, Bs. 16.598.979,62; y cuyas deudas se aumentaron en Bs. 22.714.281,68, por reclamaciones posteriores, dando por lo tanto un total general de 233.021.563,30.

Desde entonces, pagando correctamente intereses y amortizando periódicamente capital, fuese reduciendo notablemente aquel cuantioso débito, hasta que existiendo para el 30 de junio de ese año un saldo de veinte millones de bolívares por Deuda Externa, el General Gómez indicó la conveniencia de cancelarlo y con lo cual se le tributaría un homenaje a Simón Bolívar, Libertador y Padre de la Patria, en este año, centenario de su muerte. 

Y así se hizo, adquiriendo Venezuela su independencia financiera y pudiéndose exhibir ante el mundo como una de las pocas naciones que no tiene acreedores extraños, pero que tiene puesto muy en alto el crédito que supo conquistar cumpliendo fielmente sus compromisos, aun en épocas difíciles para la economía internacional.

Por su parte la Deuda Interna ha quedado reducida a quince millones de bolívares.


CONCLUSIONES

Las actividades sociales se manifiestan ante las miradas escrutadoras del sociólogo en dos grandes aglomeraciones de tendencias, en dos grandes aglomeraciones de acciones; o por mejor decirlo; en un complexo de tendencias exteriores. 

Las tendencias internas tienden todas a operar y a conservar la unidad social, es decir: a alcanzar la vida armónica de la sociedad. Son de esta tendencia: las corrientes de imitación, las luchas de oposición y las adaptaciones vitales, la asimilación progresiva, y sobre todo la solidaridad social, y otras tantas corrientes permanentes, reguladoras de la vida de los pueblos y que ocasionan, en sus múltiples manifestaciones, todo el proceso de la fenomenología social. 

Las tendencias exteriores tienden hacia el expandimiento de las actividades sociales por el fenómeno natural de la vida de relación, que obliga a las organizaciones vitales a valerse del mundo exterior para asegurar su existencia. 

Pertenecen a este grupo de tendencias: la conquista, las luchas bélicas, las luchas económicas y las relaciones internacionales. A las luchas de conquista y a las luchas bélicas han sucedido las luchas económicas: al ataque del capital; y a las reñidas campañas económicas habrán de suceder pacíficas actuaciones de colaboración y auxilio mutuos. 

Los pueblos, como los individuos, no pueden ni podrán bastarse así mismos: por lo tanto se impone la colaboración internacional. Y así como las luchas guerreras ocasionan la desolación y el desvastamiento de los pueblos, así también, señores, las luchas económicas ocasionan sus crisis y sus ruinas.

Señores:

Nos encontramos actualmente presenciando que se avecina el gran espectáculo de una crisis mundial, que va perfilándose cada día más con caracteres alarmantes. 

Las Naciones con fundados temores acuerdan medidas consideradas convenientes para, cada una por su parte, ponerse a cubierto del desastre: tratan de regularizar la producción, de intensificar el consumo, de normalizar el comercio, y de establecer en fin un sistema de economías que permita obtener un máximo de rendimiento con un mínimo de gastos. 

¡Paliativos engañosos! Esa política económica de aislamiento, esa política económica de individualización antes que conjurar la crisis, la intensifica y la agrava, por cuanto  que aun cuando tiene unidad de causa, presenta pluralidad de efectos, y por lo tanto, las medidas que una nación pueda adoptar en su provecho, aun cuando ofrezca buenos resultados, serán relativamente eficaces, y a la postre redundarán en su perjuicio, porque teniendo efectos coercitivos para las demás naciones, por fenómeno de relación tiene que repercutir y reflejar en cada una de ellas el malestar económico de todas. 

Por lo tanto se impone una política internacional de concordia, colaboración y auxilio económicos; y en consecuencia impónese el estudio detenido de la crisis y de los distintos efectos y manifestaciones con que ésta se presenta en cada Nación, para luego marcar el rumbo que ha de seguirse, las normas que deben emplearse y la colaboración que cada Nación debe prestar para el resurgimiento de la prosperidad económica internacional. 

No importa se tengan que vencer prejuicios, acallar viejas rencillas, rectificar errores, modificar tratados, revalorizar indemnizaciones y demoler barreras aduaneras. Se impone el bienestar general de los pueblos, lo cual involucra el bienestar particular de cada Nación, como medida necesaria para evitar ulteriores cataclismos.

Este es mi modo de pensar personal, fruto de mis meditaciones sociológicas.

F. García Monsant.

(Conferencia leída en la Universidad de Hamburgo, Alemania, el día 28 de octubre de 1930).