(Por el Doctor. José Gil Fortoul).
México, 19 de diciembre de 1933. Los jóvenes directores
de “Vida Nueva” quieren que yo escriba algunas Notas que acompañen el retrato
del General Gómez. Nada más fácilmente agradable para mí, que por deber oficial
unas veces, y siempre por la no menos grata obligación de una amistad sincera,
he podido apreciar de cerca sus cualidades personales y su método
administrativo.
Es ejemplo el General
Gómez de lo que puede el buen sentido, la voluntad decidida y el patriotismo
práctico. Elevado a la primer magistratura en difíciles circunstancias de todos
conocidas, comprendió en seguida que su Administración había necesariamente de
caracterizarse por formas, ideas y propósitos diferentes de cuanto desautorizó
a su antecesor; lo mismo en la política interna que en las relaciones
internacionales. Al exclusivismo autoritario y a la imprudencia aventurada,
sustituyó un sistema nuevo en el que se armonizaron la conciliación generosa y
la vigilante discreción. Y con tan feliz éxito, que inmediatamente allanó el
camino para llevar a la práctica el método administrativo que se ha encarnado
en esta fórmula definitiva: Patria, Unión, Paz y Trabajo.
Desde los orígenes de
la República, para utopía se había considerado el propósito de unir, siquiera
temporalmente, a los tradicionales partidos políticos, en el intento de
conservar la paz y de atender exclusivamente al desarrollo intenso, en que
fracasaron sucesivamente Páez y Monagas, Tovar y Falcón, Guzmán Blanco y Rojas
Paúl, Andueza y Crespo. Porque eran sobre todo, aparte méritos y circunstancias
de otro orden, corifeos de agrupaciones particularistas, y viéronse por
consiguiente obligados a continuar en el poder la lucha sin tregua que exigían
los particulares intereses de sus correligionarios. Gómez vino, en cambio, con
cerebro y manos libres de estos lazos partidarios, confiado en su carácter
tenaz y tranquilo, resuelto y prudente.
No ciertamente que
pretendiese el imposible de acabar para siempre con las dos tendencias que
forman el fondo mismo de la vida política, a saber: la tendencia a acelerar el
progreso (partido liberal) y la tendencia a retardarlo, (partido conservador).
Concibió y realizó un propósito más alto, por su perfecta consonancia con las
necesidades de la actualidad y de un inmediato porvenir. Lo mismo a los
liberales que a los conservadores les dijo: no abdiquéis de vuestra historia,
de vuestros principios, de vuestro ideal; pero abrid un paréntesis en la
contienda encarnizada, apagad odios, buscad los puntos en que coincidan por ahora
vuestros programas, y en esta era de paz, bajo la bandera tricolor, trabajemos
todos en la obra fecunda de transformación nacional.
El resultado se está
viendo: ninguna amenaza de disturbio interior, relaciones internacionales de
cordial y recíproca deferencia, puerta franca al capital extranjero, empresas
venezolanas que nacen vigorosas, comercio floreciente, rentas en próspera
progresión, confianza unánime.
Mas como en la vida de
un pueblo joven, que apenas va saliendo ahora de su exuberante infancia, no
puede hacerse todo de una sola vez, el General Gómez ha sabido, con diligente
prudencia, encauzar a lo más urgente su acción administrativa. El ejército se
disciplina y perfecciona, porque es él garantía del orden y guardián de la
integridad de la patria. Se abren y multiplican vías de comunicación, se gasta
en ellas a manos llenas, porque el trabajador aislado vegeta y no prospera,
porque el producto de la tierra y de la industria no es riqueza sino a
condición de llegar pronto y barato al alcance del consumidor, porque el camino
numeroso y fácil representa realmente la arteria por donde circula la vida y la
riqueza de todo un pueblo. Se moderniza la instrucción pública, haciéndola
objetiva, y eficiente –problemas que tantos pasados Gobiernos habían desdeñado,-
para que la actual generación se encamine ya por nuevo rumbo a empresas
civilizadoras. Finalmente, se establece por primera vez una grande institución
federal que comprende la agricultura, la cría y la veterinaria; verdadera
creación que va a ser el factor más poderoso del progreso práctico, de la
prosperidad de todos. Otros habían soñado con esta Escuela, y se contentaron
con acariciarla en sueños. Otros habían previsto sus beneficios, y se quedaron
en la previsión. Gómez la realiza. El triunfo es suyo. Mejor que en el pedestal
de una estatua, su nombre perdurará sobre la entrada de esta Escuela.
El Presidente Gómez ha
contraído con la Patria la obligación de no volverla a dejar caer ni en la
vieja lucha estéril, ni en las peligrosas aventuras de ideólogos impacientes,
ni en la ambición de personalismos egoístas. El método administrativo que ha
implantado con este noble fin, está probado. La idea que lo anima se ha anclado
en la conciencia venezolana. Sus beneficios los palpa la República. El deber nuestro,
el deber de todos, es mantener el mismo método, y afianzarlo, colaborando en su
desarrollo con buena voluntad. No abandonemos esta bandera. El presente y el
porvenir así lo exigen.
José
Gil Fortoul.
“El Nuevo Diario”, el 2 de enero de 1934.